Dioses del norte, dioses del sur :religiones y cosmovisión en Mesoamérica y los Andes /Alfredo López Austin y Luis Millones. México, D.F. : Era, 2008. 294 páginas
Las razones del mito. La cosmovisión mesoamericana Alfredo López Austin
Alfredo López Austin nos introduce a la cosmovisión mesoamericana diciendo que esta visión del mundo se creó a partir de la relación del hombre con la naturaleza. Mesoamérica tenía un territorio con climas muy variados, a su vez había gran cantidad de etnias, por lo cual es fácil observar que cada etnia tenía un dios principal que se caracterizaba por tener similitudes con el clima en donde vivían. Aunque algunas de las costumbres de los mesoamericanos variaban tenían una cierta influencia unos con otros, dando paso a una multiculturalidad. López Austin nos dice que la construcción de la cosmovisión de Mesoamérica fue en el preclásico temprano. Pero en el preclásico tardío fue cuando se hizo una diferenciación muy marcada entre el norte y el sur de Mesoamérica. La parte del sur construyó una escritura iconográfica muy avanzada que más tarde se convertiría en la escritura maya, y una numeración con un símbolo parecido al cero. Las ciudades mesoamericanas eran
los principales
centros de
la
religión,
centralizándola. En ellas había sacerdotes “de oficio” al culto a los diferentes dioses de las ciudades. Mesoamérica era una cuna de mitología que estaba ligada al poder, y así todas las etnias que vivían en ella se regían bajo esta influencia. Hay diferentes tipos de fuentes para investigar sobre Mesoamérica, entre las que destaca el autor está la arqueología, los escritos indígenas, las crónicas de españoles y la memoria colectiva de los descendientes de los pueblos originales.
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La construcción de la visión mesoamericana estaba constituida por una dualidad binaria. El cosmos mesoamericano estaba dividido por dos sustancias, uno era el líquido (que representaba a lo masculino) y lo obscuro (que representaba a lo femenino), lo que generaba pares de oposición, aunque en Mesoamérica no se contaba con la oposición del bien y el mal. Haciendo estas clasificaciones duales se podían explicar los acontecimientos cósmicos, estas dualidades estaban especificadas hasta en la comida, debía de tener un equilibrio entre la comida “fría” y la comida “caliente”. La construcción de las lenguas mesoamericanas también estaban conformadas en forma binaria, como por ejemplo la metáfora “in tochtli, in mázatl” (el conejo, el venado) que hacía referencia a la luna y al sol. Dentro de la visión del cosmos mesoamericano esta el creacionismo donde el mundo y lo mundano fueron creados por los dioses. El mito que manejaban los mesoamericanos hace referencia a un mundo de dioses, uno antes de la creación “del instante inicial”. Este mundo divino se puede dividir en dos fases, la primera donde los dioses estaban en ocio, la otra donde los dioses ya estaban diferenciados y estaban en gozo. A partir de un momento de crisis empieza una etapa de “aventuras divinas” que es la antesala de la creación, donde las “sustancias” que se convertirían en lo mundano. Cuando estas “sustancias” se solidifican es cuando empieza el “tiempo del mundo”. Los dioses tienen ciertas similitudes con los hombres, estos razonan, hablan y viven pasiones, sin embargo estos dioses a veces tomaban formas animales. En el pensamiento mesoamericano todo tenia alma, y el respeto a lo existente era la norma de la conducta.
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Los mitos abarcaban un mensaje cósmico. Había un mito sobre un palacio paradisiaco, donde vivían el “padre” la “madre” y los hijos”, en este palacio había un árbol florido que los “padres” lo protegían “de todo daño”, pero los “hijos” pecaron a cortar el follaje del árbol y los padres los expulsaron del aquel paradisiaco lugar, para poblar el mundo. “Tamoanchan” es el árbol cortado, que aparece en códices pictóricos lo que confirma que este mito no tiene influencias cristianas. Hay otro mito que involucra a los dioses “Tecuciztécatl” y “Nanahuatzin” que compitieron para hacer “nacer” la luz en el nuevo mundo. Los dioses tenían que lanzarse a llamas, y el primero en hacerlo fue Nanahuatzin, Tecuciztécatl dudó en cuatro ocasiones aventarse al fuego, hasta que avergonzado lo hizo. Los dioses fueron consumidos por el fuego, y los dos salieron convertidos en astros luminosos, creando así el sol y la luna. “El sol transito en el cielo para empezar la era mundana”1 Los dioses mesoamericanos se compenetraban con el hombre, con la visión del hombre. Lo que veían los hombres era el medio en donde se desenvolvían, así el hombre tubo que antropomorfizar su medio para poder entenderlo. “Los dioses están ocultos a los sentidos del hombre”2, en efecto, los dioses sólo estaban en el imaginativo del mortal. Los dioses mesoamericanos estaban en el “allá-entonces” y en el “aquí ahora” teniendo una omnipresencia, ellos pertenecían a otro tiempo, a otro espacio, lo que antecede a lo mundano. Lo que los caracteriza es su apetencia, los dioses demandaban al hombre obediencia, ofendas, reconocimiento y culto. Cada dios requería obligaciones con respecto a su esfera de poder. 1 2
