1.la Novia Del Dragon(serie Un Trato Con Un Demonio)-katee Robert.pdf · Versión 1 27134u

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Serie Un trato con un demonio 1. La novia del dragón Katee Robert

Sinopsis Briar Rose podría tener un nombre sacado de un libro de cuentos, pero aprendió a una edad muy temprana que ningún príncipe vendría a salvarla. Ella tendrá que salvarse a sí misma. Desafortunadamente, incluso eso es una tarea imposible en su situación actual: atrapada en un matrimonio aterrador con un hombre peligroso. Los tiempos desesperados requieren medidas desesperadas, y así es como se encuentra haciendo un trato con un demonio. Libertad de su marido... a cambio de siete años de servicio. Ella espera que el servicio sea agotador y duro. Ella no espera que la pongan en un bloque de subasta en una habitación llena de monstruos literales y la vendan al mejor postor. A Sol. Un dragón. Él puede parecer más amable de lo que implica su apariencia temible, pero ella sabe que no debe confiar en la forma en que él quiere cuidarla, o cuán interesado está en su placer. En su experiencia, si algo parece demasiado bueno para ser verdad, ciertamente lo es. Enamorarse de Sol está fuera de cuestión. Ha sufrido lo suficiente y no tiene intención de quedarse en este reino... incluso si deja atrás su corazón cuando regrese a su vida normal.

Índice Capítulo 1 Capítulo 15 Capítulo 2 Capítulo 16 Capítulo 3 Capítulo 17 Capítulo 4 Capítulo 18 Capítulo 5 Capítulo 19 Capítulo 6 Capítulo 20 Capítulo 7 Capítulo 21 Capítulo 8 Capítulo 22 Capítulo 9 Capítulo 23 Capítulo 10 Capítulo 24 Capítulo 11 Capítulo 25 Capítulo 12 Capítulo 26 Capítulo 13 Epílogo Capítulo 14

1 BRIAR

Hace tres días, no creía que existieran los demonios. Ahora, estoy firmando un contrato con uno. La vida te llega rápido. Mi cuerpo es un gran moretón palpitante mientras intento concentrarme en las palabras que nadan ante mis ojos. —No quiero hacer esto. —Soy consciente. La gente no hace tratos conmigo a menos que esté desesperada—. El demonio no se parece mucho a un demonio. Por otra parte, ¿qué sé yo? Tal vez todos los demonios son chicos blancos guapos, de cabello oscuro, cuyas sombras no se alinean del todo con sus cuerpos. Presiono una mano en mi cabeza. Mi cerebro se siente como si estuviera chapoteando dentro de mi cráneo. —¿Cómo me encontraste? Se encoge de hombros. —La desesperación tiene cierto sabor. Uno de los míos te encontró la semana pasada y me llamó la atención.

La semana pasada estaba haciendo todo lo posible para organizar de forma encubierta una ruta de escape que mi esposo Ethan no supiera hasta que fuera demasiado tarde. El plan había sido huir mientras estaba en el trabajo y desaparecer sin dejar rastro. Pensé que había tenido en cuenta todos los factores, pero estaba tan asustada. Todavía tengo miedo. —Pensé que iba a salir—. Se siente muy ingenuo decirlo ahora. Hace tres días, me habría reído en la cara de este extraño, había decidido no ponerme bajo el control de otro hombre, humano o no. ¿Quién llama a la puerta de alguien en medio del día y le ofrece un trato demoníaco? Aparentemente Azazel lo hace. Todo era tan normal y, sin embargo, extraño, pero ¿cómo podía preocuparme por este supuesto demonio cuando mi monstruo personal estaba mucho más cerca de casa y era más peligroso? Yo estaba saliendo. O eso pensé. Eso fue antes de que Ethan lograra averiguar en qué hotel me estaba quedando. Antes de que viniera aquí y… Niego con la cabeza, lo que solo empeora las náuseas. —Es muy probable que esté conmocionada. Este tipo de trato no será vinculante en los tribunales. La mirada oscura de Azazel se dirige al lado derecho de mi cara. He visto cómo me veo. Moretones sobre moretones, lo cual no tiene sentido porque Ethan solo me golpeó una vez antes de que uno de los otros huéspedes del hotel viniera corriendo por el pasillo y lo detuviera. Un buen samaritano que probablemente salvó mi vida. La próxima vez no tendré tanta suerte. Cierro los ojos y tomo varias respiraciones lentas. No ayuda, pero no estoy segura de que algo pueda ayudar en este momento. Estoy fuera de las opciones. Desesperada, como dice el demonio. Tal vez si tuviera una familia a la que acudir, las

cosas serían diferentes, pero incluso si la tuviera, también los estaría poniendo en peligro. Podría ir a comprar un arma, pero no tengo fe en que soy capaz de asesinar, y mucho menos en que el sistema de justicia esté de mi lado. Toda su gracia parece estar reservada para los propios depredadores. —¿Quieres que te lo lea?— No creo que este demonio sea capaz de sonar suave, pero se ha callado de una manera que hace que el vello de mi nuca se erice. Abro los ojos para encontrarlo todavía mirándome a la cara. Aunque me digo a mí misma que no lo haga, levanto una mano para presionar la piel hinchada alrededor de mi ojo. —Estoy segura de que sería conveniente para ti. Puedes omitir lo que quieras. Él suspira, un sonido casi imperceptible. —Los tratos son sagrados, Briar Rose. Estoy dispuesto a jugar sucio antes de llegar a ellos, pero no hay trucos en la letra pequeña. Está en el mejor interés de todos que mis... clientes... entren en las cosas con los ojos bien abiertos. La horrible sensación de no haber suficiente aire en esta lúgubre habitación de hotel empeora. —¿Le dijiste cómo encontrarme? Azazel entrecierra los ojos. —No tenía que hacerlo. Sabía de tu tarjeta de crédito secreta. Después de que te fuiste, rastreó el cargo hasta este lugar y convenció a la recepcionista para que le diera el número de tu habitación. Él le dijo que quería sorprenderte por tu aniversario. No pregunto cómo lo sabe. Parece saber muchas cosas que no debería. Me miro los dedos, las uñas mordidas hasta la médula. Un horrible hábito mío, uno que solo ha empeorado en los últimos días. —Error de principiante. —El miedo nos vuelve tontos a todos.

No está siendo exactamente agradable, pero tampoco está siendo particularmente insistente. Me desplomo en mi silla y señalo el contrato. —Adelante entonces.— No es que tenga muchas opciones. Voy a decir que sí, y los dos lo sabemos. En este momento, apenas me mantengo firme, mi fuerza es tan frágil que si él empuja, me retiraré en un instante. Azazel coge el contrato del escritorio y se mueve para posarse en el borde de la cama de aspecto gastado. Me mira y luego comienza a leer. No es nada más de lo que esperaba; él ya había expuesto los detalles hace tres días. Siete años de servicio a pagar por adelantado antes de que haga lo que necesito. Un trato hecho voluntariamente, en el que no me obligarán a hacer nada que no quiera hacer. Me río de esa cláusula. Hay muchas maneras de asegurar la obediencia de alguien sin “forzar”. Para empezar, es la razón por la que estoy en este lío. —Espera, di eso otra vez. Azazel hace una pausa. —Si queda embarazada, el niño no regresará con usted a este reino una vez que finalice su contrato. Lo miro. —Dejaste eso fuera cuando repasaste la oferta la última vez. —No quería que te hicieras una idea equivocada. La idea equivocada. Correcto. Nada en este trato parecía demasiado bueno para ser verdad, pero había un elemento de preguntarse cuándo caería el otro zapato. Ahora está cayendo lo suficientemente fuerte como para hacer que mi cabeza dé vueltas. —Así que eso es lo que es esto. Un programa de cría. —Simplemente estoy cubriendo todas las bases.

No le creo ni por un momento. Obviamente, sabía que el sexo puede ser parte del trato. Azazel se ve lo suficientemente humano, incluso si tengo la sensación de que es una forma conveniente de sostener y no necesariamente la real. El pensamiento casi me hace reír. Sorprendente lo rápido que el cerebro humano puede adaptarse cuando no quedan otras rutas. —¿Y si no quiero tener sexo con nadie? Una vez más, esa mirada ilegible se mueve en mi dirección. —Como dije, no se te pedirá que hagas nada que no quieras hacer. Sin embargo, le darás a la persona de mi elección la oportunidad de seducirte. Tantas capas en esa oración. No tengo absolutamente ninguna razón para confiar en él, pero tampoco tengo opciones. Aún así, no puedo evitar estancarme. Solo un poco. —¿Por qué siete años? —La magia es una criatura extraña—. Se encoge de hombros. —Ciertas cosas lo amplifican y permiten lo imposible. Los números tienen significado. Siete, en particular, es poderoso en todos los reinos. Así que negociamos durante siete años. Eso realmente no tiene sentido para mí, pero nada tiene sentido para mí. Al final, no importa. No tengo otras opciones. — Dámelo. Azazel pasa por alto el contrato y saca un bolígrafo de alguna parte, probablemente su chaqueta negra perfectamente hecha a medida. El papel es más grueso de lo que esperaba, casi una vitela. No puedo evitar frotarme los dedos contra él. —Solo lo mejor para tratos con demonios, supongo. No me doy tiempo para pensar, para dejar que mi mente corra por el laberinto lleno de mis ansiedades. Estoy condenada si lo hago, condenada si no lo hago. No tengo dinero, ni familia, ni adónde huir donde Ethan no pueda encontrarme. Ha dejado

muy claro que la próxima vez que me ponga las manos encima, no sobreviviré a la experiencia. Firmar mi nombre en este contrato podría abrirme a un resultado aún peor. No soy tan ingenua como para pensar que no hay nada peor que la muerte, pero aun así es preferible. Tal vez Azazel cumpla su palabra. Tal vez no lo hará. Al menos Ethan no vivirá para lastimarme a mí ni a nadie más. En siete años... ¿A cuántas personas lastimará mientras tanto? —¿Qué tal…— No tengo familia. Todos mis verdaderos amigos se alejaron durante el primer año de mi relación con Ethan. Difícilmente llamo a ser forzada a ser cordial con las esposas de sus amigos siendo amigas reales. No hablamos fuera de esas incómodas cenas. Todavía. Trago saliva. —Desaparecer durante siete años generará algunas preguntas. —No te irás por siete años—. Ante mi confusión, exhala lentamente. —El tiempo se mueve de manera diferente en los diversos reinos. No es del todo consistente, y nosotros, los demonios negociadores, podemos ser un poco selectivos con la manipulación de las cosas, pero siete años en el reino de los demonios es de una hora a unos pocos meses aquí, dependiendo de algunos factores. Parpadeo. —Así que volveré a aparecer aquí en una hora o unos meses, pero siete años mayor—. Qué manera de desperdiciar una vida. —No.— Una sacudida brusca de su cabeza. —El proceso de envejecimiento es…— Azazel hace un gesto de frustración con su mano. —Tiene que ver con la magia impregnada en cada átomo de mi reino, pero incluso los humanos que residen allí viven más que aquí. No serás inmortal, pero si pasaras el resto de tu vida

allí, probablemente vivirías ciento cincuenta años por lo menos. Envejecerás durante estos siete años, pero no al ritmo que lo harías en el reino humano. Todo parece demasiado conveniente, pero no es como si tuviera otra opción. Si Ethan está rastreando mi tarjeta de crédito secreta, me encontrará rápidamente sin importar a dónde vaya. Tengo que aceptar este trato. Me trago mi miedo y firmo con una mano temblorosa. En el momento en que la punta del bolígrafo deja el papel, algo extraño chisporrotea a través de mí. Jadeo y presiono mi mano contra mi pecho. —La magia de un contrato vinculante—. Azazel se levanta y agita su mano en el escritorio. Las sombras surgen de los bordes de la habitación y el papel desaparece. Se ajusta la chaqueta. — Bajo circunstancias normales, el pago viene primero antes de cumplir con los términos del contrato. Sin embargo, me inclino a hacer una excepción esta vez. —¿Qué?— ¿Seguramente no está diciendo lo que creo que está diciendo? Su mirada se estrecha en mi rostro. —No te hagas ideas nobles. Ahora eres mercancía, Briar, y eso significa que tu esposo ha dañado lo que es mío. Más allá de eso, no pareces del tipo que es infiel, y prefiero no dejar cabos sueltos que dañen mi objetivo final. Antes de que pueda preguntarle qué diablos significa eso, desaparece en otra oleada de sombras. Mi piel hormiguea con puro terror, pero mi cuerpo está demasiado cansado para hacer otra cosa que temblar. Tal vez estoy en estado de shock. No sería sorprendente, considerando todo lo que sucedió hoy. Me desplomo en la silla y se me escapa una risita histérica. —El demonio ni siquiera quería mi alma. Que decepcionante.

Siete años de servicio. Tanto tiempo y, sin embargo, nada de tiempo. Paso quince segundos considerando lo que podría hacer cuando mi sentencia sea cumplida y esté libre tanto de Azazel como de Ethan. Mi mente evita pensar demasiado en ello, casi como si permitiéndome soñar fuera a arruinarlo. Tropiezo sobre mis pies y cruzo a la bolsa llena de todos mis bienes materiales. No sé cuánto tiempo le tomará a Azazel, y en este momento prácticamente estoy temblando de pies, pero no me atrevo a ducharme ni a dormir. Él no ha hecho nada para dañarme, pero eso no significa que confíe en él. Al final, solo tengo tiempo suficiente para tomar un poco de ibuprofeno antes de que las sombras se acumulen en la esquina de la habitación y se desprendan para revelar al demonio. Se ve... diferente. Parpadeo, preguntándome si mi lesión en la cabeza es la razón por la que parece que tiene cuernos por un momento. Vuelvo a parpadear y la sensación pasa. —Hora de irse.— Se limpia las manos con un pañuelo, pero no está haciendo un buen trabajo limpiando las manchas rojas allí. Me pilla mirando y se encoge de hombros. —A veces tengo ganas de ensuciarme las manos. Estoy seguro de que lo entiendes. Vuelve la repugnante sensación de nadar, incluso más pronunciada esta vez. —Es eso…— Tengo que parar para recuperar el aliento. —¿Es esa la sangre de Ethan? —Por supuesto que lo es. Difícilmente voy por ahí cometiendo asesinatos por el gusto de hacerlo—. Mete el pañuelo en el bolsillo interior de su chaqueta. —Aunque todos ustedes, los humanos, son bastante frágiles, a veces ocurren accidentes.

No sé cómo procesar eso más que el hecho de que todavía puedo ver las manchas de sangre en sus manos. Manos que parecen... parpadear... cuanto más las miro. Piel pálida y luego de color rojo intenso y luego pálida de nuevo. Presiono mi mano contra mi sien, pero esta conversación ha sido demasiado impactante. —Creo que me voy a desmayar —digo débilmente. La habitación da un giro repugnante y luego me caigo. Azazel estaba al otro lado de la habitación, pero aun así me atrapa antes de que golpee el suelo, levantándome en brazos que se sienten mucho más grandes de lo que parecen. —No puedo dejar que te mates con otro golpe en la cabeza. Intento hablar, pienso. Tal vez para protestar. Tal vez para agradecerle por hacer lo que nunca sería capaz de hacer por mi cuenta. Al final, no importa. Una profunda negrura surge y me traga por completo.

2 BRIAR

Me despierto en una cama extraña. El instinto se hace cargo, y me quedo completamente inmóvil, con los ojos cerrados y respirando uniformemente. Es una cama agradable, el colchón debajo de mí es extraño y suave de una manera que parece invitar a acostarse y no volver a levantarse nunca más. La manta sobre mí es liviana pero más que mantiene alejado el leve frío de la habitación. Se desliza contra mi piel decadentemente mientras me muevo. Mi piel desnuda. ¿Dónde diablos está mi ropa? —Puedes dejar de fingir que estás dormida, Briar. Reconozco la voz a pesar de que solo han pasado unos días desde que lo conocí. Azazel. Me incorporo y tengo que tragarme un grito. La voz es lo único en él que es igual. Miro alrededor de la habitación en busca de alguna otra explicación. ¿Seguramente el demonio de aspecto melancólico que hizo el trato conmigo no es esta bestia gigante, con cuernos y piel carmesí tirada en una silla al otro lado de la habitación? Mi cerebro salta, se estremece y se adormece.

Esto está bien. Es mejor que la alternativa. Tomo un respiro y luego otro. En el tercero, ya no sueno como si estuviera a punto de hiperventilar. Bueno. Esto es bueno. —Azazel. Me estudia con ojos oscuros que pueden verse diferentes a los que yo conocía, pero la diversión sardónica a mi costa es la misma. —Estás tomando esto bastante bien. —La histeria no va a cambiar nada. —Mmm.— Se sienta hacia delante y golpea con los dedos uno de sus cuernos. —Solo uso mi forma humana cuando estoy en tu reino. Ahora, estamos en el mío, y no hay necesidad de hacerlo. Escuché la oferta, le permití leerme el contrato. De alguna manera, en todo eso, realmente no había procesado que existieran otros reinos, y mucho menos que estaría viajando a uno. Se siente demasiado grande para comprenderlo, así que me concentro en otra cosa. —¿Dónde está mi ropa? —Te serán devueltos cuando se cumpla tu contrato, junto con tus otros efectos personales. Miro alrededor de la habitación, principalmente para darme tiempo para procesar eso. No tengo mucho por lo que pelear, pero las fotos en mi maleta son las únicas que tengo de mi abuela. —¿Se mantendrán a salvo? —Sí. No tengo motivos para creerle, pero esta no es una pelea que voy a ganar. No sé si alguna vez he estado en una pelea que tuve la oportunidad de ganar. Sin pensar, presiono mi mano en mi cara. Solo entonces me doy cuenta de que el dolor punzante no se ve por ninguna parte. Toco suavemente mi piel, pero la hinchazón parece haber desaparecido también. —¿Cuánto tiempo he estado fuera?

—Unas pocas horas. La transición de un reino a otro no es fácil, incluso cuando viajas conmigo—. Hace una pausa hasta que lo miro. —Un sanador se ocupó de tus heridas. —Oh.— Dejo caer mi mano. —Gracias. —Eres una de mis monedas de cambio para un futuro mejor. No me conviene que estés ensangrentada y rota en el bloque de subastas—. Se pone de pie lentamente, justo cuando me doy cuenta de lo enorme que es. Tiene que medir dos metros. Tiene que serlo. —Hay vestidos en el armario. Uno de ellos debería adaptarse. Tienes una hora—. Se da la vuelta y sale de la habitación. Miro la puerta por un largo momento, procesando lo que dijo. Bloque de subasta. Honestamente, pensé que tenía la intención de quedarse conmigo, pero aparentemente ese no es el caso. ¿Realmente importa? No hay mucho que puedas hacer al respecto ahora. Un terror farfullante amenaza con romper mi calma artificial, pero lo devuelvo. Si empiezo a llorar ahora, terminaré acurrucándome como un ovillo y sollozando hasta que no pueda respirar. Y nada cambiará. Si se supone que voy a ser subastada, no sabré nada sobre la persona que me compre hasta que termine. Azazel ha prometido que no seré forzada ni sufriré ningún daño, pero ¿hasta dónde se extiende esa promesa cuando estoy fuera de su control? El movimiento siempre ha ayudado. Evita que mis miedos me congelen. Esperemos que eso siga siendo cierto. Lucho para salir de la cama ridículamente lujosa y, después de una breve discusión conmigo misma, envuelvo la sábana alrededor de mi cuerpo y me dirijo al armario. Está construido a

la escala de Azazel, así que tengo que estirarme para agarrar la manija y abrir la pesada puerta. En el interior, encuentro un arcoíris de prendas. Algunas de las texturas las reconozco, otras no, pero todas parecen terriblemente caras. Arrastro mis dedos sobre las telas suaves y muevo mi labio inferior. Por supuesto que son caros. Azazel me está subastando. Probablemente debería estar agradecida de que no me ponga en el bloque de subastas desnuda y llorando. El pensamiento me hace estremecer, y agarro un vestido al azar. No es el diseño más complicado, pero tiene una especie de corpiño de corsé debajo de mis senos, y se necesitan muchas maldiciones y torceduras para colocarlo en su lugar. Recojo la falda larga y camino hacia el enorme espejo adornado en ángulo cerca de la puerta. Yo miro… Miro fijamente mi reflejo. Atrás quedaron mis sudaderas de gran tamaño favoritas y mis jeans sueltos. El vestido blanco se adhiere a mi cintura y costillas, la estructura del corpiño hace que mis senos parezcan mucho más grandes de lo que son, presionándolos hacia arriba hasta que los volantes de la blusa parecen adherirse precariamente a sus pendientes. La falda no es tan ondulante como se siente, cayendo para rozar la parte superior de mis pies descalzos. A regañadientes, levanto la mirada hacia mi rostro. La hinchazón se ha ido, por supuesto. Pero más que eso, este sanador me ha hecho algo. Mi piel nunca se había visto tan húmeda y sin imperfecciones, ni siquiera cuando tenía poco más de veinte años. Y mi pelo… Debería haberlo ondulado, demasiado habían embotado, lo hombres me miraran;

cortado. Es demasiado rojo, demasiado notable. Los años y la falta de cuidado lo que a su vez ayudó a evitar que otros algo que enfurecía a Ethan a pesar de que

no es como si solicitara atención alguna vez. Mi cabello no está opaco y encrespado ahora. Parece que acabo de llegar de un tratamiento de spa y salón. No me parezco a mí. Una exploración rápida del resto de la habitación revela una puerta ingeniosamente discreta que conduce a un baño. Toma un poco de experimentación ya que nada se parece a lo que estoy acostumbrada, pero estoy profundamente aliviada al descubrir que tienen plomería interior en este ámbito. Apenas regreso a la habitación antes de que la gran puerta que Azazel dejó se abra. Me congelo, pero no aparece nadie. Los segundos se convierten en minutos antes de que pueda hacer que mi cuerpo se mueva. Incluso entonces, es una lucha contra mí mismo caminar hacia la puerta y mirar hacia afuera. — ¿Hola? El pasillo es dos veces más ancho de lo que estoy acostumbrada y más de tres metros de alto. Se extiende hasta una esquina donde gira a la derecha, y hay varias mesas auxiliares dispuestas contra una pared y cuatro puertas entre la mía y la curva. Las otras puertas se abren sin hacer ruido. Me tenso, lista para volver a mi habitación y dar un portazo, pero luego una mujer sale por la puerta más cercana. Es casi tan pálida como yo y tiene una complexión atlética un poco blanda. Su cabello castaño está recogido sobre su cabeza y su vestido es azul profundo y corto, abrazando sus curvas. Ella se gira para mirarme, y noto distantemente que su nariz está torcida. Al otro lado de ella, otra mujer sale. Esta es alta y delgada con un bronceado claro. Lleva un vestido morado ceñido con una abertura en un lado. Su cabello negro cae alrededor de su hermoso rostro en ondas, pero la forma en que mira a su

alrededor no es tan confusa o vacilante como me siento. Parece un soldado a punto de ir a la guerra. La siguiente es una mujer con curvas de piel morena clara y gruesos rizos oscuros en una cola de caballo. Lleva un vestido rojo intenso que se le pega a los pechos y ondea a su alrededor. Ella nos mira y se ríe, el sonido brillante. —Vaya, nos vemos bien. A través de la puerta final camina tentativamente una mujer en amarillo que muestra un cuerpo redondo y suave. Su cabello rubio cuelga en un bob brillante, y ella parece completamente aterrorizada, sus rasgos pálidos completamente incoloros. La mujer de púrpura nos estudia por un largo momento y se encoge de hombros. —Será mejor que acabemos con esto—. Se da la vuelta y comienza a caminar por el pasillo. La mentalidad de manada se activa y nos movemos como una sola para seguirla. O tal vez nadie quiera estar sola ahora que hemos encontrado a otras. Aparte de la mujer de amarillo, ninguna de ellas parece tan asustada como me siento bajo la frágil capa de calma a la que apenas me aferro. No sé si eso me hace sentir mejor o peor, así que lo dejo a un lado y caigo al final de nuestro grupo para darme un poco de tiempo para procesar. La mujer de rojo conversa alegremente, sin importarle que solo obtenga respuestas monosilábicas. La de púrpura que lidera la manada parece acelerar el paso, y no puedo decir si es un intento de distanciarse del resto de nosotras o porque está cazando algo. Su paso es depredador, y si ella viniera hacia mí de esa manera, me daría la vuelta y correría por mi vida. El pasillo termina en otra puerta. La mujer de púrpura no duda. Ella la abre de un tirón y la atraviesa. El resto de nosotras intercambiamos una mirada, y luego la mujer de rojo se mueve para seguirla. Una por una, atravesamos la puerta tras ellas. Las

luces bajas hacen que sea difícil ver, pero no tanto como para perder nuestro destino. Un estrado en la parte delantera de la habitación. Una por una, avanzamos y formamos una línea. Es un poco más brillante aquí, lo que solo hace que sea más difícil ver el resto de la habitación. Me da la impresión de formas grandes pero no de detalles. Sin embargo, reconozco la voz de Azazel cuando dice: — Ahora, hagan sus selecciones.

3 SOL

Esperaba que esta subasta fuera una trampa. Es posible que el reino de los demonios no esté actualmente en guerra, pero nunca estamos lejos. Las escaramuzas ocurren a lo largo de las fronteras como algo normal y, ocasionalmente, se intensifican hasta convertirse en conflictos más grandes. No recientemente, pero… El hecho de que Azazel haya logrado convencer a los cuatro líderes para que vengan aquí es una hazaña en sí misma. Tal vez estén tan desesperados por el poder que puede repartir a su antojo como yo. No es un pensamiento cómodo. Mi vida sería significativamente más fácil si me casara con una de las mujeres dragón elegibles en mi territorio. Si no fuera el líder del territorio, eso es exactamente lo que habría hecho. Hay muchas mujeres encantadoras en mi propio territorio con las que podría haber sido feliz. Tal vez incluso tendríamos hijos en este punto. Desafortunadamente, mis responsabilidades por el bien común significan que cuando Azazel me ofrece la posibilidad de una novia humana, tengo que aceptar la oferta. No hay nada de malo con los humanos, pero asistir a esta subasta, permitiéndome elegir una novia provista por un demonio negociador, me pone en una posición precaria.

Sé cómo trabajan los negociadores. Cada una de estas cinco mujeres humanas habrá firmado sus contratos voluntariamente. Azazel podría ser un verdadero bastardo, pero no puede sacudirse las verdades intrínsecas de su sabor a demonio. El contrato reina supremamente. No, Azazel está demasiado involucrado en el juego largo para ser una amenaza inmediata esta noche. No como Rusalka descansando a solo unos metros de distancia, el fuego parpadeando bajo su piel ahumada y su larga cola moviéndose rítmicamente. Mira a las mujeres con un hambre que me tiene luchando por no silbar. Nada bueno viene cuando los súcubos van de caza. ¿Qué es esta subasta sino una cacería? Al otro lado de ella, Bram tiene sus alas apretadas contra su cuerpo como si esperara un ataque en cualquier momento. Sus garras siguen flexionándose a su costado, y por la forma en que mira a Rusalka, no ha olvidado que hace unos pocos años, solo una intervención de último minuto evitó que sus territorios entraran en guerra. Dudo que haya estado tan cerca de ella en décadas. Una oportunidad, aunque el precio es demasiado alto para que cualquiera de nosotros se arriesgue. Ojalá. Azazel y su gente son los únicos que pueden cruzar al reino humano. Generaciones atrás, los velos entre los reinos eran más delgados y más fáciles de romper en ciertos momentos. Sin embargo, nunca fue fácil, no con el tiempo moviéndose de manera diferente en cada reino. Solo los demonios negociadores pueden manipular ese factor, e incluso así solo en un grado limitado. Aún así, era posible que otros cruzaran a voluntad. No más.

El débil sonido del agua me hace girar a medias para mantener a Thane en mi línea de visión. Apenas está en su mejor momento aquí en una tina que apenas contiene sus tentáculos, pero he luchado con él lo suficiente como para tener cuidado de todos modos. Puede que no sea capaz de arrastrarme y llevarme a las oscuras profundidades, pero puede sujetar y estrangular a alguien sin ahogarlo. No he tenido motivos para frecuentar el castillo de los demonios negociantes recientemente, y no me sorprende que todavía me resulte extremadamente inquietante que los pasillos se muevan a mi alrededor y aparezcan puertas en paredes que antes estaban vacías. Es un excelente hechizo defensivo, seguro que tiene a cualquier enemigo atrapado dentro de las paredes hasta que los negociantes puedan lidiar con ellos, pero tengo la sensación de que cambia a capricho simplemente para joder a las personas que se mueven por el espacio. La piedra no se mueve. La piedra es estable y confiable y completa y absolutamente sin miedo. Es un esfuerzo para evitar que mi cresta se encienda en respuesta a la amenaza que me rodea. No soy un joven. He gobernado durante suficiente tiempo que estar en una habitación con los otros cuatro líderes más peligrosos de nuestro reino no es suficiente para llegar a mí. El riesgo es alto, pero vale la pena. Los negociantes vigilan de cerca a sus humanos contratados, y aunque a esos humanos ocasionalmente se les permite entretenerse con los invitados de Azazel, esos encuentros siempre están restringidos. En retrospectiva, es un movimiento brillante. Curó un gusto, una tentación, una posibilidad que solo él puede realizar. Ahora, lo hará... por un precio. Si fuera solo sexual, podría haber ignorado la invitación a esta subasta. El sexo con humanos es placentero, pero difícilmente vale la pena arriesgar todo mi territorio para

adquirirlo de manera permanente. Azazel es demasiado astuto para ofrecer eso. Está cebando la trampa con mucho más. Nuestras líneas de sangre alguna vez se mezclaron generosamente con los humanos. No fue hasta que la capacidad de pasar entre los reinos se volvió imposible para el resto de nosotros que nos dimos cuenta de lo que habíamos perdido. Al menos aquellos de nosotros que no estamos entre los negociadores. Rusalka se mueve hacia adelante, sus ojos brillan en rojo. —Quiero la que está en rojo. Azazel no se mueve. —Y aceptar el tratado y el pago a cambio. —Sí. Sí.— Ella agita eso lejos. —Firmaré el contrato. No se tuerzan los cuernos. —Me quedo con la de amarillo. Azazel sacude bruscamente la cabeza. —Elige otra. Bram retumba un poco, sus alas se ensanchan como si fuera a desafiar al demonio negociador, pero finalmente se encoge de hombros. —Todas son iguales para mí. Púrpura. —Muy bien.— La sonrisa de Azazel se afila como un cuchillo por un momento antes de volverse en mi dirección. Intercambio una mirada con Thane. Estas mujeres pueden ser todas iguales para Bram, pero soy parcial con la que tiene el pelo rojo brillante. Es un color llamativo, y con la forma en que mira la habitación a pesar de que las luces deben ocultar la mayoría de nuestros detalles, no parece tener miedo. ¿Verdad o mentira? Solo hay una manera de averiguarlo.

—¿Por qué ofrecer la de amarillo si te lo vas a quedar para ti? Azazel mira fijamente al kraken. —Tengo mis razones. Elige otra. —Azul.— Thane se mueve en su piscina, los tentáculos se desplazan unos sobre otros bajo el agua. Los que están en su cabeza, donde los humanos tienen cabello, en su mayoría se comportan bien, aunque hay un movimiento de cabeza a su tensión en la forma en que se deslizan sobre sus hombros, moviéndose en un viento que no existe. No exhalo del todo aliviado, pero la tentación está ahí de todos modos. —Blanco. —Perfecto.— Azazel aplaude y la luz se enciende. — Ocupémonos de estos contratos.

4 BRIAR

Ocurre tan rápido. Cinco voces separadas que rompen los colores que se corresponden con los vestidos que llevamos. Apenas tengo tiempo para procesar la voz suave y sedosa que dice, —Rojo—, primero, y luego está hecho. Sé que escuché a alguien decir blanco, pero la estática en mi cerebro asegura que no podría describir la voz ni siquiera con una pistola en la cabeza. Al final, no importa. Las luces se encienden y veo por primera vez al pequeño grupo reunido para reclamarnos. Pensé que Azazel era monstruoso con su piel carmesí y sus enormes cuernos. No es nada comparado con los demás reunidos. Una criatura de aspecto rocoso con enormes alas pegadas a su cuerpo. Una mujer obscenamente alta y esbelta que parece estar hecha de humo y llamas. A... ni siquiera sé cómo llamarlo porque apenas puedo concentrarme en nada más que en los tentáculos. Y un hombre dragón.

Mi falsa calma ondula y una risita histérica burbujea en mi garganta. Trago saliva, decidida a mantenerlo bajo. Estuve de acuerdo con esto. Puede que no haya entendido exactamente lo que era. Acepté, pero no fui forzada, y Azazel ha dado su palabra de que seguirá siendo cierto. No importa cuán monstruosos sean, ¿pueden realmente ser peores que Ethan? Pensar en él es un error; los recuerdos de justo antes de que me desmayara vuelven, de sangre en las manos de Azazel. Mis rodillas comienzan a fallar. La mujer de azul me agarra por debajo del codo. —No te caigas—, murmura ella. Ella no suena más estable de lo que me siento, pero no tengo la fuerza para señalarlo. Ni la crueldad. Hemos hecho nuestras camas. Ahora es el momento de subirse a ellas. Con monstruos. Presiono mi mano contra mi boca mientras la risa se desliza unos centímetros más arriba. Dioses, no puedo perder el control. Ahora no. Aquí no. Jamás. Es extraño que pasé de encontrar la forma carmesí de Azazel horrible a reconfortante en tan poco tiempo, pero mientras camina hacia el estrado, una parte de mí honestamente espera que esté a punto de decirnos que todo ha sido cancelado. Soy una tonta. Él lanza una mirada sobre nuestro grupo. —Hay que firmar un contrato secundario, y luego serás liberada bajo la custodia del que te reclamó—. Él se enfoca en mí. —Tú primero, Briar.

La mujer de azul me aprieta el codo como si fuera a interponerse entre nosotros, pero ¿de qué serviría? He accedido a esto, y de buena gana. Cambiar de opinión ahora es tonto y peligroso. Sé lo que sucede cuando a alguien con un poco de poder le dicen que no. ¿Cuánto más es cierto para los demonios y monstruos? —Está bien.— Mi voz suena perfectamente normal cuando me separo cuidadosamente de la mujer de azul y tomo la mano extendida de Azazel. El estrado está a sólo un pie más o menos del suelo, pero los pequeños temblores que se abren camino a través de mi cuerpo sugieren que mis piernas podrían ceder en cualquier momento. Una vez más, el tiempo parece moverse de forma extraña. Debe ser un shock, porque estoy casi segura de que no hay magia involucrada. No había notado las seis puertas que rodeaban la habitación. Una, entramos, pero parpadeo, y las cinco estamos paradas frente a puertas diferentes. Otro parpadeo y estoy cruzando la mía y entro en una habitación sorprendentemente encantadora con estantes para libros, una alfombra gruesa que cubre la mayor parte del suelo y un sofá de aspecto cómodo que parece diseñado para pasar horas leyendo. No es que lo supiera. Ethan no era fanático de las actividades “perezosas”, y la lectura estaba incluida en esa lista. Azazel aparece unos momentos después, pero es la forma corpulenta detrás de él la que atrapa y sostiene mi mirada. Todos los monstruos eran enormes, pero este... El dragón. Es fácilmente medio metro más alto que Azazel, lo que significa que apenas llegaré a su pecho si, cuando, nos paramos uno al lado del otro. Es una extraña mezcla de lagarto y casi humano, su cabeza y cara claramente se inclinan hacia un dragón, pero su pecho y brazos parecen más humanoides. Escamas verdes cubren las partes de su cuerpo que puedo ver, que van desde un color musgoso profundo hasta uno tan pálido que es casi blanco. Dos

cosas cortas que parecen cuernos salen de sus sienes y parecen tener unos buenos quince centímetros de largo. Es aterrador y extrañamente majestuoso, y parece que podría partirme por la mitad sin siquiera intentarlo. —Vamos a empezar. Me doy la vuelta y parpadeo. Un escritorio enorme ha aparecido de la nada. Ni siquiera sentí un cambio en el aire para indicar que algo había pasado ¿Por qué cambiaría el aire, Briar? Las reglas que has usado para sobrevivir en el viejo mundo no se aplicarán en este. Esa horrible risita histérica una vez más amenaza con escaparse. Presiono ambas manos contra mi boca y trato de concentrarme en respirar uniforme y lentamente. Azazel se hunde en una silla que definitivamente no estaba allí un momento antes. —Por favor siéntate. Una silla presiona contra la parte posterior de mis muslos, y salto, pero mis rodillas eligen ese momento para entregar el fantasma. Aterrizo en el asiento con un golpe que hace que mis huesos tiemblen. No sé si se supone que debo decir algo, pero no puedo hablar más allá del nudo en mi garganta. El dragón se posa en un taburete sin respaldo que tiene tallada una media luna para acomodar su cola. Tardíamente me doy cuenta de que está usando pantalones, y no sé por qué ese detalle casi me mata, pero tengo que mover mi mirada hacia Azazel para no reírme. O sollozar. En este punto, podría ir en cualquier dirección. —Este acuerdo será un poco menos convencional que los demás—. Azazel me mira como si supiera lo que eso significa. — Como se prometió en el contrato original, no serás coaccionada ni forzada, pero le darás a Sol la oportunidad de seducirte. Seducida por un dragón. Por supuesto. ¿Por qué no?

