La comunicaci ón de las abejas
Autores: Alba de Diego, Beatriz Burdman, Matilde Morales, Tao Wei y Eva Varas. Exposición número 1. Asignatura: Lingüística General.
Índice:
1 – Introducción. 2 – La comunicación química. 3 – Las danzas. 4 – Otros medios de comunicación. 5 – Bibliografía.
1 – Introducción 1. Ojos compuestos 2. Ojos simples 3. Antenas 4. Tórax 5. Abdomen 6. Alas membranosas 7. Tibia 8. Peine 9. Cesto y pinza 10. Cepillo 11. Aguijón 12. Corazón con ostiolo 13. Músculos cardiacos 14. Buche 15. Tubo digestivo 16. Ciegos gástricos 17. Sacos aéreos 18. Ganglios nerviosos 19. Glándula venenosa
Las abejas son insectos sociales que se dividen en castas, cada una de ellas, identificada por unos rasgos particulares y unas funciones propias: La reina. Es, al igual que las obreras, una hembra. La distinción entre ambas se basa principalmente, en la alimentación: mientras que las obreras a los tres días de su nacimiento empiezan a ser alimentadas con polen, las abejas reinas mantienen su dieta
de jalea real, lo que favorece el desarrollo de sus órganos reproductivos, capacitándolas para, tras el vuelo nupcial con los zánganos, dar lugar a nuevas abejas obreras. Otra diferencia reside en la cría de las mismas: las celdas de las obreras son hexagonales, de menor tamaño, y se disponen de forma horizontal, en cambio las celdas destinadas a las futuras abejas reinas tienen una mayor amplitud, y una estructura ovalada, por lo que su situación es vertical. Por cuestiones de supervivencia, suelen criarse varias abejas reinas aunque solo una de ellas alcanzará esta posición. Generalmente aquella que cuenta con un desarrollo más temprano, aprovechándose de la debilidad de sus oponentes, les quitará la vida en sus propias celdas. En el caso de que cuente con la oposición de las abejas guardianas, cuya misión es la protección de estas larvas, saldrá del panal, y sobrevolándolo, lanzará un agudo zumbido de provocación al combate para sus competidoras, que paraliza la rutina de la colmena. Debido a su estancia en el exterior suele hallarse mejor preparada que las demás, que acaban de abandonar sus celdas, con lo que su victoria siempre está asegurada. La reina no abandonará jamás el panal, con excepción del vuelo nupcial y la enjambrazón (proceso de fundación de un nuevo panal, dejando el ya existente a la generación más joven). Su vida es mucho más larga que la del resto de sus congéneres. Obreras: De género femenino, se hallan inhibidas por las feromonas segregadas por la reina de la función reproductora, desarrollando por consiguiente un aguijón en el lugar del órgano ovopositor, que conecta directamente con varias glándulas internas, encargadas de la secreción del veneno. A lo largo de su vida desempeñarán diversos cargos de acuerdo a su edad. Así, en una primera etapa predominan las labores realizadas dentro del panal como: la cría y calentamiento de las larvas, limpieza de los alvéolos, producción de cera y construcción o ampliación de la colmena, conservación de la miel, ventilación y, finalmente, la evaporación del exceso de agua en la miel. Más adelante, sus actividades se trasladarán fuera de la colmena o bien, a sus alrededores: tal es el caso de las centinelas (encargadas de la vigilancia) y, en último término, de las libadoras y recolectoras. A todas estas funciones suelen añadirse ocasionalmente las denominadas necróforas que se deshacen de los cuerpos de los individuos muertos. No obstante, cabe señalar que algunas de ellas pueden desempeñar varias tareas de manera simultánea. Su número es considerablemente mayor al de los zánganos. Zánganos Son individuos generados por partenogénesis (resultado de los huevos no fecundados que ponen las obreras) cuyo único cometido es fecundar a la reina durante el
vuelo nupcial, después de lo cual, mueren. Los que sobreviven suelen quedarse holgazaneando en el panal, teniendo por ocupaciones comer y dormir. Sin embargo, al apremiar la necesidad ante el cambio de las condiciones meteorológicas que anuncian el incipiente invierno, son todos asesinados por las obreras. Este proceso está relacionado proporcionalmente con la edad de la reina, su fertilidad y, la riqueza de la colonia. De forma que cuanto mayor sea la estabilidad en el panal, más pronto tendrá lugar este fenómeno y viceversa, siendo muy significativa la situación en que la reina es extremadamente vieja y decrépita, puesto que suele perdonarse la vida de algunos zánganos.
