“Ensayo sobre el libro de La Receta de la Felicidad”
Ética Ma. Carlos Hernández Colín
Elías Moussi Saad 503
Entrega jueves, 02 de diciembre de 2010
Todos buscamos la felicidad eterna pero, ¿cuantos la hemos alcanzado en verdad? La triste respuesta es muy pocos. La mayoría de las personas creemos padecer una enfermedad la cual no nos permite adquirir o alcanzar un estado de plena salud y felicidad. ¿Salud? va de antemano con la felicidad. Ahora, si muchos creemos tener salud, ¿por qué no podemos obtener felicidad? Ciertamente muchos de nosotros creemos lo que nos dicen y lo que queremos ver. Pensamos que la juventud eterna es algo que podremos adquirir en una noche y conservarlo por el resto de los días. Que todo depende del status quo o del poder absoluto sobre una “cantidad” de personas u objetos, y a la larga nos van metiendo aun más ideas como estas, entre estas transmisoras se encuentran los anuncios publicitarios de productos de belleza (cosméticos y todos aquellos para obtener un cuerpo esbelto), sin embargo todas estas son ideas equivocadas acerca de la felicidad. La verdadera felicidad se puede resumir en una sencilla fórmula: F=P+C+A Felicidad = Predisposición + Condiciones de vida + Actividades voluntarias En su libro, “La Receta de la Felicidad”, Chopra nos habla de lo que las personas creemos que es la felicidad, de igual manera que nos hace referencia sobre el factor más importante de lo opuesto a esta, el ego. El ego, lo define Chopra, es la existencia centrada en los objetos que genera una identidad a partir de los acontecimientos y circunstancias de nuestro pasado. Este, que nos atormenta seduciéndonos con sus tentadoras riquezas (aprobación, control, seguridad y poder), termina actuando como un salida de emergencia. Es la única puerta por la que podemos salir y sentirnos bien, sin embargo dicha sensación de sentirse bien no dura mucho tiempo. Hago referencia al ego como salida de emergencia puesto que cuando no queremos aceptar nuestro yo verdadero por el temor al fracaso y
rechazo de los demás, dejamos controlarnos por este mismo, ya que lo que pensamos que nos podría hacer felices, ya se encuentra servido en un plato. Por desgracia la vida no es así de fácil. Es por ello que se debe luchar, así es como se consigue todo, pacíficamente, contra al peor enemigo de tu felicidad, el tú externo. En efecto, aquel que nos genera todos los males y desdichas eres tú. Simplemente así. ¿Por qué si uno mismo quiere alcanzar la felicidad, es él mismo el que se la niega? fácil de contestar, y la respuesta es porque nosotros creemos ya poseer la dicha, o felicidad como se le quiera llamar. Lo que sucede es que solemos recargarnos sobre nuestro creyendo que nos brindará la felicidad que supuestamente es eterna, como ya mencioné antes poder, control, seguridad y aprobación, pero, en realidad, esto no dura por toda la vida. En alguna etapa de la vida uno se sentirá débil y caído, y esto se debe a que el ego nos ha fallado. En resumen, el ego es una forma rápida de conseguir satisfacción, pero como dicen “fácil viene, fácil se va”. ¿Qué podríamos hacer para alcanzar la felicidad eterna? Chopra nos presenta su propuesta para alcanzar la felicidad eterna expuesta en 7 claves, de las cuales mencionaré un poco de ellas para no extenderme mucho en este trabajo, y son: o Tomar conciencia de nuestro cuerpo. o Descubrir la verdadera autoestima. o Desintoxicar nuestras vidas. o Renunciar a tener la razón. o Concentrarnos en el presente. o Observar el mundo en nosotros. o Vivir para la iluminación.
