Relato original de Diana Bacalla La melodía de un ángel con alas rotas Lima, Perú – Setiembre 2014
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La melodía de un ángel con alas rotas
~* LUNES *~
La luz se apaga lentamente, con suavidad, con elegancia, poco a poco, como si fuese el último suspiro de una triste luciérnaga moribunda. Solo puedo ver aquellas siluetas desiguales de las personas que están sentadas, delante y alrededor de mí. Se escuchan murmullos, el sonido de aquellos abanicos de seda usados para mitigar el calor de una noche de verano,
respiraciones pausadas y
otras
aceleradas por la emoción del momento. Podría jurar que puedo escuchar hasta los latidos de aquellas almas reunidas. A oscuras, el teatro emite una misteriosa energía que nos envuelve cálidamente, tal vez, estas paredes son como suaves esponjas que absorben todas las emociones, sueños y sentimientos de aquellos talentosos artistas y también, de su fiel público. Se dice que el teatro posee una misteriosa magia. Y, estoy totalmente de acuerdo con ello. Es la primera vez que estoy en un teatro, siempre quise K a A
asistir a uno pero, el trabajo no me lo permitía. Amo mi trabajo, realmente me gusta el ambiente de la clínica pero, hay una frase que leí en uno de mis libros favoritos que dice: “Todo trabajo y nada de juego es tan malo como todo juego y nada de trabajo”, y en verdad, tiene mucha razón. Sé que debería buscar actividades para divertirme de vez en cuando y puedo decir que este, es el primer paso para dejar de llevar una vida tan monótona. Ayer sucedió algo extraño, quizás fue un regalo divino para que empezara a disfrutar de la vida y tal vez, descubrir algo maravilloso. Y, es que, después del almuerzo encontré un sobre color carmesí encima de la montaña de historias clínicas y próximas citas de los pacientes. Al abrirlo, vi una entrada para la presentación de una obra musical en el teatro, en la que estoy ahora. No tengo la menor idea de quién me obsequió esto pero, sospecho de mis colegas, como una indirecta para salir de este lugar y dejar de ser un ermitaño de larga barba. Siempre he sido una persona con tendencias antisociales de todos modos, no puedo quejarme ni ofenderme de que ellos piensen cosas extrañas de mí. Además, mis sonrisas y palabras amables están reservadas para mis pacientes. Debería decir, también para mi pareja pero,… después de dos relaciones que terminaron muy mal,
no he logrado conocer a alguien que me haga sentir algo especial en el corazón. Bueno, no es fácil, no puedo andar por la calle con un cartel en el cuello que diga “soy gay y busco hombre que me entienda”. He tenido que reprimir una risa al imaginar esto. Pero, si sigo así, la idea del cartel dejará de parecerme ridícula. En fin, ya me desvié de mis pensamientos iniciales. Como decía, sea como fuese, llegué a este antiguo teatro y estoy sentado en una de las mejores filas. Se puede ver todo desde aquí y estoy seguro, que amaré esta obra musical. El telón se empieza a levantar, con una lentitud desesperante, parece como si nunca terminase de hacerlo. Pero, una vez descubierto el escenario, luces de colores empiezan a brillar y puedo apreciar una bella representación del universo. Todo ha sido pintado a mano y decorado con luces pequeñas para simular las estrellas. El piso también ha sido modificado para que parezca que tiene pequeños cráteres de color gris. Por la emoción, casi olvido el nombre de la obra musical, se trata del conocido Principito del autor Antoine de Saint Exupéry. No sé cuántas veces he leído ese libro pero me sigue gustando y, verlo en el teatro, será toda una delicia.
