¿EXISTE RELACIÓN ENTRE INTELIGENCIA Y CREATIVIDAD? En este artículo se estudia la relación existente entre creatividad e inteligencia a partir de 5 posturas distintas: entendiendo la creatividad como parte de la inteligencia, considerando la inteligencia como parte de la creatividad, poniendo al mismo nivel ambos constructos (algunos autores consideran inteligencia y creatividad como dos conjuntos que se solapan, y otros piensan que son esencialmente lo mismo), y una quinta postura defiende que creatividad e inteligencia no tienen relación. Primera postura: La creatividad es un subconjunto de la inteligencia: - Guilford para apoyar esta idea parte de su modelo de estructura de la inteligencia, que consta de 120 factores de inteligencia a partir de la combinación de tres dimensiones básicas: 5 clases de operaciones, 4 tipos de contenidos, y 6 productos. La creatividad se relacionaría con la producción divergente, que es una de las operaciones del intelecto. Asimismo, Guilford identificó un conjunto de factores o habilidades relacionadas con la solución creativa de problemas, y diseñó una serie de test para medir la creatividad, ya que según él los test de inteligencia hasta entonces existentes no servían como medida de esta. - Cattell también elaboró una lista de habilidades primarias asociadas a la creatividad, entre las que el autor destaca la originalidad y la fluidez de ideas. Cattell critica a Guilford por sobreestimar el valor del pensamiento divergente en creatividad, ya que esta viene determinada no tanto por la cantidad de ideas nuevas sino por la calidad de estas, que depende tanto de la inteligencia general del individuo, concretamente de la fluida (Guilford distingue entre inteligencia cristalizada –conocimientos adquiridos- y fluida habilidad para razonar-), como de factores de la personalidad de los individuos. - Gardner entiende la inteligencia no como un concepto unitario sino como un conjunto de ocho inteligencias diversas, y considera la creatividad como la combinación de varias de estas para la generación de nuevas ideas, apoyando esta idea en su estudio de personajes ilustres en cada uno de estos campos, encontrando que la mayoría de ellos tenían talento no solo en este sino también en otros tipos de inteligencia, aunque también eran especialmente débiles en otras. Asimismo Gardner considera que tanto el dominio (conocimientos en un área determinada) como el campo (el contexto en que se trabajan esos conocimientos) son importantes para la creatividad. Segunda postura: La inteligencia es un subconjunto de la creatividad: - Una idea a destacar en relación con esta postura es la de Sternberg y Lubart, a través de su teoría de la inversión (el creativo adquiere a bajo coste sus ideas y trata de venderlas al mayor precio posible). Los autores consideran la creatividad como un producto de seis elementos que convergen, siendo la inteligencia simplemente uno más de ellos, y dentro de la que destacan en particular tres aspectos para la creatividad: habilidades sintéticas (generar ideas nuevas, de calidad y adecuadas a la tarea), analíticas (analizar la adecuación de estas ideas) y prácticas (saber aplicar la idea en el contexto real). Además de la inteligencia, los 5 elementos restantes serían el conocimiento (el cual es necesario para avanzar en un campo concreto, pero puede reducir la flexibilidad cognitiva con respecto a él, bloqueando así la creatividad), el estilo cognitivo de la persona (preferencia
por formas de pensar alternativas a las tradicionales), su motivación, personalidad, y el entorno en que se da el proceso creador. - Smith también supedita la inteligencia a la creatividad tomando como modelo la Taxonomía de Objetivos Educativos de Bloom, según la cual los procesos cognitivos siguen un orden jerárquico, de menor a mayor complejidad: conocimiento básico, comprensión, aplicación, análisis, síntesis y evaluación. La inteligencia es necesaria para los 4 primeros, y la creatividad para los 2 últimos, por lo que por muy inteligente que sea una persona, no podrá llegar a estos niveles si no es creativa. Tercera perspectiva: La creatividad y la inteligencia son conjuntos que se solapan: - Cox estudió los coeficientes intelectuales estimados de 301 personas eminentes (“Los 301 genios de Cox”), concluyendo que “una inteligencia elevada pero no la más elevada, combinada con el mayor grado de persistencia, produce la mayor eminencia personal frente a un altísimo grado de inteligencia que se presente con una menor persistencia personal”. Es decir, encontró relación entre la inteligencia y la creatividad, entendiéndola como eminencia. - El Instituto de Valoración e Investigación de la Personalidad llevó a cabo un estudio sobre la relación entre inteligencia y creatividad, encontrando que las personas creativas suelen tener un CI por encima de la media (120), y que inteligencia y creatividad correlacionan de manera moderada cuando el CI del sujeto no supera esta media, dejando de