La primera clave nos habla acerca de cómo podríamos tomar conciencia de nuestro cuerpo, de manera que podamos saber lo que pasa en él y así ayudarlo para ayudarnos. El cuerpo es la forma de conexión física con el cosmos o la energía infinita. Solemos sentirnos cansados porque nos encontramos encerrados en nuestro propio mundo negando que la energía del universo fluya en nosotros. Todos somos uno mismo, de manera que todos poseemos la energía infinita. En una inhalación y en una exhalación, ahí se encuentra la clave para la conexión con el mundo exterior. De tanto que nos encontramos metidos y pensando en nuestros problemas, muy obstante esto bloquea a nuestro verdadero yo, en otras palabras el tú intelectual (no material). Cuando negamos la energía del mundo y nuestro corazón a él tendemos a sentirnos pesados y esto es porque trabajamos en contra de esa energía en vez de ir en flujo con ella. Es por eso que es sumamente importante oír a nuestro cuerpo y preguntarle cómo se siente. Tomarnos un respiro y analizar cada emoción o molestia que acecha a nuestro yo material. La segunda clave nos menciona Chopra un poco más acerca de lo que es el ego, una irrealidad en la que deseamos vivir. Todo esto resulta porque nos hace imaginar, el ego, lo que realmente queremos, felicidad, pero esta felicidad no es verdadera ni infinita si no material, es decir, al momento que se extinga lo que generaba dicha felicidad lo mismo pasará con nuestra dicha (algo como lo que expliqué ya poco más arriba). Aquí es cuando tenemos que comenzar a descubrir y decidir lo que es real y no. Nosotros somos reales, en nuestro estado más puro, el ser verdadero. Para poder dar paso al ser verdadero hay que comprender una cosa, y esta cosa es que el ser verdadero nunca trata de obtener el poder sobre los demás, de manera que no debemos pelear y oponernos a los demás (sería otra forma de oponernos al flujo), simplemente hay que abrir el corazón y entregárselo al mundo, metafóricamente hablando, ya que amor entregado es amor recibido.
En la tercera clave Chopra nos dice que para poder alcanzar al ser verdadero debemos deshacernos de lo que no necesitamos. Todo lo que nos sobra solo nos abarca más espacio en nuestras vidas reduciendo el espacio que le deberíamos tener a la conciencia. La conciencia es el elemento básico para alcanzar al ser verdadero, ya que con una conciencia pura y alta sería más fácil escuchar a nuestro ser verdadero. En contra, si permanecemos con muchos objetos solo nos traerán problemas a la larga y más para llenar nuestra cabeza y alterar nuestra conciencia. Una buena forma de evitar este problema es tener solo lo necesario o cuando adquiramos objetos nuevos desechemos los viejos, vendiéndolos, regalándolos o reciclándolos. De esta manera nuestra conciencia se mantendrá libre y limpia sin las “raíces” de los problemas que se apoderan sobre nuestra mente. La cuarta clave, renunciar a tener razón, Chopra nos trata de enseñar que la mejor forma de ganar es perdiendo por decirlo de alguna manera. Generalmente esta parte es fundamental para el ego puesto que, el ego, provoca que establezcas limitaciones, correcto esto y no lo otro, al igual que se ve en la necesidad de mostrar siempre en lo correcto que está aunque este no lo esté, confiando en las personas que te sigan y desconfiando en las demás. Chopra escribe en su libro “para encontrar tu ser verdadero debes rendirte a él, y la mejor manera de hacerlo es rendirte a otra persona”. Lo que nos quiere decir Chopra en su libro es que lo correcto sería no pelear por imponer una orden o una verdad la cual ni sea verdad, mejor evitar las discusiones y reflejar lo que uno quiere sentir en realidad: amor sin limitaciones, seguridad, alegría y libertad entre otros. Nosotros somos los creadores de nuestra vida, nosotros decidimos lo que es bueno y no para nosotros puesto que nosotros somos los únicos que nos controlamos, así que nosotros tenemos la opción de elegir entre ser felices o tener solo la razón.