Tuve que bajar la mirada por breves segundos, me había olvidado poner el celular a modo vibrador y no quería causar molestias. Pero, cuando levanté la cabeza y enfoqué mis ojos en el escenario, me quedé sin aliento. Acababa de hacer su entrada el principal actor de la obra, se trataba de un jovencito con cabellos rubios que parecían resplandecer con las luces. Sus ojos, poseían un extraño color azul, tenía una mirada que reflejaba muchísima melancolía e hizo que mi corazón diese un salto. Sus labios eran finos y delgados. Su cuerpo, frágil en apariencia, parecía no tener más de quince años. Y, cuando comenzó a cantar, aquel pequeño salto de mi corazón se convirtió en pocos segundos, en golpes salvajes dentro de mi pecho, latidos que me eran imposibles de controlar, tanto que mi respiración se volvió agitada por la ansiedad que me producía. Aquel chico era hermoso, vieras por donde lo vieras, parecía un ángel bajado del cielo. No solo por su llamativa apariencia sino, por su melodiosa voz que hacía que todo mi cuerpo se estremeciera por completo. Jamás me había sucedido esto; quedarme literalmente con la boca abierta y atento a cada movimiento de un desconocido, no formaba parte de mi personalidad reservada. No obstante, me era
imposible quitarle los ojos de encima. Sentía como si mis emociones se desbordasen con solo escuchar su voz. Mis manos comenzaron a temblar levemente, debía controlarme, no era propio de un adulto y mucho menos, de un profesional como yo. Pero, cada vez que el jovencito salía del escenario para dar paso a un cambio de paisaje y decoración, sentía como si mi corazón se contrajese. En su ausencia todo se veía oscuro y deprimente. Él era como el sol de la obra; cuando desaparecía se llevaba toda esa calidez consigo y al regresar, lo hacía trayendo todas esas emociones y sentimientos desconocidos. No había palabras para describir lo que me producía, me sorprendía a mí mismo por el hecho, de que jamás pensé que mi cuerpo albergase tales sensaciones. Cuando terminó la obra, fui el que más aplaudió de todos los presentes. Las luces se encendieron y tuve que regresar a la realidad. El telón había sido bajado y los artistas debían estar yendo a sus camerinos, para descansar y cenar después de tan magnífica presentación. Tuve la tentación de ir a buscar al pequeño ángel y saber al menos su nombre pero, no lo hice. Pensé que solo me estaba dejando llevar por la emoción y contuve ese impulso de acercarme a los
camerinos. Eran las diez de la noche y debía ir a la clínica muy temprano en la mañana, así que, cogí mi abrigo y me retiré antes que apagasen todas las luces del teatro. En la calle me detuve y no pude evitar voltear a ver el lugar abandonado minutos antes. El teatro lucía muy triste, desolado y abandonado. Me pregunté que estaría haciendo en esos momentos aquel jovencito, pero, inmediatamente disipé esos pensamientos y me subí al primer taxi que pasó.
Pensé que aquella noche terminaría así de simple pero, estaba muy equivocado…
Totalmente equivocado…
~* MARTES *~ Buscando información por Internet me enteré que la obra musical solo estaría en escena por dos semanas. Habría funciones los lunes, miércoles y viernes, al igual que la otra semana. Y el último sábado se marcharían a otra ciudad. Leí también, acerca de los actores pero solo encontré fotos y sobrenombres tan llamativos como “El dios del trueno”, “Ave de fuego”, “Las musas del Olimpo” y demás pero, ningún nombre real. Al principio me sentí decepcionado por no encontrar información acerca de aquel chico, pero, buscando en el archivo de fotos hallé varias en donde aparecía y no dudé en descargarlas. iración, solo es iración, lo sé… además, solo se trata de un jovencito que casi es un niño. Un chico con cabello como el sol, mirada asustada y tierna al mismo
tiempo, con una voz sobrehumana y un seudónimo que le daba muy bien… “El ángel de las alas rotas” Repito, esto es solo iración… Y, esa iración hizo que comprase un boleto para la función del miércoles. Fue un impulso que no pude contener… y claro, no he dicho nada de esto a mis colegas del trabajo. Felizmente, no tendré guardias nocturnas hasta el sábado, así que, lo tomaré como una señal. Todo está dispuesto para que asista a la presentación y esta será la última vez. Después de todo, no hay nada de malo ver una obra o película dos veces, si es que te gustó demasiado.
~* MIERCOLES *~ Aquí estoy de nuevo. Conseguí un asiento en la primera fila y los sentimientos son los mismos de la primera vez. Mi corazón late rápidamente, mis manos sudan y mis ojos saltan de rostro en rostro, buscando aquella carita con ojos azules, que no aparece hasta que el telón se levanta y empieza la obra. Ahí está “El ángel de las alas rotas”… y otra vez, me pierdo con su voz… Quisiera hablarle aunque sea una vez. Conocer su nombre real. Conforme pasa el tiempo, no comprendo cómo no vine antes al teatro. Las fotos que descargué de Internet eran de giras en otros países y ciudades. Me pregunto, ¿cuántas veces habrá regresado a su patria para deleitar a las personas con su voz?, ¿cuántas obras habrá protagonizado? Me enfado conmigo mismo por no haberlo descubierto antes, no obstante, me alegra enormemente saber que es italiano como
yo. Pero, ¿a dónde irán después?, ¿cuánto tiempo pasará para volverlo a ver?, ¿podría atreverme a pedirle algún teléfono o correo electrónico? No… ¿Qué es lo que estoy pensando? Debo dejarme de tonterías.