hacerlo a medida que aumenta la inteligencia (Teoría del Umbral). Es decir, una persona muy creativa tiende a ser inteligente, pero una persona muy inteligente no tiene por qué ser creativa. Además, estas correlaciones dependen en parte de qué aspectos de creatividad e inteligencia analicemos y cómo (las pruebas empleadas como medida de ambas variables, el campo en que las estudiamos, etc.). - Renzulli sugiere un modelo de tres anillos, en el que el talento es la intersección entre la inteligencia (habilidad por encima de la media), creatividad e implicación en la tarea. El autor distingue entre talento “escolar” y “creativo-productivo”, por lo que critica el uso de test convencionales de inteligencia para medir este “talento” ya que pueden no reconocer las aptitudes creativas productivas de una persona. - Mednick, a partir de su teoría de que el proceso de pensamiento creativo es la formación de asociaciones de elementos en nuevas combinaciones que cumplen con requerimientos específicos o son útiles de algún modo, desarrolla el test de Remotos Asociados (RAT) para medir la creatividad, a través de la asociación de tres conceptos dados con un cuarto que debe producir el sujeto. Dado que para que esta producción asociativa se dé es necesario un conocimiento previo, el autor considera inteligencia y creatividad como conjuntos que se solapan. - Sternberg desarrolla su perspectiva sobre la relación entre creatividad e inteligencia a través de las teorías implícitas sobre estos constructos que tienen las personas. Tras recoger información suficiente, encontró elementos solapados en las descripciones que la gente le proporcionaba sobre ambos, tales como la importancia de un pensamiento flexible o del establecimiento de metas.
Cuarta perspectiva: Creatividad e inteligencia son conjuntos coincidentes: -Haensly y Reynolds consideran que la creatividad es una expresión de la inteligencia, y ambas deben verse como un concepto unitario. -Algunos investigadores, como Weisberg, Langley o Alba, proponen que creatividad e inteligencia requieren de los mismos mecanismos subyacentes. Para demostrar esto, trabajaron con el problema de los nueve puntos (se trata de unir todos los puntos dados), cuya solución requiere una desviación del pensamiento típico en un cuadrado dada la distribución de los puntos en cuadrícula. Así, estos autores sugieren que la inteligencia consiste en la solución de problemas al igual que la creatividad, pero las personas empleamos este último término cuando el resultado de este proceso es nuevo o distinto al que se esperaba. Quinta postura: Creatividad e inteligencia son conjuntos separados: - Getzels y Jackson llevaron a cabo un extenso estudio a partir de mediciones de creatividad en escolares y su comparación con los resultados obtenidos por estos en pruebas de CI, para así seleccionar una muestra de sujetos altos en inteligencia pero no en creatividad y otra alta en creatividad pero no en inteligencia. Tras el estudio de estos dos grupos, encontraron por ejemplo que los estudiantes de alta inteligencia eran más apreciados por sus profesores que los creativos, que había más discordancia en estos últimos entre su yo ideal y las expectativas que creían que los adultos tenían sobre ellos, o que cada grupo valoraba cualidades muy distintas (por ejemplo los creativos daban mucho valor al sentido del humor, a diferencia del grupo de alto CI). - Wallach y Kogan también valoraron el CI y la creatividad de un grupo de escolares, distinguiendo esta vez entre 4 grupos: Alta inteligencia y alta creatividad, alta inteligencia y baja creatividad, baja inteligencia y alta creatividad, y baja creatividad e inteligencia. Encontraron que los individuos más exitosos, más eficientes y con mayor autoestima se encontraban en el primer grupo, mientras que los del grupo de alta creatividad y baja inteligencia se encontraban en desventaja con respecto a los demás, y eran más introvertidos y menos sociables que sus compañeros con baja inteligencia y baja creatividad. - Torrance replicó el estudio de Getzels y Jackson, encontrando resultados similares. El autor afirma: “en todos los datos podemos apoyar la conclusión de que estas dos variables están relacionadas sólo moderadamente”. - Un último grupo de autores tales como Ericsson apoyan esta perspectiva de creatividad e inteligencia como conjuntos separados, en detrimento de la creatividad: consideran que la práctica es un requisito para una producción realmente creativa, por lo que la creatividad no sería una habilidad en sí misma, sino que depende de los efectos prácticos. Parece que no existe un acuerdo entre los estudiosos de la Psicología con respecto a la relación entre inteligencia y creatividad, ni siquiera una tendencia dominante, sino distintas posturas divergentes, coincidiendo tan solo en la implicación de aspectos sintéticos, analíticos y prácticos de la inteligencia en la creatividad. Por tanto, se trata de un tema que deberá seguir siendo estudiado.