La guerra perdida de Armando Macías. Alberto Osorio 4 de Marzo de 2017 PROCESO, Edición Jalisco. Sus últimos años fueron una pesadilla, hasta que finalmente murió el pasado 24 de febrero, a causa de una mal renal. El pecado del doctor Armando Macías Martínez fue enfrentarse al exrector de la UdeG Raúl Padilla López, de quien en los lejanos ochenta fue colaborador y le conoció sus turbios manejos istrativos y financieros. Sin embargo, terminaron enemistados y Macías fue vetado y ya no pudo hacer nada, ni siquiera jubilarse. El 24 de febrero último falleció en Guadalajara el médico Armando Macías Martínez a causa de un mal renal. Tenía 64 años y durante una época fue cercano al exrector Raúl Padilla López, quien ejerce el control del Grupo Universidad desde hace más de tres décadas. El doctor Macías tuvo una larga trayectoria académica: fue secretario técnico de la Rectoría de la Universidad de Guadalajara (UdeG) durante la gestión de Raúl Padilla, así como director de la Preparatoria 7, del Centro Universitario de los Altos y de la División de disciplinas clínicas del Centro Universitario de Ciencias de la Salud. Y aun cuando tenía marcadas diferencias con algunos directivos y docentes universitarios y al final tuvo problemas para tramitar su pensión y la de su esposa Blanca –“una de las cosas que más le preocupaba”, según su hija Naieli–, al funeral de Macías acudieron algunos de esos funcionarios universitarios. Entre ellos estuvieron Tonatiuh Bravo Padilla, Alfredo Peña Ramos y Miguel Ángel Navarro Navarro, rector, secretario general y vicerrector de la UdeG, respectivamente. Naieli comenta al reportero que ella y su familia no quieren saber nada de la guerra entre los grupos universitarios. ite que su padre vivía a la espera de una respuesta definitiva al trámite de su jubilación, iniciado desde hace varios años. Nunca llegó, dice. Y expone: “Me da mucho pesar que mi papá se haya ido en un momento de carencias. Hubiera querido que mi papá se fuera sin ninguna preocupación… Creo que estaba cansado; ya había tirado la toalla desde hace casi un año. Decía que ya se iba a poner en paz, que ya no iba a generar más revueltas contra Raúl Padilla con tal de que le dieran su jubilación. “Eso lo platicó él directamente con altos funcionarios de la universidad, aunque yo no sabría decirte con quiénes se reunió. La verdad es que las personas que estuvieron en el velorio son las que mi papá cuestionó. Por eso me fui del velorio.”
El desencanto.
A finales de los ochenta, el doctor Macías conoció los excesos financieros y el control istrativo que ejerció Raúl Padilla durante su rectorado. Y en 1995, cuando aspiró a la Rectoría, comenzaron las diferencias y Macías quedó relegado. Las autoridades universitarias se inclinaron por Víctor Manuel González Romero.
El doctor se acercó al panista Alberto Cárdenas Jiménez, quien ese año llegó a la gubernatura. Por esas fechas se hablaba de realizar una auditoría a la UdeG ante la sospecha del gobierno estatal de los manejos irregulares de los recursos de la universidad. Macías se puso en o con el secretario general de Gobierno de Cárdenas Jiménez, el también panista Raúl Octavio Espinoza Martínez, para aportarle información sobre el Grupo Universidad. Al final, la auditoría no se realizó y los seguidores de Padilla López lo vetaron en la casa de estudios. Ocho años después, en 2013, cuando el priista Aristóteles Sandoval Díaz asumió la gubernatura, Macías fungió como asesor externo de la Secretaría General de Gobierno. Macías intentó acercarse al gobernador para ofrecerle sus servicios y tener un empleo estable que le permitiera solventar las presiones económicas. Nunca lo logró. Por más de tres años mantuvo la esperanza de que la UdeG le autorizara su jubilación por los años de servicio o por lo menos que el Grupo Universidad le levantara el veto. Pero las cosas se recrudecieron en 2008, cuando Macías decidió apoyar al entonces rector Carlos Briseño Torres, quien declaró la guerra al Grupo Universidad e incluso nombró a Macías como coordinador para la atención de las empresas parauniversitarias que manejaba Raúl Padilla. Briseño fue destituido la tarde del 29 de agosto de 2008 en una sesión del Consejo General Universitario (CGU) propuesta por Roberto Bob López, exdiputado local por el PRD. En esa ocasión 140 de los 176 integrantes votaron por su salida. Días después, el 1 de septiembre, la Gaceta Universitaria informó que la destitución de Briseño se sustentaba en el abandono de la reunión del pleno del CGU. Según Bob López, Briseño abandonó la sesión, con lo que obstaculizó los trabajos del consejo al declarar clausurada la asamblea en contra de la decisión de las dos terceras partes de los consejeros del máximo órgano de gobierno.