2 – La comunicación química Los diversos integrantes de la colmena se comunican mediante feromonas: sustancias químicas secretadas por un ser vivo que, al ser percibidas por otro de la misma especie desencadenan una reacción concreta como una modificación biológica o condicionan su comportamiento. Existen dos tipos: las modificadoras, de larga duración y por tanto más complejas de identificar y las incitadoras: de efecto inmediato. En el caso de las abejas este tipo de comunicación realiza un papel fundamental al favorecer la cohesión social, regular la actividad y coordinar el panal. De hecho, tienen cerca de 15 glándulas repartidas por toda su fisonomía (cabeza tórax y abdomen) que producen diferentes tipos de feromonas. Su recepción se efectúa por medio del sistema olfativo (situado en las antenas) y a veces, por trofalaxia. La reina Es considerado el individuo central de la colmena al ejercer una función indispensable de la estabilización del enjambre. Entre los diversos tipos de sustancias que libera, destacan las siguientes: La feromona de la cría abierta. Por un lado, inhibe el desarrollo ovárico de las obreras y, por otro, impide la cría de reinas (esta solo se produce cuando la reina es vieja, poco fecunda o se produce la enjambrazón, de lo contrario muchas celdas que han sido construidas para albergar futuras reinas se destruirán y se introducirá a las larvas en celdas de obreras). La feromona de la reina. Por la cual es dotada de un olor especial que la caracteriza y permite su reconocimiento por las abejas restantes, además de fomentar la atracción de los zánganos, intensificar la adhesión de las nuevas obreras a la colonia y constituir el séquito real (las damas de honor). La feromona de la marca del huevo. Hace posible establecer una escisión entre los huevos puestos por la reina y los de las abejas zanganeras. La feromona de las huellas de las patas. Rastro que deja reina al caminar. Tiene por objeto evitar la enjambrazón y la creación de celdas reales; sin embargo, disminuye con la edad. Obreras
A través de las feromonas que emiten, indican, básicamente: las actividades llevadas a cabo, la orientación, la advertencia de un peligro, así como la defensa ante el mismo y, la identificación de los demás . - Distinción de las funciones ente ellas: Aunque estas dependen a grandes rasgos de las necesidades de la colmena, algunas se hallan exclusivamente reguladas por las feromonas. En este aspecto sobresale el etilo de ácido oleico. Las abejas forrajeras (es decir las que van a buscar alimento) la segregan desde un depósito abdominal donde guardan el néctar. Esta feromona modificadora mantiene a las abejas obreras jóvenes (de dos o tres semanas) en un estado de adolescencia, que es idóneo para la cría de larvas gracias a una proteína que han desarrollado en su sangre (feromona larvaria). Cuando perecen muchas abejas forrajeras el etilo de ácido oleico cesa de ser recibido por las abejas jóvenes, que “maduran” en poco tiempo y las suplantan. En el caso de que las abejas jóvenes se vean arrancadas por las condiciones de vida de su estado de adolescencia (sin haberlo aún completado), experimentarán mayores dificultades en su nueva tarea que posteriormente, se corregirán. - Orientación y reconocimiento: Empleando la feromona conocida como Nasanov, las obreras señalan la ubicación de la colonia. Para ello, situadas en la entrada del panal, elevan el abdomen (donde se encuentra la glándula del mismo nombre, responsable de su secreción) y aletean con fuerza a fin de expandir su olor. La formación de un enjambre favorecerá su diseminación ya que las abejas congregadas contribuirán a ello, principalmente, soplando. La cohesión de los de la colonia se ve también influida por feromonas que también desempeñan otras funciones. Tal es el caso de las expulsadas por la glándula Koschevnikov que fomentan la convivencia entre las obreras y el sentido de unidad durante la enjambrazón. -
Alarma y defensa:
Se precian dos tipos diferentes de feromonas, ambas de carácter volátil. En primer lugar cabría citar la expulsada por la glándula Koschevnikov, (ya mencionada con anterioridad) constituida por más de cuarenta compuestos distintos y localizada cerca del aguijón. Se libera en el momento en que una abeja pierde el aguijón al picar a un posible intruso, despertando en las demás el instinto de atacar en el mismo lugar. En segundo lugar, es notable la 2 heptánona. Segregada por las glándulas de la mandíbula, tiene por fin alejar a ciertos sujetos no deseados que pueden ser dañinos y a la vez, prevenir a las demás recolectoras de las flores cuyo polen se ha terminado, agilizando así su labor. Se ha demostrado que esta sustancia aumenta con el tiempo, lo que explica que las abejas de mayor edad se dediquen a la búsqueda de polen, mientras las más jóvenes se encargan de actividades ubicadas en el interior del panal. Zánganos
Producen feromonas para señalar a la reina su emplazamiento. Larvas Emiten, y especialmente en circunstancias de extrema necesidad (es decir, cuando la colonia no cuenta con una reina y por esta razón, las obreras empiezan a poner huevos), feromonas que, neutralizan el desarrollo ovárico de éstas, obligan a las nodrizas a atender su cuidado e impulsan a las recolectoras a recoger polen.