El demonio parece estar esperando una respuesta, así que asentí bruscamente. —Sin embargo, la cultura del dragón es un poco más…— Lanza una mirada sombría al dragón, a Sol. —Rigurosa. Con eso en mente, estarás casada por la duración de tu tiempo en nuestro reino para evitar cualquier desorden innecesario. —¿Qué?— Se necesita que ambos me miren para darse cuenta de que la palabra chirriante vino de mí. Debería ser suficiente para asustarme y hacerme callar, pero mi cerebro se ha desconectado. —No puedo casarme con él. Ya estoy casada. —Ah—. Azazel examina las yemas de sus dedos de garras negras. —Técnicamente, eres viuda. Porque él mató a Ethan. —Entonces no quiero volver a casarme nunca más—. Puede ser el sueño que nos venden de niños, terminar de pie ante el altar con alguien que te ama por encima de todos y será un compañero contra todo lo que la vida te depare, pero esa no ha sido mi experiencia en absoluto. El matrimonio es una trampa para osos que se cierra alrededor de tu pierna, y lo mejor que puedes hacer es cortar el apéndice para liberarte y esperar que no te desangres después. Tener a Ethan como esposo casi me mata. ¿Cuánto peor será estar casada con un monstruo literal? Como si adivinara la dirección de mis pensamientos, Azazel interrumpe: —Al igual que el contrato que firmaste conmigo, este contrato garantizará el comportamiento prescrito en nombre de ambas partes. No te harán daño. Me río amargamente. —Por supuesto.— Sin embargo, no hay elección. Tal vez nunca lo hubo. Antes de que pueda

disuadirme, me escabullo hacia adelante, agarro el bolígrafo junto al contrato y firmo en la línea sobre mi nombre. —Azazel…— Es la primera vez que Sol habla desde que entró en la habitación. Pensé que su voz sería sibilante, pero supongo que los dragones y las serpientes no son lo mismo. Aun así, no espero cuán profunda sea la palabra. De hecho, extiende la mano para agarrar mi muñeca, pero se detiene antes de hacer o. Miro su mano; podría cerrarla alrededor de toda la parte superior de mi brazo, mi muslo o tal vez incluso mi cintura. Me va a romper. Sol emite un silbido bajo. —Nunca dijiste que tiene un historial de daños. Daño. Esa es una forma de decirlo. Incluso podría ser la verdad. —Soy un demonio negociador, dragón. Los humanos sanos y bien adaptados no hacen tratos con los demonios. Tu elegiste. El dragón duda por un largo momento, claramente debatiendo internamente, antes de tomar la pluma. Parece absurdo en su mano escamosa, pero la diferencia de tamaño no le impide firmar con una floritura. La sensación chisporroteante de la última vez surge a través de mí y luego desaparece antes de que tenga la oportunidad de tensarme. —El pago se transferirá tan pronto como regrese a la fortaleza. —Perfecto.— Azazel me lanza una mirada. —Ten en cuenta lo que está en juego. Parpadeo. —Estás hablando inglés.

Azazel es quien responde. —Hay un hechizo de traducción en efecto para ti. Todo lo que se hable en tu presencia se traducirá automáticamente en tu mente. Sol hace otro de esos silbidos. —¿Por qué ella no sabe sobre el hechizo, Azazel? —Estaba inconsciente al llegar. Fue atendida junto con…— Se detiene en seco. —Apenas importa. Está hecho. El dragón me mira. —Está grabado en tu cuerpo, pero el hechizo está vinculado más profundamente. No se puede quitar, incluso si la piel lo es. —¿Estás planeando desollarme?— Una vez más, dejo escapar las palabras sin pensar. —Él no lo hará.— Azazel se pone de pie lentamente. —Si dañas tanto como un cabello en su cabeza, perderás tu territorio. La unión mágica en el contrato lo sabrá. Su territorio. Me desplomo contra mi silla. Bueno, joder, supongo que es un palo lo suficientemente grande como para garantizar un buen comportamiento, incluso de los monstruos. Por primera vez, me sorprende que Azazel tenga sus propias razones para organizar esta subasta. Seguramente tiene suficiente dinero que no necesita pago, no importa cuánto les esté cobrando a estos monstruos por nosotras. Si los territorios están en juego, eso suena mucho como una palabra diferente para reino o país. O el demonio realmente tiene la intención de evitar que nos hagamos daño... o tiene la intención de asegurarse de tomar todos los territorios que pueda a cambio. Si yo fuera una mujer apostadora, apostaría por lo segundo.

Azazel toma el contrato y se desvanece en una oleada de sombras en su palma. —Ramanu vendrá periódicamente para ver cómo está Briar. Si necesitas algo, pídeselo y te lo proporcionarán.— Él me mira. —Siete años y luego eres libre. Estuve casada con Ethan durante trece años. Seguramente puedo sobrevivir a este dragón por la mitad de eso. Un pequeño precio a pagar por la libertad. O eso es lo que me digo a mí misma mientras lucho por ponerme de pie y seguir al dragón por la puerta detrás de Azazel que estoy segura no estaba allí antes. Sol la abre y da un paso atrás, haciéndome señas para que lo preceda. El instinto me exige que no lo deje a mis espaldas, ¿Pero qué importa? Es un depredador, desde su tamaño hasta sus garras y los dientes que ha mostrado que obviamente están destinados a rasgar y desgarrar a la presa. Tenerlo detrás de mí simplemente significa que no veré venir mi muerte. Encuentro ese pensamiento extrañamente reconfortante, lo que me preocupa un poco. Tomo aire y paso por la puerta... a otro mundo completamente diferente.

5 BRIAR

Lo primero que noto es lo diferente que se siente el aire. Es como si acabara de pasar de un desierto a lo alto de las montañas. Inhalo profundamente. Tal vez no las altas montañas. Simplemente se siente como el campo, o al menos como me imagino que olería el campo. Nunca he pasado mucho tiempo fuera de la ciudad. Pero huele... a verde. No me doy cuenta de que Sol me sigue hasta que la puerta se cierra suavemente detrás de él. Es justo en ese momento cuando me doy cuenta de que estamos solos. Conduce a un pasillo de piedra amplio y ventilado. Los bloques bajo mis pies son tan grandes que desafía la comprensión de que alguien haya creado un edificio con ellos, pero la escala de todo parece más grande en este... reino. Incluso hay encantadores arcos abiertos con vistas a la vegetación de abajo. Incluso mientras me digo a mí misma que me quede quieta, eso es lo que se supone que debes hacer con un depredador, ¿no? No puedo dejar de alejarme de Sol. El pasillo que antes parecía tener mucho espacio ahora es demasiado estrecho con su presencia llenándolo.

Sol me mira, sus rasgos son demasiado dragonianos para que yo pueda leer cualquier emoción que pueda encontrar allí. — Ven.— Se mueve por el pasillo, dejándome para seguirlo o quedarme acurrucada aquí contra la pared. Trato de calmar mi acelerado corazón. Él no hizo nada. Apenas me miró. Quedarme aquí podría satisfacer la parte aterrorizada y farfullante de mi cerebro, pero si voy a estar aquí durante siete años, difícilmente voy a gastarlo todo en este salón. Todavía se necesita mucha más valentía de la que quiero itir para alejarme de la pared y abrirme camino detrás de Sol. Me muevo lentamente hacia la mitad de la pared, que me golpea a la altura del pecho, y miro hacia abajo en un exuberante jardín. O supongo que es un jardín. Parece un mini bosque, la única indicación de que está encerrado son las esquinas donde mi pasillo hace un giro de noventa grados en cada extremo. —Es bonito. —Eres bienvenida a explorar. Luego. Salto casi fuera de mi piel. Estaba tan embelesada con el jardín que no había pensado en registrar la ubicación de Sol. Me doy la vuelta para encontrarlo a unos metros de distancia. Distantemente, soy lo suficientemente consciente como para darme cuenta de que está siendo muy cuidadoso conmigo de la misma manera que yo lo sería con un animal salvaje que entró en mi apartamento. No es que haya muchos animales salvajes grandes en Nueva York, pero hay muchas palomas, y pueden ser unos verdaderos bastardos. Golpeo una mano en mi boca para mantener mi risa adentro. Aún no. Puedo perder la cabeza más tarde. Ahora mismo, tengo que concentrarme. Me toma varios latidos antes de

que tenga suficiente control para dejar caer mi mano y decir: — Está bien. Una vez más, él marca el camino. Estudio su espalda mientras lo sigo a la vuelta de la esquina y a través de otra serie de pasillos que se alejan del jardín. Sus pantalones obviamente están hechos a la medida de la existencia de su cola. Es una cola bastante agradable, supongo. No sé cómo se miden esas cosas. Nunca he visto un dragón antes. Ahora estoy a punto de casarme con uno. Sol me lleva por unas escaleras. Lucho con ellas, la altura de las escaleras individuales es diferente a la que estoy acostumbrada. Una vez que llegamos a la planta baja, empezamos a ver a otros dragones. Estoy demasiado conmocionada para recordar no mirar, pero es mejor porque ellos también me están mirando. Algunas tienen senos, lo que me sorprende, aunque no sé por qué me sorprende. Sol es obviamente una persona dragón, en lugar de solo un dragón. Tiene pectorales. Moverme ayuda a mantener mi pánico a raya. No puedo hacer que los detalles del lugar y su gente se me queden grabados en la cabeza. Lo único que realmente registro es que la gente del dragón parece tener una amplia variedad de tonos de marrón o verde. Otra puerta nos lleva al exterior a una zona muy boscosa con un camino de grava cuidadosamente mantenido. Allí, Sol frena hasta que camina a mi lado. —La ceremonia no será larga, y luego podrás descansar. Me pierdo un paso. No importa cuánto me aferre a la calma, se me está escapando de los dedos. —No quiero volver a casarme—. Estuve de acuerdo. Firmé el maldito contrato. Sin

embargo, no significa que sea lo que quiero. Debería estar de acuerdo con esto, haciéndolo feliz, pero no puedo manejarlo. —Es necesario. Tengo toda la intención de mantener la boca cerrada, pero esto ha sido demasiado en muy poco tiempo. —En caso de que tenga un hijo. —Sí. Más tarde, apreciaré que no está tratando de hablar en círculos a mi alrededor y hacerme dudar de mí misma. Quizás. Levanto la barbilla y miro sus ojos oscuros. Si abriera la boca, podría probablemente me muerda la cabeza. —¿Cómo sería posible que eso funcione? Eres enorme y yo soy humana. Tener un hijo me mataría— —La magia se mezcla de una manera que evita eso—. Se está quedando quieto, respondiéndome pacientemente incluso cuando las respuestas me dan ganas de huir. —Según tengo entendido, los niños nacen humanoides en tamaño y características y luego se vuelven más parecidos a dragones a medida que crecen en el primer año más o menos. —A su entendimiento—, repito. —No lo sabes. —No ha habido un niño dragón humano en generaciones. Es por eso que estás aquí. Me detengo de repente. —Azazel dice que no puedes obligarme. Él retrocede, su cresta se ensancha con un destello anaranjado profundo que me sobresalta. Sol hace ese sonido de silbido. —Nadie te va a obligar a hacer nada. No sé cómo es en el reino humano, pero aquí somos civilizados.

La risa que he estado luchando por contener se libera. — Civilizado. Correcto.— Envuelvo mis brazos alrededor de mí y me doblo por la mitad, jadeando por aire. —Como si existiera una sociedad que no tiene pecados. Por favor. Se me salen los huesos de las piernas y empiezo a desplomarme en el suelo. Sol se mueve más rápido de lo que tiene derecho, me levanta y continúa por el camino como si nada hubiera pasado. Trato de tensarme, de exigirle que me baje, pero mi cuerpo y mi cerebro no cooperan. En cambio, me desplomo contra su amplio pecho y dejo que me lleve, sus largas zancadas devoran la distancia y nos alejan del edificio. Su cuerpo es tan cálido, sus escamas curiosamente suaves contra mi mejilla. No, suave no es la palabra adecuada. ¿Quizás suave? Es casi como un guijarro de una manera muy agradable que me hace querer arrastrar mis dedos sobre él. Ese pensamiento me trae de vuelta a mí misma. No tocaré a este hombre dragón de ninguna manera que pueda interpretarse como una invitación. Abro la boca para decirle que me baje, pero el camino se abre, los árboles se desmoronan para revelar un claro escondido contra un acantilado bajo. Una pequeña cascada cae en un estanque del tamaño de una bañera de hidromasaje muy grande. El suave sonido del agua instantáneamente afloja algo en mi pecho. O tal vez sea la luz dorada que se filtra a través de los árboles en lo alto. Algo en el espacio se siente como si acabara de tomar uno de mis medicamentos para la ansiedad de acción rápida. —¿Qué es este lugar? —La arboleda sagrada asociada con esta parte de nuestro territorio. Hay cuatro en las tierras de los dragones, y la ubicación de la fortaleza fue elegida por su proximidad a este manantial. Con cuidado me baja, sus grandes manos abarcan mi cintura y algo más. —Todos nuestros rituales y eventos importantes suceden aquí.

Giro en un círculo lento. El claro es más grande de lo que pensé al principio; el tamaño de los árboles lo hace sentir más cerrado de lo que debería ser. Aún así, si solo hay cuatro ubicaciones en... tierras de dragones... —¿Son todas de este tamaño? Él sigue mi mirada. —No. Este es el más pequeño de los cuatro. Está destinado solo para aquellos en la fortaleza y mi familia. Tendré más preguntas más tarde. La curiosidad que me dio un impulso de energía ya se está desvaneciendo. —Oh. —Ven.— Se mueve hacia el borde del manantial, y yo lo sigo unos pasos atrás. Así de cerca, puedo ver que el agua está perfectamente clara y que hay escalones naturales que bajan. Sol les hace señas. —Entramos por separado y salimos como uno. —¿Esta es tu ceremonia de matrimonio? Es difícil saberlo, pero creo que está reprimiendo un siseo de frustración. —Sí. Frunzo el ceño ante el manantial, esperando que surja mi pánico anterior. Esto no se parece en nada a mi última boda. No hay multitud de amigos y familiares. Sin esquema de color cuidadosamente cuidado. Nada de caminar por el pasillo hacia un hombre que pensé que era mi príncipe azul. Honestamente, suena más a un bautismo que a otra cosa, pero nunca he sido demasiado religiosa, así que esa es una de las pocas cosas sobre este escenario que no encuentro desencadenante. Puedo hacer esto.

Asiento lentamente. —Ok.— Comienza a moverse, pero levanto una mano. —¿Puedo ir primero?— Descender hacia él podría no estar cerca de la última vez, pero prefiero no arriesgarme. Sol hace un gesto con su mano con garras y escamas. —Por todos los medios. No es hasta que bajo con cuidado los escalones que me doy cuenta de que el vestido va a ser un problema. Las capas de tela se vuelven transparentes cuando golpean el agua. Oh bien. Estamos a punto de casarnos y quiere seducirme para tener sus hijos. Estoy demasiado cansada para preocuparme por un poco de desnudez. —Esto no significa nada. —Lo hace pata mí—. Él duda. —Pero no, esta no es una invitación para nada más que el matrimonio en sí. No sirve de nada discutir. Su compromiso, si puede llamarse así, es suficiente para tranquilizarme. Respiro hondo y termino de descender al manantial. El agua está tibia y me llega al pecho. No sé por qué eso me sorprende. Nada sobre esta situación ha sido lo que esperaba, así que ¿por qué debería esto? Paso mis dedos por el agua y me giro para encontrar a Sol observándome. Su expresión es demasiado extraña para que yo la lea. Creo que detecto el hambre, pero ¿es sexual o violento? Él no ha hecho nada para dañarme, pero hemos estado solos por menos de una hora. ¿Seguramente es demasiado inteligente para romper su contrato con Azazel tan rápido? A Ethan le tomó meses antes de que comenzara a invadir mi confianza, despojándome. Ese viejo dicho sobre la rana en agua hirviendo tiene más que un poco de verdad. Habíamos estado casados tres años antes de que él me lastimara físicamente la primera vez.

Sol se mueve, devolviendo mi atención al presente. Desciende los escalones suavemente y no puedo evitar examinar su cuerpo. Su pecho es muy humano, hombros anchos que descienden hasta unos pectorales bien definidos y un estómago sólido. Debería dejar de mirar allí, pero la curiosidad hunde sus garras profundamente y arrastra mi mirada hacia el sur, donde el agua lame sus caderas, moldeando sus pantalones a su cuerpo. La forma intensa en que me mira se agudiza, y la parte delantera de sus pantalones cambia. Aparta. Deja de mirar. Me quedo allí, congelada, y observo cómo su polla se endurece con solo verme, con mi atención en él. Excepto que se ve extraño y... Parpadeo. —Tienes dos pollas. —Sí. Mi boca trabaja, pero no puedo encontrar palabras. Dos. Y parecen estar en proporción con él, lo que significa que son enormes. Yo no... Qué... —Dos. —Briar. El hecho de que diga mi nombre por primera vez es suficiente para sacar mi mirada de sus caderas a su rostro. Sol emite un silbido que parece casi agonizante. —No estás haciendo una oferta para hacer más que mirar. No es una pregunta. No tengo motivos para discutir. Está hablando como si tuviera toda la intención de cumplir las promesas de Azazel, lo que me deja atónita. La curiosidad que me atraviesa solo se vuelve más fuerte, pero lucho por recuperarla bajo control. —¿Has estado con humanas antes? ¿Estás seguro de que te quedará bien?

—Encajará—, rechina. Así que ha estado con humanas antes. Frunzo el ceño, pero la comprensión surge rápidamente. —Azazel es realmente inteligente, ¿no? Te dio un gusto antes de esto con las demás. —Sí, pero este trato no se trata de sexo—. Me adelanta, manteniendo una cuidadosa distancia entre nosotros. —Ahora, deja de hablar de mi polla a menos que tengas la intención de hacer algo al respecto. Cierro la boca de golpe ante una respuesta horriblemente coqueta. Este hombre, este dragón, puede ser extrañamente intrigante, pero eso no significa que esté a punto de hacer algo más que mirar. Incluso si yo fuera... No. Las consecuencias son demasiado nefastas. No merece la pena por simple curiosidad.

6 SOL

No me considero particularmente desenfrenado, pero esta extraña mujercita humana ya está poniendo a prueba mis límites. Ella está aquí en una de nuestras fuentes sagradas más sagradas, su vestido blanco transparente como el agua lame sus rosados pezones y tiene la osadía de mirar mis pollas con algo parecido al deseo. Era más fácil con las otras humanas. Vinieron a mí con su intención ya negociada: los demonios negociadores tratan una buena negociación casi como un juego previo, lo juro. No había necesidad de dar vueltas cuidadosamente el uno al otro. Disfruté mi tiempo con ellas y seguí mi camino después. Esto es diferente. Briar no es un ser humano en busca de diversión para una noche. En unos momentos, ella será mi esposa. Es más, incluso en el poco tiempo que hemos pasado solos, no puedo negar que hay algo sorprendentemente frágil en ella. Como si moviéndome demasiado rápido, podría lastimarla. Me detengo antes de la cascada y extiendo mi mano. He sido demasiado brusco con ella, pero no tiene sentido retirar las palabras. Son verdad, después de todo.

Para su crédito, ella no huye. No sé qué haría si ella lo hiciera. Persíguela, sí. Pero solo porque no puedo tener una humana aterrorizada vagando por mis tierras. Hay depredadores mucho más aterradores que yo en los bosques que rodean la fortaleza, y mucho menos más lejos. La racionalización se siente como una mentira. No soy una bestia, pero deseo a esta mujer, y a veces los instintos se vuelven un poco raros. Especialmente después de una ceremonia de matrimonio. Incluso ahora, la mayoría de mi gente está saliendo de la fortaleza. Sólo quedarán los esenciales para el funcionamiento de este territorio. Los matrimonios de conveniencia no son habituales entre mi gente, y ninguno de nosotros está seguro de lo que sucederá después de esta ceremonia. Normalmente, un cortejo cuidadoso se convierte en matrimonio si ambas partes están contentas con la relación. Solo entré en una relación de cortejo, y mis padres pusieron fin a las cosas con Anika antes de que pudiéramos decidir por nosotros mismos si era algo que queríamos hacer permanente. Por su parte, Anika no parecía particularmente rota por haber cortado el noviazgo, aunque seguimos siendo amigos. Si yo fuera cualquier otra persona, incluso un niño más pequeño, podría casarme por amor. Pero por mi felicidad no vale la pena sacrificar la salud de todo un territorio. El último líder de los demonios negociadores mantuvo las fronteras cerradas y sus recursos ferozmente protegidos. Azazel se hizo cargo en algún momento después de mi nacimiento, y cuando alcancé la madurez, mis padres dejaron en claro que necesitaba buscar una novia humana si era posible. No importa lo que yo personalmente quisiera. Esta relación, si puede llamarse así, no refleja una relación normal. No tengo idea de si el frenesí de apareamiento será un factor de la misma manera que lo sería con otro dragón. Sin embargo, todos estamos jugando con cautela. Por si acaso.

Aún así… —No huyas de mí. Se detiene a la mitad de alcanzar mi mano, sus cejas se elevan. Leer el lenguaje corporal humano no es algo natural para mí a pesar del tiempo que he pasado en su compañía. Los dragones son más simples. Sé instantáneamente si otro dragón se acerca como una amenaza, aunque no participamos en las jugadas de dominación que hacen algunos de los otros tipos de demonios. Somos civilizados. Cuando Briar habla, hay un hilo extraño en su voz que no puedo cuantificar. —¿Qué harás si corro? La verdad probablemente no sea la respuesta que ella quiere, pero no miento. Incluso cuando me serviría. —Te perseguiré—. No me permito imaginar cómo sería eso. El único camino a seguir entre nosotros es un baile cuidadoso mientras la gano. En ninguna parte de ese intercambio incluye perseguirla y arrancarle la ropa con mis dientes. Ella ya está aterrorizada fuera de su mente. Tomo medidas drásticas en cada instinto que tengo para asegurarme de no empeorarlo. —Ya veo.— Ella pone su mano en la mía. —No correré a menos que quiera que me persigas. No hay nada que pueda decir que sea remotamente apropiado, así que nos dirijo hacia la cascada. —Las aguas aquí son las lágrimas de nuestra diosa. —Lágrimas en una boda. Qué apto —murmura, casi demasiado bajo para que se la escuche sobre el agua. —Las lágrimas son transformadoras. No son solo para momentos tristes.

—No lo sabría—. Esta vez, estoy seguro de que no tenía la intención de que escuchara eso. Algo extraño y casi protector cobra vida dentro de mí. Los humanos con los que he interactuado hasta la fecha parecen felices con sus contratos de negociación y viven una vida libre de preocupaciones. Cualquier cosa menos dar y recibir placer. No todos ellos se involucran en actividades sexuales, por supuesto. Pero en las raras invitaciones al castillo de Azazel, muy intencionalmente abre las puertas a aquellos que están felices y dispuestos a jugar. Briar es diferente. No me di cuenta durante la subasta, pero se comporta como si estuviera herida, aunque no puedo oler ninguna herida en ella. Si pensara que respondería con sinceridad, le preguntaría a Azazel cuál era el precio de su contrato. Tengo la sensación de que sería esclarecedor. —Entramos por separado—. Tiro de Briar debajo de la cascada. La cascada empapa instantáneamente su cabello rojo, pegándolo a su cuello y hombros, y tiene que agarrar su vestido para mantenerlo en su lugar. Casi le digo que no tiene sentido, la tela se ha vuelto transparente hace mucho tiempo, pero si la hace sentir mejor, entonces no seré yo quien arruine eso. Nos quedamos allí durante tres tiempos. Tiene razón en que normalmente hay más ceremonia para un ritual como este, pero en última instancia, lo único que se requiere son dos o más partes dispuestas y el manantial mismo. Todo lo demás es adicional. Salimos juntos de la cascada, y trato de no mirar el hecho de que ella no suelta mi mano de inmediato. —Nos vamos como uno. Subir las escaleras junto a ella se siente extraño. Aunque me ordeno apartar la mirada, no puedo evitar estudiar el cuerpo revelado por el vestido ahora transparente. Es más pequeña de

lo que esperaba y, a pesar de mis garantías anteriores, me pregunto si cabré. Tal vez los gustos de las demás se vuelvan dolorosos, pero ese nunca ha sido mi sabor preferido de placer. Sospecho que lo mismo es cierto para esta mujer. No te adelantes a ti mismo. Sin pensarlo, la atraigo hacia mis brazos. Esta vez, ella no se tensa. Ella simplemente se derrite contra mí de una manera que hace que mi pecho se sienta extraño. No es confianza; no nos conocemos lo suficientemente bien como para justificar algo tan fundamental como la confianza. Pero es algo. Los pocos de mi gente que quedan en la fortaleza se esfuman mientras llevo a Briar a través de las puertas y subo las escaleras a las habitaciones que se suponía que eran nuestras. Con suerte lo serán en el futuro, pero incluso si la mujer no me mira con miedo y repugnancia, no está lista para ningún tipo de deporte en la cama. Incluso ahora, pequeños temblores recorren su cuerpo, y no puedo empezar a decir si es porque su vestido mojado le está causando escalofríos o si es un temor renovado. Aún así, se necesita más control del que jamás itiré para ponerla con cuidado sobre sus pies frente a la puerta del dormitorio. —Encontrarás todo lo que necesitas aquí. Enviaré la cena en breve—. Hago una pausa, preocupado tardíamente. — ¿Tiene restricciones dietéticas? Ella me mira fijamente, sus ojos ligeramente vidriosos. — ¿Me vas a servir carne cruda o algo venenoso? —No estaba planeando eso—. O al menos no lo estoy ahora. No sé qué es venenoso para los humanos. Obviamente, hay comida en nuestro reino que los humanos pueden comer, o los negociadores no podrían tener humanos en un contrato a largo plazo, pero aunque mi gente podría tener ancestros comunes con la gente de Briar, eso no cambia el hecho. Obviamente somos diferentes en varios aspectos biológicos.

—Entonces no. Sin restricciones dietéticas. —Me aseguraré de eso antes de enviar comida. —Bien. —Descansa. Abre la puerta pero no pasa. —Sol. Diosa, pero me afecta escuchar mi nombre en sus labios. Me quedo perfectamente quieto. —¿Sí? —En el contrato, dice que puedes seducirme… Tengo que bloquear todos los músculos para evitar hacer algo que la asuste. Puede que no sea un experto en humanos, pero incluso yo puedo decir que ella no está del todo segura de cuál quiere que sea mi respuesta. Eso es mejor que el puro miedo. Puedo trabajar con eso. —Descansa, Briar. Te veré en la mañana. Me obligo a darme la vuelta y alejarme de ella, aunque mis sentidos son lo suficientemente agudos como para saber que no entra en el dormitorio hasta que doy la vuelta a la esquina del pasillo. ¿Mirándome partir? ¿O asegurarme de que no la sigo al dormitorio? No importa. Puedo ser un cazador paciente. El premio vale más que un poco de incomodidad mientras tanto.

7 BRIAR

Se necesita más coraje del que jamás itiré para desnudarme y utilizar la gigantesca bañera para calentarme después del viaje de regreso de la cascada. Sin embargo, nadie parece aprovecharse de mi desnudez y casi me quedo dormida acunada en el calor hirviente del agua. Al menos hasta que escucho a alguien moviéndose en el dormitorio. Me sobresalto, el miedo me hace un nudo en la garganta. —¿Quién está ahí? —Aldis—. Una dragona marrón asoma la cabeza en el baño. —Traje comida aprobada por humanos y encendí un fuego. Hace frío por la noche en esta época del año. Me hundo más profundo en el agua. No estoy segura de cómo me siento sobre el hecho de que esta no es Sol. —Oh. Gracias. Ella me estudia por un largo momento. —Es mucho para asimilar. No te preocupes. Sol es un gruñón, pero será bueno contigo. No voy a tocar eso ni con un poste de diez metros. —Si tú lo dices.

—Además, aquí hay una túnica—. Se mete en el baño y cuelga un largo trozo de tela sobre el gancho cerca del lavabo. — Nosotros, los dragones, somos un poco más grandes que tú, pero debería funcionar hasta que tengamos algo de ropa a la medida. Todo esto es demasiado. Mi cerebro se siente confuso y lento. —Gracias—, me las arreglo. Es difícil saberlo, pero Aldis me da lo que parece ser una expresión amable. —Tenemos algunos ajustes por delante. Intenta darle un poco de gracia a Sol, y estoy segura de que él hará lo mismo por ti—. Se ha ido antes de que pueda pensar en una respuesta a eso. Está bien. Estoy exhausta y sin gracia.

***

Sol no viene a verme a la mañana siguiente. O la que va después. Al tercer día, me digo a mí misma que estoy aliviada y no decepcionada. Sí, esa debe ser la fuente de la sensación de hundimiento en mi estómago. Alivio. O tal vez es el aburrimiento. Estoy casi segura de que las habitaciones que me dio son en realidad suyas. Es más que la gran cama situada en la parte baja del suelo, el colchón hecho de algún material que no reconozco. No, lo que me hace estar segura de que estas habitaciones son de Sol son los pequeños recuerdos escondidos.

La mesa alta está llena de libros y papeles escritos en un idioma que no entiendo. Hay más libros apilados al azar en los estantes de la habitación, lo suficiente como para que no pueda evitar pensar en las viejas leyendas de mi mundo sobre los dragones y sus tesoros. Apuesto a que tiene una biblioteca adecuada en algún lugar de este lugar. No es que me haga ningún bien. Aparentemente, mi nuevo tatuaje, un extraño símbolo entintado en un rojo intenso en mi omóplato derecho, no extiende su magia de traducción a la palabra escrita. También hay ropa, toda del tamaño de Sol y hecha a medida para alguien con, bueno, una cola. El segundo día, Aldis regresa para entregar un cofre lleno de ropa humana. Ella no se demora, sin embargo. Ella sale de la habitación tan rápido que todavía estoy decidiendo si quiero intentar entablar una conversación. No estoy segura de dónde consiguieron la ropa, pero encaja perfectamente. Al tercer día me digo a mí misma que solo llevo el vestido blanco de cintura imperio y escote pronunciado porque es cómodo y me hace sentir bonita. No por la forma en que Sol miraba mis pechos en la cascada. Un golpe en la puerta hace que mi corazón se acelere. Con miedo, no con emoción. Seguramente. Me cruzo de brazos y digo: —Adelante. La persona que entra por la puerta no es Sol. Ni siquiera es un dragón. Observo la piel carmesí y los cuernos que brotan de la cuenca del ojo. Un segundo grupo se curva hacia atrás desde sus sienes. —¿Quién eres y qué haces en mi habitación? — Soy Ramanu. Presiona una mano de garras negras contra su ancho pecho. Está vestido casi igual que Azazel durante la subasta: pantalones negros y una camisa tipo túnica negra con cinturón alrededor de la cintura, todo hecho de materiales obviamente caros. —Azazel me envió a... hacer un balance de la situación.

Parece estar mirando alrededor de la habitación, y apenas logro evitar soltar una pregunta sobre cómo cuando no tienen ojos. Obviamente algo de magia está involucrada. Aún así, no me gusta la pequeña sonrisa burlona tirando de los bordes de su boca casi humana. Me levanto. —No hay ninguna situación de la que hacer un balance. —Mmm.— Entra en la habitación y suelta una risa suave cuando me tenso más. —No tienes nada que temer de mí. Incluso si Azazel no me despellejara vivo por tocar a uno de sus preciosos humanos contratados, mis compañeros de juego me gustan un poco más…— Su sonrisa se convierte en una sonrisa completa. —Especiales. No sé si lo dicen en sentido figurado o literal, y no voy a preguntar. Si esto es lo que Azazel está enviando para controlar a la gente... Me estremezco. —Como dije, no hay una situación de la que hacer un balance. —Ahora, eso es interesante—. Deambula por la habitación, ocupando demasiado espacio. Es más bajos que Sol por unos buenos veinte centímetros incluso con los cuernos, pero sigo esperando que sus cuernos raspen el techo. —Es fascinante que el bendito líder dragón ya haya logrado asustar a su novia humana. Acabo de conocer a este demonio, y apenas conozco a Sol, pero eso no me impide responder: —Es un caballero. No ha hecho nada malo—. No sé por qué lo estoy defendiendo. Tal vez come cachorros en su tiempo libre. ¿Tienen cachorros en este reino? —Un caballero.— El ríe. —Él es, eso—. Se acerca a la puerta y mira por encima del hombro. O al menos creo que lo hace. —Ven conmigo, pequeña novia. Encontremos a tu descarriado esposo dragón.

Nada bueno puede salir de esto. Obviamente, Ramanu quiere revolver la olla; no ha sido exactamente un oído comprensivo en el poco tiempo que ha estado en mi presencia y, más allá de eso, obviamente hay tensión entre Azazel y los otros líderes. Aun así, tengo curiosidad y he estado encerrada durante días. Sol nunca vino a verme. Deambular por la fortaleza con un demonio a mi lado no es exactamente pacífico, pero seguramente es mejor que deambular sola. Estoy corriendo detrás de Ramanu antes de que pueda pensar en una buena razón para no hacerlo. Camina por los pasillos con confianza y, sinceramente, no puedo decir si está fingiendo o si sabe a dónde va. Sin embargo, encontró mi habitación. Tal vez ha estado aquí antes. Bajamos unas escaleras y atravesamos una serie de pasillos que dan al jardín. Una vez más, estoy tentada a detenerme y mirar y absorber la atmósfera que proviene de los árboles y las flores. La habitación de Sol tiene una ventana interior que da al parque privado, no estoy segura de cómo llamarlo, porque el jardín no parece que abarque la sensación, que es la única razón por la que he durado en la habitación tanto tiempo. Ha sido... pacífico. Pero demasiada paz hace que el aburrimiento se acerque. Las largas zancadas de Ramanu me tienen medio saltando para mantener el ritmo. Estoy a punto de gritarle que reduzca la velocidad cuando se detiene frente a una puerta que se parece a todas las que hemos pasado hasta este momento. Me da otra de esas sonrisas inquietantes, y luego abre la puerta. Doy un paso a través de la puerta y me detengo en seco. Una biblioteca. Se extiende dos pisos, lleno de más libros de los que puedo comprender, las paredes se curvan hacia atrás en las

sombras, dando la impresión de una habitación verdaderamente enorme. Un tesoro de dragones. Mientras miro con asombro, Ramanu ha arrojado su gran cuerpo en una silla mullida, una de media docena de variados muebles dispuestos en una pequeña y acogedora sala de estar al lado de la puerta. Me acerco a él, todavía tratando de asimilar el tamaño de la habitación. Inclina la cabeza hacia atrás y brama: —Sé que estás aquí, dragón. Sal, sal, donde quiera que estés. —Maldita sea, Ramanu. ¿Quién te dejó entrar aquí?— Sol sale de entre dos pilas y se detiene en seco. —Briar. —Alguien ha estado descuidando a su linda novia—. Se estira y atrapa el dobladillo de mi vestido donde roza justo debajo de mi rodilla. No se me escapa el hecho de que en realidad no toca mi piel, pero solo puedo adivinar cómo debe verse desde donde está Sol. Un silbido peligroso llena la habitación. —Quítale la mano de encima. —No la vas a tocar. ¿Por qué yo no debería? No sé por qué Ramanu está molestando a Sol, pero no me gusta. Doy un paso atrás y golpeo su mano. —Eso es suficiente. Vuelve esa extraña cara con cuernos en mi dirección. — Ustedes realmente son perfectos el uno para el otro. Ninguno de ustedes tiene sentido del humor—. Vuelve a mirar a Sol. —Si ella muere por negligencia, eso sigue siendo daño. El dragón resopla. Su cresta se ensancha y el silbido se hace más profundo. —Vete.