Poco después, como recompensa por su desempeño en favor del Grupo Universidad, López llegó a la dirigencia de PRD estatal, que, según declaró Macías por esas fechas, es controlado por el Grupo Universidad y Raúl Padilla. Briseño luchó más de un año por recuperar la Rectoría. No lo logró. El 19 de noviembre de 2009 se suicidó en el baño de su residencia en el exclusivo fraccionamiento Valle Real.
Años de zozobra.
Desde que Carlos Briseño fue destituido como rector, Macías mantuvo un bajo perfil e inició sus gestiones istrativas para jubilarse. Su infructuosa lucha duró ocho años.
Acostumbrado a la polémica, decía conocer el lado oscuro de los manejos de Raúl Padilla en la UdeG. En una ocasión dijo al reportero: “Cuando yo le señalo que él es un pillo, es porque en más de una ocasión me tocó cargar las alforjas del botín”. Con respecto a Briseño, dijo que el defenestrado rector se precipitó en la lucha contra el líder del Grupo Universidad. No tomó en cuenta su falta de apoyos en el interior de la propia casa de estudios. En enero de 2015, Macías tuvo su última charla con Proceso Jalisco. Fue en el café Providencia, de avenida Chapultepec. Ahí le pidió al reportero no mencionar su nombre en los reportajes para evitar represalias. Un día después de la muerte de Macías, la UdeG publicó dos esquelas. Una decía: “La comunidad de la Universidad de Guadalajara lamenta el fallecimiento del C.D. Armando Macías, quien fungió como director de la Preparatoria 7 y de San Juan de Los Lagos; secretario técnico de la Rectoría (1989-1995) y rector del Centro Universitario de Los Altos (de 2004 a 2009). “Expresamos nuestras condolencias a su esposa, su hija, su madre y sus hermanos y la hacemos extensivas a demás familiares y amigos.” La otra estaba firmada por los académicos del Centro Universitario de Los Altos, quienes manifestaron sus condolencias a familiares y amigos por el fallecimiento de Macías, rector del CUAltos en el periodo 2001-2007, y aun cuando fue publicada el 25 de febrero tenía la fecha del día 23. A finales de los ochenta, Macías fue director de la Preparatoria 7, ubicada en la colonia La Tuzanía, Zapopan. En esa época el plantel era considerado parte del nuevo modelo de educación media superior impulsado por Raúl Padilla.
Cuando Macías estuvo al frente de esa prepa, alumnos como Aristóteles Sandoval Díaz, Fernando González y José Ángel González Ruiz incursionaron en la política. El primero es gobernador; el segundo dirigió el plantel, y el tercero fue el primer dirigente de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU). González Ruiz fue colaborador de Oliverio Ramos en la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG) –antecesora de la FEU– antes de que Raúl Padilla la aniquilara, según recuerdan algunos exintegrantes de esa agrupación. Uno de ellos, Gustavo Monterrubio, considera que Macías fue un funcionario de segundo nivel. Aunque siempre aspiró a un puesto de mayor representatividad, dice, el médico trabajó en un área istrativa donde conoció la parte oscura de la UdeG y el control que ejercía Raúl Padilla sobre la institución y el estudiantado. Según él, Macías fue parte del mismo engranaje que luego lo rechazó. “Por sus propias decisiones –insiste–, llegó a la cúspide universitaria y su debacle ocurrió también por sus propias decisiones”. La Secretaría Técnica que ocupó en la UdeG no existía, por lo que tuvieron que inventarla para manejar la parte sucia del trabajo que le encomendaba el entonces rector Raúl Padilla. Y añade: “Macías fue el artífice de la ruptura de la FEG con la universidad y ahí se empezó a atraer a algunos de la FEG en una acción en la que participó Antonio Magallanes, exdirigente de los académicos, y Samuel Meléndrez, quien financiaba a los muchachos que brincaron de la FEG a la FEU. “Ahí están también José Ángel González Ruiz, quien fue secretario general de la FEG con Oliverio Ramos y luego primer líder de la FEU; Ramón Álvarez, también dirigente de la FEU y luego regidor por el PRD en Tlaquepaque, finalmente lo relegaron por sus posturas críticas; también Juan Manuel Soto, otro exdirigente de la FEG, quien terminó al servicio del Grupo Universidad, vía Armando Macías.” Semanas después del suicidio de Briseño, el 10 de diciembre de 2009, Fernando González Sandoval, exdirector de Servicio Social de la UdeG y uno de los más cercanos colaboradores de Raúl Padilla López, fue acribillado cuando circulaba en su vehículo sobre avenida Pablo Neruda, cerca del cruce con avenida Patria. El homicidio de González –quien jugó un papel estelar en la expulsión de Briseño y de Gabriel Torres Espinoza, el vicerrector, del edificio de la Rectoría– nunca se aclaró. La desaparecida Procuraduría de Justicia estatal responsabilizó a los hermanos Mancilla, dos exescoltas de Raúl Padilla, aunque nunca se les comprobó esa responsabilidad.