Mar cautivo
Por: Eliezer de Alarcón Mariaca
Mar cautivo y territorio explotado por extraños, volverás a nuestros brazos, como antes. Porque la historia, la cultura, la política y la razón, nos dan el derecho y de ser tú, hija por siempre de la madre Patria Boliviana de alma y sangre.
Tu retorno será para cuidarte esta vez con atención, para que haya integración, unión y hermandad regional. Haciendo que el Sudoeste de América del Sur, se torne más próspero, hermoso y pacífico, como el nombre de sus costas que la bañan…
La razón y el sentimiento, es más fuerte que la fuerza, que la misma amenaza e ignominia chilena. Porque la victoria aberrante no da derechos, más sino, da lucidez y reposición de actitudes, para vivir en paz y en concordia como buenos americanos…
Por do camina el Progreso a levantar los Pueblos que tienen costas en el mundo! Por eso… ¡Bolivia! ¡No olvides tu Mar!
Día del Mar en Bolivia, 23 marzo En Bolivia se conoce como El día del Mar a esta fecha anual en la que se recuerda la pérdida del departamento del Litoral a causa de la Guerra del Pacífico en favor de Chile en el siglo XIX. Se celebra cada 23 de marzo con una ceremonia central en la Plaza Abaroa (en homenaje a Eduardo Abaroa) de la ciudad de La Paz con la participación de las autoridades nacionales y militares, actos similares se desarrollan a nivel nacional. El 23 de marzo también se recuerda al héroe de la Guerra del Pacífico: don Eduardo Abaroa, quien era un hombre como cualquiera de nosotros. Estudió teneduría de libros, tenía un pequeño comercio en San Pedro de Atacama, la población donde nació, trabajaba como en una mina de la zona, tenía esposa y cinco hijos, era un hombre de paz. El 21 de marzo, cuando comenzó el ataque a Calama, Ladislao Cabrera y Severino Zapata reunieron un grupo de 144 valientes bolivianos. Eduardo Abaroa estaba entre ellos. Abaroa Fue uno de los defensores del puente del Topáter, en el río Loa, y fue uno de los que cayó el 23 de marzo de 1879 con la decisión indeclinable de no rendirse jamás ante las armas del opresor. Eduardo Abaroa y otros bolivianos murieron en la defensa de nuestro Litoral. El día del Mar es una oportunidad propicia para reivindicar la posición de Bolivia de una salida soberana y útil al Océano Pacífico.
Intereses ingleses en la guerra del Pacifico Durante años el desierto de Atacama -al sur de Bolivia y al norte de Chile- fue despreciado por ambos países. Pero todo cambió al descubrirse que existían importantes yacimientos de salitre. Hubo dos tratados de límites
antes de la guerra. El último, firmado por los presidentes Federico Errázuriz y Tomás Frías, en 1874 que ratificaba el paralelo 24 grados latitud sur como límite entre los dos países. Dicha guerra desangró a Bolivia, al Perú y a Chile. Ello para ocultar la verdadera causa de la conflagración: el salitre. El Océano Pacífico tiene una superficie que abarca 180 millones de kilómetros cuadrados y baña tres continentes: América, Asia y Australia. Es la mayor masa marítima del planeta. La guerra que describimos se desarrolló sólo en un ínfimo rincón y hubo sólo dos combates navales. Ambos duraron pocas horas y participaron seis naves; dos peruanas: el Huáscar y la Independencia; cuatro chilenas: la Esmeralda, la Covadonga, el Cochrane y el Blanco Encalada. Para la década del 70 del siglo XIX, el gobierno boliviano se compromete a no aumentar durante 25 años las contribuciones que pagaban las industrias chilenas establecidas en su territorio. En Antofagasta, perteneciente a Bolivia, se instala la Compañía de Salitre de Antofagasta, de capitales chilenos que, el 1º de mayo de 1872, inicia las exportaciones del “oro blanco” a Europa. Más al norte, Perú pone en vigencia el 28 de marzo de 1875 una ley mediante la cual expropia las oficinas salitreras de Tarapacá, pagando a sus antiguos propietarios con certificados. En 1879 el presidente boliviano Tomás Frías es derrocado por un golpe encabezado por el general Hilarión Daza. Este decretó un nuevo impuesto de 10 centavos por quintal de salitre exportado. La Compañía de Salitre de Antofagasta se niega a pagarlo. El gobierno chileno sale “en defensa” de los capitalistas nacionales. Rompe relaciones con Bolivia y el 14 de Febrero de 1879 soldados chilenos, al mando del coronel Emilio Sotomayor, ocupan Antofagasta. En marzo, Bolivia se alía con el Perú y se declara la guerra a Chile. Para el 5 de abril, Chile declara la guerra a los aliados. Hacia fines de 1879 Tarapacá queda en manos de las tropas chilenas.
