Desarrollo de la Iglesia Adventista en Venezuela: Hoy la Iglesia Adventista del séptimo Día se encuentra en 203 países del mundo, donde predica el evangelio de Jesucristo y da un mensaje basado en salvación y servicio. Y es gracias a ese sentimiento de urgencia por proclamar el evangelio en cada rincón del mundo, que el mensaje entro en nuestro país y en los países vecinos y hoy se sigue predicando en cada rincón de nuestra tierra. La Venezuela de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, que es el momento histórico cuando llega el evangelio a nuestras tierras, era muy diferente a la que nosotros conocemos hoy. La mayoría de su población era rural. Predominaba una amplia vegetación y abundancia d vida salvaje. El ingreso al país se hacía por vía terrestre con los países vecinos o por vía fluvial a través de los principales puertos del país: La Guaira y Puerto Cabello. Aun cuando la Venezuela de comienzos del siglo XX era un país bastante atrasado, Dios pudo actuar de una forma realmente maravillosa que pudo convertir las dificultades y vicisitudes de los misioneros en oportunidades para ar a interesados que de otra forma no se hubiera podido ar. Sobre las leyes y la libertad religiosa en nuestro país, debemos decir que poco a poco se fueron dando los pasos, sin duda por la influencia divina, para que a comienzos del S. XX, cuando nuestros misioneros llegan, hubiese un buen ambiente en nuestra legislación para la nueva fe adventista. Tan temprano como el 6 de abril de 1833 se aprueba la ley de cesación de los diezmos con lo cual el gobierno venezolano justifico su eliminación de ayuda a la Iglesia Católica, sustituyéndola por asignaciones estatales. En 1824, el gobierno decreta la libertad de cultos, para favorecer, se dice, la inmigración de personas de Europa e impulsar, de este modo, la recuperación y crecimiento del país. Podríamos decir que el trabajo Evangelístico en Venezuela se remonta al año de 1854, cuando el reverendo Ramón Montsalvage fue nombrado agente de la Sociedad Bíblica Americana para la América del Sur de habla hispana con instrucciones precisas de comenzar en Venezuela. Por el año 1888, la Sociedad Bíblica Americana se establece permanentemente en Venezuela, formándose la Agencia ColombiaVenezuela, con sede en la cuidad de Caracas. “Resulta asombroso como la obra adventista se fue extendiendo rápidamente, aun en lugares donde hasta hoy es difícil llegar.” Es en esta época que se da el inicio al mensaje adventista en Venezuela. Según la Enciclopedia de los adventistas del séptimo día, el mensaje de nuestra Iglesia fue introducido en Venezuela alrededor del comienzo del siglo XX. El año 1907 marcaría el comienzo de las actividades de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Venezuela. Así lo registra el siguiente informe: “en diciembre de 1907, mientras estaba en Trinidad asistiendo a una reunión de la Unión, el Pr. B.E. Connerly de Puerto Rico, planifico su viaje de regreso a través de Venezuela con libros y panfletos. Fue por medio del rio Orinoco hasta Caracas, repartiendo todos los libros y panfletos en español que llevaba consigo.” Para el año 1910, Venezuela estaba incluida para recibir obra Evangelístico permanente. Apenas la historia comienza y es asombrosa la forma como el Señor permitió que de una manera precisa y celestial, el evangelio se extendiera por sur y norte de este inmenso país. En los años 1880 y 1902 un cacique de una tribu de los arekunas recibió en una visión por un ángel el mensaje de Jesús y sus doctrinas fundamentales: la creación, el sábado, la caída del hombre, la salvación por medio de Cristo, su segunda venida, la monogamia, etc. Además se le dijo que vendría un hombre blanco con un libro negro traído de Inglaterra para ampliar las explicaciones y enseñarlo a su pueblo. Es
significativo que cuando él vio la primera visión se quedo inmóvil de pie y con los ojos vidriosos por horas (según conto más tarde su hijo). El cacique es obediente a su visión y decide reformar su vida y la de su tribu, de tal manera que dejaron de hacer guerra contra otras tribus y hacer sacrificios humanos, abolieron la poligamia, dejaron de fabricas cachire (licor que hacen de la yuca amarga los indígenas de la Gran Sabana) y comenzaron a guardar el Sábado como día de reposo. Auka les hizo ver a su pueblo que debían tener una sola esposa. También el ángel en la visión le mostro la necesidad de la limpieza tanto personal como de los alimentos que debían ser lavados, así como la distinción de animales inmundos y el no comerlos con su sangre. El ángel también le dijo que quería ver a su tribu en el cielo. Para guardar el Sábado, el ángel le enseño al cacique una noche cual era el día Sábado. Para recordarlo le dijo que hiciera siete nudos en una cuerda y el séptimo fuera el nudo más grueso. A través de aquella secuencia de nudos, ellos podían recordar cuál era el séptimo día o Sábado para adorar en ese día al Creador. Es importante destacar que fueron varias las visiones que tuvo el cacique, a quien el ángel le puso el nombre de Auka, que significa “Gran Luz o Gloria”. Quizás sería correcto identificar al cacique Auka y a su tribu como los primeros adventistas del séptimo día en Venezuela, aunque no fuera bautizado, porque cumplieron con los principios y siguieron las