BIBLIOTECA CLÁSICA GREDaS, 160
PLATÓN
DIÁLOGOS VI FllEBO, Tl MEO, CRITIAS
ro.
TRADUCCIONES. INTk ODUCC IONES y NOTAS
M.' ÁNGELES DURÁN y FRANCISCO LlSI
EDITOR IAL GREDOS
Asesor para la secció n griega:
CAaI.05 GAII,CJA O UIr.L.
Según las nonnas de la B. C. O., las traducciones de este volum en ha n !.ido revisadas por MERCEDES LóJ>Ez SAL vÁ (Filebo y 11mftJ) YCMLos O.ucíA OUIr.L (Crilias).
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WITORIAL GREDOS, S. A. Sánchez Pachecc , 81, Madr id, 1992.
Las traducciones, int roducciones y notas han sido llevadas a cabo por ( Filebo) y F ItAN CfSCO Ltst (Timoo y Crilias).
M . ' ÁN(; ElES DU Il,ÁN
Depósito legal: M. 473·1992.
ISBN 84-249- 1475-9. Impreso en España . Prm ted in Spai n. (; ri ficas Cóndor, S. A., Sánchez Pec heco, 81, Madr id, 1992. _ 6480.
FILEBü
INT RODUCCIÓN
La prirnera nota llamati va en el Filebo es su indetermi_~aci Ón...dr!l mM.ica en cu an to a espacio y tiempo. Frente a los diálogos en los que el encuent ro de Sócrates con un amigo o conocido, o con varios , da origen a la conversación o a su repeticióm frent e a los casos en los que la lleg~da de Sócrates a ~.!!.a reunión d~in.a el cambio de r UJ!!!~.~n el contenido de lo que se~ éLdi¡jmd.9~!Le l Filebo el d ~ ~.Jl~'-p'~a.Q.Q...ap.t!:.s...d.e._q l,le-rlJ~¡;:!or sea invitado a particip1!-r desde su silencio. Cierta mente el Hipias Menor - y lo mismo ocur re en el Gorgias- empieza cuando el sofista ha con cluido su conferencia; se ha ma rchado el púb lico general y quedan solos los que tienen especial interés en la filosofía. Pero lo dicho anteriorment e no pesa sobre el diá logo que ahora empieza; la previa exposición de Hipias no hace más que señalar cronológicamente el térm ino pos t quem se inicia realmente el diá10go._Aq"!,í, en cambio,!gl concluido sin acuerdo un primer ~~t re Sócrates ~y f ileQQ...!QQre el mismo t5:.ma-deJ «trozo. de conversación al que seremos autorizados a asísNuest ro texto ¿!.D.P.is¡:a::PJ,l~. s ••_¡;a~I c--º-~o termina~...!2! ~g20i'Poréticos)':.on una convocatoria..;USID:.ljLdi;¡~lj. rriend o só~ un tema .. ".que .no .....,...ha. quedado _.definitivamente -,_
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D IÁ LOG OS
resuelto . En este caso la dilación en el tiempo es suplid a
por el ca mbio~nJ~dq,-:"lito:rT El diálogo va a concluir po sit iva,menlc.deja nd,o5~ ci~ J.l,_~í!je rarq uí a
de los elementos de la buena .Yid~~ ; pero no concluye aquí la conversaci6n. No ocu rre c o m Q..S_n_~ U",isjs, donde agentes ext ern os, los pcdago~o s , inte rr umpen el d i ~ curso; no ocurre tampoco como 'en-;I Eutif~'do nde las ~e unos y otros nos imp'iden concluíi-e, pr(;'ceso de ¡óvestigacióñ:""T ampoco ocurre, como es característico de I~ diálo go s apo réticos, que, ago ta dos los argum entos actualment e dispon ibles. tengamos que seguir madurando nuestra ref lexi ón en pos del planteamiento q ue nos au torice a resolver el prob lema. No pod ía ser así puesto que este diálogo no es aporét ico . Pero lo qu e encontramos al final de los diálogos morales no aporéticos es una exhortación, más o menos acusadamente ex plicita, po r la q ue se nos emplaza a aplicar a nuestras vida s la lección recién a prend ida. En el Filebo tal ex hortación desdibuja su costad o práctico - sólo es algo q ue se procla ma (66a ). Y es que la co nversación continúa. Pe ro si u sin nosotro s los ~s. rate L P,I ot arco, y sus awjgQ& n ,?~ a!,..!! t~to q uc:.E !o lcib í ad e~_b.9.u.ac_h.QJ! ~~!'.qu!/!.p~a~
1.?.L~ri ad os !...Jl uncaJab.rcmOLl.2..Q \! eJE_d ij ~-Eon tin ua;;. c.ión. Con tod o podemos te ner Ja.c ertcza de que lascon clusiones a las qu e se ha llegado en nuest ra pr esencia no será n ._- _.,-_._...._ ... revocadas... · -~...._,
- T ambié';;' ~sd!?Ap!!1UQ..duista formal...e LE.iletuuoLprend e al lecto r d e los d i á !EgQ.~d e mad urez or su reº~
-
, Esto, c amb ios de interlocu tor ocurren en el curso de un mismo d iálogo. V. GOlDSCH lotlDT, Ln djQlogu~s d~ Plm orl . Pa m , 3a., 1971, estud ia cómo acon tecen e n m oment os relevantes des.de el pu nto de visla de la estruct ura del d i' logo. Así en el /Aq~$, Ni<,;i. s slM iluye a Laqu es ITas la primera apo d a. 1 Banq. 218b.
FILfBO
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..ción . Fre nte a la perfección literaria del Banquete, del !;edón , del Fedro. enco nt ramos a ui un a len ua volunt arl!..m...=nte.É.P!!! y omaí la ~I!.f!! !!d i ble Jll.ezcla de l e n g~ ~,?,~ idia n ~ :y' lengua técn ica ue caracteriza la ex osición did áct ica. De ella result an los frecuente anacolut os las 7 omparaciones y metáforas poco atr evidas 3, tom ada s una y otra vez de los mismos dom inios, las bromitas, el chiste tontorró n. Y, por a iro lado, las definicio nes precisas y técnicas, las clasificacion es rigu rosam ente trazad as,,- El loD Q escola r culmin a en la reiter ada repetición de los resú menes que Platón rod ig!,.!9uí hast a la sacied ad. -- Actit ud escola r es tam bién la que perci bimos en el inte rlocuto r de Sócrat ~ , Protarco . SustiU!!Q...en la lliscusión de ~n. F ilebo, del qu e nad a sal!emos y Qu.e...b.íl..2lllª,.QQ...J2.Qr ~-'!.al~ e.-c.a n.liad o , según se dice, de..n:,p.wuo.lLO.bstina¡jQ» su post ura \ el joven Protan¿Q, del que tampoco sa bemos más que lo qu e se des rende de l ro jo d iálo o será encargado e con test ar a Sócrates. Antes que el «abogado de oficia l) que ve en él Di és s, parece un buen alumno qu e se sa be la lección: su negativa primera a aceptar que un placer pu eda ser distinto de otr~ recuerda argumentos esgrimi do s por Sóc rates en los diálogos de juventud, cua ndo bregábamos por dar con la unida d del géne ro, y esto , q ue es casi lo ún ico que defiend e co n calor, será considera do por Sócrat es como un argument o de prin cipiantes (13c-d). Y cua ndo en 37e plantee una objeción que pretende ser seria ) Podem os exce ptuar la del d oble ma nantia l en 6 1c. • Pa ra la relación de la s upuesta d iscusió n co n Fílebo y la que Sócr ate s sostiene con Ca lides en el Gorgia.J. ~ ase H . G. GADA IolUl. , . Platos d i. 1ektische Ethi k, Ph i nomen ologische lnterpret atlonen zu m Phj/~bon. 193 1, recog ido en P/¡¡to s dia/~kfjsc~ E/h it und andere S/udj~n zur p ia t onjst;~r1 PhiÚMophk , Hamb u rgo, 1968, pág. 113, 00111 l. , PIafO" . (Jeu vres (Jmp/~l~s. To me IX· ]' par/le. P/¡ II~M. P arls, 4.' , 1966, pág. VII I.