3 – Danzas La abeja de la miel emplea la vista para detectar la posición del sol con respecto a la fuente de néctar y mediante la danza puede transmitir esa información a las abejas que se encuentran en la colmena. Las abejas de la colmena reciben la información utilizando su sentido del tacto y después salen, traducen esa información de nuevo a la forma visual y vuelan en la dirección correcta con respecto al sol, pero a pesar de estos ejemplos la visión, la audición y el tacto juegan un papel relativamente menos importante que la comunicación química en la vida de los insectos sociales (al contrario que en los vertebrados) Dependiendo de la situación de la fuente de alimento se dan dos tipos de danza: danza en círculo y danza en cola. Si la fuente se encuentra a una distancia comprendida dentro de 100 metros a la redonda la abeja efectúa una danza en círculo. Para distancias que superan los 100 metros, la abeja efectúa la danza de la cola. Las danzas que una abeja de la miel realiza para indicar a sus compañeras dónde se encuentra una fuente de néctar, varían de una especie a otra. Estas variaciones clarifican la evolución de este notable sistema de comunicaciones. El conjunto de movimientos en forma de danza que realizan las abejas, permite a una de ellas guiar a sus congéneres hacia una fuente de alimento con sorprendente precisión. En las primeras investigaciones realizadas, los científicos descubrieron que diferentes variedades de abejas emplean un sistema similar pero que había pequeñas diferencias en la forma de utilizarlos. A estas formas diferentes los denominaron dialectos. Von Frisch los compara entre sí, adentrándose en la lingüística comparativa. El cerebro de una abeja tiene el tamaño de un alfiler pequeño y no está hecho para pensar sino que sus actos están gobernados por el instinto, esto es que estas formas de comportamiento son innatas, impresas en el sistema nervioso del animal a través del largo período de tiempo que ha llevado su desarrollo filogenético. Los científicos llevaron a cabo un experimento con colmenas con paredes de cristal y marcaron a las abejas con pequeños puntos de distintos colores para identificar sus movimientos. Estos experimentos hallaron que cuando una abeja descubre una fuente de alimento de importancia próxima a la colmena, al volver inicia una “danza circular”. Esta búsqueda, así como todos los trabajos de la colmena, la realiza una de las llamadas abejas obreras, de sexo femenino. Esta danza alerta a las demás que acompañan a la primera en su danza e inmediatamente salen en busca de la fuente de alimento, que
resulta ser la misma especie de flor que el aroma de la primera compañera les ha indicado.
La danza es más vigorosa y persistente cuanto más importante sea la fuente de alimento encontrada. Si ha encontrado varios tipos de flores, aquellas con mayor abundancia y dulzura de néctar, provocan las danzas con mayor rapidez de movimientos, lo que provoca que la mayor parte se dirijan hacia ellas. Esta primera abeja recluta a un grupo de compañeras, que al regresar ejecutan la misma danza, produciendo un efecto multiplicador, hasta extraer la mayor parte del néctar de las fuentes, momento en el cual se reiniciará el ciclo que se dirigirá hacia otra fuente de alimento muy cercana. Las abejas pueden recolectar alimento en un territorio bastante extenso, que abarca varios kilómetros alrededor de la colmena. La danza que ubica esta fuente de llama del “coleteo” (“Tail-wagging”). El olfato es lo que permite ubicar la fuente de alimento y también la rapidez de la danza es lo que transmite su importancia. Pero esta danza comunica además una descripción exacta de la dirección y distancia del objetivo. La precisión y cantidad de información que transmite es la mayor que existe en todos los sistemas de comunicación conocidos en el reino animal, con excepción del humano.
