Agustín de Tejada Páez Poesías completas
Edición de Jesús M. Morata Grupo de Estudios Literarios del Siglo de Oro (G.E.L.S.O.)
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Sobre Agustín de Tejada Don Agustín de Tejada Páez (1567-1635) fue Doctor en Teología 1 , y es la síntesis perfecta de la Escuela Antequerano-Granadina. En primer lugar porque era un antequerano de nacimiento que ejerció su m in is t er io (sa cerd o ta l) e n Granada. En segundo lugar porque ocupa su pluma en asuntos referidos tanto a una y como a otra ciudad. Y, en fin, porque lo que nos ha llegado de su obra lírica (que no es mucho) muestra la vertiente exuberante del grupo (la clasicista se la podemos adjudicar a Luis Martín de la Plaza). Poeta brillante y arries g a d o , s u registro es inconfundible; los despliegues y cierres de sus largos períodos métricos son un desafío y un deleite para cualquier amante de la poesía
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Tejada era doctor en Teología. Es bueno recordarlo porque en algún repertorio de Internet he leído que era médico: consecuencias de la mala traducción de/al inglés. La Dra. Martos halló el ejercicio latino que le confirió la licenciatura (la parte superior del documento la puede ver el lector en la portada de esta edición digital; tras los dísticos latinos dedicados al Arzobispo Don Pedro de Castro, Tejada aborda el praecipuus scopus, i.e.: la finalidad principal de la discusión, que consistió en determinar si la celebración frecuente de la misa es verdaderamente un sacrificio).
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III áurea. Sus experimentos en la versificación, su virtuosismo en el uso de la polimetría 2 , su esplendoroso cromatismo y su impulso heroico le tienen asegurado un lugar de privilegio entre sus contemporáneos, que, por otra parte, lo tenían en alta consideración. La obra poética que nos legó es escasa; así lo indica Nicolás Antonio en la Biblioteca Hispana Nova (1677): AVGUSTINVS TEXADA, Antiquariensis in Baetica, Doctor Theologus, et in Granatensis almae sedis collegio sacro Portionarius; sacris & amoenioribus studiis aevo suo celebrabatur. Edidit, ut fertur, exiguae molis opus, quod nondum vidimus, nempe: Historia de Antequera. Poëticae quidem artis, qua valuit, facultas in eo saepius affatimque apparet volumine quod Flores illustrium Poetarum compilator inscripsit. Denatus est VII Idus Septembris MDCXXXV, aetatis suae LXVII.3 Pues, aunque resulte increíble, hasta el año 2011 no se publicó su obra poética completa. Afortunadamente, gracias al empeño del Prof. José Lara Garrido y a la diligencia de la Dra. María Dolores Martos, hoy disponemos de una edición magnífica, con una aportación exhaustiva de estudios, noticias y notas 4 . Por indicación de ambos investigadores, tuve la satisfacción de participar en esa obra, especialmente en lo referente a la fijación textual y al tratamiento de los textos latinos. Fruto de esa
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Sabiamente aplicado, sobre todo, en el Canto Tercero de La Peña de los Enamorados, donde encontramos hasta la poco frecuente rima interna. 3
“Agustín de Tejada, natural de Antequera (Andalucía), Doctor en Teología y Racionero en el Sacro Colegio de la Santa Iglesia (Catedral) de Granada, era celebrado en su tiempo por sus estudios sagrados y profanos. Se sabe que editó una obra de exiguo volumen, que aun no hemos visto, a saber: Historia de Antequera. Sus cualidades en el arte de la poesía, en el que destacó, aparece muy especialmente en un volumen al que su compilador llamó Flores de Poetas Ilustres. Murió el día 5 de septiembre de 1635, a la edad de 67 años”. 4
Agustín de Tejada Páez, Obras poéticas, ed. de José Lara Garrido y María Dolores Martos, Fundación José Manuel Lara, Sevilla 2011.
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IV colaboración es esta edición digital de las poesías completas del vate antequerano, con la que sustituyo en esta página web mi entrega anterior, a la que denominé Tejada en las antologías contemporáneas y que venía a ser lo más aproximado a su producción integral: ahí se recogían todas las composiciones que se hallan en los cuatro cancioneros confeccionados en vida del autor: la Poética Silva (PS, manuscrito granadino de hacia 1600), la Primera Parte de las Flores de Poetas Ilustres de España (FPI, preparada por Pedro Espinosa e impresa en Valladolid, 1605), las Flores de Poetas (FP, reunidas por Don Juan Antonio Calderón en un manuscrito fechado en 1611 5 ) y el extenso Cancionero Antequerano (CA, confeccionado por Don Ignacio de Toledo y Godoy en los años 1627-28). En esta ocasión verá el lector que he continuado centrándome en los textos poéticos propiamente dichos. Y aunque con frecuencia atiendo a precisiones y explicaciones de distinta naturaleza, he dejado el estudio global del poeta a la consulta de la ejemplar edición de los Prof. Lara y Martos (en adelante L-M). En lo referente a la presentación de los materiales, frente a la ordenación cronológica de L-M, he optado por una clasificación temática, a fin de orientar al lector en el acercamiento al poeta, dada la gran dispersión y heterogeneidad de su legado. Los poemas se agrupan bajo los siguientes epígrafes que, en su ordenación interna, sí se atienen a la cronología: - Poesía legendaria y mitológica - Poesía religiosa - Poesía funeraria - Poesía amorosa - Poesía heroica
- Poesía burlesca - Poesía dedicatoria - Poesía original latina - Traducciones y fragmentos - Traducciones de poesía neolatina
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Flores de Poetas de Juan Antonio Calderón. Año 1611. Transcripción del manuscrito llamado Segunda Parte de las Flores de Poetas Ilustres de España. Edición y notas de Jesús M. Morata y Juan de Dios Luque. GRANADA LINGVISTICA. Granada, 2009.
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V Como se sabe, cualquier clasificación es un puro artificio que suele atender más a la comodidad del lector que al contenido de los textos, y por tanto la que aquí se ofrece es perfectamente discutible; sin embargo, como no alteramos ninguna propuesta del autor, creemos que puede resultar de utilidad, en el sentido de proporcionar un punto de coherencia a un corpus que no la tiene. En lo tocante a notas y variantes, como mi aportación se halla inmersa en L-M, me remito a su lectura en esa edición. No obstante, y como muestra de la desventurada transmisión de la poesía de Tejada, he incluido mis notas a algunos poemas, como la Silva al elemento del Aire, el extenso y fastuoso poema sobre la translación de la Virgen de Monteagudo desde Flandes a Antequera, el magnífico y agilísimo romance Granada, ciudad ilustre, tan impregnado de elementos autobiográficos, o algunos textos castellanos y latinos recogidos en el ms. de los Discursos históricos de Antequera (DHA) 6 . Las poesías llevan una doble referencia numérica: en arábigos se indica el orden de esta edición electrónica; en números romanos, el correspondiente a la edición de L-M.
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Esta obra de Tejada se halla en una copia del manuscrito original, realizada en el siglo XIX, con no excesivo rigor, por Manuel Quirós (hijo del gran erudito Juan Quirós de los Ríos), y de la que hay una edición reciente (Discursos históricos de Antequera, ed. de A. Rallo Gruss, Diputación Provincial de Málaga, 2005).
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POESÍA LEGENDARIA Y MITOLÓGICA
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Poesía legendaria y mitológica
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1 (I) [POEMA DE LA PEÑA DE LOS ENAMORADOS]7 [INVOCACIÓN A APOLO] 8
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Y pues alcanzas hoy la grave cumbre a quien aspiran pensamientos varios, muestra los rayos de tu viva lumbre en medio de temores tan contrarios, por que, excediendo a la mortal costumbre, venza los hados duros y adversarios, dando a tantos amantes tanta fama cuanta fue rara su amorosa llama. Y si de amor de Dafne preso fuiste, y con paso veloz no la alcanzaste cuando a tus ojos convertir la viste en árbol que a tus triunfos dedicaste; y si así aquellos ramos prometiste con que tu grande amor manifestaste, rodea con sus hojas estas sienes,
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Este poema juvenil (escrito por Tejada en 1587, a la edad de veinte años) es el más largo de los que nos han llegado de él; se recoge en DHL. Consta de tres cantos, en los que se narran los desventurados amores Hamete y Tagazona. Se trata fundamentalmente de una amplificación del poema latino de Juan de Vílchez Silva de rupe duorum amantium. No se conserva completo; faltan folios en los tres cantos, y en especial en los dos últimos. Con todo, se anticipa ya como un ejercicio esplendoroso de imaginación, composición y variedad, tanto temática como métrica. Los títulos [entre corchetes] son de mi responsabilidad. 8
Tejada pide la ayuda del dios Apolo (el Sol) para que con sus rayos le ilumine al contar la amorosa llama de los dos amantes. Así el poeta merecerá la corona de laurel (árbol en que se convirtió la ninfa Dafne, amada por el dios).
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pues canto historia con que tú despenes. Deja ya de hollar la Cintia Cirra y este bicornio y célebre Parnaso; deja la algalia, encienso, concha y mirra, despojos de las aguas del Pegaso; deja a Pandonio, Delfos, Delo, Esmirra, y escucha el amoroso y triste caso, por que mi pluma, ya tornada trompa, tal confusión con claro aliento rompa. ********
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En la ciudad, honor de nuestra Iberia,9 con gran magnificencia edificada por la hija de Hispán, dicha Iliberia, en todo el mundo ínclita y nombrada, donde el rey agareno dio materia a que triunfase la valiente espada del católico rey, y adonde Dauro promete a tantas sienes verde lauro, resplandeció en un tiempo un caballero de nación mora y de virtud loable, en guerras invencible, bravo y fiero, y en la paz discretísimo y afable. En hermosura siempre fue el primero, y con todos modesto y conversable, y, al fin, en él cifró Naturaleza valor excelso y sin igual belleza. En este propio tiempo, en Archidona 10 resplandeció la rara hermosura de la más bella mora que pregona discreta pluma o sin igual pintura; llamábase la bella, Tagazona, donde cifró la pródiga Natura, en toda junta y en cualquiera parte,
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V. 1. Esta ciudad es Granada. Se acoge Tejada a la leyenda de que esa ciudad fue fundada por Iliberia (de ahí los topónimos Ilíberis y Elvira, entre otros similares), hija del rey Hispán, cuyo nombre ya nos lo presenta como fundador de Hispania. 10
V. 17. Archidona, ciudad muy próxima a Antequera, patria de Tejada, incluye en su término la famosa Peña de los Enamorados, que da soporte al presente poema.
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cuanta gracia entre todas hoy reparte. Si alguna vez al campo se salía, abrasaba en amor las propias flores, dándoles lustre más su bizarría que ellas esparcen por el mayo olores; al cielo en vivas llamas encendía y aun al agua abrasaba en sus amores, alegrando la tierra, cielo y viento, que a tanta hermosura estaba atento. Las aves en su vuelo se suspenden 11 al resplandor de aquellos ojos graves. Los ríos, de su amor, no se defienden, ni los aires delgados y süaves. Los faunos y los sátiros se encienden. Árbores, plantas, ríos, aires y aves, en viéndola, perdían su sosiego, y aun en su Esfera se quemaba el Fuego. El sol, de envidia de la negra sombra, con sus rayos la dora, tapa y cubre, y su beldad la blanca luna asombra, que, de corrida, el bello rostro encubre. Cualquier tristeza, por do pasa, escombra cuando la nieve y púrpura descubre, aficionando cosas insensibles y enamorando más a las sensibles. Colgaban del cabello mil despojos, enlazando en sus lazos muchas almas, atrayendo los pechos y los ojos de los que le rendían lauro y palmas. ¡Qué de penas, tormentos, qué de enojos
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Vv. 33-40. Esta preciosa octava cierra con una magnífica hipérbole: el propio Fuego ardía en su Esfera elemental (la Esfera del Fuego).
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causaba, alborotando mansas calmas de libres pensamientos que rendía, con que su fama más se engrandecía! A Hamet Alhasad llegó la fama (que éste era el nombre del famoso moro); ya ceba entre sus venas cruda llama en solo oír su celestial decoro; ya con ansia amorosa a voces llama a Tagazona, honor del sacro coro, herido, en solo oír, de aquella flecha contra quien duro acero no aprovecha.12 A Venus, gloria del Tercero Cielo,13 que también Tagazona ya se abrasa, ya tiene de su amante algún recelo, oyendo que en valor a todos pasa. ¿Qué traza, industria, fábrica y modelo se oyó cual el amor aquí compasa?: que muere ella por él, como él por ella, atizando la Fama la centella. Ya de Hamet el pecho se inquïeta; no tiene algún sosiego, de inquïeto; y también Tagazona está inquïeta y alborotado el pecho, antes quïeto; muy poco le aprovecha ser discreta y a él de poco le sirve ser discreto, porque, aunque de encubrir sus penas tratan, sus intentos al fin se desbaratan. Cuando pasea en enlutado coche
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Vv. 63-64. 'Hamet ha sido herido por la flecha de Cupido (contra la que no sirve ni el acero) con solo oír el nombre de Tagazona'. 13
Vv. 65-68. Errores del copista hacen oscura la recta intelección de este
pasaje.
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del transparente cielo el ancho espacio la obscura, la lasciva y triste Noche, no hallan a su mal algún solacio, y cuando el manto lleno de áureo broche de la Aurora gentil borda de espacio las rojas nubes del purpúreo Oriente, de sus pechos no mengua el fuego ardiente. Volvía el rostro Hamet al horizonte que mira al suelo donde está Archidona, adorando la falda de aquel monte por ver que estaba allí su Tagazona. Desea venga un viento que trasmonte allá desde Granada a su persona, porque, aunque halla el triste cuerpo absente, la tiene siempre en su ánimo presente. Alza los ojos bellos y arcos de oro ella, desde Archidona, serenando todo el elemental rico tesoro, y con más luz los cielos esmaltando. Mira a Granada, donde está el mejoro que está en su pensamiento mejorando, enviándole suspiros por los ojos, absentes de quien causa sus enojos. Suspira él en Granada, ella suspira, quéjase él del amor, quéjase ella; él de ver tanta pena en sí se ira, ella se espanta más de tal querella;14 siempre a Archidona el triste amante mira, y ella a Granada, donde está su estrella, y los suspiros tristes que enviaban en medio del camino se encontraban.
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V. 108. Querella, como querellarse y derivados: 'queja', 'quejarse'.
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Al fin Hamete de Granada parte por ir a ver la que en su alma mora abrasando en su pecho cualquier parte, donde repite el nombre de la mora. Llega a una clara fuente que reparte el agua con que aquel distrito honora, manando golpe de ella de una peña que por entre otras peñas se despeña. Hacíase allí junto cierta alberca de un caño de agua transparente y pura, sembrada alrededor toda la cerca de flores con diversa hermosura. La verde yerba aquella orilla cerca con esmalte y labor de gran frescura; las toscas peñas llenas van de yedra que entre ellas nace, se enmaraña y medra. De árboles hojas nunca el agua afean, que estaban del alberca desvïados sin que sus sombras en el agua vean, aunque altísimos eran y encumbrados. Varias yerbas sus troncos hermosean, que son despojos con que están ornados: cualquier solapa, hundimiento y sótano se enreda con parriza, yedra, abrótano. Pirámide gentil, muy largo y liso, está aquel árbol lóbrego y funesto 15 que el nombre conservó de Cipariso, y el abete oreadísimo y dispuesto, y la querida del pastor de Anfriso,16
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Vv. 138-139. Este árbol es el ciprés.
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V. 141. La querida del pastor de Anfriso (Apolo) es Dafne, aquí ya convertida en laurel.
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que es árbol honorífico y enhiesto que honra las sienes sabias y discretas de heroicos capitanes y poetas; el plátano sombroso, alto y silvestre, y el álamo en las nubes elevado; el lento sauz selvático y campestre, con el pino oloroso y acopado; también el loto acuático y maestre en ser crüel a Ulises maltratado, y otros que hienden con su cumbre el viento, arraigando en la tierra su cimiento. No toca allí del sol ardiente rayo porque las verdes ramas se lo impiden, aunque, para más bien del fresco ensayo, tal vez, para que él entre, se comiden.17 Allí la gentil Flora alegre mayo muestra con bellas flores, que dividen la trabazón de varios juncos tiernos, en su verdura prósperos y eternos. Viendo el lugar Hamet fresco y ameno, la yegua en que venía a un árbol ata para gozar del aire que, sereno, por todo aquel espacio se dilata. Llega al estanque de deleite lleno, do el agua dulce, de color de plata, jugaba con guijuelas varïadas, blancas, azules, verdes y encarnadas. Por ser tal aquel bosque, pronto y ato 18
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V. 156. Tal vez, como es habitual en los siglos de Oro, es locución adverbial de tiempo ('algunas veces, en ocasiones') y no de duda. 18
V. 169. Ato es la evolución popular de apto (>aptum). Muchas voces que incluyen alguno de estos grupos consonánticos latinos se “relatinizan” a
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para seguir la perseguida caza, usaba Tagazona aqueste trato, armando redes con industria y traza: en liga prende al pajarillo grato y perdices domésticas enlaza, armando entre las yerbas de aquel suelo reclamo, percha, red, puerto y orzuelo.19 Tal vez con los sabuesos desenvueltos, colgando al lado la robusta aljaba, los jabalíes ásperos y sueltos por los riscos y peñas acosaba; a los pardos feroces y revueltos20 en espesuras ásperas mataba, y los conejos tímidos ofende, y las monteses cabras también prende. No le aprovecha al ciervo presta planta, ni que en trabadas espesuras corra con tal soltura y ligereza tanta que apenas con el pie la arena borra, porque más su saeta se adelanta, y, antes que en partes cóncavas se acorra, le alcanza el golpe fiero en alta loma,
partir de la Ilustración (seta, conceto, rato, aspeto pasarían a secta, concepto, rapto, aspecto...). 19
V. 176. Estos cierres de estancia con una enumeración de vocablos ad hoc, o de una recolección de términos previamente sembrados en el texto es muy del gusto de Tejada, como vemos ya desde su etapa juvenil. Utilizará este recurso en los poemas extensos a lo largo de toda su vida. 20
V. 181. Pardos: 'leopardos'.
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que lo ensangrienta, hiere y lo desloma.21 El venado, que el débil cuello alarga, la frente alzando llena de garranchos, cuya armazón trabándose se embarga entre ramas de árboles y ganchos, lo enclava con saeta triste, amarga, bañando en sangre los espacios anchos: muriendo todos estos muy ufanos por venir a morir a tales manos. Acaso Tagazona había salido 22 a cazar, cual solía, en la floresta, y de cansancio, por haber corrido, venía al estanque por pasar la siesta. Belisa, que con ella había venido, y Florisia y Belania, la dispuesta, iban siguiendo un ciervo en su carrera, y así venía sola con Alvera. Traía vestida púrpura focaica,23 perfilada con la otra, tinta en Tiro, bordada toda la labor mosaica 24 con más de una esmeralda y un zafiro; un borceguí de fábrica hebraica, de la propia color que es el porfiro; la aljaba cuelga al hombro por arreo, asida, por hebilla, a un camafeo. Del arco trae la cuerda suelta y floja, 21
V. 92. Tenemos en este verso un hysteron-proteron: lo ensangrienta, hiere... (el orden lógico es el inverso). 22
V. 201. Acaso: 'casualmente'.
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V. 209. Focaica: de Focea (Asia menor).
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y en la mano traía una saeta, esmaltado el arpón de sangre roja, que de la muerte dio señal perfeta. Llega al estanque, y con el agua moja la boca, do natura fue indiscreta, porque, poniendo allí su poder todo, casi quedó imperfecta de este modo. Luego en la fresca yerba el cuerpo tiende, arrimando al aljaba la cabeza. Hamete, que la vido, se suspende, sin hablarle palabra en larga pieza. Amor, que está presente, el fuego enciende y los lazos más fuertes adereza. Hamet, que a tal beldad estaba atento, así esparce la voz al fresco viento: «No hay para qué, señora, en despoblados con brazo airado el arco corvo vibres, pues que puedes matar en los poblados almas menos sujetas y más libres. Justo es que de seguir corzo y venados te dejes, y de pena tal te libres, porque, si matas almas más de veras, ¿de qué sirve el despojo de estas fieras? »¿De qué sirve garduña ni gacela, de qué sirve el león, el pardo y oso, de qué la cabra que entre peñas vuela, de qué el castor a todos provechoso, de qué el tejón que temeroso cuela, de qué el espino o jabalí espumoso? ¿Por qué quieres el triunfo de sus vidas, pues tienes tantas ánimas rendidas? »Deja ejercicio de fatiga tanta pues no está bien a tu beldad divina no lastime esa blanca y tierna planta
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trabada zarza o penetrante espina. Mejor es, diosa celestial y santa, en esta alberca clara y cristalina pescar el pez con cebo y con maraña, con mengua, nasa, red, anzuelo y caña». Alza los ojos Tagazona y piensa quién puede ser aquel que está con ella, y mirándolo al rostro está suspensa viendo su gravedad y vista bella. Él mira su belleza, tan inmensa que la del cielo con tinieblas sella, y se consume en fuego y llama viva, y ella también de amallo no se esquiva. De varios lazos todo guarnecido, trujo un rico turbante al traje moro con letras amarillas esculpido: «Así estoy por la diosa a quien adoro». Al lado izquierdo, a un tafetán asido, traía un alfanje tachonado de oro, adornado el vestido por las orlas de rojas, verdes y amarillas borlas. No se defiende Tagazona al punto que ve tal bizarría en su presencia, ya dibuja en su alma su trasunto, y ya imagina y piensa en su excelencia, ya teme, ya desea y quiere junto, sin hallar en contrarios diferencia; mirándolo vio escrito en el turbante: «Tagazona y Hamet» luego adelante. Por responderle abrió la bella boca azotando las perlas con la lengua, bastante a enternecer marmórea roca y al pecho de piedad de mayor mengua. «No sé -le respondió- quién os provoca
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a saber lo que en mí jamás se mengua, que o tras la caza por el monte arranque o pesque peces en el claro estanque. »Aqueste es mi ejercicio, éste es mi gusto, seguir la caza por montaña inculta, al veloz ciervo y jabalí robusto, conejo suelto y lebrezuela estulta, y tomo de seguillos tanto gusto, que en sus muertes contento me resulta: a la casta Dïana en esto imito, con que su nombre y fama resucito. »No tengo cuenta con el ciego vuelo del vano Amor, ni sé de sus heridas; su fuego es para mí perpetuo yelo y sus mañas, industrias ya sabidas. No tengo, de matar almas, recelo ni procuro jamás verlas rendidas, porque el que a mi beldad poca se rinde mira con ojos de engañoso alinde». «No llames -respondió Hamete- engaño al que hace el Amor, que el pecho engaña: atribuye la causa de este daño a tu beldad, que al más exento daña. En mí conozco atrevimiento extraño en rendirme a belleza tan extraña: miré con ojos de acertado alinde y vi la luz que me gobierna y rinde. Un rostro vi que quema el fundamento del cielo y mundo, y todo lo enamora». «Mostre quién os causa ese tormento», entonces respondió la bella mora. Y respondió Hamete: «Soy contento, que en saber vos mi pena, más se honora. Veis aquí, en esta alberca, a quién me postro»:
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Tagazona asomose, y viose el rostro. Vio en cada parte de él un paraíso y una color perfecta que lo esmalta, y, a no tener tan irable aviso, enmudeciera en ver beldad tan alta; de sí se enamorara, cual Narciso, o cual Erisictón hambriento, a falta de divinos manjares, se comiera su propia carne con cudicia fiera, y díjole: «Mi rostro es el que veo, y me parezco en algo tosca y fea». «No digáis tal, que el sol pierde su aseo -dijo Hamete- y ante vos se afea. Vos sois a quien aspira mi deseo y a quien contino mi ánima desea; de mi pena y tormento sois la causa y quien efectos tales en mí causa. »Por vos padezco en vida muerte viva, y en muerte viva vida poca y muerta». «Contrarios son que la Fortuna esquiva -dijo la mora- alguna vez concierta, ¿y, por que vuestras penas bien reciba, en el turbante me traéis inserta?». Hamete respondió luego al instante: «Del corazón salistes al turbante. »Traslado es el que veis de vuestra estampa, porque el original el pecho encierra con buril y pincel que al vivo estampa vuestra crueldad y mi continua guerra. Éste es el lazo, flecha, red y trampa que me captiva, prende, oprime, atierra: vestido, cuerpo y alma a vos os cifra, y todo soy de vuestro nombre cifra. »De blasón glorïoso, soy escudo
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de esas estrellas, frente, nieve y tíbar,25 de aquese blanco pecho (aunque es tan crudo), de esa crueldad amarga más que acíbar, de esa boca do puso cuanto pudo el Cielo, siendo al gusto dulce almíbar; y tanto en mí la estampa se acomoda, que en cualquier parte y todo estáis vos toda». Estas y otras razones se trababan con conceptos que Amor les ofrecía. Los ojos al mirarse se encontraban, diciendo cada cual lo que sufría. Pensamientos dos mil quimerizaban, y si se abrasa él, ella se ardía. Cualquier palabra es llama que desechan, y es centella el amor del fuego que echan. Amor les proponía en la memoria que den remedio a su fatiga y pena, prometiéndoles fin de gusto y gloria que a dura subjeción después condena. Ella imagina y piensa en la victoria que con él ganará, de gustos llena, y el Amor, que tan blanda ya la halla, alza el pendón y vence en la batalla. Cualquier voluntad de ellos se conforma en querer mitigar su bravo incendio, y si algún pensamiento disconforma lo resiste de amor otro compendio. Están allí dos formas de una forma, y a ambos les paga Venus su estipendio atando dos cervices en un yugo (que en todo guardan lo que a Venus plugo). 25
V. 354. Tíbar: el oro de Tíbar era muy acendrado; Hamet lo equipara a la cabellera de Tagazona.
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Ella desea que Hamet se atreva a dar a sus intentos algún corte, y él, que no menos llama cría y ceba, revuelve y piensa medio que algo importe. Con estos pensamientos ya se eleva, porque con ellos halla algún conhorte,26 y, entre otras trazas muchas que revuelve, roballa, en todo caso, se resuelve. No aguarda más y pónelo por obra, y en la yegua cabalga prestamente y a la mora en las ancas de ella cobra (que en semejante fuerza ya consiente). Da mil voces Alvera, con que sobra la rabia y el furor del pecho ardiente. Hamet la yegua pica con la espuela con tanta furia, que en el campo vuela. Era la yegua baya, fuerte y bella,27 que con facilidad su furia rige; con brío y contoneos mil se huella; los pies y cola, de color de acije.28 Era tanta la furia al revolvella, que a media vuelta por correr se aflige; las quijadas, abiertas y delgadas, y las narices anchas y hinchadas; ancho pecho, las clines no muy gruesas,29 cortas, anchas y llenas las ijadas; 26
V. 390. Algún conhorte: ‘algún alivio’.
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Vv. 401-424. Tejada se recrea describiendo minuciosamente la magnífica yegua y montura de Hamete. 28
V. 404. Color de acije: negro.
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V. 409. Clines: hoy diríamos crines o en singular crin.
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la cabeza pequeña, y muy espesas las cejas, sobre cuencas bien saltadas; fuertes los brazos con canillas tiesas, y las piernas, derechas, bien formadas; los vasos lisos, negros y acopados,30 con pelosas coronas rodeados. Era manchada de unas negras ronchas y con estrellas blancas se salpica, colgando de fino oro algunas bronchas del áureo freno y de la silla rica; las guarniciones, de indïanas conchas, a cuyo son el huello y paso aplica; los muslos largos, con las ancas anchas, remendadas de negras y albas manchas. Alvera con mil voces hiende el viento a las cuales las moras se juntaron, y, oyendo de ella el miserable cuento,31 elevadas y atónitas quedaron. Éntranse en Archidona en un momento y al padre el triste caso le contaron, que, oyendo que Hamet así lo agravia, se enciende de coraje y viva rabia. Manda salgan tras de él luego al instante, al son de trompa que en el aire zumba. Suena la hueca caja y atronante,32 y el clarín belicoso ya retumba. Cualquier moro, furioso y arrogante, con hinchazón, soberbia y gran balumba,
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V. 415. Vasos: ‘cascos’.
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V. 427. Miserable cuento: 'relato que produce lástima’.
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V. 435. Hueca caja: ‘tambor’.
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por servir al alcaide y contentallo promete dalle muerte o captivallo. Cuál hay que enlaza el yelmo (desechado de orín, por ser antiguo, y moho lleno) con baberón abierto y destrozado, para servir en guerra poco bueno. Otro saca el caballo encubertado, y adereza la silla, rienda y freno; subiendo encima, coge adarga y lanza y tras Hamet con furia se abalanza. La confusión, la grita, el alboroto del vulgo por momentos se alza y crece, cada cual pretendiendo dar su voto al repentino caso que se ofrece. El más vulgar, más desechado y roto sustenta la opinión que le parece, y a muchos que le dan atento oído, contando el caso afirma que lo vido. Haciendo remolinos, allí cuenta cada cual el negocio que se trata; sin tener a verdad, a razón cuenta, de mil suertes el caso se relata: los robadores dicen ser cuarenta, y el que lo oye, el número dilata; dícelo a otros y que fueron ciento, y así lo multiplican hasta un cuento.33 ¡Oh vulgo, robador de ajenas famas, desecho de la gente y vil escoria!, ¿no vees, pobre de ti, que te disfamas mintiendo en conocida y clara historia? ¿A un solo moro, un cuento y ciento llamas, o es porque tiene en sí tan alta gloria? 33
V. 464. Un cuento es un millón.
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Pero la causa es que siempre añades, gustando de contar las novedades. Éste se arma de jaco y de coraza de que ha mucho que el cuerpo no adereza; aquél coge en la mano gruesa maza y pone recio casco en la cabeza; éste, broquel y aquél rodela embraza, y éste se arma de otra alguna pieza, sacando de humeros y rincones destrozadas ballestas y lanzones. El pavés encorado, aunque está abierto, el uno embraza, el otro tablachina; otro se pone un brazalete yerto, y otro cota de malla jacerina, y otro adereza el arco corvo y tuerto, ciñendo al lado cimitarra fina; del arma que por mala uno deshecha, el otro se guarnece y aprovecha. El padre, triste, en un bridón morcillo que al son de la trompeta se alborota, con el jaez de negro y amarillo con grande furia por el campo trota. Comienzan los soldados a seguillo (parecía que el llano moros brota). El padre, viendo al moro y a su hija, pica el caballo que cual rayo aguija. Cual suele por el aire espesa banda de vigilantes grullas esparcirse, siguiendo a su maestra en toda banda, do comienza la pluma a sacudirse, y si columbra el ave chica y blanda que quiere de su ímpetu eximirse, el pico bate y con las alas cuela, y tras de ella se arroja, aguija y vuela;
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o cual suelen las próvidas hormigas hervir con muchedumbre en una senda, despojando del grano las espigas, llevando a cuestas su sabrosa prenda, con la boca restriban con fatigas por que no se deshaga y se desprenda, hierve y bulle la angosta senda y vía siguiendo siempre todas a una guía: tal el valiente ejército siguiendo iba a su capitán que se adelanta, que va con el caballo haciendo estruendo, firmando en los estribos punta y planta. Hamet, que vee seguirse, fiero, horrendo, tal cólera recibe y furia tanta, que a la yegua veloz la rienda vuelve y de trabar batalla se resuelve. Bien como cuando un toro en coso anchísimo de las duras garrochas se repara,34 bramando encolerízase, y fierísimo se arrincona a una parte y se prepara, luego da tras la gente ferocísimo, haciendo a tanto vulgo y golpes cara, fiero el cuello sacude, cuerno y barba, y con hendidos pies el polvo escarba: tal el bravo Hamete, ardiendo en rabia, no puede consentir verse seguido; y, en ver que tanto ejército lo agravia, el corvo alfanje empúñase atrevido. A la yegua detiene, y tanto rabia, que ser de todos quiere acometido, mas la mora, que vee su intención fiera, con lágrimas le habló de esta manera: 34
V. 522. Se repara: ‘se protege’.
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«¿Dónde vas? ¿Quién te incita? ¿Qué es aquesto? ¿Qué hado te prometes o qué suerte? ¿Qué dios te mueve, lóbrego y funesto, a entregarte en las manos de la muerte? Huye, huye, señor, huye ya presto. No quieras en peligro acerbo verte, donde la muerte nos alcance a entrambos, bañando el suelo con la sangre de ambos. »Si quieres evitar su brava furia, la yegua pica y déjame en el llano, y en mí vengue mi padre aquesta injuria, satisfaciendo su rigor insano. Si venganza pretende de su injuria, aquí está el cuello que al alfanje allano. La vida salva tú, Hamete mío, y deja a mí pagar mi desvarío. »¿Es ese capellar verde y leonado, grabado peto de lumbroso acero? ¿Y ese rico turbante tan orlado, de fino temple yelmo fuerte y fiero? ¿Esa marlota y mangas de brocado es gola y brazaletes de guerrero? ¿Qué faldón duro o qué gorjal de malla te cercan para entrar en la batalla? »Esa intención que a muerte te condena, guïada por el hado, tú resiste. Deja a mí que sujete a la cadena del padre airado aquesta cerviz triste. Procúrate otro fin y muerte buena, y de trabar batalla te desiste. No me dejes a mí, triste infelice, para que tus exequias solemnice». Movieran sus palabras una roca, un tigre, un pedernal, un mármol pario;
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el furor a Hamete se le apoca, la rabia y el enojo temerario, que ya desea que el viento que le toca les lleve y los esconda del contrario, o que fuera su yegua un hipogrifo, un Pegaso veloz o alado grifo. La espuela arrima de acendrada plata y huye más veloz que el pensamiento; y a donde asienta la herrada pata hunde la tierra, y polvo esparce al viento. Tanto puede el amor con los que trata, que los trastorna y vuelve de su intento: corrió con tanto ímpetu la yegua, que pasó en un instante una gran legua. Llegó Hamete al fin a donde el curso, lleno de varios senos y revueltas, dilata Guadalhorce en su discurso con las ondas diáfanas y sueltas. La tierra está tan fértil del concurso del agua clara, que por todas vueltas Temis gallarda la dibuja y pinta con el florido esmalte de su cinta. Riega la falda de una altiva peña 35 que a las nubes su altura comunica, donde con varios árboles la breña se oculta, encubre, se maraña e intrica. De espesas ramas la florida greña hace la peña con sus sombras rica, aunque agora el discurso de los tiempos la ha despojado de estos pasatiempos. Para subir a ella, por un vado 35
V. 593 y ss. Tejada describe la Peña de los Enamorados, bordeada por el fecundo Guadalhorce, y tan alta que llega hasta las nubes.
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se pasa Guadalhorce, que la riega extendiendo su curso celebrado por el espacio de la fértil vega. El suelo antequerano es estimado por los fértiles frutos que allí entrega. Hamet por aquel vado se abandona, asiendo fuertemente a Tagazona. Fin del canto primero.
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CANTO SEGUNDO Argumento 36 La diosa Venus, de compasión de los dos amantes, viene a rogar a Guadalhorce que los defienda de la gente que viene en su seguimiento, y él, obedeciéndola, embraveciendo su corriente cuando iban los soldados a pasar, los anega. Hamete y su dama, por la tormenta, suben a la Peña entrando en una cueva, donde con desdichados agüeros se desposaron. Vienen cuarenta salteadores y, enamorándose todos de la hermosa Tagazona, traban una cruel y sangrienta batalla, donde Hamete, por defender a su dama, de crueles heridas queda en los brazos de su dama mortalmente herido, haciendo primero increíbles hazañas, y los salteadores, que quedan cada uno pretendiendo a Tagazona, mueren todos con bárbara crueldad.
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¿Amor a qué no incita nuestros ánimos? Un yelo frío que nos quema en fuego gobierna sujetando a los magnánimos, vence los fuertes, siendo niño y ciego, saca valientes a los pusilánimos, torna en fiera inquietud nuestro sosiego; irreparable siendo su herida, no hiere el cuerpo, mas el alma y vida. Dulce, muestra al principio su ganancia, en ocio nace y siempre en él se siembra, tiene mudable y áspera inconstancia, en fuerza es tigre, en apariencia hembra; junta con su humildad fiera arrogancia; a donde halla que hay quien de él se miembra,
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El argumento de este Canto II es el único que conservamos. Era normal en los grandes poemas el encabezamiento con una sinopsis de la parte correspondiente.
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dentro del pecho su morada busca, árdelo y su furor el alma ofusca. Injusto Amor, bien puedo justamente querellarme de ti en cualquiera hora, pues tratas con furor y rabia ardiente a aquellos cuya historia se empeora. Dejolos en mitad de la corriente (que el fuego de sus pechos no mejora) y, entre tanto que pasan, alzó el vuelo para traer a Venus de su cielo. La bellísima diosa Citerea que los amantes vee pasar el río, de delgado cendal el cuerpo arrea con que inflama y enciende el yelo frío; y en el ebúrneo carro, en que pasea el Tercer Cielo con bizarro brío, pone las plantas tiernas y süaves uniendo el cuello de sus blancas aves.37 Corta de esta manera el vago viento, preso el caballo con laurel y yedra, inflamando de amor el firmamento y ardiendo el seco monte y dura piedra; del animal soberbio y más exento el furor bravo y la crueldad arriedra: no hay onza, león torvo o fiera tigre 38 que al rayo de sus ojos no peligre. Así llegó a la gruta fresca amena do el venerable Guadalhorce anida; llamolo con la voz blanda y serena
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V. 32. El carro de Venus era tirado por palomas blancas.
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V. 39. Onza: felino parecido a la pantera. Tigre podía ser masculino o femenino.
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y él alzó la cabeza florecida; la barba sacudió de juncos llena, de coral y de juncia, revestida 39 de lamas y de arena y espadañas, de verdes ovas y de hojosas cañas. Las ninfas, sueltas las madejas rubias que cobijan con oro las espaldas, todas cubiertas de abundantes pluvias de perlas y de aljófar y esmeraldas, en ver llegar a Venus allí dubias, alzaron las cabezas con guirnaldas para mirar la idalia diosa, donde el sacro Guadalhorce así responde: «¿Qué mandas por acá, reina excelente, princesa de la gracia y hermosura, que, en tocar esas plantas mi corriente, la dibujas y bordas la frescura? Manda lo que quisieres prestamente, que ser de ti mandado es gran ventura». A sus comedimientos Venus diosa movió los labios de purpúrea rosa: «Oh Guadalhorce, grave padre -dijo-, dos amantes que agora tu agua pasan son de aquellos que yo busco y elijo porque mi fuero y leyes no traspasan. Tan perseguidos viéndolos, me aflijo, pues que les basta el fuego en que se abrasan. Guárdalos, sacro dios, entre tus hojas, si de amor ese pecho no despojas. »Bien sé que el duro Hado incontrastable los amenaza ya con fiera muerte, mas no perezca su valor loable, 39
Vv. 46-48. Tejada despliega una larga enumeración de cierre.
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a manos de esta gente, de vil suerte. Anégala, pues, padre venerable, con ese brazo altivo, heroico y fuerte, por que tan grande gloria no se aplique y aquestos dos amantes sacrifique». Cubrió, diciendo aquesto, de orientales perlas los ojos do Cupido mora, rosando aquellos soles celestiales40 del rocío do Aglaya se atesora. Quedaron sus mejillas bellas tales como, al aparecer de nueva Aurora, de aljofaradas blancas gotas llenas están las tiernas rosas y azucenas. Movió el húmido rostro y ancha frente el sacro río, de dolor movido, sintiendo ya en sus huesos fuego ardiente, después que el rostro de la diosa vido. «Deja, Afrodisia, diosa omnipotente, -le dijo- el llanto tierno y dolorido, que esas lágrimas tiernas que acumulas las metes en los huesos y medulas. »Vuélvete al cielo y déjame el cuidado, que yo levantaré mis aguas hondas 41 que el asiento de arena cobijado iguale al monte con furiosas ondas. Mas ruego, Cipria, de beldad dechado, que a mis querellas siempre correspondas». Venus lo otorga, y alza el carro en vuelo, guïando las palomas hacia el cielo.
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V. 83. Rosando: de rosar ('llenar de rocío').
