HISTORIA DE LA CRIMINOLOGIA EN COLOMBIA
Como lo cita la Profesora Rosa Del Olmo, en Colombia también se empieza con la importación, en primera instancia, de lo relacionado con el campo penitenciario. A pesar de que se guiase trabajando, en el campo jurídico, con las legislaciones españolas, en 1873 se creó un lugar de reclusión, obedeciendo claramente a la influencia norteamericana, siguiendo el modelo de Filadelfia. Sin embargo, este centro de reclusión no adquiere real importancia sino hasta años más tarde. La razón fundamental estriba en que, para la época de su aparición, Colombia era un país fundamentalmente agrario, cuya economía estaba basada primordialmente en las grandes haciendas. Así, Muñoz Gómez explica cómo “el ejercicio del poder y control social se ejercieron fundamentalmente a partir de dos ejes: al comienzo un control directo físico sobre las personas y después un control espacial o territorial” (MUNOZ GOMEZ, Jesús A., Apuntes para un enfoque histórico sobre los sistemas punitivos y la criminalidad en Colombia, trabajo mimeografiado, 1985, Bogotá, pg.13.) No obstante la afirmación, no deja de ser llamativo el hecho de que hubiera sido bajo un gobierno ‘del partido liberal que se gestara esta cárcel. En efecto, esta organización política había recuperado provisionalmente el poder, con el consiguiente ascenso de una clase industrial y comercial. Así mismo, por diversas razones, también vincula das con las relaciones de poder, la Iglesia pierde gran parte de su influencia y consecuentemente, el control social que esta ayudaba eficazmente a ejercer, debe adquirir nuevas formas de expresión. Sin embargo, solo hasta mediados de la década del treinta, es cuando empieza a manifestarse una preocupación académica y sobre todo oficial por las disciplinas relacionadas con la cuestión criminal.
Así, en Colombia se pueden distinguir varios períodos en relación con la Criminología. El primero de ellos es el anterior a la importación y surgimiento de la disciplina, período en el cual no se la necesitó por cuanto el control social se ejercía fundamentalmente por la religión y por el dominio espacial de los trabajadores en las grandes haciendas. Luego viene la época en que llega la criminología y se empieza a dar un relativo interés en su difusión. Esto es a mediados de la década del treinta, y se extiende por un período de m o menos quince años. A partir de allí viene lo que se podría denominar el silencio criminológico, época en la que casi ninguna atención se dio a la criminología aparte de uno que otro escrito y de la existencia de un Instituto especializado. Coincide como lo veremos, con la época de la violencia. Posteriormente, a mediados de la década del sesenta, viene el resurgimiento de la criminología, para desembocar finalmente en los años setenta con la corriente crítica, la cual, corno lo afirmamos desde ahora, es la única que coherentemente ha existido en Colombia. 2. SURGIMIENTO DE LA CRIMINOLOGIA La historia de la criminología en Colombia se puede sintetizar de la siguiente manera, según José Germán Marroquín Grillo y Jaime Camacho Flórez: “En lo que hace relación al período de surgimiento e importación de la criminología en Colombia es necesario detenerse un poco en el momento histórico que se estaba viviendo. Llega precisamente en la época en que el partido liberal, que representaba los sectores industrial y comercial de la sociedad, readquiere el poder político. Coincide además plenamente con el desarrollo industrial, con la acumulación del capital en detrimento de los sectores terratenientes, con una gran afluencia de capital extranjero, lo que origina una situación propicia para un cambio en las relaciones de poder y de dominación.