~* JUEVES *~ Hoy el trabajo en la clínica ha sido muy pesado, más de lo normal. Casi no he podido dormir anoche por estar frente a la laptop, navegando en la Internet, obsesionado con buscar más información acerca de ese muchacho. ¿Qué rayos me está pasando?, no lo comprendo. Tal vez, se deba a que extraño aquella sensación que me produce en el corazón cuando lo escucho y veo. He descubierto nuevos sentimientos y me es muy difícil olvidarlos, después de tantos años en el silencio. ¿Nuevos sentimientos? Debo estar perdiendo el juicio…
~* VIERNES *~ Definitivamente, he perdido el juicio. Por tercera vez, estoy en este teatro. No recuerdo como sucedió, solo sé, que estaba de compras en el supermercado y al otro segundo, saliendo de uno de los locales donde se venden las entradas para la obra. Esta vez, estoy ubicado en la mitad del teatro, en la oscuridad. Lo que menos quisiera es que alguien se diese cuenta de mi presencia por estas tres noches seguidas. Lo peor, es que por la fama y la acogida que ha tenido esta presentación teatral, mis pacientes y algunos colegas han asistido
esta
noche.
Estoy
escondido,
totalmente
avergonzado de mi comportamiento, temeroso de que alguien me reconozca y me empiece a hacer preguntas. Pero, otra vez ansioso por ver aquel ángel en el escenario. Cuando lo veo, siento deseos de estrecharlo entre mis brazos. De brindarle un poco de calor. Sus ojos son muy bellos pero, tan fríos al mismo tiempo. Quisiera saber cuál es
la causa de ello. Desearía, acercarme y romper la barrera actor – espectador, al menos por esta noche. Pero, no puedo hacer eso. Esto es acoso, pensaría que soy un loco pedófilo que se ha obsesionado con él. Por Dios, tengo treinta y dos años, esto no me llevará a nada bueno y por eso, debe terminar esta misma noche. Esta misma noche… He soñado con él… Maldición… Creo que ya sé lo que me sucede. Creo… que estoy enamorado. En sueños solo charlé con él, pero, ver su rostro de cerca, escuchar su voz y reflejarme en esos ojos tristes, me hizo muy feliz. Demasiado feliz…
~* SÁBADO *~ Hoy me toca guardia nocturna en el hospital, hoy y mañana para ser más exactos, porque me han cambiado y acomodado el horario. He despertado a las seis de la mañana cuando aún estaba oscuro. Y desde que abrí los ojos no he podido quitarme de la cabeza aquellas imágenes que vi en sueños. No puedo, no puedo levantarme de la cama porque sé muy bien a dónde quieren llevarme mis pies. No debo permitirlo, esto se está saliendo de control. Aunque, hoy es día de hacer compras para toda la semana. Si pienso en otras cosas, no cometeré una locura. ¡Eso es!, iré a comprar víveres y después a la clínica. Mi vida debe regresar a la normalidad. Me estoy arrepintiendo de haber salido de mi aburrida monotonía… ¿o tal vez no?
Y, como lo supuse, mis pies apenas se vieron libres de la sábana que los envolvía y listos para salir al exterior, hicieron que bajase al estacionamiento, entrara al auto y en pocos segundos, que me encontrara frente a ese bendito teatro. ¡Esto ya es demasiado!, ¡he perdido el juicio y el control sobre mis propios movimientos! Pero, ya que estoy aquí, es mejor hacer lo que he venido pensando hace días. Estoy convencido, que después de hablar con él, me sentiré más tranquilo y mi vida volverá a tener esa paz de antes. Los nervios me invaden antes de entrar al teatro, me aseguro que no haya ningún guardia al que tenga
que
dar
explicaciones.
