INSTITUTO DE FORMACIÓN DOCENTE “ELIA
CAPUTI DE CORBACHO”
PSICOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN. SEGUNDO PARCIAL. TEMA SELECCIONADO: MEMORIA, ATENCIÓN Y MOTIVACIÓN DOCENTE: MARTA REYES ALUMNAS: • ANDREA ALDAZ • LETICIA ALDAZ • CAMILA PERAZA • SOFÍA SELLANES
Motivación - Atención- Memoria¿ Qué aporta cada uno al aprendizaje? ¿Son necesarios?
¿Cantidad y calidad de cada uno importan? El entorno de un niño está repleto de informaciones, novedades y estímulos. Tal vez, por eso, sea difícil para ellos mantener una atención y una concentración en los estudios y en sus tareas de un modo particular. La atención general que requiere cualquier aspecto novedoso en su vida presenta, en ocasiones, dificultades en el aprendizaje. El aprendizaje consiste en un proceso mediante el cual se adquieren una serie de habilidades y actitudes que pretenden modificar el comportamiento de los alumnos. No se trata de un proceso que se reduzca únicamente a las actividades educativas, sino que se desarrolla a lo largo de toda la vida. Esta es la razón por la que el profesor debe conocer los mecanismos de los distintos procedimientos de aprendizaje que serán la clave para que su tarea docente se convierta en motivadora y eficaz. A modo de ejemplo se seleccionó un caso que plantea Anita Woolfolk, en su libro “Psicología Educativa”, con la finalidad de visualizar qué pasa con este chico y como inciden en el aprendizaje los factores tales como la motivación, atención y la memoria:
“Geraldo Sin Esperanzas, como de costumbre, ni siquiera iniciará la tarea. Tan sólo dice “no entiendo” o “esto es muy difícil”. Cuando responde las preguntas de forma correcta es porque “adivinó” y “realmente no sabe”. Geraldo pasa la mayor parte del tiempo mirando el firmamento; cada vez se atrasa más y más.” Este es un caso común, y es frecuente encontrarse con la queja de muchos docentes de que sus alumnos no tienen interés alguno por aprender. “Es un chico listo pero vago”. “No sé cómo hacer que se interesen por las cosas”. “Lo he intentado todo con este chico y no he conseguido nada.” Todas estas expresiones se oyen a menudo. Cuando esto ocurre, cuando nos encontramos con un sujeto que no se esfuerza ni parece mostrar interés como es el caso de este chico por lo que la escuela le ofrece, la pregunta que nos hacemos es: ¿Qué hacer para motivarlo? La cuestión es saber qué hay en el contexto inmediato o remoto que define el significado de la actividad escolar para el alumno que resulte motivante para algunos alumnos o para un alumno en determinados momentos y desmotivante para otros, y por qué. Esto es, porque los contenidos, el modo en que son presentadas las tareas, el modo en que se plantean, las formas de organizar la actividad, el tipo y forma de interacción, los recursos, los mensajes que da el profesor, la evaluación, la persona que lo hace, la forma en que lo hace y el contexto que se inscribe, unas veces motiva a los alumnos y otros no. (Coll, 1990)
“La motivación es el conjunto de razones por las que las personas se comportan de la forma en que lo hacen. El comportamiento motivado es vigoroso dirigido y sostenido.” (Santrock, 2004) Cuando se discute sobre el concepto de motivación se hace referencia a la fuerza o energía que pone al individuo en la consecución de determinados fines, es decir, en la satisfacción de determinadas necesidades o intereses. Es lo que induce a la persona a llevar a la práctica una acción, es decir, estimula la voluntad de aprender. Al hablar de motivación hacemos referencia al conjunto de procesos biológicos y psicológicos responsables del desencadenamiento, mantenimiento y cese de un comportamiento, así como del valor otorgado a determinados estímulos del medio sobre los que se ejerce ese comportamiento. Las tendencias del comportamiento indican el valor, positivo o negativo, que para el individuo tiene ciertos elementos de su medio provocando, ante tales estímulos, comportamientos que tienden a buscarlos o a evitarlos. Los distintos valores que los individuo otorgan a los elementos del medio, provocan la
existencia de una gran variedad de motivaciones que, a su vez, conllevan una gran variedad de objetivos del comportamiento. La motivación depende en alto grado de la edad, sexo, inteligencia, situación social y rasgos de la personalidad de cada alumno. Las fuentes de motivación constituyen elementos, factores o circunstancias que despiertan en el alumno algún motivo. Estas fuentes, que son como manantiales desde donde pueden surgir fuerzas de comportamiento, se confunden usualmente con las técnicas, por lo mismo que éstas tienen que afirmarse en aquellas. Así toda técnica de motivación procura aprovechar las posibilidades energéticas de las fuentes, para indicar y orientar los esfuerzos del alumno en el aprendizaje. La motivación es el primer recurso pedagógico. El profesor formador, que sabe motivar a los estudiantes suele alcanzar los objetivos que se propone. Los factores que determinan la motivación en el aula se dan a través de la interacción entre el profesor y el alumno. En cierta medida, el rendimiento escolar, los éxitos y fracasos, es consecuencia de la calidad de la motivación que posea el estudiante. La motivación no es sólo un factor significativo del aprendizaje, sino también la base metodológica y de organización escolar, pues el propósito que tiene es el de proporcionar incentivos, actividades y ambientes adecuados que puedan contribuir en su conjunto e interacción a que sea efectivo. Es necesario un determinado nivel de desarrollo físico, intelectual, emocional, y social para cada aprendizaje. De ahí que haya tanta enseñanza inoperante y tantas tentativas de incentivación por parte