Invasión chilena - Defensa de Calama Hasta el amanecer del 23 de marzo la defensa está ya organizada, cavan zanjas, levantan barricadas y destruyen los puentes Topáter y Carvajal para obstruir el desplazamiento del enemigo. Ese mismo día son vistos por el camino a Caracoles 544 combatientes de tres compañías del Ejército chileno con dos piezas de artillería de montaña y una ametralladora.
En la orilla opuesta al río Loa, ocho rifleros y dos oficiales junto a Eduardo Abaroa protagonizan una acción heroica obligando al enemigo a un repliegue precipitado. Unos 40 chilenos abren paso en el sector del puente Carvajal al derrotar a 24 defensores apostados ahí. Las fuerzas chilenas ingresan sin oposición al pueblo de Calama. Un toque de corneta ordena la retirada en dirección a Chiu Chiu, Canchas Blancas y Potosí. Todos obedecen, menos Eduardo Abaroa. Los dos oficiales y los ocho rifleros que lo acompañan caen prisioneros. Eduardo Abaroa muere peleando y se lo recuerda por su célebre frase: "¡Que se rinda su abuela… Carajo!". El Océano Pacífico tiene una superficie que abarca 180 millones de kilómetros cuadrados y baña tres continentes: América, Asia y Australia. Es la mayor masa marítima del planeta. La guerra del Pacífico se desarrolla sólo en un ínfimo rincón con sólo dos combates navales. Ambos duran pocas horas y participan seis naves; dos peruanas: el Huáscar y la Independencia; cuatro chilenas: la Esmeralda, la Covadonga, el Cochrane y el Blanco Encalada. Para el 5 de abril, Chile declara la guerra a los aliados. Hacia fines de 1879 Tarapacá queda en manos de las tropas chilenas. Fuente: Wikipedia y educabolivia Biografías www.educabolivia.bo Página 1
LA NIÑA QUE PROTEGIÓ CON SU VIDA LA PATRIA El periódico paceño "El Comercio", informó los sucesos de aquel amargo amanecer del 14 de febrero de 1879, día en que desembarcaron del buque Blanco Encalada cientos de soldados chile nos en el Puerto de Antofagasta, situando sus cañones en las esquinas de la población. Mientras brotaban estruendosos ruidos y fuego de cañones, atemorizando a la población que sólo atinaba a correr de un lado a otro, para resguardarse. De aquel desventura do día para el pueblo boliviano, el periódico paceño insertó en sus páginas una breve crónica; el hecho heroico de la niña Genoveva Ríos, quien no vaciló en exponer su propia vida para proteger la bandera nacional para que no caiga en manos de los ensañado s invasores. El comandante de la expedición chilena, Cnl. Emilio Sotomayor, antes de la invasión envió un emisario al Prefecto del Departamento del Litoral, Cnl. Severino Zapata, pidiéndole su rendición y la inmediata desocupación del puerto. Al recibir l a nota intimidatoria, el Prefecto protestó enérgicamente y se negó a entregar Antofagasta.
A las 11 de la mañana las tropas chilenas ya habían tomado el puerto de Antofagasta, mientras otro grupo de soldados rodearon la Prefectura arrancando la bandera y e l escudo colocados en el frontis, destruyéndolo con saña. Luego, los usurpadores procedieron a izar su bandera en el mástil de la representación boliviana. En los momentos de confusión, los soldados chilenos, no se percataron que la bandera boliviana del e dificio de la Intendencia de la Policía aún flameaba altiva y orgullosa en su propiedad; pero alguien ya la había visto, era la niña Genoveva Ríos, muchachita de 1 años de edad, hija del Comisario, Don Clemente Ríos, quién sin dudar decidió protegerla de los ultrajes y ofensas de los usurpadores chilenos. Con apuro y temor, aprovechando el desorden de esos instantes, la niña Ríos bajó la enseña patria del mástil, la dobló y escondió dentro sus prendas que vestía, evitando así que cayera en manos del enemig o enfurecido y que corriera la misma suerte de las instalaciones de la Prefectura. Sigilosamente abandonó las instalaciones de la Intendencia para reunirse con sus padres y buscar refugio. Con esta muestra de patriotismo que debemos emular, esta niña heroí na salvó nuestra bandera nacional. Fuente: Direcci ón Estrat égica de Reivindicaci ón Mar ítim
Genoveva Ríos y Juancito Pinto, los niños héroes del Pacífico
VOTA R
Actualm ente 0
1
2
3
4
5
14/02/2014 | Ed. Imp.