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V. 98. Ha de sobreentenderse tanto tras hondas, correlato consecutivo
de que.
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Las blancas ninfas que subir la vieron, dulces cantos al punto comenzaron; los pájaros, alegres, la siguieron hasta que en su morada la dejaron; las ninfas a los dos amantes fueron, y el agua dividieron y cortaron, y así la mora con Hamete osado pasaron sin mojar la yegua el vado. Luego Hamet la bella mora apea, que toda se congoja y amedrienta; él con voces la anima y la recrea, subiendo por la peña alta y exenta; libre, la veloz yegua se pasea, que con la blanca espuma el freno argenta, y Guadalhorce en ninfa convirtiola y entre sus claras ondas anidola. En esto ya los moros allegaban haciendo con las armas gran sonido. Los acerados hierros relumbraban levantando al tocarse gran ruïdo. Sin detenerse, al río se arrojaban por buscar a Hamet si está escondido. Guadalhorce, que vio su crudo intento, entrose en su caverna y aposento. Los brazos alza, derramando la urna llena de frías aguas transparentes, y de nubes cubrió la luz diurna, abriendo sus copiosas remanentes. Una sombra obscurísima y nocturna cubrió los claros cielos refulgentes. Un viento sopla y otro viento zumba y con furioso estrépito retumba. El río con furor terrible crece, por momento sus aguas aumentando.
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El agua más se hincha y embravece, con las ondas los montes rocïando. El bramido feroz se ensoberbece en los peñascos cóncavos, quebrando la brava furia de hinchadas ondas que al cielo esparcen las arenas hondas. Era tanta la furia y el combate de la horrible, crüel, fiera borrasca, que a la arraigada encina al suelo abate y entre las rocas ásperas la enfrasca; la peña más exenta también bate y la encalla en cavernas y la atasca; al olmo hace que en la tierra caiga; peñas, chozas, cabañas desarraiga. De los que iban a pasar se anega el uno aquí, y el otro acullá muere; las matas la corriente brava niega al que traballas con las manos quiere; aquí el caballo con la muerte brega y nadando su dueño la difiere; el uno aquí, el otro acullá nada, pero, aunque nada y nada, todo es nada. El agua fiera los despojos vuelca de los infelicísimos soldados, llevando largo trecho de una vuelca los cuerpos ya sin almas y anegados; en las arenas ínfimas revuelca 42 los caballos cubiertos y enjaezados, 43 petos, yelmos, vestidos y faldones, cotas, alfanjes, lanzas y brahones.
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V. 165. Ínfimas: ‘las más profundas’.
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Vv. 166-168. Otra larga enumeración de cierre de estrofa.
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El padre de la mora vio subía a este tiempo Hamete por la peña; Tagazona siguiéndolo se vía detrás, que de su amor no se desdeña, y aquesto imaginó en su fantasía: «No da mi hija, de forzada, seña, porque, si así Hamete la forzara, delante por la peña la llevara». Con esto que pensó, y el tiempo viendo, entiende que a los dioses hizo ultraje en venir tan de veras persiguiendo a los que el Cielo da tal hospedaje. Triste vuelve a Archidona, no creyendo que libre ha de hallar aquel pasaje. Bate el caballo cual si fuera el reo, ora de repelón, ya de rodeo. Guadalhorce, que vio que se ejecuta tan de veras la furia de su pecho, cerró las remanientes de su gruta, con la muerte de tantos satisfecho; la ribera dejó seca y enjuta, las aguas recogiendo en rico estrecho; quitó las nubes y esparció las nieblas tornando en claro día las tinieblas. Hamete con el tiempo y la tormenta medroso, y más de ver su Tagazona, con requiebros dulcísimos la alienta, y de flores le puso una corona, diciéndole: «Oh bien mío, haz que sienta esa gracia que a Venus abandona, que con esa guirnalda y ese abono por diosa de hermosura te corono. »Pierde aquese temor y ese recelo de la tormenta acerba, brava y fiera,
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pues pisaremos presto el fértil suelo de la insigne y fortísima Antequera, y al mundo, estando dentro, no recelo aunque enemigos brote su ribera, que, aunque en Granada sirvo al rey en guerra, en Antequera vivo, que es mi tierra. »Y no soy tan obscuro de linaje que así pretendas darme tal divorcio, que mi padre es hidalgo Abencerraje, famoso en el ejército Mavorcio,44 y nadie puede darme en madre ultraje, pues trae su origen del Zegrí consorcio; mas ¿qué merecimientos hay do quepa tu beldad rara en tan ilustre cepa?». Entráronse, con esto, en una cueva mientras las pluvias su furor mostraron, y, para dar de amor más alta prueba, dentro de ella los dos se desposaron. No Himeneo el casamiento aprueba ni felices agüeros lo aprobaron, porque, mientras hablaban, la corneja voló en la cueva portentosa y vieja. Este portento el búho lo atestigua con gritos tristes y un estruendo infausto (pronóstico terrible que averigua falta de sacrificio y holocausto). Faltó el cantar, la hacha y tea antigua, el tálamo faltó y el nupcial fausto; el cuclillo también la voz repulla y con ronquidos ásperos aúlla. De la lechuza oyose el grito ronco como que exequias fúnebres celebra, 44
Mavorcio: ‘del dios Marte’ (Mavorte), ‘marcial’.
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y con voces y aullido triste y bronco los aires hiende y las cabezas quiebra. De escamas negras, de un abierto tronco se resbaló furiosa una culebra, y ocupando la tierra, hecha rosca, en la ancha cueva el cuerpo desenrosca. Las ninfas de los montes voces dieron con presagio infelice y mal portento. Los faunos y los sátiros se oyeron con rüido confuso, triste y lento. Los cielos con relámpagos se abrieron, testigos del infausto casamiento, y más ligera que veloz saeta voló del lado izquierdo una cometa.45 Pero a los dos amantes las señales les parecen agüero de ventura, tan olvidados de futuros males cuan cercanos están de desventura. Ya los ejes lumbrosos celestiales iban rodando por la clara anchura del Cuarto Cielo, el claro sol quitando, y las nubes de ocaso perfilando. Levantose una Noche que entapiza el Sexto Cielo de enlutada alfombra, con tanta obscuridad que atemoriza al corazón más válido y asombra. No el rayo de la luna el suelo auriza, porque su luz la gran tiniebla escombra. Luz ninguna en el cielo reverbera porque cubierta está cualquier lumbrera. Escóndese Orïón y toda estrella: las Ursas y Taigeta cristalina, 45
V. 248. La aparición de un cometa era el peor augurio posible.
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las Pléyades la nube cubre, y sella la fulgente Hersilia y la Bocina. Julia también, aunque hermosa y bella, por el cóncavo espacio se declina. No parece en el cielo un astro solo: cubierto está el un polo y otro polo. La obscuridad y frío convidaban a aquellos infelices amadores a pasar en la cueva, donde estaban, de la lóbrega noche los furores. Cuarenta hombres a este punto entraban, y todos sediciosos salteadores, dentro en la cueva por pasar la furia con que la horrible noche los injuria. Eran todos crüeles robadores, de vida torpe y bárbaro ejercicio, hechos a hambres, fríos y calores, robos y latrocinios de su oficio; furiosos homicidas, malhechores, de hórrida crueldad y fiero vicio, por toda la comarca salteaban 46 y aquí en aquesta cueva se juntaban. Entrando dentro del zurrón lanoso, uno de ellos sacó la seca yesca, y con el pedernal duro y fogoso la junta por que el fuego en ella empesca, y con el eslabón recio y lustroso lo frisa y hiere por que llama cresca, y en la yesca recibe el débil fuego que, soplando, en astillas ardió luego. Quitan luego a las liebres los pellejos y en varas largas las espetan y asan, 46
V. 288. Salteaban: con valor intransitivo (‘cometían asaltos’).
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y asan también los ágiles conejos que ellos de día con sus flechas pasan. También salones y tasajos viejos con las ascuas enjugan y traspasan, y con la luz que el fuego de sí echaba vieron la otra luz que la eclipsaba. La cena a punto ya, a los dos convidan, que con gran cortesía lo agradecen, y, porque en nada no se descomidan, a la mesa se asientan y se ofrecen. Ellos la sed con dulce vino envidan; brindando, de calor más se enriquecen, la cena poca y la bebida mucha, ya el desatino en sus cabezas lucha. Los dos amantes bien lo agradecieron. Con ellos varias pláticas trabaron y algún espacio así se entretuvieron en el cual su fortuna les contaron, hasta que ya del sueño se vencieron y los cansados le entregaron, infundiendo Morfeo por sus venas un dulce alivio a las pasadas penas. No duermen los ladrones, contemplando la perfección que en Tagazona mora. Su luz les va los ánimos cegando con que la obscuridad y niebla dora. Ya de alcanzalla están imaginando, y se les hace un siglo cada hora, que en ellos Baco, derramando furia, los incita a pendencias y lujuria. El humo del estómago perturba sus jüicios con húmidos vapores, traba las lenguas y las hablas turba dando a sus ásperos temblores.
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Ya aquesta desechada y baja turba arde con Baco y Venus en furores; el más principal de ellos con voz baja sus varios pensamientos así ataja: «¡Oh dioses inmortales!, ¿qué misterio es aqueste que veo en mi presencia? ¿Qué nuevo sol y luz del pueblo Iberio vuelve en celos rabiosos mi paciencia? ¿Quién mi libertad muda en captiverio? ¿Qué nuevo mal es éste y pestilencia? ¡Oh compañeros, que en amor me enciendo por quien, sin ver mi mal, está durmiendo!» Otro de ellos, los ojos hechos brasa, más encendido el rostro que no el fuego, la voz alzando dice: «Si se abrasa, busque para su daño algún sosiego, que esta mora que el cuerpo al suelo arrasa yo la quiero y pretendo desde luego:47 recuerda, pues, oh diosa de alta suerte,48 pues no es justo que duermas y des muerte».
[....................Lacuna.................................]
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«Juro por este rostro soberano que está pálido, cárdeno y sangriento (si no me acaba mi dolor insano, que sí hará, según lo estimo y siento) que me ha de dar la muerte aquesta mano
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V. 350. Desde luego: ‘desde ahora mismo, desde este momento’.
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V. 351. Recuerda: ‘despierta’.
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si no fuere bastante el sentimiento, y que apenas vuestra alma ha de ir volando, cuando os vaya la mía acompañando». La voz el firme amante más esfuerza diciéndole: «Vivid, oh vida mía, y muera yo, que el hado así lo fuerza, y vivid vos, mi gloria y alegría. Muera yo, y nunca el paso de esto tuerza a trueque que veáis vos la luz del día,49 porque, si muerte os dais, según infiero, dos veces con dos tristes muertes muero». El frío aliento de la boca coge la bella mora a su querido esposo, y él el caliente anhelo le recoge entre el un labio y otro sanguinoso. De ardientes perlas hace que se moje el pecho por do entró el hierro furioso, cuyo gran golpe el cuerpo tanto sangra, que todo se enflaquece y se desangra. En esto ya la fuerza iba faltando, quedándole los ojos deslumbrados. Un mortal frío el cuero va ocupando. Los brazos dan en tierra, de cansados. Sale el alma, los aires penetrando. Los de vigor quedan privados, diciendo: «Oh Taga», nunca dijo «zona», porque quedó defunta su persona. No tuvo fuerza para alzar el llanto del grande sentimiento Tagazona, antes, amortecida del quebranto, encima el cuerpo muerto se abandona.
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V. 366. Fuerte sinéresis en el triptongo veais
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Así estuvo en prolijo espacio, tanto 50 que Muerte pareció no la perdona, y, recordando de esta gran tristura, volvió los ojos a su desventura. De negra sangre el campo vee cubierto con espuma y vapor de noche eterna. Mira allí un cuerpo y acullá otro muerto, una cabeza, un brazo, muslo y pierna, testigos todos de su daño cierto, contrarios fieros de su edad tan tierna, y, en verse con tan grandes desconciertos, en número se cuenta de los muertos.
[.......................Lacuna...........................]
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«Envidia sé que fue del Santo Cielo el no dejar gozarme en tal miseria lo que era indigno de gozar el suelo, pues no pueden estar gloria y laceria; pero, si me privó de este consuelo, no me quitó que no le dé materia a la Fama, y publique con la trompa de este mi firme amor la ilustre pompa. »Flecha inmortal, y con mortal costumbre, del arco despidió la horrible Muerte para arrasar al suelo la alta cumbre do estaba fija mi dichosa suerte. Turbó el sereno tiempo y mansedumbre, y al humilde igualó el pujante y fuerte, para que iguale yo a la tierra dura 50
V. 389. Prolijo: ‘dilatado’.
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el cuerpo que aún no tiene sepoltura». Los ojos ya sangrientos revolvía, furiosa y loca con tan crudo intento. El rostro de mil manchas se cubría, parándose amarillo y macilento. Toda tiembla con áspera agonía (señal de algún horrendo acaecimiento), y, tomando el alfanje de su amante, dice aquesto con pálido semblante: «Vos, infernales, impias deïdades,51 que habitáis la región negra y obscura, y vos, Furias, horribles potestades, testigos tristes de mi desventura, perdone mis últimas maldades, pues las purgo con darme muerte dura, y a Hamete mi alma poned junta, pues a su cuerpo el mío aquí se junta. »Y tú, alma ilustre, de este cuerpo ilustre recibe este inmolado sacrificio, que, por dar de su amor más claro lustre, ejercita con lágrimas su oficio. No tu deidad con esto se deslustre viendo que hago fúnebre ejercicio tornándose mis ojos dos acequias que con agua rocían tus exequias. »No con las manos deshojar las flores encima tu sepulcro quiero o pienso, ni perfumar tus huesos con olores de amarga mirra y oloroso encienso,
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V. 425. Impias era habitualmente voz bisílaba, porque mantenía el acento en la primera sílaba (como en latín).
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mas, dando último fin a mis dolores,52 darle a la Muerte el ya debido censo y seguirte, dejando el mortal velo en mar, en tierra, viento, infierno o cielo.53 »Tú, alfanje, en otro tiempo dulce prenda cuando felices hados poseía, aprobarás con darme muerte horrenda mi gran lealtad y la firmeza mía. Muerte deseo fiera y estupenda.54 Mi limitado plazo es este día. Muerte será mi triunfo, palma y lauro, pues que con ella tanto mal restauro». Dijo, y al fiero alfanje el cuerpo arroja, pasando el corazón enamorado. Funesta amarillez luego despoja el rostro bello del color rosado. Temblole el cuerpo con mortal congoja, dando al suelo el cabello ensangrentado. Salió de sangre una abundante vena que esmaltaba de púrpura el arena. Con un triste silencio el blanco velo, que de sangre se estaba salpicando, rompió el alma incorpórea, el presto vuelo al Elíseo inmortal encaminando. Llega primero al reino sin consuelo,55
52
V. 445. Mas: hoy emplearíamos la conjunción adversativa sino, por ser coordinación subsiguiente a una proposición negativa. 53
V. 448. Enumeración para cierre de estrofa.
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V. 453. Estupenda: ‘que produce asombro, estupor’.
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V. 469-504. El reino sin consuelo es el Orco (el infierno en la mitología clásica). Tejada dedica varias octavas a pintar el infierno.
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la tiniebla obscurísima pisando, do las puertas horrísonas se abren antes que el hierro con la aldaba labren. Vee asirios, babilonios y dalmacios,56 persas, getas y medos y ses, eslavones, normandos, indos, tracios, ítalos, alemanes y escoceses, iberios, palestinos y croacios, rodios, cretenses, frigios con ingleses, griegos, caldeos, scitas, macedonios, húngaros, moscovitas y panonios. Vee al trifauce y horrible Cancerbero, y la triforme y ahumada diosa, y a Plutón, soberbísimo y severo, al Miedo y, ya veloz, triste y ansiosa, a Mino y Radamante, altivo y fiero, y a las Parcas de vista rigurosa, y a las Furias, de víboras crinadas, de hórridos ministros rodeadas. Vee la Hidra, Quimera y las Harpías, los Centauros, las Scilas y Briareo, la Pobreza, la Hambre y Agonías, a Sísifo y a Tántalo y Tifeo. Y vee las condenadas compañías de las hijas de Dánao, y a Fineo, a Ixïón y a Gorgón y al grande Ticio, al Miedo, Guerra, Ansias, Sueño y Vicio. Vee a Flegetón, Leteo y a Cocito,57 revueltos con hediondo y sucio cieno.
56
Vv. 473-449. Tejada nos ofrece un alarde de enumeración: lo son las dos octavas en casi su totalidad. 57
V. 497. Tejada nombra a los tres ríos del Infierno.
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De negros sapos número infinito anda en el suelo de tristeza lleno. Vee al inculto Carón, torvo y maldito, rigiendo un barco de limpieza ajeno; llena la orilla de mohosas tobas, de verde musgo y despreciadas ovas. El alma sube a la cerúlea barca, y el hórrido Carón la va guïando. Aquí se abre y acullá se encharca, tinieblas con los remos levantando. A la otra parte, al fin, la desembarca y, por ásperos montes caminando, llega al Elíseo, do el purpúreo cielo 58 con pródiga clemencia da consuelo. Vee los hermosos y floridos prados de nueva luz y gloria revestidos, de mil verdes florestas rodeados y con risueñas flores guarnecidos; vergeles, alamedas y collados de gusto y de deleite enriquecidos, donde la compañía santa y buena anda pisando la dorada arena. Están los sumptuosísimos palacios hechos, de oro y plata, un rico copo, sembrando alrededor por los espacio (imitando a las llamas del piropo), rubíes, esmeraldas y topacios, jacintos, amatistas y crisopo, perlas, cristal, diamantes, girasoles, reverberando como claros soles. Siempre del sol el rayo claro alumbra, 58
Vv. 511-536. Tejada ahora nos describe el cielo (el Elíseo) y a no pocos famosos moradores, amantes que fueron víctimas del amor.
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siempre hay rosada y rutilante aurora con moderada luz, que no deslumbra, sino el cielo clarísimo colora. Su movimiento rápido acostumbra ya la luna mostrar, que el suelo honora; ya las estrellas fúlgidas y bellas juntos alumbran sol, luna y estrellas. Salen a recibir el alma bella los que se dieron por amor la muerte, trocado ya su llanto y su querella en más dichosa y fortunada suerte. Las flores con la blanca planta huella Píramo, insigne, esclarecido y fuerte: con un vestido rojo va lozano llevando a Tisbe de la blanca mano. Cárite viene bella cuanto honesta; de aderezo morado se adornaba, de postura robusta, alta y dispuesta. Lepólemo con ella se mostraba con yelmo horrible de acerada cresta do centellas y llama vomitaba. En banda verde trae este letrero: «Viví con esperanza, en ella muero». Alcione viene de amarillo y verde; Ceix de aquesta color se adorna y viste para dar a entender que nunca pierde la esperanza en el mar que así lo embiste. Trae en el pecho un mar, por que se acuerde del tiempo y de su furia acerba y triste. Con letras de oro alrededor bordado: «Fue nuestra vida como el mar airado». Viene Procris de azul toda vestida, abierto con un dardo el blanco pecho; esta letra con plata trae esculpida:
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«Con la muerte pagué el mal que sospecho». Filis viene de negro guarnecida, mostrando enojo, rabia, ira y despecho; trae un letrero azul en campo negro: «Son las tinieblas luz con que me alegro». Viene Safo vestida de encarnado, la ropa de mil llamas de oro orlada, y un mar y encima un monte levantado donde se vee ella propia despeñada. La letra dice: «Soy de Amor dechado y, en mar de llanto, en fuego estó abrasada». Cánace viene, y viene Macareo, Pasífae con Erífile y Ceneo. Viene Leandro, célebre y famoso, acompañado de su hermosa Hero; naranjado aderezo traen vistoso, color decente a su infortunio fiero. Llevan bordado un mar tempestüoso y un farol muerto, y puesto este letrero: «Vi la luz muerto en viva semejanza, mas el mar anegó nuestra esperanza». Mostrando de su pecho la congoja, con leonada librea viene Fedra; dice su letra: «Aunque el Amor me enoja, lo sigo como al centro va la piedra». Tras de Protasilao luego se arroja Laodamia, que en fuego no desmedra; dice su letra, en campo pardo escrita: «Aquesta paga mis trabajos quita». Sigue luego Hamet, de una corona de laurel verde alrededor ceñida la frente, que su gloria más pregona, y una roja librea trae vestida. Reciben a la bella Tagazona,
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que está de gloria y gozo enriquecida; échanle el traje de oro a las espaldas, poniéndole de flores dos guirnaldas. La reina Dido, puesta una librea de tela blanca de gentil belleza, los sigue, y este rétulo la arrea: «Mayor es en mujeres la firmeza». Música dulce allí no se desea en instrumentos de inmortal riqueza: arpas, discantes, flautas, clavicordios, y otros cantan al son de monacordios. Con diestra mano el celebrado Orfeo hirió las cuerdas de una arpa suave, que atraía el espíritu y deseo al concordar lo agudo con lo grave. Echa redobles con gallardo aseo con que él propio se eleva, aunque los sabe;59 a cuyo son, calmando viento y cielo, sacó con voz divina aqueste anhelo: «Goza los premios de tu amor ilustre, divina dama, de beldad ejemplo, pues por darte más gloria y mayor lustre ya la inmortalidad te hace templo. No habrá curso de tiempo que deslustre ese triunfo inmortal que en ti contemplo, pues seréis tú y tu amante celebrados a pesar de olvido y de los hados». Dijo, y todos después juntos guïaron a los dos felicísimos amantes a sus albergues (donde los dejaron), que eran hechos de piedras rutilantes, los cuales nunca pluvias maltrataron, 59
V. 614. Este verso, tal como nos ha llegado, no hace sentido.
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ni rayos para aquesto son bastantes, porque aquí son perpetuos los trofeos en los gloriosos campos Eliseos.
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[CANTO TERCERO]
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Las bellas ninfas, de dolor movidas, en la alta peña ya se habían juntado, de ropas funerales guarnecidas, do un túmulo soberbio habían trazado. En columnas de pórfiro bruñidas60 ponen un arco altivo y levantado, y el cuerpo de la mora y de su amante en caja de ciprés ponen delante. Las Náyades dejaron sus riberas por venir a hallarse al sacrificio, y las Napeas, guardas verdaderas de los bosques, dejaron su ejercicio; sin perseguir en montes a las fieras, dejaron las Oréadas su oficio; vinieron las Nereidas y las Dríadas, las Hénides hermosas y Hamadríadas. Con muestras de muy grande sentimiento la ilustre procesión con paso tardo siguen, suelto el cabello al vago viento, las ninfas, de ademán y brío gallardo. Hienden el viento con lloroso acento bastante a enternecer un tigre y pardo, y, poniendo materia al crudo fuego, ponen encima de él los cuerpos luego. Arde la encina fuerte y de provecho, la pacífica oliva y duro tejo, el chopo negro y el abeto estrecho y el fúnebre ciprés de tronco viejo. Exhálanse centellas largo trecho 60
Pórfiro es voz que alternaba con pórfido (que acabaría imponiéndose).
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quemando a los que son de Amor espejo, y tanto el fuego su furor atiza, que redujo los cuerpos en ceniza. De alabastrino mármor, llena de oro, estaba ya una urna aderezada, cubierta por más pompa y más decoro con una tumba rica jaspeada. Cogiendo las cenizas por tesoro, en la urna al propósito trazada de los dos cuerpos la ceniza aplican y con flores el túmulo amplifican. Luego con agua transparente y pura una de ellas las otras purifica, rocïando con ella la estrechura, a quien la tumba [....] pulcrifica;61 derrama leche de inmortal blancura, y voz llorosa al sacrificio aplica, rogando así a sus almas inmortales que itan los servicios funerales:62 «Pirámides, estatuas y trofeos,63 arcos insignes, basas inmortales labradas con primísima moldura, piedras, color, riquísimos arreos de pórfiro, alabastros y metales, 61
V. 44. En el códice falta una(s) grafía(s).
62
V. 48. El códice lee: que ita estos servicios funerales. Pero la forma verbal ita, en singular, no es viable, ya que su referente es plural (sus almas inmortales); si enmendamos y aceptamos el plural itan, nos resulta un dodecasílabo: que itan estos servicios funerales; propongo, pues, una doble enmienda: itan y los (por estos). 63
Vv. 49-100. Tejada abandona el empleo de las octavas y continúa con un despliegue de cuatro estancias de trece versos (hepta y endecasílabos).
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imágines, medallas y escultura de sin igual pintura, felicísimas almas, quisiera levantar en vuestra gloria, que con perpetua historia publicará en el mundo vuestras palmas; mas recibid este sepulcro pobre, que con vuestros despojos triunfos cobre. »Esta peña consagro en vuestro nombre, donde siempre seáis solemnizados con prosa y canto y con sonoros versos, y por daros más título y renombre dirase “De los Dos Enamorados”. Aunque os fueron los hados tan adversos, ya los estilos tersos, inspirados de Apolo, se ocuparán en daros triunfo claro que vuestro nombre raro conocido harán de polo a polo, y esta peña será vuestro Mauseolo, constante al tiempo y fuerzas del dios Eolo. »Nunca habrá falta en tan dichosa tierra de cuanto el campo da y Ceres reparte; y aquí Amaltea esparcirá su copia, y el Cielo al fértil suelo que os entierra de sus dones dará tan larga parte que sea el mundo en su respecto inopia. De Vandalia a Etiopia 64 no habrá tanta abundancia. Respirará Favonio dulcemente, Flora estará presente, 64
V. 81. Etiopia era -como aquí- con gran frecuencia voz de tres sílabas con acento en la segunda.
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dando al pujante suelo tal ganancia, que dará al mundo una ciudad ilustre que engendre vuestra gloria y vuestro lustre». Dicho aquesto, los juegos comenzaron, propios al sacrificio que hacían. El túmulo adornado con mil flores, unas, ramas y aves consagraron; las otras, dulces versos componían en gloria de los muertos amadores, y para los mejores rico premio pusieron con discreta y honrosa competencia; mas con tanta prudencia todas sus epigramas compusieron,65 con tanta sutileza y tal proemio, que de aquestas ninguna llevó el premio.
65
V. 198-100. Epigrama alternaba el género (aquí es femenino). En estos versos se nos anuncia un certamen poético entre las ninfas para premiar al mejor epitafio de los amantes. Ya se nos avisa que ante la alta y homogénea calidad de las poesías, no pudo otorgarse el premio. Verá el lector la variedad de metros empleados (tanto castellanos como italianos), y la maestría del juvenil Tejada en su ejecución.
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Las Náyades, que son ninfas de los ríos, pusieron este epitafio: [Décimas]
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Pintó el pincel de Natura dos de conforme grandeza, de sin igual hermosura, los más altos en firmeza y más bajos de ventura. Y salió tal la labor, que de ella cortó el Amor una ropa a su medida, y en él Marte otra escogida en fortaleza y valor. Para formar su excelencia, en un concorde supuesto, con extraña diligencia Naturaleza echó el resto 66 y el Arte toda su ciencia. Y así salió tan ufano este par tan sobrehumano, que en él muy bien se mostró cuánto pulió y extremó Naturaleza la mano. Y tanto el vaso colmó de beldad, por su interese, que ningún lugar quedó
66
V. 14. Echar el resto es fraseologismo -hoy coloquial- de antiguo y dilatado cultivo.
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donde ventura cupiese, y así a los dos les faltó. Amor remedió el amar en la furia del penar, mas fue con tan triste estilo, que cortó la Parca el hilo al principio del gozar. Parca, que por un nivel de ti el mundo se querella, ¿quién te hizo ser crüel? ¿Venus, de la envidia de ella, o Marte, de envidia de él?: que, ante beldad tan preciosa,67 Venus parecer no osa, y, par del mozo excelente, nunca Marte fue valiente, ni ante ella Venus, hermosa. En quien la vido, no hay saña; mil penas quitó y enojos; más mató y con mejor saña Tagazona con sus ojos que Átropos con su guadaña. Su vista todo lo atierra; con ella tiro no yerra aquel lascivo rapaz, mas a rostro tan de paz hizo la Fortuna guerra. ¡Triste y miserable suerte, que en una edad tan florida, tan elegante y tan fuerte, por remedialles la vida les aceleras la muerte! 67
V. 36. Preciosa: 'de mucho precio'.
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Pues Amor se eleva y sale, y en él no hay quien os iguale, por vuestro valor jocundo los amadores del mundo os den el último vale.68
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V. 60. El último vale: 'el último adiós'. En latín vale y su plural valete ('te/os deseo buena salud') eran las fórmulas de despedida. De ahí su uso en castellano culto.
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Las Napeas, que son ninfas que guardan y habitan los bosques, pusieron esta elegía: [Tercetos]
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Quien gran firmeza y suma hermosura quisiere contemplar y ver al vivo, debajo está de aquesta piedra dura. Aquí el Amor, con fuerza de excesivo, se sirve de tener dos cuerpos muertos en cuyas almas siempre estuvo vivo. Aquí verán de Amor efectos ciertos, y cómo el más amigo brazos cierra y a veces al contrario los da abiertos. Ya están en las entrañas de la tierra los que en las suyas cielo edificaron, donde viviere en paz quien les dio guerra. En dulce vida a muerte se obligaron, y aquello en que pensaron hallar gloria 69 su pena y muerte sin buscar hallaron. La fama de estos quede tan notoria, cuan de ellos el Amor engrandecido, pues él por ellos gana tal victoria como ellos por ganalla la han perdido.
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V. 14. La sintaxis pediría la preposición en delante de aquello, pero generaría hipermetría.
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Las Oréadas, que son las ninfas que habitan y guardan los montes, pusieron estos versos: [Soneto]
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En edad tierna y entre ilustres paños, con raro adorno de beldad inmensa, tuvo Amor en su amparo y su defensa dos amantes sujetos a sus daños. Iguales en amar, libres de engaños (de fee tan firme, justa recompensa) estaban, cuando con injusta ofensa cortó la Parca el hilo de sus años. Amor, viendo que tanta hermosura acerba muerte le quitó delante, el arco olvida y lágrimas derrama. Dioles en esta peña sepultura porque de aquí sus nombres les levante con clara trompa la ligera Fama.
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Las Nereidas, que son las ninfas del mar, pusieron este epigrama: [Soneto]
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Notables son, oh Amor, tus altos hechos. Tú solo debes ser quien los entiendes y el que penetra más y comprehendes cuanto se engendra acá en amantes pechos. Como que a los que viven satisfechos, sujetos a tus leyes, tanto ofendes, que pasan por mil daños que tú emprendes y nunca a gozar llegan sus provechos, entiendo que algún tanto te ofendías de que a Píramo y Tisbe, a Leandro y Hero cantase alegre el mundo en su alabanza. Y, por mostrar mejor cuánto podías, aquestos dos quisiste en lo postrero de tu cumbre poner do nadie alcanza.
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Las Hénides, que son las ninfas que guardan los prados, pusieron este elogio: [Redondillas]
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Contiene esta breve fosa dos cuerpos que con un alma ganaron tan alta palma en la batalla amorosa, que su contraria fortuna dividió, con mala suerte, sus dos cuerpos con la muerte, y hizo las almas una. Amor sepultar quisiera sus cuerpos y almas de hecho, pero el fuego de su pecho las subió a buscar su esfera. Él, de sus hados traído, sacrificó en esta parte el robusto cuerpo a Marte y el alma a solo Cupido. Fue tal de amor la centella, que, después que en esta guerra entregó el cuerpo a la tierra, dio el alma a su dama bella. Mas no permitió el amor que Tagazona tenía no seguir su compañía, viendo el rabioso dolor. Y así al último decir: «tomad mi bien lo que os toca», la dama puso la boca
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para el alma recibir. Y el alma, mezclada y junta, desamparó a un mesmo punto al fuerte joven difunto y a Tagazona difunta.
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Las Dríades, que son las ninfas que guardan y habitan los bosques, pusieron estos versos: [Octavas]
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Del gallardo Hamete y Tagazona y el principio y el fin de sus cuidados; del éxtasis que tuvo en la alta zona, sus conformes deseos encumbrados; del triunfo, de la palma y la corona que mantuvo sus pechos inflamados, testigo fidedigno es esta peña cuyo nombre dará a los siglos seña. Aquí yacen sus ansias y tormentos, sus congojas, ahíncos y temores, sus gustos, glorias y desabrimientos, sus dulzuras, caricias y favores, sus llantos, risas, penas y contentos y el celoso temor de sus amores, sus desdichadas y dichosas suertes, sus personas y vidas y sus muertes. En dura peña yace su terneza, en risco helado su encendida llama, su blando trato en rígida aspereza, en firme roca su firmeza y fama, en pena horrible, en cáucasea corteza el joven fuerte con su bella dama, en montüosa peña pedregosa la sincera amistad, llana, amorosa.
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Las Hamadríades, que son las ninfas de los árboles, pusieron este epitafio: [Octavas. Estancias. Soneto] 70
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«Dos amantes más firmes que Cupido vido jamás heridos de su flecha, estrecha aquí su rigurosa estrella; también sella la rara hermosura que vio Natura en único dechado; aquí Amor ha juntado sus trofeos, y en los dichosos Eliseos pone las almas, que en mayor deidad traspone. »Cubrid, cielos, con luto el claro velo; suelo, despide tú la faz alegre: no alegre el campo con purpúreas rosas, con hermosas doradas bellas flores, mas con dolores muestre la memoria y pérdida notoria de una alteza, que al Cielo de inmortal grandeza viste y al mundo con su ausencia torna triste». Ya del carro del sol la rubia rueda en el cielo dejaba un rojo rastro, esmaltando de púrpura al Ocaso, y por la Oblicua Zona apriesa rueda el eje de oro y plata y alabastro, 70
Nótese que en las dos octavas de inicio (vv. 1-16) Tejada se sirve de la rima interna. Este recurso no es muy usual en la tradición castellana. Un precedente de prestigio es la Égloga II de Garcilaso. En este largo epitafio de las Hamadríades Tejada se sirve de una rica combinación de estrofas: las dos octavas citadas de rima interna, dos estancias de trece versos y un soneto.
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los caballos tirando el veloz paso, y el rostro negro y laso de la sidérea diosa, del mar sacaba la húmida cabeza, y a escurecer empieza la materia del cielo luminosa, sacando la bellísima Dïana que, con prestada luz, se muestra ufana, cuando aquel coro santo de las ninfas, habiendo las exequias acabado, todas a sus albergues se volvieron. Las unas se zambullen en sus linfas, otras en bosques y en su verde prado, en árbores las otras se escondieron, otras al mar se fueron, y valete cantaron 71 almas que están en inmortal reposo; y con oro lustroso en un mármor clarísimo dejaron grabados estos versos y epigrama en gloria del amante y de su dama: «Aquesta venerable peña encierra despojos de dos almas más gloriosas que han sentido las flechas amorosas, en paz de Venus y de Marte en guerra. ¡Oh tú, que pisas tan felice tierra!, con blancos lirios y purpúreas rosas adorna sus cenizas venturosas (si en darse don tan pobre no se yerra). Ánimo, valentía y fortaleza, honor de armas de Belona fiera, tristes trofeos de la horrenda Parca, 71
V. 37. Valete: el adiós.
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cielo de un rostro de gentil belleza y de Amor la constancia más entera, este dichoso túmulo lo abarca».
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[EPÍLOGO]72
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La firmeza, Clarinia, aquí contempla 73 sublimada en soberbia y alta cumbre, pues el tiempo, que todo lo destempla, no eclipsa de este sol la viva lumbre. Con tal ejemplo tu altiveza templa, y aquesta historia y luz tu pecho alumbre, pues cuanto la beldad cría y engendra en ese rostro angélico se acendra. De su acordado son y dulce lira el frasis amoroso y dulce estilo, que con lo menos irable ira, suene del rico Tajo al ronco Nilo, y en cuanto el claro sol rodea y gira (si Átropos corta de la vida el hilo), será de éstos el nombre esclarecido, si a mis versos el mundo diere oído. Dejará de la boca ya la Fama de la sonora trompa el áureo engaste, y a cuantas cosas con el canto afama impedimento le será y contraste; y este amor que en el mundo se derrama, sin que a contradecilla olvido baste, publicará con tono sabio y culto,
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[Epílogo]. Tejada cierra con cuatro octavas el largo poema de La Peña. En la primera se dirige a una dama; en la segunda y en la tercera pronostica la fama de los amantes y del poema, y en el cuarto solicita el acogimiento del rey Felipe II (columna de Austria). 73
Vv. 1-8. Tejada pide en esta octava a una dama, de nombre poético Clarinia, que, en atención a la historia de los dos amantes, muestre menos altivez ante sus requerimientos amorosos.
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desde las Ursas al Canopo oculto.74 Y vos, columna de Austria, en quien contemplo valor tan alto, que sujeta el mundo, siendo una muestra y singular ejemplo de lo que es bien más raro y sin segundo, [..................................................-emplo] 75 con método y estilo no facundo de pobre ingenio mísero trofeo, cortas primicias de mi gran deseo. FINIS Omne tulit punctum qui miscuit utile dulci76
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V. 24. Las Ursas y el Canopo son referencias astronómicas al Norte y al Sur respectivamente. 75
V. 29. En el códice falta el quinto endecasílabo de la octava con rima en -emplo. Debía de ser algo como *acoged esta obra en vuestro templo. 76
Tejada cierra el poema con un famoso hexámetro del Ars Poetica de Horacio (“alcanzó el mérito mayor quien supo combinar lo útil con lo ameno”), que sin duda refleja la voluntad artística del vate antequerano.
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2 (XI) Silva al elemento del Aire. Tejada.77
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Antes de haber tierra, aire, mar y fuego, era el fuego la tierra, mar el aire; rendía el aire al mar, la tierra al fuego. Sin forma el fuego, tierra, el mar y el aire, que allí era el aire, el mar, la tierra y fuego, donde era el fuego y mar, la tierra y aire, el mar y el aire y fuego eran la tierra, y había fuego en mar y aire en la tierra. Aqueste Caos y confusión notable del cielo corrigió el Sumo Regente. Por centro colocó la Tierra estable de toda aquesa máquina excelente; en torno la cercó del Mar mudable para que humedeciese su corriente, de la Tierra gentil, las anchas salas, y encima desplegó al Aire las alas. Quiso que con su soplo regalado a todos los vivientes regalase, y que cualquier lugar desocupado con su cuerpo diáfano ocupase; que fuese nido al escuadrón alado
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Este poema, recogido en el ms. conocido como Poética Silva (PS), es una composición de academia, compuesto por sesenta octavas reales. En ese códice encontramos cuatro grandes poemas dedicados a los Cuatro Elementos por cuatro vates de los que formaron la Academia de Granada, bajo el mecenazgo de Don Pedro de Granada Venegas: al Fuego (de Gutierre Lobo), al Aire (de Agustín de Tejada), al Agua (de Andrés del Pozo) y a la Tierra (de Pedro Rodríguez de Ardila).
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que sus regiones húmedas cortase, y poniendo al Mar pece, fiera al Suelo, de aves quiso poblar al Aire el velo. Viendo el Aire la Tierra tan hermosa, de nuevas plantas coronada y llena, vagando en torno de ella no reposa por descubrille su amorosa pena. Al fin es fama que la voz dudosa, variamente sonando, desenfrena, cuyo murmullo blando, suave y lento 78 oyó el humilde valle y monte exento.79 No de otra suerte sucedió que cuando, jugando por el mar fresca marea, andan las varias ondas retozando al soplo del frescor que las ondea, o de la suerte que el Favonio blando las hojas de los arboles menea, que entre ondas y hojas y aire que las bate, resulta un fin confuso del combate. Tal fue la voz con que a la Tierra dice el Aire: «¡Oh crudo ejemplo de dureza, bien el rigor que muestras no desdice del ser que tienes por naturaleza! ¿Qué importa llueva o nieve o que granice, pródigo repartiendo mi riqueza, si la nieve y granizo de mi parte, son instrumento para más helarte? »Contempla, ingrata, el único provecho que por don celestial de mí recibes, que yo soy solo quien aliento el pecho
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V. 31. En el ms.: mormollo.
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V. 32. En el ms.: essento.