del maestro que no consiguen motivar al alumno. Por ello, existen dos tipos de motivación: extrínseca e intrínseca. La motivación extrínseca corresponde a las características de los estímulos externos lo que determina la dirección de nuestra conducta. La motivación regulada por el ambiente es el fruto del aprendizaje. Por su parte, la motivación intrínseca es cuando el sujeto persiste en una conducta sin un estímulo exterior que lo justifique. Existe ausencia de alguna contingencia externa aparente. La principal diferencia entre ellas es que intrínsecamente la motivación emana de fuentes internas, y extrínsecamente surge de los incentivos. El nivel de ambos tipos de motivación depende del momento y de la actividad. Una misma actividad suscitará motivaciones diferentes dependiendo de a persona o incluso para la misma persona pero en diferentes momentos. Así, en el caso de Geraldo, se pueden observar que la motivación intrínseca de este no se relaciona directamente con el ámbito de enseñanza, sino que extrínsecamente, surge una denominada dominación por parte de motivaciones aleatorias que constituyen el desánimo del joven. En la situación de enseñanza-aprendizaje, no basta querer, es preciso poder. El rendimiento no depende solo de la técnica docente ni de la motivación. Existe otro factor muy importante, la disposición o madurez para aprender. Las personas presentan motivaciones muy variadas y complejas, que pueden ser convenientemente orientadas en el ámbito de la educación-formación. Este enfrentamiento de querer - poder, lo afirma Philippe Meirieu en su libro “Cartas a un joven profesor”: “...No nos podemos contentar con dan de beber a quienes ya tienen sed. También hay que dar sed a quienes no quieren beber”. En el caso que citamos anteriormente, se connota con claridad la falta de motivación que tiene Geraldo, ya que él no se interesa por la tarea planteada; seguramente él no se sienta atraído por la actividad que presenta el profesor y se niega a realizar las actividades propuestas. En todo proceso formativo además de motivación se necesita de cierto grado de atención para que se pueda producir realmente el aprendizaje.
Siempre hay que tener en mente que nuestras propias resoluciones de alcanzar el éxito es más importante que cualquier otra cosa. Pero para poder alcanzar este método se debe tener atención.
Según Ballesteros, es el “Proceso por el cual podemos dirigir nuestros recursos mentales sobre algunos aspectos del medio, los más relevantes, o bien sobre la ejecución de determinadas acciones que consideramos más adecuadas entre las posibles. Esto hace referencia al estado de observación y de alerta que nos permite tomar conciencia de lo que ocurre en nuestro entorno”. Es decir, es un aspecto de la percepción mediante el cual el sujeto se sitúa en una disposición adecuada para percibir lo mejor posible un estímulo. La continua estimulación ambiental a la que estamos expuestas, produce la atención involuntaria, que es aquella que tiene lugar sin estar en predisposición para ello. Sin embargo, lo habitual es la atención voluntaria, guiada por una motivación personal. Así, la persona que tiene una amplia gama de intereses atiende a muchos más aspectos de su entorno que otra que tiene un espectro más reducido. Cuando la atención es voluntaria, requiere importantes dosis de esfuerzo y motivación para fijarla, obligándose a estar atento, a pesar de las interferencias que puedan surgir del exterior o del propio individuo, pero el esfuerzo será inversamente proporcional al grado de motivación, ya que éste es el factor más determinante de la atención. La motivación hace referencia a los intereses y hábitos que hacen que una persona se fije más en ciertos aspectos y situaciones que en otras. La atención funciona como un mecanismo que selecciona la información que será procesada, puesto que el campo atencional siempre es muy amplio y la capacidad atencional limitada. En general, el mecanismo atencional selecciona como foco prioritario aquellos estímulos ambientales que resultan más informativos para la supervivencia y el bienestar del individuo, es decir, aquellos que se relacionan con la satisfacción de la necesidad e intereses, y también aquellos que representan o pueden representar una amenaza y, de este modo, la atención está dirigida, normalmente, por factores motivacionales internos. El formador deberá tener en cuenta como principio general no hacer las clases monótonas o pesadas. Las repeticiones y repasos constituyen elementos de inapreciable valor en la fijación de los contenidos del aprendizaje. Los alumnos no pueden mantener la atención tensa durante un gran período de tiempo. Conviene ayudarles a relajarse tres o cuatro veces a lo largo de cada sesión formativa: un chiste oportuno, algún ejemplo concreto que pueda divertirlos, un simple desentenderse un poco de la clase para que puedan moverse y hablar algo mientras copian del encerado o repasan las notas tomadas o los ejercicios que acaban de realizar, puede ayudar mucho aquel fin. Pero hay que saber centrar la atención en cuanto queramos. La variedad en las clases genera interés y atención. Los métodos deben partir de lo fácil, simple, próximo y concreto para llegar a lo más difícil, complejo, remoto y abstracto. A través de la atención, nuestra mente puede centrarse en un estímulo de entre todos los que hay a nuestro alrededor para ignorar todos los demás. Con la concentración (siendo consecuencia de una atención intensa), mantenemos la atención focalizada sobre un punto de interés, durante el tiempo que sea necesario. Sin concentración es prácticamente imposible aprender algo, por tanto, la concentración es imprescindible para el aprendizaje.