RESULTA DO
Actualm ente 62.9258 5170340 7
El 14 de febrero de 1879, a las 8 de la mañana, soldados chilenos desembarcaron en el Puerto de Antofagasta, en el Litoral boliviano. El 28 de febrero de 1879, el periódico "El Comercio" de La Paz, informó sobre los sucesos del 14 de febrero de 1879, relatando en una breve crónica el acto heroico de la niña Genoveva Ríos. Antes de la invasión, el Cnl. Emilio Sotomayor, comandante de la expedición chilena envió un emisario al prefecto del Departamento Boliviano del Litoral, Cnl. Severino Zapata, pidiéndole la rendición y la desocupación inmediata del Puerto de Antofagasta. Ante la negativa de entregar el puerto, las tropas chilenas iniciaron la invasión y a las 11 de la mañana ya habían tomado el puerto de Antofagasta y luego varias regiones más (ver mapa del territorio que Bolivia perdió). Ya tomado el puerto, un grupo de soldados chilenos rodearon la Prefectura, arrancando y destruyendo la bandera y el escudo bolivianos colocados en el frontis del edificio e hizaron la bandera de Chile en el mástil de la representación boliviana.
GENOVEVA RÍOS
Los soldados chilenos no se percataron que en el edificio de la Intendencia de la Policía flameaba otra bandera boliviana, que Genoveva Ríos bajó del mástil, doblándola y escondiéndola entre las prendas que vestía para luego encontrar a sus padres, evitando así que la bandera corriera la misma suerte que los símbolos patrios bolivianos de la Prefectura. Genoveva Ríos nacida en 1865, era una niña boliviana que en febrero de 1879, a sus 14 años, protegió la bandera boliviana del edificio de la Intendencia de la Policía de Antofagasta durante la invasión chilena al puerto boliviano, que dio inicio a la Guerra del Pacífico. Era hija de Clemente Ríos, comisario de la Policía
Boliviana en Antofagasta.
JUANCITO PINTO
Juan Pinto, llamado cariñosamente Juancito Pinto (La Paz, 1867 - Tacna, 26 de mayo de 1880), fue un niño boliviano que se desempeñó como tamborilero del Regimiento Colorados del Ejército de Bolivia durante la Guerra del Pacífico. Participó a los 12 años en la Batalla del Alto de la Alianza que enfrentó a las tropas chilenas con el ejército conformado por la alianza boliviano-peruana, donde falleció en combate. En Bolivia, es considerado uno los héroes de la Guerra del Pacífico, especialmente debido a su juventud. Juan Pinto nació en 1867. Su descripción dice que era un niño de tez morena y
"juguetón". El 17 de abril de 1879 se despidió del pueblo uniéndosen a las tropas que se dirigían a la guerra y la población acompañaba a los soldados hasta las afueras de la ciudad, dando vítores, obsequios, y halagos. Ante el entusiasmo cívico, muchos grupos de muchachos de corta edad (varios de ellos humildes) se unieron a las filas, negándose volver a sus hogares. Posiblemente desempeñó primero las funciones de corneta de órdenes y luego la de tambor o tamborillero. Fuente: Wikipedia
CORNETA PASCUAL MARIANO MAMANI
El Director de la Guerra comunicó al General Buendía que no debía contar con el concurso de otros batallones y le ordenó batir al enemigo con solo su ejército; únicamente los Batallones "Illimani", "Dalence" y "Zepita" (peruano) comandados por el bravo Coronel Ramón González, lograron escalar el cerro y tomar varios cañones chilenos. En el cerro se produjo una feroz y el cada vez más numeroso enemigo. El Corneta orureño Pascual Mariano Mamani valientemente y con ofrenda de su vida se montó sobre un cañón con la pierna fracturada y ensangrentada, y tocó llamada pidiendo refuerzos; pero los soldados aliados sin jefes estaban envueltos en una enorme confusión y en retirada. En esa batalla el heroico soldado Corneta Mamani dio su vida por defender el mar boliviano (14 de noviembre de 1879
Ignacia Zeballos
Esta cruceña marchó acompañando al Batallón Colorados de Bolivia hacia la ciudad de Tacna con el cargo de sanitaria. Colaboró al cuerpo médico de campaña siendo una de las fundadoras de la Cruz Roja (1879). Asistió al combate del Campo de la Alianza destacándose por su valentía e inigualable labor de constancia. Fue llamada la madre del soldado;. Falleció en La Paz a edad avanzada. *Cortesía don Percy Hurtado
IGNACIA ZEBALLOS TABORGA: MADRE DEL SOLDADO BOLIVIANO