Se requería entonces un nuevo orden interno, en el que el control social debía especializarse y diversificarse. Simultáneamente empiezan a gestarse los movimientos de oposición, representados fundamentalmente por los partidos no tradicionales y las organizaciones sindicales. Ante estos hechos la respuesta oficial es, en principio, la de tratar de acallar y de subyugar, mediante la violencia, estas manifestaciones. Basta recordar como en el año de 1929 se produce la célebre “Masacre de las bananeras”, situación en la que el gobierno responde con fuego a las justas pretensiones de los trabajadores de la United Fruit Co., dando como resultado un número aproximado de 1.500 muertos. Se experimenta así una necesidad de legitimación del sistema y con mayor razón de los mecanismos de control. Es pues, en este momento cuando la cuestión penitenciaria adquiere su mayor realce. En 1934 se dicta el primer Código Penitenciario, en 1935 se crea el Instituto de Antropología y Pedagogía Penitenciaria (que funcionaba como anexo de la cárcel), se organiza la Dirección General de Prisiones y varios penalistas se dedican a escribir sobre el tema. Paralelamente, se reforman también los principales instrumentos jurídicos, entre los que se destaca la adopción de un Nuevo Código Penal (1936) y de un Nuevo Código de Procedimiento Penal (1938). Estas reformas coinciden plenamente en la aceptación integral de los postulados positivistas, siendo el Código Penal, en gran medida una copia del Código Ferri, recogiendo en su contenido la teoría de la defensa social y el estudio de la personalidad antisocial como fundamentos punitivos.” Quienes se dedicaron a la Criminología en Colombia, como Arcesio Aragón -pionero de esta disciplina en Colombia, según Reyes Echandía-, Jorge Eliécer Gaitán, Francisco
Bruno, Luis Carlos Pérez, Alfonso Meluk, etc., acogieron en su totalidad estos postulados, y dedicaron sus esfuerzos al estudio de la Antropología Criminal. El hecho de que se requiriera romper con la Escuela Clásica del Derecho Penal, y la necesidad de imponer un nuevo orden interno, quedaron plasmados en la nueva legislación. Además, en el campo académico y oficial, son pocos los que se interesan por legitimar, a posteriori el sistema penal. Este se legitima, en primera instancia, por sí solo, con las pocas instituciones que surgen, y los pocos estudiosos del tema. Como se anotaba la Criminología fundamentalmente trabajaba en los aspectos relacionados con el sector penitenciario. La gran mayoría de escritos de la época hacían relación exclusivamente a este sector, en una clara identificación del delincuente con el condenado, acorde con los postulados positivistas. Sin embargo, estos trabajos, más que legitimar la totalidad del sistema penal, buscaban en realidad hacerlo con su fase, la penitenciaria. Sin mayores esfuerzos y menos aún análisis, se aceptaba de plano la delincuencia como producto de patologías individuales, y con una relativa preocupación, sobre todo en quienes empezaban a abordar el Derecho Penal (en las tesis de grados) por las causas de la delincuencia en todos los órdenes, especialmente la infantil y la juvenil. Esta legitimación por sí sola del Derecho Penal, sin tener que recurrir forzosamente a la Criminología, la explica en gran medida Emiro Sandoval, cuando afirma que “en comparación con el centro del capitalismo, en la periferia las relaciones de dominación son más visibles y el grado de formación política de los sectores subordinados es menor y, probablemente la conjunción de estos dos hechos genera una menor necesidad de legitimación, lo cual explicaría que en América Latina se hubiera prescindido de desarrollar el discurso criminológico positivista.
Según Marroquin y Camacho, en cierta forma es tan evidente, esta autolegitimación del sistema penal, que dos personas que se destacan por su pensamiento progresista, asumieron acríticamente los postulados ferrianos. Hacemos referencia a Jorge Eliécer Gaitán, quien en 1938 en una conferencia sobre “Derecho Penal y Criminología”, expresa su teoría acerca de los “instintos perversos” en relación con el orden social, y a Luis Carlos Pérez, quien en sus obras, aceptaba sin reparos estas tesis. No podemos dejar de señalar cómo Gaitán fue el abanderado de los sectores populares y campesinos,
y
que
Pérez
mantiene
una
posición
de
izquierda
suficientemente reconocida. Por esta coyuntura histórica de la criminología en Colombia es que nos llamó fuertemente la atención la influencia de esta disciplina en la formación de los estudiantes de derecho de la Universidad de Cartagena en este período (1939-1945), momento clave para la instalación y consolidación del discurso criminológico positivista en Colombia y que es posible rastrear en los trabajos de grado en materia penal y criminológica. Podemos concluir que la historia de la Criminología en Colombia está marcada entonces por la fuerte influencia de la Escuela Positivista y que el enfoque crítico y anti tradicional no ha hecho su definitiva aparición en nuestro país. 3. AUSENCIA DE DISCURSO CRIMINOLOGICO Coincide este silencio criminológico con la llamada época de la violencia en Colombia. Anteriormente observábamos como esta década del treinta fu prolífica en reformas, impulsadas por el partido liberal en el poder, las cuales generan grandes expectativas, sobre todo en lo relaciona do con la participación popular, y con el desarrollo mismo del país. Sin embargo la famosa “revolución en marcha”, propuesta por Alfonso López Pumarejo, sirve t para dar una solución al problema agrario, convirtiendo al latifundista en empresario capitalista.