La quinta clave es un poco más sencillo, y claro de suma importancia al igual que los demás. Esta clave nos habla de concentrarnos en el presente. ¿Te has puesto a pensar últimamente en lo que paso ayer? ¡Seguro que sí! y es por eso que no podemos vivir nuestras vidas felices, porque siempre vivimos atormentados pensando en lo que paso ayer, en lo que pasará mañana y ¡en lo que llegará en 100 años más! Si nos ponemos a pensar un segundo, ¿qué tan ligera se volvería nuestra conciencia si solo nos pondríamos a pensar en lo que estamos haciendo ahora? definitivamente muy, muy ligera y no tendríamos que preocuparnos por lo que alguna vez hicimos y tratar de defender nuestra imagen construida a base de ego. La única manera de alcanzar la felicidad eterna es siendo eternos, pero el tiempo pasa y no hay forma de que eso suceda. Lo único que puede perdurar tiempo es el ser verdadero, ya que así como lo dice su nombre es lo único verdadero que permanece y no desaparece. El presente es lo único eterno y es por eso que todo lo que esté en él en cierta forma se vuelve eterno también. Tenemos que dejar de pensar en lo que pasó y detenernos y oír nuestra respiración pues es el ejemplo más claro de renovación y pureza. Es por ello que para adentrarnos a nuestra conciencia profunda (puerta hacia nuestro ser verdadero) debemos concentrarnos, de manera que solo estemos pensando en el presente. La sexta clave nos habla acerca de observar el mundo en nosotros, donde nos hace referencia a la de existencia de dos mundos: el interno, donde se encuentran los pensamientos y las emociones; y el externo, que es el mundo de las circunstancias y relaciones. Estos dos mundos son el reflejo de la conciencia, pudiendo suponer que si conscientemente sentimos miedo, este se reflejará en el interior en forma de terror y en el exterior ocultarse por simple mecanismo de autoprotección. Explicado de otra forma:
Lo que uno llegue a pensar en la conciencia, se sentirá en el mundo interior, de la misma manera que lo que sienta el mundo interior, el exterior se convertirá en su reflejo, o sea lo que en realidad quiere mostrar (la imagen). De manera que uno puede escribir su propio guión de su vida. Pero no es así de fácil. Para poder sacarle provecho a esto hay que entender ciertas cosas de los niveles más profundo de conciencia y aceptar como condiciones verdaderas: La conciencia está en todas partes. Es infinitamente flexible. La realidad cambia en distintos estado de conciencia. El nivel más elevado de la conciencia es el ser puro, donde por consecuencia de esta se llega a dar el nivel más elevado de sentimiento (bondad, compasión, satisfacción por el éxito de otros y paz). Un ejemplo claro es la inocencia de un niño. El niño no se preocupa por su pasado porque no lo tiene y tampoco piensa en el futuro porque solo se preocupa por sus satisfacciones momentarias o sea las necesidades que surjan en un instante. En ello radica la conciencia, en la concentración o conexión con el ser verdadero o en el simple hecho de pensar en hoy. Es importante responder a una situación con un nivel de conciencia elevada para solucionarlo de la manera adecuada, reflejando amor (flujo positivo). La séptima nos habla acerca de vivir para la iluminación. Buscar la iluminación es buscar tu ser verdadero. La iluminación es el estado atento de la existencia y también el más natural, pues de él provenimos. Nuestro hogar es un lugar de profundo amor, tranquilidad y alegría. Al regresar a él nos percibiremos como uno mismo con Dios, creador de la iluminación. Estar iluminados es sintonizarnos con la simple idea de Dios produce la realidad. Nuestro deseo más profundo es la libertad que resulta del completo despertar y que genera la buscada eterna
felicidad. El éxtasis es el encuentro del alma con la paz y armonía. Es de donde origina, la casa a donde todos debemos regresar, la madre que todo niño desea abrazar y regocijar de alegría entre sus brazos. Llegar al éxtasis es otra forma de ayudar a tu cuerpo y alma, pero más a uno mismo en la implacable búsqueda de la dicha eterna. Conclusión Siete pasos sencillos a seguir, realmente no le encuentro problema o dificultad alguna, pero no es tan sencillo como parece. Una vez obtenida la concentración nos será más fácil obtener la felicidad, y esto lo digo por experiencia propia. Estar consciente y llegar a un nivel alto de concentración es lo más difícil que puedes hacer porque el mundo está rodeado de distractores que evitan que alcancemos nuestro objetivo que es la paz interna. ¿Por qué la paz interna? Porque esta es la clave para alcanzar la felicidad real. Meditemos, cuantas veces sea necesario y otorguemos, de vez en cuando, unos minutos de armonía a nuestro cuerpo, amémoslo.