Las conflagraciones bélicas hacen jirones el alma de los pueblos que las padecen. Empero son aquellas personas excepcionales, héroes y heroínas, quienes convierten la miseria de la guerra en el escaparate de la nobleza de espíritu, el temple del carácter y el ejemplo del sacrificio, Ignacia Zeballos Taborga fue una de ellas. Nacida el 27 de junio de 1831 en la “Enconada”, hoy Municipio de Warnes del departamento de Santa Cruz. Fue hija de don Pedro Zeballos y doña Antonia Taborga, teniendo dos hermanos Daniel y Matilde. Contrajo nupcias dos veces, enviudando en casos, muy prematuramente. Se conoce que debido a estas tragedias personales, Ignacia Zeballos, se trasladó a la ciudad de La Paz, donde bajo el oficio de costurera logró subsistir. Empero su carácter vivaz y dinámico, animado por su gran sentimiento patriótico, la llevó a participar en actos revolucionarios, tales como la quema del Palacio de Gobierno, en el intento revolucionario fallido para derrocar al Presidente Tomás Frías en 1876. Evento luego del cual decidió retornar a su tierra natal. Fue en Santa Cruz donde ella tuvo conocimiento de la comunicación del Ministerio de Gobierno fechada el 3 de marzo de 1879 con carácter de “urgente”, nota que instruía el acopio de armamentos y municiones para la defensa de la Nación que había sido invadida
por el ejército chileno el 14 de febrero de 1879. Comunicado que dadas la condiciones de al oriente boliviano llegó a la Prefectura de Santa Cruz el 28 del mismo mes. Aunque este llamado eximia a los residentes de Santa Cruz y Beni de enlistarse, por motivos de distancia y escasez de recursos. Ignacia inflamada de un espíritu patriótico se movilizó adhiriéndose al “Escuadrón Velasco” o “Rifleros del Oriente”, marchando a lomo de caballo hasta la ciudad de La Paz. En esta ciudad, vestida con el uniforme militar de su difunto esposo el Teniente Blanco se enlistó en las filas del Batallón “Colorados”, con quienes partió rumbo a Tacna, bajo el asombro y el aplauso de los vecinos de la ciudad de La Paz. Al llegar a Tacna, se incorporó como enfermera de la “Cruz Roja”, en ese entonces conocida como “Ambulancia”, ostentando por primera vez en nuestro país el símbolo oficial de esta organización internacional. El médico Zenón Dalence Jefe de la “Ambulancia Boliviana”, al describir sus impresiones sobre esta heroína durante y luego de la batalla señalaba que ella participó muy activamente en la excursiones de las tropas de Bolivia y Perú a Ite y Moquegua. Montada en su mula colaboró activamente cargando a los niños de las “Rabonas” (esposas o madres de los soldados que los acompañaban para proveerles comida y ropa limpia) y los rifles de los soldados. Durante las batallas Doña Ignacia, socorrió y curó a los soldados heridos, evitando de esta manera que sean objeto del “Repaso” o “Degüello” (acción de los soldados chilenos consistente en deambular por el campo de batalla luego del enfrentamiento buscando a los heridos para rematarlos brutalmente, conforme lo confirma el historiador chileno Vicuña Mackena). Ciertamente el combate del 26 de mayo de 1880, fue el que más desgarro el alma de doña Ignacia, como se desprende de su relato personal: “Al día siguiente me dirigí al lugar donde fue la batalla, llevando carne, pan y 4 cargas de agua, acompañada de dos sanitarios; al pasar por ese lugar y al ver mortandad tan inmensa se partió mi corazón y lloró sangre…el cuadro no sólo era de mortandad, tenía un elemento vivo , pero mucho más triste que la figura de los muertos; mujeres vestidas con mantas y polleras descoloridas, algunas cargando una criatura en la espalda o llevando un niño de la mano, circulaban entre los cadáveres; encorvadas buscando al esposo, al amante y quizás al hijo, que no volvió a Tacna. Guiadas por el color de las chaquetas, daban vueltas a los restos humanos y cuando reconocían al que buscaban, caían de rodillas a su lado, abatidas por el dolor al comprobar que el ser querido al que habían seguido a través de de tantas vicisitudes, tanto esfuerzo y sacrificio, había terminado su vida allí, en una pampa maldita, de una manera tan cruel, desfigurado por el proyectil polvoriento y ensangrentado, convertido en un miserable pingajo de carne pálida y fría que comenzaba a descomponerse bajo un sol sin piedad y un