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DI Á L()(iOS
a la e xistencia de placeres falsos y Sócrates se lo haga nota r, Prota rco se defend erá diciend o: «No hago más qu e repet ir lo que Oig O .11 Al margen de estos casos, su función es más la de un «contestado ra- que la de un opo nen te: si no inte rviene pa ra a p robar lo que Sócrates acaba de decir, es que le va a ped ir que aclare una expo sición inicial dem asiado a bstract a o difi cil, El ...abogad 2..de la pa rte cont ra ria » llevará su buena disposici6n hast a el un to d ~~a~orar con Sócrates en la de mostración de qu e el placer carece de las notas caracteris ticas del bien en 65a ss. - ~.amosJLl..mn1c,nido • .k~vo e.odemos tener motivo de !Q!presa en el hecho de ~~'!J' 0l uci6 a..se a-anticip ad a a en las Tirotea s áginas. En efecto, no bien ha term inad o de res umir las do s tesis rivales, Sócra tes a punta, ya en lle, la osibili dad de qu e resulte tr iunfante un ter cero. y asUe rá~ªn do en 20b ~¡:;u p.~.~.¡p. os la cuestió n X, .tr ~ ~o mp ro bar que ni placer ni prud e~nsi!.pue(ten ser e b ~ep, porque no so n a utosuficientes, lleguemos a la con clus ió n M que la vid a bu ena es la vida mixta de placer y pru--' .. den Cla. Los ca pít ulos inte rmed ios están ocupados P9l'. cuestiones de singula~.hllPQflan~j~: se t ra ta de los pro _~ . __ lo ...nOlO mú.!tiple..Jq.Jinit2.. lo in,finito 7 diSlJ.r~~i. ~ . or especie§. Sin e mba rgo, la dificultad de l m ét ace q ~
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6 J . L AIIO RIIE RIE, l .e d ia foKlM p tatoníc ien
F ILEBD
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~ postergad o x.,g ue se acuda a otro expedi ente pa ra decid ir e n qué consiste lu ida bneoa_ - Pa ra evita rno s, pues, esas dificiles d ivisiones reco rdarem os qu e el bien es perfecto, suficiente y universalme nte • : .5 ••• elegible. Pu est o..q ue ni eLplacct...PiJíL.P.:B1dencia cumW_ W5!~. tres req ~i sit os aggrdare mos que la vida mixta de a mbos es elegible L . por __ lg, J aplo byepa Después del J:edón pu ede sorprendernos que la prudencia y sus afines sea n repu t ados insuficientes par a asegura r la felicid ad . Recordemos, pues, que aquí no se tra ta de describir el bien de l alma libre del cuer po, ni tampoco la felicida d del filósofo, sino, como senta ba Sócrates en li d, (lun esta do y dispos ició n del alma ca paces de propo rcion ar una vida feliz a todos los hombres». Mas con esto no se resuelven todos nuestr os problemas P9r QUV!;19raAW!U.Iue dilucid ar cuál de sus ingredientes. hace buena tal vida. Para ello tendre mos qu e cambiaLJ!e armas y vo lver a la di visión de las es pecies del placer y de prudencia que se e nmarca I airo ¡ éneroSJ1js_ l ingüí os por rat es, límite ilimitad o mi o ca usa l. n esta serie, aparentemente homogé nea. de bemos sepa rar el género mixto e n el qu e vemos el producto cuyo se r y ex iste ncia se explica n po r la sy nérgeia de los otros tres. El Sócra tes del Gorgias nos venía a decir lo mismo en tér mino s de a nalogía téc nica: el érgon es el resultado de la act ividad del agente que impo ne el eidos ti corres pondiente a los materiales. Es, pues, legítimo que sepa remos el pro-
fa
I Eslo plantea do s tipos d e p rob lem as, por un lado la posi bilidad de amp liar la serie agrega ndo un q uint o géne ro como sugie re Pro tarco y co mo se desp rend e de la interp retaci ón de Plutarco en el tratad o lA E apud Delph os. Po r otro lado está la cu estión de la re lació n de estos g éneros co n la do ctr ina de las ideas. A las o bras citad as en la not a anterior debemo s agregar J. M OR EAU, La cons/r uel iofl de t íd éa tísme ptatonicíen. y G . M. A. GR UBE, E1 pe nsamiento de Ptat án. trad . es p., Mad rid, l. ' reimpr. 1984.
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du eto del bloque formado por los elementos qu e colaboran en su producción. Tampoco éste es un todo homogéneo : cada un o de ellos est á llam ado a cumplir en el pr oceso un comet ido específico. Esto nos obliga a separar la causaagente de los element os con los que opera (27a). Se trata ahora de averi guar a qué género p.~!J~ne c t;.n . nuest ros dos candidatos, i!1~.nt.eSJiY.ale iL.de...la buena Por confest.§.ll de Filebo el placer qu eda incltlli!Q.~~n_eJ g.énero de lo que ite «más y meno s», esto es, ..t.n~ género de 10 ilim itado . La adjudicación ; e ha hecho un poc o a la hgera; en efecto, la únic a raz ón aducida t2! Filebo para sostene rla -:~p!8;« f'Ln o . p o d ría . ser .el _bien
vidª'.. .
natura leza.cinfinito.ennúmero J Y, sin embargo, la adscripción qu eda hecha. M ~Ad.a.. pero igualmente ayuna de de most ración, .es,J a _de..np.üs...,aL géner.o...cau sa: ~.!:!"e la ba~!:_4eLmlJsensu.s:,-phjJ¡U912h.'UY.!tJ._'!Q.!!!i!i!!w9.S , c~~~ ~p ~gs_ de Leyes 888e ss., y ~.'l...-!!~-y~~jIaci o !les de Teeteto en Sof 265d, 'l~.e-cLUn ive r s o está regido por el int<:.!,e c.!2J.x.!!Ldj gnid..il..
f. O!
grad. 9..-~-La ~gp.Q.l}tad a.._p o r .Sócrates~
~ El tema del place r es tr at ado po r todo s los autores que tratan de la ética platónica y q ue comentan en su tota lidad o los pasajes relativos a esta cuestión, de los diá logos en los q ue Platón se ocup a de este tema. A las o bras ya citad as de Gadamer , Goldschmidt, K:riimer, Cr ombie, Grube, tendríamos qu e añadi r una lista desmesuradamente larga. Nos limitaremos a recomendar H. D. V OIGTLAN D ER, Die Lu5t und das Gute-bei Platon, Würzburg, 1960.
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FlLHIO
mÁLOGO S
,~ ócra t e s
Q2.§..J!Q.y.ier tlLq,ye no es po sib le h !!fE.!.J!-.n_~s"tJ.ldio del p l a~.t.s in cODS j d c r.aujID. \!!táJ}.~_{lm.e.!!.te..&. do lor . Esta exigencia ha sido tomada en cuenta en los diálogos que anteriormente se han ocupado del tema -c-excepto el llipias May or, qu e sólo con sidera kalá los placeres por la vist a y el oído , esto es, los placeres estéticos- y tiene pa rt icular relieve en el Fedón, donde tanto los sentimient os del narrador como las sensaciones de Sócrates so n mezcla de place r y do lor . ~l pla nteam ient o del Gorgias resulta R.ª-tli cu atractivO:- Calicles a la clave ,. larmente _ _ ._ _ •encuentr .... • de '" la feli~ cidad en larak oloM'. .a.lUj tisfacción de los deseo s.,La..5uge. ,--- - '. rencia de Só cra tes; que pretende conver!I.L~lY.ªl o r_~~p.!i.ct~uu. de laafi~ión , dc-.sujnt~lº~l.!tor de un proc~n_ull. cst ad 9 1-~~ªg.a or Calicles. Eso sería vivir como una piedra-.k2.5!~y!od ucl?- pl
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com o ~~~_?!:!. p~~aH~e~t~ _~ ~s ;. _~_~ ".~ i~Q.~, ,!R ~ p ~!'~'p' o r an ticipación n divididos en verdaderos ,.-- será .--,, " ,- ... ,.'-'y ..falsos. ..- ...Insólita clas ificación del placer en la qu~ :platºn_~.Q.l)..lid r;:ra.falsosJQ§
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DI ÁLOGOS
fl LEBO
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se apoyan en una falsa ~~j a , especialmenteenuna ~~~~~!1.c_~
drá a plasmarse en el «escolio» que aceptará los placeres puros en el quinto y último versículo. La conclusión resulta, según vemo s, SQ!!&rJ1ente:-.fQ!L tod~J;q~e::~obre_elplacer"nQ1L~a2~Ld.suÍjs:i~ndo Platón,: c~ ;n Q..J ~b.e ~ofi..
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verd.!4.....
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.
~ l ~ri!e riºjil1<.UJl.1.mt~UeYc~ad 9.~nca~ en laclasificaci ón
-
d~2.§'.Q!~ce~e ' -:-la pure~a~ §c,r á aJ>.!~~~~ca C!~>n dtlaU lr;DpaS, cuya jerarqur a culmina en la dialéctica . --:- . . . _ .. -, '_ ." Clasi ficación necesaria para explicarnos que, si bien en la mezcla de la vida buena han de entrar todas, inclus o las inferiores, no p or ello quedan negadas las diferencias entre unas y ot ras t an lab oriosamente establecidas en los diálogos anterio res. Por la misma raz ón que acept amos las ciencias inferiQre~:::':paraq~tie~a vida s~a 'humanaa:dEtiÜr~mos en l'L~zcla 'unto a los placere s puros los que acompañan_i}_Ja_~<\~-lo7Pr~ceres necesarl'OS-de 1·~a--i1 República- y" en, gen era l••.a .Ja•.areté. _espedalme.nte..a Ja ykt u,d wde.sophrollefa, ,!':st os.últiOl.otingI:~,di en"t~t. de la vid'LRlli<.Qa..ch<J1.P'l.aceres 'i~c o OlP~R a la grf1f) distan de ser adorno gratuito. Vienen a ser el puente que enlaza con el desarrollo fina l s;b~tia presenci a del Q.¡en..enluid.'l~~. R~~;d;;;o's , pÜer,'"'que el Gorgias nos había brindado la definición de la arete de cosas, cuerpo y alma en el marco de la do ctrina de kósmos-táxis, cuya pr olongación enco nt ramos aquí en términos de medida y proporción. Est a symmetr ía y sus manifestaciones como belleza y verdad constit uyen las notas del bien a cuyo contraste vamo s a someter placer y prudencia para decidir, por fin, cuál de ellos es el qu e está más estrechamente emparent ado con la caus a que hac e elegible la vida buena. Al término de lo cual la respuest a ven-
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pot....eL PJ:.olágoras.Jlecesi.tll.ffi9 Ld¡;.JJna, flletrelike téchn{.,.9.\!l?_!H?§...P~IEi!~J.~~~izar los placerej; sabemospor el Gorgias que esa clasificación h.e.E!J!~ ~i.ativa, c~ñ*lo_que constatamoS-!lI,lJ:J L.auténtico criterio axio lógico ~o es el placer, sino el bien; sabemos por ~I F"edón de la s o li d arid a~ce r-d ol o r , pareja de siameses a la que tributa a sensibilid ad del alma encarn ada. Frente
lóg~S -i~étis.~'.!!;!.Q.nka_e.oJ.º-LQi~!2&Q.Ldc-madurez.