Ramanu se ríe mientras se pone de pie. —Todo este esfuerzo, todo este riesgo, y estás manejando mal la situación. No puedo fingir que estoy un poco sorprendido—. Deambula hacia la puerta. —Estaré por ahí en algún momento para ver cómo está. Tal vez para entonces habrás dejado de ser un cobarde. Luego se va, dejando un creciente silencio incómodo a su paso. La tentación de huir de la habitación es fuerte, pero recuerdo las palabras de Sol cuando me llevó al manantial. Si corres, te perseguiré. Esa posibilidad debería llenarme de miedo, y no voy a fingir que no hay un hilo presente. Pero no es la emoción dominante. No sé qué me pasa. Me prometí que si, cuando, escapara de mi matrimonio, sería cautelosa y cuidadosa y haría lo que fuera necesario para nunca repetir la historia. Ahora, aquí estoy, preguntándome cómo sería que Sol me persiguiera, se abalanzara sobre mí,... Niego con la cabeza. —Lo siento. No me di cuenta de que tenía la intención de provocarte, o no habría venido con él. —Ramanu es una de las personas más desafiantes de Azazel—. Sol resopla, e imagino que puedo sentir el aire caliente a pesar de la distancia que nos separa. Levanta el libro en su mano y comienza a moverse hacia mí de una manera que es casi reticente. —Creo que es por eso que se deleita en enviarlo aquí cada vez que tiene la oportunidad. —¿Por qué lo hiciste?— Esta vez, me las arreglo para no taparme la boca con las manos después de dejar escapar la pregunta, pero está cerca. —Corriste un gran riesgo negociando

con él. ¿Qué pasa si me caigo por las escaleras y me rompo el cuello? Su cresta se enciende de nuevo, aunque su voz es uniforme. —¿Quieres que te lleve a la planta baja? —¿Qué? No. Eso no es lo que quiero decir, y lo sabes—. Levanto mis manos y las dejo caer a mis costados. ¿Por qué confiaría en mí? Él no me conoce en absoluto. —Yo solo quiero entender. Sol se hunde en una silla profunda y enrosca la cola para dejar espacio. Miro. No me había dado cuenta de que era prensil. No hay absolutamente ninguna razón para que ese conocimiento envíe una oleada de calor a través de mi cuerpo. ¿Qué está mal conmigo? Por su parte, no parece darse cuenta de cómo me afecta. Se recuesta y deja caer el libro en el cojín a su lado. —Hubo un tiempo en que los reinos—mortal, demonio o divinos estaban más juntos. O eran más fácil de cruzar—. Aparta la mirada, sus ojos oscuros se vuelven pensativos. —Hay muchas teorías de por qué eso cambió, y nadie sabe con certeza qué sucedió. Obviamente, los humanos solían estar aquí en mayor número—. Se señala a sí mismo, a su cuerpo humanoide. Eso tiene sentido de una manera extraña. Hay historias en muchas culturas sobre personas que entran en círculos de hadas o responden a voces extrañas que llaman en la noche y nunca más se las vuelve a ver. No es tan difícil creer que cruzaron a un reino diferente, especialmente considerando dónde estoy parada ahora. Pero saber eso todavía no explica por qué Sol arriesgó todo su reino por una novia humana. Especialmente cuando obviamente está evitando a dicha novia.

—¿Ramanu te asustó?— Me estudia intensamente. —No pretendo que sea inofensivo, porque seguramente no lo es, pero los contratos de Azazel son buenos. Ramanu no te hará daño. Honestamente, después de superar los cuernos en los ojos, Ramanu es más exasperante que cualquier otra cosa, pero me encuentro asintiendo. —Sí, me asusto—. ¿Qué estás haciendo? Ignoro la voz muy razonable en mi cabeza y sigo adelante. — ¿Podrías… Podrías…— Arrastré un suspiro. —¿Podría sentarme contigo hasta que me calme?

8 BRIAR

Está absolutamente claro que Sol tenía toda la intención de enviarme de regreso a mi habitación. Está igualmente claro que lo he sorprendido con la solicitud de sentarme con él. Eso es justo. Me he sorprendido a mí misma. Mi maldita curiosidad se ha apoderado de mí, y el hecho de que Sol obviamente está haciendo todo lo posible para no abrumarme o asustarme es... No sé. Apenas me siento como yo misma cuando él asiente lentamente y levanta una mano en una invitación obvia. No es hasta que me estoy moviendo, colocando cuidadosamente mi mano en la suya, que mi cerebro se pone al día lo suficiente como para preguntarme dónde pretendo sentarme. En ese momento, si Sol me pusiera en su regazo, sinceramente no sé qué haría. El no lo hace. Por supuesto que no. Simplemente tira de mí para que me siente a su lado. Su cola se mueve contra mi espalda, tensándose un poco, acercándome más hasta que

estamos pegados desde la rodilla hasta el hombro. Él es tan cálido. Ni siquiera pienso en tensarme. Me derrito en su lugar. Sol coloca torpemente su enorme brazo alrededor de mis hombros, y su gran tamaño hace que la parte inferior de mi estómago haga cosas extrañas. Por todos los dioses, debería estar aterrorizada de él. Ethan me enseñó muchas lecciones difíciles en el transcurso de nuestro matrimonio, siendo el primero que mis instintos son basura. Confié en ese hombre lo suficiente como para casarme con él y mira lo que pasó. Con mi historial, es más probable que Sol me coma entera que ser amable conmigo, con contrato o sin él. Tal vez esa es la diferencia. El contrato. Hay mucho en juego, mucho más para él que para mí, que me siento segura. Debe ser eso. Es la única explicación lógica. Me relajo más contra él. La textura de sus escamas contra mi mejilla es realmente agradable. Es suave y cálido y... —¿Cómo funcionaría? Sol está tan quieto en mi contra que bien podría haberse convertido en piedra. —¿Disculpa? —El sexo. Por eso estabas allí en la subasta, ¿verdad? O estuviste allí para que una novia tuviera hijos, pero los niños a menudo son producto del sexo, así que la pregunta sigue en pie. ¿Cómo funcionaría?— Aunque no sé si en realidad fue una subasta en el sentido más estricto de la palabra. Por lo que puedo decir, no hubo ofertas ni intercambio de fondos. Simplemente nos reclamaron a cada una de nosotras y luego firmaron un contrato con sus territorios en el balance. Al menos si los términos de los otros contratos fueran los mismos que los de Sol y los míos. Todavía no se ha movido. —No necesitamos hablar de esto.

—Creo que lo hacemos—. Es más fácil sin mirarlo, tratando de leer su expresión cuando todavía no estoy lo suficientemente familiarizada para lograrlo. El lenguaje corporal es más simple. Sisea y enciende su cresta cuando está agitado, y ninguna de esas cosas está sucediendo en este momento. Lo que es más, todavía mantiene su toque en mí cuidadosamente ligero como si tuviera miedo de que me escape si se mueve demasiado rápido. O como si estuviera decidiendo si quiere huir ahora mismo. —Aunque, si tienes la intención de seducirme, lo estás haciendo de manera extraña. ¿O es uno de esos juegos de caza que juegan los depredadores? No tengo mucho para continuar, y no me gustaría hacer suposiciones porque hay diferencias culturales obvias entre nosotros. Se estremece con un suspiro que suena muy humano. —Tú no querías casarte. De todas las cosas que esperaba que dijera, esta no figuraba entre ellas. Parpadeo. —¿Qué tiene eso que ver con esto? —Estuviste casada antes—. Su cola se mueve contra mi espalda, acercándome aún más. —Es por eso que hiciste tu trato con Azazel. Particularmente no quiero hablar sobre mi pasado, pero es difícil aferrarme a eso cuando estoy tan lejos del alcance de Ethan. Si la sangre en las manos de Azazel era una indicación, estoy fuera de su alcance para siempre. No me desharé de mi miedo tan fácilmente, no dejaré de mirar por encima del hombro cuando finalmente regrese a mi reino. ¿Estar aquí? ¿Me gusta esto? Casi se siente como un sueño. Como nada malo puede tocarme. Pensamientos peligrosos.

Te estás desvinculando. Quizás. Tal vez sea pura autoconservación, pero hasta que Sol me dé una razón para no confiar en el contrato demoníaco, puedo dejar que este cómodo entumecimiento se mezcle con mi curiosidad por un poco más de tiempo. —Sí—, digo finalmente. —Creo que tenía la intención de matarme antes de dejarme ir. Mi marido, quiero decir. No Azazel, por supuesto—. Mi voz no suena del todo bien. Un silbido resuena en el pecho de Sol. —Debes pensar muy bien de mí para esperar que intente seducirte cuando prácticamente te estás desangrando a mis pies. Me siento —No estoy sangrando. Azazel curó mis heridas. O alguien más lo hizo. Se sobresalta, y me doy cuenta de que eso fue exactamente lo que no debía decir. Sol me mira y, por primera vez, me doy cuenta de lo cálidos que son sus ojos oscuros normalmente, porque ahora no lo son. Son fríos y peligrosos, y nunca me han recordado más que él es un depredador y yo una presa que en este momento. Hago lo que hacen todos los animales de presa cuando correr significa la muerte. Me congelo. Me mantiene cautiva con esa mirada durante varios latidos tortuosos de mi corazón acelerado. —Me insultas. El sentido común dice que cierre la boca, pero mi sentido común ha seguido el camino de mi miedo, sofocado bajo el entumecimiento y la curiosidad y la más mínima chispa de deseo. Está enojado conmigo, sí, pero también está enojado por mí. Es extraño. —¿Por qué no querrías sexo si te estuviera ofreciendo? ¿Pensé que todos los hombres quieren sexo todo el tiempo? Ciertamente así es como actuó Ethan.

Sus silbidos son más fuertes. —Bien, Briar. ¿Te gustaría saber cómo funcionaría el sexo con nosotros?— Su cola se suelta a mi alrededor, llevándose consigo su glorioso calor, y desliza su brazo desde mis hombros hasta el respaldo del sofá. Estoy a la deriva, lo que hace que sus próximas palabras golpeen como martillazos. —No estoy interesado en partirte por la mitad, así que arrancaré cualquier pequeño y encantador vestido que estés usando con mis dientes y luego te probaré hasta que estés montando mi lengua y rogando por más. Entonces, si me siento especialmente generoso, te daré mis dos pollas, una a la vez. —Espera—, susurro. Se inclina hacia abajo, su aliento caliente alborota mi cabello. —Y luego. Te voy a llenar, Briar. ¿Cuánto de mí puedes tomar? Solo hay una forma de averiguarlo. Mi cuerpo despega mientras mi mente todavía está tratando de procesar toda la profundidad de su promesa. Estoy de pie sin recordar haber tomado la decisión de ponerme de pie. —Eres un idiota—. Huyo de la habitación, pero no tan rápido como para perderme su declaración en voz baja mordiéndome los talones. —Si estás tan decidida a pensar que soy un monstruo, entonces jugaré a ser un monstruo para ti. No es hasta que encuentro el camino de regreso a mi habitación, con el corazón todavía latiendo demasiado fuerte y la respiración acelerada, que me doy cuenta de lo que acaba de suceder. Corrí, y no me persiguió. Doy un portazo y no puedo decidir si estoy más enojada con él o conmigo misma. Me equivoqué en eso, y mal. Tuve que confiar en Sol para llevarnos de regreso a territorio seguro, porque si él hubiera coqueteado un poco y mantenido ese calor

embriagador contra mi cuerpo, podría haber olvidado toda mi determinación de alejarme de él y haber hecho algo imperdonable. Es culpa del entumecimiento. O tal vez mi curiosidad tiene la culpa. Me dejo caer sobre el borde del colchón y maldigo. Se siente bien gruñir palabras que me hubieran puesto en peligro con Ethan, así que lo hago de nuevo. —Ese maldito imbécil—. No sé si estoy hablando de Sol o Ethan o tal vez incluso de mí misma. Me pongo de pie y paso mis manos por mi cabello. No sé qué me pasa. No estoy actuando como mi yo usualmente cuidadosa y cautelosa. No hay nada de cuidadosa o cautelosa en colgar el sexo frente a Sol para ver qué haría. Porque eso es exactamente lo que estaba haciendo cuando hice esa pregunta. Bien. Sé lo que hará ahora. Pasear por la habitación hace poco para descargar la adrenalina que corre por mi sistema. Eso debe ser el culpable de las imágenes que se instalan justo detrás de mis ojos. De Sol desgarrando este vestido con esos dientes afilados, de él tirándome al suelo y abriendo mis piernas con movimientos bruscos pero cuidadosos. Su boca es tan grande que prácticamente tendría que envolverme para meter su lengua en mi coño. Me estremezco ante el rayo de pura lujuria que casi me hace perder el equilibrio. Todos esos dientes afilados presionados contra mi piel vulnerable. Su lengua sobre mí... en mí.

Una vez más, mi cuerpo toma el control, pero esta vez mi mente está totalmente de acuerdo con la idea. Me quito el vestido y me dejo caer de nuevo en la cama. No había ropa interior en la ropa que Aldis proporcionó, por lo que no hay nada en el camino de mis dedos inquisitivos mientras deslizo mi mano por mi estómago y abro las piernas. Estoy tan mojada. Dios, no puedo creer lo excitada que estoy. Y... dos pollas. Presiono dos dedos en mi coño. Mejor enfocarme en la fantasía, porque seguramente la realidad no puede ser tan buena como insiste mi mente. No me gustaba ningún tipo de sexo con Ethan. No hay razón para creer que sería diferente con Sol. Sin embargo, es solo fingir, y nada puede doler en mi mente. La tentación de empujar, de hacer esto rápido y furtivo, casi me abruma. No me masturbé a menudo hasta este punto, porque siempre fui consciente de que si me atrapaban, no me iría bien. Ese tipo de cosas pone un freno al placer, al menos para mí. ¿Pero si Sol me atrapa? ¿Si entrara por la puerta ahora mismo y me viera con la mano entre las piernas? ¿Qué haría? ¿Tomarlo como una invitación? O tal vez se sentaría en esa silla justo ahí y observaría. Está tan controlado. Incluso conociéndolo tan poco tiempo, lo reconozco. No sé si tendría el coraje de invitarlo a tocarme, pero esto es solo una fantasía. En mi mente, viene a pararse al borde de la cama. Presionar una de esas grandes rodillas contra el colchón e inclinarse sobre mí. Para…

Cojo mi ritmo. Mi orgasmo está demasiado cerca para detenerlo, demasiado fuerte para hacer otra cosa que salir con un gemido bajo que ni siquiera pienso en ahogar. Gimo y alejo mis dedos de mi clítoris. Ahora es cuando vendrá la vergüenza, arruinando el resplandor. Excepto... que no lo hace. Miro al techo mientras mi acelerado corazón finalmente se desacelera y el lánguido placer de mi orgasmo hace que mis párpados se vuelvan pesados. Tal vez las cosas sean diferentes aquí, después de todo. Al menos en esto. Me envuelvo con las mantas y me doy la vuelta para acomodarme en la cama. Puedo itir, aunque solo sea para mí misma, que no me habría importado tanto si esa fantasía se hubiera desarrollado en la realidad.

9 SOL

Apoyo mis manos contra la pared y presiono mi frente contra la puerta. La firmeza de la piedra y la madera me derribaron incluso cuando el deseo golpea un tambor a través de mi sangre. Puedo oler el deseo de Briar, su necesidad. Muevo mi lengua en el aire, saboreando la forma en que ha empapado las sábanas con su orgasmo. Mi oído no es tan agudo como el de otras especies en este reino, pero el pequeño gemido de liberación de Briar quedará grabado en mi alma por el resto de mis días. Vine a disculparme. Fui demasiado duro con ella. Está saliendo de un evento traumático y no me conoce. En lugar de alentar su incipiente curiosidad, la asusté. Más aún, ella no conoce este mundo, y ha sido apartada de cualquier cosa que la ate a su reino natal. ¿Es de extrañar que esté haciendo lo necesario para sobrevivir? ¿Para garantizar su seguridad? Pero cada palabra que dijo, la facilidad con la que desestimó su propio dolor y experiencias... Me irrita. No puedo afirmar que la conozco. El conocimiento de una persona lleva toda una vida, e incluso entonces, quedarán profundidades por sondear. Unos pocos días de jugar al cobarde e ignorarla habían hecho poco para cerrar la brecha entre nosotros.

Quizás eso es lo que está intentando, a su manera. Me obligo a alejarme de la pared y alejarme de la puerta. Es una buena señal que no la traumaticé con mis duras palabras. Obviamente, su interés por el sexo no es completamente fingido, pero hay que tener en cuenta su historial. Principalmente, que necesito saberlo. Azazel tiene esa información. Me fastidia ir rogándole fragmentos de detalles sobre Briar, pero en este momento necesito toda la ayuda que pueda conseguir. El daño no está solo en el dominio de lo físico, y el demonio es demasiado inteligente para no haberlo tenido en cuenta. Debería haberlo recordado cuando hablé tan precipitadamente en la biblioteca. Podría perder mi territorio porque dejé que la imprudencia de Briar nos guiara. No deseo dañar a la mujer. Aldis me está esperando mientras bajo las escaleras. La miro. —Tengo un lugar donde estar. —Tú sí, primo. Han llegado varias cartas para ti, y son de suma importancia. Además, el papeleo que has estado evitando durante días—. Sus ojos brillan alegremente. No hay nada que a mi prima le guste más que el papeleo; es por eso que le di el puesto de escriba para empezar. Nosotros, los dragones, no nos molestamos en tener una corte formal. La mayoría de nosotros somos territoriales y tenemos mucha memoria, y es más fácil confinar la correspondencia a la palabra escrita y dejar que cada uno se quede en sus propios territorios dentro de nuestra tierra. Somos criaturas de tradición, y si bien eso puede llevarme a la pared de vez en cuando, ciertamente hace que ser rey sea más fácil. Al menos en este tema. Dudo, que es exactamente lo que necesito para que la razón se apodere de mí. Azazel no regala nada gratis, e ir a él con

preguntas asegurará que sepa lo mal que lo estoy arruinando. No, mejor sentir la situación por instinto. Independientemente de los arrepentimientos que tengo por haberle hablado a Briar de la forma en que lo hice, sin importar cuán sinceras fueran las palabras, es obvio que no la lastimé con ellas. Podemos hacer esto. Podemos resolver esto. Juntos. Pero primero, aparentemente tengo papeleo que hacer. Sigo a Aldis al estudio y apenas reprimo un gemido ante las pilas de papeles que me esperan. —¿Paso algo? —Es la segunda temporada de cosecha—. Ella se encoge de hombros. Ah. Por supuesto. Si no hubiera estado tan preocupado con la oferta de Azazel y lo que podría implicar, esto no se me habría ocurrido. Cada territorio en este reino funciona de manera un poco diferente, y aunque hay algo de comercio, todos los líderes odiamos confiar unos en otros por temor a que incline la balanza de poder. Por eso, en algún momento del pasado distante, uno de mis antepasados revisó por completo nuestras industrias internas. Solo alrededor de la mitad de nuestro territorio es tierra de cultivo, pero es más que suficiente para alimentar a nuestra gente. Dos veces al año, cuando varias cosechas llegan a la cosecha, todo se recolecta y se distribuye entre todos. Nos permite compartir cultivos y aprovechar al máximo la tierra disponible, al mismo tiempo que asegura que todos tengan un poco de variedad. Si, por alguna razón, una cosecha falla durante una de las cosechas, nadie pasará hambre. Esta tarea no se puede aplazar. Me encuentro mirando al techo en dirección a mis habitaciones. —Aldis, mientras empiezo con esto, ¿puedes hacer un pedido con la cocina para la cena?

Ella se queda quieta. —Así que finalmente vas a dejar de ignorar a tu novia. Encantador. —Si quisiera tu opinión, te la pediría. —A veces necesitas opiniones aunque no las pidas—. Ella apoya sus manos en sus caderas. —Corriste un gran riesgo al traerla aquí y casarte con ella. Sé que tus padres fueron los que cancelaron el noviazgo con Anika, pero hay muchos de nuestra gente que estaban muy felices de tenerlos como líderes a tu lado. Anika está familiarizada. Esta humana no lo es. —Anika no es la que revuelve la olla—. ¿Por qué lo haría? Aproximadamente un año después de que mis padres intervinieran, se enamoro de un dragón solitario que vive en el borde de nuestro territorio, donde choca contra las montañas de las gárgolas. —Está demasiado ocupada con su pequeño y su esposo para preocuparse por lo que estoy haciendo—. En eso, siento un poco de punzada. Quiero hijos. Siempre los quise. Estoy feliz por Anika, pero hay un pequeño hilo de envidia ahí. Yo también quiero esa vida felizmente satisfecha. —No, no es Anika. Y es sólo quejarse en este punto. No hay nada de qué preocuparse, pero aun así quería que lo supieras. Esta es una de esas cosas de liderazgo que no disfruto. ¿Cuidar de mi gente? Me trae tanta alegría y orgullo. ¿Lidiar con las disputas insignificantes o el politiqueo? No tanto. Especialmente en esto, cuando sigo los deseos de mis difuntos padres, la Diosa los sostiene suavemente. —Todo el territorio se beneficiará de este matrimonio, y ellos lo saben. La única razón por la que se quejan es porque quejarse es un deporte para ellos. —Cierto.— Aldis señala el escritorio. —Ahora deja de estancarte y ponte a trabajar. Bajaré a la cocina.

Me hundo en la silla detrás del escritorio. —Diles que cocinen lo que haya estado comiendo Briar. —Mm-hmm—. La diversión de Aldis se filtra a través de su tono, pero cuando levanto la mirada para sisear, ella ya se ha ido. Está bien. Antes, Briar me preguntó por qué no había intentado seducirla. Pensé en darle tiempo para que se acomodara, pero en este momento, puedo itir la verdad. Estaba actuando como un cobarde tal como Ramanu me acusó de ser. Después de esta mañana, el hecho de que no asusté a mi novia para siempre... Es hora de seducirla adecuadamente. A partir de esta noche.

10 BRIAR

Camino por la habitación, mi vestido rozando mis pies descalzos. Los dragones no usan zapatos, he descubierto, y aunque lo hicieran, no me calzarían los pies. No tengo ninguna razón para estar nerviosa y ciertamente ninguna razón para sentirme culpable. Excepto que no importa cuántas veces me diga eso, no puedo hacer que se pegue. Hoy temprano, era un poco idiota. Me di cuenta de que Sol estaba incómodo y lo empujé a pesar de eso. Luego, cuando derramó esas palabras pecaminosas que obviamente pretendía sonar como una amenaza, inmediatamente regresé a mi habitación y me toqué con la fantasía de ellas. Por todos los dioses, debería estar aterrorizada, pero no son cuchillos cortando el interior de mi estómago. Son… ¿mariposas? Me giro hacia el espejo, principalmente para tener algo que hacer. Elegí un vestido verde oscuro esta noche. Resalta mi piel pálida y mi cabello rojo y, sin ningún maquillaje para cubrirlos, mis pecas están a la vista. Presiono mis dedos ligeramente en el puente de mi nariz. Eran una característica que amaba y luego llegué a odiar, desgastados por las constantes críticas de Ethan. Pensó que parecían infantiles.

Con un resoplido, dejo caer mis manos. Me importa una mierda lo que él piense. No importa y no está aquí. —Las tengo, y las amo. Incluso mientras digo las palabras, una parte de mí quiere encorvar los hombros y mirar alrededor para asegurarse de que nadie haya escuchado. Los obligo a alejarse de mis oídos y levanto la barbilla. —Las amo. Reclamaré todo lo que intentó quitarme. No importa cuánto tiempo tome. Un suave golpe en la puerta hace que mi corazón salte a mi garganta. Me apresuro a abrirlo y miro a los ojos oscuros de Sol. Se ve espléndido, lleva unos pantalones de aspecto suave que creo que en realidad podrían llamarse calzones y un chaleco bordado con hilo brillante. El chaleco me llama la atención y me inclino hacia adelante sin pensar. —¿Qué son éstos?— Son plantas, pero no las reconozco. Por otra parte, ¿por qué lo haría? Incluso si fueran plantas en mi mundo, difícilmente soy alguien que las reconozca a simple vista. —Ah—. Se queda quieto mientras paso los dedos por los puntos elevados. —Fue un regalo de mi madre. Son algunas de las hierbas y flores sagradas de nuestra diosa. —Ya veo. ¡Oh, reconozco a este! Un Jacinto.— Me doy cuenta de que todavía lo estoy acariciando y dejo caer mi mano. Mi piel se calienta. —Lo siento, me sigo excediendo contigo. Te prometo que normalmente no soy tan grosera. Agarra mi mano entre las suyas y la levanta para presionarla contra su chaleco de nuevo. —Si no me gustara, te lo diría. Nunca te disculpes por tocarme, Briar. Nunca. Un escalofrío me atraviesa, incluso mientras me digo a mí misma que estoy siendo tonta. Hace menos de una semana que conozco a Sol. Seguramente no lo estoy tomando al pie de la letra. El contrato es la única razón por la que paso ligeramente

las puntas de los dedos sobre el bordado antes de dejar caer las manos. —Es muy hermoso. —Gracias.— Se da vuelta y, después de un momento, alcanza mi mano. —Tú también te ves hermosa. Es extraño caminar por el pasillo con mi mano entrelazada en la mucho más grande de Sol. Tal vez debería preocuparme por ser infantilizada, pero realmente me siento segura. Creo que mis instintos finalmente deben haberse agotado para siempre. Me guía en una nueva dirección cuando llegamos a la planta baja, alejándose de la entrada y la biblioteca y de regreso hacia una puerta arqueada que conduce al jardín. O parque. O lo que sea. Hace mucho que se puso el sol y estoy encantada de ver que las luces que podía ver desde la ventana del dormitorio son en realidad flores que brillan débilmente en la oscuridad en una variedad de colores. —Oh wow. —Son seguros para tocar. Le lanzo una mirada agradecida y deslizo mi mano de la suya para poder agacharme y arrastrar mi dedo sobre los pétalos de una rosa. Se siente como cualquier otra flor que haya tocado, aterciopelada y fresca por el aire de la noche. Froto mis dedos, medio esperando que el brillo esté presente contra mi piel, pero no lo está. —Estoy segura de que tu mundo tiene sus peligros, pero hasta ahora, solo he encontrado delicias. —Tiene sus peligros, sí—. Reclama mi mano y seguimos caminando por el sendero de rocas. —Pero tengo la intención de mantenerte rodeado de delicias. Le lanzo una mirada, preguntándome si me imaginé la insinuación en esa última oración. Las luces juegan a lo largo de sus escamas, haciéndolo parecer aún más sobrenatural de lo

normal, pero de una manera realmente encantadora. —Lamento lo de antes. —Yo también.— Me aprieta la mano. —Estaba tratando de asustarte, y no debería haberlo hecho. De repente estoy agradecida por la poca luz para ocultar mi sonrojo y el calor que me recorre al recordar lo que hice después de huir de su presencia. —Yo, ah, no estaba asustada. Saca la lengua en un movimiento rápido que reconozco al instante. He visto lo mismo con serpientes en documentales. La mano de Sol se flexiona alrededor de la mía. —Lo sé. ¿Puede... puede saborear mi deseo? O, espera, eso no tiene ningún sentido. Si es como los reptiles de mi mundo, entonces lo está olfateando. Eso en realidad podría ser peor. Mi rubor me hace marear. —¿Um qué? —Fui a disculparme inmediatamente después—. Él no me mira. —No importa qué otra cosa sea verdad, estás a salvo aquí, Briar, y no quería que sintieras que no lo estabas. Especialmente no de mí. —Ah. —Te oí. Te olí—. Sol finalmente me mira. —Responderé a sus preguntas esta noche si lo deseas. No sé si tratar de derretirme en el suelo o poner excusas o simplemente morir en el acto. El camino termina antes de que yo decida. Hay un acogedor patio con baldosas de la misma piedra que el camino e incluso más flores brillantes alrededor de su perímetro. Los árboles parecen arquearse un poco sobre el espacio, enmarcando la luna llena sobre su cabeza. En el centro, se sienta una mesa cuadrada con dos sillas, una sin respaldo para él y una alta con brazos para mí. Varios candelabros dan un poco más de luz para ver.

Mi silla es tan alta que tengo que dar un brinco para sentarme, y creo que escucho una risa sibilante, pero cuando miro, la expresión de Sol está cuidadosamente en blanco. — ¿Tienes muchos visitantes humanos aquí? —Eres la primera en mucho tiempo—. Se desliza en mi silla y se mueve alrededor de la mesa para tomar asiento. —Azazel y su gente mantienen cerca a sus humanos contratados, así que si uno quiere, ah, probar sus encantos, debe viajar hacia él. Le agrada que vallamos rogando por el placer. No sé cómo me siento al respecto, así que lo dejo a un lado. —¿Es una cosa fetiche? ¿La razón por la que quieres humanos? —Presiono mis manos contra la mesa para evitar golpearlas sobre mi boca. Dijo que podía hacer mis preguntas. No me arrepentiré de hacerlo. Podría morir de vergüenza en el proceso. —No.— Se aclara la garganta. —Acepté la invitación de Azazel la primera vez porque tenía curiosidad, pero esa no es la razón por la que asistí a la subasta, y no es la razón por la que me casé contigo. Reconozco parte de la comida en la mesa de las comidas que he comido anteriormente y pongo algunos de los platos en mi plato. La copa está llena de un vino especiado que encuentro muy agradable. Tomo un sorbo rápido. —¿Por qué te casaste conmigo, Sol? Merezco saber toda la verdad, ¿no crees? ¿Por qué no casarse con otro dragón? Estoy segura de que sería menos una cuerda floja de lo que hemos estado caminando en los últimos días—. Audaz. Tan audaz. Mi corazón se acelera a un ritmo que puedo sentir en mis sienes. Es una pregunta, pero se siente como un desafío, y la experiencia dice que desafiar a los hombres es peligroso.

O estoy a salvo con Sol, o no lo estoy. Mis acciones no tienen nada que ver con eso. Se recuesta y toma su copa, que es cuando me doy cuenta de que, al igual que la silla, la mía ha sido del tamaño de mí. Porque la suya cabe perfectamente en la palma de su mano. Él me estudia. —Originalmente tenía la intención de hacer exactamente eso. Estaba cortejando con la intención de casarme, pero mis padres intervinieron—. Él no me hace pedir una aclaración. —Tenían planes más grandes para mí que mi felicidad individual, y aunque me molestó eso por un tiempo, al final tenían razón. La responsabilidad de un líder es con su gente, no consigo mismo. No sé cómo analizar la historia de esas pocas oraciones. — Pero, ¿por qué es tan necesario una humana? —Conozco la historia de mi pueblo, pero apenas soy un experto en biología, así que perdónenme si mi explicación deja algo que desear—. Da un sorbo a su bebida, de alguna manera haciendo que se vea perfectamente natural a pesar de sus mandíbulas no humanas. —Hay algo en la biología o algo inherente a los humanos que los convierte en excelentes conductores de la magia, incluso si los humanos completos no la poseen. Un escalofrío recorre mi cuerpo y tengo que dejar mi bebida. —Así que vas a, qué, ¿experimentar conmigo?— Estoy orgullosa de mi misma. La frase sale tranquila y serena. —¿Qué? Por supuesto que no.— Su cresta se enciende en evidente agitación. —Estoy haciendo un lío de esto. No, déjame retroceder y empezar por el principio. —Por favor, hazlo.— Creo que estoy temblando, pero no puedo estar segura. De todas las explicaciones que esperaba, esta me parece la más descabellada. ¿Los humanos somos conductores? ¿Y eso que significa?

Sol niega con la cabeza y su cresta se relaja un poco. — Nuestro reino está impregnado de magia y los territorios están vinculados a sus líderes individuales. La fuerza del líder, y su magia, influye directamente en la fuerza de la magia del territorio y el bienestar de su gente. —Está bien—, digo lentamente. Me aturde, pero eso es bastante fácil de seguir. —¿Dónde entran los humanos en esto?— Me reservaré el juicio hasta que termine su explicación. —En algún momento del pasado distante, se descubrió que cruzarse con humanos potenciaba esa magia. Fue en un momento en que los viajes entre los reinos estaban más extendidos. Así que nos mezclamos con los humanos, y eso es en parte por lo que todos tenemos el aspecto que tenemos ahora. Pero luego los reinos se cerraron entre sí, a excepción de los demonios negociantes, y cada generación siguiente se volvió un poco más débil, un poco menos mágica. Lo miro. Esto es a la vez mejor y mucho peor de lo que estaba imaginando. Lo suficientemente fácil como para conectar los puntos ahora. —Entonces no me necesitas. Necesitas un hijo. Para su crédito, él no aparta la mirada mientras asiente. — Nuestro hijo será el próximo gobernante de este territorio y, si es mitad humano, vigorizará a mi pueblo de una manera que yo soy incapaz de hacer. Las cosechas no han comenzado a fallar, pero es solo cuestión de tiempo antes de que no podamos usar la magia para mantener la tierra fértil. Nadie se muere de hambre todavía... ¿Pero en una generación o dos? Ellos lo harán. Trato de simpatizar. Lo hago. Obviamente lleva una carga más allá de lo que puedo imaginar. Tantas vidas en juego. Pensar en el futuro en lugar de intentar curar su propio poder es un testimonio del tipo de persona que es. Puedo apreciar eso, incluso si ya estoy negando con la cabeza. —Quieres que tenga un bebé contigo y luego me aleje de su vida en siete años. ¿Te

das cuenta de la gran pregunta que es esa, Sol? Ya lo he perdido todo. ¿También me quitarás esto? No se inmuta ni aparta la mirada. —Estoy seguro de que podemos encontrar una manera de evitar eso. ¿Alrededor de qué? ¿El plazo de siete años? ¿Alrededor de la incapacidad de cruzar reinos sin Azazel o uno de los suyos involucrados? Incluso si quisiera llevarme al niño conmigo, si se parece en algo a Sol, no duraríamos ni un mes antes de que alguien los atacara o algún gobierno los llevara para experimentos. La tecnología ha hecho que mi mundo sea demasiado pequeño para esconderme de manera efectiva. —El precio es demasiado alto—, susurro. Busco a tientas la copa y tomo un trago demasiado grande. —No es justo. No puedes pedirme eso. —Tenemos siete años, Briar. No tienes que responder esta noche. Él diría eso. ¿Qué está arriesgando? —La respuesta no cambiará. Es no. Sin bebés. Absolutamente no.

11 BRIAR

La cena transcurre en un silencio incómodo. Me doy cuenta de que estoy castigando a Sol por decirme la verdad, pero esa misma verdad está alojada en mi garganta. No importa la deliciosa comida o maravillosa la bebida. Sol quiere a mi bebé. Ni siquiera he decidido si quiero hijos. Era un futuro que me negué a compartir con Ethan, yendo tan lejos como para obtener una receta de control de la natalidad y ocultárselo para asegurarme de no traer un niño a este mundo y bajo su control. La idea de dar marcha atrás en esa determinación, solo para hacer pasar al niño, para que nunca más lo vuelva a ver, es impensable. Sol habla de repente. —Vuelvo enseguida. Por favor espera aquí.— Se adentra en la oscuridad antes de que tenga la oportunidad de responder. Ahora es el momento de huir, de volver corriendo a mi dormitorio y esconderme. Desde que llegué aquí, he aguijoneado a Sol, lo he desafiado y lo he enfurecido. Él no ha dicho ni una palabra áspera en respuesta. Sí, detalló exactamente lo que quiere hacerme, pero no puedo fingir que lo que describió no es al menos parcialmente bienvenido. Sería extremadamente

hipócrita hacerlo después de haberme tocado con la fantasía de ello. Si un bebé no estuviera en la foto... Tomo un sorbo apresurado de mi vino. Casi he vaciado el vaso, lo que debería ser preocupante, pero no me siento borracha en lo más mínimo. Embotada, tal vez, pero no puedo culpar al vino por eso. Sol aparece al otro lado del patio, saliendo de las sombras como si se teletransportara. Su cresta está medio levantada y se hunde cuando me ve. —No te fuiste. No creo que hubiera podido llegar al borde del jardín en esa cantidad de tiempo. Pero tiene razón; Ni siquiera lo intenté. —Me pediste que no lo hiciera. Rodea la mesa y se arrodilla a mi lado. Con la altura de mi silla, la posición significa que puedo mirar directamente a sus ojos oscuros. Titilan extrañamente a la luz del fuego de los candelabros. Sol levanta un brazo. Una delgada cadena cuelga de su puño, un colgante que se balancea ligeramente con el movimiento. Es algo simple, un óvalo con un extraño símbolo grabado en él. —Aquí. —Gracias—, digo automáticamente. Él sisea un poco. —No me agradezcas hasta que sepas cómo funciona—. Él ahueca mi mano y coloca el colgante en mi palma. —Esto fue traído por Ramanu cuando vino. Unas pocas gotas de tu sangre activarán el hechizo. Deberás reactivarlo el primer día que comiences a menstruar cada mes, pero el colgante es bueno por décadas. Miro el símbolo y luego levanto mi mirada hacia la suya. — ¿Qué hace?

—Mientras lo uses, no quedarás embarazada—. Cierra mi mano alrededor del colgante. —Sólo has estado aquí unos días, Briar. Me doy cuenta de que mi honestidad no es bienvenida, pero no te mentiré sobre lo que quiero—. Él duda. —Sin embargo, estoy dispuesto a ser paciente. Una risa entrecortada sale de mi boca. —Si dices la verdad sobre este colgante, ¿por qué me lo quitaría? Podría pasar los próximos siete años follándote y luego irme a casa sin tener ese bebé que tanto deseas. —Sí. Podrías. Espero, pero él simplemente sostiene mi mirada. Hay un desafío allí, tal vez, pero estoy demasiado aturdida para pensar en ello. —¿Cómo puedo confiar en que funciona? —Si deseas verificarlo, puedes pedírselo a Ramanu. No tienen por qué mentirte. Casi protesto diciendo que por supuesto que sí, porque tener un bebé es parte del trato. Pero no lo es. Lo único que dice el contrato es oportunidad de seducirme, de intentar lograr ninguno de los dos decía que yo estaba embarazada o a dar a luz. Solo que si permanecería en este reino.

que Sol tiene la su objetivo, pero en obligada a quedar lo hacía, el niño

Sol está diciendo la verdad. Estoy segura de ello, incluso si apenas confío en mí misma lo suficiente como para creerle. Voy a estar aquí durante siete años. ¿Por qué no pensaría que tiene mucho tiempo para convencerme de hacer lo que quiere? La pregunta sigue siendo: ¿Qué quiero?

