Baruch Spinoza (1985) El libre albedrío es la creencia de aquellas doctrinas filosóficas que sostienen que los humanos tienen el poder de elegir y tomar sus propias decisiones. El concepto ha sido extendido en ocasiones a los animales y a la inteligencia artificial de las computadoras. Muchas autoridades religiosas han apoyado dicha creencia mientras que ha sido criticada como una forma de ideología individualista La frase es comúnmente usada y tiene connotaciones objetivas al indicar la realización de una acción por un agente no-condicionado íntegramente ligado por factores precedentes y subjetivos en el cual la percepción de la acción del agente fue inducida por su propia voluntad. En tal sentido el principio del libre albedrío tiene implicaciones religiosas, éticas, psicológicas y científicas. Por ejemplo, en la ética puede suponer que los individuos pueden ser responsables de sus propias acciones. En la psicología, implica que la mente controla algunas de las acciones del cuerpo, algunas de las cuales son conscientes. En el reino científico, el libre albedrío se puede En realidad creo que el Libre Albedrío se ha desarrollado más como una propiedad de la especie que de los individuos. Con esto me refiero al hecho de que no existen dudas de que diferentes hombres pueden reaccionar en forma diferente frente a un mismo estímulo. Del mismo modo que diferentes caballos, o perros, o gatos, etc, también lo hacen. Y esto nos daría la posibilidad de identificar (o rotular) especies inteligentes. Por supuesto que en este caso deberían emplearse estímulos que disparen respuestas que dependan de lo que llamamos voluntad Pascual (1963) El libre albedrío es una facultad inherente a nuestro aspecto espiritual que al reflejarse en nuestro aspecto humano nos infunde un ansia permanente de libertad. Por eso somos capaces de no detenernos ante ningún obstáculo ni sacrificio para vivir en libertad. En este último caso, sembró la vibración de amor que logró que muchos hombres comenzaran una nueva era y reconocieran la enorme injusticia que es la esclavitud y dieran libertad a sus esclavos. Así poco a poco la esclavitud fue abolida y repudiada por la mayoría de los pueblos.
Pero aún persiste en nosotros un profundo egoísmo y un amor propio desmesurado que hacen que la esclavitud aún persista, pero más sofisticada. Por ejemplo, hay países que ejercen la esclavitud a través de las dictaduras políticas, a través de la economía permitiendo el endeudamiento de los países mas halla de sus posibilidades, a través de dogmas o creencias religiosas convirtiendo a sus creyentes en fanáticos capaces de dar sus vidas. Somos libres en mente, alma y cuerpo, por lo tanto debemos decidir libremente sobre nuestros pensamientos, sentimientos y actos humanos. Es tal la libertad divina que poseemos que podemos ejercerla en forma positiva o negativa, por supuesto que con la concerniente respuesta de la ley, acercándonos un beneficio si obramos de acuerdo a la ley del amor o una experiencia dolorosa si hacemos lo contrario. Los errores cometidos son siempre aplicando nuestro albedrío humano que nos permite discernir entre el bien y el mal, es decir que nos equivocamos conscientemente, por lo tanto no tenemos excusas. A través de la elíptica evolutiva que abarca las etapas de densificación, utilización y divinización vamos desarrollando las facultades divinas de amor, fe, discernimiento y voluntad. Germán (1989) El libre albedrío no se desarrolla sino que se "despierta" cuando hemos adquirido la conciencia espiritual (de bien y de mal); el discernimiento se va ampliando y la voluntad se va fortaleciendo a medida de nuestra evolución y progreso. Esto permite aplicar nuestro propio criterio, siempre de acuerdo a lo que nuestra conciencia nos dicta. Por lo tanto, como humanos, tenemos el libre albedrío para obrar tanto en bien como en mal, pero solo podremos obrar mal hasta donde las leyes lo permitan, hasta donde le corresponda recibir a quienes tratamos de perjudicar, pues por ley "Nunca le llega a un ser algo que no le corresponda". No obstante aunque nuestro deseo de mal no llegue al ser al cual está dirigido, contraemos aun así una deuda con la ley del amor, es decir, que tendremos que transformar esa vibración negativa en positivo recibiendo en consecuencia un dolor equivalente al mal deseado