Según esto, la aportación del Filebo a la ética platónica sería probarn~.9.~e ta'inbién en nuestro coti diano j<m,undo d.:...ª,º"ajQ!l-conservan plena vigencia las conclusiones teóricas alcan zadas en los niveles ut6p ~ : but;:.I}()_~~,_'!.q 1.!!:,!!.2 qüue ~p~nde a las exigencias del seri En c.~<'!nlº-ª.lplillJ... ni es ni puede s";'; 'i- criter io del bien . La de~aluación que el. -a escensol mJ!iJne al secto r phr6nesis e~~
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Dl Á LOGOS
FI LEBO
~nda~~px~c:e p,.!.2-dél fico fog..Q!QS~J.s: co n2~~Ll:J.-1.!U1c! somos dioses l 0.
NOTA BIBLIOGRÁ FIC A
NOTA AL TE XTO Seguimos básicamente eltexto de J . BURNET ( F/QfQnis Opera , Dx fo rd, 109 1, reim pr . 1986), del que nos sepa ra mos en los caso s siguientes:
12e1 ~&ov1\
'11 ~O\I~
T
13c9 W&fv ~, 't~n lackson Ik6 ta:ya.J6" T 2 1b l 'td &f~\/'l"0l con corchetes Badllam
¡ >"1.W5 _ T 22a4 )Jyw sin eol'tlleln 23d2 nlI b ct...ws T 26a3 i rr1.~ sin corchetes 2 1dl lx~
27d8 1Ja't~ ... b ;l\..-o SchülI
28a3 'l"Mt.r. mss 29<::5 ~ """I"I"o;l\ m ss JOc I yfvovs 'TI.S Din. ~ ·u n lipwv. .. "'0\1'1"0 sin corchetes 31a l NOÜ$ lifrlfov Bekket
La variedad de los aspectos del filosofa r plató nico q ue afloran en el ñíebo basta por sí misma pa ra j ustifica r la sob reabunda ncia de la bibüograña relativa a este diálogo , de referen cia o bligada en [os t rab ajos q ue trata n de ética, de psico logía, de episte mología, de metallsiea, de métod o e n Plató n y e n la G recia Antigua en genera l. A esto de bemos añ ad ir el relieve que la invest igación sobre Plató n oto rga en n uestro siglo a cuestiones co mo la doct rina platón ica no escrita , la pervivencia o no de la doct rina de las Ideas en el Pla t ón tardío. Sea cual fuere la postura adoptada so bre estos pro blemas, el Filebo participa activamente en la polémi ca . El lector interesado puede ac udir a los grandes manuales de Filosofia Griega entre los cuales hay que destacar el de W. K. C. G UTHRIE, A Hístory 01 Greek Philo sophy, Cambridge, 1978. y al co menta rio q ue acompaña a la traducción de J. C. B. GOSllNG en Piato: Philebus, Oxford , 1975. y demás o bras citadas en las nota s.
31e 10 1(,,:\ l.Gns sin corchetes 32c9 lil.\olClcTOU <m Een.> Dih 33a8 'Tli'... t).o~ sin corcheles 34c 1 oto 1l~ l1« s Dih 36b6 "\"04 XP6--s sin corchetes 46<19 sin <no 'tob > 46e2 oin:op(cr.<$ 8T
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corchetes 56a] [ ¡¡.ovcrndjs ] < 1l(¡t 1'\s llil)..nnK i'is > Bury 56a5 [«irI"i'is ctú)..n-nlli'is] < 1l~Ki'i> Bury 63d6 1l11""Ktts w5tYaS Dih
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10 J . GOU LD, Thr Ot-vtlopmm l o/ Plato '! ElhicJ, Nueva York, reimpr. 1972, pág. 218, co nsta ta que el pesimismo del Fílebo se man ifiesta en la o posición ant hróp illOS/lhiioJ, q ue en este diálogo viene a ser lo impo sible.
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FILE BD
S ÓCR...'ras , P ROTAR CO, F I LEIlO
SÓCRATES. - Considera, pues, Protarco , qué tesis vas a 1I asumir aho ra por cesión de Filebo y qué otr a, sostenida por nosot ro s, vas a refutar si no la tienes por formulad a conforme a razó n. Resumamos ¿quieres? una y otra . b P RUTARCO. - D e ac ue rd o.
SOC. - P ues bien, Filebo afirma que es bueno pa ra todos los seres vivos el disfrutar, y tam bién el placer y el gozo y tod o lo que es conforme co n ese género l. La refutación por parte nuest ra es que no son esas cosas, sino que la prud encia, el intelecto 2 y el recuerdo y las cosas emparentad as co n ellas -opinió n co rrecta y razonamient os verdad eros- resulta n mejor es y más eficaces qu e el placer pa ra todos cua ntos son ca paces de particip ar de ellos, y e I El o bjeto de la discusión no es el «bien en sí», sino el bien empírico. La posición de Sóc rates no s obligar á a restrin girlo al bien del hombre. Con ello se apunta, de nuevo, la necesidad de transpo ner el hedonismo en eudemonismo. c r. II d6. 2 Tr ad ucimos p hrónisis po r «prud encia» ente ndiendo por ella inteligencia para la acció n; noñs po r «intelect o" como cap acidad de intelección previa o independi ente de la acción.
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DI ÁL OGOS
que son lo m ás ventajoso a de tod o para cuantos son y hayan de se r ca paces de pa rticip ar de ellos. ¿Acaso no hab lamos aprox imada mente as! unos y otro s, Filebo e F ILEBO. - Bxa ciísim ame nre, Sócr ates. Sóc. - ¿A ceptas, entonces, Prot arco, esa tesis, que ahora se te enco mie nda? PRO. - Menester será aceptarla puesto q ue el hermoso Filebo nos ha dejad o en la estacada. SOC. - Es necesar io e nto nces que acerca de ello se alcance la verdad, cu este lo que cueste ). d PRO. - En efecto , es necesario. SÓC. - Ea pues, acordemos además de eso ta mbién esto otro. P RO. - ¿El qu é? S óc , - Que ahora cada uno de nosotros intent ará poner de ma nifiesto un estado y dis posición de l al ma capaces de pro po rcio na r una vida feliz a tod os los hom bres ' . ¿O no es as í? PRO. - Asl es. SOC. - Por lo ta nto vosotros defenderéis los del disfrute y nosot ros, por nuestra parte, los de la prudencia. P RO. - Eso es. 1 Para calificar a su ca ndida to SÓcrate s acude al gra n rival del hedonism o co mo acces o a la a utono mía mo ral, el utilitarismo , ~ Pa rtimos de ia oposición de d os tesis presentadas como corrie ntes en Rep. 6, S05 b , co rno indica GOLD SCHMIDT, U J dialogues. pág. 235; po r el hecho d e su riva lidad estas do s tesis comemes se descalifica n mu tuam ente y te ndr á n q ue ser s upe radll$. s G AOAMER, PkllOJ J ialdtisdle t:llrik., pill. 83, des taca q ue esta exp resién constituye la m afCd de la d ialb:tica. ~ Prem e a la R ..p úb licG que opone la felicidad de 105 filósofos a la de los demá s hombre s, aquí se: busca una definición válid a pa r. lod os e n gene ra l. G AOAMER, oh . elt .. pág . &4, señala que con los t érmino s diti/fresis y h¿xis del alma, e l filóso fo nos recuerda q ue el bien no es algo qu e se posea, sino un mod o de ser.
