Resumen El Túnel De Los Pájaros Muertos 6n6up

EL TÚNEL DE LOS PÁJAROS MUERTOS 1- El cumpleaños Atilio Dentolini había llegado a 2do grado del colegio Piane. Había pasado los primeros años de su infancia en París, su papá viajaba de una punta a otra del planeta. Cuando sus padres se separaron vino con su madre a Buenos Aires, pero ella consiguió un empleo de intérprete y viajaba por todo el mundo. Entonces lo dejó con Nera, una tía muda, prima de su madre y venía a verlo 2 o 3 veces por año. Los chicos se burlaban de su acento francés, especialmente Tenia y Bacone. Vivía en un departamento de dos ambientes en Once, sobre la calle Tucumán, a tres cuadras del colegio. A la vuelta del colegio, en la calle Uriburu había una casa abandonada hacía 10 años, que había sido de una costurera (Gladis) y su marido (Raúl). No tenían hijos, vivían con maniquíes que Gladis usaba para la costura. Raúl era camionero, viajaba los martes para la costa atlántica a llevar comida a colegios y ella le preparaba la vianda con un sándwich y un refresco. Un día no volvió más, se encontró su camión con las puertas abiertas en un baldío de Once, pero a él no. Años más tarde, por la insistencia de Carola, hermana de Raúl en investigar, se supo que Gladis le dio la vianda envenenada y salió atrás del camión, cuando su marido paró a comer y luego se acostó a dormir la siesta, ella se subió al camión y lo llevó para su barrio. A partir de la muerte de Raúl, Gladis había empezado a confeccionar ropa para hombres. Y se descubrió que el maniquí que usaba era Raúl embalsamado, con la cabeza cubierta con papel y un sombrero de tango. A Gladis la llevaron presa y nunca más supieron de ella, salvo de alguna pelea en la cárcel por la que le habían arrancado un diente. Tenia y Bacone desafiaron a Atilio, “el nuevo” a ir a la casa abandonada a la salida del colegio. Él no fue porque su tía le había dicho que fuera derecho para la casa, entonces le dijeron cobarde. A partir de ahí ellos se burlaron de Atilio: lo llamaban cobarde, se reían de su acento francés, y el resto no se sumaba pero tampoco lo defendía. Ante esto, en su cumpleaños decidió no festejar. Y desde ahí no festejó ninguno hasta que en séptimo grado, les llevó a todos una invitación para su cumpleaños, menos a Tenia y a Bacone. Era una tarjeta infantil, algunos se rieron y a otros les pareció cool. Cuando se dieron cuenta dónde era el cumple, en la casa abandonada, Atilio se convirtió en el varón más popular Tenia y Bacone hicieron de todo para que los invitara, pero no lo lograron, entonces ese día se presentaron al cumple y le pidieron perdón. Atilio les sonrió y los invitó a entrar. La casa de afuera estaba toda rota, con las ventanas salidas y a punto de caerse, pero adentro Atilio y su tía la habían decorado y estaba preparada para un cumpleaños infantil con chizitos, papas fritas, conitos salados, vasos de gaseosa con dibujos de perros y osos de las películas, los cubiertos también eran con dibujos infantiles. Había gorritos de cumpleaños, silbatos, serpentina y matracas. Las paredes tenían guirnaldas de papel crepé. La tía no apareció, fue Atilio quien trajo la torta y les dijo que se sirvan. Luego les dijo que por estar en esa casa, la torta estaba envenenada. Todos se quedaron sin poder seguir masticando, algunos escupían la torta, pero luego riéndose les dijo que era una broma. Acto seguido apareció un mago (Baltasar) sin un diente y con la cara pintada con tizne. Tenia se burló que no sería buen mago porque no había podido hacer aparecer su diente. Y Atilio le dijo que no estaba ahí para hacer aparecer cosas, sino para hacerlas desaparecer. El mago pidió alguien que se ofreciera para su magia y Bacone levantó la mano porque necesitaba ayuda, ya que con la otra se tocaba la panza que le dolía. El mago lo tomo como que él iba a postularse, lo tapó con la capa y desapareció. Tenia se ofreció en segundo lugar con la condición que luego del show con el (que era meterse en un ataúd y cortarla al medio) el mago debía mostrar la cara, porque sospechaba que era la tía de Atilio. El mago cortó por la mitad del ataúd con un hacha y la cara de Tenia se puso blanca. En ese momento se cortó la luz y apareció una llamarada de fuego desde el cuarto donde cocía Gladis. Todos corrieron afuera, y la casa se quemó toda. Bacone y Tenia no aparecieron nunca más. Tampoco Atilio, Nera ni el mago. Hubo hipótesis, una que Nera y Atilio se habían puesto de acuerdo para hacerlo, otra que era Gladis que había dejado a Nera en la cárcel ocupando su lugar y se había disfrazado de mago, y en complot con Atilio habían hecho desaparecer a Bacone y Tenia. Y otra versión fue que Nera y Gladis eran la misma persona, Gladis había se había hecho un nuevo rostro y había vuelto al barrio. Para la policía y los sensatos sólo había sido un incendio y Tenia y Bacone habían muerto allí. Una casa abandonada más de 15 años, sin matafuegos, con los cables de electricidad en mal estado, no era para festejar un cumpleaños.