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seco y enjuto tuyo, y por quien vives; no en tu guirnalda y tu florido lecho con jactanciosa presunción estribes, porque seco verás sin mí en tu falda a tu lecho florido y tu guirnalda. »Si a ti pisan las fieras, a mi el ave azota blanda con su blando vuelo; y, si tú el centro buscas por ser grave, yo por ligero busco el alto cielo. Ni el Mar podrá romper la veloz nave si no le ayudo con mi fresco anhelo, ni aun el Fuego arderá si yo sosiego: más valgo, pues, que Tierra, Mar y Fuego. »De mí cualquiera dios el cuerpo toma, si se ha de aparecer a los mortales; y el medio soy por donde el sol asoma, hermoso, con sus rayos celestiales; fuerza ninguna mi potencia doma, y el alma soy de cosas corporales, y el que le presta espíritus al hombre, por lo cual tengo de ánima el renombre». La Tierra por el uno y otro poro por donde evaporándose respira, recibiendo la voz, abrió el tesoro del pecho, que el Mar baña y el Sol mira; y, blanda a tanto ruego y tanto lloro, su dureza negó, calmando la ira; y al Aire recibió dentro en su seno, que de ella triunfa de contento lleno. ¡Cuántas veces la Tierra enamorada tendió los brazos al movible cuello, y cuántas veces se halló abrazada, sintiendo ser el Aire, mas sin vello! De tanta lucha al fin quedo preñada
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y, alegre y contentísima por sello, comienza de ensancharse por que el vientre el peso desocupe y frescor le entre. Del concebido humor estremeciose, y hizo blandear más de una cima de más de un monte, y el rumor oyose del Pindo a do Arzaete el cuerpo arrima;80 De Etna la cumbre altísima cayose y en ella pareció una honda sima que, con el fuego y llamas que vomita, al reino mismo del infierno imita. Temblaron las florestas, los collados, los árboles, las plantas y las fuentes, los montes más excelsos y encumbrados; y torcieron los ríos sus corrientes, los valles y las sierras y los prados y las fuertes ciudades y eminentes, y, al trastornarse tantos edificios, dejar pareció el cielo sus dos quicios. Cuatro hijos brotó del todo iguales, de fiero aspecto y fuerzas insufribles, y, aunque en las calidades desiguales, iguales en ser fieros y terribles. Fueron origen de diversos males, insultos cometían mil horribles, cuatro juntos nacieron y mezclados, en confuso tropel amontonados. Estos fueron Norte, Euro, Austro y Favonio. Favonio junta el Euro y Norte al Austro, y el Austro y Norte, al Euro y al Favonio.
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V. 92. Arzaete (así en el ms.).
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Favonio rendía al Euro y Norte al Austro,81 y allí había Austro, Norte, Euro y Favonio, donde Favonio y Norte y Euro y Austro. Era el Euro Favonio y Austro el Norte, el Austro el Euro y el Favonio el Norte. Juntos los cuatro hermanos vïolentos comienzan a soplar con furia tanta, que al monte no aseguran sus cimientos,82 ni torcidas raíces a la planta; del hondo Mar los ínfimos asientos desencajando el uno, otro levanta, hirviendo por el agua, antes serena, un preñado montón de roja arena. Enturbió en Siria su corriente Oronte, y Ganges do nacer se vee el Aurora, y en la Scitia el ligero Termodonte,83 Dauro en Iberia que su margen dora, Eufrates en Armenia, en Licia Hermonte, Nilo en el suelo egipcio que lo adora, Tigris en Persia, en Frigia Janto frigio, y en Bretaña el herético Tamigio. De ramas a los árboles despojan; de hojas a las ramas más floridas; las flores amenísimas deshojan y con ímpetu vuelan esparcidas; plantas arrancan, árboles arrojan, y, de la inmensa furia sacudidas,
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V. 116. El verso es hipérmetro en el ms.: /favonio rendía a el euro y el norte a el austro/. Corrijo atendiendo el final del v. 114. 82
V. 123. En el códice: asegura.
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V. 131: en el ms Tremodonte.
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se juntan al tropel de sus furores plantas, árboles, hojas, ramas, flores. Quien más sintió esta furia horrible y fiera con detrimento suyo y gran ruïna, Trinacria, fuiste tú, cuya ladera84 a Italia fue continua y convecina: rompió a la Tierra el Mar, y su ribera tocó el borde del Faro de Mesina,85 y a Peloro con tal furia atropella que a Sicilia apartó de Italia bella. Ni exenta de esta furia, tú, Oceano,86 viste la planta de tu gran corriente,87 pues del suelo español alegre, ufano, hiciste dividir la Libia ardiente, y allí mismo se vee tu color cano donde se vio la hierba antiguamente; y al monte Atlante con furor divides del alto Calpe, túmulo de Alcides. La madre Tierra, viendo furor tanto, del parto arrepentida y cuidadosa, el fructífero rostro, verde y santo, alzó, temblando, a la región lustrosa. «Oh, santo Jove, -dice- si a mi llanto abriste alguna vez puerta piadosa, ábrela agora y templarás los bríos con que me ultrajan cuatro hijos míos. »Mira, señor, que es bien que consideres 84
V. 147. En el ms.: Tinachria.
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V. 150. En el códice: de faro.
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V. 153. En el ms.: essenta.
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V. 154. Así en el ms.: planta. Probablemente Tejada escribiera *plata.
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la humildad con que siempre te he servido, repartiendo a los hombres mis haberes con más pródiga mano que he podido. Y, si algunas ofensas vengar quieres, el cuello abajo a tu rigor rendido; descarga en él tu golpe, y no me ultraje la doble furia de mi gran linaje.» Moviose a compasión el Gran Regente, y, porque daña más la fuerza junta, al Norte, al Sur, a Oriente y a Occidente, de los hermanos repartió la junta: Al Euro puso donde refulgente al mundo nueva luz del sol apunta, y do primero la rosada Aurora las nubes de oro puro orla y colora. Al favorable Céfiro asentolo donde Venus, la estrella vespertina, se vee lucir, cuando en el mar Apolo los caballos lucíferos inclina 88 do acaba de enlutar la noche al polo, y, con húmeda escarcha y cristalina, mojar la tierra y, con su escura rueda, dejarla del trabajo libre y queda.
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V. 188. En el ms.: los cabellos. Es evidente errata. Los caballos lucíferos que tiran del carro del Sol son los que se inclinan en Occidente. La PS incurre en el mismo error en el poema 64 (Liras de Arjona a Pozo), en cuyo verso 71 es el Sol quien sus caballos (no sus cabellos) retira al oceano. También Luis Martín de la Plaza usa la misma figura en su Psalmo que arranca “Venid, ¡oh castas vírgenes”, en cuyos versos 9-11 se lee: “mientras el sol dorado, / del mar donde apagó su rubia llama / sacare en sus caballos de oro al día...”. Una mala lectura de Quirós y R. Marín (cabellos) determinó que ese error se mantuviera en mi edición de las poesías del vate antequerano. El al manuscrito permitió su corrección para la editio maior.
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Al Norte puso donde los Trïones de yelo cubren a la zona helada, cobijando las árticas regiones de una perpetua nieve condensada, donde muestran las Osas sus faiciones a la Scitia, del bárbaro pisada, y gusta yelo frío y blanca nieve cuando de Batro la corriente bebe. Al Austro le dio silla do menores son las sombras del sol, cuando en el cielo esparciendo los santos resplandores, en medio de su cumbre los vee el suelo; adonde abriga el Ábrego las flores con el templado y apacible vuelo, y adonde el Mar del Sur perlas produce entre la nácar que en sus ondas luce. Con esta división de Jove eterno amansó en algo su coraje y brío, que uno sopla en verano, otro en invierno, otro en otoño y otro en el estío. Pero, mezclando su vapor interno con el regazo de la tierra frío, ocho hijas tuvieron en su madre, cada cual de ellas semejante al padre. Nacido pues que hubieron, comenzaron a alborotar las aguas de tal suerte que de pavor los hombres nunca osaron sulcar el mar por miedo de la muerte, hasta que poco a poco penetraron algún remedio contra mal tan fuerte. Eolo fue el primero que del viento supo, y del vago mar, el movimiento. Aqueste dio principio al astrolabio; y de estrellas la copia innumerable,
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con no cansado estudio y modo sabio, la hizo a todos fácil y tratable. El tiempo vio que hace al mar agravio, y cuál viento es enfermo y saludable, y cuáles dan favor a navegantes de las estrellas fijas y vagantes. El ceño conoció de Orión mojado y de Aliama la luz que resplandece,89 el Águila y de Perseo el diestro lado,90 y el hombro que a Bootes se le ofrece,91 el Hirco y el Lancismo celebrado, y las que clara luz le dan al Pece, la Hidra y la Aveceja y la cabeza que al rutilante Alcides adereza. Ciñe al agua del mar sicilïano cuatro y tres islas do se vee confusa la fragua donde bate el Dios Vulcano, atronando a Lipara y Fenicusa. Suena un rumor ardiente, fiero, insano, en Dídime, Ebonimo y Ericusa, en Estróngile y Hiera, en cuyos montes rayos labran Estéropes y Brontes. Eolo en estas islas habitaba, cuya corona y cetro poseía, y de la fragua de Vulcano brava las llamas humeantes conocía; con varios sacrificios frecuentaba
89
V. 234: el ms. lee Aliama. Casi todos los topónimos y nombres propios de esta parte del texto se hallan alterados. 90
V. 235. El verso es dodecasílabo, salve que leamos *Pérseo.
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V. 236. En el ms. Beootes.
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las aras con que a Júpiter servía, que era el excelso Júpiter su Padre y la ninfa Hipotes fue su madre. Deseo de alcanzar mayor potencia le alienta el brazo y corazón inflama, que es natural al hombre esta dolencia de alcanzar honra y extender su fama. En su poder se fía y en su sciencia, porque sciencia y poder a mucho llama; y, al fin, viendo propicias las estrellas, de naos cubre la mar y embarca en ellas. Antes que se engolfara, vio en un punto andar varias tollinas retozando, y un escuadrón amontonado y junto de mil delfines por el mar saltando; vido del sol el resplandor difunto, y que, yendo al Ocaso declinando, arreboles no hizo, mas distintos mostró los rayos, y en tinieblas tintos. Vio cubrir a la luna un color triste, botos los cuernos, no, al ponerse, enhiesta; y la corneja vio que al mar embiste, y con siniestro canto lo molesta; y que, en lo seco, el escuadrón asiste de los cuervos marinos; y funesta y obscura nube vio cubrir al monte, y ceñir cinta negra el horizonte. Vio halcones volar, y dar graznido al ánsar, a la grulla y la cerceta; cubrir espuma el mar y hacer ruïdo, ampollas levantando, el agua inquieta; el rosicler del alba vio teñido en color amarilla no perfeta; y, al fin, de tempestad le dan recelo
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sol, alba, luna, peces, mar y cielo.92 Eolo, viendo adversas las señales,93 un miedo helado le ocupó las venas, y, para prevenirse en casos tales, las velas prender manda en las entenas; cajas arriza, pone los puntales, aligera las naves que van llenas, zafa al combés y la jareta encarga,94 y así espera del mar la furia amarga. De color ceniciento se ennegrece el antes claro cielo, despidiendo de agua mil montes; y la luz que ofrece, de un relámpago es, fiero y horrendo; la lluvia y tempestad airada crece, mil rayos se desatan, cuyo estruendo al romper de las nubes es de suerte que engendra gran temor de airada muerte. Braman crüeles los furiosos vientos y por el mar con tanta furia justan que le cavan los ínfimos asientos, y a las míseras naves barahústan; de muerte y destruición fiera hambrientos, la arena del profundo al cielo ajustan; braman las rocas y las olas braman que al cielo los navíos encaraman. 92
V. 288. Encontramos una recolección para el cierre, no de una, sino de dos estrofas. 93
Vv. 289 y ss. Tejada describe con extraordinario colorido y vigor una tempestad marina y sus efectos en las naves azotadas por ella. Destaca la riqueza y la precisión de la terminología náutica de la época, de la que nuestro poeta se muestra gran conocedor (en esta y en otras composiciones). 94
V. 295. El ms. lee: xafa.
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Entró colado un Vendaval furioso a cuya furia el ancho mar se abate; y un Solano fierísimo y rabioso entra por otro lado a dar combate; y el bravo Huracán tempestüoso las naos por popa y proa hiere y bate; rechinan cuerdas, las entenas rajan, y las duras cuadernas desencajan. De agua los vientos cubren proa y popa, tronchan los remos, quiebran las postizas,95 arrancan el betún, sacan la estopa, baten amarras, quiebran candelizas,96 vuelan barbetas, da al suelo la topa, las maimonetas rompen más rollizas, y despedaza su crueldad insana la maestra, el trinquete y la mesana. Gritan los marineros y canalla. Uno dice: “¡a la banda!” y otro: “¡cía!”; crujen las jarcias con la gran batalla; el caballar se quiebra y la crujía; uno acude a la bomba a remedialla; por amainar la vela, otro porfía; y aunque uno grita: “¡boga!”, otro: “¡zaborda!”, no oye la chusma, a tanto estruendo sorda. Uno y otro crüel viento rimbomba alzando mil montañas de agua al cielo; no pueden agotalla con la bomba, que trae el agua el vaso como en vuelo; de aquesta parte cae, de allí se acomba;
95
V. 322. En el ms. hay hipermetría: tronchan los remos, quebra[n]ta[n] las postizas. En quebrantan el copista se autocorrige. 96
V. 324. En el ms. candalizas.
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al cielo toca ya, ya cae al suelo; y el agua, a quien el Ábrego alborota, a las rocas golpea, al cielo azota. Un ave Roco baja, horrenda y fiera,97 y, las garras abriendo y cruda boca, cogió una gruesa nao grande y entera y, alzando el vuelo, con las nubes toca; caer la deja de la etérea esfera y mil pedazos la hizo en una roca. ¡Oh majestad del aire, insigne y grave, pues sustentas la furia de tal ave! Eolo, con temor de la tormenta, altas las manos al celeste manto, «Oh Padre Jove -dice-, no consienta tu divina clemencia estrago tanto. Esta furia tiránica y violenta de los vientos enfrena, Jove santo. No juntes de agua, fuego y viento un caos contra mis flacas y deshechas naos». Oyó su voz el Sumo Altitonante, y, enojado del bravo atrevimiento, el cielo serenó, y calmó al instante el soplo airado de uno y otro viento. En un ebúrneo carro radïante bajó, cortando el líquido elemento, de resplandor bordando soberano la nube al cielo, al mar el color cano. Bien así, como cuando en el Oriente, dorada, asoma la purpúrea Aurora, y con su rosicler y oro luciente de mil matices a las nubes dora, 97
V. 345. El ave Roco era un animal fabuloso, gigantesco y potentísimo, capaz de alzar hasta las nubes un navío.
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y la guirnalda de su bella frente por entre los matices se transflora: tal pareció, quitado el ñublo oscuro, del Sumo Padre el rostro sacro y puro. Las Nereidas se vieron y Tritones danzar en torno de su carro bello; romper el viento con diversos sones, el oro dando al viento del cabello; de focas mil diversos escuadrones por la salobre plata alzar el cuello, y cubrirse de nácares las rocas, brotando perlas por las blancas bocas. Cogió a su hijo Júpiter sagrado y a un monte lo llevó que con la cumbre besa del cielo el resplandor dorado y al centro con la honda pesadumbre, diciéndole: «Pues tanto has trabajado por conocer del Viento la costumbre, al mismo Viento quiero que presidas y que sus fuerzas con tu cetro midas». Era el gran monte por de dentro hueco, con doce esquinas de diamante bronco, por de fuera pelado, estéril, seco, de flor desnudo, hierba, planta y tronco; resonaba por él parlero el Eco con un zumbido sonoroso y ronco, repitiendo el sonido que le imprime el bajo viento en la región sublime. Aquí pues encerró al fiero Solano, al Vendaval, al Tramontana y Noto, al Céfiro y Vulturno y Subsolano, al Cierzo frío y bravo Libonoto,
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al Garbino pluvioso y Coro insano,98 y a Bóreas sonador y al Euronoto,99 y al monte pone diamantinas puertas, de candados gruesísimos cubiertas. Al encerrallos, con el gran coraje por las bocas lanzaban las espumas, resistiendo tan bravos al ultraje que el cielo atormentaran con las plumas,100 si Jove al soberbísimo linaje no lo domara con sus fuerzas sumas, poniendo a cada cual al cuello fiero gruesa cadena de fornido acero. En un alcázar de acerado muro Eolo está su furia reprimiendo, y con los frenos de diamante duro enfrena su furor bravo y horrendo. Soplan con tal violencia, que seguro no está su proprio rey, y, al gran estruendo, braman las cavidades de la sierra, y en torno se estremece mar y tierra. Cercanos de la puerta andan bramando y por salir trabajan y revientan; unos contra otros con furor luchando para primeros ser en lo que intentan; su rey los está siempre amenazando, mas ellos con su ímpetu lo afrentan, que es tanta su arrogancia y su denuedo
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V. 405. El ms. lee: garxino. Con seguridad se refiere al viento garbino.
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V. 406. En el ms. Curonoto.
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V. 412. El códice lee: atormentaban. Pero es claro error del copista, porque altera la consecutio temporum exigida por la condicional siguiente.
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que ni al rey precian ni a su mando han miedo. Cual suelen bravos canes extranjeros y lebreles de Irlanda generosos estar atentos y mostrarse fieros, de que se ofrezca caza deseosos, que, luego que la ven, saltan ligeros a los cielos, tornando perezosos a la saeta, al río, al sol, al viento (mas poco es lo que digo: al pensamiento), tal el Vulturno con su vuelo atruena el hueco monte por romper candados; y el Cierzo, que la luz clara y serena cubre con escurísimos ñublados; y el fiero Bóreas, que en el aire truena y destruye las plantas y los prados; y el Garbino feroz, que, si se arroja,101 con abundante pluvia el suelo moja; y el Coro, engendrador de pestilencias,102 rechina por romper la puerta y gime; y el Libonoto, causa de dolencias, con el mismo propósito la oprime. A tan fieras y horrísonas pendencias Eolo el cetro a toda parte esgrime; mas, mientras de la puerta a uno desvía, otro viento batiéndola porfía. Los vientos fríos, con el yelo, encostran el combatido suelo y de él lo cuajan; mas quiébranlo los cálidos y postran, y el frío con calor rompen y rajan, y, aunque de hierro, la pared descostran,
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V. 447. En el ms.: Garjino.
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V. 449. Pestilencias: ‘epidemias de peste’.
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y mil planchas destrozan y desgajan, y del rumor del uno y otro encuentro zumba la cumbre y se alborota el centro. Y si el gran Jove con potencia rara en esta gruta no los detuviera, dando a Eolo el mando, cetro y vara de reprimir su rabia cruda y fiera, la Tierra cada cual de ellos volara, y al Fuego deshicieran en su esfera, y la Mar arrancaran de su asiento, que a Tierra, Fuego y Mar sustenta el Viento. Sujeta el Viento al Mar, la Tierra y Fuego, y sólo alcanza triunfo Amor del Viento. Yo, que con Fuego y Viento y Amor brego, rindo la fuerza y canso el sufrimiento. Mas si oídos le prestas a mi ruego y oyes propicio mi sonoro acento, oh nuevo Apolo, gloria del Ocaso, yo eclipsaré las luces del Parnaso.
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3 (XXXVII) Doctor Agustín de Tejada. Al túmulo de Héctor.
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Al yelmo, espada, escudo, arnés, bocina, al pendiente blasón, soberbio y fiero, inclina la cabeza, pasajero, pues Marte mismo la cabeza inclina. Esta fábrica excelsa y peregrina encierra de las armas el lucero; Héctor su nombre fue, mas tú, primero que su nombre pronuncies, ve, camina. No ahuyentes con él las almas griegas 103 cuyos cuerpos rindió su invicta mano y aun no han pasado el piélago Leteo, mas, con el miedo atónitas y ciegas, aún juzgan vivo al ínclito troyano y acompañan su túmulo y trofeo.
103
V. 9. En el vocablo ahuyentes ha de aspirarse la -h-, como casi siempre ocurre en Tejada cuando trata el fonema /h/ procedente de F- inicial latina o asimilada.
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4 (X L) A Polixena104
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De oro crespo y sutil, rubia melena a la mano revuelve Pirro airado, y, el brazo y el estoque en alto alzado, amenaza con muerte a Polixena. Ella, más de valor que de ansias llena, el bello rostro en lágrimas bañado, los dioses llama: el templo ha resonado, volviéndole los ecos a su pena. «Engáñaste -le dice- si pensares que al alma fiera de tu padre agrada ofrenda tan mortal, tan impio hecho, que, si víctima soy en tus altares, tu padre matas con tu misma espada, pues que siempre vivió dentro en mi pecho».
104
En título y en v. 4 de Flores de Poetas (FP): Polizena por Polixena. Polixena, como sabemos, fue un personaje homérico. Era hija de Príamo, rey de Troya, y de Hécuba, y hermana de Paris y de Héctor. Fue sacrificada en presencia de su madre por Pirro, obedeciendo el mandato de su padre Aquiles.
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POESÍA RELIGIOSA
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5 (II) A la Ilustrísima Virgen mártir Santa Eufemia.105 Himnos.106
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Pensar subir a tan excelsa cumbre el tardo vuelo de mi tosca pluma conozco que es deseo temerario; mas, alumbrado de tu viva lumbre, haré del ancho piélago una suma, aunque un extremo a otro es tan contrario. ¡Si del sagrado erario que tu pecho atesora con tan copiosa vena, se ayudare mi estilo en esta hora que tus loores célebres ordena! Mas copia tan inmensa no tiene recompensa. Sólo, Eufemia, diré en vuestra alabanza de tan gran mar el río que se alcanza. Pusieron vuestro cuerpo en una rueda por que con tanto movimiento ruede que deje atrás el círculo del cielo.
105
Santa Eufemia era patrona de Antequera, patria de Tejada. El texto de DHA es de lectura especialmente difícil, debido a la impericia del copista Quirós (pueden consultarse las enmiendas al texto en L-M). Esta santa mártir padeció, según se lee en el poema, tres tormentos: el de la rueda (como Santa Catalina), el del fuego (como San Lorenzo) y el de la espada (como Cristo por la lanzada). 106
Esta composición (a la que Tejada llama himnos) es una canción que consta de ocho estancias de quince versos y un envío de diez.
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Rueda la rueda, el santo cuerpo rueda, mas rodar vuestra suerte ya no puede, que está clavado en Dios vuestro alto vuelo. Levantose del suelo buscando un aposento do estuviese seguro; halló de oro el estrellado asiento de aquel cándido trono ilustre y puro, y extendistes las alas en las impíreas salas, donde, hallando descansado nido, triunfáis del tiempo, muerte, pena, olvido. El ave azul, dorada, roja y bella, que de única en el mundo tiene fama, por nombre Fénix, fúlgida y hermosa, siente el rigor de su nativa estrella que a muerte la provoca, incita y llama por que nazca otra Fénix más vistosa; y así junta olorosa casia y roja canela con que enciende un gran fuego, y batiendo las alas en él vuela, y el cinamomo encima aplica luego y en él deja quemarse107 y en ceniza tornarse, y así de la ceniza y llama viva resucita otra Fénix más altiva. Eufemia, al ave Fénix os comparo, pues cual pebete, encienso, algalia o nardo, que en medio el fuego aspiran mil olores, dejáis el mortal velo, otro más raro cobrando, más fulgente y más gallardo. 107
V. 42. En él deja quemarse: ‘en él se deja quemar’ (el ave fénix).
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Dando mayor olor que dan las flores, sube a los moradores del santo cielo inmenso vuestro olor más que de ámbar, que de pebete, algalia, nardo, encienso, bálsamo, almízquel, murta y liquidámbar, y cual Fénix hermosa os levantáis gloriosa, que el fuego os purifica como al oro por que pura volváis al alto coro. Mas no me espanto que mostréis sosiego en la llama que el cuerpo bello aterra, pues nunca un semejante a otro combate, nunca pelea el fuego con el fuego, ni pelea la tierra con la tierra, ni el agua al agua, ni aire al aire bate; antes, en tal combate, el fuego que os enlaza os limpia y purifica como el vaso de barro en la hornaza, que allí se fortalece y fortifica: así en el fuego ardiente os mostráis refulgente, y queda el techo rubio y encrespado de puntas y celajes de oro orlado. Parecéis en aquesto salamandria,108 la cual del fuego el gran furor resiste, [............................................. -anto] 109
108
V. 76. Era creencia común que la salamandria era inmune al fuego.
109
V. 78. En la estancia falta un endecasílabo con rima en -anto. Por el contexto, y por la similitud con el poema a San Lorenzo (nº 6), creemos que sería algo como *y no sentisteis de la llama espanto.
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antes, cual suele el cisne o la calandria vencer del pecho la congoja triste despidiendo la voz con dulce canto, vencéis vuestro quebranto, en medio de las piedras confesando al Esposo, y os parecen jazmines, rosas, yedras, y de lirios un campo deleitoso, y su brava aspereza una inmortal riqueza; mas, si encerráis a Cristo en vuestro seno, no habrá dolor que no os sea gusto ameno. Vencéis del sol la luz clara y perspicua con la gran luz que vuestra gloria exhala que os hace que seáis farol y norte, y en el redondo globo y Zona Oblicua servís de entapizada y rica sala, donde se espacia la superna Corte con celestial cohorte, viendo el purpúreo lacre que es vuestra sangre ilustre que se transmonta cual ligero sacre, resplandeciendo con divino lustre; y así mostráis el pecho destrozado y deshecho, sellado con testigo fidedino del sello santo del amor divino. Y como en el cristal se manifiesta por ser luciente, transparente y claro lo que detrás le ponen, claramente, así el amor que tal os tiene puesta se muestra por el golpe tan preclaro que sin impedimento está patente, do la llaga luciente
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comunica el tesoro de esmeraldas y púrpura y de perlas, rubíes, aljófar, margaritas, oro, que queréis por el cielo dependerlas, con rosicler bordando y con los pies hollando la cumbre eterna del inmoble impirio do os mostráis como rosa o blanco lirio. Canción, que quieres de la gran Eufemia decir las merecidas alabanzas: viendo la gran alteza del sujeto, ya verás como aspiras poco afeto, pues por lo menos es lo más que alcanzas, que tal materia a enmudecerte apremia porque, para escribir tan grande suma, es menester más elegante pluma y lenguaje más alto y más facundo, aprendido en el Cielo y no en el mundo.
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6 (III) Al ilustrísimo mártir español San Laurencio.110
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Al que padece martirio fundándose en la fee sola, dale Dios la laureola 111 en el alto y sacro impirio. Vos, Laurencio soberano, tomáis nombre de laurel, porque os adorna con él Dios la sacra frente y mano; porque fuisteis el crisol do se acendró vuestro nombre, y así ganasteis renombre de ilustrísimo español. Y tanto a amaros se inclina Dios, que, por mayor tesoro, os dio cualidad del oro que en el fuego se refina. Esta cualidad tuvistes y bien ser oro mostrastes, pues en fuego os refinastes
110
Tejada dedica treinta redondillas a cantar el martirio y la apoteosis de San Lorenzo. Debemos recordar que el culto a este santo español alcanzó en aquellos años su mayor esplendor, a lo que no era ajeno el impulso del monarca Felipe II con la construcción del fastuoso monasterio de El Escorial, dedicado al santo. 111
V. 3. La laureola: la corona de laurel. La afinidad latina de las voces Laurentius y laurus le permiten al poeta el juego conceptual entre el mártir y su corona martirial.
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hasta que al cielo subistes. Bien os cuadra ese lugar del fuego que habéis tomado, pues fuisteis en él guisado 112 para ser de Dios manjar. Dios y vos os convidastes: si Dios se os dio en pan a vos, vos en carne, asado, a Dios en el fuego os presentastes. Tuvo muchas maravillas el convite de que trato, pues, por no daros en plato, os dais en unas parrillas. Y fue modelo bizarro ese que vos escogistes, pues como Elías hicistes 113 de parrillas triunfal carro, y en él dejando este suelo, con la fogosa librea que os ilustra y hermosea entráis triunfando en el cielo. La hazaña que os da fama y por quien tanto valéis es por ver que a Dios vencéis
112
Vv. 23 y ss. Como se sabe, San Lorenzo fue quemado vivo. Tejada aborda el martirio en clave jocosa. Hoy nos parecen de mal gusto bromas como esta de Tejada (‘Lorenzo fue guisado al fuego para que se lo comiera Dios; y si Lorenzo se come a Dios en el pan de la eucaristía, en reciprocidad Dios se come a Lorenzo asado a la parrilla’). Pero en nuestros siglos de Oro eran apreciadísimas y divulgadísimas. 113
Vv. 35-36. Entiéndase: al igual que Elías subió al cielo en un carro de fuego, Lorenzo subió al cielo por el fuego de la parrilla.
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con las parrillas y llama. Parras son, que no parrillas, pues tienen racimo tal, que, como árbor celestial, se planta en eternas sillas. Dan olor tan extremado esas parras que traéis, que a la sombra de ellas veis a Dios eterno apostado. Y por favor más crecido, viéndoos tan bravo y valiente, Dios, que os ama, extrañamente se da por vuestro vencido. De aquesto colijo y saco vuestra venturosa suerte, que, por haceros tan fuerte, se hizo Dios a sí tan flaco. Porque tan fiero os mostráis, que la Muerte en veros treme,114 y Cristo a la Muerte teme, y vos la desafiáis. Y en veros con tal poder, con estar en tal estado el cuerpo, medio abrasado, aun no os osa acometer. Pero busca otro remedio por batir tan fuerte roca: que pidáis por vuestra boca que os asen el otro medio.115
114
V. 62. Treme: ‘tiembla’
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Vv. 71-72. Es conocida la leyenda de que San Lorenzo les dijo a sus verdugos algo como: “Volvedme del otro lado, que por este estoy asado”.
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Y no os da la llama espanto, aunque os va el cuerpo abrasando, porque dentro os va inflamando mayor llama el pecho santo. Y fue el venturoso encuentro del fuego y vos de manera, que es humo, el fuego de fuera, del fuego que está allá dentro. Y os son los fuegos, amenos, y dulce la llama fiera, porque excede en gran manera lo que es más a lo que es menos. El ave Fénix es fama que se consuma en el fuego, y otra vuelve a nacer luego, cobrando vida en la llama. Al Fénix os parecistes, pues del fuego os levantastes y nueva vida cobrastes y nueva pluma os vestistes. Y esa pluma que os adorna es tan celeste y gallarda, que, aunque más en llamas arda, a ser más hermosa torna. Salamandria parecéis pues en el fuego vivís, y si al fin en él morís es por que vida cobréis. No me espanto del sosiego que en medio el fuego mostráis, porque bien os conformáis un fuego con otro fuego. Fuisteis como el alcanfor, que, si arde en una fragua,
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aunque después le echen agua nada pierde de su ardor. Tan abrasado os mostrasteis, y tanto el fuego quisisteis y así en él os convertisteis, que ni un punto os resfriasteis. Y en medio la llama brava ser vos mostrasteis también la zarza que vio Moisén, que ardía y no se quemaba. Pongo fin donde no hay fin, que para cifrar tal suma es menester una pluma del ala de un serafín.
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7 (X) Canción a Nuestra Señora. Tejada.116
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Divina Virgen y del Cielo Norte, tras cuyo resplandor va navegando en este mar mi pobre navichuelo, aquesa luz que ilustra la alta corte, no la escondáis, que el viento anda bramando, el mar hinchado está y cubierto el cielo; conjurado esta el suelo, la luna esta menguante, y las estrellas con mal aspecto miran todas ellas; el sol se ha puesto ya, y la noche carga; mar, viento, cielo, noche muestran ceño contra mi frágil leño, amenazando tempestad amarga; mas tendrá, si tu luz lo va guïando, mar tranquilo, fresca aura y tiempo blando.117 Excelsa Virgen, Nube de Dios santa, con cuyo aliento y celestial rocío, regalando esta seca estéril tierra, próspera fue creciendo aquesta planta
116
Esta hermosísimay vibrante canción mariana consta de seis estancias de quince versos y un envío de ocho. El poeta va comparando a la Virgen María con el Norte (guía de sus pasos), la Nube benéfica, el Ave (tras la que el poeta quiere volar), el Monte (donde reposa Dios), la Aurora (que deslumbra al propio sol) y el Mar (por el que el poeta quiere navegar). 117
V. 15. Tejada se supera a sí mismo, clausurando cada una de las estancias y el envío de la canción con sendos endecasílabos de recolección. Asistimos a una demostración de maestría y brillantez.
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sin ofendella el erizado frío, ni de inflamado sol la ardiente guerra, miralda, que la atierra un huracán de vientos impetuosos, y con soplos horrísonos, furiosos, le derriba las hojas y las flores, sacude el tronco y toda altiva rama, y contra ella inflama su furia el sol y el cierzo sus rigores; mas tendrá, si tú, Virgen, no le faltas, blanca flor, verdes hojas, ramas altas. Sagrada Virgen, Ave soberana que el nombre de Eva convertiste en Ave, tras quien vuela esta mísera avecilla; mil altos vuelos da (aunque triste) ufana, y mil reclamos da con voz süave que alegra de otras aves la cuadrilla; mirad que en perseguilla dan cazadores (cuál con arco y flecha, y cuál con liga, cuál con red estrecha), por todas partes lazos mil armando. Dalde alas, dalde vuelo, sed propicia, por que tanta malicia pueda vencer, sus redes destrozando, pues que podrá evitar, con tal ayuda, fuerte red, ciegos lazos, flecha aguda. Hermosa Virgen, Monte consagrado, en cuya siempre sacra bella cumbre, como en sidéreo trono, Dios reposa, nunca de las injurias maltratado de relámpago o trueno, ni de lumbre de rayo fiero rápida y furiosa; por parte tan dichosa voy caminando, pobre peregrino:
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asegure, Virgen, el camino, que un áspid contra mí veneno vierte, ruge un león y salta un basilisco, y desde un alto risco silbando está un Dragón altivo y fuerte; mas con vos hollaré con pie seguro león bravo, fiera áspid, dragón duro. Gloriosa Virgen, rutilante Aurora cuyo solo reflejo al sol deslumbra y a los cielos les da lustre y decoro, y cuyo ardiente rayo enciende y dora todas las luces con que el cielo alumbra y al mar de sus cristales el tesoro, tú, que vestiste de oro y de nube bellísima encarnada la Segunda Persona consagrada, Clicie soy, que a ti, Aurora, voy siguiendo.118 Mirad que el día en noche se ha trocado; de niebla estoy cercado y de un gran caos de males que no entiendo, mas trocaránse en luz (si tú me asistes) ciego caos, negra noche y nieblas tristes. Bendita Virgen, Mar en donde el Verbo siguió por nueve meses su derrota, mi bajel (pues sois mar) en vos navega; mirad que sopla el Aquilón protervo que las alas levanta y alborota, y por hundillo gime, lucha y brega;119
118
V. 70. El ms. lee: Clissie. Recordemos que la ninfa Clicie fue convertida en girasol, y se gira siguiendo el curso del astro. Tejada se declara ‘Clicie de la Aurora’ (María). 119
V. 81. En el ms. parece leerse: bregas, que no hace consonancia.
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ya en peñascos lo pega; rompe la palamenta y racamanta 120 estanterol y gúmenas quebranta; triza, timón, escandelar y troza, cables, amarras, áncoras, barbeta, cuadernas y faoneta, árbol, velas y jarcias le destroza, mas tendrá a su pesar, pues tu lo llevas, blancas velas, fuerte árbol, jarcias nuevas. Intacta Virgen, mi canción hoy sube ante vos; recebilda alegremente, pues sois del cielo puerta refulgente, Aurora, Norte, Mar, Monte, Ave, Nube, que tendrá, si es de vos favorecida, buen suceso, alta fama, eterna vida.
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V. 83. En el ms.: Recamanta. En este pasaje Tejada recoge una cantidad considerable de términos náuticos. Ya hemos comentado su afición a ellos.
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8 (XIII) Canción. Tejada. En alabanza de los Reyes Magos.121
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Ardiendo de amor puro en llamas puras, las almas santas de los Santos Reyes aguardaban de Cristo la venida. A las noches más lóbregas y obscuras no les guardaban sus calladas leyes ni al monte perdonaban la subida: cuando estaba esa máquina vestida de obscura y negra sombra y relumbraban los esmaltes de oro por el celeste coro, dando luz nueva a la cerúlea sombra, ocupaban la cumbre a un alto monte, y con la cudiciosa vista hendiendo de obscuras nubes el tropel horrendo que coronaban todo el horizonte, aguardaban la estrella anunciadora del Niño Sol a quien parió la Aurora.122 Tal vez, revuelta en llamas, la cometa 123 cercenó, con el curso presuroso, del aire la región y húmedo seno,
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Esta larga canción consta de doce estancias de diecisiete versos y un envío de seis. 122
V. 17. Este endecasílabo resulta especialmente logrado y eficaz.
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V. 18. Tal vez: ‘en ocasiones, algunas veces’. Es el uso habitual de esa locución adverbial.
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cuando el un mago y otro se inquïeta y, llenos de contento bullicioso, piensan que es el anuncio santo y bueno. Tal vez rompió la espesa nube el trueno, a cuyo cumplimiento el rayo volador al suelo baja que al alto monte raja y deja centelleando el vago viento. Tal vez la exhalación subió del suelo cuando, encendida en la fogosa esfera, volvió a bajar con lúcida carrera, cuando piensan que nuevas trae del cielo; mas ven que acaba el curso con desmayo el trueno, exhalación, cometa y rayo.124 Mas cuando el sacro Padre de las Lumbres rindió el pecho sagrado a las querellas del mundo que aguardaba su Mesías, para humillar las más soberbias cumbres y al reino entronizar de las estrellas las llanuras, de puro humildes, frías; y cuando a las terrestres monarquías un favorable viento con soplo alegre y próspero aspiraba, que las velas hinchaba de la altiva ambición y altivo intento, y llovió el cielo su cristal sagrado en la tierra virgínea, ilustre y pura, y se vido el Criador hecho criatura, de su proprio divino amor forzado naciendo el Redentor Sol de justicia, la estrella vieron a su bien propicia. O fuese que el Espíritu (tercero 124
V. 35. Típica recolección tejadiana de cierre.
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en las Personas, sacra y una esencia) con figura de estrella se mostrase; o que el nuncio beatísimo y sincero,125 que de la Virgen vido la presencia, a la estrella en los rayos imitase; o fuese nueva estrella que adornase el aire puro y claro, crïada para aquesto nuevamente, que, viéndola pendiente, el uno y otro rey sabio y preclaro a la estrella saludan, y al momento, de la estrella guïados, van en busca del Sol cuya gran luz nunca se ofusca, pues fija sobre el sol su ilustre asiento. Y así las tres estrellas o tres reyes van siguiendo una estrella y a sus leyes. Dejan la Persia, de caballos rica, a donde lleva su corriente Eufrate y Tigris, que saeta más ligero. Vieron a Babilonia humilde y chica, aunque soberbia y grande, pues abate su orgullo Belén hoy por su lucero. La tierra de aromático minero (la Feliz, rica Arabia) dejaron, donde fénix se renueva y de olores se ceba, gallarda en vida y en la muerte sabia; y los peñascos duros y escabrosos de la Arabia Petrea sojuzgaron,126 y por la sancta Palestina entraron,
125
V. 55. Este nuncio es el arcángel Gabriel.
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V. 81. Petrea es voz trisílaba y paroxítona.