cielo inmisericorde, ¡Oh Rabona boliviana, tan heroica como los guerreros yacentes!, la más anónima de los héroes anónimas” Finalizada la conflagración bélica, la Convención Nacional de 1880 informada de las labores heroicas y humanitarias de esta noble mujer cruceña, la declaró “Heroína Benemérita de la Patria”, confiriéndole el título de “Coronela de Sanidad”, otorgándole una medalla de oro y asignándole una pensión vitalicia de 40 pesos mensuales. El 5 de septiembre de 1904, a los 73 años de edad la Coronela Zeballos falleció en la ciudad de la Paz, realizándose exequias fúnebres solemnes bajo el auspicio de la Honorable Alcaldía Municipal de La Paz y con todos los honores militares del Ejército de Bolivia por su importante rango, habiendo sido enterrada en el Panteón de los Nobles de La Paz. Los reconocimientos póstumos que recibió esta patriota son también importantes; así tenemos que mediante D.S. 1232 de 17 de junio de 1948, el Presidente Enrique Hertzog decretó que La Escuela Nacional de Enfermeras de La Paz se denominaría “Ignacia Zeballos”. Finalmente, desde el 27 de mayo de 1982 los restos de nuestra Benemérita descansan en una urna colocada al pie de su monumento erigido en su tierra natal Warnes, que se halla en la rotonda norte de la carretera a Montero. Acto de traslado en cuya ocasión las Fuerzas Armadas de Bolivia la declararon “MADRE DEL SOLDADO BOLIVIANO”. La historia de Ignacia Zeballos nos muestra la faceta más humana en la crónica de la Invasión chilena a Bolivia de 1879, debido a que su vida amalgamó roles tan esenciales y atípicos en un conflicto bélico tales como: patriota, amiga y auxiliadora. Acciones heróicas que adicionalmente nos permiten rescatar del anonimato a esas “rabonas” o heroinas desconocidas de la guerra del Pacífico. (Fuentes: Comité Cívico Pro-Mar Boliviano de Santa Cruz de la Sierra, Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos de Santa Cruz y Cruz Roja Boliviana)
Franz J. Zubieta Mariscal
DR. LADISLAO CABRERA VARGAS Dr. Antonio Dubravcic Luksic Vicepresidente de la Sociedad Geográfica y de Historia “Sucre”
En mi calidad de Vicepresidente de la Sociedad Geográfica y de Historia “Sucre”, saludo con emoción patriótica, lleno de gratitud al héroe de Calama, doctor Ladislao Cabrera, que hace 134 años, un 23 de marzo de 1879 libró sin armas y con un puñado de valientes el primer combate de reivindicación del territorio boliviano ¡combate de uno contra doce, sostenido por la desesperación y el patriotismo
Nació el 23 de mayo de 1830, en la población de Totora, ubicada en el departamento de Cochabamba. Fue el primer hijo, de diez hermanos del segundo matrimonio de Mariano Cabrera con Manuela Vargas. Su infancia y adolescencia transcurrieron en su pueblo ciudad de Cochabamba. Posteriormente sus padres Arequipa por haberse involucrado en el movimiento de José María Velasco contra José Ballivián. En cuya durante varios años, se casó con Petronila Vásquez.
natal y en la lo enviaron a revolucionario ciudad radicó
Inició sus estudios de Derecho en 1849 en la Universidad de Arequipa, retornó a Bolivia en 1853 Fue profesor de secundaria en Cochabamba; en 1872 encabezó la causa federalista. Periodista, abogado, profesor y político, fue nombrado Prefecto de Cobija durante el gobierno de José María Achá, fue destituido de este cargo por el presidente Mariano Melgarejo y se fue a residir a Calama.
Calama era una población situada en las últimas estribaciones de los Andes hacia el Océano Pacífico, ubicada entre las montañas y el desierto arenoso que se extiende hasta las orillas del mar. En aquellos tiempos Calama era un poblado rodeado de pequeños valles verdes bañados por las aguas del río Loa que atravesaba el poblado. Los pobladores eran tranquilos y amantes de la paz, se dedicaban a la agricultura y a la minería en menor proporción.
De pronto, un día, esa paz fue interrumpida de forma violenta, con la apresurada llegada de varios compatriotas que venían de Antofagasta, trayendo la noticia de la invasión chilena. Ladislao Cabrera, que era entonces la autoridad máxima de la provincia, se reunió con los principales representantes de la población. Eran 135 bravos defensores de la heredad nacional, armados con algunas escopetas, carabinas, rifles y lanzas, pero sobre todo dispuestos a entregar la vida por preservar la integridad nacional. Ladislao Cabrera al impulso de tanto valor aprovechó el momento para instar a sus compatriotas con un juramento solemne: “¿Juráis defender la integridad de la Patria
con vuestra sangre y si es preciso hasta morir?” y a una sola voz los patriotas contestaron: “Sí, juramos”.