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SÓC. -¿,Y qué pasa si algún otro estado aparece co mo su perio r a ésto s? Si aparece co mo más estrecha men te em- .. pare ntado co n el placer, i no q ued a mo s derrot ad os a mb os por la vida que lo te nga asegurad o, y la vida del placer dominará a la de la prud encia? P RO. - Sí. 12 Soc. - y si t iene más estrecho paren tesco co n la pru dencia, ve nce la pruden cia a l placer y éste es derrotado. ¡,Ace ptá is q ue esto va ya qued ando acordad o en estos t érminos o qué? PRO. - Po r lo menos a mí me parece bien . Sóc. - ¿,Y a ti, Fileho , q ué d ices? Fu .. - A mí me parece y me ha de seguir pareciend o q ue el placer vence por co mpleto; po r lo que a ti respect a, Prota rco, tú sabrás. P RO. - Una vez q ue no s has pasad o la tesis, Filebo, ya no pued es ten er co mpe tencia pa ra el ac uerdo o no con Sóc rates. F IL. - Es ve rdad. Y por ello renuncio so lemne mente y b po ngo ahora por testigo a la propia d iosa 7. PRO. - Y no sotros podrem os dar fe co nt igo de eso mism o, de que decías lo q ue d ices . Si n emba rgo , Sócrates, int entemos llevar a término lo que viene a co nti n uac ió n, tanto si Filebo q uie re como si hace co mo guste . S óc. - Hay que int entarlo , pa rtiendo de la propia diosa que seg ún dice éste, se llama Afrod ita, pero cuyo nom bre má s ve rdade ro es Placer. PRO. - M uy bien. SÓC. - M i temor ante los nombres de los d ioses, Protarco, ha sido siempre más que humano, algo más allá del lím ite del ma yor te rror. Ta mb ién aho ra a Afrodita la llam o e del mod o que le sea gra t o ' ; mas sé del placer que es 1 Filebo ul iliza una fórmula solemne, de acusado carácter religioso. • Recordemos a H EI\ÁCLlTO, Ffa~32: «El fóg os qui ere y no qu iere ser
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variado Y. según decla, empezand o por él debemos considera r y examinar qu é naturaleza tiene. Pue s al oírlo así simplemente, es una sola cosa Y. sin embargo, ha adoptado forma s de tod as clases y en cierto modo distintas una s de otras. Co nsidera, en efecto, esto : decimos qu e experimenta d placer el disoluto y que también lo experimenta el moderado en su propia rempl aza ; y. por su parte, también experimenta placer el insensato y el qu e está llen o de insensatas opinio nes y espera nzas, y lo ex perimenta por su lado el prud ent e en su misma prudencia ' . ¿Cómo podrí a uno pretender en jus ticia no pasar po r insensato al afirmar que unos y otros de esos placeres son semeja ntes entre si? PRO. - Es que ésos nacen de situaciones opuestas, Sót erales, pero en sí mismos no son opuestos. Pues ¿cómo no iba a ser un pl acer lo más semejante de to do a un placer, cómo no iba a ser una misma cosa semejante a si misma lO? SÓC. - y un color a un color, mi genia l amigo; al menos en ese preciso aspecto, el hecho de ser puro color, no diferi rá en nad a, pero todos reco nocemos qu e el negro resulta ser, además de diferente, completament e opuesto al blanco . Y asimismo una figura con respecto a una figura, de acuerd o co n este principio 11. Desde el punt o de vist a de l llam ado Zeus», y su eco en ESQUI LO, A gam t'lI ÓlI 161-2. D e lo s nom bres d e los d ioses se ocupa Sócrates en Gral. 396a·d y 400<1 Y sigs. • En el JJphron el placer trasciend e en eudaí monia puesto que le es p ro pio repr imir pla ceres y deSC05. Se apunta ya 111 d iscriminación de placeres buenos y ma los q ue aparecerá en 13b. Al mismo tiemp o hay aquí un eco del a rJume nto co ntra Calicles en Gorg . 497e y sigs.. en el que Sócra tes dem uest ra q ue, puesto que lo mism o gozan CO bardes 'J valientes, sensa tos e insenutos , el placer no puede ser criterio del bien. En cuanto a las vanas esperanzas de 105 hombres, cf. SoLós. EleX(Q Q /1l3 Mw
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género , el conjunto es una unidad , pero en cuanto a la 13 relación de sus elemento s entre si, algunos son co mpletamente opuestos a ot ros, y resulta qu e otros difieren en infinidad de matices y pode mos encontrar ot ros muchos casos ast. De modo qu e no te fíes de ese razonamiento, que reduce a unidad tod as las cosas ab solutamente opuestas. Y me temo que acabe mos po r encontrar algun os placeres op uestos a otros 12. PRO. _ Q uizás , pero ¿en q ué va eso a perjud icar nuestra tesis? SOCo- En que, siendo distintos, los designes, d iremos, co n ot ro no mbre; en efecto , dices qu e las cosas gratas constituyen la totalida d d e las cosas buen as, Claro está, ningún razon am iento te va a refutar el qu e las cosas gratas son gratas; pero au nqu e las más de ellas son ma las y s610 algu- b nas buen as, según sostenemos nosotros, sin emb argo, tú a todas las llamas buenas, aun reconociendo que son distintas si alguien te lo exige en el razon a mient o. Enton ces, ¿en razón de q ué elemento comú n a los ma los y a los buenos dices qu e todos los placeres son lo bueno? P RO. - ¿Cómo dices, Só crates? ¿Crees que alguien, desp ués de hab er establecido qu e el placer es el bien, va a aceptar qu e a renglón seguido sostengas tú qu e algunos placeres son buenos, pero que algun os otro s son malos ll? € para con duci rnos a la u nidad del género . Aq ul, por el contr a rio, se nos ind uce a disce rn ir e n e l gtnero las especies. 11 En I~rminos de GOLDSCHMIDT, ob. cít., pág. 235, no basta el ..género nomi nal. que: tan sólo d enota las imiÍgenes sin d arnos la ..visió n de ccnj unto e exigida en el Frd,o, para acceder a la cual ha y que: lk gar a la Iotma de la q ue: panici pa. 1) mism a es la postu ra qu e e a lid es en Gorg. 4951; sin embargo, en 499 te ndr á qu e itir q ue unos son beneficiosos y Otr05 perjud iciales. co n lo q ue, po r vía del utilitarismo , volvemo s a la oposición d e placeres bue nos y malos. Para HA RDl NO, «Zum Te xt des Plato nlscben P hitebos »,
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SOC. - D ir ás por lo menos Que so n dist into s unos de otros y algunos opuestos. PRO. - Por lo me nos no e n cua nto q ue son placeres. S óc. - Volve mos de nuevo a la misma tesis, Prota reo; di remos. pues, que un placer no es cosa di ferente de un placer, sino qu e todos son semejantes y no han de quebra ntarnos en nad a los ejemplos que aca bamos de enu nciar, sino que diremo s convencidos lo que los prin cipia ntes más incom petentes en los razo namientos. d P RO. - ¿A qu é clase de a rgumento s te refieres? S óc . - Que si po r imita rle me atre vo a decir en defe nsa de mi postura que lo más distint o es lo más semej ante de t odo a lo más disti nto , po dré replicart e, y no s6lo apa rece. remos como más novatos de la cuenta sino que ade más la discusi ón se nos caerá por la borda y se nos irá a pique. Por lo tanto ciemos de nuevo y qui zás, al corre r ha cia la posición inicial, podamos ponernos de acuerd o. • PRO. - Di cómo . Sóc. - Su p ón, Protar co, que a ho ra soy yo el q ue es interrogado por ti. PRO. - ¿Y qué es lo que te pregun to? Sóc . - Pru dencia y cie ncia e intelecto y tod o lo qu e yo esta blecía al princip io y d ije que e ra n bienes cua ndo me pregunta bas qué es el bien, ¿no habrá n acaso d e halla rse en el mismo caso que t u tesis? PRO. - ¿Cómo? soc. - Las ciencias en su totalidad pa recer á n ser múltiples y algunas de ellas d iferent es de ot ras; y aun qu e aigu14 nas resulten en algún aspecto opuestas, ¿seria yo digno de di alo gar a hora, si, por temo r a eso mismo, afirma ra qu e ningun a cienci a es distinta a otra ciencia ", a unque luego la Htrmes 88 ( 1960), 45 Y sigs., la últ ima intervenció n de Sóc rates y esta réplica de Protarco constituyen una int erpo lación. .. Por confund ir la cienci a del bien y del mal con las demás ciencias y
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discusión se nos perd iese y fuese a pique como un cuento y nosotros mism os nos salvásemos al a mparo de algún dispa rate? P RO. - Pu es eso no debe pasa r, exce pto lo de sa lvar nos . De to do s mo dos , la paridad de tu tes is y la mía me agrada: sea n mú ltiples y distintos los placeres, múltiples y diferentes las ciencias. SOC. - Te ngamos el valor de no oculta rnos, sin emba rgo, la dife rencia ent re la mía IS y la tuya, sino de co locar la en medio, por si en la refutación llegaran a revela r si hay b que decir que el bien es el place r, o la prud encia o algún tercero . En efecto, ah ora no lucha mos precisamente por est o, por la victoria, par a que lo qu e yo sostengo eso sea lo qu e gan e, o lo que tú , sino que ambos, aliado s, debemos luchar por la absoluta verdad 16. PRO. - Asl es. Sóe . - Aseguremos tod avía más este princip io por un acuerdo. e P Ro . - ¿euál? Sóc. - El que d a qu e hacer a lod os los hom bres po r su propi a vo luntad y ta mbién a veces a alguno s sin querer. P RO. - Ha bla co n ma yor claridad. S óc . - Apunto al que nos acaba de salir al paso , que por su naturaleza es, sin la me nor duda, ira ble. En efect o, lo que se ha dicho, que lo múlti ple es uno y lo uno múlti ple, es ira ble; y es fáci l refut ar al que sostenga cua lquiera de estas dos afirmacio nes. t écnicas, los diálogos de la primera etapa ha n co ncluido sistem't icamen~e en apoda. e r. J . M OIl f.AU, lA corul ruction d e IidjQfism~ pkuonuíen. Hildesheim, 1967, especialmente pág. 57, nola 1. IS Acepto la correcc ió n de Bury, quien desp ués de «la miu elimina como glosa ..la buena». 11 Recordemos la distin ció n entre amphi bestein y rrtzetn q ue esta bleda Pródico en I'rot. 337b.
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P RO. - ¿Acaso aludes a la situación en la que algu ien J dijera que yo, Protarco, que soy por nat uraleza uno , so ya la vez va rios y opuesto s uno s a otros, sosteniendo q ue soy a la vez alto y bajo , pesado y liviano y otr as mil cosas? SÓc. - Has enunciado, P rot arc o, las paradojas qu e se repiten acerca de lo uno y lo múltiple; po r asl decirlo, ha qued ado conve nido por tod os que ya no es necesario tocar ese t ipo de cosas, infa ntiles y fáciles, pero qu e son graves est orbos e n las conversaciones de los que las suscita n. Y ha quedado igualmente co nvenido q ue tam poco es tomado e n cuenta esto c ua ndo alguien distingue en el razona miento • los y partes de algo , y después de habe r co nvenid o que todo eso es aq uella unidad , lo refuta burlándose porqu e se ve uno obligado a decir atrocidades. q ue lo uno es múltiple e ilimitad o y qu e lo múltiple es una sola unidad 17. PRO. - ¿Y qué otras dices, Sócra tes, que no sean t oda vía tópicos manidos sobre esta cuestió n? 15 Sóc . - Cuando, hijo, uno no se pla ntea la unidad de lo que nace y mue re, como decíam os hace un mo men to . En efecto, como acabamos de dec ir, en ese preciso sentido ese lipa de un ida d ha q ued ad o con ven ido qu e no se debe refuta r; per o cuand o uno intenta plantears e el hombre uno y el bovino uno y lo herm oso un o y lo buen o un o. acerca de esas un idad es y las semejantes, el esfuerzo sostenido se convierte con la división en controversia. PRo . - ¿Cómo? b S óc . - En primer luga r sobre si es necesario itir qu e algunas de ta les unicidades existen realmente; luego ¿CÓmo ésas. aunque cad a una es sie mpre la misma y no acepta ni la generación ni la destrucción. es, sin e mba rgo , esa un icidad del mod o más fir me?; despu és de esto hay que " CL Purm. 129·IJOa.