También absorbe, en gran parte las grandes y crecientes manifestaciones populares, en la medida en que los sectores progresistas creen ver en ella la solución de los problemas No obstante, esta revolución en marcha tampoco fue suficiente para generar un desarrollo capitalista completo dado que el carácter “de país dependiente impuso que rápidamente se gestara un sistema altamente monopolizado, principalmente por las grandes empresas extranjeras” (MUÑOZ GOMEZ, Jesús A., op. cit., pg. 20). Esta situación genera gran inconformismo dentro de la clase terrateniente tradicionalmente afiliada al partido con servador y aferrada al poder político, ya que su situación de privilegio dentro del concierto nacional, se veía seriamente amenazada. Es por esto que se da una reacción violenta, que viene a denotar con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, como resultado de un proceso que se venía gestando desde el momento mismo en que el partido liberal asume el poder, en detrimento de su tradicional contendor, el partido conservador, en 1930. Es pues, una época de violencia, en la que los partidos tradicionales que arman, que se prolonga por más de quince años, en la que se establece una sangrienta lucha por el poder, lucha generada al interior mismo de las clases dominantes, pero pie, sin embargo, afecta en mayor medida a los sectores populares, especialmente al campesino. De paso, sine esta violencia para incrementar la población urbana, por abandono de las tierras, las cuales son usurpadas posteriormente por los terratenientes. Dada esta situación, ninguna función podía cumplir la criminología. Si, “las instituciones tradicionales de control social, iglesia, familia, vecindario, como las más actuales -derecho penal- se mostraron insuficientes para controlar la situación” (Ibídem, pg. 23) a menos aún quedaba campo de acción para la Criminología.
El Derecho Penal fue reemplazado por mecanismos más directos y más eficaces, generalmente violentos mediante los cuales se pretendía restablecer el orden significativa mente alterado. Se acudía corrientemente a las ejecuciones sin fórmula de juicio, sin respaldo legal alguno, lo que hacía que no fuera necesario ningún tipo de legitimación para ejercer el poder sobre aquellas personas que lo resistían. Es así como durante esta época no existe una mayor preocupación por las Ciencias Criminológicas, dejándose al Derecho Penal, en sí mismo, el mínimo de legitimación que se necesitaba. En 1953 se produce un golpe militar, con el General Rojas Pinilla a la cabeza, en un intento por restablecer un orden político y social, completamente subvertidos. Por supuesto que en la génesis de este movimiento existía la complicidad de los sectores políticos tradicionales. Durante esta época la violencia sigue en pleno auge, siendo los esfuerzos tendientes a “pacificar”, casi inútiles. Vale la pena destacar aquí, para demostrar el carácter oficial de la violencia, que una de las medidas tomadas por el gobierno militar consistió en amnistiar a los de las fuerzas armadas oficiales que hubieran participado en hechos propios de la violencia. Sin embargo, el gobierno de facto comienza a adquirir una relativa autonomía, lo que hace peligrar aun m a ciertos sectores políticos, situación que lleva a estos últimos a pactar entre ellos. Es así como acuerdan dividirse el poder, surgiendo en 1958 el llamado Frente Nacional período en el cual, durante 16 años, los dos partidos tradicionales se alternarían el poder. Constitucionalmente se establece, así mismo, esta repartición del poder, en la medida en que los dos grupos tendrían repartición paritaria en todos los niveles de la istración pública. Durante el ejercicio de los dos primeros períodos presidenciales del Frente Nacional el liberal Alberto Lleras Camargo y el conservador Guillermo Lean
Valencia, median te maniobras violentas unas veces, y engañosas otras (no hay que olvidar que fueron los dirigentes de los partidos tradicionales quienes patrocinaron e incitaron la violencia, por lo que tenían relativo control sobre los sectores comprometidos en ella) se logra en buena parte la “pacificación del país”. De este período, así como de los inmediatamente anteriores, hay que destacar cómo la legislación de excepción fue la predominante, ubicando gran parte del control en manos de los militares. Así, se explica también como, en gran medida, no era necesaria la legitimación de este control, por parte de teorías criminológicas de ninguna especie. 