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y los ilustres muros suntüosos de la santa ciudad vieron, a donde la estrella para y su esplendor esconde. Lo que su luz faltó pide la boca. Preguntan: «¿Dónde un rey está hoy nacido?» Turbose Herodes (que el pecado turba), ya teme, oh tiranía pobre y loca, ¿que a un niño teme un rey, un rey temido? Y turbóse con él toda la turba. Pero ¿qué, oh rey tirano, te perturba? Que los reinos no quita quien da los reinos de la tierra y cielo. Mas viendo que aquel suelo no encerraba la luz sancta infinita, salen de la ciudad y ven la estrella, que esta revelación y apocalipse ni siente nieblas ni padece eclipse. Y, siguiendo su luz fulgente y bella, llegados a Belén, la ven que para donde pobre nació el que al mundo ampara. Ven las paredes pobres, con cimientos de los dientes del Tiempo carcomidos, que amenazaban ya con su caída; sin techos ven los pobres aposentos de moho y verdes ovas revestidos, y la tierra de musgo revestida; o fuese alguna casa destruïda que ya un tiempo hospedaba al pasajero que el camino largo, fatigoso y amargo, sentido de él en ella descansaba; o fuese alguna choza de pastores adonde resonó la dulce flauta de cuál pastor y cuál pastora incauta
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que al viento encomendaban sus amores, y, entrados, vieron en el pobre suelo al que hizo la máquina del cielo. Las bárbaras pirámides de Egito 127 despreciad, y las máquinas famosas, paredes, aunque humildes, soberanas; humille Efeso de su templo el rito, y las murallas fuertes y suntuosas que a las estrellas vieron más cercanas; las fábricas soberbias y profanas que a la tierra oprimieron con peso desigual de su grandeza y que tanta riqueza en sus ricas molduras consumieron; los teatros, sepulcros y colosos, que imitaba su fábrica a los riscos con pirámides, puntas y obeliscos y al campo en los palacios espaciosos, que el Señor a la casa ilustra y honra y la casa al Señor no le da honra. Y así los reyes, aunque pobre el niño, en adorallo como a Dios convienen, que a Dios cualquier grandeza es pobre y falta. ¿De qué sirviera el real y rico aliño, y mármores de Paro que sostienen la fábrica hermosa, ilustre y alta; y de qué la moldura a quien esmalta de piedras un tesoro; de qué frisos, cornijas, artesones, remates y cartones adonde la labor excede al oro? Que es poco para Dios y se contenta 127
V. 120. En PS: Egipto, que no consuena.
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con solo un nido, porque Dios süave 128 es ave que nació de virgen ave, ante cuya presencia se presenta la compaña ilustrísima de Eoo, postrando roja púrpura de Coo. ¡Oh salve -dicen- luz, que al sol la prestas, que en ese cuerpo regalado y tierno encierras de Dios mismo la grandeza! Pues con armas tan frágiles te aprestas a deshacer las puertas del infierno, rendidas, aunque fieras, a tu alteza, Tú, solo sabio, y Tú, cuya riqueza nunca se disminuye, recibe lo que das, recibe dones que explican tus blasones, que, como tuyo, a ti se restituye. Y primero, guardándote el decoro, démoste, como a Dios, por grato censo la lágrima olorosa del incienso, pues vuela el humo suyo hasta el coro que, cantándote himnos, glorias sumas, alza junto la voz y bate plumas. Tú, Rey excelso, a cuyo ceño humilla la máquina del mundo la cabeza, conociendo el poder de aquesta mano, a cuyo trono real y altiva silla la gloria es espaldar que la adereza, y estrellas el estrado soberano; Tú, que a la nieve diste el color cano y al agua transparencia, al verano calor, frío al hibierno, dura pena al infierno, 128
V. 149. En PS: niño.
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y no hallaste en algo resistencia, y vestiste la tierra de mil flores, de árbores varios, de hermosas plantas, de tanto lustre y de bellezas tantas que nos muestran a Dios entre sus voces, recibe, como rey, oro luciente, que es el metal más noble y excelente. Tú, que quisiste unir nuestra bajeza y nuestra corrupción unir quisiste a la divinidad tuya sagrada, juntando, en un supuesto, tal grandeza con la carne, mortal si humilde y triste, por tal unión alegre y ensalzada: pues la pena mortal tanto te agrada, la mirra te ofrecemos, que muestra humanidad en su amargura, porque, en la sepultura, de corrupción preserva los extremos. Como a rey, como a Dios y como a hombre en esto te guardamos el decoro, dándote amarga mirra, incienso y oro, postrando ante la alteza de tu nombre coronas, ceptros, púrpura, estandartes, pues eres Dios que todo lo repartes. Pues que adoran los reyes primicias de las gentes a Dios santo, también le adore mi canción y canto y se humille a sus leyes, porque, poniendo en Dios su confianza, el fin alcanzará de su esperanza.
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9 (XXXII) El racionero Tejada. A la Asunción.129
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Angélicas escuadras, que en las salas llenas de olor de gloria, con inmenso gozo, de que llenáis el claro cielo, andáis batiendo las doradas alas, y al eterno Regente dais encienso que olor espira de inmortal consuelo, torced el blando vuelo y recibid en vuestras bellas plumas a la que encierra en sí las gracias sumas. Pues que, rompiendo la fulgente masa del cielo cristalina que a la tierra le sirve de cortina, veis que el un firmamento y otro pasa hasta llegar al trono do reside el que del cielo el movimiento mide. Viendo que, unida al cuerpo la alma santa, Virgen gloriosa, para el Hijo subes, por ser del alma pura el cuerpo puro, la Luna a recebirte se adelanta y dejas envidiosas a las nubes. Mercurio y Venus dan lugar seguro, llegas al cuarto muro, que en luminoso carro el Sol rodea, y, viendo que tu luz la suya afea,
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Esta famosa, brillante y elaborada canción consta de 12 estancias de 15 versos y un envío de seis. Se recoge tanto en la PS como en las Flores de Poetas ilustres (FPI) de Pedro Espinosa.
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deja corona, carro, cetro y silla; Jove, Saturno y Marte, irados, se apartan a una parte y el firmamento octavo se te humilla, el ácueo Cielo, con el primer moble, hasta que llegas al Empíreo inmoble, donde por los lucíferos balcones, a quien adornan cercos rutilantes, se asoman a mirar tu triunfo egregio las celestiales ínclitas legiones de divinos espíritus triunfantes que gozan de tan alto previlegio, cuyo santo colegio en dulces voces pregonando entona: «¿Quién es ésta que goza tal corona,130 que, muy más bella que la Aurora bella, de desiertos collados viene a habitar los cielos estrellados, y el Sol y Luna con sus plantas huella, a cuyas puras y nevadas plantas se postran las escuadras sacrosantas? »¿Quién es aquesta que, brotando gracia, llena de dones, rica de despojos, va con su luz los cielos serenando, y cual cedro oloroso, que se espacia en Líbano, tras sí lleva los ojos, y el consistorio alegre está alegrando?» Vais tal poder mostrando, Reina divina, que en la Corte Santa vuestra subida ira, eleva, espanta.
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V. 39. Parafrasea Tejada diversos pasajes bíblicos, empezando por el famoso locus del Cantar de los Cantares, tantas veces referido a la Virgen: Quae est ista quae progreditur quasi aurora consurgens, pulchra ut luna, electa ut sol?
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Pues «¿quién es éste -un tiempo preguntaron-, el que de sangre pura teñida trae la sacra vestidura?», cuando, subiendo Cristo, se iraron, de suerte que del Hijo y de la Madre, se ira el Cielo y se contenta el Padre. El cual, con voz a quien respeta el Cielo, del pecho inmenso de la inmensa ciencia estando atento el santo coro alado, la respuesta sacó, quitando el velo que ofuscaba la angélica prudencia (por ser de tal valor lo preguntado): «La que veis a mi lado, bordados con estrellas manto y faldas, Luna en los pies y Sol en las espaldas, de mis tesoros es el rico erario y la sacra canoa, tan endiosada desde popa a proa que fue de mis reliquias relicario, pues a nuestro Unigénito jocundo robó del cielo y dio a la luz del mundo. »Esta es la que elegí por dulce esposa, antes que en dos quiciales de oro puro desdoblase el celeste inmortal velo, antes que diese olor el lirio y rosa, y antes que con la falda el suelo duro besase el monte y con la cumbre el cielo. Aún no tejía el suelo de varïadas sedas y colores, ni del mar enfrenaba los furores,131
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V. 84. En las Flores de Espinosa (FPI) se lee el plural enfrenaban. Pero la sintaxis y el cotejo con la Poética Silva, imponen el singular (enfrenaba), porque el sujeto es el suelo.
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y entre la radïante muchedumbre de los blancos diamantes de las estrellas, rayos rutilantes del claro sol aún no esparcían su lumbre, cuando estaba elegida esta doncella por hija, madre y por esposa bella. »Esta es la Palma altiva de quien orno la majestad excelsa de mis sienes, que, por ser flor humilde, es palma altiva; hermosa Oliva que es del cielo adorno, que por fruto produce varios bienes y es bueno el fruto de la buena oliva. Esta es la Fuente viva, cuyos puros y líquidos cristales bebieron de mi Hijo los corales, y es el Ciprés (que corrupción desvía); Huerto fuerte y cerrado en donde el hombre y Dios se han concertado. Feliz hora, buen tiempo, alegre día en que la causa fue de tal concierto, tal Palma, Oliva, Fuente, Ciprés, Huerto.» 132 Las profundas palabras del Inmenso Formador de esta máquina iraron los bellos héroes de la Iglesia Santa; con un silencio tácito y suspenso a la Reina del Cielo contemplaron con la gloria que entre ellos se levanta, pues la una y otra planta fijó sobre los coros de los Ángeles,133
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V. 105. Nueva recolección de cierre.
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V. 113. Enumera Tejada las nueve clases de espíritus angelicales (las angélicas escuadras, o cohortes de sus versos).
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deja los Principados, los Arcángeles, Potestades, Virtudes, deja, atrasa, y las Dominaciones y los Tronos (de Dios ricos blasones), los sabios Querubines, y do abrasa amor al Serafín, y llega al solio donde Dios pisa el claro Capitolio. Los doce Cisnes que con voz subida 134 (que oyó la gente de los dos Coluros) nueva ley de Dios nuevo publicaron, por hallarse a la dulce despedida, en vagas nubes por los aires puros a la alta cumbre de Sión llegaron, a donde se ayuntaron el que pisaba de la negra Etiopia de verdes esmeraldas rica copia, y el que la estéril Libia y rica Acaya, y el que vido de Roma la frente altiva que soberbios doma, y el que de Egipto la llanura arraya, donde al mar, Nilo, cuando en él se mete,135 siete heridas da con cuernos siete. No faltó el que a la santa Palestina dio nuevo lustre con su sangre roja, ni el que la Frigia vio al Cancro sujeta, ni el que en España el santo cuerpo inclina, ni el que bebe del río que se arroja
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V. 121. Los doce Cisnes son los doce apóstoles.
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V. 134. Tanto el impreso como la PS leen: el mar Nilo. Pero es error de copia, porque mar no es sujeto, sino objeto indirecto de da. El esquema sintáctico es éste: ‘Nilo da siete heridas con siete cuernos al mar cuando se mete en él’.
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con corriente mansísima y quïeta, ni el que bañó en Taigeta los labios, ni el que en la India ancha, ignota, de horrendas gentes torpes obras nota, ni el que del templo en Éfeso se ira, ni el que anduvo do el Istro al mar hace de sí claro registro. Al fin, de cuantas partes el sol mira, llegaron los apóstoles sagrados de Sïón a los fértiles collados. Alzó el divino monte la corona de nuevas flores guarnecida y llena, apartando las hojas de la frente; y el claro Siloé, a quien no corona, cual suele, humilde caña o tierna avena, mostró el rostro de nácar excelente, ámbar puro y luciente en los vellones de oro le reluce y en cuernos de coral la plata luce, y la sublime barba venerada despide mil raudales de aljófares, de perlas y cristales por entre la corriente sosegada que mostraba este día su tesoro de aljófar, perlas, ámbar, plata y oro.136 Subió la Virgen, y subió la vista tras ella del Colegio esclarecido, que aumenta el agua al río con su llanto.137 Dejaba, por donde iba, hecha lista de un purpúreo color áureo encendido
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V. 165. Recolección de cierre.
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V. 168. En FPI: el río. Corrijo con la sintaxis y con la P.S.
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de los rayos que daba de sí el manto, puro, cerúleo y santo, y víanse los cielos estrellados de racimos de espíritus cuajados midiendo en áureas liras dulce acento, y las celestes puertas de diamantina chapería cubiertas, lleno de triunfo el reino del contento. Al fin coros, la Virgen, suelo, esfera cantan, triunfa, se alegra y reverbera.138 Canción que tras la Aurora vas subiendo a las empíreas salas, con su luz ilustrándote las alas, no temas del olvido el golfo horrendo, que, pues te argentan rayos de tal Luna, de olvido triunfarás, tiempo y fortuna.
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V. 180. Recolección de cierre.
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10 ( XXXIII) A la desembarcación de los santos de Granada.139 Doctor Tejada.
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Por las rosadas puertas del Oriente ya se asomaba la purpúrea Aurora, derramando mil rosas de su falda; de perlas y cristal y oro luciente las flores aljofara, el campo dora con los rayos que arroja su guirnalda, cuando sintió hender su ondosa espalda el gran rector del piélago espumante;140 y, en ver tal maravilla, deja el asiento de cristal bruñido, y, la cana cabeza alzando, vido sus ondas cercenar, libre y pujante, una, aunque pobre, célebre barquilla que a unos siete varones da hospedaje,
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Vuelve Tejada a emplear en esta canción estancias de quince versos (once en total) y un envío de ocho. 140
El gran rector del piélago es Neptuno. La combinación de elementos de la mitología clásica y de la tradición cristiana fue muy cultivada en la poesía antequerano-granadina. Aquí vemos a Neptuno irarse del paso de la barca que transporta camino de Andalucía a los Siete Varones Apostólicos enviados por San Pedro y San Pablo para cristianizar Hispania. Acaso la mejor y más bella expresión de esta síntesis de lo cristiano y de lo pagano sea el poema latino de Juan de Aguilar De Sacrosanctae Virginis Montis Acuti translatione et miraculis panegyris, al que aludiremos al comentar el poema de Tejada, nº 11 de esta edición, que lo parafrasea in extenso. El texto latino de Aguilar (y su traducción al castellano) puede consultarse en esta página web.
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de alto ser, grave aspecto y pobre traje. Las ondas, con el Céfiro encrespándose, y de la Aurora el resplandor hiriendo, las aguas en cristal las convertía; y así la alegre barca deslizándose, segura iba con ímpetu hendiendo 141 la rápida y veloz argentería; y a la dulce marea que bullía se vieron las Nereides y Tritones danzar en torno de ella; y los delfines, por hacerle salvas, por las bocas brotar espumas albas; y hacer diferencias de mil sones de las Ninfas la escuadra alegre y bella, favoreciendo a su divino intento aurora, ninfas, mar, tritones, viento.142 Y el claro dios del húmido tridente, mirando su segura confïanza, aunque las ondas rinde, el viento enfrena, tres veces sacudió la helada frente, diciendo: «Vete en paz, que mucho alcanza quien a mi reino y vientos encadena. ¿De qué deidad -me di-, barca, vas llena, que de mis ondas triunfas tan segura que enojarte no puedo? ¿O qué escuadrón es ése de esos siete, que mil grandezas cada cual promete, la menor de las cuales te asegura,
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V. 20. FPI muestra una errata evidente repite hiriendo a fin de verso (como el v. 17). Corrijo de acuerdo con el texto de la Poética Silva. 142
V. 30. Se sirve Tejada con profusión de la recolección de cierre: en los versos 30, 45, 60, 75, 90, 105, 150 y 173.
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te otorga triunfos y me pone miedo? Vete en paz, pues que puedes (como es cierto) rendir mar, salvar hombres, tomar puerto». Así la humilde barca sosegada, de blando golpe de la mar batida, tomando tierra despreció las olas: la tierra, digo, invicta y laureada, de mil bienes del Cielo enriquecida, que al moro y turco lunas pisa y colas. Y cuando en las arenas españolas los siete héroes de valor inmenso, y del mundo blasones, pusieron las desnudas sacras plantas que agora pisan las estrellas santas, con un silencio tácito y suspenso, del gran Cecilio escuchan las razones, que, así movido de un impulso santo, da valor, pone brío, quita espanto. «Ya veis la tierra a quien promete el Cielo mil glorias y mil triunfos y mil palmas, para sembrar dispuesta el sacro grano; dispuesta está la mies, dispuesto el suelo para poblar el cielo de más almas que a los arboles hoja, arena al llano; y para la labor de vuestra mano os da, cual veis, España tallos tiernos, y ofrece vides tantas, que lleven fruto, que produzgan flores, que enamoren al cielo con olores, que quebranten la furia a los infiernos la mies, tallos, olor, granos y plantas, y puedan, imitando estos ejemplos, creer en Dios, tener fe, levantar templos. »Ved el ganado que por altos riscos
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de la fe verdadera se remonta y a Dios con ritos bárbaros ultraja. Vuestro es el recogerlo a los apriscos de verdadera fe, de virtud pronta, que ensalza humildes, que soberbios baja. La humildad veis tan pobre, humilde y baja, de que Dios nos levanta y entroniza a tan divino oficio, pues que nos hace, oh maravilla extraña, los primeros apóstoles de España, por quien sus estatutos eterniza, da fe al ganado, ritos quita y vicio; por quien puede la gente de este suelo ver a Dios, vestir luz, pisar el cielo. »No nos promete púrpura de Tiro, a quien la crespa concha del mar tiñe, ni altos palacios con follajes de oro, ni diamante, rubí, perla, zafiro, ni la corona que a los reyes ciñe,143 ni montes altos de inmortal tesoro, ni, guardando el cincel bello decoro, ebúrneos lazos de soberbias tallas, dorados chapiteles ni arcos altivos de artificio raro; de los bruñidos mármores de Paro no estatuas, no trofeos, no medallas, raros milagros de únicos pinceles: por conocer riquezas de esta suerte, tener fin, ser escoria, alcanzar muerte. »Mas en lugar de púrpura, demanda quien rige el globo de inmortales luces nuestra sangre que tiña aquestos llanos; 143
V. 95. En el impreso ciñen. Corrijo el verso con la PS.
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y en lugar de oro fúlgido, nos manda convertir estos pueblos andaluces, bravos al mundo y a su Dios profanos. Estos son los blasones soberanos: perder la vida y darla a la esperanza por cumplir su mandado, que obedecer a Dios y su decoro es reino, mando, honor, riquezas, oro, porque el que sirve a Dios todo lo alcanza». Y cada cual del cónclave sagrado, al razonar del capitán valiente, las cejas enarcó y alzó la frente. Y así, Indalecio, Tesifón, Segundo, Torcuato, Isicio y el sagrado Eufracio 144 ánimo cobran para el sacro oficio y entrambos polos visitar del mundo. Aman, y quieren de su ancho espacio tropellar la maldad, quitar el vicio, porque el honroso fin de un ejercicio a honrosos pechos a valor incita, que la virtud es rayo que lo dificultoso siempre emprende, y el rayo al robre, y no a la caña, ofende, y la dificultad el premio quita, y el oro se acrisola en el ensayo. Y así responde, firme más que un monte, en nombre de los cinco Tesifonte: «Puede el rigor de la arrogante Roma y el fiero orgullo de Nerón tirano,
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V. 122. El impreso lee la forma nada etimológica Eufracio. Esa licencia se la toma Tejada para mantener la consonancia con espacio. En la PS. hallamos el correcto Eufrasio. Estas confusiones abundan en una región (Andalucía) donde operaban el seseo antiguo y el actual.
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las fieras manos de sus gentes fieras, mostrar su furia que medrosos doma; su rabia airada, su furor insano, afilar armas y encender hogueras; inventar mil crueldades carniceras; toros de bronce, a quien el fuego inflame;145 mil ecúleos y abrojos, que la fe mostrará su valor luego en ecúleos, abrojos, toros, fuego, venciendo su rigor sangriento, infame, y alcanzando por él tales despojos, que pueda el resplandor de nuestra llama ser blasón, tener vida y darnos fama». Movidos, pues, de un fervoroso celo y ardiendo en un católico coraje, se apartan y dividen por la tierra; pero tú, granadino y feliz suelo, a quien el mundo rinde vasallaje, el triunfo alcanzas de tan noble guerra pues que tu seno abriga, oculta, encierra de los siete faroles, tres faroles,146 cuyas claras centellas, acrisoladas en ardientes hornos, son del cielo bellísimos adornos, esmaltes claros, rutilantes soles, que al sol dan luz, valor a las estrellas, pues sus nobles cenizas y carbones dan materia a la Fama, a ti blasones.
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V. 143. El impreso lee inflama, de imposible rima con el infame de la estancia. Corrijo de acuerdo con el texto de la Poética Silva. 146
V. 158. Los tres faroles que, según Tejada, guarda la tierra granadina son los restos de los santos Cecilio, Torcuato y Segundo (acaso Tesifonte).
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Para, canción altiva, que si la luz de Castro te recibe,147 vivo será tu bien; tu fama, viva, mientras del cielo el firmamento vive; y pues tienes por timbre y mejoría Fortuna compañera y Virtud guía, bien podrás en el templo de la Fama tener luz, enviar rayos y alzar llama.
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V. 167. Castro es Don Pedro de Castro y Quiñones, Arzobispo de Granada, gran mecenas de las artes y las letras, por quien Tejada sentía especial devoción.
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11 (XXXVI) [Sobre la traslación de la Virgen de Monteagudo]148 Del Doctor Agustín de Tejada
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El ánimo me inflama ardiente celo de celebrar la traslación gloriosa de la alta Emperatriz de tierra y cielo, traída a nuestra patria venturosa. Tú, excelsa Virgen, da a mi pluma vuelo, que aspira a empresa tan dificultosa que tú serás mi musa, lauro y palma, mientras rigiere a aqueste cuerpo el alma. Tú, intacta Virgen, musa sacra y bella, cuya nevada frente Dios corona con una y otra rutilante estrella (no con caducos lauros de Helicona), dame el licor de aquella fuente, aquella que de los tiempos el rigor perdona, que, con tal norte, cumplirá su voto,
148
Este extraordinario (stricto sensu) poema sobre la llegada de la imagen de la Virgen de Monteagudo desde Flandes a Antequera, se halla solo en el Cancionero Antequerano CA, manuscrito que fue editado con notables errores por D. Alonso y R. Ferreres en Cancionero Antequerano, Madrid, 1950, y penosamente reeditado por M. L. Íñiguez Barrena en 1989, con todos los errores anteriores más la pretensión de la originalidad. J. Lara se ocupa del poema en Silva Antequerana II, concretamente en el cap. IV: “Un audaz experimento de Agustín de Tejada Páez”. Tuve ocasión de colaborar con el autor en el aspecto textual del poema; tal aportación es la que aquí se ofrece. Este poema es, entre otras cosas, una amplificatio del Panegírico latino de Aguilar, del que antes hablamos.
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libre de los naufragios, el piloto.149 Tú, ínclito don Diego, honor y gloria de nuestros siglos, y mecenas santo de espíritus gentiles, cuya historia celebra tanta pluma y cisne tanto, entre una y otra célebre memoria presta lugar a mi atrevido canto; oye de la Cristífera María los loores que entona mi Talía. Donde Anfitrite su corriente estrecha, y se embravece el grande padre Oceano 150 y azota con sus olas resonantes los britanos del mundo divididos; en la parte que miran los germanos sobre sus cabelleras de oro rubio los Trïones helados y pluviosos151 y la arcádica Osa, que al dios Júpiter regalo un tiempo fue y a Juno celos; entre el Mosa veloz y helado Escalda,152 celebérrimos ríos del flamenco; no lejos de Siquén ya, pueblo noble,
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V. 16. Este endecasílabo (libre de los naufragios el piloto) es pie de glosa de un certamen poético celebrado en Antequera con motivo de la llegada de la imagen de la Virgen de Monteagudo. Luis Martín de la Plaza lo glosa en algunos sonetos, y el propio Tejada lo repite en este poema en varios cierres de estrofa. 150
V. 26. En el ms. Ocçeano.
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En el v. 31 el ms. lee Trisones. Es evidente errata por Triones, repetida por Toledo y Godoy. Alonso-Ferreres asombrosamente imprimen tritones (que difícilmente pueden ser elados y plubiosos). 152
V. 34. El ms. lee, erróneamente, Molsa.
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donde en Brabancia el Démara dilata en crespas ondas fugitiva plata: aquí, pues, se levanta alto collado, con subida tan ardua y tan difícil que es émulo, en la altura, del Olimpo, y Atlante de los cielos con sus puntas, porque su cumbre triunfa de las nubes y las mira inferiores; y, soberbio, tanto se va escondiendo en las estrellas y en punta tan prolija se remata, que, porque subió al cielo cuanto pudo, la alma Virgen que a Dios tuvo por hijo se agradó de este asiento; este habitáculo 153 fue en su amor preferido a cualquier otro; y de un antiguo roble el tronco hueco 154 cubrió algún siglo de esta santa imagen la deidad, a los Cielos venerable y terrible al Infierno y formidable, para que la que había quebrantado la cabeza mortal del dragón fiero, esta misma vengase la ignominia 155 y afrenta antigua de Eva, nuestra madre, y con divina traza deshiciese 153
En el V. 49 Alonso-Ferreres leen (equivocadamente) se agradó en este asiento. En el ms.: s'agrado deste asiento. Por otra parte, es habitual, en la transcripción que de este poema hace Toledo y Godoy, el uso de las formas contractas deste, desta, desto, destos, destas. 154
V. 51: el ms. lee gueco.
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V. 57: el ms. lee bengasse. Es muy predominante (pero no uniforme) el empleo de las geminadas intervocálicas [-ss-] para representar al fonema sordo /s/, ya sea en el imperfecto de subjuntivo, ya en vocablos de estructura análoga.
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las envidiosas obras del Infierno y lanzase con diestra poderosa de sus antiguas sillas a los monstruos disformes y vestiglos infernales que honró la Antigüedad como a sus dioses, siendo ángeles malos y rüina del Cielo, y presa infame al rey tartáreo; y donde habían dado mil oráculos de ambiguas voces y respuestas frívolas (como es testigo el bosque de Caonia y las selvas y encinas dodoneas, que tuvieron las gentes por sagradas) agora honrase más estas encinas,156 estos robles y montes, estas selvas, con su presencia a quien adoran ángeles y humilde se arrodilla el alto Olimpo, y a quien le debe el sol la luz que vale y el ser sus rayos de oro honor del cielo, y a quien su hermana, la argentada Luna, sirve de estrado y rutilante alfombra donde ponga las plantas que respetan con temor y humildad Infierno y Tierra, porque fue quien dio paz a nuestra guerra. En este monte, pues, fue la alma Virgen medicina y salud a los fïeles y muro inexpugnable a los que siguen la dulce senda y verdadero culto de nuestra redención sacra, católica,157
156
V. 72. El códice lee: /i agora onrase mas estas ençinas/. Suprimimos la conjunción i (‘y’) del arranque, para mantener la trabazón sintáctica de este dilatado período. 157
V. 87: el ms. lee redenpçion.
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y obedecen los sacros aranceles del padre universal y pastor alto, virrey de Cristo y su lugarteniente 158 en cuanto de las tierras cubre el cielo, el que es de nuestra fe cabeza firme, diamantina columna que preside de Roma en el supremo consistorio y sucesor de aquel divino cedro 159 que, por ser piedra tal, se llamó Pedro. Ella fue a los católicos defensa, escudo impenetrable y fuerte amparo entre el peligro de las armas hórridas, de las crüeles y funestas balas de los cañones fieros, reforzados: de metal hueco máquinas horrendas 160 que escupen con estrépito y relámpagos, de ardiente plomo, voladores rayos que asuelan, baten, aportillan, hunden los muros que a los cielos se avecinan, y del cielo a la tierra los inclinan. Y entre caminos mil de varias suertes 161 y modos mil de mil peligros varios que la furia crüel de Marte airado inventa y traza contra los mortales; y entre los rojos campos anegados con la sangre civil de tantas gentes, 158
V. 90: en el ms. aparece la abreviatura griega XPO.
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V. 95: en el ms. se lee susecsor.
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V. 102: el ms. lee gueco.
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V. 108. En el códice: de varias fuentes. Alonso-Ferreres imprimen, con buen sentido, aunque sin advertencia, de varias suertes.
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que siempre sangre y muertes evaporan, Ella fue a los católicos defensa y terror del indómito vasallo que, con cerviz cerril y alta, soberbio, el dulce yugo de Jesús sacude y a la carga tan leve de sus leyes, impaciente, rehuye las espaldas, y contra el rey católico Felipo, con nota de pasión, mueve impias guerras,162 infectando con bárbara osadía de España la cristiana monarquía. Tales son éstos como antiguamente, si la fama es verdad, el cruel linaje de los Gigantes, hijos de la Tierra: el crudo Porfirión y fiero Mimas 163 y airado Damastor de vista torva, y vosotros también, audaz Tifeo, y tú, Equïón, terror de las estrellas, que se atrevieron (arrogancia bárbara) a querer ocupar las altas sillas de los supremos dioses celestiales, con ceño amenazante y manos impias (más impias que atrevidas y valientes), y a querer inquietar de su alto trono la alta deidad de Júpiter Tonante, y poblar sus sacrílegas cadenas de soberanos dioses (maldad grande) y aherrojallos en prisiones ásperas,
162
V. 122: el adjetivo impio(s)/a(s) conserva, en todo el poema, su acento etimológico en la primera sílaba. 163
V. 128: el ms. lee, por error, Minas. Se trata del gigante Mimante.
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como es testigo el alto monte Flegra,164 donde yacen agora fulminados165 (de su impio atrevimiento paga justa), donde es tanto el furor con que respiran ardientes globos de sus fuertes llamas, y a espadañadas de funesto humo, que ponen duda su violencia y furia, según se muestran bravos y arrogantes, si fulminados son o fulminantes.166 Aqueste Agudo Monte y santo asilo la Virgen con su nombre hizo célebre y encendió en su piedad devotos pechos 167 para que frecuentasen sus altares y honrasen con su culto al Dios excelso, y con deseo del cielo y mejor vida altamente inflamó mil tibios ánimos, porque la Fama, con sus muchas lenguas, divulgó por los términos del mundo mil ínclitos milagros y obras raras que la Virgen divina obraba siempre con potente virtud, comunicada por quien fue de pecado reservada.168
164
V. 142: el ms. lee claramente Flegra; Alonso-Ferreres imprimen Etna.
165
V. 143: el ms. lee nacen; Alonso-Ferreres enmiendan con buen sentido: yacen. 166
V. 150. Este verso es usado por Collado del Hierro en su poema heroico Granada. 167
V. 153: el ms. lee un imposible y encendido.
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V. 163: el ms. presenta pecado. Alonso-Ferreres: pecados.
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A unos que la muerte había tragado,169 de la misma garganta de la muerte sacó la presa y la redujo a vida, mandando que las almas despojadas de vivífica luz y vital aura las volviese a traer de los umbrales170 del olvido la barca del Leteo, donde asombró a las sombras del Estigio, indignándose de esto el Cancerbero, custodia y guarda de amarillas sombras, que las atruena con sus tres gargantas y arroja al viento tres ladridos juntos, y indignándose de esto el cruel portero 171 cuyo oficio es pasar en barcas negras del mortal peso las desnudas almas, embraveciendo a Flegetón las calmas. Restituyó a otros mil que ver pudiesen la belleza del sol y la luz santa y las distintas formas de las cosas 172 y la hermosura de colores varios 173 después de haber vivido algunos tiempos en las tinieblas de una ciega noche; aqueste enfermo ya se halló sano; y cuál, que estaba mudo, restituye que explique los conceptos de la muerte
169
V. 164: el ms. presenta tragado; Alonso-Ferreres: trazado.
170
V. 169: el ms. lee los boluiesse a traer.
171
V. 176: Alonso-Ferreres omiten la conjunción y.
172
V. 182: en el ms. se lee destintas.
173
V. 183: Alonso-Ferreres leen, erróneamente, colores varias.
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con el suelto ejercicio de la lengua; ya sano, el paralítico se mueve y deja alegre el enfadoso lecho y, si antes impedido, agora firme pisa la tierra con robustas plantas, y, al fin, la Virgen con milagros tales, tan notorios, tan claros y evidentes, honró sus montes y iró a las gentes. Mas ¿para qué refiero estos milagros de reinos extranjeros y provincias, pues que tiene Antequera un nuevo ejemplo en el que la recibe ilustre templo? Pues tú, hija obediente de Agustino, claro Sol de la Iglesia militante,174 de tanta obra y milagro peregrino testigo podrás ser sola bastante, pues, con humilde voz y pecho dino,175 invocaste su auxilio, y al instante la Reina de los coros celestiales restituyó tus fuerzas corporales. Faltando ya la humana medicina, acudiste a la Médica del cielo: huyó del “mal caduco” la rüina,176 efecto de su diestra y sutil celo; 174
V. 202. Agustino, claro Sol es adaptación de Tejada al apelativo con que se conoce a San Agustín: Augustinus lux doctorum. La Madre Magdalena de San Jerónimo a que alude Tejada era monja de la Orden de San Agustín, de ahí que la llame hija obediente de Agustino. 175
V. 205: el ms. lee digno (que no consuena).
176
V. 211. El “mal caduco” (morbus caducus) que padecía la Madre Magdalena era la epilepsia. También era llamado morbus Herculeus (así lo hace Juan de Aguilar en su Panegírico, con referencia a este mismo caso milagroso).
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dejaste alegre el lecho, a esta divina Emperatriz y Madre del consuelo dando la voz, envuelta en alabanza, porque premió a tu fe la confïanza. Tres cursos en su carro refulgente Febo corrió por paralelos de oro, tres veces ilustró la escama ardiente del nacarado pez y oriental toro, tres veces la guirnalda de su frente bordó la cinta de inmortal tesoro cuando te vido enferma, mas ya sana 177 te ve por esta Virgen soberana. Y ¿qué referiré mil navegantes, que en numero increíble frecuentaron con devoción tu templo y tus altares, y por verse escapados del peligro de la horrísona furia del mar bravo vistieron las paredes de tu templo con las mojadas vestiduras unos, cuál con la amiga tabla o los fanales y con otros despojos más triunfales? Porque Tú sola eres quien aplaca las fieras amenazas de Nereo y del hinchado mar los remolinos; tu sola diestra empuña su tridente y tú las riendas tienes de su furia, y a ti obedece la marina curia. Nereo mismo, a quien la falsa fama 178 por rey del mar invoca, se te rinde,
177
V. 223. El ms. lee por error, se vido; el sentido exige te vido.
178
V. 240. El ms. lee con signos de paréntesis «Nereo mismo (a quien la falsa fama)».
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y Portumno también tus plantas besa 179 (las besa, digo, con aquella boca a quien tal vez aplica conchas huecas 180 y caracoles de torcido nácar, a cuyo son el alto mar rimbomba);181 y el pluvioso Orïon se postra humilde y ante tu luz envaina aquella espada de negras nieblas y preñadas nubes; y aquellas dos estrellas centellantes a quien saludan los pilotos tímidos porque son de bonanza fiel pronóstico, hijos de Leda y soberano Júpiter. Las cerúleas del mar deidades todas, todas te adoran por divina Reina y con tu imperio Éolo reprime las pluvias y bramantes torbellinos, los huracanes de furiosos vientos, y los encierra en cárceles obscuras aherrojados con prisiones duras. Pues cuando tantas en tu templo obrabas esclarecidas obras y milagros, Flandes se abrasa con civiles guerras: porque las Furias y feroz Enío, que rige los caballos espumantes del carro de diamante y rubio bronce 179
V. 242. El códice lee: ynportuno tanbien tus plantas uesa. M. Roldán y J.M. de la Torre, basándose en el cotejo con el Panegírico de Juan de Aguilar (teque et Portunus adorat) proponen enmendar así: ‘Y Portuno también tus plantas besa’. La propuesta parece razonable. 180
V. 244: el ms. lee guecas.
181
V. 246: el ms. lee Xinbonba; se propone, con Alonso-Ferreres, rimbomba.
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donde es llevado el sanguinoso Marte, incitan del hereje el impio pecho que, al ronco son de resonantes trompas, banderas enarbolen, tomen armas; y a los pechos católicos incita el encendido amor de la fe santa y de la religión, que tantos siglos heredaron de mis antecesores, a que defiendan contra los tiranos el imperio a su rey con fieles manos. Enciéndese la guerra y el mar rompe con furia cruel los contrapuestos diques, y, acometiendo las incautas gentes, ciudades hunde y pueblos mil anega; y, cayendo los muros, obedecen la mano con que Marte los impele soberbios homenajes, altas torres en cuyas puntas estribaba el cielo, y el sol en sus dorados chapiteles reverberando daba al mundo soles: con horrífero estruendo en su rüina, aunque de jaspes y trofeos llenas, igualan al cimiento las almenas. Mil ciudades también convirtió el fuego en vil ceniza con violentas llamas, y, humeando, al aire se lamentan; pasa el incendio de ellas a los campos: las verdes plantas, sazonadas mieses, las alcatifas de colores varios, de fresca yerba y matizadas flores182 que al Céfiro prestaban sus alientos, verdes honores de Pomona y Flora, 182
V. 296: el ms. lee, por error, frescas yerua.
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ceniza, polvo y humo son agora. No de otra suerte que de un alto monte embravecido río se despeña, a quien las recias pluvias dieron aguas y, con sus avenidas, mil arroyos desbocándose al dallas gruesas nubes, baja con tanto estruendo que ensordece los vagos vientos y mojados campos; las aves, espantadas del rüido y ensordecidas, a la tierra caen; está el pastor mirando temeroso, subido en altos riscos o algún árbol hecho de sus ganados atalaya, envuelto por el frío en varias pieles, y ve que el río, sueltas ya las riendas, las márgenes rompiendo, se dilata por las vecinas hazas y sembrados y por los sotos de arboleda espesa, con tanta furia que impetuoso arranca los gruesos troncos de valientes robles y arraigadas encinas que ha mil años al Noto resistieron en las selvas, y las revuelve entre sus aguas turbias, y con alto rumor vase y desquicia recios peñascos, que sonando bajan, y con estrago de indignadas Furias arranca, lleva, precipita y hunde sembrados, mieses, hazas, campos, plantas, chozas, perros, ganados y pastores: y con estos despojos al mar llega y, como vencedor, se los entrega. En Flandes, de esta suerte, los herejes después de tanto estrago no perdonan los santos templos y sagradas aras,
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deseando con impio atrevimiento violar el templo tuyo, Virgen alta: mal intentado y vano sacrilegio, porque de Dios la diestra omnipotente, oh fuego airado, ley te puso y límite, mandándote en su templo no tocases; y viose (¡oh gran milagro!) que el incendio en medio de su fuerza enfrenó el ímpetu y lamer solamente las paredes, los sumptuosos techos de las bóvedas, sin poder ofenderlos ni quemarlos, renovando con esto la memoria del horno babilonio y tres infantes, felices salamandras de aquel fuego. De aquesta misma suerte, en Monteagudo la llama nunca osó tocar la imagen de la sagrada Reina, Madre Virgen, cuya veneración y reverencia movió los insensibles elementos a guardalle más bien respeto humilde que no los duros y malvados pechos del impio hereje que a su Dios se atreve, ¡tanta es la furia que sus pechos mueve! Temiendo, pues, que los herejes pérfidos segundo desacato no intentasen y a esta imagen perdiesen el respeto, la gran prudencia del austriaco Alberto 183 y la tuya también, Clara Isabela, con la piedad de aquellos pechos regios, ambos con santos ánimos y ambos
183
V. 359: la eufonía del verso demanda una acentuación paroxítona para el adjetivo austriaco (que en nuestra habla culta suele tratarse como proparoxítono).