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plantear si en los seres sometidos al devenir e ilim itados está d isper sa y convertid a en múltiple, o si ella . enter.a apart e de sí mism a - lo que pod ría parecer lo más ImpOSIble de todo- fuera a la vel lo mi sm o y un o en lo un o y en lo múltiple 18. La unidad y la mu ltiplicid ad acer ca de tales e seres, Protarco , y no de aquéllos, son ca usa de. gra n ap~r1a cuando no son bien co nvenidas y de la mejor soluci ón cua ndo se plan tean bien . PRO. _ ¿En tonces, SÓcrates, es necesario qu e ahora nos empeñemos primero e n eso? SOC. - Asl lo diría yo. P RO. _ Cuenta, pu es, que todos nosot ros convenimos contigo en t ales puntos. En cua nto a File bo, quizás sea mejo r no alterar aho ra su buena disposición co n nuestras preguntas. S óc . _ Sea. ¿Por dónde e mpieza un o ento nces un a d bat alla, que es import ante y co mpleja, sobre este tema? ¿No será por aq uí? P RO. - ¿P or dónd e? SÓc . _ Decimos e n algún mod o qu e la ident ida d de lo uno y lo múltiple qu e result a de los razon am ientos es recurrente por tod as partes pa ra cada una de las afi rmac~ o nes que se formu len siempre , antes o ahora, Y eS,to DI ~a.y posibilidad de qu e vaya a concluir alguna v:z, ni se ha I~I cia do a ho ra. sino qu e tal accidente de los discursos. segun me par ece a mí , es entre nosotros algo i nmo~a l y no en vejece 19; mas, de los jóvenes, el que por primer a vez lo prueba, irado com o si hub iera encontrado un tesoro t de sabiduría, queda t raspuest o de placer y, goz oso . sacude tod o el d iscurso, una s veces glo balizándolo y conce ntran11 Como l ubra)'a GRUBf., El ~rt$IIm¡''''o J~ PiJllón. p.logs. llO-& l . ht al i on las dilíc ultades de la teorte de la s ideas. Cf. PDrm. I3 lb. l' Eco de Od. VI 218.
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en un pu nto, y otras veces, al co nt rario, desarrollán y sepa rando las partes, lanzando a la a poría ante y so bre todo a él mismo y después a aquél co n el que topando , tanto si es más joven co mo si es mayor o si 16 resulta ser de su edad, sin exceptuar ni a padre ni a madre ni a ninguno de los que tienen capacida d de oír, ni casi a los a nim ales, y no s6 10 a los hombres, puesto que no e xcusaría siquiera a un bár bar o, co n tal de disponer de un intérprete 20. PRo. -¿Acaso no ves, Sóc rates . cuá ntos somos a', que somos todos jóvenes y no temes qu e con Fileb o nos echemos co ntra ti si nos insultas? Y. sin embargo -centendemos. en efecto , lo que qui ere s decir- , si ha y algún mod o y procedimiento para alej arn os dócilmente fuera de la discusión 1> tal alborot o, y encontr ar un camino mejor que éste hacia el razonamiento , empréndelo tú con decisión, que nosot ros te acompañaremos en la med id a de nuestr as fuerzas; pues no es baladl el present e tema, S ócrates u, soc.- Desd e luego q ue no, hijos, como suele deciros Filebo. No hay ciertamente mejor camino, ni podría haberlo, qu e aq uél del que yo estoy en amorado 23 desde siempre, dolo dolo todo vaya
lCI Record emos el p roceder de los j óvenes disc íp ulo s de Sócrates en Ap. 23c; evita r esta ut ilización insensata de los arg umentos y pro cedimiento s filo sóficos es uno de los moliv os por los qu e en Rep. 6, 497e y sigs., se retrasa el a ésta hasta la edad adul ta. 11 Éste es también el ..ar¡umc ntOlO pa ra o bligar a Sócrates a quedarse e n El Pue c e n Rep . 1, 327c. n Gener almente C$ S6c ntes el q ue s ubn ya la impo rt ancia de la cuestión d ebatid L lJ El m étod o aq uf aludido pod ria ser el de la dUl¡'~U que apareec, ya tam bitn Fedr. 266c. y eon sus ca rlllCleri"itas ese nciales, en el Go,.,itu. Sof. 242d -e y cuya limitac ión, de acuerdo co n el a nális is de Oot..DsCH· MIDT. ob, cu., pig. 258, es que . si bien nos autor iza a capt urar pseudo valo res, cuando se aplica a tem as rea lmente filosóficos, no nos c apacita para defini r los valore s a ut énticos.
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pero, much as veces ya, me ha abandonado y me ha dejado solo y sin salida. P RO. - ¿Qué camino es ése? Que se diga. SOc , _ Señ alarlo no es nad a d ificil, pero seguirlo es e dificilísimo; pues todo lo que se haya descubi ert o alguna vez que tenga que ver con la ciencia, se ha hecho patent e por él. Atiende al ca mino qu e digo. PRO. - Dilo pues. Soc. _ Don de los dios es a los hom bres, según me parece al menos , lanzado por los dioses ant año por medio de un tal Prom eteo >' junto con un fuego muy brillant e. Y los antiguos 2\ que era n mejores que nosotr os y vivían más cerca de los dioses, tr ansmitieron esta tr adición según la cu al lo qu e en cad a caso se dice que es, resulta de lo uno y lo múltiple y tiene en si por naturaleza limite y ausencia de limite 26. Asl pues. dad o qu e las cosas están ord enadas de este modo, es menester qu e nosot ros procuremos establecer J cn cada caso una sola forma qu e aba rq ue el conjunto - hay que encont rar, en efecto , la q ue está presente . Y si nos hacemos con ella, que examinemos, después de esa única forma, dos, si las hayo no. o tr es, o cu alqui er otro número , y de nuevo igualmente cada una de ellas, hasta que uno vea no sólo que la unid ad del principio es una y l. El mito de pr om crec es desarr ollad o en el famoso discurso de Pr otágor a.' en Prot. 320d y sígs. Sobre este mito, véase C. GAll etA GUAL, PrQmt lt o: m ito y /Tugediu, Mad rid , 1980, págs. 47-68. Aqul el mito es vehiculo de la so lución a l pro blema de lo lino y lo múlliple. e r. GADA. MER, JI
ob, cu., pág. 95. P ara GosU NG, Pleio: Phileb¡a, pi.g. 16S, cabe la tenlación de iden-
tificar a Pit Agoras con Pr OmcICO. 16 SAY RE, PIQ/Q! LAle Omology. pig. 120, o bserva q ue eser uno y mú.lliple_ y «ree er límite y aus encia de límite- no so n ex presion es que ind iqu en d0 5 mod os 5epa rad0 5 de co mposición y nos rec uerd a q ue en M el . lOO4b, 32· 34, Aristóteles indica que para algun os limite y ausencia de limite son principios reduc ibles a unidad y plu ralid ad.
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múltiple e ilimitada, sino tam bién su número 27. Y no ap lica e la forma de lo ilimitado a la pluralida d antes de ver su número total en tre lo ilimitado y la unid ad , y despu és dej ar ya ir hacia lo ilimitado cada una de las unida des de los conju ntos . Com o he d ich o, los dio ses nos han d ado así el examinar, a prend er y enseñarnos u nos a ot ros. Pero de los homb res, los que ahora so n sabios, hacen lo un o co mo les 17 sale, y lo m últiple más deprisa o más despacio de lo debid o, y despu és de lo uno, inmedi atament e las cosas ilimitadas, y se les esca pa n las de en med io, en las qu e queda demarcado el que desa rro llemos nuestras co nversaciones d ialéctica o eristicamente 21. PRO. - M e parece qu e te co mprendo en algunos pu ntos; en otros, en cambio, necesito oír con mayor clari dad aú n lo que di ces. SÓe. - Lo qu e digo, Protarco, está claro en las letras; tómalo en las qu e aprend iste de niño 29 . b P Ro . - ¿C ómo? SOC. - La voz emit ida po r la boca de tod os y cada uno de nosotros es una so la, y a la vez, ilimitada en d iversidad . PRO. - ¿Y bien? SOC. - De ningún mod o somos sa bios por un a u otra de estas cosas, ni por reco nocer su carácter ilimitado, ni por reconocer su carácte r unit ario. En camb io, saber q ué cantidad ti ene y qué cualidades es lo que nos hace a cad a uno de nos ot ros gramático. P RO. - Es verdad . ~
» So bre las d istint as inter pretaciones de este método, véase G OSI.I ~ G, oh. ch., pág. 153 Y sigs. 11 La oposició n entre proced imientos erlsticos y d iaíécticos es el eje sobre el q ue gira el Eutídemo. 19 Cf. TI'I't. 202e y sigs.: Sof. 253b; Poi. 277e-278b. So bre el uso de las letras co mo ejem plo en Platón, véase H . M EYER HOF F, «SÓcra tes ' Drea m' in l hl'aelelu.m, CQ. N.S.S, núm. 3, pág, 131 Y sígs.
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S óc . - Por lo demás resulta q ue lo que nos hace músicos es eso mismo . P RO. -¿Cómo? SOC. - También con relación a esa ciencia la voz es e sólo una en ella . P Ro . - ¿Cómo no? SOC. - Pon gam os d os to nos, el grave y el agudo, y en tercer lugar el t ono intermed io. ¿Cómo? P Ro . - Asl. SOC. - Au nq ue en modo alguno serlas sa bio en música si solamente supieras eso , si no lo supieras, serias, por as¡ decirlo, co mpleta mente incompete nte en ello. PRO. - Claro, ¿cómo no? SÓe. - Ma s, querido, cuando captes todos los intervalos - su núm ero- que hay de la voz acerca de lo agudo y lo grave y de qué clase son, y los lími tes de los intervalos y d t oda s las combinaci ones que nacen de ellos - q ue los antepa sados recon ocieron y nos tr an smitieron a sus sucesores co n el no mbre de armonías, y, por ot ra parte, q ue se d an otros accide ntes semejantes que residen en los mov imientos del cuerpo, los cuales dicen que deben ser llamados ritmos w y met ros, y a la vez ha y que co nsiderar q ue as! hay que atender a tod a uni dad y mult iplicidad - cuando , pues, ca pte s eso de este mod o, ent onces habrás llegado a ser sa bio, y cuando al exam inarl o de este mod o captes ot ra ~ un idad cualqu iera, así ha brá s llegad o a ser compe tente en ello. En cam bio, el carácter ilimi t ado de cada un a de las cosas y la ilimitada mult iplicidad que reside en cad a una de ellas le a parta n en cad a caso de ca ptarlo y hacen que seas JO S obre el primitivo valor de rhylh m(u . v éase E. B F N IIF~l STF., «La notic n de 'ryüi me' dam son ex pressio n llngu istique». en Prob lem es de Iinguisl iqu t!glnfrQ/t , P arte, 1966, pá g. 327 Y slgs . (Articulo no incluido en la tr ad ucción española).