2- El instituto Nadie supo nada más de Atilio en Once, dos o tres años después él apareció por el Instituto Baldesarre, que quedaba en Garro, un lugar que no conocía nadie más que los alumnos, docentes y no docentes, y los camioneros que llevaban alimentos, como Raúl, y luego de él otro que no dio su nombre. En Garro casi siempre hacía frío y había mucho viento, y en verano el calor era terrible, como estar en un horno. Era un instituto de 200 años, lejos de todos lados, el mar no llegaba a Garro. Los alumnos convivían con el gris metálico, opaco, sin brillo desde que amanecía hasta que oscurecía. Garro era una ciudad depresiva, si fuera diferente seguro el Instituto no estaba ahí. A una calle de tierra del instituto, había un parque de diversiones abandonado, construido en 1955 cuando el instituto ya estaba allí. Cuando funcionaba, los alumnos tenían prohibido cruzar a él, y como los domingos estaba cerrado, tampoco podían hacerlo con sus padres. El parque había comenzado con dos juegos: montaña rusa y sombrillas vertiginosas, más puestos tipo kermés de tiro al blanco, voltear muñecos con la pelota, llenarle de agua la panza al payaso de goma, dardos contra globos y cerbatanas que se tiraban a unos ciervos de metal que se movían. Después le agregaron el laberinto de cristal, las tazas giratorias, el tren fantasma, el conga y el mattherhorn. El parque era un refresco para los alumnos solo para la vista. Una noche, uno de los gemelos Baden que se llamaba Lucas se fue al parque, pagó la entrada y probó todos los juegos, hasta que subió a las sombrillas vertiginosas. Su sombrilla se soltó, fue a dar contra un poste de luz y murió. El parque se clausuró. El Director del Instituto Baldesarre (Lezpe) nunca había querido el parque, le molestaban los gritos y sonidos y que era una tentación para sus alumnos. Una versión que circuló fue que él aflojó los tornillos para lograr que algo pasara y lo cerraran, pero nunca pensó que sería un alumno suyo el que moriría. Ganó el parque porque al director lo echaron y el parque, aunque cerrado, quedó ahí. Cuando Lezpe se marchó les dijo a los alumnos que al menos habrían aprendido lo que pasa cuando se desobedecen las reglas. Los internos nuevos del Baldesarre, nunca habían visto el parque el funcionamiento, algunos pensaban que el parque había nacido abandonado. Un anciano iba a aceitar las sombrillas vertiginosas pero los guardas lo echaban, algunos decían que era quien las cuidaba cuando funcionaban. En el Instituto los alumnos eran internos, vivían en cuartos de a cuatro o cinco o en habitaciones individuales, según la jerarquía, el comportamiento o las notas. Ellos mismos se llamaban huérfanos con padres, porque aunque los tenían, sentían que sus padres habían querido sacárselos de encima. Los compañeros de Dentolini no se acordaban si había llegado antes o después de la clausura del parque. Se sabía que tenía como 16 años, pero el quedó en 1er año como si tuviera 13. No le crecía la barba, su cuerpo no se desarrollaba, su espalda no se ensanchaba, ni tenía granos en la cara. No salía de 1er año. Un alumno de 3ero., Beak, propuso que Atilio no cumplía años, no sabían por qué. A los 13 años había dejado de crecer. Atilio le pidió que se metiera en sus cosas y le hizo caso.