—Está bien—, digo lentamente. —Te creo. —Mantenlo alrededor de tu cuello. Mientras el cable permanezca intacto, seguirá funcionando. Lo deslizo obedientemente alrededor de mi cuello. El cordón es lo suficientemente largo como para que el colgante cuelgue entre mis senos. —Está ahí. ¿Algo en especial que deba hacer excepto sangrar en él? —No. Levanto mi mano, sintiéndome repentinamente audaz y un poco salvaje. —¿Me prestas un diente? Se queda completamente inmóvil, y mi corazón vibra en respuesta. El impulso de huir de este obvio depredador es casi abrumador, pero de alguna manera mis respuestas de lucha o huida están todas enredadas con algo apresurado y acalorado. No le daré lo que quiere, pero tal vez podamos conformarnos con un compromiso. Él me quiere. No está siendo sutil al respecto. ¿Y yo? Yo también lo quiero. Nunca me consideré una persona temeraria, pero no sé qué otra palabra puede describirme mientras Sol abre la boca. Sus dientes son largos, casi la mitad del largo de mis dedos y perversamente afilados. Su lengua es bífida. Tengo el deseo más extraño de acariciarlo, pero me conformo con llegar a su boca y presionar la yema de mi pulgar en uno de sus dientes. Incluso sabiendo que viene, no puedo evitar aspirar aire como si fuera un pinchazo de dolor. No pierdo tiempo retirándome y presionando mi pulgar contra el colgante. Brilla en un verde brillante y siento un tirón en respuesta en la parte inferior de mi estómago. Por lo que sé, acabo de hacerme doblemente fértil... pero no lo creo.

Todavía se necesita mucho más coraje, o imprudencia, para decir: —¿Y si lo intentamos? Sexo, quiero decir. La cresta de Sol se enciende, el único movimiento que hace. —¿Estás diciendo eso porque quieres sexo o porque estás huyendo de algo en tu cabeza? —¿Importa? —Debería.— Se pone de pie lentamente y extiende una mano. —Pero te deseo a ti, Briar. No fingiré que no lo hago. Deslizo mi mano en la suya y dejo escapar un pequeño aullido cuando me tira de la silla hacia sus brazos. Es tan cálido que gimoteo un poco. Sol me deja sobre la mesa y me agarra la nuca con una mano enorme. Tengo el pensamiento casi histérico de que podría aplastarme el cráneo como un melón, pero me sujeta suavemente, aunque con firmeza. —¿Estás segura? No. —Si. Dios lo bendiga, pero me toma la palabra. —Te compraré otro vestido. Apenas tengo tiempo para procesar las palabras cuando se mueve. Rasga mi vestido con un solo movimiento de sus garras. La tela se parte y revolotea hacia abajo a cada lado de mi cuerpo, dejándome completamente al descubierto. Ni siquiera tuve tiempo de tensarme. Sol me mira fijamente durante un largo momento y luego se encuentra con mi mirada. —Si es demasiado, di que pare. No me tranquiliza mucho que mi detención sea suficiente para detenerlo, pero apenas puedo pensar más allá del cálido agarre en la parte posterior de mi cabeza y la cálida brisa que acaricia mi piel recién descubierta. —Está bien—, me las arreglo para decir.

Su lengua bífida sale y acaricia mi labio inferior. Me abro para él. Ni siquiera se me ocurre no hacerlo. Su lengua acaricia la mía. No es exactamente un beso en el sentido tradicional de la palabra, pero nuestras mandíbulas no son compatibles con ese tipo de cosas. Antes de que pueda decidir que es incómodo, me inclina hacia atrás y lame su camino por mi garganta en pequeños movimientos sensuales que me hacen temblar. Sol se detiene en mis pechos y me acaricia, como un gato marcando con el olor a su dueño. Entonces su lengua está en mis pezones, notablemente ágil cuando tira y juega conmigo. Cada tirón envía una respuesta más abajo en mi cuerpo. Yo... no sé cómo sentirme. Honestamente, esperaba que él fuera a follarme lo más rápido posible. Lo deseo tanto que no me importa el dolor inevitable que vendría con tanta prisa. Al menos entonces sabría si la realidad estaba siquiera cerca de lo que mi mente había soñado. —¡Sol, por favor! —No me apresures—, murmura, su aliento caliente contra mi piel. Un chasquido silencioso, y sus garras retroceden. Miro. — No sabía que podían hacer eso. Sol no responde, excepto para arrodillarse ante la mesa y abrir mis muslos. Estoy demasiado sorprendida para hacer otra cosa que estremecerme cuando presiona un solo dedo lentamente dentro de mí, casi como si me estuviera probando. La vista... No sé qué mirar. Se siente demasiado personal ver ese gran dedo verde penetrar mi coño. Mirar su rostro, la manera intensa en que me mira, es aún peor. Soy una cobarde.

Cierro mis ojos. La sensación solo aumenta sin las imágenes para distraerme. No me está haciendo daño, pero no puedo negar lo llena que me hace sentir un solo dedo. Si me follara así de rápido, me partiría por la mitad. Mi cuerpo palpita ante el pensamiento. No sé por qué eso me excita. No tiene ningún sentido. Odio el dolor. ¿Por qué lo desearía así? Sol retira su dedo y mis ojos se abren mientras hago un sonido involuntario de protesta. Él atrapa mis caderas y se coloca casi fuera de la mesa, solo su agarre evitaba que cayera al suelo. Y luego cierra su boca a mi alrededor. Sus mandíbulas son lo suficientemente grandes como para pinchar con sus dientes la parte inferior de mi estómago y mi trasero, pequeños destellos de dolor que apenas siento porque su lengua está en mi entrada. Él trabaja en mí lentamente. Implacablemente. Sabía que su lengua era grande, por supuesto, todo en él es grande, pero ser penetrado por ella es diferente. Se siente tan grande como una polla, pero no se mueve dentro de mí como una polla. Es ágil y resbaladizo y... —Santa mierda. Él hace un silbido que de alguna manera se traduce como placer en lugar de ira. Vibra a través de sus mandíbulas hasta la parte inferior de mi cuerpo, y no puedo evitar temblar en respuesta. Luego va tras mi punto G de nuevo. Tiene que ser mi punto G. He leído novelas. Busqué la existencia de un lugar tan “mágico”. Incluso llegué a tratar de encontrarlo yo misma, pero cuando una tiene poco tiempo para masturbarse, es más fácil ir con lo que funciona. Nunca se ha sentido así.

Cada hueso de mi cuerpo se vuelve deliciosamente líquido. Incluso mis pensamientos dejan de girar frenéticamente. No hay nada más que ese pulso constante dentro de mí y sus dedos clavándose en mis caderas mientras sus dientes pinchan mi piel. —Más. ¿Fue esa baja demanda mía? Apenas parece posible. Pero yo quiero más. Lo necesito. Pensando, me agacho y agarro sus muñecas. Mis dedos no se encuentran en los otros lados, pero está bien. —Sol, más.

12 SOL

Tenía la intención de ofrecerle a Briar el colgante y terminar la noche allí. Ella no confía en mí, y apenas puedo culparla por eso. Ni siquiera estoy seguro de lo que pasó. En un momento ella me miraba como si deseara poder leer mi mente, y al siguiente la tenía sobre la mesa y le estaba arrancando el vestido. ¿Y ahora? Siseo de puro placer cuando ella agarra mis muñecas y gira sus caderas, montando mi lengua. Ella sabe como un sueño. Es aún mejor porque ella es mía. No un ser humano contratado de otra manera que busca una cogida divertida y luego se va al final del encuentro. No, Briar es mi novia. Mía. Sus muslos tiemblan contra mis palmas. —Sol. Oh dios, oh dios, yo…— Su coño late alrededor de mi lengua, su orgasmo sabe tan bien que casi me corro en mis pantalones. Requiere mucho más esfuerzo del que jamás itiré para aflojar la mandíbula y alejarme de ella. Su coño está empapado, hinchado, rosado y goteando. No puedo evitarlo. Arrastro mi lengua sobre ella otra vez.

Ella gime y luego se tensa. Volviendo a sí misma. Podría seguir con esto. Ella me ha dado las llaves de sí misma, incluso si no se da cuenta. Estaba allí en la expresión de asombro en su rostro cuando me arrodillé ante ella. Esta mujer nunca ha sido atendida adecuadamente y nunca se le ha dado prioridad a su placer. Pero presionarla ahora significa potencialmente sacrificar el final del juego más adelante. Tan tentador como es, soy mortal y ni siquiera yo puedo mantenerla en un punto álgido durante siete años. Tenemos que comer en algún momento. Mi territorio puede requerir muy poco en la forma de gobernar, al menos fuera de los acuerdos comerciales con los otros territorios y sus líderes, pero todavía hay que considerar todo el maldito papeleo. Puedo ser el depredador paciente. Lo seré. No importa cuán delicado sea su sabor en mi lengua o cuán dulces sean sus gritos de liberación. No se puede guardar su vestido, pero parece del tipo al que le molesta la desnudez pública, incluso en el torreón. La cojo entre mis brazos, con cuidado de acomodar el vestido roto alrededor de ella. Me gusta lo bien que le queda. Más que me gusta cómo se derrite contra mí y presiona su mejilla contra mi pecho. —Cálido—, murmura Briar. Es difícil caminar con mis pollas lo suficientemente duras como para marearme, pero lo logro. Puedo sentir a varios del personal esperando en el perímetro del jardín, pero esperan hasta que me levanto de la mesa para acercarse. Está bien. No estoy de acuerdo con la ceremonia, pero ahora mismo me siento... extraño. ¿Es este el frenesí de apareamiento?

Nunca lo he experimentado antes. Nunca tuve la oportunidad de hacerlo con Anika, a pesar de que tuvimos mucho sexo durante el cortejo oficial. Nunca fue mía en la forma en que Briar lo es como mi esposa. Nunca fui de ella en la forma en que su esposo lo es ahora. Simplemente estábamos disfrutando el uno del otro y probando la idea del para siempre. No pensé que esa distinción marcaría la diferencia. Pensé que nuestras precauciones fueron un poco exageradas cuando Aldis insistió en ellas por primera vez, pero ahora estoy agradecido por su terquedad. No sé qué haría si viera otro dragón mientras me siento así. Aprieto mi agarre sobre Briar y me inclino para inhalar su aroma. Mía. Cojo mi ritmo. La llevaré de regreso a sus habitaciones, nuestras habitaciones, en realidad, y la dejaré allí. El recuerdo de ella corriéndose alrededor de mi lengua y el conocimiento de que ella está durmiendo en mi cama, incluso si no estoy allí para compartirlo, tendrá que ser suficiente para mantener mi control fuertemente atado. No la asustaré. Me rehúso a hacerlo. Pero cuando coloco a Briar suavemente sobre sus pies frente a la puerta y me muevo para dar un paso atrás, ella engancha sus dedos en la cinturilla de mis pantalones. — Espera. No te vayas. Surge pura lujuria, y es todo lo que puedo hacer para mantenerla bajo llave. —Ya has tenido suficiente. Ella me mira, su expresión se convierte en algo que no reconozco. Es duro y casi furioso. Ella tira de mi cintura. —Tú no puedes decidir eso. Yo lo hare.

Mis pollas se endurecen aún más y aprieto la mandíbula. — No sabes lo que estás pidiendo. —¿No?— Da un paso casi tentativo y presiona su mano libre en la parte delantera de mis pantalones. Ella traza una línea baja una polla y luego ahueca la otra. —Por favor Sol. No sé si tendré el coraje de hacer esto de nuevo si no lo terminamos esta noche. Otro indicio de que me estoy aprovechando. Si fuera la mitad de honorable de lo que todos dicen que son los dragones, me quitaría de encima su agarre y me iría. No es así. En cambio, mi cuerpo se mueve casi por su propia cuenta, y estiro el brazo para abrir la puerta. La brillante sonrisa de Briar es una recompensa en sí misma. Da un paso atrás a través de la puerta, tirando de mí detrás de ella. La sigo, un pequeño cachorro obediente que lucha por no convertirse en un depredador completo y violarla. Cierro la puerta de una patada detrás de mí. La habitación está demasiado silenciosa, llena solo de nuestra mezclada respiración áspera. —No puedo tomar ambas—, se apresura a decir. —Pero lo que hicimos antes… Eso se sintió realmente bien—. Su mano tiembla contra mi longitud. —Tal vez esto también podría sentirse bien. Trato de reducir la velocidad. Para analizar sus palabras. Para pensar en una respuesta adecuada que no la asuste tontamente. No funciona. Mi cerebro ha pasado a un segundo plano ante el deseo. Lo único que puedo hacer es seguir su ejemplo, permitiéndole empujarme hacia la cama. —Creo que me gustaría conocer a esta persona que te hizo pensar que el sexo no debería

sentirse bien—. No puedo evitar flexionar mis puños a mis costados, mis garras deslizándose. Briar mira hacia abajo y levanta las cejas. —No creo que te guste mucho, pero es un punto discutible. Él está muerto. Obra de Azazel, sin duda. Tendré que presionar al demonio para obtener más detalles la próxima vez que lo encuentre. Detalles como cómo derramó las tripas del cabrón por todo el suelo. Más le valdría haber hecho sufrir al ex de Briar. Es lo menos que podía hacer. —Todo lo mismo—, me las arreglo. —No quiero hablar de él—. Ella me da un último tirón, y tengo la presencia de ánimo para engancharla alrededor de la cintura mientras se inclina hacia atrás, girando para que aterrice de espaldas con Briar a horcajadas sobre mi estómago. Ella parpadea hacia mí. —Eres tan rápido cuando quieres serlo. —Estoy tratando de no asustarte—, digo entre dientes. Briar pasa tentativamente sus manos sobre mi pecho. — Tú... no lo hagas—. Lo dice lentamente, casi pareciendo maravillarse con la revelación. —Eso es extraño, ¿no? Incluso cuando no me gusta lo que dices o cuáles son tus objetivos, en realidad no te tengo miedo—. Ella niega con la cabeza, su cabello rojo brilla bajo la tenue luz de la lámpara junto al escritorio. — Creo que realmente podría ser una tonta. No tengo ninguna razón para confiar en ti. Tiene razón, pero duele de todos modos. Empiezo a sentarme. —Nos estamos moviendo demasiado rápido. —Para.— Empuja contra mi pecho, y es casi absurdo lo débil que es. Podría mantener esta posición indefinidamente, pero le permito que me empuje hacia abajo sobre mi espalda.

Sus dedos sin garras amasan mis escamas. —¿A menos que no quieras esto? Está bien si no lo haces. —Briar.— Su nombre sale casi como una maldición. — Estoy haciendo todo lo que está a mi alcance para no perder el control en este momento. Ten compasión. Su lenta sonrisa hace que mis pollas prácticamente salgan de mis pantalones. —Misericordia—, repite ella. —Sol, realmente eres una sorpresa en todos los niveles, ¿no? Me gustaría quitarte los pantalones ahora. —Hazlo. Abre mi cinturón a tientas y luego se enreda tratando de pasar la tela por mis muslos y mi cola. Lanzo una maldición frustrada y envuelvo un brazo alrededor de ella para moverla más alto y poder usar el otro para destrozar mis pantalones. Me gustaban esos pantalones, pero me gustaba volver a acomodar a Briar en la parte inferior de mi estómago sin nada entre nosotros aún más. Se encoge de hombros para quitarse el vestido arruinado, dejando que la tela caiga al suelo junto a la cama. Ella mira por encima del hombro, y su piel pálida se vuelve de un rosa bastante atractivo. —Dos—, dice ella débilmente. —Y tan grande. El leve temblor en su voz me hace clavar mis garras en la ropa de cama para evitar alcanzarla. —Tú lideras. Finalmente me mira a la cara. —¿Dirigir? —Sí.— Un siseo llega a mi voz, pero no puedo evitarlo. Su coño está resbaladizo contra mis escamas; ella dice que yo soy el cálido, pero me está quemando. El momento gira entre nosotros. Una pequeña línea aparece entre sus cejas, pero finalmente llega a una conclusión y asiente.

—Ok. Puedo hacer esto.— Se aparta poco a poco de mí y maniobra con torpeza para posarse en mis muslos. —Quiero hacer esto. Su cuerpo enmarca mis pollas, e incluso después de haber estado con humanas antes, no puedo detener la oleada de pura lujuria ante la idea de hundirme en su cuerpo. ¿Será capaz de tomar todo de mí? No sé. El no saber me atormenta. Necesito averiguarlo. Necesito presionar en su coño apretado y mojado y sentirla sujetar a mi alrededor. Necesito… Briar envuelve ambas manos alrededor de la cabeza de mi pene inferior, y mis pensamientos se cortan. Ella me toca lentamente, explorándome de una manera que me dan ganas de rugir. Tócame. Más duro. Cierro las mandíbulas para mantener las órdenes adentro. Ella no es como las otras con las que he estado. Soy el primero de mi especie, y sin duda el primero de mi tamaño. Tengo que ir despacio, para prepararla. Verificar… Ella se sumerge y arrastra la parte plana de su lengua sobre mi raja. Casi me corro justo en ese momento. La sensación solo se vuelve más fuerte cuando ella se sienta y se lame los labios. —Yo… yo no puedo tomarte en mi boca. No adecuadamente. Diosa, pero esta mujer me va a matar. Aprieto mi agarre en la ropa de cama, el débil sonido de trituración hace que me mire con recelo. —No te detengas,— muerdo. —Estoy bien. —No te ves bien—. Desliza las yemas de los dedos por la parte superior de una polla y sube por la parte inferior de la otra. —Parece que tienes dolor—. Una pequeña sonrisa tira de los bordes de sus labios, pero sus ojos oscuros están preocupados. —¿Perderás el control?

—No.— La palabra es tan confusa que no me suena. —¿Estás seguro? No puedo decir si se está burlando de mí o es una pregunta genuina. Diosa, dame fuerza. No. Voy. A. Asustarla. —Te doy mi palabra. No perderé el control. Esta vez.

13 BRIAR

Esta vez. Nunca me he sentido más poderosa que en el momento en que le doy una caricia a una de las dos, si dos, pollas de Sol y observo cómo se destacan todos los músculos de su cuerpo. Nunca he pensado mucho en el atractivo de las pollas, pero las suyas son preciosas. Simplemente me gusta el resto de él, humanoide y, sin embargo, no al mismo tiempo. Ambas se curvan ligeramente hacia su estómago y son de un verde intenso. Está absolutamente destrozando la cama con sus garras, como si necesitara alguna salida. Como si mis toques torpes y tentativos fueran suficientes para distraer a este dragón. No debería molestarlo. Obviamente se está agarrando de un hilo, y aunque la idea de ser tan tentadora como para hacerle perder el control es atractiva, el tamaño de sus pollas es suficiente para hacerme pensar. No sé si puedo tomar una, y mucho menos las dos. La idea de forzarlo hace que se me revuelva el estómago. Ha sido bueno con él. Agradable. No quiero que eso pare. Sin embargo, es más que eso. Me ha dado placer, sí, pero también me ha dado otras cosas igualmente valiosas. Honestidad. Paciencia. Un tipo de cariño que apenas puedo

comprender. No soy tan ingenua como para pensar que siempre será así, pero al mismo tiempo, ¿cómo no dejarme seducir por completo por la idea de pasar los próximos siete años como la esposa de este hombre? —Briar. Arrastro mi mirada hacia atrás para encontrarse con la suya. Puede que sus rasgos no sean humanos, pero sus ojos son bastante fáciles de leer ahora que he pasado un poco de tiempo con él. Prácticamente están ardiendo de necesidad. Presiono con la palma de la mano el colgante que cuelga entre mis pechos y él sigue el movimiento con un ligero tirón que es más reptiliano que humano. —El hechizo funcionará. Estás protegida. Incluso ahora, me asegura que estoy a salvo. Protegida. El colgante se siente casi tan cálido contra mi piel como su cuerpo. Miro sus pollas de nuevo y trago saliva. —¿Cómo hago esto? Sol sisea en lo que suena a agonía. —Toma el fondo. Frótate en la parte superior. Ha hecho esto antes, me recuerdo. El pensamiento pincha como agujas en mi piel. Ha follado con otras antes que yo. Se aseguro de que se sintieran bien y seguras y... No hay motivo para que me sienta celosa de una humana sin rostro que lo ha tenido antes. Incluso si tuvieran más experiencia y probablemente no necesitaran ser manejadas con guantes de seda de la forma en que me está tratando en este momento. Apuesto a que se las folló en lugar de quedarse tirado allí y dejar que se abrieran paso a tientas en el proceso. —Briar. Cada vez que dice mi nombre, es como si llegara directamente a mi corazón y acariciara algo suave y pecaminoso. Arrastro un respiro y me levanto hasta que soy capaz de hacer

muescas en su enorme polla en mi entrada. —Eres demasiado grande. Maldice, su voz tensa y sibilante. —Relájate. Deja que tu cuerpo y la gravedad hagan el trabajo. ¿Relajarse? Estoy a punto de partirme por la mitad. Solté una risa medio histérica. —No sé con quién estabas teniendo sexo antes, pero deben ser mejores que yo en esto. No puedo llevarte. Me agarra de las caderas. Sus manos son tan grandes que me abarcan por completo. Sol se inclina y pasa la lengua por mis pezones. —Puedes llevarme, novia—. Me presiona hacia abajo, la cabeza ancha de su polla me atraviesa. —Fuiste hecha para mí. No puedo pensar más allá de la pura invasión de él. Muevo mis caderas, pero él no me deja escapar. No me empuja ni trata de apresurar las cosas, pero no puedo escapar de él. Mi aliento solloza. —Es demasiado. Hace una pausa. —¿Quieres parar? —No.— La negación llega rápida y dura. Toda esta experiencia es abrumadora, pero no está mal. Ni siquiera un poquito. —Entonces toma mi otra polla en tu mano—, ordena. Obedezco inmediatamente. Se siente tan absurdamente grande contra mi palma como lo hace en mi coño. Miro hacia abajo y me doy una risa áspera. —Apenas estás dentro de mí. —Soy consciente—, gruñe. —Es…

—Frota mi polla en ese pequeño clítoris hambriento, Briar. Hazlo ahora. Me sobresalto ante la áspera orden en su voz, lo que me hace hundirme un poco más en su longitud. Todavía se siente imposiblemente grande. Presiono tentativamente su otra polla contra mi clítoris, sintiéndome tonta. ¿Qué es esto? —Oh.— Él es tan suave aquí. Eso lo sabía, por supuesto. Tenía mis manos y mi boca sobre él hace poco tiempo. Pero la dureza es lo que me hace temblar como si estuviera teniendo una experiencia extracorpórea. Aprieto su pene mientras lo presiono de nuevo contra mi clítoris. Se siente bien, pero necesito... Muevo un poco las caderas. Si. Eso es lo que necesito. Fricción. Lo presiono más fuerte contra mi clítoris y giro mis caderas. Distantemente, soy consciente del hecho de que me estoy hundiendo más en su pene con cada golpe, pero todo lo que siento es placer en medio de una plenitud abrumadora. —Ahí tienes—. La voz de Sol está distorsionada. —Tómame, mujer. Siéntete bien. —Es demasiado—, susurro. Pero mi cuerpo sabe lo que mi mente no. No hay duda. Lo monto lentamente, ejercitándome hasta que no puedo más de él. Su agarre se desplaza hacia abajo para acunar mi trasero. Apenas registro lo que está haciendo hasta que se pone tenso, y de repente mi peso está en la palma de sus manos. Empiezo a protestar, pero él me levanta, aliviándome casi de su polla. —¡No! Lo necesito. La risa sibilante de Sol hace que mi coño se agite. —Te daré lo que necesitas—. Él me baja, una pulgada agonizantemente lenta a la vez. —Necesitas correrte sobre esta polla.

Difícilmente puedo reconciliar a este amante que habla obscenamente con el cortés, aunque franco, dragón que he estado conociendo. No sé qué dice de mí que me gustan las palabras escandalosas que derrama. Me gusta que me mueva como… —Oblígame. Fóllame—. No quiero decir las palabras en voz alta, pero es un hábito que estoy desarrollando con Sol y que no sé cómo detener. —¿Qué?— Sol dice lentamente. Esto no es real, pienso aturdida. Nada de lo que digo importa. Esto está fuera del tiempo, fuera del espacio. Todo es fingido. Si todo es fingir… entonces tal vez pueda decir las palabras pecaminosas e imperdonables que brotan detrás de mis labios. No puedo dejar de temblar. Estoy tan cerca, me siento febril. —Quiero que me folles, Sol. Quiero que me llenes con tu semilla, tal como lo prometiste. Yo... —Trago saliva. Las palabras son groseras y llevan las cosas demasiado lejos. No sé qué me pasa, pero es como si no pudiera parar. Debería estar avergonzada. Quiero ser valorada y apreciada y, sin embargo... —Hazme sentir bien. Un escalofrío recorre su cuerpo, y su agarre en las medias de mi trasero, sus garras pinchan mi piel. —Estoy tratando de no asustarte. Lo sé. Es por eso que me siento lo suficientemente segura para hacer esto. Acaricio su pene superior, haciendo lo mejor que puedo para sostener su mirada. Necesito saber hasta dónde llega esto. Está tratando de contenerse, y aunque aprecio profundamente eso, también quiero meterme debajo de su piel tanto como él se metió debajo de la mía en tan poco tiempo. — Prométeme que este colgante funcionará. Su respiración sisea. —Funcionará. Lo prometo. —Haz que me corra— susurro. Lamo mis labios. —Lléname.

—Llenarte.— Se arquea hasta que nuestras caras están parejas. —Qué bromista eres, Briar—. Me tenso, pero él no lo dice como si fuera algo malo. Aún así... —¿Lo siento? —No, no lo sientas.— Enrolla su antebrazo alrededor de mi cintura, y luego nos estamos moviendo. Sol se baja fácilmente de la cama sin desalojándome de su polla y se da vuelta para dejarme en el borde de la ropa de cama. Se inclina y presiona sus manos a ambos lados de mi cabeza, mirando mi cuerpo extendido. —Te gusta hacerme enloquecer. El tiene razón. Lo hago. Me gusta aún más cuando comienza a moverse, follándome con movimientos lentos que nunca van demasiado lejos. Presiono su polla superior para que esté follando contra mi cuerpo. Se siente tan bien, mi espalda se inclina. —Mi novia.— Él empuja un poco más fuerte. Poniéndome a prueba. —Tienes un pequeño coño necesitado, ¿no? ¿Es esa suficiente polla para ti, Briar? —No.— Sacudo la cabeza contra la ropa de cama. Lo que parecía demasiado hace poco tiempo de repente es exactamente correcto. —Puedo tomar más, Sol. Por favor. —Eres una buena chica, Briar—. Su voz hace esa cosa sibilante que me encrespa los dedos de los pies. —Una buena chica para todos los demás. Aunque no para mí—. Acaricia mi garganta, sus dientes arrastrándose suavemente sobre mi piel vulnerable. —Para mí, tomarás cada centímetro y pedirás más—. Él empuja más profundo. —¡Sí!

—Pequeño y apretado coño prácticamente rogándome que te llene—. Apenas suena como si me estuviera hablando a mí. Sus palabras se confunden hasta que son casi incomprensibles. Traza el cordón colgante con su lengua, y por un momento sin aliento, creo que tiene la intención de morderlo de inmediato. Estoy tan perdida que podría correrme en el acto si lo hiciera. Sin embargo, Sol no lo hace. Lo prometió, después de todo. Acelera el paso. Puedo decir que todavía está siendo cuidadoso conmigo, pero no tan cuidadoso como lo era hasta este punto. Cada golpe hace que mis pechos reboten y me robe el aire de los pulmones. —Córrete, Briar. Ahora mismo, joder. El placer surge, enviándome más cerca del borde, pero no es suficiente. —No puedo—, sollozo. Intento moverme, encontrar sus embestidas, pero estoy inmovilizada con demasiada eficacia. —Llénate—, murmura. —Pon un bebé dentro de ti. —No.— Pero levanto mis caderas para tomarlo más profundo. —No lo harás. La risa sibilante de Sol es casi cruel. Casi... pero no del todo. —Entonces dime que pare. Porque si no lo haces, me voy a correr dentro de ti, novia—. Su trazo se engancha, perdiendo su ritmo suave. —Y si te lleno, nunca voy a parar. ¿Me entiendes? En cada oportunidad que tenga, estarás en mi polla. Una y luego la otra. —Yo…— Lo que sea que estaba a punto de decir termina en un grito de sorpresa mientras empuja profundamente. Se siente como si estuviera golpeando mi final, cada chorro de su polla inferior es un o palpitante incluso cuando su semen desborda mi coño. Sol apenas espera a que los chorros se detengan antes de masturbarse y luego me llena con su segunda polla. —Tómalo,

novia. Tómalo todo.— Empuja profundo por segunda vez, y es demasiado. Grito mi camino a través de un orgasmo mientras él me sigue, llenándome... llenándome en exceso... y luego desplomándome sobre su costado y tomándome con él, su polla todavía temblando dentro de mí. Vuelvo a mí misma en oleadas. Un núcleo profundo de placer todavía palpita dentro de mí, y tengo el pensamiento levemente horrorizado de que no me costará mucho volver a ser esa mujer escandalosa que exige que Sol me folle y me llene. ¿Quién era ella? Me acerca más y trato de pensar en el hecho de que estoy empapada de la cintura para abajo o que voy a estar increíblemente adolorida tan pronto como desaparezcan las endorfinas. Lo intento… y fallo. —¿Demasiado?— finalmente pregunta. Dios, pero me gusta este dragón. Acaricio su pecho escamoso y luego salto cuando su polla se contrae dentro de mí. —Para. No puedo más. —Tomarás lo que te doy—. Pero no hay urgencia detrás de la declaración. —Responde a la pregunta, Briar. Una vez más, me encuentro agradecida por nuestra diferencia de tamaño porque hace que sea más fácil no mirarlo a los ojos mientras digo la verdad. —No —susurro. —No fue demasiado—. Y luego, porque me lo pidió, no puedo evitar hacer lo mismo. —¿Fui demasiado? Sol arrastra una sola garra por mi columna. —Nunca.— Me quita de su polla y me mueve hacia arriba hasta que nuestras caras están parejas, borrando mi habilidad de esconderme de él. Sus ojos oscuros son tan serios mientras me estudia. —Los juegos de dormitorio son lo que son—. Pasa un pulgar gigante

por la parte inferior de uno de sus senos. —Prometí que no te quitaría el colgante, y no lo haré. ¿Pero si quieres jugar juegos de reproducción en el dormitorio? Estoy más que feliz de hacerlo—. Rodea mi pezón con una garra, el toque es ligero como una pluma. —O en el estudio. O en la biblioteca. Si necesitas que dirija esto, Briar, estoy muy feliz de jugar contigo—. Hace una pausa. —Al menos mientras tú lo quieras. Trago saliva. —¿Y si quiero parar? —Entonces nos detendremos. Una vez más, no puedo dejar de pensar que Sol demasiado bueno para ser verdad. Pero entonces, no lo ¿verdad? No importa cuánto esté empezando a disfrutar tiempo con él, ese tiempo tiene una fecha de finalización mente.

es es, mi en

Siete años. El pensamiento casi me hace reír. Ni siquiera he estado aquí siete días, y apenas me reconozco. ¿Cómo será dentro de unos meses? ¿En unos años? Pensé con certeza que Sol no tendría la oportunidad de convencerme de hacer lo que quiere, pero me siento como otra persona cuando tengo sexo con él. ¿Quién seré yo si seguimos así?

14 BRIAR

Sol me palmea entre los muslos. —¿Estas adolorida? —Un poquito.— Posiblemente más que un poco. Él no es pequeño, y no fue demasiado amable hacia el final. Intento cerrar las piernas y me estremezco. —Está bien, sí. Muy. Él hace esa cosa tan linda que acaricia mi mandíbula, y luego se pone de pie y se mueve. —Espera allí. No podría moverme aunque quisiera. Mis piernas no dejan de temblar, y los pequeños temblores recorren mi cuerpo hacia el norte. No es desagradable, pero es extremadamente desconcertante haber perdido el control de mis extremidades. El sexo nunca ha sido así antes. Presiono mi mano contra mi boca para sofocar una risa. Por supuesto, nunca ha sido así antes. Acabo de tener sexo con un dragón. Excepto que es más que eso. Sol puso mi placer primero. No usó mi pérdida de control para degradarme. Estoy bastante segura de que podría llamarme una putita sucia, y lo disfrutaría porque de él, sonaría como un cumplido de la misma manera que lo hace una novia. No lo entiendo, pero soy demasiado vaga para cuestionarlo.

Regresa y se detiene al borde de la cama, mirándome. Es entonces cuando me doy cuenta de que sus penes se han ido. Miro fijamente sus caderas. ¿Se dividieron las escamas allí antes? no puedo recordarlo. Lucho por incorporarme sobre los codos, pero eso es todo lo que soy capaz de hacer en este momento. Mejor mirar su rostro que preguntarse adónde han ido sus pollas. Más seguro, tal vez. —No puedo leer tu expresión. ¿Qué estás pensando? Duda, pero finalmente se da una sacudida. —Estoy pensando que eres mía, Briar Rose. Está bien, tal vez no sea más seguro. Me tenso, esperando la negación instintiva. Sé lo que es estar con una pareja que cree que puede reclamarme como una posesión en lugar de una persona. No... Viene. Aun así, levanto la barbilla. —Soy mía, Sol. —Sí.— Se agacha y me toma en sus brazos. —Pero también eres mía. Se da la vuelta y me lleva al baño. La tina de gran tamaño está llena de agua humeante, y Sol simplemente camina directamente hacia ella. De repente, no es demasiado grande en absoluto. Me tenso, pero él se acomoda contra el borde y coloca un antebrazo en mi cintura. —Relájate. El agua caliente ayudará con el dolor. Las endorfinas de los orgasmos múltiples comienzan a desaparecer. El dolor podría ser el eufemismo del siglo. Me duelen todos los músculos como si hubiera corrido un maratón, pero no creo que los corredores de maratón tengan un dolor entre las piernas. Por otra parte, ¿qué sé yo? Cuidadosamente paso mis dedos por los pequeños cortes que recubren la parte inferior de mi estómago. Puedo sentir un conjunto a juego en mi culo. —Tú me mordiste. Sisea algo parecido a una risa. —Si realmente te muerdo, no creo que sobrevivas.

—Probablemente no.— Me relajo contra él, dejando que el agua me mantenga a flote mientras Sol me mantiene firme. — ¿Qué haces para divertirte, Sol? ¿Cuando no estás dirigiendo este territorio o visitando a Azazel para follarte a sus humanas? —Lo haces parecer como si fueran sus mascotas—. Él resopla. —Y, más allá de eso, solo lo he visitado un puñado de veces. —¿Te follas a muchas dragonas entonces?— Dios, ¿por qué estoy preguntando esto? Esos celos de antes están de vuelta y quemando un agujero en mi pecho. Hace una pausa como si sopesara su respuesta. —Apenas he sido célibe desde que alcancé la madurez, incluso después de que terminó mi noviazgo. Hubo varias compañeras dragones a lo largo de los años, y siempre tuvimos un entendimiento mutuo sobre lo que nuestras relaciones podían y no podían ser. Porque sus padres querían que se casara con una humana y salvara el territorio. El conocimiento me hace sentir extraña. — Yo… —No dejes de decir tus pensamientos ahora—. Su antebrazo se flexiona contra mis caderas. —Dime lo que estás pensando. —No quiero compartirte —susurro. —Puedo ver por qué preferirías una dragón, especialmente porque casi te casas con una, pero si eres mi esposo y yo soy tu esposa, entonces quiero ser exclusiva—. Es curioso cómo he pasado de no querer volver a casarme a exigir que el dragón marido que nunca quise esté solo conmigo. Sol acaricia mi sien. —No habrá nadie más que tú, Briar. Lo prometo.