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con consejo del cielo (así parece), el lustre y esplendor de Monteagudo, la Virgen (de Dios mismo oculto monte), con su fe verdadera y alta fuerza mudar mandaron a Singilia ilustre, madre de tanto espíritu excelente, cuyos agora agradecidos cisnes cantan himnos, dan loor y plumas baten enseñando a las selvas que resuenan fe santa, Monteagudo y madre Virgen, que mudar montes y grandeza tanta sólo pudo hacerlo la fe santa. ¡Oh vos, ínclita y clara descendencia 184 de Carlos Quinto, nuevo Marte Augusto! ¡Oh tú, Clara Isabel, cuya presencia representa a Filipo, Numa justo! ¿Callo de aquellos héroes la excelencia contra quien el rigor del tiempo injusto puede tan poco, que su ilustre llama 185 luce en los capitolios de la Fama? A ti, Fernando, a ti, Isabela, digo (nombre de dulce son a cualquier pecho, porque de sus proezas es testigo del Sol la tumba y del Aurora el lecho): mientras de Febo el rayo diere abrigo y bramare de Alcides el estrecho y de Iberia se oyere el nombre santo,
184
Descendencia de Carlos V. Efectivamente el Archiduque Alberto de Austria y su esposa la infanta Isabel Clara Eugenia (hija predilecta de Felipe II), gobernadores de Flandes, además de primos hermanos, eran nietos del Emperador Carlos V. 185
V. 381. El ms. lee: fue de tan poco q. s. i. ll. Parece obvia la enmienda.
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de la Fama seréis la trompa y canto. Y a vuestros soberanos descendientes, hercúlea de famoso tronco rama, Singilia, agradecida a sus presentes, las sacras sienes de laurel enrama; en su yugo pondrán cuellos valientes de cuantos el rebelde nombre infama, y entonces sus trofeos singulares colgará en arcos y pondrá en altares. El Rin, que oyó que el Archiduque Alberto manda que quede agora despojado 186 de la sagrada imagen de María, y que del Betis las riberas corvas, coronadas de olivas de Minerva, son preferidas a las suyas, aunque en dulces ondas de bullente plata competir pueda con el Gange y Nilo, y aunque con cuernos tres de blanco yelo al Océano encuentre y hiera al Mosa:187 quejas le lleva al mar, en vez de censo, y altamente murmura tal mandato y atruena con horrísonos bramidos las lagunas del mar, antes serenas,188 y con su llanto enturbia las arenas. Y el Escalda, sintiendo más tal pérdida, con el dolor y nuevo sentimiento
186
En el V. 400 el ms. registra una errata del copista: despejado por el correcto despojado. 187
V. 408: el ms. lee Molsa.
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V. 412. En el códice se lee: Las lágrimas del mar parece un error del copista. Proponemos Las lagunas del mar.
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de ver sin joya tal su fértil patria, en medio de su curso quedó atónito, porque el yelo sus aguas transparentes prendió, al nacer, en sus nativas fuentes. Y el Mosa, más sentido, ve sus aguas 189 turbias con la tristeza, y así jura 190 de no pagar al mar el censo en plata, porque, si no son lágrimas y luto, ya no podrá pagar otro tributo. Tú, Démara, también ínclito un tiempo, no por cima la tierra entapizada 191 de aljofaradas yerbas y de flores llevas tu curso ya, como solías, pero por subterráneos acueductos,192 despojado del bien de que gozabas, de tus triunfos antiguos y solemnes que ya no verás más; callado y mustio, con ondas tristes y correr suspenso, pagas al padre Escalda mudo censo. Y, lo que es más, el mismo Agudo Monte, por esta Virgen rey de mil collados, y agora despojado de esta Virgen, las floridas coronas y guirnaldas quita a su frente y verde cabellera:
189
V. 420: en el ms.: Molsa.
190
En el v. 421 Alonso-Ferreres cometen un error en la distribución de grafemas y les resulta un sinsentido. Ellos leen "turbias con la tristeza ya, si jura", en lugar de la forma correcta "...y así jura". 191
En el v.426 Alonso-Ferreres (con razón y sin advertirlo) corrigen en el ms. ierba por tierra. 192
V. 429: el ms. lee susterraneos aquaductos.
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lejos de sí, indignado, las arroja,193 y el frondoso esplendor de sus laderas, el verde manto de esmeraldas verdes, trueca por vestiduras amarillas, y, en vez de flores blancas y turquíes, rojas, azules, cárdenas y jaldes (ricos esmaltes de sus bellas ropas), las esmalta de espinas y de abrojos y de yerbas inútiles y secas, y una inculta maleza de coscojas de su crin ciñe las ondeantes hojas. Las Náyades no danzan en sus coros, ni, al dulce son de concertadas liras, mueven alegres los ligeros pasos concertando las voces con los golpes de blancas manos y de sueltas plantas; rompen los vientos con lamentos tristes en sus montes las cándidas Oréadas; las Napeas sus ásperos collados mueven a sentimiento con sus quejas; y las Dríadas hieren con gemidos los laberintos de intricados bosques; y los incultos troncos de los árboles resuenan con los cantos de Hamadríades; y a los prados les niegan ya las Hénides 194
193
V. 440: el ms. lee indignados.
194
V. 464. En el códice se lee Hemmides. Estas Hemmides son, en realidad, las hénides, ninfas de los prados que aparecen, por ejemplo, en el v. 40 de la Fábula del Genil de Pedro Espinosa y en el Poema de la Peña de los enamorados del propio Tejada. Alonso-Ferreres, en nota final (p.449), se interrogan sobre su significado, sin hallar respuesta. Escriben: «V. 463: "ya las Hemmides" (?)».
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los bellos bultos de los blancos cuerpos;195 ni ya se bañan en aljófar líquido de cristalinas fuentes bellas Náyades; y ya, piadosos a sus tiernas lágrimas, las fuentes, prados, montes, ríos, bosques, las altas ramas de los troncos huecos,196 vuelven sus quejas con enteros ecos. Finalmente, la Virgen Sacrosanta, la fe y la religión de España viendo, se viene a nuestra España, y Flandes deja, porque no hay para ella otro tal Flandes como piadosos y fïeles pechos. (Huye, como otro tiempo, recelosa huyó a la tierra que fecunda el Nilo -el Nilo, que recibe de los cielos la mayor parte de sus dulces aguas y al mar con siete bocas las vomita-, temiendo del tirano rey hebreo el rigor fiero, la sangrienta rabia con que buscaba al inocente Infante, Hijo de Dios y de la intacta Virgen, pretendiendo, incitado de las Furias
195
En los v. 464-5, Alonso-Ferreres cometen dos errores de interpretación. El primero consiste en leer "...y a las Hémmides", en lugar del correcto "...ya las Hénides", porque estas ninfas son el sujeto (no el complemento indirecto) del verbo niegan. El segundo error es entender los bellos bultos del ms. en la acepción de "rostros, caras" (vultos). El contexto indica sin ninguna duda que el poeta se refiere a los cuerpos (bultos) de las ninfas: a consecuencia de la traslación de la imagen a Antequera, el monte agudo flamenco pierde todo su esplendor; incluso las Hémmides (hénides) les niegan ya a los prados la presencia de sus bellas formas corporales. 196
V. 470: el ms. lee guecos.
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el bárbaro crüel infanticida, dar muerte al dulce Autor de nuestra vida). El Séquana, de Francia ilustre río,197 te vio primero, oh Virgen palestina, y humilde revolvió sus crespas ondas, deseando besar en sus arenas, con cristalinos y nevados labios, de aquesas plantas las doradas huellas a quien besan y adoran las estrellas. Lo mismo intenta el Lígeris, su émulo;198 y el Garona también, por esto mismo, movió sus aguas con torcidos pasos, procurando cualquiera en competencia hacer ostentación y presentarle199 montañas de cristal y blancas perlas (con mano larga no: con mano pródiga);200 y por esto sus ondas apiñaron, porque la alma belleza de su rostro,
197
V. 489. El Sequana es el río Sena. En su itinerario desde Bélgica hasta Antequera la Virgen de Monteagudo ha de cruzar los grandes ríos de Francia (Sena, Loira y Garona), Los Pírineos (“Pirene”) y los ríos españoles (Ebro, Duero, Tajo (nada se nos dice del Guadiana) y Guadalquivir (“Betis”) hasta llegar a las orillas del río de Antequera, el Guadalhorce o Síngilis. 198
V. 496. El Lígeris es el río Loira.
199
V. 500. El ms. lee presentarse.
200
V. 502: La puntuación de Alonso-Ferreres («con mano larga, no con mano pródiga») es tan errática que induce a lo contrario de lo que afirma el poeta. En efecto, Tejada sugiere que los dos ríos ses compiten entre sí y acaban apiñando sus aguas para hacerlas más abundantes ante las plantas de la Virgen Los editores no entendieron tampoco la broma de contraponer una mano larga con una mano pródiga.
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lúcido espejo do se mira el Cielo, refrenó al río sus corrientes aguas, y el vago curso resbaló más tardo, mas, por haberlo visto, más gallardo. Pero cuando llegó la Virgen ínclita 201 que trujo a Dios en sus maternos claustros hacia la parte que Pirene oprime 202 la tierra con su inmensa pesadumbre, y a los cielos levanta sus pirámides tan altas que a los cielos desafían y ven primero al sol en cuna de oro (con quien calla las suyas Menfis bárbara) pues desprecian, fïadas en su altura, las vagas nubes que, inferiores, truenan, de religión movido el gran Pirene, por adorar la imagen de María, a las faldas más llenas y tendidas 203 de sus riscos las máquinas iguala y al cielo le dan paz con gran soberbia,204 y, para dalle paso por sus cuestas, abre camino en sus laderas mismas y postra los desgarros y asperezas de incultas breñas y erizadas puntas
201
El ms. lee en el V. 509 lleuo. Alonso-Ferreres, con lógica, pero sin advertirlo, imprimen llegó. 202
El ms. en el V. 511 lee que Perene. En la ed. de Alonso-Ferreres se lee
do Pirene. 203
V. 521: en el ms. se lee llenas; Alonso-Ferreres imprimen llanas (que resulta allí redundante). 204
V. 523: el ms. lee: les dan paz; Alonso-Ferreres imprimen con acierto y sin advertencia: le dan paz.
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y inclina la cabeza más benino 205 a la Reina del cielo cristalino. Pasando el Pirineo, ya descubre la Virgen, ya de Dios divina Madre, los bellos campos de la Iberia fértil que alegra con las luces de sus ojos, gozosa de evitar, viniendo a España, de Calvino sacrílego la saña. Ebro, sagrado río, muestra el gozo que tiene en ver a tan divina huéspeda;206 sálela a recibir aderezado de cambïantes ropas turquesadas; ciñe sus canas sienes verde lauro, recogida la crin en arcos verdes; y el Duero, claro honor de muchos años, y tú, purpúreo Tajo, que revuelves entre ondas de plata arenas de oro, alegre recibistes a la Reina 207 que dora las estrellas del Olimpo, haciendo ostentación de vuestras ninfas que vuestras amenísimas riberas ocupaban con danzas en mil coros, prestando para alfombras a sus plantas odoríferos tallos, yerbas, flores, tan varias en olor como en colores. No falta al grato oficio el padre Betis, ínclito rey de cuantas aguas corren
205
V. 528: benigno.
206
V. 537. El ms. lee guespeda.
207
El V. 545 se lee así en el ms: alegre reçiuistes a la reyna. Sin embargo, en Alonso-Ferreres: alegres recibisteis.
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por los famosos españoles campos; Betis, que da su nombre soberano a nuestra Andalucía, noble Bética (docta Minerva y Palas furibunda, si se arma con la pluma y con la espada), que entra tan arrogante en el mar bravo acompañado de sonante ejército de levantadas ondas, que parece que guerra al mar y no tributo ofrece. La Virgen llegó al fin en horas faustas a las riberas que el pequeño Síngilis puebla con varios, fructüosos árboles, pequeño en ondas mas en fama célebre, el cual prestó su celebrado nombre a nuestra patria, cuyos campos baña, y por su nombre se llamó Singilia; y los singilios, fundadores suyos, al claro río, “Síngilis” llamaron, y a los antiguos y famosos muros de Antequera, “Singilia” les dijeron,208 y este nombre tuvieron largos siglos hasta que los ejércitos alarbes, atropellando de la noble España la religión, las gentes, las ciudades, hicieron resonar las españolas y antiguas voces su lenguaje bárbaro y entonces le llamaron Guadalhorce, cuando Muza y Tarif, rayos de Marte,209 de púrpura tiñeron a los ríos con la sangre católica vertida,
208
V. 574. En el códice: le dijeron.
209
V. 582: el ms. lee Tarifa.
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muros y patrias aras defendiendo: tal es la verdadera antigua fama que Guadalhorce se llamase Síngilis, y no el río Genil, que tiene origen entre los riscos de la gran Nevada, enlazando después los altos muros de Granada con lazos argentados, porque del tiempo la soberbia fiera lenguas, nombres y máquinas altera. Síngilis, pues, o Guadalhorce, viendo la prenda dichosísima que tiene en la virgínea celestial imagen, y el nombre, el esplendor, el lustre y gloria que adquieren nuevamente sus riberas, y Singilia también, en cuyos límites no sólo de cristal ondas espacia mas también a sus muros da su nombre, deseando ostentar con varios modos sus nuevos gozos y felice suerte, el río más que todos grato al cielo llama a su cueva cuantos blancos cisnes baten en sus riberas plumas cándidas y que, inspirados de divino aliento, son gloria suya y suspensión del viento. Entre azules pizarras se levanta una alta sierra por el aire vago, a cuya superficie cubre el musgo y, en verdes manchas, pegajosa lama, después que a trechos por sus pardas venas el bello Liso a quien amaba Baco, convertido ya en yedra, se maraña y con estrecho lazo abraza y ciñe, haciendo altos turbantes, a la piedra, y pabellón al sol lazos de yedra.
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De esta tierra las cóncavas entrañas se abren, dando lugar a una ancha gruta do nunca el miedo ni el secuaz cuidado 210 ni hallaron entrada o vieron puerta, sino el recreo, el gusto y el contento, aumentadores de la larga vida; el pavimento de esta ilustre cueva entapizado está de mil alfombras obradas de follajes naturales que hacen vistosísimos desprecios a cuantas teje el sere y obra el china en arte y en materia, en gala, en obra: que la violeta, el lirio y el jacinto, el clavel rojo y la azucena bella y, en matas de oro, la perpetua ambrosia, del mármol pario abrazan las junturas. Entre lazos, grutescos y giraspes211 se ve el zafiro, imitador del cielo, y de cristal de roca varias puntas resplandeciendo con color nativo, salpicado del agua en varias partes, blanco el cristal y el agua también blanca, de suerte que, si se halla diferencia, es en moverse y no en la transparencia. Levántanse columnas de diamante de varios jaspes de colores varios, sustentando el magnífico cimborio de apiñados racimos de mocarbe; y, de blanco coral y coral rojo, hermosas ramas y torcidos ganchos,
210
V. 621: el ms. lee sequez.
211
V. 635: Alonso-Ferreres imprimen entrelazos.
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unos que el agua cubre medio verdes, unos ya endurecidos, tiernos otros, y el techo alto y sublime resplandece con los reflejos que el cristal ofrece. Entre montones mil de blancas perlas está el excelso tribunal y asiento lleno de majestad del sacro río, reluciendo con blancas margaritas; las gradas son de transparente yelo engastadas con perlas y topacios y el color grato de esmeraldas verdes, entre las cuales trepidantes llamas rutilan de flamígeros piropos; y sobre basas y columnas altas de mil preciosas piedras minerales restriba un triunfal arco, de quien penden diáfanos racimos de aquel árbol en quien se convirtieron las hermanas del abrasado joven, cuya muerte solemnizan con ámbar medio blanco 212 que sudan por las rústicas cortezas; penden festones de argentadas conchas, hechos trofeos de color purpúreo del nácar que a la Aurora prestó labios,213 y de tantas colores varios jaspes214 cual no dio el indio ni crió el Hidaspes.
212
V. 668: Alonso-Ferreres imprimen blanca. Aunque la caligrafía del ms. pueda hacer dudar, la morfosintaxis desautoriza esa lectura: ámbar es masculino y, por tanto, ha de optarse por blanco. 213
En el V. 672 el ms lee Aurora; Alonso-Ferreres, autora.
214
En el V. 673 el ms. lee tantas colores; Alonso-Ferreres, tantos colores.
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En este asiento el venerable río restriba el cuerpo sobre el brazo izquierdo en una transparente urna de vidrio, y por la antigua barba se deshilan líquidas perlas y cristales líquidos, y los vellones de encrespada plata que a la cabeza sirven de cabellos entre flores se enlazan y hojas verdes; de cañas, juncos, hiedras y espadañas y de menuda escarcha un alto ceño cubre su frente y transparentes ojos, cuyas lágrimas son cándido néctar; de un nativo coral ganchosos cuernos ornan su frente de lustroso nácar; y en las vellosas manos rige un cetro de plata y de coral y rubio eletro.215 Pende del hombro, orlado de diamantes, un manto ajironado de colores y lamas, parte azul y blanca y verde, con fluecos y trapuentes y zanefas de blancas perlas y menudo aljófar (aunque a la vista no se diferencia si es aljófar o perlas o rocío) y, entre los gruesos y tendidos labios y nacarados dientes de su boca, respira blanda niebla en vez de aliento,216 con que se eriza la encrespada barba y entolda las paredes de su cueva que, poco a poco, convertida en pluvia,
215
V. 690: el ms. lee electro. Se propone eletro por evidentes razones de consonancia con cetro. 216
V. 700: Alonso-Ferreres imprimen, por error, blanca niebla.
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manando del cristal y quiebras hondas, prestan a su corriente claras ondas. Aquí, en aquesta cueva, el río dichoso llamó sus cisnes: vienen prestamente batiendo plumas de enrizada plata, penetrando los aires con tal música que enfrenaron las aguas el murmúreo y, sordas, sus acentos escucharon; y el viento, enamorado de sus voces, no osó luchar entre las blandas hojas del acopado chopo y lentos sauces que del río las márgenes ocupan, a quien mirando alegremente el río, entre nevados labios, lanzó al viento aquestas voces con sonoro aliento: «Dulces cisnes, honor de mi ribera, deleite nuestro, ya sabréis ahora la alta fama y riqueza verdadera que nuevamente mi distrito honora, pues quien adora la celeste esfera y es de los cielos Sol, Luna y Aurora viene a nuestra ciudad: ¡oh gran tesoro, con quien viene la Edad y Siglos de Oro! »Viene a nuestra ciudad, deja el hereje entre sus vanas opiniones ciego, y el yelo y el rigor de Bonalege217 quiere templar con vuestro ardiente fuego;218
217
V. 729: el manuscrito lee Bonalegre. Claro está que en el topónimo hay una alteración: la rima exige un final de verso en -eje (o -ege). 218
V. 730. El ms. lee ardiente zelo. Nos hallamos ante otro error del copista: el verso ha de terminar en -ego, para mantener la consonancia de la octava. Con toda seguridad, la forma correcta es la propuesta (ardiente fuego).
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ninguno habrá que a tanto bien se aleje y que no preste oídos a mi ruego con que os exhorto levantéis el canto a celebrar su triunfo sacrosanto. »En mi ribera sólo el nombre suene de quien el nombre de Eva mudó en ave; a este nombre dulcísimo resuene la selva, el árbol, la onda, el aire, el ave: en dulce himno, en canto más solene, el nombre de María, dulce y suave, en pluma, en plectro, en lira y en acentos 219 regale en dulce cántico los vientos. »Mi orilla con la copia de Amaltea sentirá los tesoros soberanos; tenderá Flora su gentil librea en altos montes y extendidos llanos; Pancaya, olores; la región sabea dará sagrados humos en sus granos, y mojados despojos, con pío voto, libre de los naufragios, el piloto. »Vestirán las paredes de su templo, entre indios y pérsicos doseles, mil bárbaras cadenas, fiel ejemplo de dulce libertad de mil fïeles; que engaña a la verdad miro y contemplo alta destreza de únicos pinceles, pintando entre olas y furioso Noto, libre de los naufragios, el piloto. »Porque la Virgen es divina nave; piloto Dios, su gracia le dio aliento; y así pudo evitar la furia grave y del pecado el ímpetu violento; 219
V. 741: el ms. lee peltro.
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alas tuvo por velas, por ser ave, con que, volando del austral asiento, la trajo a nido y templo su devoto, libre de los naufragios, el piloto. »Después entonaréis la alta memoria del pastor vigilante que, piadoso, celebra su venida, triunfo y gloria, nuevo lustre al renombre de Moscoso; al mundo es su virtud clara y notoria 220 y, pues de la virtud el premio honroso es la alabanza, levantad al cielo su ilustre nombre y fervoroso celo. »Cantaréis de don Diego, que es coluna 221 de la milicia del patrón glorioso, que al Turco, al Moro, crespa cola y luna derriba con el brazo victorioso; diréisle hijo de Marte y la Fortuna y que es gloria del tronco generoso de los Caravajales, que han podido triunfar del tiempo y nieblas del olvido, »que, entre trofeos mil, su ilustre frente permite yedra y el laurel la enrama por ser Febo en la paz, sabio y prudente a quien la santa Astrea estima y ama; diréis que su Castillo alto, eminente, es blasón del escudo de la Fama (si no es que le pretenden las estrellas para fijallo entre sus luces bellas);
220
V. 771: el ms. comienza al mundo es su birtud; Alonso-Ferreres: al mundo su virtud. 221
V. 775. Don Diego del Castillo fue el mecenas que corrió con la mayor parte de los gastos de la translación del icono flamenco a Antequera.
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»y que le está Antequera agradecida por padre de la patria y fiel amparo, y por ser su nobleza esclarecida de la rara virtud ejemplo raro; y que mientras mis ondas dieren vida a las plantas y flores, y el sol claro luciere, de su nombre y alta gloria serán diamantes libros de memoria; »y que los altos muros de Numancia, por tener hijo tal, son más gloriosos que por haber mostrado tal constancia, altas proezas, hechos hazañosos; si émula le fue a Roma su arrogancia con que adquirió trofeos mil famosos, por él tendrá tan ínclitos blasones que invidia le tendrán claras naciones; »pues que de tanto timbre y tanto escudo de bandas de Castillos y Quiñones puede poner por orla a Monteagudo, que no será el menor de sus blasones; pues con afecto religioso pudo del Austro ver los más preciosos dones, y que por él Singilia goce agora luceros santos de divina Aurora. »Vosotros, cisnes a quien Febo inspira el alto don de su divino aliento, premio tendréis más noble, de la ira del tiempo y del olvido y muerte exento; pues en cuanto el mar cerca y el sol mira se oirá de vuestros nombres el acento, y a vuestras musas altas y divinas envidiarán las griegas y latinas. »Que ya crece al humor de mis corrientes la sacra yedra y lauro victorioso,
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y no será para tan doctas frentes esquiva Dafne ni Titán celoso; de Hipocrene y Castálida las fuentes, el alto Pindo y el Parnaso umbroso 222 y dulces cisnes del Meandro y Cumas ya escucha el mundo en vuestro canto y plumas.» Dijo, y todos partieron al momento a obedecer su oráculo y mandato, y, con sus voces penetrando el viento, del Parnaso hicieron un retrato: cuál celebra la Virgen en su acento, cuál el laurel del escuadrón beato que son, con roja púrpura y martirio, rojos claveles del jardín impirio.
El fin.
222
V. 828. El ms. lee Pondo.
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12 (LVI) El Doctor Agustín de Tejada a Santiago. Canción.223
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De los héroes invictos, ya sagrados, que, roto el vital lazo, llegaron de la gloria al dulce plazo y reinan ya en el cielo laureados, el uno y otro hecho gran deseo de cantar me inflama el pecho. Pero en aqueste soberano alarde, ¿cuál ha de ser primero? Dime tú, musa, el orden por entero, por que tal orden en mi canto guarde, que, entre nobleza tanta, la lira está confusa cuando canta. Virgen excelsa, que, del sol vestida, coronada de estrellas, sois como el sol entre las luces bellas: a todos la ventaja es conocida de vuestro triunfo santo y así se os rinde a vos mi lira y canto. Pero entre la demás ilustre gente, ¿quién ha de ser primero: quien con el dedo señaló al Cordero, y a quien fue por Herodes inclemente la cabeza cortada, del mismo Dios querida y celebrada;
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Esta canción, manuscrita en el CA, consta de treinta y cuatro estancias (aliradas) de seis versos.
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o el gran patrón de la romana iglesia, que, dejando la barca y redes pobres, vino a ser monarca desde la margen india a la tartesia, a quien dio su fe rara llave a la mano y a la sien tïara (digo aquel gran pastor a quien se humilla, por ser de Dios vicario, de nuestro polo ártico al contrario, que, de la cruz que le sirvió de silla, con la cabeza el suelo hiriendo, con las plantas miró al cielo); o el otro dulce amigo, resonante 224 trompa del evangelio en cuanto de oro y plata Delia y Delio argenta y dora, y muro de diamante, cuya cabeza ilustre tres fuentes hizo, a Roma dando lustre? Mas no querrás ceder, primer cristiano, pues del Carro al Canopo fuiste el más rico y estimado copo, y así en aspa de cruz te aspó el tirano; pero, aunque más te aspe, suena tu fama desde el Tibre a Hidaspe. Ni tú querrás cedelles, regalado discípulo que el pecho tuviste del Pelícano por lecho, y, cual águila, al sol siempre has mirado, al Sol que, sin eclipse, siempre resplandeció en tu Apocalipse. Mas ya, famoso incrédulo, me acuerdo que es bien que de ti cante, 224
V. 37: Hipómetro. Con Alonso-Ferreres se inserta otro.
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porque, aunque fuiste en porfïar diamante, bien puede a veces porfïar un cuerdo pues que, si no dudaras, no tanto la fe nuestra aseguraras. Tú, de Jerusalén, oh pastor sacro y de virtud ejemplo, que de Sión al levantado templo 225 sirvió tu ilustre sangre de lavacro (virtud que al suelo ira), serás sujeto de mi canto y lira,226 si no es que las ocupa aquel que al scita sus frígidas regiones, de la cruz predicando los blasones, con claros rayos de la fe visita, y tanto la cruz quiere, que, por vivir con Dios, en ella muere. Pero, dejados éstos, al instante canta, hermosa Euterpe, del que se despojó, como la sierpe, la piel antigua y aspiró constante a entrar con tales costas por las celestes puertas, aunque angostas. Y de ti cantaré, gran coronista, que a Cristo amaste tanto que su voz sola te sirvió de encanto, pues dejas, por seguir su insignia y lista, lo que un tiempo idolatras: cédulas, bancos, libros y mohatras. Aunque tu celo, oh celador glorioso,
225
V. 63: en el ms. se lee a lebantado.
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V. 66. El ms. lee sera el sujeto de mi canto y lira. La concordancia con el Tú del v. 61 explican la corrección propuesta.
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con gran razón merece que mi musa por ti su canto empiece, pues, indómito, bravo y animoso, de la fe al sacro estilo haces que la cerviz sujete el Nilo. Y del primer lugar la antecedencia querrá tu compañero, si no ya sol, bellísimo lucero, que alumbró con la luz de su presencia lo que bañan y cercan Tigris y Eufrates, que en grandeza altercan.227 Mas, ¿quién tendrá las alabanzas mudas de aquel caudillo fuerte a quien oficio y silla cupo en suerte, de que prevaricó el avaro Judas, cuya codicia ahoga, con propia y justa mano, infame soga? 228 Mas ya la fama del patrón gallego mi lira y canto llama: que ocupe canto y lira la alta fama de aquel Hijo del Trueno, ardiente fuego, con cuyos resplandores, son la luna y el sol astros menores. Éste que en la siniestra amenazante embraza el pavés de oro, y, estremeciendo al estrellado coro, sus sagradas columnas de diamante de su asiento menea si el estoque flamígero blandea,
227
V. 96. Eufrates es aquí, como es normal en los siglos de Oro, voz paroxítona. 228
V. 102. Por error del copista se lee injusta mano.
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y en un caballo, que a la nieve pura en el color imita, más de una vez dio espanto al ismaelita, siendo de su loriga y armadura las mallas rojas cruces, rayos, llamas, relámpagos y luces, donde, del resplandor que su cuchilla arroja, el sol, vencido, turbado en medio de su curso ha sido, cuando Diego, en defensa de Castilla, entre el fiero africano, bravo la esgrime con la diestra mano: tal del Clavijo el campo lo miraba poblando sus desiertos de destrozadas armas, de hombres muertos que a la arena su número igualaba, vengando las querellas del censo infame de las cien doncellas; y entre alfanjes rendidos y turbantes, capellares, marlotas, y, entre albornoces y almalafas rotas, Ramiro y sus ejércitos triunfantes altares le hacían que con pías ofrendas componían: preñada espiga a quien el sol madura el labrador le ofrece; y, de cuanto la tierra se guarnece, adorna el voto la ara con fe pura, humeando en grato censo,229 entre ocasiones mil, árabe incienso; y el campo, que esmeralda parecía de sola hierba verde, 229
V. 143. El códice lee ingrato censo.
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ya con varia labor el color pierde, porque de mora sangre se teñía, y sólo son rubíes las flores antes blancas y turquíes. Ya postradas banderas y pendones entapizan el suelo, y, como si estuvieran en el cielo, pisan la blanca luna los varones: la luna y lunas pisan con que árabes banderas se divisan, y de Coimbra las cerradas puertas sus brazos conocieron y al furor de sus golpes se rindieron, dándose a la cristiana gente abiertas, por que un obispo viera que para tal caudillo el hierro es cera.230 Las Navas de Tolosa, coronadas de ejércitos paganos, vieron los montes exceder los llanos con montones de escuadras destrozadas, con que en aquesta guerra tembló oprimida y aun gimió la tierra.231 Y las naciones de Asia más bizarras, donde su cruz tremola, las medias lunas y encrespada cola postraron y doradas cimitarras, siendo a su furia flacos los bajaes, beterbeyes y sanjacos.232
230
V. 162. El ms. lee: es hiero es Zera.
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V. 168. En el códice: oprimido.
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V. 174: En el ms. sinjacos.
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Y, en la parte del mundo antes oculta, vio su bárbara gente, con oro y varias plumas reluciente, cómo su espada en piedras mil sepulta, por que a Dios sacrifique tanto idólatra rey, tanto cacique. ¡Oh defensor divino, oh luz de España!, pues que a la fe sincera trajiste la nación más brava y fiera que dora el sol y el mar con perlas baña,233 muy justo es que defiendas los hijos tuyos, tus queridas prendas. Tú, a cuyo altar, reliquia soberana, sus hombros plateados sujetó el mar, cuando los vio cargados de la marmórea tumba o nave ufana que, sin mástil ni vela sujeta el mar, los vientos encarcela, y al fin tomando puerto, le dio asiento adonde el mar de España al sol hospeda y sus caballos baña, entapizando en su recibimiento de oro y grana luciente las estrelladas salas del Poniente. Aquí reposan tus reliquias santas, donde a cumplir sus votos son frecuentadas de los más remotos, de tantas gentes y naciones tantas: del español robusto, francés rufo, pardo indio, etiope adusto.234
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V. 184. En el ms.: ni el mar.
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V. 204. En el ms.: Ruho.
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POESÍA FUNERARIA
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13 (VII) [Agustín de Tejada]. A la muerte de Barahona de Soto.235
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Desata, oh noble espíritu, desata de la corpórea roca el lazo estrecho, pues por daño del mundo y tu provecho, si el cielo te nos dio, ya te arrebata. Átropos el estambre desbarata, y el golpe del cuchillo, en impio hecho, secó a Pindo el frescor de cumbre y pecho y a Hipocrene enturbió la clara plata. Y viendo estéril el florido Soto que honraba la corriente a su ribera, Febo, que antes cantaba, ya suspira. La lira destemplada, el arco roto cuelga de un lauro y dice: «Oh suerte fiera, pues no hay Soto que cante, no hay ya lira».
235
El gran poeta lucentino Luis Barahona de Soto había nacido en 1548, y murió en Archidona en noviembre de 1595. Sobre esta fecha, pues, debió de escribir Tejada este soneto.
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14 (VIII) El mismo. A la muerte de Hernando de Herrera.236
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«Oíste, oh padre Betis, la voz rara de un cisne de tu orilla, el gran Herrera; tan dulce voz que a mí en mi cuarta esfera el número y el son mil veces para: »digo aquel que su Luz divina y clara hizo que resonase tu ribera, por quien gozaste eterna primavera y su nombre inmortal, estatua y ara. Este, pues, de Vandalia honor y gloria, es muerto -al sacro Betis dijo Febo-237 por que presida en mi divino coro». Y Betis respondió: «Ya sé la historia, y así de hoy más las ondas que al mar llevo lágrimas son que por su falta lloro».
236
El Divino Herrera murió en su Sevilla natal en 1597; de esa fecha ha de ser el soneto de Tejada. Con motivo del IV Centenario de su muerte, tuve ocasión de publicar un breve artículo que trataba de señalar algunas semejanzas y diferencias con otro poeta antequerano: Luis Martín de la Plaza (“Ecos de Fernando de Herrera en Luis Martín de la Plaza: asimilación y lejanía”, en Revista de Estudios Antequeranos, nº 9, 1997, pp. 145-162.). Cualquier lector que compare la obra de Tejada con la de Herrera comprobará la perfecta asimilación que el antequerano acepta y potencia del mejor Herrera, mucho más intensa que la detectada en Luis Martín. 237
V. 10. El ms. lee el sacro Betis por el evidente al sacro.
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15 (XIV) [Agustín de Tejada] Liras. A la muerte del Rey Don Filipe II.238
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El águila que a ser anciana llega, en una fuente clara las plumas baña y la vejez repara, y allí cobra la vista fiera, ciega, y, puesta al sol, le torna a nacer nueva pluma que le adorna. Surcó la nave el piélago hinchado, horrísono y violento; combatiola la mar, hiriola el viento contra las flacas fuerzas indignado. Pero, a su desconcierto resistiendo pujante, tomó puerto. Rompió una bella garza el aire vago; siguiola un gerifalte por que sus garras con su sangre esmalte, en ella procurando hacer estrago. Mas ella con recelo escapó y hizo punta por el cielo. Luchó Anteo con Hércules famoso, pero cuando sentía que Alcides en la fuerza le vencía,
238
Título. El copista de PS utiliza aquí y en las restantes ocasiones en que se refiere al rey la forma latinizante Philippe. Modernizo la grafía. Como se sabe, este monarca murió en 1598. En este magnífico poema funerario, escrito en estancias aliradas de seis versos, Tejada desarrolla una estructura en paralelo. Primero describe los rasgos distintivos de seis figuras: águila, nave, garza, Anteo, Sol y ave Fénix; a continuación va comparando al rey Felipe con cada una de ellas para destacar las cualidades excepcionales del monarca.
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daba el cuerpo a la tierra y, vigoroso, de la caída en tierra volvía más valiente a nueva guerra. Claro alumbraba el Sol y rutilante, y, ocasión importuna, se opone entre la Tierra y él la Luna, y así se vio eclipsado en un instante: y el eclipse fenece y luego nuevamente resplandece. La fénix de color rojo y dorado, cuando su muerte siente, entrega el cuerpo bello al fuego ardiente, y, después que en ceniza se ha tornado, de su ceniza, viva, nace otra fénix nueva más altiva. Cual águila imperial, Filipe, fuiste honor del suelo hispano,239 cuando, dejando el débil cuerpo anciano, en turbias aguas de la muerte triste, cual del águila nueva tu juventud sagrada se renueva. En este mar confuso y alterado fuiste nao combatida de varios trances mil que trae la vida de un rey en tan inmenso y grande estado. Pero, después de muerto, en el reino de paz tomaste puerto. La garza, oh grande austríaco, imitaste, que, aunque quiso la muerte ensangrentar en ti su flecha fuerte, dando más alto vuelo te escapaste, que eternizan tu celo 239
V. 38. Probablemente Tejada escribiera *cielo.
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las inmortales láminas del cielo. Luchaste, oh grande Anteo, con la muerte, que es enemigo airado, y, viendo tu valor sobrepujado, diste el cuerpo a la tierra y, de esta suerte, de la terrestre cama se levantó inmortal tu clara fama. Alumbrabas, cual Sol, en la grandeza de este mundo importuna; opúsose la muerte, cual la Luna, y eclipsó el resplandor de tanta alteza. Pero ya nuevamente más claro estás y más resplandeciente. Único fénix y esplendor del mundo, si la muerte y su fuego te consumió y a España su sosiego, un Tercero Filipo, del Segundo, dejaste y, si tercero, fénix será en valor solo y primero. Y a tu tumba honrarán, Filipo augusto, con pompa y triunfo grave, águila, garza, Anteo, fénix, nave, y un sol, pues fuiste sol piadoso y justo que adorna con decoro el sacro asiento de los ejes de oro.240
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Este sacro asiento... es el carro del sol.
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16 (XV) El mismo autor. Al mismo intento. Soneto.
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Diote, oh monarca, en pecho el indio el grano 241 del oro, que es del mundo hidropesía; diote la perla que la concha cría, y el chino su brocado más galano; sus despojos, el fuerte suelo hispano; el caballo feroz, Andalucía; drogas Arabia, y rica pedrería Oriente, y sus aromas el persiano. Diote en tributo su coral Egeo; bálsamo, Siria; plata, el sardo astuto; Libia, marfil; Corinto, metal fuerte. Fue tu despojo el mundo y tu trofeo: él, todo junto, te pagó tributo, y tú lo pagas hoy solo a la muerte.
241
V. 1. En pecho: ‘en tributo’.
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Agustín de Tejada
Poesía funeraria
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17 (XVI) [Agustín de Tejada] A la muerte del Rey Felipe II. Canción.242
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Erízase el pavón vanaglorioso, y con el pico adorna las plumas de su rueda bien compuesta; ya las encoge ya a extendellas torna, ya alarga el cuello hermoso, ya empina la amarilla y verde cresta, y, ufano, la soberbia cola enhiesta; y, en mirando los pies, no estima ni ama 243 adorno, galas, plumas, hermosura. Con suma calentura,244 en el tomillo o grama se postra el fiero león, que gime y brama; no hay fiera menos fuerte que no baje del monte áspero y yermo
242
Esta canción es, quizá, la composición más esplendorosa y brillante, la mas tejadiana, sin duda, de toda su producción fúnebre. En cuatro estancias de dieciocho versos, despliega, como en el poema anterior, una serie de comparaciones entre el monarca y el pavo real ('pavón'), el león, el verano (i.e.: 'la primavera'), la serpiente y el fénix. La briosa elegancia del poema se cierra con una recolección magistral de los términos comparados. 243
V. 8. La belleza del pavón contrasta con la fealdad de sus pies; Felipe II, como aquel, solo tuvo tacha por los pies: padecía de gota. 244
Vv. 10-18. El león enfermo y febril (con suma calentura) aviva el deseo de todos sus animales enemigos por darle muerte, pero, aun en ese estado, con un solo gesto es capaz de espantarlos (como el rey Felipe II).
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pensando dalle muerte, y, apenas el temido monstro enfermo la cabeza levanta, cuando a las fieras y aun al monte espanta. Pasa el hibierno helado y riguroso; la noche escarcha el yelo por que el verano alegre tras de él vuelva, huigan las nieblas, y en el claro cielo parezca el sol hermoso y los vapores húmidos resuelva. De flores se corona el campo y selva. La serpiente, que estuvo por el frío 245 debajo de la peña áspera y tosca torcida y hecha rosca, sale con nuevo brío, cercando el prado, el monte, el valle, el río; y en una dura piedra deja la piel antigua y escamosa unida como yedra, y con otra labrada y más hermosa arrastra el blanco pecho, alegre del despojo que en sí ha hecho. El fénix, a quien vio la Arabia sola, y a quien naturaleza larga vida y belleza igual ha dado, de un águila sublime la grandeza, verdinegra la cola, cuello hermoso de azul y oro grabado, y de púrpura el pecho matizado, alas rosadas de beldad suprema,
245
Vv. 26-36. Al igual que con la llegada de la primavera, la serpiente aletargada despierta mudando la piel, así el rey, al morir, dejó la piel humana luciendo otra más hermosa: la de la inmortalidad.
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dos crestas que le sirven de zarcillos, plumajes amarillos a modo de diadema: alas, pecho, cabeza y cuello quema, con ánimo gallardo, en un nido aromático de cendra; con ella mirra y nardo. Mas otro fénix de su cendra engendra, en quien nunca se pierde amarillo, oro, azul, rosado y verde. Gran Filipo, pavón sembrado de ojos, tu rueda esclarecida por los enfermos pies se ha consumido; furioso león de España fuiste en vida, triunfando con despojos del turco, francés, moro y indio rendido, que todos, aun enfermo, te han temido. Pasó el hibierno, vino tu verano, y entre piedras dejaste, cual serpiente (que aun fuiste más prudente),246 el lacio cuerpo humano, vistiéndote el azul del cielo ufano. Un fénix raro fuiste, pues no tuvo tal rey el ancho mundo. Y apenas te partiste,
246
V. 64. Más prudente (que la serpiente) es una alusión de Tejada a una frase evangélica (Mateo 10, 16): Estote ergo prudentes sicut serpentes et simplices sicut columbae ('Sed, pues, prudentes como serpientes y sencillos como palomas'). No podemos olvidar la profesión religiosa de Tejada, de ahí esa cita que le resultaba extraordinariamente familiar.