La danza del “coleteo” se inicia marcando un breve trayecto en línea recta y balanceando su abdomen a uno y otro lado. A continuación retoma al lugar de origen
por medio de un giro en semicírculo y repite el camino recto una y otra vez; la única alteración es que el camino semicircular de retorno se realiza alternativamente a derecha e izquierda. Es por medio de las alteraciones de la velocidad que la abeja indica la distancia a la que se encuentra la fuente de alimento. Por ejemplo, durante el experimento, la distancia hasta un plato de agua con azúcar colocado por los científicos a 300 metros de distancia, se indica por medio de 15 ejecuciones completas de la danza en 30 segundos, mientras que si el alimento se encuentra a 600 metros, el número desciende a solo once. No cabe duda de que las abejas comprenden el mensaje, ya que cuando salen en busca del alimento, solo lo hacen en los alrededores del lugar indicado por medio de la danza e ignoran otros platos con alimentos dispuestos por los investigadores más cerca o más lejos que el indicado. No solo conocen la distancia sino también la dirección en que deben buscar. Esta información direccional es fácil de observar cuando el tiempo es caluroso y las abejas danzan sobre una pequeña plataforma que existe a la entrada de la colmena, en el exterior. En estas circunstancias, la porción recta de la danza señala directamente la dirección del objetivo. Diversos experimentos han demostrado que esta orientación se produce considerando la posición del sol. Mientras la abeja vuela hacia el alimento, observa el sol, y cuando realiza la danza , se dispone de manera tal que pueda ver el sol al mismo lado y formando el mismo ángulo con el eje de su cuerpo. Las abejas que acompañan a la primera, observan la posición del sol durante el recorrido recto de la misma y luego, cuando vuelan hacia el objetivo, se orientan manteniendo la misma posición. El ojo compuesto de la abeja es una excelente brújula para este propósito. Además dispone de otro elemento fundamental para navegar, y es una especie de cronómetro que le permite compensar los cambios en la posición del sol durante los vuelos de larga duración. Usualmente, esta danza del “coleteo” no se realiza sobre una plataforma horizontal como es la entrada de la colmena, sino que se ejecuta en el interior, sobre la superficie de un panal vertical y a oscuras. En este lugar, la abeja utiliza un sistema realmente notable para comunicarse. Realiza una transposición de la dirección del sol por la dirección de la gravedad, lo que les permite reconocer la línea vertical. La dirección del sol equivale a la línea vertical hacia arriba. Si la abeja que realiza la danza camina hacia arriba en su porción recta, significa que la dirección en la que se encuentra el alimento coincide con la dirección del sol. Si en cambio se encuentra en una dirección que forma un ángulo de 40º a la izquierda del sol, la abeja se desviará en un ángulo igual, hacia la izquierda de la vertical. Es decir, el ángulo referido al sol se transfiere a un ángulo igual referido a la dirección vertical. Las abejas, cuando vuelan en el exterior, transfieren este ángulo en su orientación con respecto al sol. Para demostrar que esta forma de comunicación es innata, los científicos realizaron el experimento de extraer un panal de la colmena y permitir que las larvas nacieran fuera del o con otras abejas. Cuando estas abejas inexpertas se reunieron con el
resto de la colonia, fueron inmediatamente capaces de indicar la dirección de una fuente de alimento con respecto a la posición del sol, de trasponer esta información direccional al plano vertical y de interpretar correctamente las danzas de otras abejas. Al extender los experimentos a una variedad italiana de abeja, encontramos que su sistema innato de comunicación se había desarrollado de una forma levemente distinta. Esta variedad utiliza la danza circular para indicar una distancia de unos diez metros. Para fuentes más alejadas inicia una danza que llamaron “en forma de hoz”. La forma de la trayectoria forma una figura de ocho aplastado y doblado como una hoz. La parte abierta de esta hoz señala la fuente; la vivacidad de la danza indica la importancia del hallazgo. Cuando la distancia del alimento alcanza los 60 metros, la danza se convierte en la del “coleteo” pero no exactamente igual a la que realizan las abejas austríacas que vimos con anterioridad.
Al reunir a ambas variedades en una misma colonia no fue difícil hacerlas trabajar en la misma colmena, pero al intentar comunicarse surgieron las confusiones. Cuando la austríaca iniciaba su danza, las italianas siempre dirigían su búsqueda demasiado lejos. Al realizar apareamientos cruzados, los descendientes, con el cuerpo amarillo de las italianas, también realizaban la danza en hoz para representar distancias intermedias, como esta variedad. En el caso de híbridos con parecido a las austríacas, utilizaron la danza circular en su gran mayoría; los casos en que hicieron danza en hoz, ésta resultaba imperfecta y no comunicaba correctamente. Otras variedades exhiben variaciones dialectales pero, por otra parte, los de una misma variedad demostraron comprenderse perfectamente por diversa que fuese su procedencia.