Dioses del norte, dioses del sur :religiones y cosmovisión en Mesoamérica y los Andes, Pg.45 Ibíd. Pg. 47
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El cielo estaba dividido en trece que se repartía en dos clases, “los dos pisos intermedios entre las dos mitades del cuerpo de Cipactli” (la diosa primigenia), que son ocupados por los “cargadores” del cielo. Los cuatro cielos bajos que van de la superficie de la tierra a los limites del verdadero cielo. Los cielos bajos son la casa de lo mundano y sobre ellos están los “nueve cielos verdaderos” El “Eje cósmico” estaba constituido por la conjunción de lo frio y caliente, representado con el símbolo de Malinalli, haciendo así un flujo, un movimiento de estas energías. El eje cósmico estaba representado con el Árbol Florido, por lo tanto el Eje cósmico es el motor del mundo. El esquema del Eje cósmico esta dividido en cuatro, cada cual representado por los dioses que sostenían el cielo. Estos están representados en figura de cruz (símbolo de gran importancia en Mesoamérica), en arboles en forma de cruz. El mito de los cinco soles constituye la consolidación del cosmos. El primer sol tuvo el nombre de cuatro Jaguar, debido a que los jaguares se comieron a los habitantes del mundo, el segundo se llama cuatro viento porque los vientos eran muy fueron muy fuertes y arrasaron con la tierra. El tercer sol fue cuatro agua, porque durante 52 años las aguas inundaron la tierra y todos se convirtieron en peces. Pero al final, llego el quinto sol, cuatro movimiento, en el que vivimos actualmente. Cuando se consolidó lo mundano, se estableció el aquí-ahora y el allá entonces, tiempo y espacio que pertenece a los dioses. Con estas temporalidades se da paso a las creaciones del ciclo cósmico y los ciclos astrales. En ellos se estable una relación con lo natural y lo humano, para finalmente hacer registros de ellos con iconografías. Las iconografías estaban basadas en los dioses, que se les asignaba un número del uno al
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diez, cuando el número era superior, se combinaban las iconografías para hacer nuevas. Había ciclos para las estaciones que designaban el culto al maíz. En el ámbito mundano había ciclos de la vida y de la muerte. Para los habitantes de Mesoamérica, el “lugar de la muerte” era visto como algo oscuro y gélido. La persona finada tenia que ser limpiada de todo lo mundano, quitar toda individualidad, para llegar a este lugar divino. El cuerpo y “alma” del hombre mesoamericanos se caracteriza por tener un equilibrio. El alma esta dividida en tres, teyolía, guardaba toda la ramificación de la identidad. El alma tonalli, que guardaba la esencia, el carácter y el destino. El alma ihíyotl que era la fuerza. A su vez el nahulismo estaba caracterizado por la “posesión de almas” ya sea de los dioses o de personas. La cultura mesoamericana marcaba el equilibrio del cuerpo, esta se lograba o perdía dependiendo de la comida que ingerían o el comportamiento de la persona. Por ejemplo si se atesoraba algo en demasía se corría el riesgo de contraer una enfermedad. A su vez, la visión de la muerte eran dependiendo del lugar en donde se fallece, debido a que el alma teyolía se libraba de los desechos de la vida y daba un tributo a la naturaleza representada en dios. El culto a los dioses era una responsabilidad difícil para el hombre, una responsabilidad que los propios dioses les dieron. El culto a los dioses eran dirigidas por los “reyes” de las comunidades mesoamericanas, y el tributo y obligaciones se repartían entre los pobladores para hacer grandes ceremonias en su honor. El tributo más habitual era la sangre. Los fieles se atravesaban la lengua o los parpados para entregar su sangre. Esta sangre era de personas capturadas en batallas sin embargo había acepciones, a veces pedían sangre de niños o ancianos para un fin más especifico.
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La observación de los espacios astrales en esta cultura es muy común dado que el sol y la luna son las deidades principales para muchas comunidades de Mesoamérica. Debido a estas observaciones se pueden hacer los mitos y los ritos. Esta visión del mundo, sus ritos y mitos no pueden estar separados de la magia. La magia era un recurso indispensable para
las actividades económicas de la época, también era
utilizada como medio de prevención en el ámbito de la medicina. La organización
social de esta región era llamada por los mexicas calpulli, esta
organización estaba formada por los gentiles. Las elites eran quienes gobernaban a las comunidades. El teáchcauh (hermano mayor) era el principal responsable del poder, aunque estaba acompañado de un consejo de ancianos. Él era el responsable de las reparticiones de las tierras y el que imponía los tributos. El teáchcauh, era en la cosmovisión, el heredero de su dios creador, esto legitimaba su deseo para la unificación de Mesoamérica, queriendo establecer la paz pero a través de las armas. El dios principal era Quetzalcóaltl porque para muchos era el creador de los seres humanos, lo cual se ajustaba perfectamente a la creencia de que la elite provenía de los dioses.