3- Un muerto inquieto Lucas Baden fue el gemelo que murió porque violó las reglas y entró al parque de diversiones. El día que lo enterraron sus padres mandaron una carta para que el entierro fuera discreto, su hermano se quedó dormido, y el único asistente fue su enterrador, el viejo Toribio que era portero, mecánico y ordenanza del Instituto Baldesarre. El parque seguí siendo una atracción, aún clausurado e inservible, pero la placa de Lucas Baden era la advertencia para el que quisiera cruzar. Aunque caminaran 3 kilómetros para esquivarla, aparecía. Un día la placa desapareció. Su hermano Matías, ni bien pasó eso decidió que quería cruzar al parque. Pero cuando lo hizo quedó llorando sin lágrimas y temblando, porque sintió que su hermano le agarró el pie. Atilio era famoso en la escuela, porque aunque no pasaba de 1er año y tenía cara de niño, mostraba una experiencia de un viejo. Todos los intentos que se hicieron para informarle a sus padres que no promocionaba fueron vanos: el director Lezpe escribió la carta pero justo sucedió la desgracia del parque y no la mandó; el nuevo director, Fineo, abrió el cajón y una rata le cortó el dedo, además había comido la carta y no pudo copiarla, solo escribió que les informaba de las reticencias de Atilio y la mandó. Ese día Fineo se volvió loco y lo encerraron en el Manicomio de Mar Serena. En el correo encontraron el dedo desangrado y nunca la mandaron. Los padres de Atilio nunca se enteraron.

Un día un grupo de internos, entre los cuales estaba Macciole fue a consultarle a Atilio cómo evitar el fantasma de Lucas Baden. Algunos de ellos compartían habitación con el hermano, Matías. Atilio les dijo que no lo hagan. El grupo le hizo caso, excepto Macciole, que estaba obsesionado con el parque. Le prometió a Atilio que le regalaría los chocolates ses que le enviaba su padre todos los domingos si lo ayudaba. A Atilio le cambió la cara por primera vez, no se supo si porque le gustaban los chocolates (nunca los tocó cuando se los dio), porque le gustaba recibir un regalo (ni en su único festejo de cumple los recibió), o porque sintió como que su padre le mandaba un regalo a él. Atilio sostenía que Matías odiaba a Lucas, porque usaba su cara y por eso no fue al velatorio y se hizo el dormido para festejar y que no lo vieran sonreír frente a la tumba de su hermano... El mismo ayudó a Lucas a colarse al parque con la intención que no vuelva. Dentolini les dijo que había que deshacerse del muerto. Y para ello, había que convencer a Matías que era Lucas. Aunque no aseguraba que diera resultado el plan. Al convencer a Matías, el alma de Lucas entrará en su cuerpo y vivirá como Lucas. Y Macciole preguntó qué sería del alma de Matías. Atilio le dijo que eso no lo sabía. Cerraron el pacto sin darse la mano. IV – Tú eres otro Comenzó el plan para que Matías creyera que era Lucas. Primero fueron unos pocos los que lo llamaban así, y luego fueron todos los alumnos del Baldesarre. Matías protestaba y explicaba quién era el, pero nadie le hacía caso. Un día, luego de una pelea con uno de los complotados, recibió un papel que decía: “no te preocupes Lucas, esto va a pasar”. Lo guardó como prueba y fue a hablar con el Director que era Tarriero. Tarriero venía echado de un Colegio de la Capital Federal, donde no le creyó a un alumno que le contaba que sentía ruidos en su techo, lo convenció que era su imaginación, hasta que el techo se cayó y lo mato. Lo escuchó y recordó lo que había leído primero de Lezpe (ya muerto) y luego de Fineo (encerrado en un manicomio) sobre la muerte del mellizo. Cuando le dio el papel, lo miró sin anteojos, haciéndose el que lo leía y le dijo que se iba a encargar. Pero nunca lo hizo. Sólo ordenó que algunos preceptores estuvieran atentos si a Matías lo llamaban Lucas, pero los complotados se dieron cuenta y corrieron la voz que Lucas había ido a hablar con el Director por lo tanto no le debían dirigir la palabra. Entonces no se pudo comprobar nada. Matías se sentía bien cuando los preceptores y los profesores lo llamaban por su nombre. Pero Atilio se dio cuenta que debían hacer otro plan para que esto no les arruinara