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inca paz de d ar cuenta de su razón y de su nú mero, po rque nun ca has visto en ning una ningún nú mero. PRO. - A mí al menos, Filebo, me parece que Sócrates ha expuesto perfectamente lo que acaba de decir. 18 FIL. - T ambién a mí me parece eso mismo; pero ¿qué nos d ice ese discurso ahora y q ué pretend e? SOC. - Con razón, Protarco, nos ha preguntado eso Filebo. PRO. - Bien. cont éstale. Sóc. - Lo haré despu és de haber agregado todavía una pequeña exp licación so bre estos mismos pun tos. Pues lo mismo que, según decimos, si alg uien capta alguna vez una un idad, no debe ése mirar inmed iatamente a la natu raleza de lo ilimitad o, sino hacia un núm ero, así también al contrario cuando un o se ve obligado a cap tar primero lo ilimib lad o, no debe pasar inmed iatamente a la unidad , sino tam bién a un núm ero que permit a concebir cada multi plicidad y acabar al final del todo en la unidad J I . Ca ptemos de nuevo lo que quiero decir en las let ras. PRo . - ¿C ómo? Sóc, - Después de que un dios o un hombre divino observó q ue la voz es ilimitada - según una tradició n egipcia fue un tal Theuth J1 el qu e observó el primero que las vocales en lo JI La posibilidad eJtpuesta a ho ra y la d e 16c y sigs., vuelven a lo mismo: en uno y otro caso se parte d e la mu ltiplicidad - a biert ame nte aquí, cam uflada en la unid ad del género nominal en 16c. Cf. G OLDSCH_ MIPT, oh. ci l ., pág . 238. n En el Fedr o se nos d ice de Theut h que descu brió , ent re otras artes , el nú mero, el célc uto, [a geometr ía, la astro nom ía y e n part icula r las letru . Si en el Frdro este ínvem c no es tao apreciado como aq uí es po rQue la exposición gira en torn o a la o pos ición lág05 vivo /letra muerta [sob re esto, véase L. GIL, cEl /ógos vivo y la let ra mu ert a _, Emnila 27 ( 1 9~9), 239 Ysip .). Aq uí, en cam bio, el descubrim iento es a preciad o porq ue se po ne el acen to en la clasificació n d e los so nidos, e n una co nsider ación Que podr[amn s llama r fo nológica.
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ilimitado no son una sola unidad sino más, y ade más, que otras articulacion es, qu e no tienen voz, participa n, sin cembargo, de algún ruid o, y qu e también de ellas hay un número, y separó como tercera especie de letras las que ahora llam am os mudas » . Después de eso dividió un a por una las qu e no tienen ni ruido ni voz y las que tienen voz, y las del segundo grupo del mismo modo, hasta qu e captó su número en cada una y en todas y las llam é elementos. Mas viendo qu e ninguno de nosotros pod r ía a prender cada una por sí sin el conj unto, calculó t ambién que ese vinculo era uno y qu e todo eso con stituía en algún modo un a unidad , y d las so meti ó a una sola ciencia llamán dola arte gramatical ) 4. F1L - He comp rend ido , Pr oterco , esta explicación como algo aú n más claro que la anterior, al meno s con siderad as en relación la una con la otra. Pero para mi le sigue faltando ahora a la exposició n lo mismo que hace un momento. Soc. - ¿No es, Filebo, el qu é t iene t ambién esto que ver con nuestro tema'! FIL. - SI, eso es lo que desde hace un rat o buscamos Pro tarco y yo. SóC. - En verdad cuando ya estáis sobre ello lo buscáis, según dices, desde hace un rato". , FIL - ¿Có mo? SóC. - ¿Acaso no versaba desde el principio nuestr a conversación sobre la pru dencia y el placer, sobre cuál de los dos debe ser escogido ? FIL.- ¿Cómo no? 11 Mientru que en C, a(. 39 3d-e Sócrates sólo disti ngue vocales y ceas.ona nles, en 424c añade los que ene JOn IOl'>Ol"OS, pero tampoco mudon, anticipando l. c1asifkación Que nos ofrece .hora. ) l Definición d e los e lemento s en el s istema. Sobre esto, véase 0 .1.0.1.-
ob. d r., r'g. 97 y sigs. n ¿Eco de Sófoc les, EJ. 449 Y sigs? Cf. Rep. 4, 432d -e.
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SOCo- D e hecho decimo s que cada uno de ellos es una un idad. FIL. - Así es. SOCo- Pu es bien, eso mismo nos exige la exposición ant erio r, ¿cómo es cada uno de ellos unidad y multip licidad, y có mo en vez de llega r a ser inmediata mente ilimitaN d os, ha co nseguido cada uno de ellos un núm ero an tes de llegar a ser cad a uno de ellos ilimitado? PRO. - Despu és de llevarnos dando vueltas no sé por qué vericueto s Sócr ates nos ha lanzado a una cuestió n qu e no carece de importancia, Filebo . Mira, pues, cuá l de nosotros contestar á a lo qu e ahora se nos pregunta. Q uizás sea en verdad ridí culo el que yo, q ue te he sustit uido a todos los efectos en la discusión, por no ser capaz de co ntestar 10 qu e ahora se ha preguntado, te lo encomiende de nuevo ; pero creo que sería muc ho más ridíc ulo el q ue no pudiera b hacerlo ningu no de los dos. Mira. pues, qué vamos a hacer. Me parece. en efecto . qu e Sócrates ahora nos pregunta por las especies del placer . si las hay o no, y cuántas hay y cuáles son; y también de la prud encia. igualmente y del mismo modo. Soc. - Dices toda la verdad . hijo de Calias; en efecto, si no pudi ésemos hacer eso con respecto a cada unid ad , semejanza o identidad, o su contrario, según ha demos trado la discusión anterior, ninguno de nosotros pod ría llegar a ser nun ca digno de aprecio en nada de nada. PRO. - Parece que ésta viene a ser la situación. Sóc rae tes. Bien está que el sensato lo conozca todo . sin em ba rgo, parece que la segu nda solu cié n » es que no se desconozca a sí mismo. ¿Por qu é digo esto? T e lo vay a explicar. Tú , Sócr at es. nos has co ncedid o a tod os esta reunión y te has lo La «segunda nave gación», mét odo m ás peno so e infer ior, pero tamo bién más seguro, ha aparecido ya en Fe d. 99d. Yen Polit . 300c.
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ofrec ido par a definir cuál de los bienes humanos es el mej or )? Cuando Filebo dijo q ué es el placer, el gozo y la alegria y todo cua nto es semeja nte, tú has rep licado que no era eso, sino lo que muchas veces nos recordamos volunta- d riamente, con aciert o, para som eter a prueba unos y otros valores q ue residen en nuestra memoria. Y d ices tú, según parece, que el bien q ue ha de ser correcta ment e proclamado co mo superior al placer es el intelecto, la ciencia. el arte y también tod as las cos as empare ntad as co n ellos; ésos son los bienes qu e ha y que conseguir y no aquéllos. Co n la oposición de las postu ras expuestas te amenazamos de r brom a con no dejarte volver a ca sa v hasta que, una vez analizadas y definid as, se alcanzara una solución suficiente; tú consentiste y te ofreciste a nosotros para ello, y aho ra nosotros decimos. como los niño s, que lo que se ha dado correctamente no se qu ita. Deja pues de enfrentarte a nosotros de este modo en la cuestión presente. SÓC. - ¿Cómo dices? P RO. - Lan zándon os a la apo ría y preguntando por 20 cosas de las que no pod ríam os dar te en el momento actual una respu esta suficiente. No crea mos, en efecto , que tenemos el fina l de las cuestiones ahora plan teadas en la aporía de tod os nosotr os w. sino que, si nosot ros no somos capaces de hacerlo, tú debes hacerlo w. Lo has prometido. Así, pues. considera tú mismo con respecto a ello si debes dividir las especies del placer y de la ciencia, o si de bes deja rlo, si es qu e puedes y qu ieres aclarar por algú n otro
J ' La j eearquizacién de los bien es el IIn eleme nto tradicional en la lírica simpos íaca. Q . el escolio qlle Sócral C$ recita y ..escenifica- en GOfg. 45 1e y sigs. JI cr. Rep. 449b-c. lO Afirmación par alela a la de Sócr ates en l 4b. . 0 Se justifica aqul la insistencia en el slljeto tú desde 19c.
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DIÁLOGOS
procedimient o las cuestiones aho ra debatidas entre nosot ros ". b SÓC. - Ento nces no debo seguir ab riga ndo ningún recelo, pu esto que así lo has dicho: en efecto, la expresión «si quieres» libera de todo te mor so bre cada un a de las cosas. y adem ás me pa rece que uno de los dioses me ha traído un recuerdo 42. PRO. - ¿C ómo y de qu é? SÓc . - H abiend o oído antaño, e n sueños o desplerto o, un as razon es, con sidero aho ra sobre el placer y la prudencia, qu e ni uno ni otra es el bien , sino un ter cer aspecto, distinto de ellos y mejor que ambos. Y si est o nos resulta e claro a hora, el placer queda apartado de la victoria, pu es el bien no pod ría ya ser lo mism o qu e él ¿D no? PRO. - Así es.