Otra promesa en la que no tengo por qué creer, pero no me ha dado ninguna razón para dudar de él. Miro el muro de piedra, preguntándome cómo llegamos tan rápido a aguas tan desconocidas. Está tenso detrás de mí, y como soy cobarde, nos desvío de nuevo a temas más seguros. —¿Estás seguro de que las humanas no son las mascotas de Azazel? Se relaja contra mí. —Son lo suficientemente libres, incluso si permanecen en el territorio de los demonios negociadores. No puedo hablar de sus motivaciones, pero difícilmente las mantienen enjaulados y las pasan sin consentimiento. No todas eligen, ah, entretener a los invitados de Azazel de otros territorios. Trazo un dedo a lo largo de sus escamas. Sí, es mejor hablar de Azazel que del sentimiento extrañamente territorial que corre bajo mi piel. —Si tiene tantos humanas, ¿por qué tuvo que traer cinco para ti? ¿Por qué no dejar que se mezclen con el resto de la población del reino? —Azazel es un bastardo astuto—. Él resopla. —Es intencional. Puede que ahora estemos en paz, pero no siempre lo hemos estado. Él cuelga una fruta tentadora frente a nosotros y retiene la verdadera posibilidad de algo más que un simple sabor. La presencia de tantos humanos cuando los viajes entre los reinos son raros es una fruta tentadora, pero el linaje de Azazel está plagado de humanos. Es significativamente más poderoso que el resto de nosotros y, como resultado, su territorio nunca será conquistado. Este mundo es reconocible en algunos aspectos, pero tan extraño en otros. —El equilibrio parece funcionar bastante bien en este ámbito. No estás en guerra. —No actualmente.— Él suspira. —No mentiré y diré que no me preocupa lo que sucederá si algunos líderes territoriales tienen éxito y otros fracasan. Nuestras escaramuzas han sido solo eso durante varias generaciones, escaramuzas. Pero si la

balanza se inclinara de manera sustancial, la guerra es casi inevitable. Me estremezco. Obviamente sabía que un niño era parte de los objetivos de Sol, pero no me había detenido a considerar las implicaciones de que todos los líderes territoriales pudieran estar buscando lo mismo. Excepto… —¿Pero sobre la señora del humo y el fuego? ¿Cómo funciona eso con, eh, el embarazo y esas cosas? —Rusalka—. Dice su nombre casi como una maldición. — Los súcubos y los íncubos no eligen líderes de la misma manera que lo hacen los dragones. No es el linaje lo que determina quién hereda el título. Es la fuerza. —Oh.— Y un niño mitad humano sería fuerte. Me estremezco. Estos líderes territoriales no pueden obligarnos, pero ¿resistirán las demás? Ojalá lo estén haciendo mejor que yo. Excepto que eso no es justo. Sé dónde está mi línea, al menos en eso. No puedo extender eso a nadie más que a mí. Si una de las otras mujeres quiere tener doce bebés con su monstruo, es asunto suyo. ¿Incluso si le duele a Sol? Cerré el pensamiento. Hice mi trato con los ojos bien abiertos, pero no lo hice para ayudar a nadie más que a mí. Ciertamente no soy lo suficientemente desinteresada como para renunciar a un hijo. Me estremezco de nuevo y envuelvo mi mano alrededor del colgante, dejando que su solidez me estabilice tanto como tener a Sol envolviendo mi cuerpo cansado. —Parece muy complicado. —Sí.

Me gusta que sea bastante directo. Él no juega con las palabras y habla en círculos a mi alrededor. Incluso cuando obviamente no quiere hablar de algo, no me hace sentir que es mi culpa que haya surgido el tema y ahora está irritado porque soy demasiado tonta para entender el problema. Me tenso y golpeo el agua. —Maldición. —¿Qué ocurre? —Es como si me estuviera persiguiendo. No puedo dejar de compararlos a ustedes dos, no puedo detener mis expectativas de que las cosas serán contigo como lo estaban con él. Descansa su barbilla ligeramente en la parte superior de mi cabeza. —No pretendo conocer tus experiencias, pero me imagino que algo así no desaparece simplemente porque nos gustaría. Observo la pared de azulejos del baño. —Quiero que desaparezca. Tuvo poder sobre mí durante demasiado tiempo. No dejaré que tenga más ahora que se ha ido. Ya no. Silencio excepto por nuestra respiración entrecortada y el latido constante del corazón de Sol latiendo a través de su pecho donde apoyo mi cabeza. Finalmente, dice: —¿Te gustaría ver la biblioteca mañana? El hechizo de traducción solo funciona para hablar, pero creo que hay otro que te permitirá leer. Me incorporo tan rápido que tiene que echarse hacia atrás para evitar que le golpee la mandíbula. —¿Podríamos hacer eso?— Me preguntaba si era posible, pero con todo lo que había pasado desde entonces, casi lo había olvidado. —Me comunicaré con Azazel mañana con la solicitud. Me giro en sus brazos y él lo permite. Tal vez algún día deje de sentirme tan extraña que me siento más segura con un

dragón con dientes y garras que podría desgarrarme en pedazos de lo que me he sentido con un humano. —Sé que el hechizo de traducción es muy útil, pero si voy a estar aquí por siete años, me gustaría aprender tu idioma correctamente. Me mira fijamente durante mucho tiempo. —Sabes que eso no es necesario. Empiezo a tensarme, pero está siendo muy cuidadoso conmigo de una manera que no me resulta familiar. Me siento, me apoyo en sus muslos y me echo el pelo hacia atrás. —Sé que no es necesario, pero eso no significa que no quiera hacerlo—. No sé si nuestras bocas están formadas tan diferente que hará que sea una tarea imposible, pero está siendo muy amable conmigo y quiero saber más sobre él. Esto no es para una semana o incluso un mes. Esto es siete años. No puedo pasar todo ese tiempo escondida en una habitación. Quiero saber más sobre Sol y su gente y su historia. Nuestra historia, en realidad, porque hubo superposición en algún momento del pasado lejano. Inclino la cabeza hacia un lado. —Tenemos historias sobre dragones en mi reino. Pero no se parecen a ti. Eran tan grandes como casas. Tenían algo con las vírgenes. —Calumnia.— La diversión se filtra en su tono. —Si tomamos vírgenes, fue solo porque eso es lo que tu gente ofreció. No fue preferencia. Parece desafiar la posibilidad de que los dragones realmente existieran, pero nuevamente desafía la posibilidad de que hice un trato con un demonio y terminé en un reino diferente. — ¿Todavía hay dragones de ese tamaño? —Sí.— Pasa sus garras por mi cabello. —Algunos de nuestros antepasados optaron por no cruzarse con los humanos, por lo que todavía hay dragones tan grandes como casas—. Una vez más, capto una leve tensión de diversión, aunque definitivamente no se está riendo de mí.

Pienso en. Entonces lo pienso un poco más. —Como ellos… Sol da esa gloriosa risa sibilante suya. —Los registros no están claros, pero después de ver a los demonios negociantes y los íncubos y súcubos lograr reproducirse, las razas menos humanoides también lo intentaron. La curiosidad me tiene en un estrangulamiento, pero el agotamiento se eleva en una marea que no puedo combatir. — Voy a tener mil preguntas mañana. —Espero que así sea.— Por su parte, en realidad parece que lo dice en serio. —Me gustaría dormir contigo esta noche, Briar. Probablemente debería decirle que no. El sexo es una cosa pero… ¿Pero qué? No soy alguien que sepa separar sexo y emoción. Simplemente no lo hago. He estado con exactamente otras dos personas en mi historia, y ambos fueron novios a largo plazo. Me estremezco sin embargo, tampoco eran hombres particularmente buenos. Pero Sol no es un hombre normal, ¿verdad? Él es un dragón. Mis emociones ya están comprometidas. No permitiré que eso cambie de opinión acerca de tener un hijo con él y, posteriormente, dejarlos atrás al final de este trato, pero ya he sufrido mucho. La angustia en siete años es una amenaza débil. Desamor. Casi me río. Confía en mí para sumergirme en el peor de los casos. Me gusta Sol, sí. Confío en él de una manera incipiente. Eso difícilmente significa que lo amo. —Sí, podemos dormir juntos.

Intencionadamente, no pienso en el hecho de que se siente como si acabara de firmar por más de siete años.

15 SOL

Mi novia sufre de pesadillas. Ya me resigne a un desvelo anoche. El precio vale más que la recompensa de descansar junto a Briar. Soy un bastardo despiadado, porque tomaré cada centímetro que me dé y luego presionaré para obtener más. Me gusta mi novia pelirroja. Es la mezcla más extraña de frágil y fuerte, de temerosa y más valiente que una bestia cuatro veces más grande que ella. ¿Y cuando el placer le hace olvidar pensar tanto? Tengo que concentrarme en la respiración para controlar la respuesta de mi cuerpo. Necesitará el bálsamo que los demonios negociantes tienen a mano para sus humanos. Algo que debería haber considerado la última vez que estuve en presencia de Azazel. Ahí es cuando ella gime. Es un sonido lleno de terror absoluto. Me tenso, inmediatamente busco en la habitación una amenaza, pero por supuesto no hay nada. Habría notado el momento en que algo invadió mi territorio inmediato. Ni siquiera los íncubos o súcubos con sus formas de humo podrían engañar mis sentidos. Aquí no.

Briar gime de nuevo. Sus labios forman una palabra casi sin sonido. —No. Me acerco a ella, pero me detengo en seco. Las pesadillas son criaturas extrañas. A veces despertar es la respuesta, pero a veces empeora las cosas. No sé de qué lado de las cosas cae Briar. No había pensado en preguntar. La frustración impotente aumenta con cada movimiento, con cada sonido de animal herido que hace. Obsesionada. Así se llamaba a sí misma. Es fácil olvidar durante nuestras horas de vigilia cuando ella está haciendo todo lo posible para cargar hacia adelante de una manera tan dulce que hace que me duelan los dientes. Ella encontró mi presencia reconfortante antes. Tal vez sea suficiente para alejar la peor de sus pesadillas. En este punto, yacer aquí y esperarla es casi imposible. Si yo fuera uno de los íncubos, podría colarme en sus sueños y luchar contra lo que sea que la amenace allí. Incluso los demonios negociadores tienen más poder que yo en este tipo de situaciones, aunque solo pueden soñar saltando si tienen algún íncubo en su historia familiar. Desafortunadamente, estoy limitado a lo físico. Me pongo de costado, frente a ella, permitiendo que mi peso hunda la ropa de cama entre nosotros. Ella se desliza más cerca. Otro cambio, y ella está presionada contra mi pecho. Eso debería ser suficiente, pero no puedo evitar mover mi cola sobre sus muslos y contra su espalda, instándola a acercarse aún más. Envolviéndola en mí. Briar da un último suspiro exhausto y luego parece caer en un sueño sin sueños. No duermo en absoluto. Solo cuando el amanecer cruza el cielo fuera de la ventana, me deslizo de la cama. Hago una pausa para envolverla con más firmeza en las mantas y vestirme. Luego salgo de la habitación y camino por el pasillo. No hay un portal permanente abierto entre

el torreón y el castillo de Azazel, pero tenemos correspondencia abierta, cortesía de mis visitas anteriores.

una

Espero poder terminar este recado y estar de vuelta antes de que Briar se despierte. Mi estudio está exactamente como lo dejé... excepto por la pila gigante de papeleo que parece haberse generado de la noche a la mañana. Sé muy bien que si no hubiera despedido a los asistentes y al personal de Aldis, no sería tan malo, pero el frenesí de apareamiento parece más probable a la fría luz de la mañana. Es mejor para todos que Briar y yo encontremos nuestros pies sin público. ¿Qué pasa si nunca encontramos nuestros pies? Ignoro la duda que amenaza con apoderarse de mi cerebro y abro el cajón de arriba. Ahí está el pergamino que negocié mucho con Azazel para conseguirlo. Tengo que obligarme a reducir la velocidad, a ser amable, mientras lo recojo y lo desenrollo en la única parte despejada del escritorio. Es mágico, pero eso no significa que sea indestructible. Tardo unos segundos en garabatear mi solicitud. Golpeo mis garras en el escritorio, esperando la respuesta. Azazel, o quienquiera que tenga monitoreando las comunicaciones, no me hace esperar mucho. La respuesta llega dos minutos después. Enviaré a Ramanu. Observo las palabras, pero no cambian por muy poco que me agraden. Ramanu es una irritación, y nos mirará a Briar y a mí y sabrá exactamente hasta dónde ha escalado nuestra relación. Lo cual informará de inmediato a Azazel. Pero si trae el hechizo y el bálsamo, supongo que es un precio justo a pagar.

Miro fijamente mi escritorio durante varios largos momentos, pero rápidamente se hace evidente que no me concentraré en nada mientras espero que llegue Ramanu. Más, no me gusta dejar a Briar sola en la cama. Lo que tenemos se siente frágil y se rompe fácilmente. Ella confió en mí anoche, y no haré nada para ponerlo en peligro. El problema es que todo mi conocimiento de los humanos proviene de interacciones limitadas y libros más antiguos que cualquier dragón vivo actualmente. Nuestra gente ha cambiado significativamente en las generaciones intermedias. Sin duda, los humanos también lo han hecho. No sé lo suficiente, lo que significa que los pasos en falso están casi asegurados. Me pongo de pie y salgo de la oficina. Mejor estar allí cuando se despierte. Mejor no retroceder o darle tiempo a dudar de lo que pasó entre nosotros. Si hubiera estado pensando con claridad, nunca habría dejado que las cosas se salieran de control, pero dejé de pensar en el momento en que la tuve en mis manos, y cuando la probé... Todo fue instinto. Todavía no estoy seguro si el instinto me guió en el error o no. Siete años se sintieron como una pequeña eternidad cuando acepté el trato de Azazel, pero cuando abro la puerta y paso para encontrar a Briar acurrucada en mi cama, me asalta la idea de que no será suficiente tiempo. Me acerco a la cama y me hundo para posarme en el borde. Sus ojos se abren y no me gusta la sacudida en mi pecho cuando se enfocan en mí e inmediatamente sonríe. Es una expresión suave. Nuestras caras son tan diferentes, nuestras emociones son tan extrañas entre sí, pero ella no es experta en ocultar las suyas. No cuando miro sus ojos oscuros. Mi novia está feliz de verme esta mañana.

Extiendo la mano y con cuidado tamizo mis garras a través de su cabello enredado. —Estabas soñando anoche. —Ah—. Inmediatamente, sus expresivos ojos se cierran. — Preferiría no hablar de eso. Lo que significaba que estaba soñando con él. Nunca he odiado a un extraño como odio al difunto esposo de Briar. Es un esfuerzo para evitar que mi cresta se ensanche, para mantener el silbido fuera de mi voz. —Por supuesto. Pero si alguna vez decides que hablar podría ayudar, aquí estoy. —Ok.— Tentativamente estira la mano y pasa sus dedos por mi antebrazo, casi como si no pudiera creer que se le permite tocarme. Esa sensación de sacudida en mi pecho empeora. Briar se aclara la garganta. —Ese baño de anoche fue encantador, pero todavía voy a estar caminando raro hoy. Estoy, eh, muy dolorida. —Ramanu debería estar aquí en breve con un bálsamo que ayudará significativamente—. Solo sé cómo funciona en teoría, ya que los demonios negociadores cuidan a sus humanos y no permiten que nadie más participe. Ahora que tengo Briar, entiendo un poco más. No soy del tipo de compartir, pero si lo fuera, me gustaría tener los momentos más suaves después para mí y solo para mí. —Ramanu. Lo dice con tanta exasperación que me río. —Ven, Briar. Vamos a alimentarte y, con suerte, ese demonio llegará pronto. ¿Quieres que te lleve? Abre la boca, duda y finalmente parece obligarse a mirarme a los ojos. —¿Es terrible que me guste que me cargues? —Si es terrible, entonces ambos somos terribles.

Briar sonríe de nuevo. —Sin embargo, creo que puedo llegar al baño sola. Lo hace, aunque es levemente doloroso verla hacerlo. Voy a tener que comprar un recipiente del bálsamo curativo si vamos a tener sexo tan a menudo como me gustaría. Cierro los ojos y me concentro mucho para tener mi cuerpo bajo control a raíz de ese pensamiento. Ya habrá tiempo para eso más tarde. En este momento, tengo una novia que alimentar y cuidar. Por extraño que parezca, el pensamiento es tan agradable como la idea del sexo. Más aún, incluso.

16 BRIAR

Para cuando logro salir del baño, estoy lista para decirle a Sol que estaba demasiado apurada al aceptar ser llevada en brazos. ¿Qué soy yo, una princesa esperando a su caballero de brillante armadura? Caminar es levemente doloroso, pero he lidiado con cosas peores por razones menos placenteras. Nunca me da la oportunidad. Sol espera cerca de la puerta como si estuviera seguro de que colapsaré en el momento en que entre, con una lujosa túnica colgando de sus garras. Es un verde intenso que combina con la parte más oscura de sus escamas, y el material refleja la pálida luz de la mañana de una manera que me deja sin aliento. Lo cuelga alrededor de mis hombros y espera a que deslice mis brazos a través de las generosas mangas. Me lo ato y me estremezco. El interior es incluso más suave de lo que parece en el exterior. Más cálido, también. —Gracias. —Me gustas en verde—. Me levanta en sus brazos sin decir una palabra más. Se siente diferente ser cargada por él hoy. Ahora sé exactamente qué placer es capaz de ofrecer. Mi cuerpo se tensa en respuesta al recuerdo de la noche anterior que cae sobre mí. Lo que hace que el dolor palpite entre mis piernas. Realmente es

enorme, pero a pesar de lo dolorida que estoy, estoy deseando volver a hacerlo. La pura libertad de estar con Sol, de no preocuparme de que él esté juzgando o que vaya a tomar en mi contra cualquier cosa que diga en un momento de necesidad... y que me va a dar placer. Más placer del que podría haber soñado posible. Lo que sucedió después del sexo fue igual de revolucionario. No se dio la vuelta e inmediatamente se fue a dormir. O, peor aún, marcharse. Él me cuidó. Y luego durmió a mi lado, su cuerpo más grande se enroscó alrededor del mío. Puede que no haya sido suficiente para evitar las pesadillas, pero eso requeriría un milagro en este momento. Fue agradable. Más que agradable. Sol saborea el aire con la lengua. —¿En qué estás pensando, Briar? El calor surge debajo de mi piel, y sospecho que me acabo de poner tan roja como mi cabello. —Nada. —Mentirosa. Me tenso, pero él lo dice casi con cariño. No entiendo cómo Sol puede usar las mismas palabras que Ethan pero se siente tan diferente. Trago saliva. —Tengo hambre. Él resopla y gira al pie de la escalera, adentrándose más en la fortaleza. Me relajo en sus brazos y disfruto del viaje, pero se me ocurre algo cuando Sol atraviesa una puerta y entra en una enorme cocina. Una enorme cocina vacía. —¿Por qué no hay nadie más alrededor? Seguro que no vives aquí solo con la dragón marrón. Había más de unos cuantos dragones cuando llegué aquí, pero ya no están. Sol me sienta en un taburete alto y mueve lo que parece ser una especie de arcón congelador. —Mi prima, Aldis está por aquí

en alguna parte. La conociste el primer día, y sin duda está creando papeleo mientras hablamos. También hay un pequeño personal manteniéndonos alimentados y asegurando que el lugar no se derrumbe a nuestro alrededor. Arrugo la frente. —Parece bastante solitario. Sol duda y luego coloca una serie de vegetación de aspecto extraño sobre la mesa. —La fortaleza suele estar más poblada. Tiendo a ponerme a disposición de cualquiera de mi gente que necesite mi atención, pero tienen prohibido venir aquí por un tiempo. Muerdo mi labio inferior, tentada a dejarlo así, pero Sol parece estar bien con mi curiosidad, así que me armo de valor y pregunto: —¿Por qué? Su cola se contrae, pero su cresta permanece baja. No estoy segura de lo que eso significa, pero no es ira. Sin embargo, parece tener dificultades para mirarme a los ojos. —Los dragones somos territoriales en extremo, especialmente cuando estamos recién casados. Es mejor para todos si los demás se hacen escasos hasta que pase el tiempo más intenso. Parpadeo. —Pero, ¿qué pasa con el personal que acabas de mencionar? —Todos tienen la edad suficiente para haber pasado por este tipo de cosas varias veces, la más reciente con mis padres—. Él niega con la cabeza. —Y Aldis es mi prima. Lo que no la hace exenta, pero ella no está interesada en el sexo o el matrimonio ni nada de esa naturaleza, así que asumimos un riesgo calculado al tenerla aquí. No sé qué pensar sobre eso. Casi suena como un ataque de celos, pero Sol obviamente tomó medidas meticulosas para asegurarse de que muy pocas personas estuvieran

potencialmente en peligro. —Entonces, si tuviera que hablar con otro dragón... Su cresta se enciende, un silbido profundo golpeando su pecho. — Te sugiero que no lo hagas. No durante las próximas semanas—. Él toma un profundo respiro, y luego otro, visiblemente volviendo a controlarse. —Pasara. Siempre lo hace. Pero el tiempo inicial puede ser un desafío, y te agradecería mucho que trabajaras conmigo en ello. Me doy cuenta de que los humanos no tienen las mismas tendencias. ¿No es así? Tal vez no sea tan explícita como lo hacen los dragones, pero los humanos pueden ser salvajemente celosos, y no siempre desaparecen una vez que están seguros en una relación. Paso mis dedos por mi cabello mientras Sol comienza a preparar la comida. No soy una persona celosa. No podía permitirme serlo, no con Ethan controlando cada aspecto de mi vida. Si Sol estuviera con otra persona… Mi estómago se retuerce y mi pecho se contrae. —Quise decir lo que dije anoche. No te quiero con nadie más —le espeto. Tal vez debería jugar tranquila o fingir que no me importa, pero parece que no puedo mantener mis cartas cerca de mi pecho cuando se trata de Sol. Camina hacia mí, colocando un plato de comida frente a mí. Demasiada comida, sinceramente. Sol se apoya en el mostrador y espera hasta que recojo una fruta que reconozco del desayuno de ayer y le doy un mordisco. Sólo entonces habla. — No habrá nadie más, Briar. Incluso si yo no considerara el matrimonio como algo especialmente sagrado...— Sacude la cabeza lentamente. —Nadie más lo hará. Eres tú y nadie más. Incluso mientras trato de decirme a mí misma que solo está diciendo eso porque soy su novia y soy humana y necesita

convencerme de reproducirme con él, una parte de mí no puede evitar derretirse ante la sinceridad de sus palabras. Para distraerme, tomo otro bocado y digo lo que me ha estado molestando desde anoche. —No te entiendo. —¿Cómo es eso? —Eres tan cortés y amable cuando hablamos así—. Hago un movimiento entre nosotros. —Pero cuando se trata de sexo, eres... diferente. Se mueve más cerca, y salto un poco cuando su cola gira en espiral alrededor de mi pierna. Se inclina hasta que nuestras caras están parejas. —¿Te gustó lo que hicimos anoche? Un escalofrío casi me saca del taburete. Me toma dos intentos encontrar mis palabras. —Sí.— Levanto mi barbilla, bloqueando mi garganta hacia él. —Yo…— No quiero hablar de Ethan, pero al mismo tiempo, Sol me ofrece una manera de recuperar algo que no me di cuenta que había perdido en primer lugar. —Sol, me gusta cuando me hablas así. Se siente como si lo estuvieras haciendo de una manera que no es mala. Es tan tentador dejarlo ahí, pero es como si su presencia impulsara la honestidad fuera de mí. Trago saliva. —Me haces sentir querida. —Eres querida—. Comienza a decir algo más, pero el sonido de pasos lo hace retroceder lentamente. No, no de vuelta. Se mueve entre la puerta y yo. Parpadeo hacia su ancha espalda por un largo momento, pero la curiosidad se apodera de mí. Me inclino hacia un lado justo a tiempo para ver a Ramanu dar la vuelta a la esquina. Se detienen en seco. Es difícil saberlo sin que tengan ojos, pero

parecen captar la escena en un instante. Una sonrisa lenta tira de su boca. —Alguien ha estado ocupado. El siseo de Sol suena francamente peligroso de una manera que nunca antes había escuchado. Su cresta se ensancha de par en par. —Deja las cosas y vete. Si me hablara así, habría huido para salvar mi vida. Ramanu simplemente se apoya en el marco de la puerta. — Imposible. El bálsamo para el que no me necesitas—. Hace una pausa significativa. —Aunque estoy más que feliz de ayudar a aplicarlo. —Ramanu, suficiente. Su sonrisa se ensancha. —¿Pero el hechizo de traducción? Eso es un secreto comercial. Tendré que conocer de cerca a tu pequeña novia para dárselo. El silbido se vuelve más profundo, casi como una serpiente de cascabel gigante. Miro a Sol. Es como si fuera una persona completamente diferente. Distantemente, soy consciente de que esta debe ser la territorialidad que mencionó. Me acerco pero dudo en hacer o. Si está así de enojado, podría atacar. No. Tomo una respiración lenta. Si está escondiendo una racha violenta que podría apuntarme a mí, mejor saberlo ahora. No confío en Ramanu, pero sirve a la voluntad de Azazel, y prometió mi seguridad. Si Sol me ataca, sin duda me alejará de él. Puede que no me salve la vida, pero tengo que saberlo. Pongo suavemente mi mano contra la espalda de Sol.

La reacción es instantánea. Su cresta desciende, y vuelve a mi toque. El lenguaje corporal agresivo no desaparece, pero ya no parece estar en peligro de atacar. Me aclaro la garganta. —Por favor Sol. Me gustaría mucho poder disfrutar de tu biblioteca.— Las palabras salen roncas de miedo, pero no hay mucho que pueda hacer al respecto. Se gira a medias para mirarme. —Muy bien. Ramanu, te sugiero que trabajes rápido. —La belleza domó a la bestia—, murmura Ramanu mientras se acerca. Se ríe como si se hubiera divertido y no se molesta en esquivar el cuerpo todavía erizado de Sol. —Esto no se sentirá agradable, pero será relativamente rápido. Se hunde en el taburete a mi lado y se gira hacia mí, sujetándome con sus grandes muslos. Sol deja escapar otro siseo profundo y se mueve para pararse a mi espalda, lo suficientemente cerca como para presionarme contra su pecho, y él se alza sobre nosotros dos. Estoy bastante encerrada, pero de alguna manera, con Sol tocándome, no es suficiente para causarme pánico. Ramanu saca varias herramientas de aspecto extraño y le sonríe a Sol. —Ahora tu novia tendrá dos marcas de demonio negociador. Que encantador. —Es desaconsejable provocarme, demonio. —Sí tú lo dices.— Se mueve rápidamente, usando sus garras para abrirse el antebrazo. Observo, congelada, mientras sumergen una de las herramientas en su sangre. Sin preguntar, me quita la bata del hombro, y es solo mi cuerpo reaccionando por instinto lo que me hace agarrarla a tiempo para evitar exponer mi pecho. Sol suelta otro siseo.

Ramanu, por supuesto, lo ignora y se inclina, presionando la punta de la herramienta contra mi piel. Duele. No estaba despierta para la primera marca de traducción, así que no puedo hablar de una comparación, pero se siente como dientes diminutos mordiendo mi piel. Me quedo perfectamente quieta, apretando los labios para mantener un gemido por dentro. El demonio mantiene su atención en las líneas de color rojo oscuro que están dibujando en mi piel. Solo he vislumbrado el nuevo tatuaje en mi espalda, pero este es del mismo estilo. Un último golpe que me hace morder un grito, y Ramanu se retira. —No toques esto mientras sana. Estará bien para esta noche. Si lo dañas y el hechizo no funciona, no es mi responsabilidad. —Fuera—, retumba Sol. Ramanu se recuesta lentamente. —No dejes que tus impulsos animales dañen a tu pequeña novia, lagarto. Sería una pena que perdieras tu territorio porque no puedes controlarte—. Se pone de pie y pretende considerar. —Pensándolo bien, rómpela en pedazos. Sol se mueve, un destello de color verde que aparece frente al demonio. Lo agarra del cuello y lo golpea contra la pared con tanta fuerza que me sorprende que toda la fortaleza no se estremezca. —¡Sol, espera!— Empiezo a levantarme, pero la habitación se vuelve extrañamente líquida. Doy un paso antes de que mis piernas se rindan y todo se oscurezca.

17 BRIAR

Vuelvo en mí antes de tocar el suelo, los brazos de Sol me rodean. Me levanta tan cuidadosamente como siempre parece tocarme cuando no estamos teniendo sexo. La violencia que gritaba desde su lenguaje corporal se ha ido. O al menos dirigido hacia el exterior. —Vete—, gruñe. —Nos vemos. Parpadeo adormilada a Ramanu mientras sale de la cocina, aparentemente nada peor por el intento de estrangulación de Sol. Luego se ha ido y estamos solos de nuevo. Es extraño cómo solía ver a Sol como la amenaza, pero ahora la tensión desaparece de mi cuerpo con la ausencia de Ramanu. No ha hecho nada, pero el peligro se le escapa en oleadas a pesar de su actitud irreverente. Tal vez mis instintos no estén tan jodidos como creía. —¿Briar? —Estoy bien—, digo automáticamente y luego tengo que detenerme y asegurarme de que es la verdad. —Me sentí un poco mareada cuando me puse de pie.

Sol se vuelve y me vuelve a sentar en el taburete, pero no se mueve. —Te desmayaste. —No lo creo. Exhala lentamente. —Te desmayaste—, repite con firmeza. —Come el resto de tu comida y luego te llevaré de vuelta a la cama. Mi estómago se retuerce en nudos, y ya no tengo hambre, pero él tiene un aire sobre él que dice que no se moverá de este lugar hasta que coma al menos un poco más. Yo suspiro. —Los humanos se desmayan por las agujas o el dolor todo el tiempo. No es nada de qué preocuparse. —Estoy en desacuerdo. Me mira de cerca, la tensión recubre sus hombros, y rápidamente tomo unos cuantos bocados. —Estoy bien. —Sigues diciendo eso, pero me perdonarás si no te creo—. Me observa comer durante varios largos momentos antes de dar un lento paso hacia atrás. —Pondrías tus necesidades en segundo lugar para negar el conflicto. Empiezo a discutir, pero tiene razón. Lo mejor que puedo decir es que ha sido honesto conmigo desde que llegué aquí. Se siente falso mentirle a la cara en respuesta. Trago una última pieza de fruta y me siento. —Los viejos hábitos son difíciles de romper. He estado aquí menos de una semana. Creo que puedo ser perdonada por no convertirme de repente en una nueva persona. —No te estoy pidiendo que lo hagas. Pero me perdonarás si tomo medidas para asegurarme de que no te pongas en peligro por costumbre—. Mira el plato. —¿Estás terminado?

—Sí. Sol asiente y se ocupa rápidamente de la comida restante, luego limpia y guarda el plato. Cuando regresa a mí, parece aún más serio de lo normal. —Lo digo en serio, Briar. No espero que de repente te quedes sin cicatrices—. Hace una pausa. Parpadeo, todavía masticando su declaración anterior. —No me estoy poniendo en peligro. —Todos iguales. No sé qué decir a eso. La forma fácil en que éramos antes de que llegara Ramanu se ha ido, reemplazada por la tensión. Sol se mantiene bien atado, pero no hay duda de lo tenso que está. Un escalofrío de algo que no es exactamente miedo me atraviesa. —¿Lo habrías matado? —Quizás. En ese momento, desearía que Sol fuera un poco menos honesto. —No puedes ir por ahí asesinando gente que me mira de soslayo. En lugar de responder, Sol me toma en sus brazos. Hace una pausa para agarrar el contenedor que Ramanu dejó en el mostrador, y luego regresa a través de los pasillos. Están inquietantemente silenciosos, lo que me hace darme cuenta de que no han estado hasta este punto. —¿Sol? —No tienes nada que temer de mí. No sé si eso significa que hay alguien más en esta fortaleza a quien debería temer, o si hay alguien en esta fortaleza que debería temerle. Me lleva a nuestro dormitorio y cierra la puerta de una patada detrás de nosotros con tanta fuerza que, de nuevo, me

alegro de que este lugar esté hecho de piedra inquebrantable. Sol se detiene frente a la cama y respira hondo. Solo entonces noto los ligeros temblores en sus brazos. Él sisea suavemente. —¿Confías en mí, Briar? ¿Con mi corazón? Seguramente no. Ni siquiera estoy segura de confiarle mi futuro, ya que somos diametralmente opuestos de muchas maneras. Pero él no está pidiendo tampoco. Miro sus ojos oscuros. —¿Que necesitas de mi? —Yo soy…— Lanza otro suspiro sibilante. —Es el frenesí de apareamiento. No me esperaba… Ah Me estiro y presiono tentativamente mi mano en su amplio pecho. —Necesitas reclamar lo que es tuyo. —Sí. Estoy lo suficientemente familiarizada con el concepto de los celos que empujan a alguien a este tipo de acción, incluso si mi experiencia pasada siempre me hizo sentir que de alguna manera había hecho algo mal. No se siente así con Sol. Pero entonces, nada se siente como esperaba con Sol. Tomo un respiro. —Todavía estoy muy dolorida. Tendrás que tener cuidado. —Confía en mí. Solo así, es una decisión fácil. Asiento con la cabeza. —Ok. Sol me pone de pie y me quita la bata. Se está moviendo demasiado rápido para que yo lo ayude, así que me quedo allí y permito que me empuje hacia la cama y abra mis piernas. Se queda allí por un largo momento, mirándome casi como si estuviera a punto de decir algo, pero luego parpadea y el momento pasa.

Se quita los pantalones. Dios, sus pollas están afuera y se ven aún más grandes a la luz de la mañana que anoche. No puedo detener la respiración temblorosa mientras camina hacia mí, pero no me cubre de inmediato con su cuerpo. Se hunde en la cama y envuelve una mano gigante alrededor de mi muslo. Sol me tira más cerca hasta que estoy casi en su regazo y arrastra su lengua a lo largo de mi pantorrilla y presiona mi pie en su hombro. La posición me deja obscenamente abierta. No estoy tan ida como para hacer algo más que sacudirme mientras él mira mi coño. —Sol, creo… —No te haré daño—. Su voz suena diferente. Su mirada no se mueve mientras alcanza con su mano libre el contenedor que dejó Ramanu. Levanta la tapa con un movimiento rápido del pulgar y un aroma relajante llena la habitación. No lo reconozco, pero me recuerda a las lociones y bombas de baño que prometen una “experiencia spa”. Sus garras se alejan y sumerge un enorme dedo en el contenedor. El olor se vuelve más fuerte. Levanto la cabeza a tiempo para verlo presionar ese dedo dentro de mí. Sol gira su dedo ociosamente dentro de mí. Me hace estremecer por instinto, pero rápidamente me doy cuenta de que el dolor que me atormentaba desde que tuvimos sexo… ¿se ha ido? —Qué… —El bálsamo no adormece—. Suavemente mete y saca su dedo de mi coño. —Está específicamente formulado por…— Un siseo enojado. —Por ellos. Te está curando. Ellos. Los demonios negociantes. Sol retira su dedo para recoger un poco más de bálsamo, y esta vez, cuando me presiona, lo hace con dos dedos. Se ve follarme con los dedos durante varios latidos. Soy impotente

para hacer otra cosa que no sea lo mismo. Se siente tan bien como la primera vez que me tocó así. Mejor aún, porque ya ha encontrado el lugar dentro de mí que hace que todo se vuelva un poco confuso. —Sol. —Eres mía, novia—. Mueve su mano desde mi muslo hasta mi cintura y sube para sujetar mis costillas, presionando un seno hacia arriba como si fuera una ofrenda. —Mi novia para hacer con ella lo que me plazca. Te follaré hasta que no puedas más, luego usaré el bálsamo para curarte y lo haré de nuevo—. Las palabras son duras, pero su tacto sigue siendo consistente, deshaciéndome por las costuras. —Mira este lindo coño. Tan jodidamente obediente. Húmedo y necesitado, solo para mí. Mi espalda se inclina, pero él me sujeta. Solo hace que lo que está haciendo entre mis muslos sea más caliente. —¡Sí! —Ramanu te follaría si le dieras la oportunidad—. Da ese peligroso sonido de traqueteo. —Te clavaría la polla y te llenaría el coño. —No —susurro. Sacudo la cabeza con fuerza contra la ropa de cama. —Yo no lo dejaría. Sol levanta la mirada. —No, no lo harías. ¿Sabes por qué? Muerdo mi labio inferior. Apenas puedo moverme con él sosteniéndome inmóvil, pero trato de mover mis caderas para tomar sus dedos más profundo. —Porque mi coño es tuyo—. Sollozo sin aliento. —Soy tuyo.— En ese momento, casi lo creo. El placer se construye a través de mí en olas cada vez mayores. Entonces Sol se sumerge y su larga lengua está en mi clítoris. Es como si tuviera algo de magia que le permite saber exactamente dónde tocar, con qué fuerza, con qué movimiento. En cuestión de segundos, estoy al límite. —Sol.