4. RESURGIMIENTO DE LA CRIMINOLOGIA Hasta ahora, no existe una tradición criminológica. Esta se limitaba a esfuerzos aislados, generalmente académicos, para hacer conocer lo que se pretendía novedoso. Sin embargo, eran teorías sin ningún respaldo histórico, que se apoyaban en realidades extrañas a nuestro medio. El consenso encontró siempre otras manifestaciones de refuerzo o la reacción oficial violenta. Coincidimos con Juan Bustos, cuando afirma que el estudio jurídico penal esta “limitado exclusivamente a una conceptualización ética-filosófica en relación a la norma jurídica, y al sujeto responsable” (BUSTOS, Juan. Criminología Crítica. Universidad de Medellín, 1984, pg. 174). De hecho, el que hubiera una total inexistencia de un derecho penal crítico, la tradición jurídica continental y la ausencia de sociología dieron como resultado que el positivismo se nos presentara como escuela jurídica ya consolidada, tomando el resultado (legitimación del sistema penal) convertido en Código Penal.
En esta época se consolida el Frente Nacional, después de un lustro de establecido. En el campo económico hay una relativa expansión de los sectores dominantes, con una política basada en la sustitución de las importaciones y en la cimentación de las empresas industriales extranjeras. Igualmente, salvo algunos pequeños focos guerrilleros, la “pacificación” del país se ha logrado. Estos grupos armados son, sin embargo, transformados en “bandoleros”, respondiendo o bien al paradigma positivista, como personas anormales, o bien al paradigma funcionalista, como “hijos de la violencia”. Es pues la del 60 una década estable, marca da por la alianza para el progreso, los cuerpos de paz, - etc, que garantizan un consenso más o menos armónico, a la vez que da lugar a la apertura de un cierto espacio cultural, dentro del cual empiezan a desarrollarse las ciencias sociales fundadas en el modelo funcionalista norteamericano, con la contribución de los organismos internacionales, en lo que la profesora del Olmo llama la transnacionalización del control social. Alfonso Reyes, en el año de 1908, publica su libro “Criminología”, marcando, por así decirlo, el resurgimiento de la disciplina. A partir de este momento, varios juristas introducen en nuestro medio la dogmática jurídica de origen Alemán, en contraposición al positivismo imperante en ese campo, y comienzan a interesarse por la fenomenología del delito. (Meluk, L.E., Romero Soto, Julio Romero Soto, Acosta Álvarez, Ramírez Zapata, U. Casas, Gutiérrez Tovar, Rivera Llano, etc.). Se da una fusión y una difusión del paradigma positivista con el funcionalista. Al mismo tiempo se intentan hacer investigaciones empíricas y descriptivas. No obstante la fachada liberal de la gran mayoría de estos escritores y de sus investigaciones, estas seguían obedeciendo a postulados etiológicos
positivistas. Así, por ejemplo, el Dr. Reyes definía la Criminología como una ciencia causal explicativa, con un contenido dado por la antropología, la sociología y la política criminal. Este resurgimiento se da principalmente en la universidad, y más concretamente en las facultades de derecho, sin mayor trascendencia social o legislativa la situación se mantiene. Por una parte un desarrollo académicoteórico de la criminología y por otra una política de control social fundamentada en la auto-legitimación. En este sentido estarnos de acuerdo con García Méndez, cita do por Emiro Sandoval cuando afirma que la criminología tradicional no “ha logrado articular un discurso eficaz para la legitimación de la ideología represiva dominante”, y con Emiro Sandoval en que ‘la contribución a la legitimación, mantenimiento y reproducción de las relaciones sociales de dominación, que en Europa era efectuada por el derecho penal y la criminología positivistas, en América Latina fue realizada exclusivamente por el primero” (SANDOVAL HUERTAS, Emiro. Op. Cit., pg. 106. 15) Además, una necesidad de tecnificación criminalística de la Policía Nacional hay que olvidar que en esta institución es donde se empieza la cátedra de criminología en esta época, y donde se realizan la mayor cantidad de investigaciones descriptivas) coadyuva a que este resurgimiento adquiera mayor expresión y expansión 5. LA CRIMINOLOGIA CRÍTICA Bergalli afirma que. “las expresiones del control social (penal) en América Latina han sido particularmente severas en los últimos años. Podría afirmarse que esa severidad ha aumentado en forma directa y en sentido proporcional a la agudización con que se ha revelado el proceso de dependencia
de
las
economías
nacionales
(BERGALLI,
.Criminología Crítica (comp). Universidad de Medellín, 198 pg.180)
Roberto.