el primero. Una mañana Matías amaneció con el corte de pelo de Lucas. Pensó que el pelo crece. Otro día amaneció con el pijama con que habían enterrado a su hermano, y en su cajón estaba la ropa de su hermano, hasta con su perfume, pero no pensó en ir a quejarse porque ya no le habían hecho caso antes. Cuando Atilio lo vio resignado a eso, escribió una carta. En el Instituto las correspondencias estaban permitidas una vez por semana, sólo para los padres. La mayoría eran devueltas y se ponían en un lugar que era como una cantera con sobres de correo, en el extremo del Instituto que daba al parque. Ahí había siempre golondrinas salvajes, muy malas, y una vez al año, durante un mes, la Isla era un cementerio de pájaros, morían todos, además de palomas, canarios y todo pájaro que pasaba por ahí. Ellos lo llamaban la “Isla de las Cartas Rechazadas”. Se decía que morían por el rechazo que tenían todas las cartas que estaban ahí. Dentolini le mandó una carta a su tía muda, y adentro de ese sobre puso otro. Ese otro fue enviado al Manicomio de Mar Serena, con una invitación para el profesor Fineo firmada por todos los alumnos del Instituto para que los visitara un domingo. Al otro día tenía su mano derecha muerta, y dijo que se había lastimado jugando al hándball. Pero en realidad, había hecho 350 firmas falsificadas de alumnos, otras que inventó y dos de personas reales, pero que nunca habían ido al Baldesarre, Tenia y Bacone.

V- La isla de las cartas rechazadas. Hubo muchos argumentos sobre Atilio, que no crecía. Algunos pensaron que él quería ser único. Un día recibió la respuesta del manicomio, donde el director le decía que Fineo seguía igual de loco, insistiendo que se rascaba con el dedo que no tenía y que la tierra tenía otra mitad donde estaba su dedo y un nuevo puesto de director. Por lo tanto no podía acudir a la invitación. Atilio se acercó a la Isla de las cartas rechazadas, porque ahí morían muchos pájaros que no eran enterrados, el suponía que ahí había una salida, un túnel, que le permitiría escapar. Nadie pensaba que por ahí se podría salir del Instituto. No veían pasar al camión que se llevaba las aves, eso significaba que las sacaban por otro lado. Una noche habló con Macciole y le dijo que era necesario ir a buscar al profesor loco. Su idea era traerlo y que lo llamara Lucas para que el plan fuera perfecto, y nadie dudara que Matías, era Lucas. Macciole pensaba y sabía que si faltaba a dormir, lo expulsarían, y eso haría que lo lleven a un Reformatorio sin nombre, ya que sus padres no querrían hacerse cargo de él. Atilio lo necesitaba porque tenía figura de adulto, mientras que él no, y si aparecía solo en el Manicomio, no lo iban a dejar entrar. El plan de Atilio era salir a las 11 de la noche, cuando todos dormían y los preceptores ya habían pasado, tenían 15’ para encontrar el túnel y otros 15’ para irse en el camión. Si no lo lograban, dejaban el plan para la noche siguiente. Al Manicomio había 45 minutos de viaje. Debían encontrar al profesor, convencerlo de venir o raptarlo y estar al amanecer en el instituto. Con cosas de plástica hizo un talismán y se lo guardó. Fueron hasta la pared de cartas. Macciole iba con miedo, una golondrina atacó a Atilio pero la durmió de una trompada y la aplastó en el piso. Cuando le pegó al piso se le hundió la pierna, y ahí descubrieron que debajo estaba el túnel. Cavó con la pala y entraron. Había tierra, cuerpos de aves muertas. Apareció una paloma muy enferma, con cara de mujer anciana y bultos grises en la cabeza y el cuerpo, atrás de ella un buitre con bultos rojos en el cuerpo, se acercaban como pidiéndoles algo. Maccioli iba con mucho miedo, y Dentolini lo tranquilizó, le dijo que no le iban a hacer nada. Que las cosas que más miedo dan son las más inofensivas. Atilio comenzó a golpear con la pala buscando la salida, unas cigüeñas se acercaron y atacaron a Macciole. Una le mordió el brazo y Atilio la decapitó cuando encontró la salida del túnel. Pasaron entre patas, picos, cabezas, ojos de aves muertas y por fin, salieron del túnel. VI – En busca del profesor loco Afuera, el brazo de Macciole se sanó