Esta vez, no tiene palabras para mí. Está concentrado en mi placer, y ese enfoque me lleva directamente a un orgasmo de reverencia. Grito tan fuerte que tengo el pensamiento distante de que me avergonzaré más tarde. No me da tiempo para relajarme como lo hizo en el pasado. En cambio, se retira lo suficiente como para darme la vuelta sobre mi estómago y empujar mis caderas hacia arriba. Casi me tenso, es una posición tan vulnerable con mi mejilla contra la ropa de cama y mi trasero en el aire, pero luego sus manos se envuelven alrededor de mi cuerpo, sus garras pinchan la piel tan sensible que el dolor casi se siente como placer. —Ahí estás—, murmura. Me da de comer una de sus pollas, un centímetro a la vez. Pensé que estaba increíblemente profundo anoche, pero no es nada comparado con esta posición. Se siente como si me estuviera partiendo en dos. No me da mucho tiempo para adaptarme, pero mi cuerpo le abre paso. Tal como lo hizo la última vez. Aprieto las sábanas cuando toca fondo dentro de mí. Mi aliento solloza desde mis pulmones. Estoy tan llena que estoy segura de que puedo sentirlo en la parte posterior de mi garganta. —Sol, por favor. —¿Estás rogando por misericordia, novia?— Aprieta mis nalgas, haciéndome saltar. —Aquí no hay piedad—. Se retira tan suavemente como entró en mí. Entro en pánico a mitad de camino y trato de empujarlo de nuevo, pero él me mantiene inmóvil, continuando su retirada hasta que solo la cabeza de su gruesa polla permanece dentro de mí. —Me gustas así. Sacudida. Gimiendo. Necesitándome—. Se mueve detrás de mí, una mano gigante descansa junto a mi cabeza mientras se inclina sobre mí. Su aliento es cálido contra mi oído. —Suplica, novia.

Trato de golpearlo de nuevo, pero él se mueve conmigo fácilmente, de alguna manera manteniendo solo la cabeza de su polla dentro de mí. Golpeo la ropa de cama. —Sol, deja de molestarme y fóllame. De repente tengo miedo de que no lo haga. Que seguirá bromeando hasta que pierda la cabeza por completo. —Por favor Sol. Por favor, fóllame—Las palabras se derraman de mis labios, las palabras torpes se derraman de mis labios, necesitan hacerlas casi incomprensibles. —Por favor, no me hagas esperar. Te necesito. Su siseo resuena a través de su pecho y en mi espalda. Las garras de Sol se clavan en la ropa de cama junto a mi cara cuando hace exactamente lo que pido. Acelera el ritmo, follándome lo suficientemente fuerte como para sacar jadeos y gemidos de mis labios. Sin embargo, no lo suficientemente fuerte como para lastimarme. Mi orgasmo me toma por sorpresa. En un momento estoy tratando de levantar mis caderas, para llevarlo aún más profundo, y al siguiente me corro tan fuerte que grito. Sol sale de mí y me voltea sobre mi espalda. Parpadeo hacia él, aturdida y drogada por el placer. Presiona mis muslos y miro hacia abajo para ver su polla superior brillando con mi orgasmo. Sol hace muescas en su pene inferior en mi entrada y luego me mira. —Te voy a marcar, novia. No es una petición, no realmente, pero asiento de todos modos. —Hazlo.

18 SOL

Voy demasiado fuerte, pero no puedo parar. No después de las burlas de Ramanu, después de verlo marcar a Briar con su propia sangre. No me había dado cuenta que los tatuajes de un demonio negociador funcionaban de esa manera, y mi falta de previsión me molesta tanto como todo lo demás en la cocina. Necesito que Briar use mi marca. No importa que ya tenga la forma de las pequeñas marcas de dientes que modelan la parte inferior de su estómago cuando la cogí con la lengua. No es lo mismo. No puedo morderla. No cuando estoy así. Apenas estoy manteniendo el control, apenas capaz de asegurarme de no lastimarla accidentalmente. Pero hay otras maneras. Empujo en su coño. Ella da uno de esos pequeños gemidos que hacen que todo mi cuerpo se tense. No importa qué más sea cierto, a mi pequeña novia le encanta que me la folle. Me detengo a medio camino dentro de ella y agarro sus muslos. Por mucho que me encantaría penetrarla con ambas pollas, la realidad es que le haría daño. Así que improvisaremos. Sostengo su mirada mientras escupo, mi saliva golpea mi polla superior y su coño. Ella se estremece, pero luego da un

pequeño y delicioso movimiento cuando empujo más profundo. —Oh. Oh, de hecho. Presiono sus muslos juntos, atrapando mi pene superior contra su clítoris. El ajuste no es tan apretado como su coño, pero se siente jodidamente bien. Se siente aún mejor cuando Briar grita: —Oh, Dios, Sol. No te detengas. Ella puede ser casi tímida otras veces, pero cuando su placer está en juego, es notablemente vocal, me encanta eso. Cambio mi agarre en sus muslos a una mano y apoyo la otra en la cama junto a ella. —Tomas mis pollas con tanta dulzura, novia—. Las palabras se sienten arrancadas de mi pecho. Verla desmoronarse a mi alrededor es más embriagador que cualquier bebida que haya tomado. Me tranquiliza saber que se corre sobre mi polla, que me ruega que la folle más profundo, más duro, más rápido. Mía. Briar tiene orgasmos, apretando alrededor de mi polla con tanta fuerza que no tengo opción de seguirla hasta el borde. La penetro más fuerte de lo que pretendo, persiguiendo mi fin. Libero sus piernas, abriéndolas de par en par, y presiono mi mano contra mi polla superior, sujetándola entre nosotros mientras la follo. —Vas a ser una buena chica y tomar mi semilla. —¡Sí! Siseo mientras la lleno como prometí. Mientras la lleno en exceso, mi semilla cae en cascada alrededor de mi polla. Mi polla superior se sacude, cubriendo su estómago y sus pechos mientras me corro sobre su piel. Marcándola.

Me calma aún más, pero todavía hay una ventaja que no puedo eliminar del todo. Salgo de ella y retiro mis garras. —Más. —Sol… Deslizo mi dedo a través de mi semilla y la presiono dentro de ella. —Más—, repito. Me la follo con los dedos y mi semen de vuelta en ella lentamente, dejando que sus gemidos y llantos me tranquilicen aún más. Este es. Esto es lo que necesito. A quien necesito —Tómalo todo, novia. —Yo…— Ella jadea. —Oh, mierda, me voy a correr de nuevo. Quiero tenerla así siempre. Desnuda y abierta para mí, cubierta de mí, su coño rebosante de mí incluso mientras vuelve a tener un orgasmo alrededor de mis dedos. Todo su cuerpo se afloja, sus piernas se abren, sin huesos. Casi sigo adelante. Quiero. En un intento por recuperar el control, cierro los ojos, pero eso solo hace que el olor de nuestra unión sea más fuerte. Mis pollas ya se están poniendo duras de nuevo. Mierda. —Tengo que irme. —No. Abro los ojos mientras lucha por sentarse y me agarra la muñeca. —No te atrevas. Podría romper su agarre fácilmente, pero ella me está alcanzando. Se necesita todo lo que tengo para no tirarla de espaldas a la cama y clavarla de nuevo. —Si no me sueltas, te volverán a joder—. Tomo una respiración áspera. —No tengo el control total en este momento, Briar.

—Por culpa de Ramanu. La tengo sobre su espalda en un instante. Me detengo en seco con mi mano a centímetros de su garganta. —No digas el nombre de ese demonio en mi cama—. Mierda. ¿Qué estoy haciendo? Saco mi mano de su piel vulnerable, pero no puedo obligarme a retirarme. Briar encuentra mi mirada audazmente. No hay miedo en sus ojos, lo cual no tiene ningún sentido. No tengo el control en este momento. Nunca ha sido así con nadie más. No sé lo que podría hacer. No puedo garantizar nada. Me asusta, así que ¿cómo puede no la asusta? Lo último que quiero es hacerle creer que soy como él. Ella se lame los labios. —No está en la cama conmigo, Sol. Tu si.— Ella arrastra sus manos por mi pecho y luego vuelve a subir. Ella agarra mi muñeca y guía mi mano a su garganta. La única advertencia que recibo es una mirada imprudente en sus ojos oscuros antes de que me rompa la correa. —Pero si te vas, tal vez veré si todavía está por aquí. Me desmayo por un segundo. En un momento estoy mirándola con sorpresa y rabia. Al siguiente, la tengo boca abajo y le estoy metiendo la polla en su coño. Demasiado áspero. Demasiado jodidamente rudo. Pero no puedo parar. —Te voy a follar tan fuerte que estarás demasiado dolorida como para pensar en otra polla. —Hazlo—, se burla. —Si crees que puedes. Vuelvo a chocar contra ella. No es suficiente. Si todavía puede hablar, entonces no estoy haciendo bien mi trabajo. Aprieto las nalgas de su trasero, separándolas y mirando hacia abajo a su pequeño y apretado agujero. Ella no puede tomar una de mis pollas allí, no cuando apenas tengo el control y no puedo

prepararla correctamente... pero hay otras opciones. —Estarás llena conmigo. Uso mi cola para agarrar la pequeña botella de aceite del tocador al lado de la cama. Ella es tan pequeña que no requerirá mucho. Lo justo para facilitar el camino. Se retuerce cuando dejo caer aceite entre sus mejillas. —Qué, oh, mierda. Presiono la punta de mi cola contra ella. Ella tiene espasmos alrededor de mi polla, pero la sostengo firme. — Tómalo, novia—. Solo un poco más, solo lo suficiente para llenarla. Observo la hermosa vista de mi cola en su culo y mi polla en su coño. —Sí. Ya está. Me agacho y tomo su mano, guiándola entre sus muslos hacia dónde está mi segundo pene. —Abrázame fuerte a ti. —No puedo…— Ella se retuerce, haciendo que mi visión se acorte. —¿Qué me estás haciendo? Podría preguntarle lo mismo si tuviera las palabras para ello. Necesito ser más profundo, llenarla más, tener ese hermoso coño revoloteando alrededor de mi polla mientras se corre de nuevo. Para mí. Empiezo a moverme, encontrando rápidamente un ritmo que la hace hacer esos deliciosos ruidos de placer. No necesito follarla con mi cola, no cuando se suma a la plenitud de mi polla en su coño. Es más, no sé lo que ella puede soportar y por mucho que una parte de mí quiera follarla hasta que se desmaye, quedan suficientes razones para advertirlo. —Eres mía, Briar Rose—. La golpeo como una bestia sin sentido, cada palabra arrancada de mi pecho en una voz que apenas reconozco como la mía. —Mi coño que voy a follar todo el tiempo que quiera. Mi culito apretado—. Me inclino y engancho su garganta, doblándola hacia atrás para poder saborear su lengua. —Mi boca para jugar como mejor me parezca.

Presiona mi polla con más fuerza contra su clítoris, temblando a mi alrededor. No puede hablar con mi lengua en su boca, pero no tiene por qué hacerlo. Puedo sentir la resistencia en ella. No sé si es un juego o no. No estoy seguro de que me importe. Empujo lo suficientemente profundo como para hacerla chillar. Tengo que romper el beso para seguir hablando. —Si tocas a otro, les arrancaré la garganta y luego te follaré en el charco de su sangre. ¿Me entiendes? —Sí—, ella solloza. Esta vez, cuando se corre, me las arreglo para resistir, para reducir la velocidad lo suficiente como para no seguirla hasta el final. Sin embargo, no me rindo. La marea de ira está retrocediendo, se irá con el próximo orgasmo, pero una parte de mí quiere aferrarse a ella un poco más. En este momento, ella no está dibujando líneas en la arena entre nosotros. Ella es fláccida y flexible y tan mojada con la combinación de nosotros. Mi orgasmo está llegando con demasiada intensidad para negarlo. Salgo de ella en el último momento y me encuentro con su culo a grandes borbotones. Casi... Empujo mi segunda polla dentro de ella, y solo entonces empiezo a follar su culo con mi cola, trabajando mi semilla dentro de ella allí también. Mi segundo orgasmo toca fondo dentro de ella y toma lo último de mi fuerza. Me desplomo hacia un lado y la tiro conmigo para que se extienda sobre mi pecho. Los dos estamos pegajosos con los fluidos corporales, lo que encuentro extrañamente calmante. Mía. No me doy cuenta de que he hablado en voz alta hasta que ella dice: —Sí, lo has dejado muy claro—. Me tenso, esperando uno o dos gruñidos bien merecidos. Ahora que el frenesí de

apareamiento está disminuyendo, está claro que fui demasiado lejos. Otra vez. Pero Briar acaricia mi pecho y se mueve hasta que la rodeo con mis brazos. Ella deja escapar un suave suspiro. —Voy a necesitar más de ese bálsamo. —Lo siento. Ella levanta la cabeza. Ella se ve un desastre. Su cabello rojo está enredado, y hay rastros de lágrimas en su rostro. Pero la sonrisa que me da es dulce y un poco pecaminosa. —No te arrepientas, Sol—. Ella se estira y ahueca mi mandíbula con su mano. —Me corrí tantas veces que perdí la cuenta. No hay absolutamente nada por lo que disculparse. Se siente bien tenerla en mis brazos así. Correcto. Tenía toda la intención de utilizar todos los recursos disponibles para atraerla, pero esta extraña sensación en mi pecho está sucediendo demasiado rápido, demasiado fuerte. Estoy en caída libre, lo que quiero disfrutar, pero no puedo relajarme lo suficiente como para hacerlo. La mayoría de mi gente perdió la capacidad de volar hace siglos. No puedo quitarme la sospecha de que me estoy preparando para un aterrizaje brutal que me dejará ensangrentado y roto cuando todo esto termine.

19 BRIAR

No llegamos a la biblioteca por dos días más. No puedo decir que me estoy quejando. Pasamos nuestro tiempo alternando entre sexo espectacular y sucio y sexo más suave. Momentos en los que me cuida. Sol sigue mirándome como si esperara que me derrumbara, pero en el momento en que las cosas comienzan a calentarse, su control se rompe y está exprimiendo todo el placer posible de mi cuerpo. Aun así, no puedo quitarme el escalofrío de alegría cuando me despierto y lo encuentro ya vestido. Él me mira, sus ojos ardiendo, pero se sacude bruscamente. —Te prometí la biblioteca, Briar. Vístete y bajamos. Se puso un poco creativo con el bálsamo curativo anoche, así que solo me duele un poco mientras me pongo de pie y me meto en el baño. Quince minutos después, estoy tan lista como voy a estar. Sol hace un movimiento como si fuera a cargarme pero lo aborta a la mitad. Por mucho que me guste que me cargue, y me gusta, es bastante agradable caminar por los pasillos uno al lado del otro. Sol iguala su zancada más larga a la mía, y el silencio es perfectamente cómodo. Mientras descendemos las escaleras, me doy cuenta de que he dejado de mirarlo de cerca, esperando

alguna indicación de que esconde un verdadero monstruo dentro. No cambiaré de opinión acerca de tener un hijo solo para dejarlo atrás, pero no puedo negar que Sol parece ser una persona genuinamente buena. Es amable y cariñoso y está completamente dispuesto a jugar juegos de dormitorio conmigo sin juzgarme ni avergonzarme. Todavía estoy tratando de envolver mi cabeza alrededor de eso. Sol se queda quieto, su cresta se eleva un poco cuando ve quién nos espera al pie de las escaleras. —Aldis. Lleva lo que me he dado cuenta es ropa de dragón habitual. Sus pantalones son de un azul profundo que contrasta maravillosamente con sus escamas, y se mueven alrededor de sus piernas y cola casi como una falda. Son mucho más elegantes que los sencillos, aunque lujosos, que Sol parece preferir. Su chaleco es azul a juego y, a diferencia de cómo Sol usa el de él, se lo abotonó para cubrir sus senos. Ella se ve encantadora. Por su parte, Aldis ni siquiera me mira. Lo tomaría como un desaire pero por el cuidadoso lenguaje corporal que está transmitiendo y la agresión que sale de Sol en oleadas. Esta es su prima, pero la está tratando casi como trató a Ramanu. Ella se inclina ligeramente. —Tienes dos días de retraso en la correspondencia. Así, su cresta se desinfla y sus hombros se desploman. — Los demás se dan cuenta de que soy el que dirige este territorio y, como resultado, deberían estar bien esperando que responda en mi tiempo libre, ¿correcto?— Las palabras deben sonar arrogantes y descaradas, pero en su lugar deben salir casi esperanzadas.

Aldis niega con la cabeza. —Sabes que no es así como funciona. —Sí, supongo que sí—. Él suspira. —¿Puedo molestarte para que lo traigas a la biblioteca? Revisaré el papeleo allí. —Por supuesto.— Ella esboza otro arco. —¿El desayuno también? —Si no es mucho problema. Ella hace un sonido claramente divertido. —Estoy más que dispuesta a ayudar por ahora—. Aldis se arriesga a mirarme, sus ojos oscuros son cálidos. —Te ves bien, Briar. —Lo estoy, gracias. Gira sobre sus talones para alejarse de nosotros antes de que Sol pueda hacer algo más que sisear un poco. Tan pronto como ella dobla la esquina, su cresta baja por completo. Lo miro. —Frenesí de apareamiento, ¿eh? —No puedo controlarlo completamente en este momento—. Él se sacude. —Mejorara con el tiempo. Nos dirigimos por el pasillo hacia la biblioteca. No puedo evitar el pequeño suspiro de felicidad por estar de nuevo en este espacio. La mayoría de las habitaciones del torreón son bastante cómodas, pero esta se siente francamente mágica. Doy un paso hacia las pilas de libros y me detengo en seco. —¿Hay algo aquí que no debería estar manejando? —Cualquier cosa peligrosa está encerrada en nuestra bóveda. Aquí nada puede hacerte daño.

Estaba más preguntando qué podría dañar, pero supongo que eso es suficiente respuesta. Empiezo a avanzar, pero me detengo en seco cuando Sol me pasa el brazo por la cintura. — Comida primero. —Pero... —Tengo la sensación de que estoy a punto de perderte durante horas—. Su voz es cálida e indulgente y me hace sentir extrañamente suave. —La comida primero, y luego puedes explorar hasta el almuerzo. Estoy tentada a discutir solo para ver qué hará, pero es una pregunta justa y, a decir verdad, tengo hambre. Me giro en su brazo y le sonrío. —Gracias. No tenías que pedirle a Azazel que enviara a Ramanu a tatuarme. Sé que no te gustó. —No tuvo nada que ver con que te tatuara y todo que ver con que me pinchara hasta que quise arrancarle la cabeza de un mordisco, con cuernos y todo. No estoy del todo segura de que esté bromeando. De hecho, de repente estoy segura de que está haciendo esa cosa de honestidad brutal otra vez. No debería encontrar encantadora la idea de Sol mordiendo la cabeza de alguien en mi defensa, pero me está costando mantener la perspectiva. Este reino es tan diferente de aquel en el que nací. Parece brutal en algunos aspectos, pero me han recibido con más amabilidad en una semana corta que en toda mi vida. Azazel, contratados.

extrañamente

protector

de

sus

humanos

Sol, tan grande y feroz y manso a la vez. Incluso Ramanu. Se está agravando en extremo, pero ¿cuánto tiempo nos habríamos evitado Sol y yo si no interviniera?

Aldis aparece con un plato de comida, y Sol y yo charlamos tranquilamente mientras hacemos un trabajo rápido. Todo es una pequeña charla, que en parte es mi culpa, porque sigo mirando los libros. Finalmente se sienta con una risa sibilante. —Ve, Briar. Diviértete explorando. Me levanto. Tengo toda la intención de correr hacia las pilas, pero impulsivamente me lanzo a sus brazos. —Gracias. Sol me abraza fuerte por un largo momento y luego me pone de pie. —Todo lo que tienes que hacer es preguntar. Si está en mi poder, es tuyo. Una promesa extravagante. Él es el gobernante de todo un territorio, y si bien es posible que no entienda completamente cuán grande podría ser o qué implica, no cambia el hecho de que podría abusar de esta promesa. Hay un elemento de confianza en la oferta. No estoy segura de que me lo merezca. Sonrío, mi garganta apretada. —Lo tendré en mente. Entrar en las estanterías se siente como entrar en otro mundo. Es incluso más silencioso que el resto de la fortaleza, y el suave sonido de mi vestido rozando mis piernas se siente casi absurdamente alto. Elijo un libro al azar, un grueso tomo encuadernado en cuero. Es lo suficientemente pesado como para hundirme en el suelo para abrirlo, y contengo la respiración mientras lo hago. ¿Funcionará el hechizo de Ramanu? Las palabras dan un remolino enfermizo y luego se transforman ante mis ojos en inglés. Paso mis dedos sobre la tinta con asombro. Magia. Es extraño cómo puedo encontrar tanto más allá de la comprensión, pero esta es la magia que tiene mi corazón lleno de asombro. Resulta que el libro es un libro de texto sobre la anatomía de un kraken y cómo evolucionó con la introducción de los

humanos a las líneas de sangre. Hojeo unas cuantas páginas, ligeramente curiosa, antes de cerrar el libro y deslizarlo con cuidado en su lugar. No fue un kraken el que me ganó en la subasta. Estoy más interesada en los dragones. La gran cantidad de libros me abruma rápidamente, así que cuando encuentro lo que parece ser una sección de libros de cuentos para niños, agarro una pila de libros y los llevo de regreso a la sala de estar principal. Allí, encuentro a Sol vadeando una pila de papeleo casi tan alto como él. Parpadeo ante los gruesos rollos de vitela y las hojas. —¿Que es todo esto? —Correspondencia.— Sisea con disgusto. —Informes de cosecha, que son un poco menos molestos—. Sol me mira. — Tienen mucha curiosidad por ti. Una vez que las cosas... se calmen... tendremos que atenderlos. Las cosas son este frenesí de apareamiento que lo hace tan agresivo. Muerdo mi labio inferior. —¿Cambiarán las cosas con nosotros cuando eso se alivie? Me da una mirada larga. —No. Dejo mis libros en la mesa baja entre nosotros, con cuidado de no romper los papeles. Como que quiero sentarme a su lado, pero seguro que eso no es necesario. Puede que estemos casados, pero apenas somos... —¿Qué estás haciendo, Briar? Me detengo en medio de avanzar poco a poco hacia el sofá vacío. —¿Sentarme?

Ladea la cabeza hacia un lado y me estudia. No sé qué está haciendo mi expresión, pero Sol finalmente dice: —¿Te gustaría sentarte conmigo? Está en la punta de mi lengua mentir. Después de todo lo que hemos hecho, no sé por qué esto se siente demasiado íntimo. Pero cuando abro la boca, surge la verdad. —Sí. Sol se mueve, aunque el sofá es lo suficientemente grande para los dos. Obviamente está hecho para que se sienten dos dragones, con muchas almohadas en lugar de dos cojines de respaldo más grandes como estoy acostumbrada. Me siento como un niño enterrándose en ellos, colocándolos a mi alrededor en un pequeño nido para una máxima comodidad de lectura. Después de que me acomodo, Sol se relaja y desliza su cola parcialmente a mi alrededor. Cojo el primer libro y me pongo a leer, aunque estoy dolorosamente consciente de lo cerca que está. Él me mira por unos pocos segundos y luego, casi a regañadientes, vuelve a su pila de correspondencia e informes. El libro es fascinante. No sigue la misma estructura de historia a la que estoy acostumbrada, se siente más como un poema que como una historia, pero muchas historias humanas más antiguas se transmitieron en forma de poema, así que supongo que eso no es tan extraño. Lo que es familiar es que es una historia de enseñanza de la misma manera que muchos libros para niños parecen serlo. Trabajo con tres de los libros mientras Sol reduce drásticamente su pila. Aldis aparece a intervalos regulares para llevarse el trabajo terminado. Es... acogedor. Nunca había hecho esto antes, este intercambio casual de espacio sin expectativas ni tensión. Al crecer, mis padres

pensaban que si una persona está limpiando, trabajando o haciendo algo, entonces todos deben hacerlo también. Y mi madre siempre estaba limpiando. No fue hasta más tarde, cuando me encontré en mi propio matrimonio infeliz, que me di cuenta de que ella lo usaba como una especie de escape. No fue suficiente escape para mí. Frunzo el ceño hacia mi libro, las palabras ya no son comprensibles por causas ajenas al hechizo. —¿Sol? —¿Mmm? Frunzo el ceño más fuerte. —¿Que se supone que haga? Finalmente me mira, pareciendo darme toda su atención. — ¿Qué quieres decir? —No puedo hacer esto todo el día—. Me señalo a mí misma, reclinada y cómoda y demasiado relajada. Perezosa, susurra una voz insidiosa en el fondo de mi mente. Si no demuestras tu valía, sabrá que realmente no vales nada. Sol titubea. —¿Quieres hacer otra cosa?— Mira el papeleo. —Realmente debería hacer esto hoy, pero si quieres, podemos pasar un rato fuera de la fortaleza mañana. —Eso no es lo que quiero decir.— Cierro mi libro y lucho por sentarme, los cojines dificultan el movimiento hasta que envuelve su cola alrededor de mi cintura y me ayuda. Me estremezco. —¿Se supone que debo pasar siete años holgazaneando? Su atención se reduce a mí. —Llevas aquí una semana, Briar. —Sí, pero...

Su cola se flexiona alrededor de mi cintura. —¿Cuándo fue el último día que pasaste en el ocio sin preocuparte por holgazanear? El calor me recorre, y no puedo decir si es vergüenza o vergüenza o algo infinitamente más complicado. —Ese no es el punto. —Me gustaría que respondieras a la pregunta. Realmente, realmente no quiero. Veo a dónde va con esto, y puede que tenga razón, pero se siente como si me hubiera abierto las costillas y está mirando mi corazón que aún late. Demasiado vulnerable. Demasiado honesto. No puedo sostener su mirada. —No recuerdo. —Briar.— Me da otro apretón suave con su cola y atrapa mi barbilla entre sus garras, guiándome para que lo mire de nuevo. —No hay vergüenza en tomar tiempo para el ocio. Al darte espacio para encontrar tus pies. Es demasiado bueno para ser verdad. Está diciendo esto ahora, pero seguramente comenzará a resentirse conmigo a medida que pase el tiempo. A menos que él realmente me vea como una linda mascota para cuidar. El pensamiento me deja helada, pero no puedo decir si es porque el miedo es infundado o no. —Me gusta tener un propósito. Ahora es donde Sol me dirá que mi propósito es botar sobre sus pollas. O recordarme que solo estoy aquí porque él quiere que tenga a su hijo. Algo que me devuelva a la realidad y me recuerde que esto no es una hermosa fantasía sin dientes. Finalmente suelta mi barbilla y se sienta. —Muy bien. ¿Qué te gustaría hacer? Esa es la cosa.

En realidad no lo sé.

20 BRIAR

No tengo respuesta para Sol ese día ni los que siguen, una semana desangrándose en otra. Él no me presiona, pero a veces lo atrapo mirándome como si esperara que me rompiera... o explotara. Me mantengo ocupada en la biblioteca. Podría pasar toda una vida rebuscando en las estanterías y aun así no superarlas todas, pero ese no es un mal problema. Me mantienen ocupada. Distraída. En su mayoría comprometida. Sería hermoso decir que estar con él borra todas las partes malas de mi pasado, pero no es la verdad. Todavía tengo pesadillas. Todavía salto cada vez que una puerta se cierra de golpe o escucho pasos desconocidos. Ayer, rompí un plato y casi me corté las manos en un ataque de pánico para limpiarlo, disculpándome todo el tiempo. Ni siquiera había nadie en la habitación para disculparse. Nadie se dio cuenta de que en la cocina faltaba un plato, o al menos ni Sol ni Aldis lo mencionaron. De noche, bueno, me encantan las noches. Sol y yo follamos como si cada vez fuera la última, como si él pudiera sentir los segundos deslizándose entre nuestros dedos tan rápido como yo. Siete años se sintieron como una pequeña eternidad,

pero a medida que llego al aniversario de un mes de mi matrimonio con Sol, no puedo evitar la sensación de que no es lo suficientemente cerca. Siete años. Sólo ochenta y cuatro meses. Ochenta y tres ahora. —Briar. Parpadeo y me sonrojo. —Lo siento, solo estaba pensando. Sol hace girar su vino en su copa. Lo conozco lo suficientemente bien como para leer sus expresiones la mayor parte del tiempo, y tiene una mirada contemplativa que no estoy segura de que me guste. Es muy cuidadoso conmigo, eso no ha cambiado en el último mes, pero me doy cuenta de que algo le molesta. Finalmente se sienta. —¿Estas feliz aquí? —¿Qué? ¿Por qué no sería feliz?— Tal vez no debería estarlo. Aunque encuentro agradable la compañía de Sol, no cambia el hecho de que esta es una situación imposible con una fecha límite. Estamos en desacuerdo en el propósito, incluso si no estamos en desacuerdo en nada más. Él no responde. Él simplemente espera. Como que odio cuando hace eso. Nunca me permite desviar una pregunta con otra pregunta cuando hay algo de lo que realmente quiere saber la respuesta. O que él siente que necesito compartir la respuesta. Es un inconveniente, pero no importa lo frustrante que ocasionalmente encuentre este hábito, no puedo fingir que se hace por nada más que por cuidarme. Tomo un sorbo apresurado de mi vino. —Sí. Estoy feliz aquí—. Incluso es la verdad. Tenía razón ese día en la biblioteca. Hay algo curativo en no tener nada más que tiempo para gastarlo como yo elija. Para pasarlo con él de una manera cómoda y sin exigencias. No ha vuelto a mencionar al niño,

aunque el hecho de que me llene juega en muchos de nuestros encuentros sexuales. Me estremezco y tomo otro sorbo de vino. —Todavía no tengo una respuesta a tu pregunta. No sé lo que quiero, Sol. Tal vez esto sería más fácil si lo hiciera—. Ha mencionado algunas veces que sus difuntos padres co-gobernaron juntos, pero se siente como una gran imposición para la gente dragón intentar hacer eso cuando no tengo intención de quedarme. Sol me considera. —Salgamos de aquí mañana. Al menos por un rato. Es algo de lo que hemos estado hablando durante semanas, pero siempre parece surgir algo que pospone los planes. Yo sonrío. —¿Qué pasa con el último lote de informes que llegó esta mañana? Él sisea un poco. —Pueden aguantar un día. Me gustaría mostrarte la tierra más allá de la fortaleza. Me atraviesa un escalofrío. No he salido del torreón desde el primer día que llegué. Afortunadamente, el frenesí de apareamiento se ha calmado lo suficiente como para que a Sol no le importe que Aldis pase tiempo en la biblioteca con nosotros durante el día, y realmente he disfrutado de su compañía. Pero todavía no se siente cómodo trayendo a más de su gente de regreso a la fortaleza. No cuando cada vez que Ramanu llega para sus controles semanales, irritan tanto a Sol que pasa el resto del día y la noche follándome casi inconsciente y cubriéndome con su semilla. Podría ser vagamente preocupante si no me excitara tanto. Tal vez es preocupante que me haga correrme tan fuerte. No soy un espectador inocente; Me encuentro burlándome de él en esos momentos, derramando palabras para hacer que su frenesí aumente y su control se rompa.

Imprudente de mi parte, tal vez, pero nunca me ha dado motivos para arrepentirme. A decir verdad, ha itido que lo excita tanto como me excita a mí. Juegos de dormitorio. Nunca supe que podrían ser tan divertidos. Aún así, mi lectura me ha llamado la atención sobre muchas cosas sobre la tierra que rodea este lugar. —¿Qué pasa con los depredadores en el bosque por aquí? Da lo que equivale a una sonrisa de dragón con dientes. — Soy el depredador más peligroso que existe Me río. —Yo lo creo.— Bebo mi vino. —Me gustaría ver un poco más de tu territorio, Sol—. —Bien.

***

El día siguiente amanece brillante y claro como si Sol controlara el clima para crear un ambiente perfecto. Casi me voy con pantalones hoy, pero Sol me dijo que no íbamos muy lejos, y me gusta cómo me mira cuando uso vestidos. Me lleva por una salida diferente a la de la última vez, en dirección opuesta al manantial sagrado. Ahora que no estoy aturdida y casi en estado de shock, observo con interés el bosque por el que nos movemos. Difícilmente soy una persona a la que le gusten las actividades al aire libre. Estos árboles parecen... árboles. Lo suficientemente grande como para desafiar

la creencia, pero no podría comenzar a decir si son diferentes a los de mi mundo. Ellos deben ser. La comida que he estado comiendo es vagamente familiar y, sin embargo, extraña al mismo tiempo, como si tal vez la comida a la que estoy acostumbrada y las cosas aquí tuvieran un ancestro compartido en algún momento pero evolucionaron en direcciones muy diferentes. Por su parte, Sol camina a mi lado en un cómodo silencio. Siempre es cómodo. No siente la necesidad de llenar el espacio entre nosotros con palabras a menos que tenga algo que decir. Me tomó casi una semana antes de que dejara de saltar cada vez que cambiaba, seguro de que requeriría mi atención. Parece feliz solo de estar en mi presencia. Es agradable. Sobre todo porque me siento de la misma manera. Encuentro que pasar tiempo con él es increíblemente relajante, al menos cuando no estamos teniendo sexo. No hay nada relajante en eso. —¿De qué te ríes ahí? Paso mis dedos por su brazo y luego los entrelazo con los suyos. —Solo pensar que el sexo contigo es cualquier cosa menos relajante. Él resopla. —Espero que no. La única vez que estás tentada a dormir en el medio es cuando te he follado hasta dejarte inconsciente. —Eso fue una vez—. Y ni siquiera verdaderamente inconsciente. Mi cuerpo dejó de funcionar, sobrecargado de placer y sensaciones. —Y no habría sucedido en absoluto si no me sintiera segura contigo. Su mano se aprieta alrededor de la mía, la más pequeña de las flexiones. —No doy eso por sentado, sabes. Que te sientas segura conmigo.

Mi pecho da un aleteo ligeramente horrible. Trago saliva. — Lo sé. Un mes de paz no es suficiente para distanciarme por completo de casi la mitad de mi vida pasada con miedo. Ojalá lo fuera. Desearía poder agitar una varita mágica y eliminar todas mis cicatrices, pero no es así como funciona la vida. No puedo desaprender la mitad de los hábitos de toda una vida en un solo mes, pero ya no estoy esperando que el otro zapato caiga con Sol. Estoy feliz. Sol abre el camino fuera del camino principal y sube por un sendero más estrecho que me tiene resoplando. Extrañamente, disfruto el esfuerzo. El aire sabe diferente aquí. No sé cómo explicarlo. La torre siempre se mantiene fresca y cómoda y se siente ligeramente helado en mi lengua. Esto es casi exactamente lo contrario. El aire es ligeramente húmedo con un peso que puedo sentir contra mi piel. Si estuviera mucho más caliente, sería irritante, pero es agradable en este momento. Llegamos a la cima de la colina, y Sol se aparta, revelando un paraíso. Los árboles están más separados aquí arriba, su espesa copa se abre para dejar que el sol entre sin interrupción. Un prado de flores blancas, azules y amarillas conduce a un pequeño lago que se apoya contra un acantilado más alto. Parece sacado de un cuadro. —Pasé mucho tiempo aquí cuando era niño—. Sol levanta la cabeza y cierra los ojos mientras el sol pinta su rostro. Hemos hablado un poco sobre nuestra infancia, pero solo en términos generales. Ambos somos hijos únicos, lo que me ha parecido un poco doloroso para cada uno de nosotros de diferentes maneras. Estoy segura de que hay muchas personas que no tienen hermanos y eran perfectamente felices, pero con mis padres como eran, fue una infancia increíblemente solitaria.

Por los comentarios que ha hecho Sol, creo que la suya era lo mismo. Sus padres lo querían mucho, pero tenían muchas responsabilidades que los mantenían ocupados. —¿Por qué tus padres no tuvieron más hijos? Me mira. —Ellos lo intentaron. Hubo un tiempo en que mi gente tenía familias con muchos hijos, pero no ha sido así en generaciones. Muerdo mi labio inferior cuando partimos hacia el lago. — ¿Es así con todos los territorios en este reino? —Solo el kraken. El resto no ha tenido las mismas dificultades que nosotros. Bastante fácil de leer entre líneas allí. No entiendo cómo los humanos y los dragones pudieron reproducirse en primer lugar, pero obviamente actuó como más que un conducto para la magia. Con cada generación sin humanos mezclados, las dificultades aumentaron. La culpa se aprieta alrededor de mi garganta, pero trato de tragarla. Soy una persona, no puedo resolver la totalidad de los problemas de este territorio. Podrías resolver algunos. Empujo la vocecita lejos. Sol me gusta bastante. Posiblemente más que gustarme. En otra vida, me habría esforzado al máximo para darle todo lo que quisiera, todo lo que necesitara. Me gustaría pensar que no le daría un hijo que no tenía intención de quedarme a criar, pero no puedo decirlo con certeza. Los tiempos desesperados exigen medidas desesperadas, y la supervivencia fue mi única regla durante tanto tiempo. No puedo hacer esto.

