Beneficios De Pedir Perdón 6qz49

BENEFICIOS DE PEDIR PERDÓN Introducción Una de las cosas más destructoras que tiene lugar en la Iglesia es el deterioro de las relaciones entre creyentes. A veces, una acción insignificante puede hacer que una persona se sienta ofendida. Si no se resuelve la ofensa, puede abrigarse la amargura. Y a la larga se romperá la relación entre esas personas. El pedir perdón se relaciona con la acción de arrepentimiento por la ofensa ocasionada. Quizás en alguna ocasión hemos ofendido a alguna hermana, con alguna acción nuestra, sin darnos cuenta, es decir: no ha sido intencional, pero de todas formas, hemos dañado de alguna manera a la hermana. ¿Cómo resolvemos esta situación? Como creyentes, nuestra reacción ha de ser muy distinta de la de quienes no lo son. En Mateo 18, Jesús enseñó que el perdón es parte esencial de una sólida vida cristiana. Y si profesamos ser cristianos, necesitamos perdonar o pedir perdón. Todos ofendemos a alguien de vez en cuando, quizá con más frecuencia de lo que pensamos, y para tener paz, entre nosotros y cumplir con lo que nuestro Señor nos pide, necesitamos aceptar la correspondiente culpa, pedir perdón y reparar en lo posible la falta cometida. En el estudio de hoy enseñaremos los beneficios que trae el PEDIR PERDÓN a)

Me libertaré de mi culpa (Salmo 32: la dicha del perdón)

Salmos 32:1 “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado” Que importante es recibir perdón, es como sacarse un gran peso sobre nuestras espaldas. Nos sentimos livianos y libertados. ¿Qué ocurre cuando callamos y no pedimos perdón, cuando sabemos, que realmente, hemos ofendido a alguien? Salmos 32:3 y 4; 3Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día. 4Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedades de verano. En estos textos podemos ver lo angustiado, que debió haberse sentido David frente a la transgresión cometida, él lo ejemplifica diciendo: “se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día”, esto es como decir que la pena o la angustia que sentía, era tan grande que se debilitaron sus huesos. O Decir: “se volvió mi verdor en sequedades de verano”, es como decir: que de haber estado fuerte y animado, se volvió débil y deprimido. Pero en los siguientes textos se advierte que David, decide confesar sus transgresiones a Dios y pedirle perdón. Y después que Dios le perdonó, David a siente libre de culpa y con gozo, con alegría.

b) A la otra persona la libertará de su amargura. Traerá libertad a ambos. Libertad al ofendido y al ofensor 2 Corintios 2: 7-11; 7 así que, al contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de demasiada tristeza. 8 Por lo cual os ruego que confirméis el amor para con él. 9 Porque también para este fin os escribí, para tener la prueba de si vosotros sois obedientes en todo. 10 Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo, 11 para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones. Es necesario hermanas, perdonar al que nos ofende tal como lo enseña Pablo a los Corintios en su segunda carta. Aquí vemos que la persona que ofendió está arrepentida, pues está triste, desconsolada. Pablo les está mandando a perdonar al ofensor y quiere ver si hay obediencia en ellos. Pues también les advierte que si no perdonan, Satanás puede ganar ventaja sobre ellos manteniéndolos cautivos (prisionero). Entonces, Pablo también nos entrega una buena enseñanza a nosotras, pues en otras palabras, lo que está diciendo es que si no perdonamos nos hacemos esclavos del enemigo, pero si extendemos el perdón a nuestros ofensores nos mantenemos libres fuera del alcance del enemigo. Marcos 11:25 “Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas”. Cuando oramos a Dios y tenemos una deuda con un hermano o hemos cometido una falta o nos sentimos heridos por una ofensa que hemos recibido de un hermano, esta oración no llega Dios; en otras palabras es imposible que Dios nos escuche en tales condiciones. Sabemos que Dios nos quiere libres y sin ataduras, por eso hermanos antes de ir en oración, antes de entrar en comunión con Dios, es crucial, liberarnos de la atadura realizando la acción de pedir perdón al hermano que hemos ofendido o buscando al que nos ofendió para arreglar la situación, o por último si no encontramos al que nos ofendió, debemos perdonarlo en secreto, en nuestro corazón, y Dios que nos escucha sabrá que lo hemos perdonado. c)