Por otra parte, cada especie de abeja tiene una comunicación distinta aunque esté relacionada. La abeja de la India es muy parecida a la nuestra. Crea sus colmenas en lugares protegidos. Su sistema de comunicación también es similar al de la abeja europea: usa la danza circular para indicar distancias inferiores a 3 metros y de ahí en adelante utiliza la danza de coleteo. Su ritmo de danza es más lento. La abeja gigante también se comunica de manera similar a las anteriores, con la diferencia de que la danza circular la efectúa hasta los 5 metros, su ritmo de la danza se parece más al de la abeja italiana y construyen su hogar en árboles a plena luz. Por esto último se puede afirmar que este tipo de abejas siguen mejor las instrucciones acerca de la posición del sol.
En cambio la abeja enana es más primitiva y por lo tanto posee un sistema de comunicación menos elaborado. Su danza es similar a la de la abeja gigante en distancias, pero distinta en ritmo (lento) y en que su danza siempre es horizontal. Por otro lado, hacen también sus colmenas en árboles. Para estudiar la evolución de la danza de las abejas nos tenemos que limitar a observar especies más primitivas puesto que los fósiles solo muestran cambios físicos. El uso del sol para orientarse es común en muchos tipos de insectos. Las abejas calculan el movimiento del sol por lo que les sirve como si fuera una especie de brújula. El escarabajo, por ejemplo, si se encuentra sobre una superficie plana en la que hay enfocada una luz en un lado este avanzará hacia la luz de forma recta. Si en ese momento inclinamos 90 grados la superficie y apagamos la luz, el escarabajo seguirá la trayectoria marcada antes. Esta capacidad es un proceso automático, determinado por la estructura del sistema nervioso. En algunos insectos esta capacidad se da más débilmente que en otros. Seguramente para los antepasados de las abejas este comportamiento no tenia significado pero ellas han ido aprendiendo a utilizar este mecanismo para comunicarse. La abeja es el único insecto que usa la posición del sol y la transposición de ángulos para orientarse y dirigir a las demás abejas hacia la fuente de alimento. El sistema de comunicación de las abejas más primitivo es el de una abeja sin aguijón llamada Trigona iridipennis. La organización de sus colmenas es bastante pobre. Este tipo de abeja en vez de danzar para comunicar la fuente de alimento, se dedica a correr por la colmena chocándose con otras abejas. Esta llamada de atención, combinada con el olfato, sirve a la abeja para que las demás vayan a buscar el alimento. En esta especie se encuentra seguramente el origen de la comunicación de las abejas.
4 – Otros tipos de comunicación Las abejas poseen dos antenas en las cuales existen múltiples órganos sensoriales entre los que se encuentran: los del olfato y tacto. Los órganos del olfato ayudan a encontrar las flores. Las abejas son muy sensibles a los olores, pueden localizar fuentes de néctar muy lejanos. Las abejas reclutadas no pierden el tiempo buscando un tipo equivocado de flor porque el olor de la fuente, presente en la abeja exploradora, es percibido por las abejas atraídas por su danza. Una vez que las abejas han sido alertadas por la danza del círculo, vuelan alrededor de la colmena en busca del olor que han percibido en la abeja bailarina. También segregan un perfume peculiar para ayudar a encontrar la fuente de alimento, especialmente cuando es abundante. Los zumbidos o vibraciones de las alas, se perciben cuando las abejas están volando. También tienen un fin comunicativo. Cuando la abeja recolectora llega al panal y ejecuta su danza, las demás pueden mostrar su interés zumbando. Por otra parte, el zumbido que emite la reina cuando está enfadada puede causar la paralización de la actividad de la colmena. Un ejemplo de esto, como hemos visto antes, tiene lugar cuando se produce en “enfrentamiento” entre las aspirantes a abeja reina.
5 – Bibliografía Las fuentes de información consultadas para realizar este trabajo han sido las siguientes: -
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Von Frisch, Karl (1962). Dialectos en el lenguaje de las abejas. Comportamiento animal. Selecciones de SCIENTIFIC AMERICAN. H.Blume Ediciones. Madrid, 1978. Bonner, John Tyler (1980) La evolución de la cultura de los animales. Princeton University Press. Alianza Editorial. Madrid, 1982. Lingüística: una introducción al lenguaje y la comunicación, Adrian Akmajian, Richard A. Demers y Robert M. Harnish. La vida de las abejas, Maurice Maeterlinck http://www.apiten.com/ http://www.noticiasapicolas.com/lasferomonas.htm http://www.noticiasapicolas.com/las-feromonas.htm