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S óc . - En mi opinión ya no necesitaremos pa ra nad a rec urrir a la división de las especies del place r. Al a vanzar, el a rgumento lo indica rá de un mod o aú n más cla ro . PRO. - Después q ue has dicho eso perfecta ment e, sigue. SOC. - Acordemos aún a ntes unas cosi tas. P RO. - ¿CuáJes? SOe. - ¿Es necesa rio qu e la perfección sea lot e de l bie n o qu e no lo sea? ' 1 Se intenta elud ir la clasificació n de tes especies del placer y d e la ciencia; en realida d só lo q ueda a plu .ada hasta 31b. 01 En el a nális is estr uctural de Gold scllm idl, tras la primera a porl a el interl()(:Ulo r neces ita una nueva inspiración pau co ntinuar la investiga_ ció n y se presenta co mo una súbita inspiració n, a veces form u lada po r el p ropio Sócrates . P ar-a el recurso a la inspiración divina, cf. 25bB· 10; W . 216d. u Fórm u la pa ra eludir la di5cusión de una hipó tesis. d . Carm. l 73a ; Teet. 2O Ic-d; LAy es 80011, %Ob. De hecho la disc usión es innecesaria porqu e las no ta s del bien - perfeceió n, suficie ncia , elegibilidad u niven a lso n d atos previos. So bre los sueños p remonitorios d e Só cr ates, cr. Crít. 44a y sígs., Ap . 33 c.
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PRO. - La suma perfecció n, Sóc rates. SOC. - ¿Y qu e'! ¡,Es suficie nte el bien? P RO. - ¿Cómo no?, y en ello di fiere de todo s los demás seres. Sóc . - Pu es bien , pienso yo , es absoluta mente forzos o decir esto de él: qu e to do lo qu e lo conoce lo acecha y persigue con la int ención de capturarlo y poseer lo, y no se preocupa de ningun a de las dem ás cosas, excepto de las que se cumplen con bíenes « . P RO. - No es po sible replica r a eso. SOC. _ Veamo s, pues, y juzguem os la vida del placer y ~ la de la prudencia , conside rán dolas aisladas. PRO. - ¿Cómo d ices? Só c . - Que no ha ya pr udencia en la vida del placer, ni placer en la de la prudencia 4S. En efect o es menester, si uno de ellos es el bien , que no necesite además de nada para nada: pues si result ar a qu e lo necesita, ento nces ya no es 2t ese nuestro verdadero bíen " . PRO. - ¿Cómo iba a pod er serlo? SOCo- ¿Intentamos pues so mete rlo a pru eba en ti? PRO. - Muy bien. SOC. - Contesta pues. P Ro . -Di. SOc, - ¿Acept arlas tú , Pro tar co, vivir toda la vida gozando de los mayores placeres? .. A ~[ act úa Eros en el disc u rse de Diouma, Banq . 203d. Ct. 204d20Sa. .. Pues no es otra cosa q ue el b ien lo q ue a ma n los ho mbres _, co ncluye en 20Se la sa bia o rad ora, reiterando lo que ya sabíamos por GOTK· 49ge, Y W . 22O b1. <) Esta situación viene a co rres ponder a l pla nteam ient o del F~di",: salvo la leve a lusión a l placer de la práct ica filosófica , e l placer en este d iálogo se rest rin ge a lo Ilstco y senti mental; los desprecia el filóso fo cuya vid a , pues, se: d ibuja co mo ellclusivamente oc up ad a por el intelecto . ' 6 Cf. el argumento sob re la autosufi ciencia del bien en el U sis.
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DIÁ l.OGOS
PRO. - ¿Por qué no? SOC. - ¿Creerías que necesitas ade más alguna otra cosa si tienes eso al cien por cien? PRO. - D e ningún mo d o.
Sóc. - M ira pues, ¿no necesitarías en algun a medida b de la prudencia, el intelecto, el razonamiento y cuantas cosas son sus hennanas? P RO. - ¿Por qué? Podría ten erlo todo al contar con el gozo. S óc, - E ntonces, al vivir así gpod rias gozar const antemente a lo largo de tu vida con los mayores placeres ? PRO. - ¿Por qué no? Soc. - S in tener intelecto ni recuerdo, ciencia ni opinión verdade ra, en pri mer lugar, i no es, ciertamente, forzoso qu e ignores eso mismo , si estás goz ando o no , puesto que estás vacío de toda prud encia? PRO. - Es forzoso. e So c. - E igualme nte, al no tener memo ria es ciert amente for zoso que tampoco recuerd es qu e gozaste en ot r o tiempo, y qu e no quede tampoco recuerdo algu no del placer que te e m barga en el momento actua l; asimismo, al no tener op inión verdadera no puedes estimar que gozas cuando estás gozando, y privad o de razona miento ta mp oco eres ca paz de est imar que gozarás e n el fut uro: vives no una vida hum an a, sino la de un pu lmón marino o la de alg un o de cua ntos anim ales ma rinos viven en conchas 47, d ¿Es así o po demos, al margen de ello , discurr ir de ot ro modo? PRO. - ¿Y cómo? SOC. - ¿D ebemos, e nto nces, escoge r esa clase de vida? PRO. - Este argu mento, Sóc ra tes, me ha redu cido ahora a una co mpleta incapacid ad de habla r. 41 Según l ~ clasificació n de TI'. 92b-c, son los más estú pid os.
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Sóc. - No nos relaje mos, sin e mba rgo; ca mbiemos y veamos, a su vez, la vida del intelecto . PRO. - ¿A qué clase de vida te refieres? SÓC. - Si alguno de nosotros aceptara vivir con prudcncia, inte lecto , cie ncia y pleno recuerdo de todo, per o sin r part icipa r de place r ni mucho ni poco, ni ta mpoco de dolo r, sino tot almente insensib le a t od as esas cosas . PRO. - Ninguna de estas dos vidas, Sóc ra tes. sería, para mí al menos. elegible. ni tampoco. creo yo, le podría parecer nunca a otro o . S óc. - ¿ y la que part icipa de am bas, Prot arc o, resul- 22 lado com ún de la mezcla de las do s? P Ro. - ¿Dices una vida de placer y también de intelecto y prudencia 4'1 SOC. - Sí; así la plan teo yo. PRO. - En verda d tod o el mundo la preferirá a cualquiera de aquéllas, y a ñadi da a aquéllas, tod os sin excepción. SÓe. - ¿Comp rendemos entonces qu é es lo que no s ocurre e n los argumentos presentes? PRO. _ Por supuesto : han sido propuestas tres vidas, ni una ni otr a de las do s primer as era suficiente ni elegible lo pa ra ningún huma no ni ser vivo . Sóc. - ¿Entonces, no resulta ya evidente al respect o que ninguna de esas dos contenía el bien? pues hub iera sido suficiente, per fecta y elegible por todas las plantas y los .. El filósofo ha pod id o postergar y desprecia r el placer. pero ni a un en los d iálo gos tajan teme nte ascético s como el Gorgitu o el Fl!dón ha podid o eliminarlo: el alma enca rnada tri buta a la sensibilidad . ... Frente a los d ii.logo i anteriores qu e rechazan como definición la simple suma de do s tt rminos. el Fik bo da ta l formula por buena . Es q ue aho ra no se tr ata de definir valores ab solutos. sino un valo r derivado. No bu scamos el bie n. sino el bien vivir en este mund o somet ido al devenir y a la dox a. er. OOl.DSCH MIDT, oh. cu., págs. 239·241.
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a nimales q ue tu viera n posibilidad de VIV i r así consta ntemente a lo la rgo de su vida. Y si algu no de noso tros prefirie ra otras cosas, escogerla co nt ra la nat uraleza de lo verda derame nte elegible, contra su voluntad, po r igno ran cia o por alg una o tra desafort unada necesidad. P RO. - D e hecho pa rece que es así. r SÓC. - Me pa rece qu e ha quedado suficiente mente demost rad o que la diosa de Filebo no debe ser considerada como lo mismo que el bien . F IL. - T ampoco tu intelecto, Sócra tes, es el bien, sino que merecerá los mismos reproc hes. Sóc. - ELmío , fácilmente, Filebo; no así, en ca mb io, el qu e co nsidero inte lecto verdadero y a la vez divino , pu es es de ot ro mod o so, No le dispu to a la vida mix ta los honores de la victor ia para el intelecto, pero hay qu e mirar y exumina r qué vamos a hacer a pro pósito del segundo premi o. d Pues podría mos atribuir la ca usa de esa vid a mixt a, el uno al intelecto, el otro al place r y así, aunq ue el bien no seria ningu no de lo s do s, alguien pod ría sospec har qu e uno u otro es su ca usa. Sobre esto, más aú n que a ntes, esto y d ispuesto a compe t ir co nt ra Filebo. defend iendo q ue en esa vida mixta, aq uello por cuya inclus ión esa vida resulta elegible y buena a la vez, no es el placer sino q ue el intelecto , es algo más em pa rentado y semej ante a ello , y conforme a este argumento no podría dec irse con verdad que al placer corresponde n ni el primero ni ta mpoco el segundo premio; y est á más allá del tercero si es menester que a hora co ncedam os algún c rédi t o a mi intelect o. PRO. - Pu es bien , Sócra tes, a mí al menos me pa rece qu e a ho ra el p lacer ha ca ldo co mo go lpeado por los argu.10 La espiritu al illleió n de Jo d ivino pertenece a la trad ición filo~ó fi ca . Por ot ra parte, si, como hemos de ver en J3 b, los dioses son inmunes a las afecciones de do lo r y placer , no cabe par a ello. hab lar de vida mixta; la suya será pura y es ta ré anclada en el int electo .