solo. Cambiaba el color de la piel donde había sido picado, pero casi nada. Apareció un camión que casi los atropella, frenó y abrió la puerta pero el chofer nunca se bajó. Salía una luz rara de dentro de la cabina. Se subieron, Macciole al medio y Atilio sobre la puerta. El conductor solo miraba hacia adelante, tenía un color verdoso, no parpadeaba, parecía que no respiraba. Atilio le dijo: Vamos al manicomio. El camionero arrancó, y luego les dijo: -No es bueno parar a comer en las fondas de la ruta, prefiero la comida que me hace mi esposa. Luego le preguntó cómo estaba el barrio y su esposa. Atilio a todo le contestaba que bien. Siguió elogiando los sándwiches de su “viuda” y Atilio le dijo “De su esposa”. Se bajaron donde estaba el cartel que decía “Frenopático Da Silva”. Atilio le dijo a Macciole que a los guardas no les interesaban los que entraban, sólo controlaban que no se escaparan los que estaban adentro. Treparon el portón, el guardia dormía, pero la madera hizo ruido y despertó. Preguntó y Macciole le dijo – Un ingreso, entonces siguió durmiendo. Luego se dieron cuenta que el portón estaba abierto. Oían una pelota que picaba a lo lejos. No había pabellones. Entre los arbustos un hombre en cueros y con un cuchillo en la mano y les dijo que estaba cosechando frutillas. Le preguntó por Fineo, pero no supo quién era. Le preguntaron por los pabellones, y los llevó al lugar donde dormían.

Caminaron 10’ y Macciole se tropezó con un hombre dormido y se cayó. Atilio ya había visto varios hombres durmiendo en el suelo. El hombre trepó a un árbol para dormir, y luego les dijo que el hombre al que le faltaba un dedo se llamaba Oenif y era el que jugaba básquet de noche. Siguieron el ruido de la pelota y encontraron a Fineo. Jugaba en una cancha mitad para básquet y mitad para hándball, pero él tiraba al arco de hándball. Lo llamaron y le dijeron que habían ido a buscarlo, y les dijo que no podía porque del otro lado de la tierra lo esperaban. Y necesitaba encontrar ese camino de regreso. No fue fácil convencerlo. Hasta que Atilio le mostró el dedo de cera ensangrentado que había llevado y le dijo que era el suyo. Cuando se disponían a irse apareció el guardia con un revólver y no los dejaba irse. Fineo lo convenció para que pateara una piedra de la cancha, y quedó dolorido. Corrieron hasta la entrada y subieron a una camioneta vieja con remolque, pero otro guardia se despertó cuando la pusieron en marcha y les cerró el portón, quedando el enganche con Macciole en el manicomio. A la hora llegó el Dr. del manicomio y Macciole vio que de su brazo salía un gusano con dos antenas y otro que se hundía en su brazo. No podía hablar, sólo escuchaba. El doctor dijo que le dieran el tratamiento para los locos, con electricidad. VII – Ahora Matías es Lucas. Atilio y Fineo llegaron al túnel del Baldesarre. Dentolini se lamentaba por Macciole, pero no sabía cómo rescatarlo. En homenaje a él, se prometió que no comería los chocolates. No quería cruzarse con las cigüeñas otra vez, pero no había otra. Hasta que Fineo le dijo, yo soy profesor, al Baldesarre entro por la puerta grande. Al ingresar estaba el guardia, que se desmayó cuando Fineo le puso en la mano el dedo ensangrentado que le había dado Atilio. Entraron sin problemas. Atilio le explicó que el alumno Lucas Baden creía que su hermano gemelo muerto, Matías, vive en la otra mitad de la Tierra, y era necesario que él le dijera el recorrido hasta ahí. No sabía si podría encontrar a su gemelo allí o en la muerte, pero al menos que lo intente. Orgulloso, el profesor aceptó. Matías hizo salir los compañeros de habitación de Matías, y Fineo lo despertó: -Lucas, Lucas, vine a decirte cómo encontrar a tu hermano. Matías cuando se escuchó llamar Lucas, aun medio dormido, se creyó que era su hermano. VIII – Una visita al parque de diversiones. La clase de Fineo a Matías fue una cantidad de disparates, que no tenían sentido. Cuando terminó, los alumnos tenían que ir a desayunar y Atilio lo acompañó a Fineo a la salida. Le pidió que regresara al manicomio, rescatara a su amigo y volvieran juntos para que vuelva a ser director. Fineo se fue. Dos