Hacia mediados de los años setenta, se empieza a manifestar un claro predominio del sector financiero con todas las con secuencias propias de la hegemonía de un sector improductivo, como son el alza de las tasas de interés, la inflación acelerada, el crecimiento del externa y una progresiva pauperización de la población. Se produce, igualmente el boom del narcotráfico, con su consecuente importación clandestina de capitales, que intensifica el predominio del sector financiero. Como contrapartida, hay una reacción de los sectores populares, que se manifiesta en paros cívicos, huelgas, guerrilla urbana, aumento cualitativo del delito ordinario, etc., fenómenos que hacen necesario un control social penal crecientemente represivo (este se manifiesta en el Estatuto de seguridad, Estado de sitio, militarización de la universidad, militarización
de
la
justicia,
recorte
de
derechos,
etc.,),
dirigido
inequívocamente, no contra el delincuente sino contra el contestatario, respecto del cual ya no es posible predicar factores biológicos, sicológicos o sociales patológicos. Esto, en el plano de las ciencias sociales, y como quiera que existe una democracia formal que da espacio para la crítica, así sea académica y siempre que allí se mantenga, genera una crisis de legitimación en el sistema,
inicialmente
preconiza
da
por
los
partidos
de
izquierda
(representado en aumentos electorales, presencia en la universidad, sindicatos, comités de derechos humanos, etc.,) y luego por otras organizaciones, llegando a la universidad. Como la utilización del sistema penal se vuelve problemática y problematizada, es decir puesta en cuestión, la expresión obvia de esta crisis se da en el campo de la criminología con la ruptura abrupta frente a la criminología tradicional y el progresivo, insólito e inusitado avance de la crimino crítica, a partir de mediados de la década del setenta. Se producen los trabajos críticos de Fernando Rojas, Emiro Sandoval y otros, y así el mismo Reyes evoluciona en sus postulados.