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Poesía funeraria
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cuando nació de ti un fénix segundo,247 más raro, hermoso y bravo que sierpe, fénix, león, verano, pavo.
247
V. 70. Este fénix segundo es el nuevo rey Felipe III, hijo del difunto Felipe II. Lo que resulta bastante discutible es que el nuevo rey fuera raro y, sobre todo, bravo (hermoso, parece que sí).
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Poesía funeraria
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18 (XXIV) De Agustín de Tejada. Al túmulo de la Duquesa de Lerma.248
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Detén el paso, ira, oh caminante, no de este mausoleo la riqueza, mas el ser de sus jaspes la belleza a tales huesos funeral Atlante. Del más noble jardín lirio fragrante yace aquí deshojado, y su pureza la muerte marchitó, que es la grandeza blanda cera a sus filos de diamante. El águila real, que alzaba el vuelo sobre las nubes rutilantes de oro, a la tierra las plumas ha abatido; las plumas dio a la tierra, y en el cielo nido buscó decente a su decoro: cielo su cuna fue, cielo es su nido.
248
Doña Catalina de la Cerda, esposa del valido más poderoso de su tiempo (el Duque de Lerma), murió en 1603. Dado el poder y la influencia de la familia, su muerte fue cantada por los grandes ingenios de la época. Este soneto, con los mínimos cambios ad hoc, fue plagiado por un (¿poeta?) granadino, de nombre Gabriel Lozano, para las honras que en Granada se hicieron por la muerte de la reina Margarita de Austria en 1611 (vid. L-M).
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Poesía funeraria
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19 (IX) Al Licenciado don Antonio Sirvente de Cárdenas, del Consejo de su Majestad, Presidente de su Real Chancillería de Granada. El Doctor Agustín de Tejada.249
5
10
Renace, oh nuevo fénix, de la llama que ha encendido tu pluma en más de un pecho, aunque es angosto el mundo, sitio estrecho para que vuele en él tu ilustre fama. El envidioso Tiempo, a quien inflama el deseo de ver muerto y deshecho el nombre más heroico, él mismo ha hecho ara y templo a tu nombre, y a él te llama. Y a tus cenizas, que Granada encierra como el grano mejor, tumba fabrica no de indio jaspe ni mortal tesoro, mas de tu estilo mismo, a quien la tierra da lauro, gloria Apolo y fama rica el Cielo, que es mejor que jaspe ni oro.
249
Don Antonio Sirvente falleció el año 1606.
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Poesía funeraria
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20 (XLIII) Del Doctor Agustín de Tejada [A la muerte de la Reina Doña Margarita de Austria]250
5
10
Este que ves trofeo y esta pira contempla, oh huésped, si te deja el llanto. Tú no te acerques, ni tus pies el santo sitio profanen, mas llorando ira. Esta fábrica excelsa en torno gira. ¡Todo este templo para dueño tanto! Ciprés y tejo no, sino amaranto ofrece, y por tal pérdida suspira. Cenizas son de un fénix las que encierra urna siempre dichosa, mas la llama a España alumbra y los Elíseos dora. Sele liviana, pues, oh madre tierra, y a Margarita cantará la Fama, del Sol la tumba y lecho del Aurora.
250
La reina Margarita, esposa de Felipe III, murió el 3 de octubre de 1611. Si grande fue el reflejo literario y artístico de la muerte de la Duquesa de Lerma, el de la reina Margarita sobrepuja cualquier comparación. En otro orden de cosas, resulta llamativo que Tejada, para el arranque del segundo terceto (Sele liviana, pues, oh madre tierra) casi calque el de otro comienzo de terceto de una égloga juvenil perdida: Sele liviana, pues, pesada tierra, rememorada por él en los DHA.
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Poesía funeraria
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21 (XLVIII) Del Doctor Agustín de Tejada. Al Condestable en la muerte de su nieto.251
5
10
Claro mecenas, aplacad el llanto debido de tal nieto a la esperanza, infante que en la pluma y en la lanza fuera gloria de Europa, de Asia espanto. Vuestro único valor y pecho santo quilata y prueba el Cielo, porque alcanza que ni la tempestad ni la bonanza como vuestra prudencia pueden tanto. Vencedor fuistis siempre esclarecido, oh nuevo César, de sas lises, raro milagro a España de victorias. Pues venza al sentimiento el que ha vencido la envidia en paz y la prudencia a Ulises y en letras y armas las pasadas glorias.
251
El Condestable era Don Juan Fernández de Velasco. Dado que falleció en 1613, ese es, como leemos en L-M, el término último de esta composición.
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Poesía funeraria
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22 (LV) El Doctor Agustín de Tejada. A la muerte de Don Luis de Narváez.252
5
10
Cielo por techo y cielo por alhombra, pues tienes, oh alma, indignamente el llanto se mezcla entre la música y el canto, que ya perpetuo tu descanso nombra. Por la verdad trocaste inútil sombra, mortal asiento por eterno y santo; luces de objecto, luz dorada el manto,253 luz a quien nunca la tiniebla asombra. Por esto la razón la causa advierte de aqueste trueque, que nos da consuelo pues tus blasones su lugar hallaron,254 porque, de tu virtud, vida es la muerte y tus estrellas vuélvense a su cielo, también tus lirios, pues de allá bajaron.
252
El caballero antequerano Don Luis Narváez y Rojas falleció en el año
1616. 253
V. 7: Parece dudosa la lectura objecto. Tampoco es claro el sentido del sintagma luzes de objecto. 254
V. 11: En el ms.: sus blasones.
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Agustín de Tejada
Poesía funeraria
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23 (XLIV) Del Doctor Tejada. [A la muerte del rey Don Felipe III] 255
5
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Luceros los que engasta el firmamento sirvan de ardientes teas funerales a las del cuerpo ya cenizas reales que yacen frías en prestado asiento. Trono a Felipe fue cuanto elemento con líquidos circunda el mar cristales, mas cuanto fue el mayor de los mortales tanto menos lo incluye monumento. Su grandeza no invidies, caminante, su virtud sí, y en llanto anega el pecho, pues luce eterna, y la grandeza es sombra. Muerto, Felipe reina más triunfante, pues, si viviendo, el cielo fue su techo, muerto, a sus plantas es el cielo alfombra.
255
Felipe III murió el día 31 de marzo de 1621. Cuanto hemos dicho sobre el reflejo artístico de la muerte de su esposa (nº 20), cabe aplicarlo a la del monarca. En el ámbito de la poesía antequerano-granadina destacan los sonetos funerarios compuestos para la ocasión por Luis Martín de la Plaza (cuya obra puede consultarse en esta página web).
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POESÍA AMOROSA
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Poesía amorosa
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24 (XXX) Doctor Tejada
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Despoja el cierzo al erizado suelo del verde y hermosísimo atavío; detiene el curso el presuroso río porque a sus sueltas aguas prende el hielo. El cielo (vuelto en nubes) muestra el velo; el viento sopla proceloso y frío; el mar, bramando con hinchado brío, corrientes montes de agua sube al cielo. Asoma la florida primavera y el campo, antes desnudo, adorna y viste, suelta las aguas, da templanza al viento, aclara el cielo, aplaca la mar fiera, que al fin tiene mudanza el tiempo triste y espero la tendrá mi gran tormento.
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Agustín de Tejada Páez
Poesía amorosa
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25 (XLIX) El mismo [Soneto]256
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Si ya mi vista, en lágrimas gastada, puede ver cosas que le den contento, aquella torre de alto fundamento es el albergue de mi bella amada. Torre, soberbia estás y descollada: desafïando al alto firmamento, a las nubes te elevas, y del viento te burlas, de segura y confiada. No te burles del tiempo, ni te eleves, ni estés contenta por el bien que alcanzas de encerrar dentro en ti mi amada bella, que, aunque nunca el rigor del viento pruebes, viento son sus palabras y esperanzas, sus promesas son viento y viento es ella.
256
En este hermoso soneto el poeta tiene como interlocutora a la torre que esconde y protege a su amada.
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Agustín de Tejada Páez
Poesía amorosa
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26 (LI) El mismo
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De azucenas, vïolas, lirio, acanto, la frente ornada, la purpúrea Aurora las rojas puertas del Oriente dora y abre camino al Sol su alegre manto. Levántanse las aves a su canto y el fresco aliento de Favonio y Flora sacude los aljófares que llora en el clavel, narciso y amaranto. Y Anterano, a este tiempo, el amarillo 257 rostro levanta al resplandor del cielo, y al Amor dice que su pecho inflama: «Amor, pues a tu yugo el cuello humillo, o de mi helado sol enciende el yelo o con su yelo apágame la llama».
257
V. 9. Anterano es el nombre poético que se da Tejada.
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Poesía amorosa
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27 (LIII) Del mismo. A una dama que se hirió la mano.258
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Sin tener en la mano el hierro fiero, se rinde todo a vuestra ilustre mano; solo el filo crüel, duro, inhumano, se rebeló (rigor, al fin, de acero). Abrió el cristal y descubrió el minero de la púrpura ardiente, y el lozano campo de leche blanco y soberano tiñó con ella a mi gentil lucero. Viose el rojo clavel en la azucena, y en el blanco marfil bruñido y liso puesto el coral por el cuchillo aleve; viose turbada aquella faz serena, y viose en una mano un paraíso de coral y marfil, púrpura y nieve.
258
Como se señala en L-M, el soneto de Tejada guarda estrecha relación con el de Góngora, “De una dama que quitándose una sortija se picó con un alfiler”, cuyo íncipit es Prisión del nácar era articulado.
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Poesía amorosa
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28 (LIV) El mismo
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Sueño, domador fuerte del cuidado, hijo ligero de la madre Astrea, dulce alivio que al ánimo recrea, reposo alegre al pecho fatigado; tú al alto rey, al mísero crïado vistes de una color y una librea,259 y, siendo de la helada muerte idea, del trabajo eres puerto deseado. Tú, que en sombra huidora representas en confusas imágines las cosas, a una verdad engaños mil juntando, tú, que en húmedas nubes te aposentas, muéstrame, en tus pinturas tenebrosas, de Elisa alegre el rostro, el pecho blando.
259
V. 6. Una... una: es latinismo ('una sola').
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Poesía amorosa
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29 (XXXIX) Doctor Agustín de Tejada
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Mientras que brama el mar y gime el viento de la alta noche en el silencio mudo, cuatro y tres veces esta venda añudo (número que a los dioses da contento); otras tantas enlaza el pensamiento de aquella ingrata que olvidarme pudo, oh santa Venus, con tan firme nudo que no mude jamás de mí su intento. Ya su imagen de cera doy al fuego,260 que la verbena, encienso y lauro inflama, y tres veces su nombre invoco y canto. Así su corazón le inflama luego; mas, ay triste, que siento que a otro ama y contra un firme amor no vale encanto.
260
Vv. 9-14. Nos cuenta el poeta que intenta conseguir el amor de su amada mediante un encantamiento: quemar una imagen de cera de la dama entre ramas de verbena y laurel junto con incienso, al par que se dice su nombre por tres veces. Sin resultados.
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POESÍA HEROICA
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Poesía heroica
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30 (L) El mismo. Al Marqués de Santa Cruz.261
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Aplacadas las furias de Oceano contemplo ante tus mástiles y entenas,262 claro marqués, y recibir, serenas, yugo por tu triunfante espada y mano; tal estandarte alarbe y tal britano, a tus banderas, de despojos llenas, postrarse, y que ya sobran tus cadenas rebelde turco y bárbaro africano. Ya comedido, el viento, blandamente lucha con tus cruzados tafetanes sin indignar del mar el elemento. Seguro triunfo espera nuestra gente, pues eres tercer Marte entre Bazanes, Neptuno de los mares, dios del viento.
261
D. Alonso y R. Ferreres en su edición del Cancionero Antequerano, creen que el destinatario del soneto es Don Álvaro de Bazán, primer Marqués de Santa Cruz (†1588). Sin embargo J. Lara y M. Martos sostienen que es más probable que lo sea su hijo, del mismo nombre y similares cometidos bélicos. El argumento más sólido, en su opinión, lo ofrece Tejada en el v. 13: pues eres tercer Marte entre Bazanes. Yo me inclinaría por el primer marqués: el seguro triunfo que espera nuestra gente parece apuntar a su jefatura de la Armada invencible (1588); y sería tercer Marte porque los dos primeros serían el propio dios y el emperador Carlos V; así nos lo indica el propio Tejada en su octava a Carlos V (nº 35): Si hubo dos Martes, este es el primero. 262
V. 2. El códice lee: masteles.
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Poesía heroica
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31 (XXXVIII) El mismo. A Viriato.
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Fresno nudoso y guedejosas pieles en este pobo, a Alcides consagrado, pendientes, son trofeo más honrado que coronas de palmas y laureles. Las armas son, piadosas y crüeles, con que, la diestra y cuerpo un tiempo armado, Viriato se mostraba un rayo airado entre ítalas legiones y tropeles. A sus huesos dio Luso esta montaña 263 por tumba, y es pequeño monumento a la temida majestad que encierra. A sus manes belígeros, a saña 264 no muevas, pasajero: pasa atento, no profanen tus pies tan santa tierra.
263
V. 9. En el ms. de Toledo y Godoy se lee, por error memoria, de imposible rima con saña. 264
V. 12. El códice lee: A sus Manos b. a. s.
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Poesía heroica
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32 (XII) A los Reyes Católicos Don Fernando y Doña Isabel. Canción.265
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Al túmulo dichoso que os encierra, Marte fïel, católica Belona, al turco espanto y al cristiano gloria, esparza flores la española tierra y cerque en torno con triunfal corona que resucite en algo tal memoria. De las tinieblas lóbregas victoria alcanzando la llama, cuanto da el aromático sabeo convierta en humo, y cuanto el nabateo huele en licor, en flor, en hoja en rama, que, vencido el incienso de la mirra y el bálsamo y amomo, en vuestras aras arda el rico censo de la casia y el nardo y cinamomo y de cuanto la Fénix se adjudica de ricos partos de la Arabia rica. Tú, capitán de Cristo raro y solo, con diestra victoriosa y levantada derribaste los brazos levantados de los que miran del contrario polo la nubecilla cándida erizada
265
Esta larga canción consta de catorce estancias de diecisiete versos y un envío de ocho. El poeta, situado ante los sepulcros de los reyes en la cripta de la Capilla Real de Granada, reflexiona sobre sus cualidades y hazañas.
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con luceros hermosos y dorados. Ante tus pies se vieron derribados antípodas ocultos, y viste por los no sulcados mares hirviendo en sangre bárbaros altares, de humanos cuerpos destrozados bultos; viste nuevos distritos luciendo al nuevo cielo con nuevo oro; y las ofensas de sus torpes ritos sujetaste al Rector del Sacro Coro, pues que por ti en la oculta media bola la bandera de Cristo se enarbola. Por ti la exenta y escamosa espalda del padre de los mares, Oceano, sulcos sintió de coronada prora, que, arando su cerúlea y honda falda, vido turbado su cabello cano que el sol, al trasponerse, de luz dora; y entre la undosa barba, que la Aurora, cuando al mundo aparece, con el primer rocío moja y baña, verá sembrados mástiles de España,266 a quien, ya alegre, el cuerpo inmenso ofrece, porque de tus entenas, en lugar de las conchas y corales, quiere traer las blancas sienes llenas, y que tus naos ocupen sus canales, por que se vea su hinchado seno de bárbaros despojos rico y lleno. Por ti rindió sus palmas Nicaragua; los Andes, su estimada verde coca;
266
V. 44. En el ms.: masteles.
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Manta esmeraldas, Potosí la plata;267 el Mar del Sur las conchas de su agua; La Habana sus ébanos revoca; y con sus robles Guayaquil te acata;268 la pluma vistosísima desata de varios tominejos Pátzcaro, con que imita a la natura 269 en la varia y bellísima pintura, espanto nuevo de pinceles viejos, y al reino de la Aurora un nuevo cinto del Poniente diste, domando con tu espada triunfadora cuanto domar y sujetar quisiste; para que a tu real púrpura salpique de nardo Quíter, de ámbar Mozambique. De ti temblaron las tostadas partes que pisó el africano pie desnudo, y su arena se vio con sangre ahogada; y, en viendo tus cruzados estandartes, Atlante, que tener el cielo pudo, sufrir no pudo el filo de tu espada por verla de tal brazo rodeada. Rindió la altiva frente 270 y la fogosa cumbre de Vesubio; humilló de su fuego el cerco rubio, bajando al yugo la cerviz ardiente; y, por que en todo pises 267
V. 54. El códice lee: Mantua.
268
V. 57. En el códice: Gaiaquil.
269
V. 60. El ms. lee: Pascaro.
270
V. 77. Error de copia en el códice: Desubio.
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la rueda a la Fortuna, postra Francia las bellas flores de sus áureas lises que desplegaba al viento la arrogancia, y abatió ante tus águilas divinas el portugués sus arrogantes quinas. Mas lo que da más lustre a tus banderas, Fernando, escudo firme de cristianos, y sube tu inmortal renombre al cielo, es porque, sujetando gentes fieras, vengaste del poder de los tiranos la estimación del granadino suelo. Gozaba el moro de su fresco velo, la blanca nieve y flores, y estaba la bellísima Granada de sus finos granates desgranada, abierta al gran furor de mil errores. Daba Genil su plata y Dauro granos vueltos de fino oro al almaizar que torpes brazos ata; mas, cortándola tú del árbol moro, alegre entrega a tu gloriosa diestra plata, oro, nieve, flor, la patria nuestra.271 Vino el día triunfante, el día lleno de gloria en que Granada se te entrega, y alzó Genil la coronada frente, movió sus hojas Céfiro sereno, y el blando soplo entre sus flores juega. Las ondas encrespando, a su corriente de claro vidro la urna transparente temblantes llamas daba, y el resplandor del relumbrante eletro de luz enviste su ganchoso cetro; 271
V. 102. Típica recolección tejadiana de cierre de estrofa,
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y él de púrpura roja se adornaba, en vez de la sombrosa vestidura de musgo, ovas y cañas: que la tiñó tu diestra valerosa en sangre mora, humilde a tus hazañas; y, la luz viendo que en tu rostro bulle, turbado entre las ondas se zabulle. Mas entre los tumultos donde Marte muestra rigor y, airado, fuego aspira, y entre el gobierno bélico penoso, con celo infuso, con industria y arte que el Cielo santo al pecho tuyo inspira, un tribunal ordenas milagroso: fue para el suelo don alto y precioso, porque en él la justicia con tal vigor florece y tan en punto, que tiene al más hereje más difunto; del bien espuela, freno de malicia, porque en él Dios asiste, y sus ofensas venga justamente, que en vano el malo a su poder resiste, porque a Dios se resiste vanamente, que, ya que el premio no, miedo de pena a un pecho vil el vil intento enfrena. Mas hay duda, de oráculo bien dina, si tu virtud quedó gratificada con las victorias célebres que hubiste, o si Isabel, católica y divina, fue el galardón con que quedó premiada la estimación con que resplandeciste; y si tal compañía mereciste por ser digna de templo tu ínclita consorte, en quien el mundo honró un valor que no halló segundo
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por ser de Juno y de Minerva ejemplo, que te dio eterno lustre con su efecto viril y tal prudencia que eternizó tu siglo y hizo ilustre nuestra patria, su nombre y tu potencia; cuya reliquia, aunque difunta, bella, un proprio mármol con las tuyas sella. Después que diste cima a triunfos tantos, tantas hazañas y victorias tantas, y dejó el alma la corpórea roca y al cielo encaminó sus pasos santos al santo trono de las gentes santas que al tiempo ultraja y al olvido apoca, apenas tu alma el claro cielo toca, cuando ya titubea, y, oprimido del grave peso, Atlante, al pecho humilla la cerviz pujante y gime en vano, y descansar desea, porque la grave carga de las victorias con que entraste al cielo tanto lo oprime, lo sujeta y carga, que dar quisiera con el cielo al suelo, si no fuera en tu espalda celebrada su máquina de nuevo sustentada, adonde, alegre, en estrellado asiento, gozando la visión santa y divina, hollando por tapete sol y luna, triunfante miras con aspecto atento un confuso escuadrón que se avecina con gran tropel a la infernal laguna. Fue el escuadrón sujeto a tu fortuna, y Flegetón herviente el murmullo aumentó del agua negra (que con la nueva multitud se alegra)
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y comienza a exhalar espuma ardiente; y Aquerón apercibe con vista torva la infernal barquilla adonde el negro ejército recibe, habiendo puesto la hórrida cuadrilla flámulas, gallardetes y grimpolas con medias lunas y encrespadas colas. Con este triunfo, el pálido barquero embarca la canalla destrozada, y, sus vencidas armas arrastrando, entrega al agua el remo triste y fiero, al agua del sol nunca visitada; tinieblas al rompella levantando, del agua el cieno infame van besando las extendidas manos, con llaves de que usaba el granadino, con oprobio del pueblo sarracino, y colas erizadas de otomanos, águilas, hombres, leones, becerros, racional del pueblo duro, en listadas banderas y palones, con gloria tuya, arrastra el reino oscuro, y mil despojos que tu espada quita al africano, al persa, al turco, al scita.272 Este fue el grande honor, la gloria fue esa, con que veneró el mundo el brazo y celo que al moro dio pavor, gloria al cristiano, de donde el sol el suelo ardiente tuesta a do, imitando al mármol, se ve el yelo en cuajada dureza y color cano. Mas, ¡oh muerte crüel, tiempo inhumano! ¡Oh Parca inexorable, 272
V. 204. Nueva enumeración de cierre de estrofa.
Edición de Jesús M. Morata Grupo de Estudios Literarios del Siglo de Oro (G.E.L.S.O.)
Agustín de Tejada
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que tal nobleza, mano, valor, pecho, perdida, flaca está, inútil, deshecho, aunque modesta, fuerte, heroico, afable! Mas tanto resplandece tu gran virtud, que, aunque resuelto en tierra, a la inmortalidad tu nombre ofrece la Fama, que eterniza al que no yerra, en cuanto inflama del ardor febeo Pirois, Lampo, Aetón y Filigeo.273 Ya se vido tal vez árbol ufano, de bellas flores coronado, y lleno de tiernos tallos y pimpollos tiernos; con verdes hojas, veste del verano,274 con fresca cima nido al ave ameno y exento a furia de ásperos hibiernos; y entre sus ramos prósperos y eternos las aves se anidaron y engendraron las fieras espantosas, y gentes, de su sombra deseosas, del sol con ella un tiempo se escudaron; mas destrozó su planta rústica mano con la hacha aguda, que a la fiera ahuyenta, al ave espanta y al hombre que en la sombra de él se escuda. Rindió el tronco a la tierra el velo hojoso: tal rindió el rey el cuerpo victorioso. Canción, detén el vuelo y, en viendo el alabastro que hoy encierra al fuerte Marte y célebre Belona,
273
Tejada enumera los nombres de los cuatro caballos que tiran del carro
274
V. 225. En el códice: viste.
del Sol.
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Agustín de Tejada
245
Poesía heroica
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de flores cubre la dichosa tierra; y, pues que tal sujeto te corona, tu voz esparce y la remonta al cielo, pues al cielo se esparce y se remonta el ubio y lazos de su tanto monta.
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Agustín de Tejada
Poesía heroica
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33 (XLI) Doctor Tejada. Al túmulo del Gran Capitán275
5
10
«Al túmulo de jaspe, en cuyas tallas representó el cincel altas memorias (de mil naciones, conseguidas glorias; de mil vencidos reyes, mil medallas); »a las banderas que pendientes hallas, que hacen mis grandezas más notorias (las sas, las ítalas victorias, decente honor al Dios de las batallas): »Tú, de cualquier nación, cualquier que seas, humilla la cabeza y, atrevido, no pases sin postrarte a mi renombre. »Soy el Gran Capitán, Marte en peleas, que, con tener tan grande nombre, han sido mayores mis hazañas que mi nombre.»
275
Tejada reflexiona ante otro monumento granadino: la sepultura del Gran Capitán, situada en el monasterio de San Jerónimo.
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Agustín de Tejada
Poesía heroica
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34 (XLVI) Del Doctor Agustín de Tejada276
5
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Las velas españolas, que una a una esparce por el mar el fiero Noto, y tanto leño destrozado y roto que hace selva al mar la ancha laguna; esta tragedia, en quien mostró Fortuna que de la nao del mundo es el piloto, nuestro Neptuno, lleno de alboroto porque el viento sus olas importuna, y en la playa de Argel, viendo que atierra el recio temporal armada y gente de Carlos, en quien Marte el valor fragua, dice, moviendo la cerúlea frente: «Bástele a Carlos conquistar la tierra, deje por conquistar siquiera el agua».
276
Rememora Tejada la fallida expedición a Argel, emprendida por el emperador Carlos V en 1541. Es el propio dios Marte quien explica el motivo de tal fracaso: para Carlos V era suficiente con ser el dueño de la tierra, sería excesivo que también lo fuera del mar.
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Agustín de Tejada
Poesía heroica
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35 (XX) Del Doctor Agustín de Tejada Páez. Al Emperador Carlos V. Máximo, Fortísimo.277
5
Si hubo dos Martes, éste es el primero, y Marte es el segundo de estos Martes, porque este es Carlos Máximo que, fiero más que Alcides, domó remotas partes, y en el opuesto y árctico hemisfero, de Cristo enarboló los estandartes, ganando con mil ínclitas victorias a España reinos y a su nombre glorias.
277
Esta octava se halla, junto al soneto que empieza A la gloriosa espada fulminante (nº 50), en los preliminares de la obra de Fr. Prudencio de Sandoval, Primera parte de la Vida y hechos del emperador Carlos V, Valladolid, 1604.
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Agustín de Tejada
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36 (XXIX) Al Rey Don Felipe, Nuestro Señor. 278 El Doctor Agustín de Tejada.
5
10
15
Tú, que en lo hondo del heroico pecho mides con el cuidado congojoso cuanto mide con luz el sol dorado, ya del indio de perlas abundoso y con ricos metales satisfecho, ya del fiero alemán y hesperio osado, levanta el rostro, de esplendor ornado, y enhiesta la cerviz nunca domada, desde el Austro a las Ursas respetada, que colma con espíritus mis sienes de sus sagrados bienes el favorable Febo, y me promete palma y lauro nuevo, si me escuchas lo que él te profetiza, que es gloria que a los tuyos eterniza, si, despreciando el oro, ornare acero al ítalo, alemán y español fiero.279 Mida el caballo con herradas manos
278
Esta canción, formada por 10 estancias de diecisiete versos y un envío de diez, fue publicada en FPI en 1605, pero se escribió algunos años antes (como prueba su presencia en la PS). Es una vibrante incitación al joven rey Felipe III para que use la potencia militar española en el fortalecimiento de la fe católica y de la monarquía hispánica, combatidas a la sazón por infieles sarracenos y herejes protestantes. Pero su objetivo principal es impulsar la destrucción de la Inglaterra isabelina (aun dolía el desastre de La Invencible). 279
V. 17. Enumeración de cierre de estancia.
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Agustín de Tejada
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lo que hay desde la cincha hasta el suelo, y argente con espuma el freno duro, y guarnezca el bruñido doble velo los pechos osadísimos hispanos, de la misma fiereza recio muro; y el mar, de tu potencia no seguro, horade el espolón, cercene y abra, con quien de crespa nieve el mar se labra; den a la luz del sol vistosas luces tus coloradas cruces, y azote al viento vago el vencedor pendón de Santïago, y relumbren al sol yelmos grabados por entre los penachos encrespados, porque ya del inglés pide venganza yelmo, peto, caballo, espada y lanza.280 Pues en tu gente invicta y laureada la virtud su virtud acendra y prueba, bata Milán el duro yunque, bata, grabe los yelmos, temple bien la greba,281 enhaste hierros y acicale espada que en sangre tiña su color de plata, y en fragua, do la llama se desata, con los roncos martillos armas forje contra el reino que un tiempo honró a San Jorge, y con la belicosa barahúnda se amedrente y confunda; y el español supremo
280
V. 34. Enumeración de cierre de estancia.
281
V. 38. En el impreso se lee: greue los yelmos. Corrijo según el texto de la Poética Silva.
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contra el gélido inglés muestre su extremo,282 y el atanor de bronce, por do pasa, no el agua dulce, mas sulfúrea brasa escupa con relámpagos horrendos, rayos de plomo y truenos estupendos. Al atambor se le reviente el parche, y el cañón a la trompa le reviente, y el aire atruene su sonoro aliento; y adonde el pie de tu soldado asiente cuando tu victorioso campo marche, con la sangre enemiga esté sangriento; cuando puebles el húmido elemento, y con movibles casas abras surco al inglés rojo y al soberbio turco, tus coronadas popas y tus gavias, llenas de gentes sabias, de despojos tan llenas vendrán, que los que están en las cadenas no podrán con el remo abrir camino: mas, para proseguir tan buen destino, al duro banco el brazo hereje amarra para que el mar con remos are y barra. Pero ten cuenta, cuando ya la lanza, contra el pirata inglés, bravo enarboles y el nervio estires del corvado arco, que la salobre plata la arreboles con su herética sangre, por venganza, y des rojo color al blanco charco: su nao mayor, tu más pequeño barco, ajorro arrastrará, y aun sus banderas besarán de la mar las aguas fieras; veranse en sus navíos abrasados 282
V. 47. En el impreso: estremo.
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Agustín de Tejada
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los arcos destrozados, y sus botas espadas 283 sin gloria por el suelo derribadas; ricas aljabas y saetas fuertes en propio daño suyo y propias muertes; sus galeras quemadas, sus naos rotas: urcas, barcas, esquifes, galeotas.284 El mar, envuelto con arenas hondas, con los cuerpos que nadan, no nadando, por estar de la vida despojados, como con azanefas, adornando su orilla irá con ellos, y con ondas de los rojos esmaltes ya cuajados. Veranse por tus mástiles alzados ricos trofeos de inmortal memoria, del León victorioso justa gloria, y al cielo perlas líquidas veremos que arrojarán tus remos por mensajeros ciertos de las victorias que honrarán tus puertos, con que se turbarán esos turbantes de los bárbaros fieros arrogantes, sin que le valga al scita y masageta el cielo barrenar con la saeta. Verás entonces a tus pies, rendidos, golas, petos, montantes y celadas,285
283
Botas: 'romas, embotadas'.
284
V. 85. El impreso lee: esquifos. Estamos ante otra enumeración de cierre de estancia. 285
Vv. 104-114. Fastuosa enumeración, que comprende nada menos que cuarenta y cinco (¡!) nombres de instrumentos de guerra.
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Agustín de Tejada
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arcos, ballestas, dardos, tablachinas, dagas, estoques, picas con espadas, manoplas, brazaletes y lucidos yelmos, rodelas, cotas, culebrinas, alfanjes duros, mallas jacerinas, truenos, pasavolantes y bombardas, jinetas, partesanas y alabardas, los versos, basiliscos y mosquetes, bombas y morteretes, venablos y gorguces, trabucos, roncas, grebas, arcabuces, las balas, escopetas y corazas, hierros, sillas, testeras, frenos, mazas: y al fin de todo, sus cervices duras sujetas a tus lazos y ataduras. Y tú, pimpollo tierno y tierna planta, Tercero en nombre del que fue Segundo, del tronco de Austria singular renuevo, aumenta con tu edad el bien al mundo, pues que ves cuán soberbio se levanta quien goza poco del hermoso Febo. Prometes nueva gloria y siglo nuevo, y pues el brío juvenil apenas se ha divertido por tus reales venas, abrevia el tiempo que, de acero claro, cubras el cuerpo raro, y con espada y lanza excedas la opinión de tu esperanza; y, pues que de la nuestra eres coluna, no temas Hado, Tiempo ni Fortuna, que a tu querer, del mundo respetado, responderán Fortuna, Tiempo y Hado.286 286
V. 136. Recolección de cierre de estancia.
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Y en tanto, ¡oh tú, gran reino de Bretaña!, de armas un tiempo singular trofeo, sacude aquesa infamia que te infama, adorna tu blasón con el deseo con que te quiere honrar la invicta España (pues ves que a voces te apellida y llama), antes que encienda su corusca llama 287 tus muros, chapiteles y molduras, y las torres, del tiempo no seguras. ¿Por qué sujetas tu feroz braveza a mujeril vileza,288 y tu gran valentía a cabeza de seso tan vacía? Pues la regia corona y la diadema, por verse puesta en frente tal, blasfema, por ser más digna tan lasciva frente que el rizo de oro encrespe el fuego ardiente. Si esperas a tu Arturo hecho cuervo, lleno de glorias y de triunfos lleno, ¿por qué de ti no arrojas esa graja, antes que cunda más su cruel veneno, hija proterva de varón protervo, que el poder que dio a Pedro Cristo, ataja, aunque en esto su gloria se aventaja, pues han poblado por su hereje celo cuerpos las horcas, ánimas el cielo, enrubiando de mártir sangre santa, que al cielo se levanta, tus yerbas y tus flores,
287
V. 143. En el impreso se lee: corrusca.
288
Vv. 146 y ss. Tejada se aplica a una durísima descalificación de la reina Isabel I de Inglaterra, a la que querría ver en la hoguera (vv. 152-153).
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que dieron otro tiempo mil olores de holocaustos, de víctimas y ofrendas, para el Dios de Israel queridas prendas, y agora sólo dan horror eterno, triste prodigio del horrendo infierno? Canción, detén el vuelo, que mayor lauro te promete el cielo cuando, alcanzada la britana gloria, oídos preste el mundo al verso culto, que yo he de ser Virgilio de tal Marte,289 que esparza el nombre suyo y mi memoria desde Pirene hasta aquella parte que inflama el fuego del Canopo oculto, y desde el oceano hasta el mar que con yelos está cano.
289
V. 175. Tejada se ofrece para ser el poeta (Virgilio) que cante las hazañas del nuevo Marte (Felipe III).
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Agustín de Tejada
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37 (XXXIV) Al rey Nuestro Señor,290 del Doctor Agustín de Tejada y Páez.
5
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Tal como escuchas, oh Alejandro nuevo, de Betis la ribera atenta oyó en la trompa dulce y fiera de Mesa al fiero Marte y dulce Febo, que, si bien estos dos son enemigos, resonaban su trompa como amigos. Y así cantó los cielos indignados contra los escuadrones de Libia, llenos de armas y varones de torbellinos y furor armados; revolver con heridas más derechas en propio y mortal daño árabes flechas, y el eclipsarse las menguantes lunas con las divinas luces de godas armas y españolas cruces, que volvieron los prados en lagunas de sangre mora, alzando montes gruesos de tantos nunca sepultados huesos, cuando el ilustre capitán Pelayo de la cerviz de España el yugo sacudió de gente extraña,
290
Esta canción, similar a la anterior (Tú, que en lo hondo del heroico pecho) en cuanto a destinatario (Felipe III) y contenido (hacer valer el poderío español), aparece en los preliminares de la obra de Cristóbal de Mesa La Restauración de España (1607). Utiliza el poeta seis estancias aliradas de seis versos.
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siendo de África horror y ardiente rayo, por cuya espada dieron Tajo y Duero, no en agua, en sangre, al mar tributo fiero, vengando así aquel hórrido denuedo con que España ultrajada se vio de plantas bárbaras hollada, y vio llevar, con mengua suya y miedo, más sangre Guadalete que ondas Ganges, vertida por los árabes alfanjes, que el airado furor del Tiempo y Hado la virtud no respeta, pues la mayor grandeza es inquïeta, y así conoció España en su alto estado otra venganza igual y otra belleza cual la de Troya en su mayor grandeza. Y cuando la ofendida hermosura y el asturiano Marte y su triunfante brazo y estandarte y una y otra batalla brava y dura con alta trompa y numeroso aliento, la voz de Mesa encomendaba al viento, coronado de olivas se vio Betis la frente alzar suspenso, y, mientras resonaba, no dar censo de sus cristales líquidos a Tetis, porque su curso enfrena, tiene y para alta historia, voz dulce y trompa clara;291 y sus ninfas, rompiendo su corriente, en alegres tropeles, despojar de sus ramas los laureles por coronar de Mesa la alta frente, por ser la pluma y trompa que lo afama 291
V. 48. Enumeración de cierre de estancia.
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de las alas y boca de la Fama. Y vos, señor, mientras el tiempo llega que vuestra invicta gente beba del Jordán sacro la corriente (que opreso agora y desdeñoso riega bárbaras mieses), y con santo ejemplo restituyáis a Dios su santo templo, y volviendo las cruces carmesíes a la Asia que os espera, corvos alfanjes a su gente fiera quitéis de los dorados tahalíes, ocupando el castillo y león divino los muros que fundó el gran Constantino, y sujete la espada vencedora con celo y valor justo, imitando al abuelo, al cetro justo, desde donde el Oriente abre la Aurora hasta la parte en que el señor de Delo con llaves de oro puro cierra el cielo, dad lugar a las musas, dadle oído a vuestro nuevo Homero, que a Pelayo y a Alfonso dio primero nueva fama y renombre esclarecido, adiestrando la pluma para daros mayor fama, alta gloria, triunfos claros.292
292
V. 78. Otra enumeración de cierre de estancia.
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Agustín de Tejada
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38 (XXVI) El mismo. A la embarcación del Condestable.293
5
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Mientras España, oh mar, de ti confía su mejor prenda, y en tu clara plata al viento velas cándidas dilata, rompiendo tu temblante argentería, aplaca de tus olas la porfía, ata tus furias y tus vientos ata, y al leño que lo encierra, humilde, acata con toda tu cerúlea compañía. Así la osada haya, así el abete tus espaldas no ultraje, así el arena no enfrene a tus cristales el camino, así el escollo tu furor respete, y, siempre vencedor, tu onda serena ni turbe el viento ni la rompa el pino.
293
El soneto está dedicado a Don Juan Fernández de Velasco, VII Conde de Haro y VI Condestable de Castilla. El viaje para el que Tejada le desea los mejores augurios es el de regreso a España desde Inglaterra, donde como embajador de Felipe III, firmó con Inglaterra la Paz de Londres (1604).
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39 (XXVII) El Doctor Agustín de Tejada. A la embarcación del Condestable. Canción.294
5
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15
20
Nave que encrespas, con herrada proa hendiendo el mar, las aguas turquesadas, dejando en rastro espumas escarchadas: así de eterna loa de navales coronas y blasones, entre las que el mar rompe, te corones, y la diosa que el mar, de sus espumas, crió en Pafos y Cipro poderosa, y los hermanos dos de Helena hermosa y Éolo con sus plumas, a tu vïaje den Céfiro blando, los más furiosos vientos encerrando, que de las musas al asilo afable, al católico Marte, luz de Iberia, al que a la Fama da tanta materia que sus proezas hable, a quien la pluma Apolo, y Marte humilla la espada, al Condestable de Castilla, nos restituyas libre y salvo y sano, pues de ti se confía y trae el viaje a España que le espera, y el coraje
294
Esta larga canción es una amplificatio parafrástica de la Oda 3ª de Lib. I de Horacio, Sic te diva potens Cypri. Tejada la escribe por las mismas razones que el soneto anterior. Consta de treinta y una estancias aliradas de seis versos.