Pensé
que
tendría
problemas pero, entrar fue más sencillo de lo que imaginé. Afuera el sol ilumina cada rincón de la ciudad, hace mucho calor, pero en este lugar todo esta oscuro y frío, debo tener cuidado de no tropezar con nada. Por un momento, pensé que los actores se encontrarían ensayando para la presentación del lunes pero, supongo que el director debe haberles dado un tiempo libre por ser fin de semana. Si ese es el caso, entonces este viaje ha sido en vano.
El destino tal vez no quiere que conozca en persona a ese joven. Pero, mis piernas vuelven a tomar el control y atravieso la sala principal para subir por unas pequeñas escaleras hasta el escenario. Me detengo por breves segundos en ese lugar, es lo más cerca que he estado de ese chico desde que lo vi por primera vez. Estoy parado exactamente donde él siempre se ubica para entonar aquella hermosa melodía. No puedo tardar demasiado, ni siquiera debería estar aquí, eso lo sé muy bien. Pero ya es demasiado tarde, mi corazón otra vez se ve envuelto con esa misteriosa magia… tengo que verlo… Al principio parece que no hay nadie en este lugar. No veo persona alguna. Pero, avanzando me doy cuenta que una luz se escapa de una puerta entreabierta. Puedo escuchar voces, tal vez, si explico tranquilamente la razón de mi visita, me dirán dónde puedo encontrar al chico de cabellos dorados. Por desgracia, al acercarme más, no puedo evitar escuchar una conversación muy perturbadora. - Suélteme por favor…
- ¡Ya cállate ciego de mierda!, ¡solo sirves para esto!, ¡ganarías más dinero si te sometieras voluntariamente! - No quiero esto, se lo ruego… - ¿¡Entonces para qué viniste a provocarme!? - ¡No hice tal cosa!, ¡solo quería salir como los demás!, ¡nunca me deja hacerlo! - ¿Salir? ¿Para qué? Tú no puedes ver nada, naciste ciego y morirás igual. Además, grábate estas palabras: “Me perteneces, yo te recogí de la calle y ahora eres mío”. ¿¡Cuándo entenderás!? Me asomé por la rendija de la puerta y mi corazón se paralizó. Simplemente me quedé en silencio, mordiéndome los labios con tanta fuerza para evitar gritar ante aquel espantoso espectáculo. El director, aquel hombre que me pareció bondadoso cuando vi su fotografía en la Internet, tenía fuertemente sujeto a mi pequeño ángel por los cabellos. Su ropa estaba tirada sobre el piso, mantenía su cuerpo desnudo ahogado contra la cama mientras lo embestía sin
piedad alguna. El chico se mordía la muñeca con desesperación, hasta que la sangre manchó levemente las sábanas. Debía haber intervenido… Esto era violación… abuso a un menor de edad… Pero, mi cuerpo no reaccionó. Solo pude contemplar aquellos ojos muertos, sin vida, sin luz, congelados para siempre… Los ojos de un ángel que no puede ver… la mirada de una bella criatura que está siendo víctima de algo terrible… Sus labios entreabiertos parecían querer pedir ayuda… Cobardemente salí corriendo del lugar. Subí al auto con el cuerpo temblándome de pies a cabeza. No podía creer lo que había visto. Las palabras “ciego”, “violación” y “ángel” estaban dando vueltas en mi cabeza. Era un maldito desgraciado, mucho más que aquel hombre que lo forzaba,
mucho peor por haberlo abandonado de esa manera después de adorarlo tanto.
¡Maldición!