En adelante, todo conflicto social más o menos agudo es enfrentado con represión penal, lo que aumenta su crisis de legitimación dando lugar a un mayor auge del enfoque crítico. Además, esta corriente encuentra un terreno abonado por la falta de un competidor, o, en el mejor de los casos, por la presencia de un competidor cuya única vi es la estrecha juridicidad de la cuestión criminal, con toda su tradición y elaboración conceptual auto-legitimadora, mas no en una teoría o en una práctica criminológica. Estas no existen ni en el campo positivista, ni, menos aún en el campo liberal son apenas importaciones fragmentarias y con el escaso respaldo empírico de investigaciones focalizadas (en las cuales se pretende enmarcar teorías europeas o norteamericanas a una realidad completamente diferente, como por ejemplo el problema de la criminalidad de los negros). Por estas razones es que afirmamos que la criminología apenas aquí comienza en Colombia con una real existencia y proyección. Inicialmente, como es obvio, con la asimilación de todo un bagaje teórico importado (Taylor, Bassaglia, etc.) proveniente de la crítica en los países desarrollados, asimilación que aún está en proceso y que, probablemente, dure todavía algún tiempo en producirse con el riesgo, si no se le presta la suficiente atención, de quedarnos en una situación de dependencia en este sentido. 6. CARACTERISTICAS Como características de esta criminología crítica colombiana podemos deducir las siguientes: 6.1 Es una criminología importada, intuitiva, por ausencia de tradición, sin respaldo histórico ni empírico, salvo algunas excepciones que actualmente
propone alternativas de investigación sobre la historia de nuestro sistema penal. 6.2 Tiene un desarrollo casi exclusivo en las facultades de derecho. 6.3 Es una corriente creciente. De muy pocos exponentes que tenía en sus inicios, hoy vemos corno casi todas las universidades, en este aspecto, se declaran críticas. Para corroborarlo, basta mirar el contenido de las reuniones de profesores, el programa mínimo del creciente interés por celebrar foros y las participaciones internacionales. 6.4 Es una criminología exclusivamente académica sin mayor relevancia por fuera de la Universidad, o por fuera del enfrentamiento entre penalistas y criminólogos. 6,5 Por lo mismo, está totalmente aislada de los movimientos sociales, sindicales y políticos, y sin próximas o previsibles relaciones, Esta falta de compromiso bien puede explicarse porque la criminología la seguirnos haciendo los aboga dos penalistas. 6.6 Lo anterior nos lleva a mostrar, igualmente, la ausencia casi total de interdisciplinariedad. Como afirmábamos, la Criminología es un asunto de penalistas aficionados. No hay criminólogos profesionales, ni quienes, viniendo de o- tras ciencias se dediquen, a la criminología (salvo contadas excepciones). Esto conlleva a un escaso nivel científico, ya que se responde a malformaciones jurídicas, y no a formaciones en áreas de las ciencias sociales (sociología, historia, metodología). “Los roles criminológicos son —a menudo además por un cierto plazo— segmentos de otros roles” 6.7 Teóricamente inconsciente: son notables aún confusiones entre paradigmas, mezclas teóricas auto excluyentes, falta de claridad en definiciones
teóricas,
etc.
También
esto
proviene
de
carencia
de
fundamentación teórica en ciencias sociales diferentes a las jurídicas y que
es difícil de superar. Mientras este mínimo de claridad no se logre, no será posible construir una te criminológica colombiana. 6.8 Como consecuencia de lo anterior, es una criminología histórica, en la medida en que copia y repite teorías, sin ubicarlas en un contexto dinámico, bien actual o bien histórico. Es decir, no tiene un fundamento empírico actual, ni un respaldo en la historia de Colombia. En este sentido todo está por construir. Sin embargo, vale la pena anotar cómo ha tenido a nivel de literatura, una gran difusión. En escasos 10 años de producción bibliográfica criminológica, se ha sobrepasado en cantidad y calidad toda aquella que se produjo desde el surgimiento mismo de la disciplina en Colombia. Además de los varios libros escritos sobre la materia, existen publicaciones periódicas de contenido bastante satisfactorio principalmente en Bogotá, Medellín y Cali, en las que se le da especial importancia a la difusión de esta corriente. 7. PERSPECTIVAS 7.1 Probablemente siga un desarrollo crítico ojalá con referencia concreta a la historia y la realidad colombiana, comenzando por hacer la historia del sistema penal (formal y real) en conexión con las diversas fases del modo de producción capitalista y dependiente. Sin embargo, el primer problema es de legitimidad: el control social es superestructural y la situación latinoamericana en su estructura es desastrosa. Por otra parte, el consenso se logra en las democracias, con muchos mecanismos de control social dentro de los cuales habría que examinar si el sistema penal es tan importante como para justificar su estudio especializado.
7.2 El desarrollo crítico, en lo inmediato, está supeditado al confinamiento académico; el día que salga de allí, o bien será reprimido o bien habrá una reacción de la ciencia (penal o clínica). La “política” criminal siempre responderá a condicionantes sociales que van lejos de una justificación teórica coherente, Es posible en este camino encontrar ocasionales coincidencias entre planteamientos alternativos y políticas oficia 1 es. 7.3 No hay entonces por ahora, salvo esas ocasionales coincidencias, posibilidades c de que propuestas alternativas tengan canales efectivos hacia el poder para presionar su puesta en práctica. El sistema Penal seguirá siendo utilizado (su severidad aumenta o disminuye) según necesidades de enfrentar conflictos sociales expresados en delincuencia p lítica o común.