doctrinas que enseña y predica nuestra Iglesia. También se debe destacar la sabiduría de nuestro Dios al visitar a estos indígenas por medio de visiones, con lo cual nunca se podrá decir en la zona indígena del sur oriente de Venezuela, conocida como la Gran Sabana, que la Iglesia Adventista que a imponerles una religión contemporánea, quitándoles su religión ancestral a estos pueblos autóctonos. Auka espero con paciencia la llegada del misionero que traería mayores enseñanzas para su pueblo. Pasaron años en que estos indígenas permanecían en sus nuevas prácticas y el viejo cacique murió y no puedo ver cumplida la parte final de su sueño, ya que no pudo ver al hombre blanco del libro negro. Ese grupo de descendientes del cacique Auka no perderían las esperanzas y seguirían intentando hasta lograr que el misionero blanco de libro negro lograra visitar la aldea del recordado cacique. Finalmente sus oraciones serian contestadas con la visita del presidente de la Misión de Guyana de la Iglesia Adventista del Séptimo día. Fue el primero de agosto de 1910 cuando llegaron al puerto de la Guaira los primeros misioneros a vivir permanentemente en Venezuela. El 25 de julio del mismo año, el Pr. Frank Lewis Lane y su esposa Rose, misioneros originarios de los Estados Unidos, partieron de su hogar en Barbados y llegaron a La Guaira. Richard E. Greenidge, un obrero nativo de Barbaos, los acompaño para desarrollar un trabajo de sostén propio a través del ministerio de la salud y posteriormente por el colportaje. Para ese entonces un joven venezolano que había estado en el exterior y que hablaba ingles y profesaba las mismas creencias, fue invitado a vivir con los Lane y los Greenidge y así les ayudaba en las traducciones de los estudios. De esta manera, el Pr. Lane pudo presentar la preciosa verdad a un grupo de sedientos buscadores durante cada noche. Esto se desarrollo desde comienzos de diciembre de 1910 hasta el 25 de marzo de 1911, echa cuando se relazaría el primer bautismo en nuestro país, fue un día especial y de victorias en la historia del trabajo de nuestra Iglesia en Venezuela. El Pr. Lane tuvo el privilegio de bautizar once preciosas almas y al dia siguiente se organizo la primera Iglesia Adventista del Séptimo día en Venezuela, con una feligresía de dieciséis . El segundo bautismo se realizaría casi un año después; el 10 de febrero de 1912, cuando siete personas fueron también bautizadas por el Pr. Lane en el Ávila. Como parte del trabajo misionero desarrollado por nuestros pioneros, también en 1911, Venezuela recibe la visita del primer colportor
formal, quien reside en nuestro país por un tiempo: A. E. Cachran, procediendo en mismo de la isla de Puerto Rico. Tal como se dijo al principio, el cacique Promi, hijo del cacique Auka y algunos de los de su tribu que permanecieron fieles a la visión del cacique, empezaron a solicitar de los exploradores , que enviaran a alguien para que les enseñara. Los mineros que los veían se sorprendían de ver como estos indígenas tenían un estilo de vida religiosa, se acercaron a los dirigentes de la Iglesia Adventista en Guyana para informarles de la existencia de unas tribus al sur de Venezuela que tenían prácticas y costumbres muy parecidas a las doctrinas adventistas. Este descubrimiento despertó el interés de la misión adventista en Guyana y es cuando el pastor Ovidio .E. Devis, presidente de la Misión de Guyana Inglesa decide viajar a Venezuela a encontrarse con esta tribu guardadora del Sábado. Inicia su viaje en el año 1910, abriéndose camino por la espesa selva de la sabana venezolana, sin embargo por consecuencia de una fiebre que lo debilitó grandemente, el pastor Davis tiene que clausurar su viaje y devolverse otra vez a Guyana. Luego de recuperarse, el Pr. Davis organiza otra excursión hacia el Roraima, y esta vez lo acompañan un intérprete nativo y algunos originarios del lugar que llevan la carga del viaje. A pesar de que contrajo la fiebre de nuevo esta vez llega a su objetivo. Cuando el Cacique Seremada vio al pastor Devis llegar se dio cuenta inmediatamente que su aspecto era semejante al aspecto de la visión que había referido el Cacique Auka: “un hombre blanco con un libro llegaría a la aldea. Inmediatamente todos al llamado del Cacique se reunieron e iniciaron un canto en pemón que resultó ser el himno “Hay un mundo Feliz mas allá” que años atrás había aprendido Seremada en su viaje a Guyana. El pastor Davis quedó en silencio escuchando como los indios danzaban en círculo mientras cantaban en su dialecto y a su ritmo este himno. A pesar de que la fiebre aumentaba y la condición de la enfermedad empeoraba, el Pr. Davis enseñaba desde una hamaca a los indios que con mucha atención escuchaban cada una de sus palabras, también les enseño himnos a través de los cuales les enseñaba doctrinas, uno de ellos fue: “Siervos de Dios la Trompeta tocad”. Seis meses después de su llegada una tarde el pastor Davis pidió al Cacique Seremada que reuniera su tribu, canto y oro con ellos, les solicito en el Señor que se mantuvieran fieles a Dios y a las enseñanzas que él les había entregado y después de un rato murió. Cuenta la historia que muy tristes el Cacique Seremada junto a otros indios envolvieron al pastor en frazadas y lo llevaron al pie del monte Roraima donde lo enterraron.