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amansó del britano con los melosos ríos de elocuencia que a la boca encamina su prudencia; este, que a los castillos y leones los lirios de oro sujetó de Francia, y a sus inciertas armas la arrogancia de mil bravas naciones, y al papa de su rey rindió las leyes, y, por servir su rey, sujeta reyes; este sacro Mecenas, nuevo Numa, que contra el tiempo armó su nombre y fama, cuya frente el laurel y encina enrama, sin que Dafne presuma a su frente privar del premio solo, aunque presumir pueda que es Apolo. Mira que debes, pues, sagrada nave, pues tus velas impele su fortuna, no temer las mudanzas de la luna, ni la borrasca grave que en el agua del mar, antes serena, hace que hierva en montes el arena; ni de Scila las hórridas gargantas, que, sorbiendo las aguas, las arroja y con espumas las estrellas moja, y las revueltas tantas de las riscosas grutas, do, ladrando, Caribdis está siempre naos tragando.295 De roble fue, de bronce tuvo el pecho el primero que al mar vasto y salobre, osó entregar un frágil leño y pobre, y no temió el despecho con que pelea el Ábrego furioso 295
V. 48. El ms. lee: Caripdis.
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contra el bravo Aquilón impetuoso; ni temió de las Híadas pluviosas la húmeda luz, nublado ceño y torvo la faz bordando al Toro y cuerno corvo, ni las rabias furiosas del Noto, a cuya fuerza nadie llega si el agua hincha al mar o la sosiega. ¿Qué muertes, qué peligros o qué penas no despreció con rostro enjuto el llanto? ¿Quién se atrevió a mirar, libre de espanto, las focas y ballenas, y el mar que con tormenta gime y brama y los escollos que el naufragio infama? ¿Fue acaso, puso Dios limite en vano al mar y dividió en vano la tierra?296 Pues la humana osadía le hace guerra, y con seso liviano osa pasar sus yugos, arrecifes y arenosos bajíos los esquifes. La humana gente, para todo osada, a los vedados males se despeña;297 la descendencia de Japeto enseña 298 al mundo la hurtada llama de fuego, de celeste asiento, robo de su engañoso atrevimiento. Robado el fuego celestial, vio el mundo
296
V. 68. En el ms.: diuio en bano.
297
V. 74. El ms. lee: que a l. v. m. s. d. Suprimo que.
298
V. 75. El ms. lee: la deçendençia de Japhet enseña. El copista confunde el nombre de uno de las hijos de Noé (Jafet) con el titán Japeto, al que se refiere Horacio.
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la flaqueza, las fiebres y los males, y un confuso tropel de daños tales dio a la tierra el profundo, y la necesidad áspera y dura el antes tardo paso ya apresura. Dédalo (experto, si atrevido) hiende, con plumas a los hombres defendidas, del aire las regiones extendidas; y Hércules desciende, con insana invención, hasta Aqueronte, de Ténaro rompiendo el arduo monte.299 Todo lo emprende el hombre, en nada halla dificultad ni resistencia alguna; con necia confianza, al cielo y luna pretende dar batalla, y así no deja, por la culpa nuestra, jamás Jove los rayos de la diestra. Y pues no de ambición, mas de obediencia, la gloria de Velascos dejó a España, y deseado vuelve de Bretaña, donde con su presencia, honrando las corrientes del Tamigio,300 fue, a los extraños, de valor prodigio; y pues que su consorte ilustre y clara, llena de casto amor y de deseo, lo está aguardando, y de ambos el trofeo y prenda dulce y cara, que muestra en altos y excelentes dones ser gloria de Velascos y Girones,
299
V. 90. En el ms. se lee Ténero.
300
V. 101. En el códice: Damixio. Alude al río Támesis. En otros textos aparece como Tamigio, p.e. en el v.136 de la Silva al Aire del propio Tejada.
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¡oh gran Neptuno!, aplaca el mar sagrado, pues todos obedecen tu tridente: así tus venas de cristal luciente no quiebre el rayo airado, y los ríos que dan censo a tus venas tengan de oro de Tíbar las arenas; así de tus dïáfanos palacios no turbe el viento las movibles salas, ni arranque de ellas las vistosas galas de aljófar y topacios, nácar y perlas, ni de tus umbrales los antes blancos ganchos de corales; Y si llevado en concha nacarada 301 con cerúleos caballos por los mares302 tu retorcido caracol sonares, jamás bélica armada su son fiero y horrísono interrompa, tocando al arma con sonora trompa; nunca los pescadores cudiciosos los peces de tu estanque soliciten con las cañas y nasas, y les quiten sus húmedos reposos, dando a tus ondas rápidas, azules, con anudadas redes, sus laúdes; así la haya, que en la selva ondea la hojosa cabellera al viento vago, jamás de aguda hacha hecho estrago
301
V. 121. El verso en el ms. comienza Assi lleuado. La enmienda viene exigida por el verbo sonares. 302
V. 122: El ms lee: cauellos. La confusión caballos por cabellos, como indiqué anteriormente, es error de copia mucho más difundido de lo que se piensa. Da para una monografía.
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entre sus troncos vea; o, si a su filo el tronco se rindiere, nunca tus olas, hecho nave, altere; así la dulce voz de tus sirenas, en las rocas sonando y riscos huecos, tengan retorno con enteros ecos, y tus aguas serenas, mientras ellas el canto continúen, ni se muevan, ni giman, ni fluctúen; así ese manto azul que traes pendiente con majestad, al hombro, sea por gusto, no por sospechas ni por celo injusto (mal furioso, inclemente); y, pues que con bramar turbas los cielos, nunca aquesos bramidos sean por celos; mas las Nereidas y las blancas ninfas a mares, a ninguno jamás amen, mas en tu solo amor el pecho inflamen; y, argentando tus linfas, sigan en coro con tropel bizarro con varias danzas tu argentado carro; y la famosa escuadra de tritones jamás contra tu imperio se rebele, mas siempre alegre tras tu carro vuele,303 atronando con sones de sus nácares huecos, puertos, playas, que con perfiles tú de espuma rayas. Da a mis ruegos oídos, no sean vanos mis ruegos, ni mis voces lleve el viento, y ofreceré a tu rápido elemento en altar, por mis manos de varias guijas y de almejas hecho, 303
V. 159. El ms. lee: su carro.
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ofrenda digna de mi voto y pecho. Con los cuernos dorados blanco toro que esparza con el pie al viento la arena, será para tu altar víctima buena, que estará con decoro fundado entre marismo y verdes ovas,304 esponjas, ámbar, conchas, musgo y tobas.305 Concha capaz de nácar reluciente, llena de tibia leche por mi mano, derramaré en tu pecho soberano; y, por don conveniente, te daré la que funda el pensamiento, grande ciudad de altivo fundamiento. Gratos te son los edificios, y estos te serán más, pues son más inmortales. Mas tú, Neptuno, que en las ondas vales, no tengas por molestos mis ruegos, mas íteme sin falta tibia leche, albo toro, ciudad alta.306
304
V. 173. El ms. lee: olas.
305
V. 174. Enumeración de cierre de estancia.
306
V.186. El ms. lee: alboroto, por un evidente albo toro, antes citado en el verso 169. Estamos, además, ante otra enumeración de cierre de estancia y final de poema.
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40 (XXXI) Doctor Agustín de Tejada
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Caro Constancio, a cuya sacra frente 307 las hojas de Peneo promete en galardón el dios timbreo, por ser la clara espuma de su fuente, préstale oído atento al son confuso de mi sordo acento, que, aunque suene mi voz baja y confusa, no es de tan poca estima que no humillase la soberbia cima del sacro Pindo a cercenar mi musa con sus tiernas querellas, del aire y cielo las regiones bellas. Y ya se vio colgar de un verde lauro su bien templada lira quien por Dafne crüel gime y suspira, mientras que orillas del sagrado Dauro sonaba mi instrumento, y darle grato oído, estando atento. Y ya se vio también vibrar la lanza,
307
Este poema, compuesto por 28 estancias aliradas de seis versos, está dirigido al poeta Andrés del Pozo, compañero de Tejada en la Academia Granadina, que usaba en ocasiones el nombre poético de Constancio. Sobre esta cuestión, véase J. Morata: «En torno al granadino Andrés del Pozo y algunos textos inéditos de la Poética silva», Canente, I [2001], pp. 14-80, especialmente pp. 39-44 (puede consultarse una copia electrónica de ese artículo en esta misma página web). Conocemos dos redacciones del poema; la más antigua la leemos en la PS (con otro íncipit: Joven discreto, a cuya sacra frente, c. 1600), y la más reciente en FPI (1605).
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el brazo sacudiendo, y el escudo fogoso Marte horrendo, vestido de diamante y de venganza; mas mi canto, aunque rudo, le hizo suspender lanza y escudo. Y, entre las sombras que la muerte viste de amarillez y espanto, hubo atención a mi acordado canto, y, por que al Cancerbero horrendo y triste su dulzura no dome, Plutón se enterneció y el canto oyome, que el verso fácil, terso y numeroso, los dioses celestiales aplaca y a los dioses infernales, porque la concordancia es son glorioso, tanto que su enemigo de sí mismo no puede ser amigo. Mucho puede, señor, y mucho vale cualquiera estilo terso de un sabio, sonoroso y alto verso que de un sabio y divino pecho sale, tal cual es ese vuestro, a Febo espanto, gloria al siglo nuestro. Vese este tal entre salobres ondas que al cielo se levantan y que en peñascos cóncavos quebrantan, en muerte envueltas, las arenas hondas; mas, sacando su aliento, calma el mar, rinde el tiempo, enfrena el viento. Vese este tal donde el furioso scita entre escarchada nieve sangre espumosa de caballos bebe y va ante él, aunque más su furia incita, más seguro y constante
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que, ante el ladrón, desnudo caminante. Y si, por caso, de su patrio muro el contrario avasalla la libertad a fuerza de batalla, entre el despojo, como está seguro, burla de su enemigo porque sus bienes llevará consigo. Dichoso el tal, dichoso, pues que puede su trofeo divino colgar de cualquier roble o cualquier pino sin que fuerza o invidia se lo vede, pues nunca a su esperanza el tiempo volador hizo mudanza. Sale hermosa del rosado Orïente la aljofarada Aurora, que el cielo de oro y bermellón colora, y sale, al caer el Sol en Occidente, la Noche de su gruta, que alza el mar, cubre el mundo, el cielo enluta. Viene el verano, y de pintadas flores y verdes esmeraldas borda del campo las tendidas faldas, y tras él, de humedad, frío y temblores, luego el invierno marcha, que hojas bate, flor quema, campo escarcha. Arenas de oro entre cristal luciente mezclando, el claro río va a descansar al mar su fuerza y brío, pero no siempre lleva una corriente por una misma tierra, que ya lo impide un valle, ya una sierra. No siempre el justo Cielo favorece los intentos humanos, porque penetra bien que son livianos
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y que cualquier favor los desvanece, y por esto Fortuna imita en sus mudanzas a la Luna. ¡Qué de veces se vio en noche serena lleno el rostro hermoso de blanca plata y resplandor lustroso, llenos, los cuernos de la Luna llena, y despedir centellas, claras y rutilantes, las estrellas! ¡Y qué de veces en un punto luego se vio triste y nublada, botos los cuernos, y la luz menguada, amarilla su plata, muerto el fuego, y las centellas muertas, y las estrellas de humedad cubiertas! Sécase el río, el manso mar se altera, eclípsase la Luna, truécase el tiempo, múdase Fortuna, pasa el día y la noche se aligera, y todo nos molesta, ¡oh Santo Cielo!, ¿qué mudanza es ésta? Sólo el sabio se ve firme y constante entre mudanzas tantas porque tiene firmísimas las plantas sobre duras columnas de diamante. Mas, ¿quién será este sabio, que en su alabanza moveré mi labio? «¡Oh, salve -le diré-, tú, que seguro de las injurias largas del tiempo (tan mudables como amargas) burlas de ellas y de él, firme cual muro, tus pies, humilde, beso, pues para tanto te ha bastado el seso. »Tú solo ves el cauteloso pecho
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del hombre fementido, que el cuerno agudo en heno trae escondido y que sólo procura su provecho, y, en apariencia humana, cubre el intento cruel de tigre hircana. »Tú solo ves (con gloria de tu nombre, aunque Fortuna ruede) que el mayor mal que al hombre le sucede, no es de las fieras, no, sino de otro hombre, que la fiera se amansa, y el hombre en daño de otro no descansa. »Arman al fiero león las garras gruesas, cuerno al toro furioso, ligereza a la onza, fuerza al oso, uñas y pico al grifo, al lebrel presas, y al mortífero seno de la sierpe crüel, mortal veneno. »Mas al hombre, por ser más cruel y fiero que onza y león furioso, que sierpe, toro, grifo, lebrel, oso, Naturaleza lo arma en ser ligero, veneno, cuerno, presas,308 fuerzas, uñas y pico y garras gruesas.» Mas ¿qué divino espíritu me inflama, que a mi llano lenguaje de trágico le adorna y alto traje, y de la humilde tierra lo encarama a la cumbre sagrada de virginales plantas paseada? Mejor será, señor, que nos burlemos
308
V. 143-144. Nueva enumeración de cierre de estancia. El impreso lee cueruo. Es evidente errata que corrijo de acuerdo con el texto de la Poética Silva.
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de ver las pretensiones que encierran los humanos corazones, siguiendo sus mortíferos extremos, y, en amistad constante enlazados, pasar de aquí adelante. Y en vos, como laurel verde y sagrado, después que he dado al viento la ronca voz, suspendo mi instrumento que ha sido tan oído y celebrado, y por vos ha podido de la muerte triunfar, tiempo y olvido. Y oiréis, al descolgarlo, mil hazañas, que gentes españolas, del mar sulcando las bramantes olas, hicieron en regiones más extrañas, que si Febo no miente, darán espanto al Sur, miedo al Oriente.
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41 (LII) El Doctor Agustín de Tejada. A Lope de Vega en Granada.309
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Revuelta en perlas y oro, la alta frente alzó Dauro, mirando su ribera más adornada que en la primavera cuando el Sol dora al Toro el cuerno ardiente, y viendo flores, desusadamente, su vega no conoce, que antes era estéril y ve agora por doquiera cuanto el Tempe y Arcadia y Hibla miente.310 Y así ufano de verse, dice Dauro al Arno, Tajo, Po, Mincio y Pactolo: «En flores, Vega y labio me aventajo». Mas respondiole a su blasón Apolo: «Es prestado tu bien y ajeno el lauro, que esas flores y Vega son del Tajo».
309
Lope de Vega visitó Granada en 1602.
310
V. 8: El ms. lee tiene, de imposible consonancia. La edición de Alonso-Ferreres propuso miente, aceptado por la edición de José Lara. También podría suponerse siente.
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42 (LIX) [A las ruinas de Singilia]311
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Collado enhiesto, do su furia inclina de Marte horrendo la sangrienta espada, oh gran Singilia, al suelo ya arrasada, de quien solo nos queda la ruïna. Tanta grandeza de memoria dina ¡ay, cómo está del tiempo atropellada!, y la que fue temida y respetada, ultrajada de gente peregrina. Viendo sus edificios ya por tierra, arcos, muros, teatro, templo y baño, iro del Altísimo el gobierno, y queriéndote dar el tiempo guerra hasta triunfar de ti, pueda el engaño persuadir al soberbio que es eterno.
311
Singilia, como sabemos, era un asentamiento romano muy próximo a Antequera. Para los poetas antequeranos tenía el mismo significado que Itálica para los sevillanos. Tejada a menudo equipara Antequera a Singilia.
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43 (XLVII) Del mismo. Al Alhambra de Granada.
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Máquinas sumptüosas y reales cuyas puntas, remates, chapiteles, árabes obras vueltas ya fïeles,312 al olvido vencéis con ser mortales. Arcos, columnas, frisos, pedestales,313 con doradas labores y rïeles, invidia de mil célebres pinceles que el mundo celebró por sin iguales. Torres que os veis en Dauro, y con las frentes volvéis al sol reflejos de su llama, dando lustre al Alhambra y fortaleza: perdone el tiempo vuestra gran belleza, estanques, jaspes, pórfidos y fuentes; huya el olvido, lisonjee la Fama.
312
V. 3. En el ms. se lee un imposible fieras.
313
V. 5. El ms. lee: Pedrestales.
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44 (XVIII) Romance de Granada314
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Granada, ciudad ilustre, que por tu blasón levantas en campo de ricas glorias armas y letras por armas, a cuya grandeza tiene mil almas hechas esclavas, entre tus muros tu gloria y en todo el mundo tu fama; [y aun su mismo cielo tiene315 ventajas de vista extrañas, las que convienen sin duda para ser cielo a tal cama.] 316 Pues a fuerzas de desdichas que cualquiera fuerza cansan 317 , dejé el cielo de tus gustos por el limbo de mi patria, hacer quiero de tus glorias una verdadera estampa para tener en mi limbo 314
Este precioso, romance de indudable contenido autobiográfico, fue publicado por E. Orozco en Granada en la poesía barroca. En torno a tres romances inéditos. Comentarios y edición. 315
V. 9: Orozco imprime tu mismo.
316
V. 9-12. Esta copla se halla descolocada en el ms., concretamente tras el actual v.180. Orozco advierte y corrige el error del copista. 317
V.14. En la edición de Orozco, por error, causan.
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siquiera glorias pintadas. Tres años van ya corridos que llegué a poner mis plantas por cursante en tus estudios y por vecino en tu Alhambra, donde los dichosos días me han dado, con manos francas, en ella gustos al cuerpo y en ellos letras al alma.318 Y a razón de haberme sido tres años vivienda grata,319 sé la deuda por que el mundo te da alabanzas por paga. Son tus ilustres escuelas no de la soberbia casta de las bárbaras de Atenas defensoras de ignorancias,320 mas de la casta del Cielo, donde el Cielo por fee santa verdades firmes enseña y afrenta razones falsas; donde gravedad de letras honra venerables canas, y blancas borlas a veces dan canas a quien le faltan; donde colores de borlas muestran facultades varias,
318
V. 28. El ms y Orozco leen ella. Creo que es evidente errata: son los estudios los que le han dado letras al alma. 319
V. 30. En Orozco, por error, viviendo, grata.
320
V. 36. En Orozco, por error, ignorancia.
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y en importantes cabezas tiene dos honras la grana; donde venturosas becas de dignos hombros arrastran, y a donde saben ser dignos antes de dejar la infancia. Y, finalmente, de donde para gobiernos transplanta letrados graves el Rey, prudentes sabios el Papa. Para cuyo testimonio, quien a ver la nueva traza de tu Catedral Iglesia llegare a sus naves anchas, después de pasar los ojos por tanta moldura y tallas, tantos altares y, en ellos tantas sedas, oro y plata, tanto follaje y a vueltas esculpidas frutas tantas (buen ejemplo, que aun las piedras llevan fructo si las labran), tantas cartelas, florones, capillas, arcos, barandas, perfiles, vultos, veneras,321 encasamientos, ventanas, y habiendo visto la torre que al cielo rompe por alta, de quien él romper se deja 322
321
V.71. En el ms.: per filos.
322
V.75. Orozco no se percata del carácter pronominal de él, y lo imprime sin tilde.
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con afición de gozalla, mire las dichosas sillas que el ilustre coro abarca; verá de letrados tuyos bien ocupadas, bien cuantas. También encontrará muchos tratando legales causas quien de tu temida Audiencia viere las temidas salas;323 pero el que llegare a verlas haralo mal si se pasa por entre tantas grandezas sin pararse a contemplallas; donde en símbolo de dioses en cada Tribunal manda una majestad divina de tres personas humanas; en cuyas manos ha puesto la Justicia tal espada que resistencia de escudos no la vuelve ni la gasta; cuyos filos han deshecho montes de torpezas varias, sacando de sus canteras piedras para su portada; las cuales, puestas en ella, tanto su lustre quilatan que ya dejan de ser piedras y al oro le ganan parias; donde soberbias columnas el gran edificios cuadran con mil canales y listas 323
V. 84. Error en Orozco: temidas alas.
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del capitel a la basa; y entre bolsones, dinteles,324 cornisas, vultos, medallas, salen entre blancas orlas verdinegras esmeraldas; y en rasos intercolumnios, donde la mano avisada no puso florón ni vulto, suplen balcones la falta. La gran cultura suspende y el gran edificio encanta, que fuera el mejor del mundo a no haber otro en Granada. Mas es tanta la grandeza de aquel alhambrino alcázar,325 que para fee de imposibles no es menester más probanza; donde con igual extremo se hallan torres y casas, (para guerras, invencibles; para paces, regaladas); y aquellos cuartos famosos donde las morismas zambras dieron a su tiempo glorias 326 y al amor alegres salvas, 324
V. 109. El ms lee bolsores; Orozco imprime boltores. Creo que lo correcto es bolsones. En el Dic. de Aut: BOLSONES. Voz de la cantería. Son las piedras primeras en que se funda un arco, y hacen pie a uno y otro lado. 325
V. 122. En Orozco aparece alambrino. La falta de esa hache hace al alcázar de alambre. 326
V. 131. El ms. presenta dos abreviaturas en el verso: tpo y glas. Orozco transcribe la segunda por un imposible cuentas.
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que aunque ya faltan sus reyes, apenas se vee si faltan, pues para quedarse Cortes su gran majestad les basta. Milagrosos son sus techos, y, a no serlo, más espanta que, sin milagro, de yeso con tanto primor se hagan, pues en galanos pendientes pone el oro tales manchas que el yeso vestido es oro, y el yeso desnudo es nácar; y en algunas azanefas ve tan hermosa su cara que, por ver que el oro es menos, sin sus afeites la saca. También de limpios ladrillos sutiles piezas cortadas labran dispuestas en orden lisa tez, pared galana, de que no darán trasunto lapidarios en sus cajas, porque, si en fineza llegan, en la postura no alcanzan. Mas aquel cuarto de frutas, jardín de vistosas plantas, mesa de fructas continuas, bosque de diversa caza, ¿qué ejemplo tiene en el mundo? Pues las vivas aves cantan para ver si les responden las que allá pintadas callan; y en extremo de pinceles da más gusto la manzana
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pintada a los que la miran que, viva, a los que la tragan. No menos adorno tiene de pinturas extremadas aquella real estufa, breve andén, hermosa cuadra. Mas aquellos baños frescos ¡qué bien con sus losas blancas, blancos y frescos en julio, blanca y fresca nieve ensayan! Y en patios y salas ricas ¡qué graciosa el agua clara por las albercas ondea, por las fuentes corre y salta! Y sobre fieros leones, tallados en piedras albas, ¡con qué aprisa en una pila ondas vierte y fieras baña! Bastante encarecimiento de no comparable casa, pues leones por lo menos son azacanes del agua. Y ni con tantas realezas cesan las mortales ansias, labrando nuevo edificio, casa a rey, afrenta a Italia, que lisas jambas enhiestan,327 bruñidos mármores alzan, con ellas portada forman, con ellos patio engalanan; romanos lienzos fabrican, 327
V. 193. El ms lee zambas. Parece muy acertada la corrección de Orozco: jambas, confirmada por la portada del v. 195.
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limpias claraboyas rasgan, largos arquitrabes ponen,328 tumbadas bóvedas cargan, donde ponen piedra negra, donde blanca piedra encajan, y en lo que menos fabrican reyes y grandes retratan. Redondo patio componen donde su grande monarca descargue el redondo mundo cuando le canse su carga. ¿Cuál majestad sola puede dar fee de cuánto más valga patio en Granada redondo que mesa redonda en Francia? Mas por defensa sigura de lo que es digna de tanta,329 torres, adarves y muros eterna vida afianzan, cuyas nobles alcaidías hidalgos alcaides guardan, que estuviera bien segura sólo en su tenencia España. De estos recebí mercedes mientras no salió contraria la fortuna a mis intentos ni el suceso a mi esperanza. Con ellos hice acogida para mis gustos no mala, bien que a freno de mis libros
328
V. 199. El ms lee alquitares. Orozco corrige: arquitrabes.
329
V. 214. En Orozco, por error, santa.
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no me pudo ser sin tasa. Deudas que al Alhambra debo, mi decoro y sus ventajas apenas me dan licencia que de sus grandezas salga; mas saldré de ellas al fin para dar vista a la entrada del fresco Generalife,330 casa alegre, huerta ufana, donde entre bellos jardines bullen tantas fuentes claras que, si el viento hace sones, al mismo son ellas danzan. Y en una alegre escalera, techada de verdes parras, agua por el aire sube y agua por las gradas baja. Cerca están cármenes, donde la naturaleza esmalta con varias flores las yerbas, con varios fructos las plantas. Dende cuyos pasadizos 331 se ven a poca distancia las muy inquietas corrientes que en el claro Dauro bailan. Y aquel celebrado monte que la religión cristiana de sementales cenizas
330
V. 235. En el ms. Genalarife.
331
V. 249. Orozco imprime desde.
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cruces lleva y santos grana.332 Y aquella fuente La Teja, cuyo contorno acompañan, a pesar del sol, las gentes porque en ella de él se escapan. Mas ¿qué calle, o qué salida la rica ciudad alarga donde los humanos ojos basten a ver lo que hallan? Pues son de ver ellas mismas, sus empedrados, las plazas,333 los edificios, los templos, los aljibes, las murallas, Zacatín, Alcaicería, Plaza Nueva, Bibarrambla, Genil, Jaragüí, Alameda, roto Albaicín, Alcazaba. Mas, sin ser festivos días, son de ver bizarras bandas, así de galanes nobles como de bizarras damas. Donde el caballo furioso con medidos pasos anda, tanto porque ellas los miran cuanto porque ellos los mandan. Y el que se desmanda encuentra mano que tan bien le trata, que al dominio de su freno fuerza rinde y boca ablanda, que entre nobles granadinos
332
V. 256. Orozco corrige innecesariamente: gana.
333
V. 266. En Orozco, por error, las plantas.
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no es noble quien no avasalla bravos caballos con freno, damas con aviso y gala,334 ni quien las barbas espera para probar cómo falsan cañas, adargas amigas, y enemigos petos, lanzas. Ni las damas se ven menos,335 que por igual se aventajan: si ellos a Marte y a Apolo, ellas a Venus y a Palas; pues su donaire y belleza,336 compostura, talle y gracia, nombre de mujeres honran y cuantas lo tienen ganan; cuyos rostros del sol burlan, porque con los suyos cuajan oro más fino en sus frentes que en sus minas el Arabia, y apenas la lengua tiene fuerza de formar palabras, cuando, mal que pese al tiempo, con mil conceptos las hablan. Pinte sus matronas Roma, finja sus ninfas Dïana, que una finge y otra pinta, mas ambas de aquí trasladan.
334
V. 288. En Orozco galas.
335
V. 293. El verso está alterado: /ni las damas leben menos/, que no hace sentido 336
V. 297. Orozco omite y.
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Mas, pues yo tan mal las pinto, para quien quiera mirallas, ellas y Granada tienen viva imagen en Granada.
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Vaya el río por do suele; corra como corre el tiempo, porque yo no soy Atlante para cargarme del cielo. Vaya la doncella a misa; salga el otro reverendo, y, en lugar de confesor, muéstrese mártir de Venus, que, si lo lleva el tiempo, lo mejor es callar y andar con ello. Salga la otra casada con veinticinco escuderos, no heredando su marido diez escudos de su abuelo; y, al trasponer de la esquina, éntrese en casa de Pedro por que le dé colación, su cama habiendo deshecho, que, si lo lleva el tiempo, lo mejor es callar y andar con ello. Y la otra setentona, que tiene cara de escuerzo, diga que cumplió antiyer dieciséis años y medio; que, si le faltan los dientes,
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Este romance con estribillo es la única obra propiamente satíricoburlesca de Tejada. Es ágil y divertida.
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Poesía burlesca
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es la causa un corrimiento, y enmiende a Dios su hechura tornando blanco lo negro, que, si lo lleva el tiempo, lo mejor es callar y andar con ello. Dele el oidor comisiones al recetor, dele pleitos, que tanto es mayor su amigo cuanto lo tiene más lejos; y, estando ausente seis años, halle cinco o seis hijuelos, que le parecen al pobre como una canasta a un huevo, que, si lo lleva el tiempo, lo mejor es callar y andar con ello. Tenga, la otra, vajilla que le ha dado un majadero, y dele a comer en plata a costa de sus dineros; empéñela treinta veces y pague él el desempeño, por que ella traiga con galas al que le da más contento, que, si lo lleva el tiempo, lo mejor es callar y andar con ello. Visiten a la doncella todos los frailes del pueblo, que diz que su madre es santa no habiendo subido al cielo. Y, mientras reza la vieja los hechizos que está haciendo, deje la oveja entre lobos y diga que todo es bueno, que, si lo lleva el tiempo,
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Poesía burlesca
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lo mejor es callar y andar con ello. Vaya la otra viüda amortajada con lienzo, que debajo del monjil trae de carmesí el manteo, y, en viendo al abad rollizo, suspire con fuerza y recio, y diga que esos suspiros da por el marido muerto, que, si lo lleva el tiempo, lo mejor es callar y andar con ello. Vaya el Veinticuatro a Cortes, conceda millones ciento, muy contento porque el rey le ha llamado caballero; nunca mire por los pobres ni procure el bien del reino; cárguese el vino y aceite, sean las arrobas menos, que, si lo lleva el tiempo, lo mejor es callar y andar con ello. El caballero novel trate del rucio y overo, siendo un asno de jineta y de casta galileo; cale el sombrero a los ojos y llámese don Tereso; diga que son de su dama de su hermana los cabellos, que, si lo lleva el tiempo, lo mejor es callar y andar con ello. Consuma el catarribera su hacienda pretendiendo; entablíllese la barba
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como la mujer el pecho; encubra sus ignorancias con diez años de colegio, no bastando doce mil para hacello discreto, que, si lo lleva el tiempo, lo mejor es callar y andar con ello. Diga al Consejo de Guerra el bravo soldado viejo que ha muerto más enemigos que tiene en la barba pelos; remita su memorial al secretario don Bueso, que, de puro secretario, lo tiene siempre secreto, que, si lo lleva el tiempo, lo mejor es callar y andar con ello. Y el otro Mago Simón ponga la prebenda en precio; quede con ella por rico, ya que no puede por bueno; y al que pretende por sabio le dé a entender que es un necio, pues, si sobre letras pide, él dé contado ofreciendo, que, si lo lleva el tiempo, lo mejor es callar y andar con ello. Átese el necio abogado, como asno a estaca, a sus textos; y hágalos dar de sí como borceguíes nuevos; y, en empuñando la vara, eche a perder el gobierno, haciendo más necedades
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que letras tiene el derecho, que, si lo lleva el tiempo, lo mejor es callar y andar con ello. El caballero pelón alcance el corregimiento; venda las varas y haga de ellas un jaral espeso; tenga alguaciles ladrones que, para hacer cohechos, tengan la vista de lince y narices de podenco, que, si lo lleva el tiempo, lo mejor es callar y andar con ello. Dele el rey las rojas cruces al que está cruces haciendo por no ver al enemigo (a quien ha cobrado miedo); y, si sobre nuestras tierras vienen los ingleses fieros, ellos vayan al socorro armados de terciopelo, que, si lo lleva el tiempo, lo mejor es callar y andar con ello. Para dalle al rey arbitrios, cánsese el otro el celebro; «que yo soy Duero -él respondeque todas las aguas bebo»: múdenlo a Valladolid, queden vacos y desiertos mil reales edificios, tornados nidos de cuervos, que, si lo lleva el tiempo, lo mejor es callar y andar con ello. Muestre el otro bravonel
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con bigotes y ojos ceño; diga que da cuchilladas aunque sea en el coleto; y, sin quebrantar el quinto, procure por bravo el sexto, y traiga viento en la boca, pues que sus plantas son viento, que, si lo lleva el tiempo, lo mejor es callar y andar con ello. Eche el otro jugador pésetes y juramentos de no volver a jugar, volviéndose a jugar luego; tenga mil supersticiones, mil zorras y mil agüeros, y, en jugando su caudal, sirva de mirón al juego, que, si lo lleva el tiempo, lo mejor es callar y andar con ello. Ande el otro aderezado ricamente a lo moderno y, sin muebles ni raíces, gaste más que un perulero, sin que podamos saber si por sus merecimientos hace Dios con él milagros o dónde le viene aquello, que, si lo lleva el tiempo, lo mejor es callar y andar con ello. Venda el mercader su ropa y gane ciento por ciento, y de la tienda al cabildo vaya de un salto o de un vuelo; traiga colgando el rosario,
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oiga misa y rece el credo por que le tengan por hombre de conciencia y de respecto, que, si lo lleva el tiempo, lo mejor es callar y andar con ello. Adule al amo ignorante el crïado lisonjero, y dígale que desciende por línea recta de Héctor; créaselo el bobarrón, dele dádivas sin cuento, que es la adulación esponja y sangría de avarientos, que, si lo lleva el tiempo, lo mejor es callar y andar con ello. La campana de Velilla hágase rajas tañendo, que diz que cuando se tañe ha de haber varios sucesos; créalo el torpe vulgacho, que yo solamente creo que, habiendo tantos badajos, no es mucho que hagan estruendo, que, si lo lleva el tiempo, lo mejor es callar y andar con ello.
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POESÍA DEDICATORIA
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Poesía dedicatoria
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46 (V) Del Doctor Agustín de Tejada y Páez. Soneto.338
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10
Las máquinas soberbias y reales se rinden al tropel de tus victorias; cubres de nieblas mil ilustres glorias, oh Tiempo, destruidor de los mortales: los colosos, los mármoles triunfales, los altivos trofeos, las memorias, las claras antiguallas, las historias, aunque sean de bronce sus anales. Sólo no rindes de una musa altiva la gloria, porque Osorio puede y osa escapar de tus manos los varones que con invictos pechos y fe viva atronaron, con Fama generosa, las tendidas antárticas regiones.
338
Figura como soneto preliminar a la obra de Don Diego de Santistevan Osorio, Cuarta y quinta parte de la Araucana, 1597.
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Poesía dedicatoria
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47 (VI) Del Doctor Agustín de Tejada y Páez, natural de la ciudad de Granada. Soneto.339
5
10
Con alta trompa, sonorosa y clara, las armas y varones señalados, al templo de la Fama dedicados, y odoríferos humos de su ara, tu soberano ingenio y pluma rara, con numerosos versos y sagrados hoy, Osorio, los deja consagrados con gloria ilustre, célebre y preclara. Rinden los brazos de la invicta España rebeldes pechos, más que bronces duros, y tú les das el premio de tal gloria, pues, si fue contra bronce tal hazaña, también en bronce quedarán seguros, grabados en el mármol de tu historia.
339
Como el soneto anterior, este también figura en los preliminares de la obra de Don Diego de Santistevan Osorio, Cuarta y quinta parte de la Araucana, 1597.
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Poesía dedicatoria
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48 (IV) Del Doctor Agustín de Tejada y Páez. [A Don Diego de Santisteban Osorio]340 Soneto.
5
10
Mientras el cristal líquido a la fuente gustáis con labios de purpúrea rosa, y una y otra canción, dulce, amorosa, resuena al murmurar de su corriente, de uno y otro clavel bello y luciente, de una y otra flor pura y olorosa, oh compaña sagrada y generosa, ornalde a Osorio la sagrada frente, y del laurel las hojas, adornadas ciñan las sienes del Virgilio nuevo que en tierna edad os honra con su canto, dándoles vida a hazañas celebradas, y a España fama y nuevo aliento a Febo, a Marte más valor y al mundo espanto.
340
El soneto se halla en los preliminares de su obra Primera y segunda parte de las guerras de Malta y toma de Rodas (Madrid: Licenciado Varez de Castro, 1599).
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Poesía dedicatoria
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49 (XXII) Del Doctor Agustín de Tejada Páez. [Soneto] 341
5
10
Camina el avariento, y el salado piélago surca al norte de la mina, cuya codicia el pecho suyo inclina que rompa el mar, del austro alborotado; y el mercader camina fatigado porque sigue el cansancio al que camina, y el peregrino el mundo peregrina cumpliendo el voto a quien está obligado. Mas no sintieran del trabajo ultraje, mercader, peregrino, ni avariento con viaje tan bien entretenido, que Rojas facilita ya el vïaje con dulce prosa y numeroso acento, muerte del tiempo, espada del olvido.
341
Este soneto aparece en los preliminares de la obra de Agustín de Rojas Villandrando El viaje entretenido, 1603.
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Poesía dedicatoria
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50 (XXI) Soneto del mismo342
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A la gloriosa espada fulminante del Magno Augusto Carlos, Marte ardiente, postró sus lises el francés valiente y humilló el turco el cándido turbante. Siempre invicto lo vio, siempre triunfante, la tierra, del Ocaso al rojo Oriente, y el padre de las ondas vio su frente rota con sus columnas de diamante. Mas cubierta estuviera de silencio fama tan justamente celebrada, y España sin la luz de tal memoria, si tú, Livio español, docto Prudencio, no igualaras tu pluma con su espada y con sus altos hechos tu alta historia.
342
Como se dijo en nota al poema nº 35, este soneto aparece en los preliminares de la obra de Fray Prudencio de Sandoval, Primera parte de la Vida y hechos del emperador Carlos V, Valladolid, 1604.
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51 (XXIII) El Doctor Agustín de Tejada. [Soneto] 343
5
10
Con ojos como estrellas de luz pura con que penetra un pecho diamantino, la alta Filosofía a Severino miró, con que su sabia lengua apura. Nunca conoció Atenas tal dulzura, aun en los labios de Platón divino, cual muestra aqueste Sócrates latino cuando consuela en la aflicción más dura. La misma alta Matrona venerable atenta os contempló, y de vos pagada, quiere hoy hablar por vuestra lengua sola, y, por que nuevamente Boecio hable, ella os da su elegancia celebrada, y vos al gran Boecio la española.
343
Esta soneto se halla en los preliminares de Boecio. De consolacion, traduzido y comentado por... Fray Augustin Lopez...de la orden de S. Bernardo y enriquecido con aduertencias sentenciosas y tratados espirituales a proposito de lo que enseña Boecio. 1604.
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52 (XXV) Del Doctor Agustín de Tejada Páez [Soneto] 344
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Si cuando Roma templos, chapiteles, triunfantes de las nubes vio, cargados de divinas memorias, y adornados de palmas, de trofeos, de laureles; y si cuando el pincel daba de Apeles vida a las tablas, contra el tiempo y hados, y en estatuas de mármoles dorados iraban Lisipo y Praxiteles; si cuando Atenas vio sus aulas llenas de ingenios, viera el vuestro, oh Peregrino, no os hiciera la patria aqueste agravio: por natural, a ingenio tan divino quisieran Roma invicta y docta Atenas, pues todo el mundo es patria al hombre sabio.
344
Este soneto se recoge en las páginas finales de El peregrino en su patria de Lope de Vega, Sevilla, 1604.
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53 (XXVIII) A Don Juan de Persia, del Doctor Agustín de Tejada y Páez.345
5
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Cudicia de saber al hombre incita que de los cielos mida el movimiento; las luces cuenta al estrellado asiento, siendo su multitud casi infinita. A la tierra los términos limita, las olas doma al mar, la furia al viento; tanto alcanza el humano entendimiento, que las cosas más arduas facilita. El tuyo ira, oh nuevo Tolomeo, que conoció de Dios a quién se aplica la verdadera fe y sacros altares, y dio a la pluma, de pincel, trofeo, pues que nos pinta de la Persia rica cielo, región, costumbres, tierras, mares.
345
Este soneto se publicó en las Relaciones de Don Iuan de Persia: dirigidas a la Magestad Catholica de Don Phillipe III ... : divididas en tres libros donde se tratans las cosas notables de Persia, la genealogia de sus reyes, guerras de persianos, turcos, y tartaros, y las que vido en el viaje que hizo à España: y su conuersion y la de otros dos caualleros persianos. 1604.
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54 (XIX) Del Doctor Agustín de Tejada y Páez. [A Don Francisco Bermúdez de Pedraza] 346
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Por esta historia, oh Granada, claro se nos da a entender que gloria más celebrada merecen pluma y saber que fuerte brazo y espada. Poco en los siglos gentiles te sirvieran mil Aquiles: fueran sus hechos espuma sin tal pincel y tal pluma y razones tan sutiles. El Ave Fénix es fama que se consume en el fuego, y de su olorosa cama otra vuelve a nacer luego cobrando vida en la llama. Granada, al Fénix imitas, con que tu historia acreditas, pues del fuego del olvido que te había consumido, hoy con pluma resucitas. Pagaba en tributo al Moro Nevada, un tiempo, cristales; la fresca vega, un tesoro
346
Tejada, en dieciocho ágiles quintillas, encomia la famosa obra de Pedraza Antigüedades y excelencias de Granada. Madrid, 1608.