~* DOMINGO, LUNES, MARTES, MIERCOLES Y JUEVES*~ Soy de lo peor. Una porquería de persona. No merezco piedad alguna. He abandonado por completo a una criatura indefensa, lo he dejado a merced de un hombre que se aprovecha de su condición. Todos estos días han sido un infierno, pero, es obvio que para aquel muchachito, el infierno sería un alivio para todo lo que está viviendo. Solo he pensado en mis propias impresiones y temores, no he hecho absolutamente nada para ayudarlo ni para denunciar a ese hombre. Lo peor de todo, es que en estos días de alejamiento, es donde más cerca lo he sentido, pidiéndome ayuda en sueños, escuchando su melodiosa voz apenas cierro los ojos. Sus lágrimas, cada gota que resbala de sus mejillas, caen al suelo produciendo un espantoso eco que no me permite conciliar el sueño, no me deja seguir con mi vida. Y, sigo pensando en mí. En qué dirán las personas si se enteran que amo a un jovencito de esa edad. En cómo me
verán si intervengo. Pero, no puedo perder el tiempo con esos ridículos temores… mañana todo habrá acabado. Él se marchará de Italia y solo Dios sabe su destino. Me dan escalofríos de solo imaginarlo. Me invade la desesperación al pensar en aquel pobre cuerpo, siendo tomado una y otra vez. Si no hago algo pronto, la voz de mi colorida avecilla, se silenciará para siempre. No puedo permitir que eso suceda… Quizás me tema, me odie, me desprecie, me maldiga, tal vez, jamás sienta ni un poco del amor que yo siento por él. Pero, ya no puedo más, tengo que arriesgarme. Él debe seguir brillando… Él debe seguir cantando… Él debe ser libre… A pesar de todos esos pensamientos, ito que sigo siendo egoísta. Los deseos de tenerlo junto a mí no desaparecen. Debo agradecerle de todos modos, agradecerle por hacerme
sentir tan feliz, por ayudarme a comprender que mis sentimientos siguen aquí, dentro de mí y que solo estuvieron dormidos este tiempo, por todo el dolor que otros me causaron.
No, fue mi culpa… yo permití que esas personas me dañasen, fui yo quien decidió cerrar mi corazón a sentimiento alguno…
~*VIERNES*~ He llegado cuatro horas antes que comience la obra. Quizás me despidan después de esto, se supone que debería estar en la clínica. Pero me he tragado mis miedos y estoy aquí con una sola razón. Tuve que ingresar al teatro simulando ser parte del equipo de luces y mantenimiento. Hoy sí escucho voces por todos lados y veo mucho movimiento tras el telón. Al menos el teatro está vacío, iluminado por una tenue luz mientras que los actores ensayan en sus camerinos. Me va a ser muy difícil infiltrarme como la otra vez y no tengo la menor idea de lo que haré. Pero, parece que conocer a ese chico sí fue cosa del universo, y el mismo universo desea ayudarnos. En esos momentos, reconozco una pequeña figura sentada en uno de los primeros asientos. No puedo evitar apresurar mis pasos, su sola presencia hace que me descontrole, pero, al llegar junto a él y verlo sentado con las manos apoyadas sobre las piernas, reprimo todas esas emociones que parecen desbordarse de mi alma.
No deseo asustarlo. Él se ve tan indefenso en esa posición, esperando pacientemente que comience la obra y que concluya otra noche más, sin novedad y sin salvación. Intento no hacer ruido, pero, mis zapatos me delatan y él gira la cabeza en mi dirección. El silencio se apodera del ambiente, casi contengo la respiración. El muchacho parece verme fijamente pero, yo sé que sus ojos gélidos están condenados a permanecer en una eterna oscuridad. Ante su presencia no puedo pronunciar palabra alguna. Realmente, se trata de un ángel en cautiverio que debe ser liberado. Me acerco teniendo el cuidado de no hacer movimientos bruscos para no asustarlo, y al estar parado frente a él, me arrodillo en el suelo y rozo tímidamente mis manos contra las suyas. Espero palabras de su parte, pero estas nunca llegan. Lo único que puedo ver dibujado en su rostro, es una sonrisa. No puedo creer que a pesar de todo lo malo, pueda sonreír de esa manera, tan cálidamente que derrite mi corazón. El pequeño ángel sujeta mis manos. Sin temor, como si supiera perfectamente quien está ahí. Podría ser un asesino, un ladrón o cualquier persona de mal vivir pero, él
se aferra a mis manos sin quitar esa sonrisa de su rostro. Comprendo en aquel silencio lo que me está diciendo. Y, en pocos segundos ambos nos encontramos yendo a la salida, hacia la luz del día, de la libertad. Su única reacción es ponerse una mano sobre los ojos ante la luz del exterior, tal vez, no la pueda ver pero, sí sentir. Aquella sonrisa no se borra de su bello rostro. Y, lo último que recuerdo antes de alejarnos de ese lugar, es la presión de su mano contra la mía. Señal de que confía en mí a pesar de todo lo malo que le ha pasado. irarlo, sentirlo, quererlo, adorarlo… amarlo. Siento que es él quien me rescata de mi prisión… Y no sé lo que pasará con nosotros. Solo nos queda ir hacia delante…