El Coronel Emilio Sotomayor, que se encontraba en Caracoles, en conocimiento de que Calama preparaba la defensa de la integridad boliviana, envío un emisario exigiendo la rendición de Cabrera y la entrega de la plaza, con ofrecimiento de garantías, pero al mismo tiempo con amenazas de exterminio en caso de rechazo.
Fue entonces que los chilenos conocieron el temple de Cabrera y de todos aquellos hombres que habían decidido morir por la patria. A partir de aquel momento Calama comenzaba a escalar en la historia, para simbolizar a todo un pueblo. “Decid a vuestro jefe -contestó Cabrera al mensajero chileno- "que un boliviano jamás se rinde. Estamos resueltos a sacrificar nuestra propia vida por la patria. Pero rendirnos, jamás. Defenderemos la integridad de Bolivia hasta el último trance”.
Luego que el puerto de Antofagasta fuese tomado el 14 de febrero de 1879, el mando chileno decidió ocupar la población boliviana de Atacama, principal centro de abastecimiento, situación que es aprovechada por los ciudadanos civiles bolivianos para movilizarse y organizar la defensa.
Haciendo eco a la inquietud nacionalista de todo el Litoral, las diminutas guarniciones militares desplazadas de los puertos de Antofagasta, Mejillones, Cobija y Tocopilla, con sus jefes oficiales, algunos empleados públicos y personas particulares, se concentraron en Calama, obedeciendo el llamado del Dr. Ladislao Cabrera, quien considero que el honor nacional, exigía oponerse a la marcha del invasor del Litoral Boliviano, por mucho que el resultado del choque pudiese determinarse de antemano, en vista del potencial bélico de los chilenos, el aislamiento y debilidad de los defensores.
El encuentro ocurrió el 23 de marzo. Los detalles son poco conocidos. El contingente chileno estuvo constituido por 544 combatientes de infantería y caballería, con dos cañones de campaña y una ametralladora. Cabrera tuvo a sus ordenes 135 bravos, armados con 44 rifles, 14 revólveres modernos, 30 fulminantes, 12 escopetas de caza. Al promediar las 11 de la mañana, después de tres horas de combate encarnizado, las
filas bolivianas estaban diezmadas, la munición agotada ya todo era inútil. Los disparos aislados eran la señal de que el sacrificio se había consumado. Fue en ese momento que Cabrera, Zapata y algunos sobrevivientes emprendieron la retirada en dirección a Chiu-Chiu, Canchas Blancas y Potosí. . Todos obedecieron el toque de corneta menos uno, Eduardo Abaroa Hidalgo, entró a la refriega con 300 proyectiles. Continúo combatiendo desde su zanja. Al principio de la acción había cruzando el Rio Loa, pasando al campo enemigo con 10 compañeros que murieron. Siguió allí, solo frente a toda una división del ejército enemigo, como un león enfurecido que defiende su querencia.
Fue ubicado. El Teniente Carlos Souper y los soldados chilenos lo encontraron mal herido, pero todavía empuñando su Winchester con actitud desafiante, sucio de tierra, pólvora, sudor y sangre. Le intimaron rendición, El contestó con una exclamación que retumbo como un rugido: “¡Que se rinda su abuela, carajo!”. No tenía más proyectiles, blandió la frase como una espada, con una palabrota final como el filo que hendía en la conciencia de Chile. Una descarga de fusilería terminó con la vida de este insigne patriota
El Dr. Cabrera el 5 de abril; intervino en las batallas de San Francisco y otras en el sur del Perú. De retorno a Bolivia, el Presidente Campero le nombró Secretario General de Estado. Fue Presidente interino de la República cuando Narciso Campero viajó al Perú. Fue designado Embajador y Ministro Plenipotenciario en los Estados Unidos. En su honor fue fundada la Provincia de Ladislao Cabrera, en Oruro
En La Paz fue redactor de La Soberanía, El Artesano y El Telégrafo, y director de la imprenta y periódico El Siglo Industrial; en 1892 fundó El Pilcomayo, en Tarija. Fue explorador de las cachuelas del río Mamoré. En 1899 la revolución federal le designó Prefecto de Potosí; fue también Prefecto de Chuquisaca y Ministro de la Corte Suprema de Justicia. Falleció en Sucre en 1904
A Don Ladislao Cabrera Vargas, se lo describe como un hombre alto, fornido, cabeza repleta de cabellos negros, frente estrecha, mirada fija, barba negra cortada al estilo prusiano, aire melancólico y trato amable. De carácter reservado y frío, voz delgada, locución difícil, estilo lacónico en la escritura. Hombre de acción, de gran fuerza de voluntad y de espíritu práctico.