Pedir perdón es sólo el principio, toma tiempo el reconstruir la relación. Génesis 45: 2-4; 2 Entonces se dio a llorar a gritos; y oyeron los egipcios, y oyó también la casa de Faraón. 3 Y dijo José a sus hermanos: Yo soy José; ¿vive aún mi padre? Y sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban turbados delante de él. 4 Entonces dijo José a sus hermanos: Acercaos ahora a mí. Y ellos se acercaron. Y él dijo: Yo soy José vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto. Debió haber sido difícil para José perdonar a sus hermanos que lo vendieron a Egipto por envidia. Pero las escrituras cuentan que primero José los probó haciéndoles traer a su hermano menor. Ellos lograron llevarle su hermano con la advertencia de su padre que les dijo: “Y si tomáis también a este de delante de mi, y le acontece algún desastre, haréis descender mis canas con dolor al Seol”; en otras palabras la vida del padre estaba

ligada al su hijo menor y si no regresaba el morirá. Así que uno de ellos, Judá quiso tomar su lugar, para que el joven regresara con los demás hermanos a su padre. Pero José se descubre ante ellos contándoles que era su hermano José, el que habían vendido a Egipto. Ellos se turbaron y no pudieron responder. Aquí se demuestra la tremenda culpa que estaban sintiendo todos, se avergonzaron tremendamente, no eran capaces, quizás de mirarlo a los ojos. Pero José les perdonó y fue con ellos a visitar a su padre. A José pudo haberle costado bastante tiempo el poder perdonarlos, por eso llevó a cabo la prueba que le llevaran a su hermano menor, para ver si realmente estaban arrepentidos de haberle vendido a Egipto. Y restablecer la relación con ellos tuvo que haberle costado algún tiempo también, pero el dio el primer paso, “perdonó a sus hermanos”, y siempre el primer paso es el más difícil, y lo que viene después, auque cuesta un poco, solo es cuestión de tiempo. Así cuentan las escrituras, que José se trajo a vivir consigo a su padre y a sus hermanos con sus familias a Egipto para tener mejor prosperidad. d) El círculo de restitución debe ser el círculo de la ofensa. Debe abarcar el número de personas involucradas en la ofensa. A veces hay que restaurar en público Para explicar esto podemos tomarnos también de los versículos de 2 Corintios 2 2 Corintios 2:5-7; 5Pero si alguno me ha causado tristeza, no me la ha causado a mí solo, sino en cierto modo (por no exagerar) a todos vosotros”. 6 Le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos; 7 así que, al contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de demasiada tristeza. Estos versículos hacen suponer, de alguna forma, que el ofensor, no ofendió a una sola persona, sino que a toda la congregación y por eso debió pedir perdón en público. Ejemplo: Un hermano se le presenta la oportunidad de levantar falso testimonio contra otro, porque tal hermano es más apreciado que él. Entonces llevado a la envidia, le cuenta a muchos hermanos, una calumnia sobre él, esto trae desilusión a los que escucharon. Pero el hermano calumniador se le manifiesta un gran remordimiento. Porque ve que los demás hermanos de la congregación ya no saludan al hermano calumniado. Inclusive, ya ni siquiera puede orar, no puede dormir bien en las noches, y sueña con el hermano que afrentó. Entonces él se está dando cuenta que cometió un grave error, cometió un grave pecado, transgredió el octavo mandamiento, y está arrepentido. El problema para él es que no sólo le tendrá que pedir perdón al hermano calumniado, sino que además deberá restituirlo en público; en otras palabras, su ofensa no solo afecto al hermano más apreciado, sino que también hizo tropezar o pecar a los otros. Pero este hermano deberá hacerlo aunque esto le traiga consecuencias penosas para él, puesto que perderá la confianza que le tuvieron los hermanos. Pero es necesario que lo haga, puesto que como lo dijo nuestro Señor Jesucristo es preferible perder parte de nuestro cuerpo a perder la salvación. Mateo 5:30; Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus , y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. 30

e) Si la persona ofendida murió, debemos restaurar con los otros directamente afectados Isaías 1:17; aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. 17