Por su parte, tanto la atención como a su vez la motivación, deben apoyarse en la memoria para luego poder ser utilizadas más adelante. Es por tanto que la memoria es un elemento fundamental para el aprendizaje. Se estudia para saber. Saber es comprender y recordar. Si no se recuerda lo que se estudio no se aprendió. Dicho proceso es una compleja función psicológica que consiste en la capacidad de almacenar y recuperar lo vivido y aprendido. Los psicólogos de la educación estudian cómo es que la información es incorporada o codificada en la memoria. Sin la memoria no seríamos capaces de conectar lo que paso ayer con lo que pasó hoy. Así, la memoria requiere de tres procesos básicos, la codificación, el almacenamiento y la recuperación. La codificación es el proceso por el cual la información se incorpora en la memoria, y el almacenamiento es la retención de la información a través del tiempo. Por último, la recuperación, significa recuperar la información almacenada. La función principal de la memoria es proporcionar a los seres humanos los conocimientos necesarios para comprender el mundo en el que viven. La memoria conserva y reelabora los recuerdos en función del presente y actualiza nuestras ideas, planes y habilidades en un mundo cambiante. Se la puede investigar desde el punto de vista neuropsicológico, o desde el psicológico. Desde este segundo punto de vista, podríamos considerar a las personas como procesadores de información, que de una forma análoga al ordenador, codifican, conservan y recuperan la información. El problema de la memoria es que no siempre se comporta como quisiéramos y muchas veces sigue su propio programa: guarda información que no necesitamos y olvida cosas que nos gustaría recordar. Uno de los procesos básicos de la memoria y como ya mencionamos anteriormente es la codificación, la cual es definida como la transformación de los estímulos en una representación mental. En esta fase, la atención es muy importante por la dirección (selectividad) y la intensidad (esfuerzos) con que se procesa los estímulos. La mente humana representa y almacena las informaciones mediante una estructura dinámica formada por tres subsistemas que funcionan de forma integrada y coordinada: la memoria sensorial, la memoria de trabajo (operativa o memoria a corto plazo), y la memoria permanente o memoria a largo plazo. Esta manipulación de las informaciones se produce a través de un complejo proceso: la información exterior es captada por los órganos sensoriales, que la retienen durante breves instantes en la memoria sensorial, para realizar un primer análisis de sus propiedades más relevantes, con objeto de descartar la información que no interesa y quedarse con la restante para procesarla mejor. Tras este primer o con el estímulo, la información valorada como interesante es transmitida al subsistema de la memoria operativa, que realiza en breve tiempo una segunda valoración del interés de la información recibida. Si es así, el siguiente proceso será el de aplicar estrategias de memorización para transferirla al tercer subsistema permanente, donde permanecerá horas, días o toda la vida. La esencia del aprendizaje reside en la transmisión de los conocimientos desde la memoria a corto plazo (M) hasta la memoria a largo plazo (MLP), ya que todo lo que se aprende pasa por la M, pero no todo lo que pasa por la M se aprende, es decir , el paso de las informaciones por la M es necesario pero no suficiente para retenerlas. La memoria permanente, al contrario que la operativa, tiene una capacidad y duración casi ilimitadas, pero presenta otro rasgo que la caracteriza: la organización jerárquica de los conocimientos
que almacena, que se integran unos en otros. Precisamente esta organización que presenta la memoria permanente en esquemas mentales que se contienen unos a otros, es una de las causas de las diferencias en rapidez y eficacia, en la recuperación y el manejo de los conocimientos, entre expertos y novatos en un dominio de conocimiento dado. Conviene ejercitar la memoria y saber utilizar todos los recursos que ofrecen las leyes psicológicas que la rigen, para obtener de ella el máximo rendimiento y convertirla en una memoria inteligente. Hay que aprender lo que se estudia y entender lo que se aprende, es decir, hay que aprender de memoria solo aquello que se entiende