Han transcurrido ciento treinta y cuatro años de la pérdida de nuestro litoral, ciento treinta y cuatro años del Litoral cautivo, provoca en la conciencia de todo boliviano no una actitud fatalista de resignación, sino la que corresponde a los valerosos sostenedores de un ideal, un SI que nos mueve a desconocer ese enclaustramiento que no lo merecemos. La voz poética de Oscar Ceruto en uno de sus versos “Cantares”, expresa esa ausencia del mar:
Frente a la invasión del ejército chileno, organizó la defensa de Calama, la mañana del 23 de marzo de 1879. Muy poco y no en la proporción adecuada, la historia a reconocido los méritos de este hombre de gran coraje, un patriota que en los momentos más difíciles que tuvo que vivir la Patria, no dudó un instante en organizar la defensa de Calama y afrontar a un ejército superior en número y armas. Ladislao Cabrera Vargas nació en Totora, Cochabamba, un 23 de mayo de 1830. Sus padres de origen español fueron Dn. Mariano Cabrera Fernández y Dña. Manuela Vargas La Faye. Ladislao fue el hermano mayor de los nueve hijos que tuvieron sus padres. Recibió una educación esmerada, estudió abogacía en los claustros de la Universidad de Arequipa, Perú,
graduándose en 1854, a los 24 años de edad. Contrajo matrimonio con Petronila Valdez el 31 de agosto de ese mismo año. Tuvo dos hijos Ma. Esther y Manuel Ladislao. A la muerte de su padre regresó a Cochabamba donde tuvo que asistir la muerte de su madre. Poco después también fallecía su esposa. Pese a estos terribles contrastes, trabajó como maestro y como periodista. En 1863, fue Fiscal de Distrito de La Paz. En 1864 lo nombraron Prefecto en Cobija o Puerto La Mar. También asumió la presidencia municipal de Caracoles. En febrero 1879, le cupo al Dr. Ladislao Cabrera dar aviso al gobierno de Hilarión Daza de los hechos dramáticos que vivía el puerto de Antofagasta, que era ocupado por el ejército chileno el 14 de febrero. Ante el avance del invasor a Caracoles y como los residente bolivianos eran amenazados de ser pasados a degüello, Cabrera ya como coronel de artillería, salió hacia Calama, para organizar allí la defensa del territorio boliviano con 135 voluntarios, entre ellos Dn. Eduardo Avaroa. El 23 de marzo de 1879, Calama es tomado por el ejército chileno después de una heroica resistencia de los 135 voluntarios, Avaroa y otros valientes defensores caen abatidos por las balas enemigas. Cabrera se ve obligado a evacuar sus hombres hacia Chiu Chiu y de allí se dirige a La Paz, donde desempeña importantes cargos públicos. En 1881 ocupa la presidencia de la República interinamente. Fallece en Sucre, Bolivia, el 24 de diciembre de 1904, cuando ejercía el cargo de Ministro de la Corte Suprema de Justicia.// Bolivia
Eduardo Abaroa Eduardo Avaroa había nacido en San Pedro de Atacama el 13 de octubre de 1838, o sea que, a la fecha de estos acontecimientos, tenia 41 años de edad. Su esposa Irene Riveros estaba en San Pedro de Atacama, con sus Hijos Andrónico, Eugenia, Antonia y Juan Eduardo.
EDUARDO AVAROA peleó bravamente en el ala oriental, que fue la que a él correspondió, al frente de sus hombres, y cayo como un héroe, ofrendando su vida en aras del cumplimiento del deber. Allá en Atacama quedo esperándole su esposa Irene, con sus hijos, confiada en la promesa de que, "luego del combate con los Caracoles", iría a su lado. Entre brumas del amanecer del día 24 de marzo, se presento ante ella un agotado mensajero, que había cabalgado casi toda la noche, para entregarle la noticia que la heriría hasta mas allá de las lagrimas.