Si esto no terminara en siete años... Pero ese pensamiento duele más que los demás. Con lo que he descubierto sobre Azazel y el control de los demonios negociadores sobre el suministro de energía en este reino, no puedo imaginar que me deje quedarme más allá de mi fecha de finalización. Es más, a pesar de que Sol parece disfrutar de mi compañía y de mi cama, nunca firmó para una esposa humana permanente. La única razón por la que estamos casados es para tener un hijo, el verdadero objetivo de este contrato, sea legítimo. Si su plan salía a la perfección, lo dejaría con un niño y un lugar abierto para que lo llenara una buena dragón. No su ex, mencionó que ahora está casada con otra persona, pero se enamoró lo suficiente como para considerar el matrimonio antes. Seguramente lo hará después de que me haya ido. —Briar.— Por el tono de Sol, no es la primera vez que dice mi nombre. —Lo siento, solo estaba pensando—. Me giro hacia la hermosa escena frente a mí. Tal vez el lago alivie mis preocupaciones. Excepto que no hay nada de qué preocuparse. No hay área gris, ningún resultado desconocido. El camino está bajo nuestros pies y solo lleva a un lugar. Simplemente no esperaba temer la futura fecha límite en lugar de darle la bienvenida. —¿Tu nadas? Parpadeo hacia Sol. —¿Qué? —¿Tu nadas?— repite pacientemente. Siempre es tan malditamente paciente. Él nunca se enoja conmigo cuando divago mentalmente y no estoy completamente concentrada en

él. Simplemente me lleva de vuelta al presente si necesita mi atención... o me deja vagar si no lo necesita. Miro al lago de nuevo. Solo tenía la intención de caminar por la playa de guijarros y mojarme los pies. —Sé cómo hacerlo, pero no soy la nadadora más fuerte—. No he tenido muchos motivos para practicar, incluso si la bañera aquí es lo suficientemente grande como para contar como una piscina. —No tienes que unirte a mí, pero ¿te importa si lo hago?— Se pasa una mano por la cabeza. —Ha pasado mucho tiempo desde que estuve aquí, y es mi método habitual de resolver problemas desafiantes. Pienso mejor cuando estoy nadando. —Adelante.— Observo con ávido interés cómo se quita los pantalones y el chaleco y camina hacia el agua. No sé qué espero, pero estoy extrañamente encantada de descubrir que nada de manera similar a como lo hace un cocodrilo, atravesando el agua con la nariz primero en movimientos sinuosos. Es apasionante incluso cuando un profundo instinto de presa se estremece en respuesta. Abrazo mis rodillas contra mi pecho y lo observo mientras el sol sube en el cielo y el aire templado comienza a sentirse pegajoso. Puedo pasar horas y días y semanas preocupándome por el futuro… o puedo disfrutar del tiempo que tengo ahora. El futuro vendrá independientemente de lo que haga. La sensación en mi pecho se parece un poco a la tristeza y, sin embargo, de alguna manera es más agridulce. No va a desaparecer pronto. Quizás nunca. Pero Sol está aquí y ahora. Me pongo de pie y empiezo a desabrocharme el vestido.

21 SOL

El último mes ha sido francamente dichoso. Es tan fácil estar cerca de Briar que el frenesí de apareamiento habría pasado completamente por este punto si no fuera por un solo punto de fricción que continúa molestándome. Ella se está conteniendo. No es más de lo que esperaba, pero da su cuerpo y su tiempo con tanta libertad que me molesta que retenga su corazón. Sé que está preocupada por el futuro, por el pasado. A decir verdad, yo también estoy preocupado, aunque no por las mismas razones. Esta mujer se ha abierto camino bajo mi piel en unas pocas semanas. Es inteligente y tiene una encantadora tendencia a dejar escapar lo que está pensando y luego parecer mortificada inmediatamente después. También es increíblemente valiente. Incluso después de todo lo que ha pasado, todavía se esfuerza por alcanzar la luz. Me deja asombrado. Se encuentra conmigo a mitad de camino en el dormitorio y algo más, pareciendo disfrutar el frenesí de apareamiento posesivo tanto como yo. Me irrita y luego me recibe con los brazos abiertos. Nunca he conocido a otra persona como ella. No sé si lo volveré a hacer.

Ni siquiera es la posibilidad de no tener hijos lo que me molesta. No importa lo que le dije durante esa primera semana, no tengo prisa para criar. Es posible que los dragones no vivan tanto como solíamos vivir en generaciones pasadas, nuestra esperanza de vida es mucho más cercana a la de los humanos y superan los ciento cincuenta, excepto en casos raros. No es una eternidad, pero tenemos tiempo y mucho. Excepto que no lo hacemos. Siete años parecían bastante excesivos cuando Azazel ofreció por primera vez la posibilidad de una novia humana. Tenía toda la intención de disfrutarla y luego, eventualmente, disfrutar de criar a los inevitables hijos una vez que regresara de donde había venido. Me sumerjo profundamente bajo el agua, pero las profundidades heladas del lago no hacen nada para calmar el ajetreo de mi mente. ¿Ahora? No estoy seguro de no arrancarle la garganta a Azazel si trata de quitarme a Briar. Mientras nado hacia arriba, veo a Briar moviéndose hacia el agua. Cojo velocidad. Debería haberle advertido que tengo capacidad pulmonar más que suficiente para permanecer abajo durante bastante tiempo. Debería haberme dado cuenta de que ella podría preocuparse si caía y no volvía a subir, pero a veces, con nuestras diferencias, se siente como andar a tientas en la oscuridad. No sé con qué podría tropezar hasta que esté de rodillas. Salgo a la superficie a cierta distancia en un esfuerzo por no asustarla, y la pequeña sonrisa que me da es tan embriagadora como la vista de su cuerpo desnudo enmarcado por el agua mientras vadea más profundo. Ha ganado peso desde que llegó aquí, y me complace mucho ver que sus huesos ya no sobresalen contra su piel. Ella es más suave, y espero que eso signifique que ella también es más feliz.

El agua golpea sus costillas y se estremece. —Hace más frío de lo que pensaba. Apenas es verano. Sin embargo, no hará mucho más calor que esto. Nado lentamente hacia ella. —Has cambiado de opinión. —Pienso demasiado.— Ella se acerca, y no dudo en tomar su mano y arrastrarla a través del agua hacia mis brazos. Es lo suficientemente profundo aquí para llegar a mis hombros, lo que significa que estaría muy por encima de su cabeza. Briar envuelve sus piernas a mi alrededor lo mejor que puede. —¿Te preocupas por el futuro con nosotros? No suelo caer en la tentación de mentir, pero no sé en qué ha estado reflexionando. Hay una respuesta correcta a esta pregunta y quiero dársela. Pero tal vez la respuesta correcta sea simplemente ser honesto. —Sí. Traza mi mandíbula con las yemas de los dedos. —No esperaba que se sintiera tan complicado, especialmente en tan poco tiempo. Una vez más, la honestidad gana. —Yo tampoco. Quiero mantenerte. No es una pregunta justa. Mis sentimientos pueden ser cada vez más suaves y más intensos al mismo tiempo, pero después de todo lo que ella ha pasado, me niego a ser otra persona en su vida que intente atarla y cortar partes de ella para que pueda ser mía a perpetuidad. . Ella solo negoció siete años. No ha dicho nada que sugiera que quiere más tiempo, y con nuestras posiciones actuales, no puedo ser yo quien aborde ese tema. ¿Y después de un mes? Ella se reirá en mi cara.

Excepto que ella es Briar, así que no lo hará. Simplemente se volverá callada y retraída, y perderé sus años antes de que se vaya de mi vida. No es un problema que probablemente tenga una respuesta, y mucho menos hoy. En cambio, puedo darle algunos buenos recuerdos. —Nada conmigo. Ella inmediatamente aprieta su agarre sobre mí. —Cuando dije que no era una buena nadadora, quise decir que la última vez que nadé fue hace como veinte años—. Ella mira a través del agua cristalina hacia donde el suelo cae unos metros más allá de nosotros. —Creo que podría tener miedo de las aguas profundas. —No dejaré que te hundas—. Con cuidado la arranco de mí y sujeto su cintura con mis manos. —Y no hay nada que temer en este lago. Mi familia ha estado viniendo aquí durante generaciones, por lo que incluso cuando hay interrupciones en nuestra visita al espacio, los depredadores saben que no deben intentar atacar. —Depredadores—, chilla. —¿Recuerdas lo que dije antes? Briar me mira con esos grandes ojos oscuros. —Que eres el depredador más grande que existe. —Sí.— Es la verdad, aunque el razonamiento no es tan simple como he sugerido. La razón por la que no hay depredadores demasiado peligrosos en el área que rodea la fortaleza es porque matamos a cualquiera que se acerque demasiado. A lo largo de los años, la mayoría de las manadas aprendieron a dejarnos una gran franja de territorio y, a su vez, los dejamos en paz. Los dragones son depredadores por derecho propio, pero una manada de kelpies podría acabar con un adulto, sin mencionar a un niño.

Tengo el presentimiento de decirle a Briar que explícitamente la asustará. Puede que sea una adulta, pero es humana. No tiene escamas ni garras ni dientes para defenderse. El pensamiento me deja frío incluso cuando una oleada de protección me atraviesa. —No dejaré que nada te haga daño. Ella me mira por un largo momento y luego finalmente asiente. —Ok. ¿Qué debo hacer? Es una experiencia extraña enseñarle a una humana lo que los dragones parecen saber instintivamente. Su cuerpo no tiene la forma del mío. Ella no puede nadar de la misma manera que yo. Termino apoyando una mano sobre su torso justo debajo de sus senos y manteniéndola a flote mientras prueba los movimientos para ver qué funciona mejor. Briar es inteligente, y una vez que se propone algo, me he dado cuenta de que muy poco la disuade de buscar ese resultado. La natación no es diferente. Al cabo de una hora, se balancea, rema y se ríe de una manera despreocupada que se siente como si hubiera estirado la mano y me hubiera enganchado en el pecho. Ella nada en mis brazos y trepa por mi cuerpo para presionar un beso en mi hocico. —Gracias por hoy, Sol. Creo que necesitaba esto. Quédate conmigo. De nuevo, no lo digo. Pero, mientras sigo a Briar de regreso a la orilla, finalmente reconozco el sentimiento que se ha arraigado en mi pecho, zarcillo a zarcillo. Amor. La realización me hace sentir optimista y se siente como si alguien me hubiera atado un peso al pecho y me hubiera arrojado por un precipicio. Fue diferente con Anika. La amaba, podía imaginar el resto de mi vida con ella, pero cuando mis padres terminaron el noviazgo, mi angustia solo

duró unos meses. Porque no perdí a Anika. Realmente no. Todavía somos amigos. Todavía están en mi vida. Cuando pierda a Briar, se habrá ido sin dejar rastro. Nunca la volveré a ver. Briar sale del agua, deteniéndose el tiempo suficiente para escurrir su cabello brillante. Ella me lanza una mirada por encima del hombro, y sus cejas se juntan. —¿Qué ocurre?— pregunta en mi idioma. Ella ha estado haciendo eso mucho más últimamente. Probando draconiano en oraciones pequeñas a medida que se sienta más cómoda con nuestras lecciones. Su boca realmente no está hecha para eso, pero es más que coherente, y cada vez que lo escucho en su lengua, me distraigo un poco. Descubrir cómo eludir el hechizo de traducción no fue tan simple como me hubiera gustado. Tuvimos que pedir ayuda a Ramanu y Azazel. Prácticamente se regodearon de tener más de su sangre tatuada en la piel de Briar, pero el resultado final valió la pena. Briar puede desactivar el hechizo de traducción para nuestras lecciones. O cuando ella quiera, de verdad. Me aclaro la garganta. —Nada. —Sol…— Ella duda. —Me acabas de mentir. Es demasiado tentador volver a sumergirme bajo el agua y simplemente nadar hasta que me quede sin aliento. Me temo que. Me doy una sacudida y sostengo su mirada. —Tienes razón, lo hice—. Exhalo con fuerza. —Pero preferiría no hablar de eso. Briar busca mi expresión por un largo momento y finalmente asiente. —Ok.— Se mueve hacia donde está su vestido y se lo pone por la cabeza. Empiezo a preocuparme de haberla molestado, pero se vuelve hacia mí con una suave sonrisa. —Si cambias de opinión, aquí estoy.

Agradezco la oferta. ¿Se da cuenta de lo novedoso que es que no presione? Está en la punta de mi lengua contarle todo, confesarle lo que siento, pero lo contengo en el último momento. No es justo poner eso en ella. No importa lo que siento ahora, y ciertamente no importa cómo crecerá inevitablemente ese sentimiento con el paso del tiempo. —Sol. Algo es diferente en la voz de Briar. Vuelvo a concentrarme en ella para encontrar sus mejillas tornándose de un rosado encantador. —¿Sí? —El día que nos conocimos—. Ella no me mira a los ojos, sus dedos se retuercen en su cabello casi frenéticamente. — ¿Recuerdas lo que me dijiste? Le dije muchas cosas ese día, pero no estoy seguro de qué está pensando específicamente. Me quedo perfectamente quieto, mirándola de cerca. —Recuérdame. —Tu dijiste.— Ella aspira una bocanada de aire que hace que sus pechos reboten. Briar finalmente levanta la barbilla y sostiene mi mirada. —Dijiste que si corría, me perseguirías. El calor surge a través de mí, pero obligo a mis piernas a permanecer quietas. —Ahora recuerdo. Briar da un pequeño paso hacia atrás, y no puedo detener el instinto que me hace tensarme para seguir. Ella sonríe un poco. —Persígueme, Sol—. Luego se va hacia los árboles.

22 BRIAR

No he pensado más allá de darle a Sol algo en lo que pensar además de lo que sea que le esté molestando. La amenaza de Sol desde el primer día que nos conocimos me ha atormentado, haciéndome sentir la piel demasiado tirante y mi coño palpitar de deseo. No he tenido el coraje de pedir este tipo de juego antes de ahora. Mientras me estrello entre hojas casi tan largas como mi estatura, me pregunto si he cometido un error. No puedo escucharlo persiguiéndome. Tal vez estaba tan sorprendido por la sugerencia de que todavía está de pie junto al lago, mirándome. ¿Debería volver? O… Incluso cuando la duda intenta colarse, un rugido profundo suena en algún lugar detrás de mí. Me recuerda a un programa que vi hace mucho tiempo en el que un señor envió a sus perros de caza tras una mujer. Habían aullado algo así, excepto que esto es mil veces más poderoso. Activa todos los instintos de presa que tengo. De repente, esto ya no es un juego. Estoy corriendo por mi vida.

Cojo velocidad, agachándome entre las hojas y volando por el suelo. No es exactamente bueno para los pies descalzos, pero apenas siento los rasguños. El miedo muerde mis talones, trayendo consigo una especie de euforia sin aliento. ¿Es esto lo que sienten los paracaidistas cuando ven el suelo corriendo hacia ellos? Suena detrás de mí. Algo grande se estrella contra los árboles a mi paso. Dejé escapar un pequeño chillido y corrí más rápido. En mi tiempo en la fortaleza, aprendí que Sol es casi silencioso cuando se mueve, un verdadero depredador que accidentalmente se me acercó sigilosamente. Después de hacerlo la primera vez que me envió un ataque de pánico total, tiene mucho cuidado de asegurarse de que siempre lo escuche venir o tenga alguna advertencia auditiva de que está cerca de mí. Él no está tratando de estar callado en este momento. Miro a mi alrededor frenéticamente. Tal vez pueda escalar… Un peso me golpea por detrás. Otro grito sale de mí cuando Sol me tira al suelo, creando una jaula con su cuerpo más grande. Este debería ser el final, pero ese miedo-alborozo me tiene agarrada por la garganta, y estoy actuando puramente por instinto. Mientras rueda, me escabullo de sus brazos y trato de ponerme de pie. Solo para que envolviera una enorme mano alrededor de mi tobillo y me tirara de nuevo al suelo. Sigo tratando de escapar, mis dedos arañando la tierra, mientras él me arrastra hacia él. Hace que mi vestido se levante alrededor de mis muslos. Ambos nos congelamos cuando la tela golpea mis caderas. La pausa apenas dura un latido de mi corazón acelerado, y luego Sol me tira más cerca y surge para cubrirme con su cuerpo. Trato de empujarlo, pero es imposible. Me encanta que sea imposible.

Me voltea sobre mi espalda y atrapa mis manos en una de las suyas, forzándolas sobre mi cabeza. Observo su rostro por primera vez desde que puse este guantelete a sus pies y eché a correr. Sol parece... salvaje. No hay lógica ni razón en sus ojos mientras clava sus garras en mi vestido y lo abre de los muslos para abajo. He perdido más de un par de vestidos por las garras de Sol en las últimas semanas. Sé que puede despojarme de la cosa de un solo golpe. Lo está haciendo lentamente ahora a propósito. Se me pone la piel de gallina en todo el cuerpo y lucho con más fuerza. Ni siquiera estoy segura de si es en serio o simplemente porque la sensación de que él me sujeta me excita tanto que no puedo pensar con claridad. Otro rasgón, y estoy desnuda de las caderas hacia abajo. La fuerza del próximo desgarro saca mi cuerpo de la tierra. La tela de mi vestido se abre a mi alrededor, dejándome desnuda bajo la mirada depredadora de Sol. No importa que estuviera desnuda con él en el lago o que me viera ponerme este vestido después de nadar. Se siente diferente. Mi aliento es fuego en mi pecho, mis pechos agitados por el jadeo. Sol también respira con dificultad, su exhalación caliente se refleja contra mis pezones. Aun así, escucho el chasquido casi silencioso de sus garras restando importancia al momento antes de que empuje dos dedos dentro de mí. —¡Mierda!— Mi espalda se inclina con tanta fuerza que mis pechos rozan su boca. Sol ataca. Sus mandíbulas se cierran alrededor de mi garganta.

Me congelo, dividida entre el verdadero terror y un placer tan feroz que me marea. Me trabaja con los dedos incluso cuando sus dientes pinchan mi piel. Mi cuerpo no puede decidir si me voy a correr o voy a empezar a gritar y nunca parar. La sensación de su cálido aliento contra mi piel solo se vuelve más intensa cuando su lengua se mueve contra el hueco de mi garganta. Presiona su pulgar en mi clítoris y comienza a follarme con sus dedos; diapositivas largas y lentas que hacen que el placer se acumule dentro de mí en oleadas constantes. Parpadeo hacia el dosel del bosque, mis dedos agarrando nada desde donde se extienden sobre su agarre en mis muñecas. —No puedo… Gira su muñeca, y eso es todo lo que se necesita. Llego al orgasmo con un grito que parece sacudir los mismos árboles que nos rodean. O tal vez soy simplemente yo quien está completamente deshecha. Sol retira su boca, sus dientes rozando suavemente mi piel. Agarran mi colgante, tensando el cordón. Se extiende entre nosotros. Pero no lo rompe. En cambio, se mantiene perfectamente quieto. Esperando a que le diga que no. Yo debería. Pero el juego me tiene en sus garras, y no puedo hacer nada más que mirar fijamente en un desafío silencioso. No puedo decirle que sí... pero tampoco le diré que no. Sol sisea y luego se sacude hacia atrás. El colgante se rompe y sale disparado a lo lejos. Nos miramos el uno al otro durante varios segundos. Entonces Sol vuelve a ponerse de rodillas, apartando los dedos

de mí y agarrándome por la cintura. Usa un brazo alrededor de mi cintura para levantarme en el aire boca abajo. Mis piernas se abren por la sorpresa, y luego su boca está sobre mí, sus dientes una vez en contra presionando mi piel mientras su lengua se adentra en mi coño. Grito y me retuerzo. Cada vez que hace esto, me deshace por completo. Estoy luchando esta vez, pero toda la lucha me recuerda el poco control que tengo. Todavía tiene mis muñecas sujetas juntas contra un muslo, y con mi cabello colgando como una cortina alrededor de mi cabeza, estoy casi aislada del gran mundo. Si no se detiene, me voy a correr de nuevo. Miro sus dos pollas, que están tan duras que parecen dolorosas. Sol elige ese momento para hacer rodar su lengua dentro de mí, buscando mi punto G. Oh Dios. Eso nunca, nunca envejecerá. Me retuerzo más fuerte y Sol se dobla un poco, lo suficiente para que pueda alcanzar sus pollas con mi boca. Es demasiado grande para tomarlo, pero eso no me impide lamerlo y mordisquearlo en un frenesí. En respuesta, solo parece más decidido a hacer que me corra en su cara. Si tan solo tuviera mis manos... Pero es más caliente que yo no pueda. Que me tiene inmóvil. Que estoy teniendo que luchar para alcanzar la mayor cantidad posible de sus pollas. Que sigue follándome con su lengua incluso cuando sus dientes crean pequeños pinchazos de dolor en la parte baja de mi estómago y mi trasero. Saca su lengua de mí y la presiona contra mi clítoris, pulsando allí incluso mientras sollozo. —Sol, por favor—. Es demasiado y no suficiente, y estoy temblando al borde. Él no me deja ahí. Él nunca lo hace. Sol me acaricia justo como necesito enviarme precipitadamente a un orgasmo que me

encrespa los dedos de los pies. Sigue y sigue hasta que finalmente suaviza sus toques y me baja al suelo. Parpadeo hacia él, aturdida y ebria de placer. Ahora es el momento en que me follará. La idea me estremece hasta los huesos. He coloreado con mucho cuidado dentro de las líneas durante toda mi vida. Solo desde que estoy con Sol he empezado a entender que no hay nada prohibido cuando las personas involucradas están en la misma página. Esto tiene mayores consecuencias que cualquier cosa que hayas hecho. No me importa. No quiero parar. Excepto que Sol está retrocediendo. Su mirada sigue siendo francamente salvaje, pero se mantiene contenido de una manera que reconozco desde el primer día, y nuevamente la primera vez que tuvimos sexo. Si se lo deja a su suerte, no nos dará a ninguno de los dos lo que queremos por el deseo de no presionarme. Probablemente tenga razón. De hecho, sé que tiene razón. Eso no me impide ponerme de pie tambaleándome y dar un paso tambaleante hacia atrás de él. Sol se tensa, sus garras se clavan en el suelo. —Si corres—, gruñe. —Si corres, novia, te voy a follar aquí mismo en la tierra. El deseo se estremece a través de mí tan intensamente que me tambaleo. Sostengo su mirada y doy otro paso hacia atrás, y luego otro.

Está creando profundos surcos en el suelo, obviamente pensando si estoy tratando de alejarme de él. Doy la vuelta y corro. O al menos lo intento. Mis piernas todavía no funcionan bien, así que doy tres pasos tambaleantes antes de que Sol me tire al suelo. Esta vez no me da la oportunidad de prepararme. Pasa un brazo por debajo de mis caderas, levantándolas mientras empuja una polla dentro de mí. Grito. Mi cuerpo ha aprendido su forma, pero por lo general me da más tiempo para adaptarme a su tamaño. Hoy no. Sus mandíbulas se cierran alrededor del lugar donde mi hombro se encuentra con mi cuello, y levanta mis caderas más alto hasta que mis rodillas dejan el suelo. Estoy envuelta en él otra vez, incapaz de hacer nada. Pero tomo su polla mientras se estrella contra mí. Trato de trepar, mis dedos de los pies se entierran en la tierra, pero es inútil. Así que dejo de pelear. Se siente demasiado bien para seguir así. En lugar de eso, me agacho y presiono mis manos en la parte superior de su pene, creando una fricción deliciosa para ambos entre mis manos y mi cuerpo. En respuesta, Sol sisea contra mi piel y me folla más fuerte. Me llena hasta el punto de casi sentir dolor, pero hace mucho que mis cables se cruzaron para cualquier cosa que hagamos juntos. Me estremezco en sus brazos, el próximo orgasmo es aún más fuerte que los dos primeros. —¡Sol! Pon un bebé en mí. La vergüenza de siquiera pensar eso hace que todo esto sea más candente. No quiero eso. Realmente no lo hago. Pero la amenaza de eso solo me pone más húmeda.

Sol pierde su batalla primero. Él se corre dentro de mí y, Dios, amo este momento más que cualquier otra cosa que hagamos. Lo siento correrse, su polla hinchándose dentro de mí, su semilla llenándome y luego sobrellenándome, estallando para gotear por mis muslos. —¡Más! Sol se masturba y luego me acomoda en su segunda polla. Deberíamos parar, pero el daño ya está hecho. —Lléname.— yo gimo —Por favor Sol. Lléname y haz que me corra de nuevo. Tres golpes es todo lo que necesito para perderlo. Me corro tan fuerte que cada músculo de mi cuerpo se bloquea dolorosamente. Sol se sacude dentro de mí, llenándome por segunda vez. Solo entonces afloja la mandíbula y se deja caer conmigo en su regazo. Su polla se retuerce dentro de mí y yo me retuerzo, lo que le hace maldecir. —Suficiente. —No puedo...— Me levanta de él, sacando un gemido de mis labios. Sol envuelve sus brazos alrededor de mí, casi demasiado fuerte, y me abraza a él. Me aferro a su agarre mientras nuestros cuerpos se enfrían y nuestros latidos vuelven a la normalidad. Su semilla sigue goteando de mí, un claro recordatorio del riesgo que acabamos de correr. El riesgo que acabo de correr. Después de todo, Sol quiere un hijo. Esa es toda la razón por la que estoy aquí, para empezar. —Briar. Cierro mis ojos. No quiero sus disculpas, pero no estoy preparada para afrontar las posibles consecuencias de lo que acabamos de hacer. Elegí esto, pero eso no significa que no esté llena de un remolino conflictivo de arrepentimiento y deseo. — Preferiría no hablar de eso.

Sol se queda en silencio por un segundo, y luego dos. Finalmente, dice: —¿Te lastimé? —No.— No es del todo la verdad. Mi coño es un gran dolor palpitante, aunque no es del todo desagradable. También estoy sangrando en varios lugares por sus mordeduras, aunque cuando miro hacia abajo, son solo pequeños riachuelos de los pinchazos de sus dientes. No debería encontrar la vista sexy, pero hay poca lógica en cómo soy con Sol. —Estoy bien. —Mentirosa.— Se pone de pie lentamente, pero no me baja. —Te estoy cargando de regreso. No discutas conmigo.— Hay algo hirviendo en su tono, algo profundo y casi enojado. No puedo decir si está dirigido a mí o no, y cuando lo miro a la cara, todavía no estoy segura. Es una lucha para no encorvarme, para hacer de mi cuerpo un objetivo más pequeño. Racionalmente sé que no me hará daño, pero algunos instintos no son tan fáciles de desviar. Sol nunca antes se había enojado conmigo. Creo que la he jodido.

23 SOL

No me molesto en volver al lago a recoger mis pantalones. No hay nadie para presenciar este viaje enojado a través del bosque de regreso al torreón. Estamos solos, yo y mi novia temblorosa. Puedo saborear su miedo en mi lengua, y me vuelve loco. Mis instintos todavía están en el asiento del conductor, exigiendo que la marque, la proteja, la críe. Debería haber sabido que perseguir a Briar significaría que perdería el control. No había un solo pensamiento en mi cabeza excepto atraparla, morder ese maldito colgante y luego follarla hasta que itiera que era mía en todos los sentidos que importan. Dos de tres se siente como una victoria vacía. Debería hablar, debería encontrar las palabras para tranquilizarla. No tengo ninguna. Quiero prometerle que si me hubiera dicho que me detuviera, no habría arrancado ese colgante y lo habría tirado. Quiero decirle que no me la habría follado sin esa protección si no hubiera huido de mí por segunda vez. Quiero... pero no estoy seguro de que sea la verdad. Por primera vez en mucho tiempo, desearía que mis padres siguieran vivos para darme consejos. Me tuvieron tarde en la

vida y se fueron de este mundo juntos en paz hace unos años. Después de más de cuarenta años con ellos, pensé que me habían enseñado todo lo que necesitaría. Hice las paces con extrañarlos, pero eso es una parte normal de pasar a la edad adulta. Después de todo, los dragones no vivimos para siempre. Pero no sé qué es esto. Apenas me reconozco ahora mismo. Mis brazos se agitan alrededor de Briar, y mientras me alejo de los árboles hacia la fortaleza, no estoy seguro si es para dejarla en nuestra habitación y alejarme un poco... o para encerrarnos juntos hasta que deje de ocultarse de mí. No. Diosa, no. Ella eligió lo que acabamos de hacer, para bien o para mal. Puede que me odie por eso una vez que las endorfinas desaparezcan por completo, pero es demasiado justa para culparme cuando nos costó a los dos llegar allí. Al menos, creo que lo es. Por otra parte, apenas estoy pensando con claridad en este momento. —Sol. —No.— Sacudo la cabeza y empujo la puerta principal. — Aún no. Briar se enrosca con más fuerza contra mi pecho. —Ok. No vemos un alma en el viaje a nuestra habitación. Está bien; No estoy seguro de lo que haría con este estado de ánimo actual que me domina. Odio esto. No pierdo el control. Definitivamente no paso en falso debido a la impulsividad. Y seguro que no haría nada a sabiendas para poner a Briar en peligro.

Incluso de mí. Excepto que esa no es la verdad, ¿verdad? Aunque mis pensamientos superficiales dicen una cosa, hay una parte profunda de mí que está satisfecha con el resultado de hoy. Que ama los aromas mezclados de nuestra puta. Eso se alivia al ver las marcas de mis dientes en la piel de Briar. Entro en nuestra habitación y cierro la puerta de una patada. —Me permitirás bañarte y curarte. —Ok.— Suena más dócil que nunca, un temblor en su voz que me hace querer silbar de rabia. Excepto que no puedo porque soy yo quien lo puso ahí. Cierro los ojos y me esfuerzo por sonar más normal. Sólo tengo un éxito parcial. —No tienes nada que temer de mí. —Lo sé.— El temblor sigue ahí, pero suena segura. —En verdad, lo hago. Esa certeza me tranquiliza lo suficiente como para poder entrar al baño y dejarla en el suelo. Mantengo una mano en su cintura, listo para agarrarla si se le doblan las rodillas, pero se las arregla para mantenerse en pie. La bañera es tentadora, pero ambos estamos tan cubiertos de suciedad que la ducha es la mejor opción. Abro el agua con una mano y luego, tan pronto como está tibia, la lavo. Ya hay moretones que oscurecen su piel en varios lugares, y varias de las marcas de mis dientes siguen sangrando. Pero, cuando termino, ya no tiembla. Me lavo rápidamente, odiando la forma en que me tiemblan las manos. No es preocupante. Apenas estoy conteniendo la necesidad de estar dentro de ella otra vez. Esto está muy mal.

Cierro el agua y envuelvo a Briar en la toalla esponjosa que confesó amar en su segunda semana aquí. Comienza a protestar diciendo que puede caminar, pero las palabras mueren cuando la cojo en mis brazos de nuevo. Pongo a Briar en la cama y abro sus muslos. Ella me mira con una expresión ilegible mientras alcanzo el bálsamo curativo. —No tienes que hacer eso. —Sí.— No puedo dejar de mirar su rostro mientras tomo un poco de bálsamo y lo presiono en ella. Parece que quiere mantener los ojos abiertos, pero mientras me concentro en cubrir el interior de su coño con el bálsamo, deja caer la cabeza hacia atrás. Sus labios se separan de placer. Sería tan fácil mantener esto. Sé cómo hacerla sentir bien. Cuando estamos follando, ella no está pensando. Es lo incorrecto. A regañadientes, termino de aplicar el bálsamo y saco mis dedos de ella. Ahora es el momento de tener una conversación, de hablar sobre lo que acaba de pasar, pero no puedo quitarme el miedo de que hacerlo signifique perderla. Ella ya me ha dejado claro sus pensamientos sobre el embarazo. No tenía derecho a quitarle ese colgante, y ambos lo sabemos. Otro colgante asegurará que no quede embarazada de este encuentro. Pero sólo si me doy prisa. Empujo mis pies. —Descansa. Vuelvo enseguida. —Sol... No me quedo para escuchar lo que ella está a punto de decir. Puede que merezca cualquier recriminación que me envíe, pero al menos si reemplazo su colgante, hay una posibilidad de que esto termine. De hacerlo bien.

Bajé corriendo las escaleras y prácticamente arranqué la puerta de mi estudio. La pura fuerza me sobresalta, y me concentro en reducir la velocidad, en no voltear mi escritorio para encontrar el pergamino que uso para comunicarme con Azazel. No hay razón para entrar en pánico. No la he perdido. Ella está arriba, y en muy poco tiempo habré arreglado esto y podremos volver a ser como antes. Mi escritura es horrible, pero garabatear mi solicitud.

me

las

arreglo

para

Hubo un incidente. Necesito otro colgante. Inmediatamente. Miro el pergamino, esperando la respuesta. Nunca toma mucho tiempo. Todavía no estoy seguro si el mismo Azazel lo hace o si tiene a alguien en el personal a cargo de este tipo de comunicación. No importa. No hay respuesta. Los segundos pasan a minutos. ¿Qué cojones lo retiene? Tomo la pluma para escribir un segundo mensaje cuando una sombra cae sobre mi escritorio. —¿Qué estás haciendo Sol? Salto y luego me maldigo por saltar. Briar se ha tomado el tiempo para envolverse en la manta que parece preferir cuando no estoy disponible para mantenerla caliente. ¿Es eso una señal de que no quiere que me acerque a ella? Estoy en espiral. No sé si alguna vez he girado en espiral antes. No importa qué pruebas surgieron, siempre ha habido una solución lógica. Incluso con Anika, mi decepción y dolor

nunca superaron mi capacidad de pensar. Ahora mismo, no estoy pensando. Estoy entrando en pánico. Tengo que arreglar esto, y no sé cómo. —Regresa a la cama. —No, no creo que lo haga—. Se pone la manta más arriba de los hombros y se hunde en la silla frente a mí. —¿Qué está sucediendo? ¿Por qué estás actuando tan extraño? —No lo soy. Sus cejas se juntan. —Esa es la segunda vez que me mientes hoy—. Su mano va a su cuello desnudo. —Esto es por el colgante, ¿no? Porque lo quitaste. —Lo siento—, rechiné. —No debería haberlo hecho. En todo caso, frunce el ceño con más fuerza. —Lo siento, ¿eres la única persona que participó en lo que hicimos? La vergüenza me hace encorvar los hombros. —Ese no es el punto.— Nunca había sido más consciente de las diferencias entre nosotros que cuando la aceché por el bosque. Se sentía como depredador y presa, y lo disfruté demasiado. No éramos iguales. —Arrancarte el colgante y luego follarte fue llevar el juego demasiado lejos. —¿Hiciste qué? Ambos nos sobresaltamos cuando aparece el propio Azazel. Llena la entrada, sus cuernos se curvan hacia arriba para raspar el manto cuando entra en la habitación. Su mirada oscura nos abarca, y sus cejas se cierran de golpe. —Explícate tú mismo. —Yo... —Tú no, Briar—. Él no aparta la mirada de mí. —Quiero que el dragón explique por qué se disculpa por un incidente al quitarte el control de la natalidad y luego follarte.

Disculparse con Briar es una cosa. Poner lo que acaba de suceder para que Azazel lo juzgue es algo completamente diferente. —Eso es entre nosotros. —Ahí es donde te equivocas, muchacho—. Da otro paso adelante, cerniéndose sobre el escritorio. —Mi contrato dice lo contrario. Las campanas de alarma suenan en mi cabeza. Seguramente no es su intención... Me empujo lentamente para ponerme de pie. —Si violé el contrato, me habrías estado esperando aquí cuando llegáramos a la fortaleza. Hubieras sabido antes que sucedió antes de aparecer. Él entrecierra los ojos. —Es posible que el contrato no haya señalado lo que sucedió como daño, pero lo que acabo de escuchar sí lo hace. Tiene razón y odio que tenga razón. Eso no significa que esté a punto de ceder en esto. No cuando hay tanto en juego. — Estamos bien. Sal. —Briar.— Su tono es significativamente más suave cuando habla con ella que conmigo. —¿Usted consintió en tener los hijos de Sol? Ella palidece, su piel se vuelve casi verde. —¿Qué? No. Quiero decir…— Su voz se vuelve ronca. —No hemos hablado de eso desde nuestra conversación inicial. Los ojos oscuros de Azazel brillan en rojo. —Y durante esa conversación, le dijiste que… Ella se vuelve aún más verde. —Que no quería hijos durante este contrato.

—Espera…— No estoy seguro de qué argumento tengo, pero al final, no hace ninguna diferencia. Sus ojos brillan carmesí. —No sé cómo se califica el daño en este territorio, pero en el mío se aplica claramente la definición— . Él mira a su alrededor. —Regresaré para arreglar los detalles en breve. Briar mira entre nosotros. —Espera, eso no es lo que quise decir. —No trates de protegerlo ahora—. Él la acecha, dos pasos rápidos. Registro su intención y me lanzo hacia ellos, pero es demasiado tarde. Azazel agarra el hombro de Briar y desaparecen, teletransportándose lejos de mí. Para siempre. —¡No!

