Cómo publicar un libro en RD En el mismo instante en que un escritor pone fin en un manuscrito comienza su periplo para publicarlo. Si vive en RD… ¿qué debe hacer? Entre un relato para Oh! Magazine y una edición de la revista Top, el escritor veinteañero Sugel Michelén ha sacado tiempo para trabajar y pulir una colección de cuentos, tres novelas cortas y una novela de extensión regular. “Y no he podido publicar ninguna”, dice. “He mandado a concursos y a os en las pocas casas editoras locales, pero sus respuestas han sido negativas y me recomiendan acercarme al lenguaje de los últimos 50 años de la literatura latinoamericana”. En un país con relativamente poca tradición de consumo y a la vez de producción literaria, las opciones de publicación por el modelo tradicional (autor patrocinado por una casa editorial que se encarga de todo el proceso, desde el reclutamiento de firmas hasta la edición, la impresión y la distribución) son limitadas. Aún más si se es un escritor con piezas más experimentales en cuanto a trama y técnica, como es el caso de Michelén –sus colaboraciones para Oh!, por ejemplo, están cargadas de descripciones mordaces y giros estructurales; aun así dice que han recibido “excelente respuesta” de parte del público de la revista–.
Buscar un intermediario
Librería Cuesta, uno de los establecimientos más grandes de su tipo en Santo Domingo, cuenta con una sección de obras nacionales con una diversidad de más de cien firmas. Según explicó Gertrudis Sandoval, la gerente de compras de la empresa, si bien hasta hace poco solían recibir los libros directamente de manos de sus autores, por cuestiones logísticas –facilidad de facturación, más que nada– ahora se manejan a través de compañías distribuidoras. Un vistazo a su selección permite ver que una gran parte de su inventario viene de casas como José Libros y Más, Editorial Santuario, Letra Gráfica, Ediciones Unidas del Caribe (antiguamente Norma) y Alfaguara.
En otras palabras: si un escritor local desea ver sus libros en las estanterías de las mayores tiendas de la ciudad, debe pasar primero por un intermediario.
La segunda casa en la lista, Santuario, produce aproximadamente 60 libros al año, de los cuales un 40 por ciento son autofinanciados por sus autores. Según Isael Pérez, el gerente general de la editorial, el denominador común que tienen los 60 es la calidad, pues los géneros varían –novela, cuento, poesía, ensayo, teatro, historia y hasta biografías–.
A la carta
Para aquellos a quien mil ejemplares todavía les parezcan demasiado –o demasiado lejos de su alcance económico-, existe la opción de tiradas cortas a la carta, tal cual ofrece la recientemente fundada B Editorial. Según explica Pablo Soler, su director, el precio por impresión básica de una hoja tamaño carta, en calidad offset, es de tres pesos; la de portada plastificada en mate o brillo es de 95 pesos. A unas cuatro páginas por hoja, un libro de 120 páginas, entonces, podría salir en aproximadamente 185 pesos la unidad. Pérez fundó la casa hace apenas tres años, y maneja la pequeña empresa junto a su esposa Oneida González, quien funge como gerente de mercadeo. La motivación detrás de la apertura parece ser la misma que lleva a los amantes de la lectura a crear comercios de ese tipo: el amor por la literatura y la preocupación ante la falta de opciones de publicación para el número creciente de personas que aspiran a ser escritores. “Nuestra meta es que no se quede sin publicar un solo libro por falta de recursos en República Dominicana”, dice el gerente. “Lo que está en crisis en nuestro país no es el libro, sino los canales tradicionales de distribución”. Sus tiradas más populares, las de mil ejemplares, oscilan entre los 40 y 60 mil pesos, según la calidad de impresión y la opción de edición que seleccione el autor. Tras editar e imprimir las obras, Santuario se encarga de la promoción y puesta en circulación de las mismas –para dar un ejemplo sobre esta parte del trabajo, al momento de escribir esta pieza, la casa estaba promoviendo la salida de “La novia de Trujillo que nadie conoció”, del publicista Freddy Ortiz; el acto tendría lugar en la Sala Ramón Oviedo del Ministerio de Cultura–. De ahí, los trabajos no solo van a las librerías, sino también a centros educativos.