días Atilio imitó la voz de Macciole cuando daban el presente. Esa noche irían al parque. Si el plan de Atilio daba resultado, una vez que Matías creyera que era Lucas, cruzarían al parque sin problemas. Y así fue. Covagliato, Gerban y Peraza, junto con Atilio cruzaron. Las sombrillas chirriaban aunque no había viento, los juegos parecían embalsamados. Quisieron entran al tren fantasma. Subieron al piso superior, que era una caverna. Gerbán robó una guadaña a un muñeco y saltaba y la agitaba como un guerrero, se burlaba de aquel juego viejo. Covagliatto lo miraba y apareció algo detrás de él como una tela negra o un humo. Gerbán cayó, se abrió la cabeza y murió. Peraza se acercó y lo vio y empalideció. Covagliatto pedía que lo vayan a buscar para bajarlo y Atilio le dijo a Peraza que habían subido sin su autorización, no lo iba a ir a bajar. Peraza pisó sin querer la mano de Gerbán muerto, dio un alarido y salió corriendo del parque para perderse en la noche. Se cruzó con el viejito que ajustaba las sombrillas que le dijo que él sabía que algún día iban a volver los niños al parque, los niños muertos. Le contó que esa sombrilla venía matando visitantes desde 1955. En ciertos países pueden matar hasta 5 o 6 veces visitantes en el mismo parque. Se le da dinero al intendente, a veces al presidente, pero cuando cierran el parque él se la lleva y la atornilla en otra provincia, en otro país, en

otro continente. A veces electrocuta, otra los deja paralíticos. Él la atornilla porque la sombrilla se lo ordena, es su dueña. Hace mucho que no se cobra otra víctima porque el adelanto de la tecnología ha hecho que ya no se usen. Dentolini fue hasta el control de mando de las sombrillas y las puso en marcha. La que estaba ajustando el viejo se soltó y le dio en la cara, abriéndosela. Luego se fue a buscar a Peraza. Lo encontró en la entrada del laberinto de espejos, y a su lado vio un muchacho que intentaba consolarlo. Dentolini recordó la leyenda del niño que se había perdido en el laberinto de espejos en los 70. El niño ofreció ayuda a Peraza para buscar a Covagliatto. Atilio también pero su compañero prefirió al niño. Metió a Peraza adentro del laberinto gritando todos estamos perdidos. Dentolini se fue y escucho los gritos de Peraza que estaba perdido y su amigo se había ido. Covagliatto también lo llamaba A la salida del parque, un sujeto disfrazado de muerte, con una máscara y una guadaña lo detuvo. Dentolini lo quiso apartar y éste le pregunto si abandonaría a sus amigos. Le dijo que él no tenía amigos y que hasta cuándo iba a cortarle la salida. La Muerte le dijo hasta que tengas miedo y Atilio le contestó que él no tenía miedo. Se corrió y lo dejó pasar. IX – De regreso a la nada. Dentolini volvió al Instituto y se acostó en la habitación con el gemelo. Lo despertó y le dijo que se calmara, que él era Matías. Que había estado soñando y ya había terminado todo. Cuando se dieron cuenta que faltaban Macciole, Peraza, Covagliatto y Gerban, las autoridades comenzaron la búsqueda. Vino policía, autoridades educativas, buscaron por todos lados pero no los encontraron. Clausuraron el Instituto, despidieron a Tarriero, llegó la prensa. Filmaron todo, incluso las aves que se morían, que era justo en ese mes. Llegaron micros anaranjados para llevar los internos a otros internados. Había tanta gente que Dentolini se fugó por el túnel de los pájaros muertos. Dos cigüeñas carniceras lo atacaron a picotazos a mitad de camino. Una lo hirió en el cuello, pero él le retorció el cogote. Aparecieron más cigüeñas y Atilio se defendió con la que mató, usando el pico como cuchillo y lanza. Luego corrió hacia la salida. X – La libertad. Macciole había recibido electricidad y le habían puesto un chaleco de fuerza que logró sacarse. El brazo estaba cada vez peor, a diferencia del cuello de Atilio que sanó del todo. Una noche le picaba tanto que hasta se lo mordía, hasta que se quedó dormido. Cuando Atilio lo despertó, se dio cuenta que le faltaba el brazo, tenía un muñón perfecto. Caminaron los dos para la salida, el guarda estaba mirando un partido de fútbol y se fueron los dos hacia la libertad.