Dios nos enseña por medio de las escrituras, lo acabamos de leer en este texto que debemos restituir al agraviado, es decir debemos hacer justicia, pues hemos conocido el perdón de Dios. Y si nos hemos equivocado debemos restituir, debemos reponer o compensar al ofendido. A todas nos ha tocado alguna vez que hemos dicho algo inapropiado sobre alguien y ese alguien se enteró o nos hemos apropiado del esfuerzo de otra persona haciéndolo ver como si el esfuerzo lo hubiésemos hecho nosotras (es decir hemos mentido), o en una de esas, hemos robado algo que nos llamó la atención de una amiga o se nos ha olvidado el cumpleaños de un pariente ya sea padre o madre o hermanos. En tales casos, lo primero que debemos hacer para restituir el agravio, es pedir perdón. Y en los casos en los que el ofendido además de la ofensa haya perdido algo, debemos retribuirle todo. Pero en el caso como lo muestra el beneficio de la restitución, si el ofendido muere antes de poder restaurarle, debemos restaurar a sus parientes directos. Números 5:7-8; 7 aquella persona confesará el pecado que cometió, y compensará enteramente el daño, y añadirá sobre ello la quinta parte, y lo dará a aquel contra quien pecó. 8 Y si aquel hombre no tuviere pariente al cual sea resarcido el daño, se dará la indemnización del agravio a Jehová entregándola al sacerdote, además del carnero de las expiaciones, con el cual hará expiación por él. Ejemplo Un comerciante cristiano le cobra a un hermano más de lo que vale un producto o bien le vende algo a sabiendas de que está malo. Pero sabemos que Dios redarguye en un momento dado, porque nos está mirando y quiere que seamos puros y reconozcamos nuestro error. Y esto fue lo que le ocurrió al hermano que cometió este error. Por medio de la predicación del pastor, varias amonestaciones de un hermano y de las lecturas bíblicas. Se dio cuenta de su error, sintió una tremenda culpa, y fue movido a pedir perdón. Pero entre el arrepentimiento y la ofensa original, pasó mucho tiempo, y el hermano ofendido muere. Vemos que en este pasaje la palabra nos enseña la acción que debemos tomar en tal caso, que es retribuir a los parientes y si estos no existiesen se debe retribuir a Dios. f)

Si la ofensa ocurrió antes de la salvación, debe ser aclarada, esto demuestra conversión

Este es un beneficio muy importante, puesto que desde el momento en que confesamos nuestros pecados a Dios y lo aceptamos como nuestro Señor y Salvador, nuestra vida cambia. Se nos presenta un vuelco de 180º, hay un cambio en la manera de pensar, se nos viene otra visión de la vida, etc. Pero es en esos momentos cuando Dios nos

muestra con claridad los pecados que quizás hemos olvidado, y que es necesaria su Restitución, como por ejemplo, el haber ofendido a nuestra madre, o hermanos carnales, o esposos, o hijos, o amigos. Es cuando debemos actuar para compensar el daño, puesto que si no lo hacemos estamos retrocediendo los 180º. Cuando hay un cambio verdadero se percibe en público. Por lo tanto debemos demostrar que hemos cambiado y que ahora la presencia de nuestro Señor está en nosotros, entonces debemos corregir nuestros errores, debemos reconciliarnos con nuestra madre, o hermanos, o esposo, o hijos, o amigos. Porque al demostrar nuestra conversión, no solamente la estamos demostrando a los demás, a los que nos observan, sino más bien la estamos demostrando a Dios, a nuestro Señor y Salvador. Hechos 3: 19; “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que venga de la presencia del Señor tiempos de refrigerio”. Este texto es clave. El arrepentimiento de nuestros pecados, viene de la mano con la conversión; en otras palabras, Si me arrepiento, me estoy convirtiendo, o si me convierto es porque me estoy arrepintiendo, es decir, son conceptos que están íntimamente ligados, el arrepentimiento lleva a la conversión. Y es un arrepentimiento ¿de qué? De nuestros pecados, de nuestros errores, o de las ofensas que pudimos haber ocasionado a un ser querido. Y cuando se manifiesta nuestro arrepentimiento, como dice su palabra en este texto, la presencia del Señor nos inunda o nos llena, haciéndonos sentir libertados sin cargas, ni ataduras a eso se refiere con “tiempos de refrigerio”. g) Si no sabemos donde se encuentra la persona ofendida, preparemos lo que vamos a decir y estemos listos. Esto es frecuente, a veces hemos herido a un amigo o hermano, y antes de que podamos hablar con él, para pedirle perdón y restablecer nuestra relación con él se ha marchado a vivir a otra ciudad, y por el hecho de haber estado disgustados, no nos entregó ni su dirección, ni su teléfono, para poder ubicarlo. ¿Qué podemos hacer en tal situación? Si realmente estamos arrepentidos, podemos pedir a Dios en oración que nos conceda la oportunidad de un encuentro con la persona que hemos ofendido, y mientras tanto nuestro Señor nos concede esta petición, podemos aprovechar el tiempo para preparar lo que le diríamos para remediar la ofensa. Mateo 7:8-11; 8 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 9 ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? 10 ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? 11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? Para Dios, no es malo lo que le pedimos, al contrario, si queremos que Él nos propicie un encuentro con la persona a la que hemos ofendido, claro que lo concederá. Eso es lo que quiere de nosotros nuestro Dios, que luego de pedir perdón y restituir al ofendido, tanto él como nosotros nos libertemos por completo, él de su amargura y nosotros de nuestra culpa.