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de flores; y en sus raudales Dauro y Genil, plata y oro. Y en la máquina sublime que el lomo a la Tierra oprime (alta fuerza, bella Alhambra) tal moro danza la zambra, tal la lanza al aire esgrime. Vino Isabel y Fernando, de la Fama invictos reyes, del sarracino triunfando, y a sus católicas leyes su exenta cerviz atando. Vio en su venida la vega cuán bravo la lanza juega el Maestre de cruz roja, pues, si en la vega se arroja, con mora sangre la riega. Vio manchar de rojas gotas de sangre las escarlatas de las bordadas marlotas; al filo, las claras platas, el fino acero a las cotas. Y vio adargas de Marruecos y tunicelas con fluecos y al aire espesar las jaras, y a bárbaras algazaras responder parleros ecos. Y vio enroscados turbantes de los Muzas más valientes, prostrados, aunque arrogantes, y ante las cruces crecientes rendir las lunas menguantes. Y después, hecha cristiana, aquella ciudad ufana,
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lustre y esplendor de Iberia, dio a la Fama más materia, y gloria más soberana. Que a tantos ingenios Dauro ciñe las sagradas sienes de yedra inmortal y lauro, que no envidiara los bienes del Tebro, Po, Mincio y Mauro. Y por glorias más preclaras besa con sus ondas claras la falda a un divino monte que dio en aquel horizonte a doce fénix doce aras. Por tantos bienes, Granada, mereces ser, justamente, como reina, coronada. Pero tu gloria excelente tenía el Tiempo eclipsada. Mas, por que tan alta gloria al mundo fuese notoria, diote el Cielo favorable un alto ingenio notable que dé vida a tu memoria. El Gentil te edificó; conquistote el Godo ufano; el Árabe te ganó; te recuperó el Cristiano; Bermúdez vida te dio. Y, pues que tal sol te asoma que así tus tinieblas doma, ante ti valdrán apenas con Tucídides su Atenas ni con Tito Livio Roma.
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55 (XXXV) Décimas del Doctor Tejada a Juan de Aguilar sobre el Panegírico.347
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La águila remonta el vuelo al risco más encumbrado; vos, Aguilar celebrado, lo remontáis hasta el cielo y al mundo nuevo modelo dais de ingenio singular, porque el que os oye cantar piensa que sois cisne en Cumas, y el que os ve batir las plumas que sois águila, Aguilar.
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Si el águila se renueva bañándose en la corriente, vos os bañáis en la fuente que Dios elige y aprueba, donde, con la pluma nueva, tanto el vuelo habéis subido, que si el de Juan fue itido en Cristo, cuando dormía, vos en su madre María habéis fabricado el nido.
347
Estas décimas (sin variantes) fueron publicadas en los preliminares de la composición en verso latino de Juan de Aguilar intitulada: De Sacrosanctae Virginis Montis Acuti translatione et miraculis Panegyris, Malacae, Anno 1609, apud Ioannem René. Este Panegírico es una obra en verso latino compuesta por el Maestro Juan de Aguilar, que se tenía por perdida, y que ha sido hallada y reseñada recientemente por Belén Molina Huete: Noticia bibliográfica sobre el panegírico de Juan de Aguilar "A la Virgen de Monteagudo" (1609): hacia la recuperación de un texto perdido. (En Analecta malacitana, Vol. 31, Nº 2, 2008, pags. 581-590). Asimismo, con traducción en verso al castellano, estudio e impresión facsimilar, la han editado, con extraordinaria deficiencia, Mariano Roldán y José María de la Torre: Traslación de la Virgen de Monteagudo, Rute, 2009. J. Lara y J. Morata publicaron una severa reseña de este último libro, y puede verse en esta página web con el título abreviado de En defensa del humanista Juan de Aguilar.
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56 (XLII) Del Doctor Agustín de Tejada y Páez, natural de Antequera. Al P. Fr. Gaspar de los Reyes, de la Orden de S. Agustín.348
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Tan dulce canto y son, Reyes, ordenas que nunca oyó su igual el firmamento, venciendo en cielo y tierra, en mar y en viento a Febo y Musas, cisnes y sirenas. Pues a Dios cantas, Dios es tu mecenas, tu lira suena y da a tu voz aliento, y, por que iren tu divino acento, tiempo y envidia, envidia y tiempo enfrenas. Truécase todo el reino Estigio, y mira sus reos sin dolor, sin ejercicio penal, en cuanto atruena el Cancerbero, porque suspende el son de tu alta lira de Tántalo, Ixïón, Sísifo y Ticio la sed, la rueda, el peso, el bueitre fiero.
348
El soneto es preliminar en la obra de Gaspar de los Reyes, Tesoro de concetos divinos compuesto en todo género de verso, Sevilla, Clemente Hidalgo, 1613.
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57 (XLV) Del Doctor Agustín de Tejada Páez, Racionero de la Santa Iglesia de Granada. [Décima]349
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Hoy el Carmelo sagrado longevo fénix imita; la vida el fuego le quita y el sol se la ha restaurado. Abrasador y abrasado fuego, Elías, al Carmelo, fénix, dio vida en el suelo (casi extinta en larga suma de siglos): rayo tu pluma del sol, le da vida y vuelo.
349
Esta décima se encuentra en los preliminares del libro de Juan de Cartagena, Dos tratados de la sagrada antigüedad de la Orden de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, trad. de fray Jerónimo Pancorvo, Sevilla, 1623.
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Agustín de Tejada
Poesía dedicatoria
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58 (LVII) Del doctor Agustín de Tejada Páez, Racionero de la Santa Iglesia de Granada. Décima.350
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Lo útil, culto y deleitable juntos en tus versos das; dos pide Febo, das más, y así eres más irable. Con arte enlazas notable a su lira suspensión, natural erudición que, si oculta y exquisita excede al Estagirita,351 en lo moral a Platón.
350
Se encuentra esta décima en la obra de Rodrigo Fernández de Ribera Lecciones naturales contra el descuido común de la vida, Antequera, 1629. 351
V. 9. El Estagirita, como se sabe, es Aristóteles.
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Agustín de Tejada
Poesía dedicatoria
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59 (LVIII) Doctor Augustín de Tejada y Páez, Racionero de la Santa Iglesia de Granada352
5
10
De Eleo al suelo sicano Aretusa soberana huye de Alfeo tirano y su cristal no profana entre olas del mar insano. Mas si de amallo se excusa, Colodrero, hoy vuestra musa, canta así y adorna a Alfeo que, entendiendo que es Timbreo, ya se enamora Aretusa.
352
Estas dos quintillas están en los preliminares de la obra de Miguel Colodrero de Villalobos El Alpheo y otro asuntos en verso, ejemplares algunos, Antequera, 1639. Como este libro fue publicado cinco años después de la muerte de Tejada (1635), podemos considerar que estamos ante la última creación (o compromiso literario) del poeta.
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POESÍA ORIGINAL LATINA
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Poesía original latina
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I [Augustini de Tejada Páez] In laudem Sanctae Euphemiae virginis, martirio preclarae hymnus.353
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Fallacem mundi vitam qui quaerit inepte morte carere nequit, ast illi mundo qui parcens quaerit Olympum candida vita manet. Quidne, Eufemia, primi? Et quid non, alma, secundi quaeris, amante Deo?354 [................................................................]355 [.......................................] 353
Tejada se sirve de la estrofa arquiloquia primera (dísticos formados por un hexámetro y la segunda parte de un pentámetro: la que emplea Horacio en Diffugere nives...). El texto latino del códice es muy deficiente, como corresponde a un copista poco riguroso. Estas serían las enmiendas propuestas: v. 3: illi quaerit por illum querit; v. 8: quoque por quo; v. 9: istorum...succumbere por istarum sanctum sue cumbere; v. 10: martyrium por martirym; v. 14: quoque por quo; v. 16: uterque por utaer; v. 19: illis por illi; v. 20: nomine martyrii por nominii martirii; v. 21: nomisma por no misma; v. 22: habes por haberis. Por otra parte ha sido forzoso trocar el orden que ofrece el códice para los dos últimos dísticos, tanto por exigencia del sentido del texto como por el cotejo con la traducción del propio Tejada. 354
Tras el verso 6 se lee en el códice un dístico, carente de la menor relación. Al igual que ocurre en la traducción que realiza Tejada, se trata de la incorporación errónea de un fragmento deturpado (que suprimimos) correspondiente a otro poema: Caedenti patrem falcatus quae intulit orbis est data martyriis. 355
V. 7-8. Falta un dístico relativo a Santa Catalina y su martirio en la rueda, como se deduce de los versos posteriores y se confirma con el cotejo con la traducción de Tejada.
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Agustín de Tejada
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Poesía original latina
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Ignis qui sanctos Laurentii pascitur artus te quoque, sancta, cremat cui libet istorum sanctum succumbere morti nec leve martyrium: inde sed et laessum qua Christus vulnere pectus vulnere pectus habes. Sicut enim Christum tibi iungit magnus et ipsi te quoque iungit Amor. Sic Catherina tibi et qui lauri nomine gaudet cedit uterque libens. Materia uobis praestet licet omnibus aurum, distat in arte tuum; illis tormentis sunt aurea lamina tantum nomine martyrii, tu nam insignis veluti nomisma sigillo pectore vulnus habes.
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Poesía original latina
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II Illustrissimo simul & clarissimo principi Doctori Domino Petro de Castro Quiñones Granatensium Archipraesulatui Praefecto Augustinus de Tejada & Paez dicat.356
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Dum sequeris magni, Praesul, vestigia Patris qui undivagus recto ferrea corde domat, improba victrici dextra qui foedera rumpit hostiliumque animos serpere cogit humi; dumque humeris gestas tantarum pondera rerum, aetherea ut Alcides, Hesperidumque Gigas; dumque Minerva tuum divino nectare complet pectus ut inde Dei dulcia verba fluant; dum tibi commissus caelesti numine pauper ad te confugiens excipit inde dapes, quae tuae virtutes ut serta, ut sidera cingunt tempora, quêis florent, quêis simul & radiant: ad mea convertas oculos, si munera poscunt exigua, & placida mente tenenda fave. Proelia, tela, duces, si quae permissa videntur, hic permissa uides proelia, tela, duces. Qui movet arma ferox Mavors, qui pectora frangit, legibus astrictus iam pavidus trepidat. Non ultor sceleris statuam quod temperet iras: nam tunc saeva manus victima grata Deo est.
356
Este poema, entre laudatorio y académico, dirigido al Arzobispo Don Pedro de Castro aparece en el documento que acredita la licenciatura en Teología de Tejada. Está formado por doce dísticos elegíacos (hexámetros con pentámetros), y antecede a nueve puntos de discusión doctrinal sobre la frecuencia de la misa.
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Poesía original latina
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Gratior interea, sed quid? Gratissima Missae victima, qua Patri Filius, ecce, datur. Denique si ex numero, mensura aut pondere quisquam expectanda monet turpia lucra: nego.
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TRADUCCIONES Y FRAGMENTOS
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Agustín de Tejada
Traducciones y fragmentos varios
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TRADUCCIONES DE AUTORES CLÁSICOS.
I [De Ovidio y Tibulo]
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¿Qué pide o qué desea o qué apetece por premio a sus trabajos el poeta que en sus heroicas obras más florece? – A solo adquirir fama se sujeta: la fama es dulce premio a sus cuidados y que ésta eterno nombre le prometa. Fueron antiguamente tan preciados de príncipes y reyes y señores, de tanta estimación y tan premiados, que a ellos se les daban los honores, la majestad y nombre venerable, de los más principales y menores. Ennio fue a Escipïón tan agradable, que le dio en su sepulcro sepultura para que fuese siempre memorable, y tuvo Escipïón a gran cordura estar con hombre en letras tan famoso como él lo fue en las armas y ventura. Mas el coro de Musas tan glorioso, de Apolo el sacro lauro y verde yedra no están ya en aquel trono tan honroso; su altivo honor y estimación desmedra, tenido en poco el elegante vuelo 357
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V. 23. En el códice: teniedo. Mejor lectura: tenido.
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Agustín de Tejada
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Traducciones y fragmentos varios
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del que en Parnaso tiene asiento y piedra. De dioses el poeta es un modelo, y, así, en la antigua edad fueron tenidos por una alta deidad de allá del cielo. Están llenos de un dios nuestros sentidos, y por aqueste dios de nuestro pecho somos al hacer versos compelidos. No nos mueve cudicia del provecho, antes, de allá, del celestial asiento nos viene aqueste espíritu de hecho. Es el poeta, de la envidia, exento: nadie lo quiere mal, mas cualquier hombre de solo respetarlo tiene intento. ¿Quién dio a Ulises de fama tal renombre? – Pues, por sus hechos escribir Homero, son célebres los dos en fama y nombre Éste entre los poetas es primero, porque con pluma dio nombre glorioso al ánimo invencible del guerrero. El joven rey de Persia, tan famoso, hubo del rey Darío una victoria (tan valiente, aunque menos venturoso), y entre las cosas dignas de memoria del despojo riquísimo y trofeo que junto se ganó con tanta gloria, un cofre lleno del real arreo se ganó, de riqueza incomparable, que, viéndolo, Alejandro dijo: «Creo que es su riqueza de éste inestimable, mas una pieza tal es muy más buena para joya que me es más agradable»; de las obras de Homero estaba llena, pero aun la caja a su valor no iguala, pues es de merecerlas tan ajena.
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Agustín de Tejada
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Traducciones y fragmentos varios
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Mas, ¡oh de aqueste siglo suerte mala, pues que las artes tanto se desprecian que aun el muchacho la cudicia exhala! Solas riquezas son las que se precian. Amad las Musas y escritores graves, pues por ningún tesoro no se aprecian. No venza la cudicia a los süaves estilos y se precien más los premios que los que tienen del saber las llaves, pues dura siempre en los famosos gremios a quien loan las Musas sabias, bellas, sin vencellos del tiempo los apremios. Mientras tuviere el claro cielo estrellas, los ríos agua y árboles la tierra, duran los nombres que celebran ellas. Todo cuanto hay en nos la muerte atierra, sólo escapan los bienes y las cosas que el buen ingenio y sabio pecho encierra. El oro y vestiduras más costosas se deshacen, se acaban y perecen, y las famas que dan, duran honrosas. Homero vivirá mientras florecen Ténedo y mientras de Ida al mar hinchado de Simois las corrientes aguas crecen. Será el ascreo Hesíodo nombrado, mientras la uva con mostos se hinchare y el trigo sea con la hoz segado. Mientras con fuego y flechas lastimare el Amor, oh Tibulo, sabio y culto, ¿quién habrá que tus versos no loare? Y Títiro a ninguno será oculto:358 358
Vv. 88-90. El terceto parece estragado. La única propuesta viable es entender Títiro como alias de su autor (Virgilio), y sustituir bulto por culto
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su Eneida pronostico que se lea, también las mieses de su libro y bulto. Mientras que Roma la cabeza sea de este espacioso y adornado mundo y sea de triunfos y de gloria idea, conocerán a Galo, el muy facundo, desde Cois a la Hesperia tan nombrada: ¡tanto puede su método jocundo!; será con él su Cloris celebrada, y, aunque perezca todo el firmamento, la musa no perece, que es sagrada. Humíllense los reyes de su asiento, los claros triunfos de memoria ilustre se humillen a los versos ciento a ciento, y la ribera amena a quien da lustre del aurífero Tajo el grano de oro, comparada a las musas se deslustre. A mí el sagrado Apolo, a quien adoro, colmados vasos de su sacra fuente me dará con auxilios de su coro, y ceñirá mi docta y sabia frente con hojas santas de su yedra y lauro que teme el frío rígido inclemente. Y mientras calentare el Sol al Tauro, será leído mi alto y dulce estilo del galo al persa y desde el Indo al Mauro. Y aunque la muerte corte el vital hilo, siempre estará mi nombre en su alta cumbre, venerado del Tibre hasta el Nilo, sin cubrir nieblas mi luciente lumbre.
(sustantivo: 'cultivo'), entendiendo el verso 90 como referencia a las Geórgicas.
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II [De Virgilio]
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Hablando así, las sienes ciñe en torno 359 con mirto, árbol consagrado a Venus, su madre, y Hélimo hace lo propio. También hace lo mismo el viejo Acestes, y el mozo Ascanio y los demás soldados. Acabado el concilio, el gran Eneas parte para el sepulcro de su padre, síguelo gente de copioso número, llega al sepulcro y toma dos [...] 360 de puro vino y viértelos por tierra con la debida cerimonia y ritos, y luego dos de fresca y tibia leche, y dos de sacra sangre de las víctimas, y esparce al suelo flores olorosas. Conforme al uso, mata ovejas cinco y puercas otras tantas y otros tantos novillos, cada cual de cerro negro, y, derramando vino con las tazas, del gran Anquises llama la sancta alma y las almas que no han pasado el barco de Aqueronte feroz al campo Elíseo, y traen sus compañeros ricos dones, cada cual como puede, con que adornan
359
V. 1. En el ms: cienes.
360
Vv. 8-9. El verso está incompleto, como demuestran la hipometría y el cotejo con el dechado latino. Se corresponde con duo carchesia ('dos grandes copas', 'dos jarrones', ‘dos tazones’).
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los sagrados altares y componen. Novillos matan para el sacrificio, ponen por orden ollas y calderas, y, reclinados por la fresca hierba, brasa echan bajo de los asadores 361 y asan las carnes sacras e intestinos.
361
V. 28. Quedaría mucho mejor: *echan brasa bajo los asadores (suprimiendo de y anticipando echan).
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III [De Virgilio]
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Fue la primera hazaña del gran Hércules matar al León Nemeo fiero y áspero; la segunda matar la Hidra rígida que cabezas tenía en doble número; lo tercero, con fuerza heroica y válida, mató al Erimanteo Puerco hórrido; mató, lo cuarto, al Ciervo velocísimo, quedando con sus cuernos de oro, próspero; la quinta, ahuyentar con arco horrísono las Arpías del sucio lago Stínfalo; la sexta fue vencer la fuerte Hipólita, quitándole la cinta de oro fúlgido, y dar muerte a Busiris fue la séptima, bañando con su sangre el Nilo rápido; la octava fue vencer con brazos bélicos en fiera lucha a un toro ferocísimo; la nona, al rey Diomedes, cruel y bárbaro, mató y a sus caballos fieros dárdanos; venció al do[..]ado Gerïón lo décimo,362 sin valerle tres cuerpos tan intrépidos; la undécima, sacar del Orco pálido, atado, al Cancerbero al sol clarífico; quitalle el fruto de oro al Huerto Hespérido fue su postrer blasón, trofeo y título. .........
362
V. 19. En el códice faltan algunas letras del vocablo do...ado. Encajaría (aunque no mucho) algo como *robado.
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Mata a un León y Hidra Alcides fiero, al bravo Gerïón y a un Puerco fuerte, destierra las Arpías y al ligero Ciervo, y al gran Busiris da la muerte. A un Toro doma, y saca al Cancerbero, mejora con Hipólita su suerte, a Diomedes y a Caco (en maldad ciego) mata, y muere en Oeta ardiendo en fuego.
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IV [De Virgilio]
5
Ábrese en esto la superna casa del rutilante, omnipotente Olimpo. Llama a Consejo el soberano Júpiter, que es padre de los dioses y rey de hombres, sentado en su estrellado y rico trono, omnipotente formador de todo que, desde su alto asiento, gobernando está aquesta redonda y grande máquina, a quien nada se encubre ni se absconde.
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V [De Horacio] 363
5
Huyó la nieve de los montes altos, vuelve al campo la yerba, mudó la tierra el velo seco y yerto, corren mansos los ríos, la altiva Gracia, con sus dos hermanas, cercada de sus ninfas, sigue desnuda los sagrados coros.
363
Traduce Tejada el comienzo de la Oda 7 del Libro IV de Horacio (Diffugere nives, redeunt iam gramina campis).
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VI
FRAGMENTOS
[De Horacio] Vina fere dulces oluerunt mane Camenae Por la mañana olieron las Camenas a dulce, blando y oloroso vino. .....................
[De Fracastoro] […] istaec maesta tibi carmina persolui; Quo fortasse meis consolarere Camenis, si miseros quidquam Musa leuare potest. Escribí para ti estos versos tristes con que te consolasen mis Camenas, si a un triste algo la Musa aliviar puede. .......................................
[De Ovidio] Nectar et ambrossiam, latices epulasque deorum det mihi formosa naua Iuventa manu. Con mano bella la Juventa grata,
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aquel manjar de dioses, dulce ambrosía, me dé y dulce poción, süave néctar. ...........................
[De Ovidio] Ipsa mone quae nomem habes a carmine ductum.364 Amonéstame tú que tienes nombre que de versos proféticos es dicho. ................................................
[De Ovidio] Quae simul aetherios animo conceperat ignes, ore dabat pleno carmina vera dei. Que concibía en su ánimo los fuegos etéreos juntamente y con la boca anunciaba en sus versos acertados los anuncios del dios y los pronósticos. ......................................................
364
En Tejada leemos de carmine dictum, pero en Ovidio: a carmine ductum. Esa confusión es la que lleva al antequerano a usar el participio dicho. En todo caso, el sentido apenas cambia.
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[De Matteo Boiardo] 365 Enigma Di tú cuál animal o en qué manera habrá, que sin pies vaya caminando. Después cuál otro, al mundo, que se mueva con cuatro, dos y tres, que es gentil prueba. Solución 5
10
Y mirando en el libro pone cura la duda que la fiera demandaba, vido el viejo marino y su natura que con las alas nada y paseaba. Después ve que la humana criatura con cuatro pies a andar encomenzaba,366 después con dos cuando ya va creciendo, viejo con tres algún bordón trayendo.
365
El texto de Boiardo que traduce Tejada está en italiano; pero incluyo aquí esta irrelevante traducción porque para nuestro poeta y para sus contemporáneos, los autores del Quatrocento italiano eran verdaderos clásicos (dignos de imitación). 366
V. 10. La inclusión de a mejora la sintaxis.
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TRADUCCIONES DE POESÍA NEOLATINA
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I [De Juan de Mora] 367
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Ilustre santa, a quien el Hijo Santo del que gobierna el globo y firmamento, del aire, fuego, mar y tierras anchas con las pálidas sombras del callado Infierno, te concede ser su esposa, amada y queridísima tres veces, y también le agradó que fueses puesta a donde está su Madre Sacrosanta, y en un propio aposento y receptáculo ser compañera de tan grande Virgen, cuya deidad respeta el coro alado de los sublimes soberanos ángeles y cualquiera que huella con las plantas felices el impireo santo e inmoble: humildes te rogamos, gran Eufemia, que alcances del Señor del mundo y cielo (pues consuena tu nombre con regalos, y recibiste de él tantos favores, y pues que por su amor, ardiente el pecho, venciste la pelea de la carne, y, no temiendo lo que teme el frágil, fuerte, constante, heroica, y animosa sufriste de verdugos la gran furia, la pavorosa rueda y bravos golpes, y de Prisco feroz las amenazas,
367
DHA. Traduce Tejada una composición latina de su maestro, el humanista Juan de Mora, dedicada a Santa Eufemia.
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el fuego avaro y el ecúleo acerbo,368 y horrenda furia de los leones torvos) que dé paz y salud a aqueste humilde pueblo, que tu favor agora invoca, y le otorgue librarse de las máculas feas, de toda culpa y todo crimen, y, mitigado con los santos ruegos tuyos y de su pura y Virgen Madre, le dé, en saliendo de esta oscura cárcel, el Reino Santo de los claros polos.
368
V. 26. La interpolación del artículo el ante ecúleo solventa la hipometría de la fuente.
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II [Del Arco de los Gigantes]
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Al patrón de la Fee, de España gloria,369 del Oriente y Poniente y su grandeza, estatuas y epitafios, cuya historia muestran de esta ciudad la gran nobleza, que son de Ancia y de Íllura memoria, de Nescania y Singilia la riqueza, de Antequera el Cabildo aquí adjudica, y al Máximo Filipo los dedica.
369
DHA. V. 1. Es esta la primera de las cuatro traducciones que realiza Tejada do inscripciones latinas del famoso Arco de los Gigantes de Antequera. El códice lee Hespañas, ese plural se corresponde con el Hispaniarum de la inscripción. Parece preferible enmendar con el singular, ya que el sintagma Gloria de Españas acaso resulte algo chocante.
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III [Del Arco de los Gigantes] 370
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Si te agradan, contentan y recrean de esta antigua ciudad los fundamentos, a quien del tiempo fieros movimientos no pudieron hacer que no se vean, estas latinas letras hoy se lean, que en la antigua Antequera y sus asientos se hallan en ruïnas y cimientos con que los lisos mármores se arrean, y se sabrá con esto su riqueza, su valor y nobleza nunca oculta, con que es famosa España en cualquier parte; tendrase de sus triunfos más certeza, que todo lo consume y lo sepulta la airada furia del horrendo Marte.
370
Como los textos anteriores, este soneto se encuentra en DHA y traduce una inscripción latina.
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IV [Del Arco de los Gigantes] 371
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El ilustre Senado Antequerano aquesta estatua dedicó a la Fama, de rostro hermoso, bello y soberano, por que, a quien su beldad el pecho inflama, haga obras de lustre sobrehumano, siendo tales como ella los afama, pues tales obras debe hacer el hombre como quiere el honor, título y nombre.
371
DHA. Esta octava traduce otra inscripción latina.
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V [Del Arco de los Gigantes]
5
Hoy a la Madre Virgen el Senado 372 de Antequera, y a Eufemia, su Patrona, por voto aqueste altar ha consagrado que su gloria ilustrísima pregona, y aquestas antiguallas que han honrado 373 de antiguos monumentos la corona, no a Jove, sino a Dios Óptimo y Vero todas las restituye por entero.
372
V. 1. Hipómetro en el códice de DHA. Se propone el arranque: Hoy a la Madre Virgen el Senado... 373
V. 5. La sintaxis y el sentido piden la interpolación del relativo que.
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VI [Epitafio] 374
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Sele liviana, pues, pesada tierra; sus huesos toca levemente, arena; no mostréis contra el cielo pesadumbre, básteos volver la paz en cruda guerra, en esterilidad la copia amena y en tinieblas la clara y viva lumbre.
374
Cita Tejada en sus DHA estos versos como muestra de una égloga juvenil, de la que solo conocemos estos dos tercetos. Ya se dijo, al anotar el soneto a la muerte de la Duquesa de Lerma (nº 20 de esta edición), que el poeta casi copia el primer endecasílabo, allí es: Sele liviana, pues, oh madre tierra.
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VII Himno en alabanza de Santa Eufemia virgen, preclara en su martirio.375 El que engañosamente al mundo aspira y sigue su carrera, no escapará de manos de la muerte; pero quien de este engaño se retira, 5
siguiendo la alta esfera del sacro Olimpo, alcanza eterna suerte. Ilustrísima Eufemia, heroica y fuerte, ¿qué en lo primero viste, y qué de hacer dejaste
10
en lo segundo, cuando así imitaste a tu querido Dios, que lo seguiste?, pues en fogosa rueda el cuerpo pones y alcanzas los blasones376 de la santa que pintan con la rueda,
15
por que aventajársete no pueda. El fuego crudo que los quema del gran Laurencio santo también tu cuerpo cándido atormenta,
375
Traduce Tejada en tres estancias de quince versos una composición latina propia, la que arranca: Fallacem mundi vitam qui quaerit inepte. 376
V. 14. En el códice a continuación se copian, tachados por una línea manual, estos dos versos que, evidentemente corresponden a otra poesía: de aquella santa que mató a su padre por que tu gloria con la suya cuadre.
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y, aunque el más fuerte estos tormentos tema 20
por ser de gran espanto, no el fuerte pecho tuyo se amedrienta, pues la señal clarísima y sangrienta que a Cristo esmalta el pecho, también el tuyo esmalta,
25
aunque la llaga en él es muy más alta, pues fue del mundo el único provecho,377 pero muestras de amor la viva llama que el pecho tuyo inflama, pues que de Cristo en ti y en ti de Cristo
30
un recíproco amor y fuego es visto. Así la celebrada Caterina y a quien dio el laurel nombre te otorgan la ventaja conocida, porque, aunque sea la materia fina
35
de oro en vuestro renombre y de vuestro martirio y dulce vida, es tu pena sellada y guarnecida de esmalte más lustroso con la llaga del pecho,
40
cuya purpúrea sangre el sello ha hecho, tornando tu martirio más famoso; y así, aunque son los tres martirios oro, el hermosos decoro que el tuyo adorna de artificio raro
45
lo vuelve más insigne, ilustre y claro.
377
V. 26. En el códice: p. f. d. m. unio p.
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TABLA ORDENADA ÍNDICE DE PRIMEROS VERSOS
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Tabla ordenada
POESÍA LEGENDARIA Y MITOLÓGICA . . . . . . . . . . . . . . . . . . VI [POEMA DE LA PEÑA DE LOS ENAMORADOS] . . . . . . . . . . . . . . 7 [INVOCACIÓN A APOLO] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Y pues alcanzas hoy la grave cumbre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 CANTO PRIMERO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 En la ciudad, honor de nuestra Iberia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 CANTO SEGUNDO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30 ¿Amor a qué no incita nuestros ánimos? . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30 [CANTO TERCERO] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52 Las bellas ninfas, de dolor movidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52 Las Náyades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56 Las Napeas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59 Las Oréadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60 Las Nereidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61 Las Hénides . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62 Las Dríades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64 Las Hamadríades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 [EPÍLOGO] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68 La firmeza, Clarinia, aquí contempla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68 Silva al elemento del Aire . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70 Antes de haber tierra, aire, mar y fuego . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70 Al túmulo de Héctor. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87 Al yelmo, espada, escudo, arnés, bocina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
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298 A Polixena . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88 De oro crespo y sutil, rubia melena . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88 POESÍA RELIGIOSA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89 A la Ilustrísima Virgen mártir Santa Eufemia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90 Pensar subir a tan excelsa cumbre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90 Al ilustrísimo mártir español San Laurencio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95 Al que padece martirio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95 Canción a Nuestra Señora. Tejada. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100 Divina Virgen y del Cielo Norte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100 En alabanza de los Reyes Magos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 104 Ardiendo de amor puro en llamas puras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 104 El racionero Tejada. A la Asunción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111 Angélicas escuadras, que en las salas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111 A la desembarcación de los santos de Granada . . . . . . . . . . . . . . . . . 118 Por las rosadas puertas del Oriente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 118 Del Doctor Agustín de Tejada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125 El ánimo me inflama ardiente celo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125 El Doctor Agustín de Tejada a Santiago. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157 De los héroes invictos, ya sagrados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157
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POESÍA FUNERARIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 164 A la muerte de Barahona de Soto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165 Desata, oh noble espíritu, desata . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165 A la muerte de Hernando de Herrera. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 166 Oíste, oh padre Betis, la voz rara . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 166 A la muerte del Rey Don Filipe II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167 El águila que a ser anciana llega . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167 El mismo autor. Al mismo intento. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 170 Diote, oh monarca, en pecho el indio el grano . . . . . . . . . . . . . . . 170 A la muerte del Rey Felipe II. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171 Erízase el pavón vanaglorioso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171 Al túmulo de la Duquesa de Lerma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175 Detén el paso, ira, oh caminante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175 Al Licenciado don Antonio Sirvente de Cárdenas . . . . . . . . . . . . . . . 176 Renace, oh nuevo fénix, de la llama . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 176 Del Doctor Agustín de Tejada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177 Este que ves trofeo y esta pira . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177 Al Condestable en la muerte de su nieto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178 Claro mecenas, aplacad el llanto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178
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300 A la muerte de Don Luis de Narváez. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179 Cielo por techo y cielo por alhombra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179 Del Doctor Tejada. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 180 Luceros los que engasta el firmamento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 180 POESÍA AMOROSA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 181 Doctor Tejada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 182 Despoja el cierzo al erizado suelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 182 [Soneto] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183 Si ya mi vista, en lágrimas gastada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183 El mismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 184 De azucenas, vïolas, lirio, acanto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 184 A una dama que se hirió la mano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185 Sin tener en la mano el hierro fiero, . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185 El mismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 186 Sueño, domador fuerte del cuidado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 186 Doctor Agustín de Tejada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187 Mientras que brama el mar y gime el viento . . . . . . . . . . . . . . . . . 187 POESÍA HEROICA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 188 Al Marqués de Santa Cruz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 189 Aplacadas las furias de Oceano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 189
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El mismo. A Viriato. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 190 Fresno nudoso y guedejosas pieles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 190 A los Reyes Católicos Don Fernando y Doña Isabel. . . . . . . . . . . . . 191 Al túmulo dichoso que os encierra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 191 Al túmulo del Gran Capitán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 200 Al túmulo de jaspe, en cuyas tallas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 200 Del Doctor Agustín de Tejada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 201 Las velas españolas, que una a una . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 201 Al Emperador Carlos V . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 202 Si hubo dos Martes, éste es el primero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 202 Al Rey Don Felipe, Nuestro Señor. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203 Tú, que en lo hondo del heroico pecho . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203 Al rey Nuestro Señor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 210 Tal como escuchas, oh Alejandro nuevo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 210 A la embarcación del Condestable. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213 Mientras España, oh mar, de ti confía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213 A la embarcación del Condestable. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 214 Nave que encrespas, con herrada proa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 214 Doctor Agustín de Tejada
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 221
Caro Constancio, a cuya sacra frente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 221
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A Lope de Vega en Granada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 227 Revuelta en perlas y oro, la alta frente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 227 A las ruinas de Singilia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 228 Collado enhiesto, do su furia inclina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 228 Del mismo. Al Alhambra de Granada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 229 Máquinas sumptüosas y reales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 229 Romance de Granada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 230 Granada, ciudad ilustre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 230 POESÍA BURLESCA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 242 Sátira. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243 Vaya el río por do suele . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243 POESÍA DEDICATORIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 250 Del Doctor Agustín de Tejada y Páez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251 Las máquinas soberbias y reales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251 Del Doctor Agustín de Tejada y Páez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 252 Con alta trompa, sonorosa y clara . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 252 Del Doctor Agustín de Tejada y Páez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 253 Mientras el cristal líquido a la fuente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 253
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Del Doctor Agustín de Tejada Páez. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 254 Camina el avariento, y el salado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 254 Soneto del mismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 255 A la gloriosa espada fulminante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 255 El Doctor Agustín de Tejada. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 256 Con ojos como estrellas de luz pura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 256 Del Doctor Agustín de Tejada Páez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 257 Si cuando Roma templos, chapiteles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 257 A Don Juan de Persia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 258 Cudicia de saber al hombre incita . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 258 Del Doctor Agustín de Tejada y Páez. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 259 Por esta historia, oh Granada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 259 Décimas del Doctor Tejada a Juan de Aguilar . . . . . . . . . . . . . . . . . . 262 La águila remonta el vuelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 262 Al P. Fr. Gaspar de los Reyes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 263 Tan dulce canto y son, Reyes, ordenas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 263 Del Doctor Agustín de Tejada Páez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 264 Hoy el Carmelo sagrado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 264 Del doctor Agustín de Tejada Páez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 265 Lo útil, culto y deleitable . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 265
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Doctor Augustín de Tejada y Páez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 266 De Eleo al suelo sicano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 266 POESÍA ORIGINAL LATINA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 267 In laudem Sanctae Euphemiae virginis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 268 Fallacem mundi vitam qui quaerit inepte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 268 Doctori Domino Petro de Castro Quiñones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 270 Dum sequeris magni, Praesul, vestigia Patris . . . . . . . . . . . . . . . . 270 TRADUCCIONES Y FRAGMENTOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 272 TRADUCCIONES DE AUTORES CLÁSICOS . . . . . . . . . . . . 273 [De Ovidio y Tibulo] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273 [De Virgilio] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 277 [De Virgilio] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 279 [De Virgilio] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 281 [De Horacio] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 282 [De Matteo Boiardo] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 285 TRADUCCIONES DE POESÍA NEOLATINA . . . . . . . . . . . . . . . 286 [De Juan de Mora] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 287 [Del Arco de los Gigantes] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 289 [Del Arco de los Gigantes] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 290 [Del Arco de los Gigantes] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 291 [Del Arco de los Gigantes] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 292 [Epitafio] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 293 Himno en alabanza de Santa Eufemia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 294
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Índice de primeros versos A la gloriosa espada fulminante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 255 Ábrese en esto la superna casa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 281 Al patrón de la Fee, de España gloria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 289 Al que padece martirio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95 Al túmulo de jaspe, en cuyas tallas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 200 Al túmulo dichoso que os encierra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 191 Al yelmo, escudo, espada, arnés, bocina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87 Amor a qué no incita nuestros ánimos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30 Angélicas escuadras, que en las salas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111 Antes de haber tierra, aire, mar y fuego . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70 Aplacadas las furias de Oceano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 189 Ardiendo de amor puro en llamas puras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 104 Camina el avariento, y el salado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 254 Caro Constancio, a cuya sacra frente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 221 Cielo por techo y cielo por alhombra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179 Claro mecenas, aplacad el llanto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178 Collado enhiesto, do su furia inclina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 228 Con alta trompa, sonorosa y clara . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 252 Con ojos como estrellas de luz pura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 256 Contiene esta breve fosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62 Cudicia de saber al hombre incita . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 258 De azucenas, vïolas, lirio, acanto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 184 De Eleo al suelo sicano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 266 De los héroes invictos, ya sagrados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157 De oro crespo y sutil rubia melena . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88 Del gallardo Hamete y Tagazona . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64 Desata, oh noble espíritu, desata . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165 Despoja el cierzo al erizado suelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 182
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306 Detén el paso, ira, oh caminante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175 Di tú cuál animal o en qué manera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 285 Diote, oh monarca, en pecho el indio el grano . . . . . . . . . . . . . . . . . . 170 Divina Virgen y del Cielo Norte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100 Dos amantes más firmes que Cupido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 Dum sequeris magni, Praesul, vestigia Patris . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 270 El águila que a ser anciana llega . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167 El ánimo me inflama ardiente celo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125 El ilustre Senado Antequerano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 291 El que engañosamente al mundo aspira . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 294 En edad tierna y entre ilustres paños . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60 En la ciudad honor de nuestra Iberia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 Erízase el pavón vanaglorioso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171 Este que ves trofeo y esta pira . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177 Fallacem mundi uitam qui quaerit inepte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 268 Fresno nudoso y guedejosas pieles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 190 Fue la primera hazaña del gran Hércules . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 279 Granada, ciudad ilustre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 230 Hablando así, las sienes ciñe en torno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 277 Hoy el Carmelo sagrado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 264 Huyó la nieve de los montes altos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 282 Ilustre santa, a quien el Hijo Santo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 287 La águila remonta el vuelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 262 La firmeza, Clarinia, aquí contempla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68 Las bellas ninfas, de dolor movidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52 Las máquinas soberbias y reales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251 Las velas españolas, que una a una . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 201 Lo útil, culto y deleitable . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 265 Luceros los que engasta el firmamento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 180 Máquinas sumptüosas y reales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 229
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307 Mata a un León y Hidra Alcides fiero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 280 Mientras el cristal líquido a la fuente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 253 Mientras España, oh mar, de ti confía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213 Mientras que brama el mar y gime el viento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187 Nave que encrespas con herrada proa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 214 Notables son, oh Amor, tus altos hechos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61 Oíste, oh padre Betis, la voz rara . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 166 Pensar subir a tan excelsa cumbre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90 Pintó el pincel de Natura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56 Por esta historia, oh Granada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 259 Por las rosadas puertas del Oriente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 118 Qué pide o qué desea o qué apetece . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273 Quien gran firmeza y suma hermosura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59 Renace, oh nuevo fénix, de la llama . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 176 Revuelta en perlas y oro, la alta frente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 227 Sele liviana, pues, pesada tierra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 293 Si cuando Roma templos, chapiteles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 257 Si hubo dos Martes, éste es el primero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 202 Si te agradan, contentan y recrean . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 290 Si ya mi vista, en lágrimas gastada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183 Sin tener en la mano el hierro fiero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185 Sueño, domador fuerte del cuidado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 186 Tal como escuchas, ¡oh Alejandro nuevo! . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 210 Tan dulce canto y son, Reyes, ordenas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 263 Tú, que en lo hondo del heroico pecho . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203 Vaya el río por do suele . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243 Y pues alcanzas hoy la grave cumbre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Edición de Jesús M. Morata Grupo de Estudios Literarios del Siglo de Oro (G.E.L.S.O.)