HISTORIA DE LA CRIMINOLOGIA EN LATINOAMERICA
Orígenes de la Criminología en Latinoamérica o Hispanoamérica, menos influidos por la tradición, se ofrece una menor resistencia a las innovaciones que vienen desde Europa y así, desembarcó con fuerza el positivismo criminológico, hacia finales del s. XIX siendo importantísima las figuras de Garófalo, Lombroso y, posteriormente, la de Ferri, desde la gira que realizó por las capitales de la zona desde 1910. En 1878, se publica en Argentina la obra de José María Ramos Mejía, "Las neurosis de los hombres célebres en la historia argentina". En 1893 se publica la obra de Martínez Baca y Vergara "Estudios de Antropología Criminal" (Puebla. México).
En 1897, el mexicano Macedo publica "La Criminalidad en México"; en 1898 "Los Hombres de Presa", del argentino Luis María Drago, tal fue el éxito de la misma que, apenas dos años después, aparecía en Italia con prólogo del propio Lombroso y en 1921 volvía a ser editada, esta vez, bajo el título de "Antropología Criminal". En 1888 se funda la Sociedad de Antropología Criminal, en Buenos Aires, gracias a la iniciativa de Drago, Pinero y Ramos Mejía, directores, además, de un Boletín que publicó los primeros estudios de la misma. A dicho Boletín le continuó la revista "Criminología Moderna", muy influida por elementos anarquistas y socialistas y se comienza a enseñar Criminología en la Cátedra de Derecho penal de la Universidad de esta ciudad. Un año después, en 1889, se crea, en Río de Janeiro, la Asociación Antropológica y de Asistencia Criminal. En 1889 se publica en Argentina la obra "Ciencia Criminal y Derecho penal argentino" de Cornelio Moyano Garcitúa, quien funda, en 1905, la Cátedra de Criminología en la Universidad Colonial de Córdoba y publica "La Delincuencia Argentina ante Algunas Cifras y Teorías" (Córdoba. Argentina, 1905). Este autor, junto con Pinero, Ramos Mejía y otros forman la Comisión encargada de elaborar el Código Penal Argentino de 1906, con acusadas influencias de las nuevas teorías sobre la criminalidad. En Brasil se publican, en 1896, la obra "Criminologia y Derecho penal" de Clovis Bevilacqua y, en 1897, la de Afranio Peixoto, "Epilepsia y delito". En 1898 se funda, en Argentina, la primera revista de Criminología en América Latina: "Criminología Moderna", por parte de Pietro Gori. Otros autores que publican obras durante este período son Miguel Macedo (México, 1889); Octavio Beche (Costa Rica, 1890) y Francisco Herboso (Chile, 1892). Francisco Veyga funda en Buenos Aires, en 1898, el Curso de Antropología Criminal y Luis Montané hace lo mismo en La Habana, en 1899. Mientras, en
ese mismo año en Venezuela, se publica la obra de F. Ochoa "Estudios sobre la Escuela Penal Antropológica". Otros países que no quedan al margen de este desarrollo son Bolivia, con la publicación, en 1901, de la obra de Bautista Saavedra, "Compendio de Criminología" y México, donde Julio Guerrero publica su obra "Génesis del Crimen en México" (1901). En 1902, José Ingenieros funda en Buenos Aires la revista "Archivos de Psiquiatría y Criminología" y en 1913 publicará el primer tratado de Criminología Clínica en el continente. En 1906 las publicaciones de Roumagnac "Los Criminales en México" (México. 1905) y "Crímenes Sexuales y Pasionales" (México. 1906). El cubano F. Ortiz publica, en 1906, "La Criminalitá dei negri in Cuba", en la revista "Archivo di Psichiatria" y "Los Negros Brujos", primer trabajo de una serie sobre el "Hampa Afrocubana". En este mismo año, el costarricense A. Alfaro, publica "Arqueología Criminal", revisión de antiguos causas criminales con alusión a las nuevas orientaciones criminológicas. Un año después, en 1907, aparece en Uruguay la importante obra de Miranda "El Clima y el Delito". En 1907 Antonio Ballde, Director de la Penitenciaría Nacional, propone la creación de un gabinete de Psicología clínica y experimental destinado al estudio de los delincuentes, así como con otras finalidades científicas de carácter general, poco después, el 6 de junio, fue creado como Instituto de Criminología, siendo nombrado Ingenieros como su primer Director, cargo que ocupará hasta 1914 en que es sustituido por Oswaldo Loudet. En 1912 se realiza la primera recopilación bibliográfica sobre Criminología, en la obra del argentino Eusebio Gómez "Criminología Argentina" quien publicó, en 1908, "Mala vida en Buenos Aires".