24 BRIAR

Un momento estoy mirando la cara de pánico de Sol, observándolo lanzarse hacia mí, y al siguiente mi estómago da una sacudida repugnante y estoy de vuelta en la habitación donde comenzó todo esto. O, más bien, donde comenzó mi entrada al reino de los demonios. Parece casi extraño después de acostumbrarme a mi cama baja y armarios desordenados en la habitación de Sol. Quiero arrancar las bonitas cortinas de encaje de las paredes. Me escapo del agarre de Azazel, muy consciente de que él lo permite. —¡Te equivocas! —No lo hago.— Él me mira, el rojo en sus ojos retrocediendo hasta que son el negro más familiar. No es una mirada acalorada de ninguna manera, pero de repente me doy cuenta del hecho de que estoy desnuda debajo de mi manta. Azazel frunce el ceño cuando lo aprieto más a mi alrededor. — ¿Necesitas atención médica? Me ruborizo desde los dedos de los pies hasta las raíces. Los únicos puntos dolorosos son las pequeñas marcas de dientes en mi cuerpo, pero me condenarán antes de dejar que me los quite. —Estoy bien. Él asiente lentamente. —Estás a salvo aquí.

—Estaba a salvo con Sol—. Puede que tenga sentimientos complicados sobre lo que sucedió y cómo actuó después, pero no tengo ninguna duda de que ambos fuimos víctimas de nuestra lujuria y un juego en marcha. Muy lejos. No salió con la intención de atraparme. Ciertamente no me propuse obligarlo a violar los términos del contrato. Azazel se acerca al armario y lo abre de golpe. Agarra una bata y la arroja sobre la cama. —Ponte esto y luego te conseguiremos otro colgante. Supongo que no ha pasado mucho tiempo desde que rasgó el otro. —Unas pocas horas, tal vez—. Sinceramente, no estoy segura. Estaba bastante fuera de sí después de tener sexo, y luego esperé más de unos minutos a que Sol regresara a la habitación antes de que la indignación me diera la fuerza para ir a cazarlo. Por todo el bien que me hizo; nuestro argumento le dio a Azazel la munición que necesita para cuestionar el contrato. Azazel se mueve hacia la puerta, presentándome su espalda. —El tiempo es la esencia. El colgante puede prevenir el embarazo siempre que el proceso no haya llegado a cierto punto. Parpadeo a su espalda. —Es un plan B mágico. —Algo en esa medida—. Me mira y frunce el ceño. —La túnica, Briar. Quiero desobedecer por pura furia, pero el hecho es que este debe ser el primer paso para sacarnos a Sol y a mí de este lío. —Iré contigo, pero luego me escucharás. Él suspira y se vuelve hacia la puerta. —Muy bien.

Dejo caer la manta y me pongo la bata. Es un material grueso que es suave y cálido, y después de ceñirlo a la cintura, me cubre incluso mejor que la manta. —Estoy lista. Azazel abre la puerta y me permite que lo preceda en el pasillo. Es un salón diferente al de la última vez; mi puerta ya no está en un callejón sin salida, sino que ahora se extiende una gran distancia en cualquier dirección. Gira a la derecha y me deja seguir. Lo maldigo en silencio todo el tiempo. Cada paso hace que mi ira aumente. Olvidé que Azazel es un demonio, que es casi tan grande como Sol, que es muy responsable de que yo quedara viuda la primera vez. Doblamos una esquina y mi furia brota de mis labios en forma de chillido. —¡No es asunto tuyo! El demonio se vuelve hacia mí con un murmullo exasperado que el hechizo de traducción no acaba de convertir. —Estás bajo mi cuidado. Tu seguridad es mi responsabilidad. Capto movimiento por el rabillo del ojo, pero estoy demasiado concentrada en Azazel como para preocuparme si tenemos público o no. —Eres un demonio entrometido que necesita dejar que dos adultos tengan una conversación sin que tú me invadas y me secuestres. —¡Yo no te secuestré!— él ruge. Debería estar asustada. Debería estar orinándome en los pantalones en este momento porque no solo estoy en medio de una confrontación, sino que es con alguien que podría destriparme con un golpe de sus garras negras. En lugar de eso, estoy rugiendo directamente hacia él. —¡Tu ridículo contrato no se activó por lo que pasó entre nosotros y lo sabes! ¡No acepté volver aquí contigo! ¡Estaba teniendo una discusión con mi esposo, no con tu demonio prepotente!

Azazel gruñe en mi cara. Sus rasgos no han cambiado, pero de repente parecen menos humanos. —Mete tu trasero en esa habitación ahora mismo y asegura un colgante de reemplazo. Me ocuparé de ti cuando vuelvas a ser razonable. Cálmate. Todo se vuelve estático y extraño. Casi se siente como si la parte superior de mi cabeza explotara. Seguramente esa es la única explicación para que me lance a Azazel, con los dedos curvados como garras. —¡Bastardo! Nunca hago o. Unos brazos se enganchan alrededor de mi cintura, tirando de mí hacia atrás contra un amplio pecho. No dejo de preguntarme quién me agarró. No estoy pensando en nada más que arrancarle los cuernos a Azazel de la cabeza y golpearlo hasta la muerte con ellos. —¡Llévame de vuelta! ¡Llévame de vuelta ahora mismo! —Eso es suficiente de eso—, dice una voz familiar. Ramanu. Me tiran por encima del hombro. —Tengo esto cubierto, Azazel. No requería tu interferencia directa. —Cuídalo—, espeta Azazel. Pasos pesados se alejan de nosotros, pero no puedo ver nada excepto el trasero redondo de Ramanu en mi cara. —¡Bájame! —No creo que lo haga—. Da unos pasos, y luego salimos del pasillo y entramos por una puerta que estoy casi segura de que no estaba allí hace unos segundos. Trato de calmar mi corazón acelerado, decidido a salir disparada hacia la puerta en el segundo que Ramanu me baje.

Antes había un camino a través de este lugar hasta el torreón de Sol. Seguro que todavía existe. Solo necesito encontrarlo. Significará evadir a Ramanu y Azazel, pero no me importa. No dejaré que las cosas terminen con Sol. Así no. No sin siquiera tener la oportunidad de decir adiós. Ramanu me deja caer, sin demasiada delicadeza, en una silla. Está allí con una mano cuando trato de ponerme de pie. Golpeo su palma y me dejo caer en la silla con una maldición. — ¡Déjame ir! —Sé lo poco que a los humanos les gusta que les digan que se calmen—. Rebuscan en un gabinete con una mano mientras la mayor parte de su atención parece estar en mí. —Pero el hecho es que no te dejaré salir de esta habitación hasta que puedas caminar bien sin intentar agredir a nuestro líder. —No tendría que agredir a nadie si él no me transportara fuera del estudio de Sol sin siquiera preguntarme si quería ir. Ramanu se encoge de hombros. —Él tiene tu contrato. Puede hacer lo que le plazca, salvo daño—. Saca un colgante del gabinete, idéntico al que Sol me robó hoy. —Mano. Lo miro, pero finalmente alargo la mano. Me pinchan la palma de la mano con una garra y presionan el colgante allí, cerrándolo con los dedos. La sacudida familiar a través de mi cuerpo me hace temblar un poco. Miro el colgante, mis emociones son un lío enredado. No quiero estar embarazada. No si eso significa dejar al niño atrás. Pero… ¿si no tuviera que irme? ¿Si Sol y yo tuviéramos un futuro sin fecha de caducidad? Esa es una historia

completamente diferente. A regañadientes, dejo caer el colgante alrededor de mi cuello y miro a Ramanu. Mi corazón todavía está acelerado, mi cerebro confuso, pero me las arreglo para hablar sin gritarles. —Por favor, llévame de vuelta a Sol. —Ese no es mi llamado a hacer. —Y, sin embargo, lograste hacer todo tipo de llamadas mientras me estabas controlando durante el último mes—. Cruzo los brazos sobre mi pecho y lo miro. —Sabes muy bien que Sol se cortaría el brazo antes de que me hiciera daño. Dudó antes de arrancar el otro colgante. También dudó antes de follarme. Corrí. Sabía lo que pasaría si lo hacía, y lo hice de todos modos. Si alguien ha causado daño en este escenario, soy yo. Sabía que estaba arrepentido, que se sentía culpable por lo que pasó. Si no hubiera dudado en bajar y hablar con él porque sabía que la conversación sería incómoda, no estaríamos en este lío. Podríamos haber hablado y resuelto las cosas sin que Azazel apareciera para prender fuego a todo el maldito contrato. Ramanu suspira. —Tienes que entender, pequeña novia. Azazel puede ser el líder por pura fuerza y crueldad, pero es un papá oso sobreprotector cuando se trata de sus preciosos contratos. Independientemente de tu intención, él solo está viendo el resultado final. Él no está pensando con más claridad que tú ahora mismo. Dale algo de tiempo para que se calme y luego explícale las cosas. Dudo que cambie de opinión, pero tienes más posibilidades de que te escuche que de gritarle en el pasillo. Lo que está diciendo tiene sentido. No me importa. Me levanto lentamente, desafiándolo a intervenir. —Dime dónde ha ido Azazel o llévame de vuelta a Sol.

—Le dije que esto era un error. Los otros líderes son demasiado tercos y los humanos no son más que problemas. No creo que Ramanu tenga la intención de que escuche eso, así que lo ignoro. —Genial. Yo misma encontraré una manera. —Paciencia. Sí, no lo creo. No me siento paciente en lo más mínimo. En el momento en que giran hacia el gabinete, me dirijo a la puerta. Si Ramanu no me ayuda, entonces lo resolveré por mí misma. Doy un paso hacia el pasillo cuando algo afilado me pincha el cuello. Mis piernas se estiran y Ramanu me toma en sus brazos mientras mis huesos se vuelven gelatina y un entumecimiento abrumador se extiende a través de mí. — Qué…— Mis labios no se mueven apropiadamente. —Si no tienes paciencia por tu cuenta, entonces me veo obligado a persuadirte. Duerme bien, pequeña novia.

25 SOL

Se necesitan tres días para llegar al territorio del demonio negociador. Normalmente, tomaría cinco, pero el miedo por Briar me hace ignorar el agotamiento de mi cuerpo mientras me apresuro a alcánzala. Apenas me detuve para empacar provisiones antes de ir tras ella, no habría pensado en hacerlo si Aldis no me hubiera asaltado antes de llegar a la puerta principal. Si Azazel la devolviera... ¿Qué haré? ¿Qué puedo hacer? Nadie me detiene cuando cruzo la línea del territorio. Puedo escuchar a los demonios fuera de mi vista, puedo sentir su presencia mientras siguen mi camino hacia el castillo de Azazel. Ha elegido permitirme acercarme, y no puedo comenzar a decir si eso es algo bueno o malo. No estoy pensando con claridad, y lo sé. Es demasiado tarde para preocuparse por eso ahora. Subo los escalones del castillo. De nuevo, nadie me detiene. Esto se está volviendo absurdo. Abro la puerta para encontrar

que la gran entrada ha desaparecido, reemplazada por un pasillo sin rasgos distintivos que conduce a una sola puerta. —Sutil. La puerta se abre a un estudio que no es diferente al mío. Hay estantes de la colección personal de libros de Azazel, un gran escritorio repleto de papeleo suficiente para darme una pausa, y un demonio esperándome detrás de él. —Cierra la puerta.— Los ojos de Azazel son de un carmesí brillante. —Si comienzas a rugir, te echaré de aquí tan rápido que es posible que no sobrevivas al portal. Es tentador voltear este escritorio de la misma manera que volteé el del torreón. Mi propia oficina está destruida, y sin duda una vez que me haya calmado, sentiré una profunda vergüenza por eso. Se siente como si hubiera estado actuando por instinto desde que conocí a Briar, y ha causado un sinfín de pasos en falso. —¿Briar está bien? Azazel levanta las cejas y se recuesta. —Ese pequeña gata infernal casi me arranca la cara. Me detengo en seco. —¿Qué? —Me escuchaste. —Lo hice, pero…— Pero en ningún momento durante mi relación con Briar la llamaría gata infernal. Esas bestias rondan el territorio de Rusalka, e incluso yo dudaría en enfrentarme a una. Briar puede ser impulsiva a veces, y me niego a pensar en lo que hacemos en los juegos de dormitorio en presencia de Azazel, pero ella no está ni cerca de la ferocidad de una gata infernal. —Has cometido un error. —Eso es lo que ella sigue diciendo—. Azazel presiona sus garras en sus sienes. —Siéntate.

No quiero. No debería tener energía después de hacer el viaje hasta aquí en una línea de tiempo tan condensada, pero el hecho es que estoy luchando por no dar vueltas por el estudio. De mala gana me hundo en la silla sin respaldo que está frente al escritorio. —Entiendo que firmé un contrato particular contigo, pero no me di cuenta de que estabas tan interesado en expandir el territorio del demonio negociador. Azazel me mira por un largo momento, expresión ilegible. — Tienes algo que decir. Dilo. —Tuve algo de tiempo para pensar mientras viajaba—. Sin Briar en quien concentrarse, varias cosas quedaron bastante claras. —Hace varios años, dijiste que querías la paz entre los territorios. No te creí. Ninguno de nosotros lo hizo. Él no se mueve. —No veo qué influencia tiene tu creencia, o la falta de ella, que ver conmigo o con nuestras circunstancias actuales. Ignoro eso. —Tenía sentido que instalaras una telaraña con cuatro pequeñas trampas que te pondrían a cargo de todo el reino. No lo cuestioné—. Me inclino hacia adelante. —Pero no quieres mi territorio, ¿verdad? No quieres ninguno de los nuestros. Azazel sostiene mi mirada por un largo momento. —No creerías el regalo sin las ataduras. Así que los hice fuertes—. Se encoge de hombros. —Incluso si tomara los cuatro territorios, no los mantendría indefinidamente. Sus respectivos pueblos son demasiado poderosos y demasiado tercos. Es más problema de lo que vale. Empecé a sospecharlo, pero la confirmación me deja un poco sin timón. —Entonces, ¿por qué tomar Briar? —Eso, no estaba jodiendo—. Así como así, su relativa tranquilidad se ha ido, reemplazada por la amenaza. —Me doy

cuenta de que el resto de ustedes piensa que mantenemos a los humanos aquí como nuestros juguetes y los vemos como poco más que juguetes para usar y desechar cuando finaliza el trato. Así no es cómo funciona. Un contrato es sagrado. Algo parecido a las llamaradas de culpa. El tiene razón. Pensé lo peor de él y su gente. Peor en algunos aspectos, utilicé su presencia para mi propio placer mientras pensaba eso. —Te debo una disculpa. —Realmente no podría importarme menos lo que pienses de mí—. Se inclina hacia adelante, igualando mi postura. —Pero le hiciste daño a una de las mías, y eso no lo perdonaré. —Briar no es tuya. Ella es mi esposa. —Tú esposa con mi permiso. La puerta se abre detrás de mí y salto de la silla, esperando un ataque. Excepto que no es un asesino deslizándose por la puerta. Es Briar. Está más arreglada que la última vez que la vi, su cabello recogido en un moño complicado y usando un vestido gris oscuro que se ve absolutamente devastador en ella. Me ve y se detiene en seco. —¿Sol? Tengo tanto que decir, todo se me enreda en la garganta. Lo único que surge es su nombre. —Briar. Ella comienza a moverse hacia mí, pero Azazel lanza una mano. —Lo juro por la Diosa, si te arrojas a sus brazos ahora mismo, te enviaré de regreso al reino humano. Siseo, pero el sonido muere en mi garganta cuando Briar gira hacia él. Ella da un gruñido realmente impresionante. — ¡Eres tan prepotente que no es de extrañar que Eve no te quiera!

Azazel, líder del territorio de los demonios negociadores, se estremece. Lejos de ser disuadida por dar una pista obvia, Briar camina hacia el escritorio y planta sus manos sobre él, enviando dos montones de papeleo al suelo. Hago una mueca de simpatía antes de recordar que estoy tan furioso con Azazel como ella. —Estás fuera de línea—, retumba. —No soy el único.— Ella se inclina hacia adelante, sin mostrar ni una pizca de miedo. —¿Estoy embarazada, Azazel? Su expresión se vuelve plana. —Eso es irrelevante. —No es irrelevante, y lo sabes, o no estarías eludiendo la pregunta. ¿Estoy embarazada? Se inclina hacia atrás y cruza los brazos sobre el pecho. No es un gran retiro, pero un retiro al fin y al cabo. —Sabes que no lo estas. Puedo oler tu cuerpo desde aquí. —No la huelas —siseo. Briar me ignora. —Todo tu argumento fue que Sol causó un daño potencial al quitarme mi colgante a pesar de que tu maldito contrato no lo creía así y tampoco Sol ni yo. Dado que dicho colgante ahora está en su lugar y seguramente no estoy embarazada, según tu lógica , no se hizo daño. Él mira. —Me gustabas más cuando echabas espuma por la boca y tratabas de atacarme. —Me alegro de que estemos de acuerdo—. Ella se endereza. —Con eso en mente, ¿cómo funciona el final del contrato? Ahora Azazel la está observando tan de cerca como yo. —Si te permito volver con el dragón, y eso es un sí bastante grande,

entonces al final de siete años, te recogeré—. Duda, claramente no quiere continuar, pero bajo la mirada de Briar, cede. —Y luego te ofrecería la opción de regresar a tu reino o quedarte en el mío. Debo hacer algún sonido de sorpresa, porque él me mira. — Es una costumbre, incluso si no lo publicitamos. La mayoría de los negociantes regresan a su reino para disfrutar de lo que sea por lo que dieron siete años. Solo un pequeño porcentaje se queda. Briar da un pequeño paso hacia atrás desde el escritorio. — Gracias por responder. Ya que estamos de acuerdo, vuelvo con Sol. Azazel niega con la cabeza lentamente, una pequeña sonrisa tirando de las comisuras de sus labios. —Eres un terror. —Gracias—, dice remilgadamente. —En el futuro, si necesito tu ayuda, te llamaré. Levanta las cejas y me mira. —Supongo que estoy siendo despedido. A diferencia de la nueva confianza de Briar, no estoy seguro de que esto termine como espero. Asiento lentamente. —Me gustaría llevar a mi esposa a casa—. Una pausa ponderada. — Con su permiso. Por un momento, creo que podría negarnos simplemente a hacerlo, pero finalmente saluda a la puerta. —Toma tu gata infernal y vete. Casi no puedo creerlo. Pensé con certeza que estaría entrando en una pelea total para recuperar a Briar... y no necesariamente una que ganaría. El precio valió más que la pena. Ahora, Azazel me permite salir con Briar, una expresión en

su rostro que de alguna manera es tanto indulgente como exasperada. Por su parte, Briar se acomoda a mi lado. Le lanza a Azazel una mirada vagamente de disculpa. —Lamento lo que dije sobre Eve. Estoy segura de que ustedes dos resolverán las cosas. Juro que sale humo de sus fosas nasales. —Vete. Salimos. Ramanu espera afuera de la puerta, esa sonrisa burlona firmemente arraigada en su rostro. Por una vez, no quiero arrancarle la cabeza del cuerpo. Señala una puerta que no estaba allí cuando llegué. —También podría hacer que el viaje a casa sea más fácil. No discuto. Lo único que me importa es llevar a Briar a casa y luego hablar de las cosas. No tengo más claridad al respecto, incluso si el tiempo de separación me dio otros ángulos para mirar cuando se trata de Azazel. Lo último que quiero hacer es lastimar a Briar, pero ella también dejó en claro que no me permitirá cargar con toda la culpa por nuestro paso en falso. No sé dónde nos deja eso. Tengo un poco de miedo de preguntar, pero no podemos avanzar hasta que resolvamos esto. Realmente espero que su furia contra el demonio signifique que quiere seguir adelante conmigo. Atravesamos la puerta y entramos en los familiares pasillos de la fortaleza. Briar inclina la cabeza hacia atrás e inhala profundamente. —Me perdí esto. Pensé que nunca podría volver aquí. —Briar...

Ella abre los ojos. —Necesitamos hablar.

26 BRIAR

Tuve mucho tiempo para pensar en los últimos tres días, especialmente después de que Ramanu me arrojó con Eve, la mujer que Azazel eligió para la subasta. No soy la misma persona que hizo ese trato demoníaco hace un mes. ¿Un mes? Se siente como toda una vida. Esa mujer nunca se hubiera atrevido a enfrentarse cara a cara con Azazel varias veces en los últimos días. La mujer que fui sería capaz de mirar hacia el futuro y ver una vida sin Sol a su lado. Puede que no estuviera demasiado ansiosa por regresar al reino humano, pero no tenía intención de quedarse. Ya no me siento así. Sol me lleva a la biblioteca y le permito que me moleste para que me envuelva en una manta grande y tome un poco de té caliente. A decir verdad, ahora que la emoción ha pasado en su mayor parte, tengo ganas de dormir una siesta de unas doce horas, acurrucada como un ovillo mientras espero que pase lo peor de los calambres. Un poco de mimo por parte de Sol en realidad me hace sentir mejor.

Especialmente cuando se hunde en el sofá a mi lado y coloca su brazo sobre mis hombros. Me acurruco a su lado, con cuidado de no derramar el té. —¿Te estás estancando? —Tal vez un poco.— Acaricia mi sien. —Lamento que las cosas se hayan ido de las manos. Azazel podría ser un poco idiota, pero no era incorrecto. —Sol.— suspiro. —Estuve ahí también. No te dije que te detuvieras—. Tomo un trago rápido del té casi hirviendo. —Me bajé más sabiendo que no deberíamos estar haciéndolo. Se necesitaron dos de nosotros para meternos en ese lío. Por favor, deja de intentar cargar con toda la responsabilidad. Se tensa como si quisiera discutir, pero finalmente sisea un poco. —No volverá a suceder. Lo prometo. Es tan tentador interpretar eso como la peor explicación posible, que él no quiere que me quede, pero esa interpretación no tiene sentido. Si Sol no me quisiera aquí, no me habría perseguido hasta un territorio diferente. Él no estaría preocupado por hacerme daño en absoluto. La comunicación no es fácil. Nunca he tenido que ser particularmente buena en eso, aparte de leer la sala para anticipar y responder a las corrientes subterráneas. Esto es diferente. Esto no se trata de protegerme. Se trata de lo que mi corazón quiere... si soy lo suficientemente valiente como para extender la mano y tomarlo. Trago saliva. —Solo ha pasado un mes. —Lo sé. —Todavía estoy trabajando en muchas cosas. Podría pasar el resto de mi vida trabajando en ello. Soy un desastre.

Su brazo se aprieta alrededor de mí lo más finamente posible. —No eres un desastre, Briar. Eres una sobreviviente. Una sobreviviente. Nunca entendí cuán poderoso podría ser ese término hasta ahora. No una víctima. No está roto. Un poco golpeada y un poco frágil, pero una sobreviviente, no obstante. Me inclino hacia adelante para dejar la taza y me giro para enfrentarlo. Desde el principio, Sol me ha seguido el ejemplo. Incluso cuando está siseando y presionándome sobre ciertos temas, siempre responde a mi estado de ánimo y nivel de comodidad. Quiero darle el mismo regalo. Me aclaro la garganta. —Sé que quieres un hijo. —No si eso significa que te pierdo—. Él niega con la cabeza bruscamente. —Encontraré otra manera de ayudar a mi gente. No eres un peón, Briar. Lamento haberte visto como uno para empezar. —Sol.— lo miro. —¿Me dejarás terminar? Tiene la gracia de parecer avergonzado, con la cabeza gacha y los hombros encorvados. —Por supuesto. Por favor continua. Sería mucho más fácil dejarlo liderar. Pero si realmente quiero esto, entonces no puedo quedarme en un segundo plano por todo el futuro. No quiero eso —Yo…— Dios, ¿por qué es esto tan difícil? —Te amo Sol. No sé qué traerá el futuro, pero no hay nada para mí en el reino humano. Si quieres... Si te interesa... —Yo también te amo.— Presiona una garra en mi barbilla, levantando mi cara hacia la suya. —Quédate conmigo, Briar. Siempre. Me mareo con la sensación de que mi corazón se expande hasta que es demasiado grande para mi pecho. —¿En serio?

—En serio— Presiona su frente contra la mía. —Y si nunca quieres tener hijos, eso es… —Yo sí quiero—, espeto. —Aún no. Necesito resolver algunas cosas antes de estar dispuesta a traer una vida a este mundo. Y, bueno, me gustaría disfrutar más tiempo sola contigo. Pero sí quiero hijos con el tiempo. Sol exhala lentamente. —Entonces, cuando estés lista, lo resolveremos. Juntos. Juntos. —Está bien—, digo lentamente. Espero a que se retire lo suficiente como para poder ver su rostro una vez más. —Pero ¿qué pasa con este frenesí de apareamiento? No podemos pasar el resto de nuestras vidas encerrados aquí lejos de los demás. Sol se pasa la mano por la cabeza. —Se aliviará. A decir verdad, en circunstancias normales, ya lo habría hecho. Yo... creo que saber que quieres quedarte ayudará. Antes, cada segundo que pasaba se sentía como granos de arena deslizándose entre mis dedos. No quería compartir ese precioso tiempo con nadie—. Su cresta sube y baja. —Dame una semana y veremos dónde estamos. Progreso. Estoy segura de que los dragones son tan variados como los humanos, por lo que habrá obstáculos en el camino. Independientemente de lo comunes que hayan sido los humanos en los diversos territorios en el pasado, ahora no son comunes. —¿Me aceptarán? No sé si estoy calificada para ser colíder, pero quiero ser una socia completa para ti, sin importar lo que parezca. Tal vez pueda trabajar con Aldis y ayudar con el papeleo. —A ella le encantaría eso. Me encantaría.— Sol, siendo Sol, no me da una respuesta fácil. Me da una honesta. —Algunos de

los míos no te aceptarán. Hay un pequeño número que cree firmemente que nunca deberíamos habernos criado con humanos, pero esos dragones tienden a ser reservados y prefieren su propia compañía. No vienen al torreón a menudo, si es que lo hacen—. Se encoge de hombros. —El resto cae en un espectro de creencias personales y políticas. Algunos tratarán de acercarse a ti para doblegarme a su agenda. Algunos tendrán curiosidad. Algunos podrían reaccionar de formas que no podemos anticipar—. Restringe su atención en mí. —¿Eso te molesta? Honestamente, no lo sé. La idea de estar expuesta a tanta gente, de tener alguna forma relativa de poder y hay que evitar errores… Es mucho. —Voy a estropear esto. Aparta hacia atrás los pocos mechones de cabello que se me escaparon. —Los errores ocurren porque no somos criaturas perfectas, pero yo estaré aquí, y Aldis estará aquí, y habrá otros. No estás sola, Briar. El territorio y su gente no dependen de que seas una reina perfecta—. Él sisea un poco divertido. —Y si Azazel se sale con la suya, habrá una paz duradera entre todos los territorios, lo que solo reducirá las apuestas involucradas. Arrugo la frente. —Crees que éramos ofrendas de paz. —Creo que Azazel está jugando un juego más profundo de lo que cualquiera de nosotros sabe. Pienso en la mujer que conocí mientras estaba bajo el tierno cuidado del demonio. Él podría tener una agenda para el reino mayor, pero tengo la sensación de que lo que sea que esté pasando con Eve es significativamente más personal. Me siento un poco mal por arrojársela a la cara antes, pero es un gran demonio; lo superará. —Probablemente tengas razón. Pero él no es nuestra preocupación en este momento—. Me acurruco más cerca de Sol y lo rodeo con mis brazos lo mejor que puedo. —Dime de nuevo.

Me tira a su regazo. —Te amo Briar. —Creo que nunca me cansaré de escuchar eso. —Nunca me cansaré de decírtelo. Lo abrazo fuerte. —Yo también te amo, Sol. Nunca pensé que terminaría en un cuento de hadas real con mi propio dragón, el Príncipe Encantador, pero no lo haría de otra manera.

Epílogo BRIAR

Solía pensar que los felices para siempre solo aparecían en los libros de cuentos. En la vida real, es mucho más probable que tu príncipe azul oculte secretos de tipo Barba Azul que en realidad ser un modelo de virtud. Los últimos cinco años han demostrado lo contrario, y nunca he estado tan feliz de estar equivocada. Presiono mi mano contra mi redondo estómago y sigo con cuidado mi camino por el parque detrás de Sol. Se ha ofrecido a cargarme no menos de cuatro veces, pero a pesar de que casi es hora de conocer a nuestro bebé, estoy más que dispuesta a caminar. Se siente bien estirar las piernas. Se siente aún mejor volver al lugar donde empezó todo. O al menos empezó todo entre Sol y yo. Llega al claro y espera a que lo alcance, deslizando su mano alrededor de la mía mientras llego a la altura de él. El espacio se transforma. Hay pancartas y telas hábilmente tejidas alrededor de los árboles en colores brillantes como flores que logran sentirse sin costuras. Una línea de faroles crea un camino hacia el manantial sagrado, y las áreas a ambos lados están llenas de sólidas mesas de madera que estarán repletas de comida y bebida esta noche.

La torre del homenaje está repleta de invitados que han viajado para celebrar con nosotros. La primera vez que sucedió sobre cuatro meses después de llegar a este reino, estaba abrumada y casi tuve un colapso, pero ahora disfruto de todas las caras nuevas y los negocios. Estaré feliz cuando volvamos a nuestro número normal de personas, pero es un buen cambio de ritmo. Nunca me canso de los días de fiesta, aunque la preparación es agotadora. Doblemente ahora que estoy embarazada. El bebé elige ese momento para patear y yo me estremezco. —Es muy fuerte. —Por supuesto que lo es. Te tiene a ti por madre—. Sol pasa un brazo por mis hombros y me acuesta contra su costado. Pasamos cuatro hermosos años solos los dos. Fue la elección correcta esperar, crear una nueva vida juntos con una base sólida antes de traer un bebé. Darle a nuestra gente tiempo para adaptarse a mí de la misma manera que yo necesitaba tiempo para adaptarme a mi nuevo rol trabajando con Aldis para conquistar el papeleo siempre presente que genera istrar un territorio. Pero, finalmente, Sol y yo decidimos juntos que queríamos intentar quedar embarazados. Y el intento fue uno de los más divertidos que he tenido. Sonrío ahora al recordarlo. Cuando nos enteramos por primera vez de que estaba embarazada, entró en la molesta versión del frenesí de apareamiento. Cada vez que me daba la vuelta, él estaba tratando de envolverme en mantas, llevarme a lugares y alimentarme. A decir verdad, apenas ha cedido en ese cuidado durante los últimos nueve meses, incluso cuando le gruñía. Tal vez especialmente cuando le gruñía.

Amo a mi marido. Imposiblemente, ese sentimiento parece crecer cada día hasta que siento que podría estallar con él. Toda esta vida parece demasiado buena para ser verdad a veces. —¿Cómo tuve tanta suerte? Sol sisea levemente. —Dices eso como si yo no fuera el afortunado. El bebé patea de nuevo. Me estremezco. —Hablando de nuestra suerte, el pequeño nacerá mañana en medio de la celebración, con la forma en que están actuando ahora. —Eso es suerte, de hecho—. Me da un apretón cuidadoso. —Un bebé del equinoccio de primavera es uno que nace justo cuando las estaciones vuelven a cambiar. Es un nacimiento afortunado. —Si tú lo dices.— Me alejo de su brazo, bajando por la línea de faroles hasta el manantial. He bajado esos escalones de piedra varias veces en los últimos cinco años. Es tentador agacharme y pasar los dedos por la superficie, pero en mi estado actual, es probable que me caiga de cabeza. Mi equilibrio parece permanentemente alterado con este embarazo. No ha sido una mala experiencia, pero no fingiré que no anhelo el momento en que mi cuerpo vuelva a ser mío. —Volvamos. Si quieres... —No necesito que me cargues—. Doy un paso hacia él y me congelo cuando algo cálido y húmedo cae a borbotones por mis piernas. Puedo decir el momento en que Sol entiende lo que sucede porque se queda tan quieto que no estoy segura de que esté respirando. El verdadero miedo salta a la palestra. Mi fuente acaba de romperse. La comadrona me ha hablado sobre este proceso una y otra vez, discutiendo con Lenora, la bruja humana con la que apareció Ramanu un día. No están de acuerdo en nada sobre este embarazo y el nacimiento inevitable... excepto

que el bebé nacerá mayormente humano y desarrollará más rasgos parecidos a los de un dragón a medida que crezca. Eso debería ser tranquilizador, pero no ha habido un bebé dragón nacido de un ser humano en generaciones. —Sol, necesito que me lleves de vuelta a la fortaleza. Ahora. Se pone en movimiento, me levanta con cuidado y corre hacia la fortaleza. Fue entonces cuando los calambres que me habían estado atormentando levemente durante lo que parecían días de repente aumentan. Sol prácticamente derriba la puerta de una patada, casi eliminando a Lenora en el proceso. La bruja de cabello oscuro nos observa con los ojos muy abiertos y luego le dice a Sol: — Llévala a la sala de parto—. Ella se da vuelta y comienza a rugir por la partera.

***

Cuanto menos se diga sobre el proceso del parto, mejor. Hubo momentos en los que pensé que duraría para siempre y momentos en los que el tiempo pasó demasiado rápido. De alguna manera, fue más fácil para mí que para Sol, porque estaba demasiado concentrada en sacar a nuestro hijo de mí como para preocuparme de no poder sobrevivir al evento. Varias horas más tarde, el cabello oscuro de Lenora estaba pegado a su cara afilada mientras me gruñía que empujara una vez más, maldita sea. Fue suficiente, mi hijo nació justo después de la medianoche del equinoccio de primavera.

Chica con suerte. Algún tiempo después, Lenora y Birch, la partera del dragón, se han escapado de la habitación, dejándonos a Sol y a mí solos con nuestra hija. Es una cosita extraña, toda arrugas y pequeños gritos siseantes; como prometió, se ve mayormente humana. Cuando vi por primera vez los tonos azules, pensé que no respiraba. Solo cuando Sol acercó al bebé a mi cara, me di cuenta de que el azul era en realidad pequeñas escamas suaves. Aldis dice que el azul es un color afortunado, uno que es tan raro como mi cabello rojo natural en los humanos. Nuestra hija yace sobre mi pecho desnudo, en silencio por fin mientras duerme. Pensé que conocía el amor antes. Terror. Protección. No se parece en nada a lo que surge dentro de mí ahora. Levanto la vista y encuentro la mirada de Sol, viendo esos sentimientos reflejados en sus ojos oscuros. Una lágrima se desliza por el rabillo del ojo. —Las lágrimas realmente no son solo para los momentos tristes, ¿verdad?— huelo, mi voz es áspera y casi débil. —Lo hicimos. Ella es perfecta. —Ambas lo son—. Pasa una mano por mi sien. —Descansa, Briar. Yo cuidaré de ti. El agotamiento tira de mis párpados, pero aun así me las arreglo para deslizarme en la cama grande y acariciar el espacio a mi lado. —Ven aquí. Entra en el espacio y luego nos reúne cuidadosamente a mí y a nuestra hija. Su calor empapa mi cuerpo cansado. Es casi suficiente para ponerme a dormir. Pero hay una última cosa que hacer antes de que pueda descansar. —¿Cómo deberíamos llamarla? Es una discusión que hemos disfrutado tener desde el momento en que nos enteramos de que estaba embarazada.

Ocasionalmente, las palabras se calentaban mientras debatíamos los nombres, pero nunca llegamos a uno que nos gustara a los dos lo suficiente como para preseleccionarlo. —Tengo una idea. No tengo la fuerza para tensarme como su tono tentativo. — ¿Sí? — Hyacinth.— Pasa el pulgar por la cabeza de nuestro bebé. —Es la única flor que hemos encontrado que crece en ambos reinos. No es una rosa, pero... Mi pecho se pone apretado y caliente. —Me encanta.— No me gustaría que se llamara Rose por mi apellido. No importa lo feliz que soy ahora, no cambia que dejé esa parte de mí atrás cuando dejé el reino humano. Esto es diferente, mejor. Una manera de honrar los orígenes de sus padres. Hyacinth susurro. —Tenemos un gran mundo nuevo que mostrarte.

Fin

Próximamente Serie Un trato con un demonio 2. El sacrificio del Kraken

Catalina solo hizo su trato con el demonio porque no tenía adónde ir. El mundo la ha pateado en cada oportunidad que ha tenido, por lo que está muy feliz de dejar atrás el reino que conoce. ¿Qué es lo peor que puede pasar? Ella no anticipa ser subastada a un kraken. Thane es frío y distante... pero no es desagradable. Aislados como están, Catalina se encuentra buscando su compañía una y otra vez. ¿Y cuando finalmente acceda a cumplir con su parte del trato? Ahí es cuando las cosas se ponen realmente interesantes. Pero solo le dio al demonio siete años, y cuando se acabe el tiempo, no tendrá más remedio que dejar atrás al kraken que le robó el corazón y regresar al mundo que no la quiere.

Sobre la Autora Katee Robert, autora de éxitos de ventas del New York Times y USA TODAY, aprendió a contar sus historias en las rodillas de su abuelo. Su título de 2015, The Marriage Contract, fue finalista de RITA, y RT Book Reviews lo nombró "un libro de lectura compulsiva con la cantidad justa de suspenso y tensión". Juega con sus hijos, volviendo loco a su marido con preguntas hipotéticas y planificando el inevitable apocalipsis zombi.

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