y comprende. Sentadas las bases del aprendizaje (atención, memoria, motivación), estamos en condiciones de analizar cuáles son los principales problemas que apreciamos en los niños , para aplicar sistemas de intervención que les ayuden a iniciar y avanzar en su proceso de aprendizaje. La comunicación es fundamental para captar cualquier tipo de información verbal, sea visual o auditiva, y por consiguiente, para aprenderla. Pero en la especie humana, la comunicación en cualquiera de sus formas ha adquirido tal grado de protagonismo que se ha convertido en elemento que influye de modo decisivo sobre los tres grandes procesos del aprendizaje. Por eso, la misma necesita de amplias zonas del cerebro y de complicados mecanismos de funcionamiento que aseguren la comprensión y la expresión de lo comunicado, sea a través de la expresión corporal y gestual, o del lenguaje en sus variadas formas, de las que el oral es muy importante pero no el único. La comunicación es un intercambio que exige atención, recuerdo y motivación. Pero, a su vez, si la comunicación se establece sobre bases firmes, favorece la atención, el recuerdo y la motivación. Es el elemento lubrificante y facilitador de los otros tres. Todos los factores que influyen en el aprendizaje son de suma importancia, ninguno es más que otro y ninguno depende de otro para funcionar; son tres procesos diferentes que se relacionan entre sí para dejar como resultado el aprendizaje en el alumno. Por esto mismo, tanto calidad como cantidad son fundamentales para el proceso de aprendizaje. Esto lo observamos diariamente en las prácticas que realizamos como estudiantes de magisterio, por el cual los alumnos no actúan de la misma manera cuando están motivados y prestan atención, que cuando no lo están, ya que, cuando trabajamos en “secuencia” se observan los aprendizajes de cada niño en el desarrollo de cada actividad. Como lo expresa A. Woolfolk para un buen aprendizaje es necesario estar motivado, prestar atención y tener memoria; y para ello, inciden varios factores. Uno de ellos es, como lo establece Maslow en su teoría, la necesidad de autorrealización del individuo la cual influye en su desempeño, cuyas necesidades fisiológicas, emocionales e intelectuales están interrelacionadas. Otra teoría más moderna es la de autorrealización, en la que el individuo necesita tener autonomía y sentirse competente y capaces frente a sí mismos como frente a los demás y al mismo tiempo sentirse pertenecientes a un grupo social. Otro es la creación de metas por parte del alumno, porque al tener un objetivo determinado enfocará el mayor interés posible en terminarla. Por otro lado, lo social incide en el aprendizaje. Como se expresó anteriormente, el alumno puede variar su atención, motivación y su memoria en función del lugar, del momento y de su relación con las personas. Hay que saber distinguir a los alumnos en cuanto a su aprendizaje, porque pueden aprender más y saben más de lo que creen que saben y no dan señales de querer aprender o de participar en clase por el miedo a las “etiquetas” o reacciones del grupo o de ciertas personas, miedo a
que lo llamen: “sabelotodo” o “burro”. En resumen, el docente tiene que lograr un equilibrio entre lo que trae, lo que representa el alumno y lo que quiere transmitir, a su vez, no debe dejar de lado la metodología, su manera de expresarse debe ser lo más clara y concreta posible para obtener el interés y la atención deseados. De este modo, si se logra un buen aprendizaje, el alumno lo recordará más fácilmente en posteriores situaciones que se le presente.
Bibliografía: • Coll César. “Desarrollo Psicológico y Educación Madrid [España] Alianza 1990 • Perkins. “La escuela inteligente” Barcelona- España Gedisa 1992 • Santdrock. “Psicología de la educación” México [México] : Mc Graw Hil 2004 • Vygotski Lev, “El Desarrollo de los Procesos Psicológicos Simples” Barcelona [España] : Crítica. 2009 • Woolfolk Anita E “Psicología Educativa” Pearson Edición 1999 Webgrafía: • http://www.csi-csif.es/andalucia/modules/mod_ense/revista/pdf/Numero_23/CRISTINA %20GEMA_FERNANDEZ_SERON01.pdf
• https://es.idoub.com/doc/57252018/Sensacion-Percepcion-Motivacion-Emocion-Aprendizaje-yMemoria
• https://wwwy.outube.com/watch?v=Fzww0cW4KRI • http://filipides42-robi.blogspt.coom.uy/2012/02/atencion-motivacion-y-memoria.html