En México, en 1917, se crea la especialidad en Criminología en la Carrera de Leyes. Al poco tiempo, José Almaraz crea la Escuela de Criminología. En 1919, Oscar Miró Quesada funda la primera Cátedra de Criminología en la Universidad de San Marcos (Perú). En Chile, Israel Drapkin funda el Instituto de Criminología a semejanza del que José Ingenieros crea en la Penitenciaría de Buenos Aires.
LA MODERNA CRIMINOLOGÍA LATINOAMERICANA En 1933 se funda la Sociedad Argentina de Criminología. En 1934 se crea, en la Universidad de México, la Carrera de Criminología para médicos y abogados, siendo Quiroz Cuarón el primer licenciado y fundando poco después la Sociedad Mexicana de Criminología. En la Universidad de Veracruz se forma la Maestría en Ciencias Penales donde se enseña Criminología. Desde finales de la II Guerra Mundial, se asiste a una gran expansión de los postulados de la Criminología Crítica por Hispanoamérica (en paralelo la teología de la liberación), como frente contra la injusticia social en la que vive el continente. Autores de este período se pueden citar al brasileño Roberto Lyra Filho "Criminología" (1964); al venezolano Elio Gómez Grillo "Introducción a la Criminología" (1966); al colombiano Alfonso Reyes Echandía "Criminología" (1968) o al mexicano Luis Rodríguez Manzanera "Criminología" (1982). Pero sin olvidar a los argentinos Osvaldo N. Tieghi, Roberto Victor Ferrari, impulsor de la criminología social y a Eugenio Raúl Zaffaroni, uno de los autores más críticos contra el sistema. Por Resolución 106/1966, del Rector de la Universidad de Buenos Aires, se crea en dicha Universidad la Licenciatura en Criminología.
En la actualidad, en México, existen varias maestrías y licenciaturas e incluso, a partir de 1985, el doctorado, impartido por el Instituto Nacional de Ciencias Penales, fundado en 1976, imparte la maestría en Criminología en cinco semestres (uno de ellos propedéutico), con 23 asignaturas divididas en tres vertientes: Biología, Psicología y Sociología. En Venezuela, entre otros, existe el Instituto de Criminología de la Universidad de Zulia, dirigido durante años por Lola Aniyar. Además existen Cátedras de Criminología en las Universidades Central de Venezuela, Caracas, Simón Bolívar (como Instituto), Carabobo (Instituto de Estudios Penales y Criminológicos), Los Andes (Instituto de Ciencias Penales y Criminológicas). En Colombia, se enseña Criminología en la Universidad de Medellín y en la del externado, entre otras muchas. En Panamá, funciona un Instituto de Criminología y en Uruguay, el Centro de Estudios Criminológicos. En Argentina se crea el 1er centro de Investigación en Criminología Social dirigido por el criminólogo Roberto Victor Ferrari. Compendios bibliográficos sobre Criminología Hispanoamericana, se pueden citar: el de Luis Marcó del Pont "Criminología Latinoamericana" (ILANUD, 1983) y el de Rosa del Olmo "América Latina y su Criminología" (3ª edic. 1987).
BIBLIOGRAFIA
http://criminologiausco.blogspot.com/2005/08/historia-de-la-criminologia-
en.html http://criminologiasur.blogspot.com/2011/12/origenes-de-la-criminologia-
en.html http://www.unilibre.edu.co/dialogos///index.php? act=&id=228