EN EL DIARIO "LA RAZÓN", DE LA PAZ BOLIVIA, EN EL AÑO 1952, SE PUBLICARA LA SIGUIENTE NOTICIA:
"El Gobierno de la nación vecina, en un gesto que le honra, ha dispuesto, a pedido de Bolivia, que los despojos mortales de Eduardo Avaroa sean trasladados a nuestro país y que se le rindan honores militares en los actos que, con este motivo, se realicen en la población de Calama. La comprensión que han demostrado las autoridades de Chile respecto a los problemas que afectaban las relaciones entre los pueblos y las soluciones que ellas han obtenido, trasuntan esa buena voluntad de entendimiento que será, a no dudarlo, un clima propicio para el acrecentamiento de la amistad chileno boliviana. Bolivia recibirá con todos los honores y con gran emoción cívica los despojos de quien encarnara el apellido Avaroa
El 21 de marzo continuó la ofensiva chilena apoyada en la fuerza de su escuadra marítima y se produjo la toma de Cobija y Tocopilla. En Calama dentro del territorio atacameño se organizó la defensa, al mando de Ladislao Cabrera apoyado por el prefecto de Antofagasta Severino Zapata y un contingente de 135 hombres. Los atacantes chilenos que venían de Tocopilla eran 544. Los defensores se parapetaron en varios puntos de las afueras de la población y resistieron valientemente los ataques de la caballería chilena bajo la enérgica conducción de Cabrera. Aunque tenía varios flancos, la agresión se concentró en el puente del Topáter sobre el río Loa. Después de repeler un par de andanadas el grupo en el que estaban Eduardo Abaroa, Juan Patino y Saturnino Burgos intentó un contraataque, pero la superioridad numérica chilena arrasó a los defensores, muchos quedaron muertos otros se retiraron ante la inutilidad de la defensa, pero Eduardo Abaroa herido en la garganta se negó a la retirada y enfrentó a un contingente de más de 100 soldados de Chile. Sólo, disparó y mantuvo a raya a los atacantes hasta que se le acabó la munición, estaba ya muy débil por la sangre que manaba a borbotones de su garganta. Los oficiales chilenos le intimaron rendición y el hombre, convertido en un emblema de la nación respondió con la frase que lo llevó a la inmortalidad ¡Qué se rinda su abuela carajo! Dos disparos le segaron la vida. Las tropas invasoras tomaron el lugar, pero iradas por el valor del héroe lo enterraron en el cementerio de Calama.
RECUERDA PAPÁ Que si no juegas ahora conmigo, cuando tu quieras hacerlo ya habrè crecido. Que la armonìa entre tù y mamà me darà seguridad ante la vida y harà de mì un triunfador o un frustrado. Que de tu amor depende mi capacidad de amar cuando sea adulto. Que soy muy feliz cuando me llevas dormido hasta mi cama. Que lo que yo aprendo contigo lo recordarè toda la vida. Que si oramos juntos aprendo a comunicarme con Dios. Que el amor y respeto que demuestres por nuestros semejantes serà el amor y el respeto que yo les tenga cuando sea adulto. Que yo tambièn tengo intereses personales. Que me gusta tomar parte en las decisiones familiares. Y Que te necesito como mi mejor amigo!. Autor del poema: Anónimo MI QUERIDO, MI VIEJO, MI AMIGO
Esos tus cabellos blancos, bonitos ese hablar cansado, profundo que me lee todo lo escrito y me enseña tanto del mundo. Esos pasos lentos que ahora caminando siempre conmigo, ya corrieron tanto en la vida mi querido, mi viejo, mi amigo. Esa vida llena de historias y de arrugas marcadas por el viento, recuerdos de antiguas victorias son lágrimas lloradas al viento.
Tu voz dulce y serena me calma, y me ofrece refugio y abrigo, va calando dentro de mi alma, mi querido, mi viejo, mi amigo. Tu pasado vive presente en las experiencias sentidas, y en tu corazón consciente de las cosas bellas de la vida. Tu sonrisa franca me anima tu consejo sabio me cría abro el corazón y te digo mi querido, mi viejo, mi amigo. Yo, te he dicho casi todo, y casi todo es poco, frente a lo que yo siento. Mirando tus cabellos tan bonitos abro el corazón mi querido, mi viejo, mi amigo... Mirando tus cabellos tan bonitos abro el corazón mi querido, mi viejo, mi amigo... Mirando tus cabellos tan bonitos abro el corazón mi querido, mi viejo, mi amigo... POEMA DE UN HIJO A SU PADRE No me des siempre todo lo que pida, a veces yo sólo pido para ver cuánto puedo obtener. No me des siempre órdenes; si a veces me pidieras las cosas lo haría con gusto. Cumple siempre tus promesas; si me prometes un premio o un castigo, dámelo. No me compares con nadie Si me haces lucir peor que los demás seré yo quien sufra.
No me corrijas delante de los demás, enséñame a ser mejor cuando estemos a solas. No me grites, te respeto menos cuando lo haces y me enseñas a gritar. Déjame valerme por mi mismo o nunca aprenderé. Cuando estás equivocado ítelo, y crecerá la opinión que tengo de ti. Haré lo que tú hagas, pero nunca lo que digas y no hagas. Cuando te cuente mis problemas,no me digas no tengo tiempo; compréndeme y ayúdame. Quiéreme y dímelo, me gusta oírtelo decir. Autor del poema: Anónimo