EL ARTE DE HACER PREGUNTAS Sócrates, que se defiende a sí mismo frente a los jueces que tienen que dictar sentencia, interroga a uno de sus denunciantes, Meletos, que le ha acusado de corromper a los jóvenes. Como verás, Sócrates quiere que Meletos reconozca que, en el fondo, nunca se ha preocupado de esta cuestión. Sócrates: Ven aquí, Meletos, y respóndeme: ¿Es cierto que por encima de todo quieres que los jóvenes lleguen a ser mejores? Meletos: Muy cierto que sí. Sócrates: Pues, entonces, di a estos hombres quién puede hacerlos mejores. Porque es evidente que, si te ocupas de esto, lo sabes. Ya que has encontrado al que los corrompía, que, según dices, soy yo, y me llevas ante la justicia y me acusas; dinos, pues, quién es el que los hace mejores, nómbralo públicamente. ¿Ves, Meletos? Callas y no sabes qué decir. ¿No te parece vergonzoso y al mismo tiempo una prueba suficiente de lo que yo digo que jamás te has ocupado de estas cosas? Di, buen amigo, ¿quién los hace mejores? Meletos: Las leyes. Sócrates: No te pregunto esto, excelente amigo, sino qué hombre es el que los hace mejores, conociendo primero las leyes. Meletos: Estos, Sócrates, los jueces. Sócrates: ¿Qué dices, Meletos, los jueces pueden educar a los jóvenes y hacerlos mejores? Meletos: Sí. Sócrates: ¿Pero todos, o más bien unos sí y otros no? Meletos: Todos. Sócrates: Esto es hablar bien, por Hera. Buenos educadores no nos faltarán. Y bien, estos que nos escuchan, ¿pueden volverlos mejores o no? Meletos: Éstos también pueden. Sócrates: ¿Y los del Consejo? Meletos: También los del Consejo. Sócrates: ¿Y los hombres de la asamblea popular, los eclesiastes, corrompen quizá a los jóvenes? ¿O bien todos ellos también los hacen mejores? Meletos: También los hacen mejores.
Sócrates: Todos los atenienses, por lo que veo, hacen perfecta a la gente, a excepción de yo mismo, que soy el único corruptor. ¿Es esto lo que dices? Meletos: Por supuesto que digo esto. Sócrates: ¡Qué fatalidad me atribuyes! Y bien, respóndeme: ¿Crees que con los caballos pasa lo mismo? ¿Los que los hacen mejores son todos los hombres y quien los estropea es uno solo? ¿O la verdad es todo lo contrario, que un solo hombre, o por lo menos muy pocos, los buenos caballistas, tienen capacidad para hacer que sean mejores, mientras que la mayoría de los hombres, si se les acercan y los utilizan, los estropean? ¿No te parece que esto es así, por lo que respecta a los caballos y a los demás animales? Pues así es, en efecto, tanto si tú y Anitos lo aceptáis como si no. En cambio, ¡qué felicidad para los jóvenes, si un solo hombre los estropease, y en cambio todos los demás los hicieran mejores! Pero la verdad es, Meletos, que estás demostrando que jamás has pensado en los jóvenes y manifiestas muy claramente tu indiferencia por ellos, y que nada de aquello por lo que me llevas ante el tribunal te ha preocupado jamás.” Platón: “Apología de Sócrates” 24d-25c.