Publicar, vender y distribuir
Quitando la opción de autopublicación, la editorial literaria más grande el país, la filial de la casa española Alfaguara, realiza un trabajo similar al de Santuario. Tras un sesudo proceso de selección de las propuestas que llegan al equipo, se publican entre ocho y doce libros al año, mayormente bajo los sellos Alfaguara Infantil y Alfaguara. Una de sus novelas publicadas a principios de este año, “El dedo mayor de la realidad me saluda”, del periodista Joan Prats, llegó a los primeros puestos de venta en la antes mencionada Librería Cuesta.
“Nuestro objetivo es vender todo lo que publicamos, no quedarnos con la tirada en nuestro almacén”, explica Ruth Herrera, la directora de Ediciones Generales del Grupo Santillana. De ahí el juicioso proceso de depuración que realizan antes de ir adelante con una obra. “Nuestra editorial no tiene preferencia por ningún género, sino que se buscan obras bien concebidas y bien escritas, que interesen a los lectores dominicanos. Quizá porque resulta lo que más asiduamente se escribe en nuestro país, publicamos más narrativa tanto para niños como para adultos”, agrega.
Otra persona que vio en la narrativa para niños una oportunidad fue Alain Buera, el director de Tando Editora, fundada hace un año y medio. De las dos colecciones que tienen circulando (incluyendo una con enfoque turístico sobre Santo Domingo), una es infantil: la serie “Luli”, ilustrada por Kilia Llano. Con tres títulos, dos de ellos con tiradas de 3,000 ejemplares, la colección es la carta de presentación de Tando.
Buera, de origen francés, comparte una de las preocupaciones principales de Isael Pérez en cuanto al mercado local. “La distribución es casi inexistente”, explica. “Es una lástima, porque, por otro lado, muchos libros muy bellos son publicados confidencialmente cada año y no encuentran a ningún lector”. Quizá por eso algunos escritores, recurren a los concursos de literatura.
Concursos y ferias
A dónde ir
Ediciones De a Poco edicionesdeapoco.blogspot.com
[email protected]
Editorial Santuario editorialsantuario.blogspot.com
[email protected] 809-412-2447
Ediciones Generales Grupo Santillana (Alfaguara) prisaediciones.com.do
[email protected] 809-682-1382 ext. 253
B Editorial beditorial.com.do
[email protected] 809-596-8239
Editora Nacional www.cultura.gov.do
[email protected]
809-333-6515
El periodista Alexéi Tellerías lanzó su primera obra, un poemario llamado “Cuaderno de catarsis”, durante la pasada Feria del Libro. Tellerías, de 30 años, resultó ganador de uno de los galardones de la edición pasada del Concurso Nacional de Cuento, Poesía y Ensayo, auspiciado por el Ministerio de Cultura.
Aupado por ese premio, Editora Nacional, una de las entidades del Ministerio, publicó 1,000 ejemplares de Cuaderno..., de los cuales 200 le corresponden a Tellerías. “Y no puse un centavo”, dice el autor.
Otro escritor que recurrió a los premios fue Frank Báez, el ganador del Concurso de Cuento y Poesía Joven Feria del Libro 2006 con un conjunto de relatos llamado “Págales tú a los psicoanalistas”. Su experiencia, sin embargo, fue negativa. Mientras que Tellerías participó en un proceso de co-edición con Editora Nacional, a Báez se le mantuvo alejado del proceso de producción del libro. “Han pasado casi cinco años desde que publiqué ese libro y sigo sin soportar la portada”, dice de la selección de la editora: un óleo abstracto, oscuro y poco ligado a los relatos sardónicos del interior. Tras hablar sobre su descontento con el proceso en su blog personal, el Ministerio de Cultura paró la distribución, y Báez debió ingeniárselas para conseguir sus 200 ejemplares y llevarlos por sí mismo a las librerías.
Por eso, para la publicación de su último libro, el poemario “Postales”, recurrió a Ediciones De a Poco, una casa local recién fundada. Si bien la colección de poemas ganó el Premio Nacional de Poesía de 2009 y debió, en principio, ser editado por el Ministerio de Cultura, “luego del problema con Págales..., supongo que no tenían ganas de meterse en otro lío”, cuenta Báez. Entonces David Puig, el director del proyecto editorial Ediciones De a Poco, le propuso tomar las riendas. Esta vez, el proceso fue totalmente colaborativo: Báez supervisó el diseño, la portada –claro, la portada: una obra de la artista local Quisqueya Henríquez— y los demás aspectos de la edición. “Cuando vi el libro impreso, quedé satisfecho: ‘Eres uno de los míos’, le susurré, y luego lo apreté contra mi pecho”, recuerda.