Además es un mandato de Dios el que nos perdonemos los unos a los otros, tal como lo dice el siguiente texto: Lucas 6:37; “No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados” h) Use el mejor método para restituir: una carta, el teléfono, una visita personal, etc. En la actualidad existen muchas maneras para pedir perdón y restituir el agravio. Lo podemos hacer por intermedio de una carta, el teléfono o una visita personal. Vamos a dar algunos ejemplos de estos métodos: 1. El uso de una carta: Pablo escribió cartas a muchas iglesias (Corintios, Gálatas, Romanos), pero en relación a la Iglesia de los Corintios, Pablo en el capítulo 12, se muestra pidiendo perdón y aclarando el mal entendido. 2 Corintios 12:13; “Porque ¿en qué habéis sido menos que las otras iglesias, sino en que yo mismo no os he sido carga? ¡Perdone este agravio! Versión lenguaje actual 11

Sé que hablar bien de mí es una locura, pero ustedes me han obligado a hacerlo. Yo soy tan capaz como esos súper apóstoles, ¡así que son ustedes los que deberían hablar bien de mí!12 La paciencia con que he trabajado por ustedes, y los milagros y las cosas maravillosas que he hecho con el poder de Dios, demuestran que soy un verdadero apóstol.13 Sólo una cosa buena les faltó, que otras iglesias sí tuvieron: ¡ustedes no me ayudaron con dinero! ¡Perdónenme! Tal vez sea mi culpa no haberles pedido ayuda. Pablo en este capítulo, se está defendiendo, él está defendiendo su apostolado, puesto que los Corintios lo criticaban, no lo consideran un Apóstol. Él se vio obligado a defender su apostolado. Todas las demás Iglesias, al contrario de los Corintios, lo consideraron siempre un apóstol. Otra cosa que le criticaban era que él no tenía la oratoria de Apolos, él era muy directo para decir las cosas, decía las cosas tal como son, también le criticaron la apariencia, su apariencia física no les era grata. Pero Pablo pide perdón, porque no les pidió ayuda monetaria para financiar sus viajes, él esperaba que le ayudaran en forma voluntaria. Y el hecho de no haber pedido ayuda le hacía ver ante ellos como si no fuera un apóstol, esto hacía que le menospreciaran aún más. No sólo está pidiendo perdón por la omisión, al no haber pedido ayuda, sino que además esta aclarando el mal entendido, para que así dejen de pecar al pensar mal de él. En la actualidad ocurre lo mismo, tanto pastores como líderes y hasta misioneros, son criticados y a veces heridos.

Qué pasa cuando el ofendido rehúsa perdonarnos • • •

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Debemos tratar de entenderlo Debemos ponernos en su lugar Cuando su balanza está desequilibrada: Quizás no es creyente o si es creyente, puede estar muy enojado, para poder aceptar nuestra petición de perdón y explicación de cómo ocurrieron los hechos. Está muy fresca la herida, debemos darle tiempo. No ven un arrepentimiento genuino en nosotros: puesto que la ofensa rompe la confianza. Y en tal caso ya no creerá que es sincera. Quiere ver un cambio de comportamiento primero: Cuando la persona como restitución espera un cambio de actitud, el cual no ve en nosotros. Suele ocurrir en las familias, entre padres e hijos y entre esposos. Por ejemplo, un esposo que menosprecia a su esposa, y le pide perdón, pero en forma constante vuelve a reincidir en esto. Esperan restitución de parte suya: En tales casos, la persona está esperando recibir algún bien para perdonarlo. Con esto está demostrando que no entiende el beneficio de pedir perdón, puesto que sabemos, que trae libertad tanto al ofendido como al ofensor. Pero en tal situación se podría enseñar este beneficio. Perdonando infinitas veces como lo dijo el Señor en Mateo 18:21-22. o indicándole que si perdona el Señor también lo perdonará como lo dice en...... Necesita tiempo para sanar: Una ofensa se representa como una herida que sangra y sangra y no cicatriza. Esto provoca un gran dolor al ofendido. En tal situación, lo que debiéramos, hacer es darle tiempo para que cicatrice un poco. Y en un momento dado, afrontarle y pedirle perdón, explicando lo sucedido evitando ir al ofendido con soberbia, sino con mucha humildad, para que nos escuche y su herida cierre pos completo.