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mentes que acabas de ex poner. Au nq ue luc haba por el primer prem io ha sucumbido. Y, según pa rece, hay que deci r qu e prudent em ent e el intelecto no prete nd ió la victoria, pues hubiera sufrido el mismo revés. Pero si el placer Queda ra privado de plano del segundo premio se gra njearía alguna deshonra ante sus iradores; e n efect o, ya no les parece ria tan hermoso !'. SOC. _ ¿Y qu é? ¿No es mejor dejar lo ya y no afligir lo a plicá ndole la c ritica más rigurosa y refutánd olo ~2? PRO. - No dices nad a, Sócrate s. SÓC. - ¿ Porque he d icho un imposible, «afligir al pla-
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cer»?
P RO. - No es sól o eso, sino que también ignoras que ningu no de nosot ros va a dej ar que te mar ches antes de qu e lleves hasta el fina l la discusión de estas cosas. Soc. - ¡Vaya, P rota rco ! que el a rgumento qu e sigue es largo y no precisa mente fácil a pa rt ir de a hora. En efecto, pa rece que, al ma rcha r por el segundo prem io pa ra el intelecto, va a se r necesari a ot ra maqu ina de gue rr a; como otros da rdo s, disti ntos a los a rgu mentos de a ntes », a unq ue quizás algunos sea n ta mbién los mism os. Ento nces, i.hay que hace rlo? PRO. - ¿Cómo no? SOC. _ Procuremos precaver no s al plantea r su princi- r pie . I1 La observación de Prctarco parece some ter el placer al criterio de la sanció n social, a dóxlI ; pero, a la vez, ap unla a olr a acepción de dÓXQ, a ~lo q ue parece s. Y ~st a encierra ta nta mcertid um bre co mo la anterior. S2 Primera alusió n a la solidaridad placer-dolo r q ue a parecerá en 3 Jb. Co mo es sa bido esta cues tió n es básica en el F, dón q ue los describe e n la fibula co mo her man os sia meses. Al mismo t iem po la pa rad ójica expresión de Sócra tes nos o bliga a reconocer la e vide ncia: 10$ placeres impuros van siem pre doloridos. 11 Sócr ates an uncia un camb io; en realidad volvemos al métod o ini· cial, buscand o primero la fo rma única.
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D1Á LO<JOS
P RO. - ¿Oe qu é pri ncipio hablas? SOc o- Di vidam os e n dos todo s los seres q ue ex isten en el un iverso, o mejo r, si no te impo rta, en tres. PRO. - Podrías decir co n resp ecto a q ué. SOCo- Tomemos algo de los ar gumentos anterio res. PRo . - ¿Qué? SOCo- D ecíamos qu e el d ios seña ló lo ilimitad o de los seres, y también e l límite. P Ro . - Así es. ti SOC. - Ponga mos, pu es, esos dos géneros y como ter cero uno mixto de esos d os. Mas soy yo, por lo que parece, un indi vid uo rid ícul o a l separa r mo rosam en te los gé neros y al enume rarlo s. PRO. - ¿Q ué dic es", amigo. SOco - Me parece q ue voy a necesitar además un cuarto género . PRO. - Di cuá l. SOe. - Atiende a la ca usa de la mezcla de ésos ent re sí y concéde me. adem ás de aqu ellos tres, este cua rto . P RO. - ¿Y no necesitarás también un q uint o, ca paz de separa rlos ~? SÓe. - Posiblemente; no c reo, sin em bargo, q ue lo ~ vaya a necesit ar ahora; pero si lo necesitara par a algo, tú me perdo narás cua ndo persiga el qu int o. PRo . -Bie n. SÓC. - Empece mos po r separar en los cuatro los tr es p rimer os; tras ver qu e d os de ello s se escinden y dispe rsan cada uno en mu ltip licidad , reagrupándolos de nuevo en unid ad, intente mos ca pta r cómo cada uno de ellos puede ser un o y múlt iple. .. Cf. P LllTARCO, De E apud Delphos I S. Aunque en la co ntinuación del di álogo el q uinto género no interviene para nada, la po lémica sigue abierta.
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PRO. _ Si me lo ex plica ras de un mod o a ún más claro, le podría seguir mejor. SóC. _ D igo, pues, que los dos qu e propongo son los 24 mismos a los que alud íamos hace un mo mento, lo ilimit ado y lo qu e tiene límite; y qu e de algún mod o lo ilimitado es múlti ple, intentaré explicarl o. Qu e lo qu e tiene llmite nos aguarde . PRO. - Agua rda . SÓe. _ Obs erva. pues. Lo que te pido qu e veas es d ificil y sujeto a discusión; sin em ba rgo, obsérvalo. Mira, primero, acerca de lo más caliente y lo más frío, si podrías concebir un lími te, o si lo más y lo men os, resid entes en ellos de or igen, mientras resida n, no impiden qu e llegue a haber un fin. Pues en el moment o en que acontecier a el b tér mino también ambos habrían co ncluido. PRO. - Dices la pu ra verdad . Sóc. _ Consta nte mente, pues, decimos, hay más y menos en lo más caliente y lo más frío. P RO. - Y ta nto. Sóc, - Po r lo tanto el razonamient o nos significa que ellos dos nunca tiene n fin; y al ser infinito s resultan en verdad tot almente ilimit ados. PRO. - Rigurosam ent e, Sócra tes. Sóc. _ Has comprendido m uy bien, querido P rotarco; e recuerd a también qu e el «rigurosamente» que tú aca bas de pronunciar , como t ambi én el «suaveme nte», tienen la misma ca pacid ad que lo más y lo menos; en efecto, dond e qu iera que estén, no co nsie nte n q ue ha ya una ca nt id ad determinad a. sino qu e actualiza ndo co nstantement e en cada acción lo más violento que sosegado y viceversa, elaboran lo más y lo men os y eliminan la ca ntidad . En efecto, como se decía hace un momento, si no elimina ra n la cant idad, sino que dej ar a n q ue ella y la medida sur gie ran en la sede de lo más d y lo men os y de lo fue rte y lo suave, ellos mism os te ndrían
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DI ÁLOGOS
q ue desalojar la región e n la que esta ba n. Pu es ya no pod rían ser más calie nte ni más Crío al encajar la can tida d; y es q ue lo más cali ente, e igualmente lo más frío , avanza n constantemente y no se pa ran , mientras que la cantidad se de tiene y d ej a de avanza r. De acuerdo con est e razonamiento lo más caliente y t ambi én su contrario podrían ser ilimitados. P RO. - Por lo men os asl parece, Sócrates; pero, co mo r decías, est o no es fácil de seguir. Qui zás a fuerza de repetirlo una y otra vez pod amos enco nt rar, co n tus preguntas y mis respuestas, un acuerdo satisfactorio. SOC. - Bien dices; hay qu e intentar hace rlo asl. Si n embargo, co nsider a aho ra si, co n el fin de no ala rgarnos pa sando revis ta a tod os los casos, estamos dispu esto s a aceptar esto como indicador de la nat uraleza de lo ilimitad o. PRO. - ¿A qué indicador te refieres? S óc. c--T odo lo q ue no s parezca que llega a ser más y menos y que acept a lo fuerte o suave y lo dem asiad o, y todo lo semej ante, tod o eso se debe colocar en la es pecie de 2~ lo ilimitado co mo en una sola, conforme al razon amiento que hemos expuesto antes, de acuerdo co n el cual, si recuerd as, hay q ue indicar, en la med ida d e lo posible, una sola na turaleza reagrupand o tod o lo qu e está disperso y escindido. P RO. - Sí que me acuerd o. Sóc. - En cuanto a lo que no acepte estas calificaciones, sino todas las opu estas a ellas, en pr imer lugar lo igua l y la igualdad y después de lo igua l, lo doble y tod o lo qu e con relación a un número sea un núm ero o una med ida co n b relació n a una med ida, al incl uir absolutam ente tod o eso en el limite pod rla pa recer qu e actuamos bien. ¿O cómo dices tú SS? l'
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oh . ctr, pá g. 155 Y sigs., distingue dos líneas en la ínt er-
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PRO. - Perfectamente, Sócrates. SÓC. - Sea , ¿qué fo rma vamos a decir qu e tie ne el te rcer género, el que es mezcla de esas dos? PRO. - T amb ién tú , pienso yo, me lo vas a explicar. Sóc. - Será mas bien un dio s, si es que alguno de ellos llega a atender mis súplicas. PRO. - Suplic a, pues, y examina . Sóc. - Exa mino , y ade más me parece, Protarco, q ue uno de ellos viene ahora en nuest ro soco rro. PRO. - ¿Cómo d ices eso? ¿De qué pru eba te vales? e Sóc. - T e lo explicaré, claro está. Por tu part e slgueme en la exposición. PRO.- Ve hab lando. Soc. - Declamas hace un mom ento que hay lo más caliente y lo más fria , ¡,o no? P RO. - Sl. SOC. - Agréga les lo más seco y lo más húmed o, lo má s y lo meno s, lo más rápid o y [o más lento , lo mayor y menor y tod o lo qu e ant erio rment e hemos ido co locando en la naturaleza qu e ace pta lo más y lo menos como en una unidad. PRO. - ¿Te refieres a la de lo ilimitado? J prelación del IImile '1 lo ilimilado. la primer a de ellas, representada por Ron, Ta ylor, etc., 105 entiende como lllllicipació n de forma y mat eria en Arist 6telel. La segunda, en la qu e destaca I Strike r, entiend e que lo ilimitado el un co nju nto de conceptos '1 q ue no tiene directamen te q ue ver con los objetos sensibles. A b tu Gosling o pone 5U propia interpretación: para t i Plató n relaciona los estudios so bre los irracio nales '1 el hedon ismo de Eudoac y, en fin de cuentas, al ha blar de pi'QS '1 tÍptlrOll, y de su mezcla. se está ocupando del desarrolle de la ,kh"a ; co n base matemática '1 no de la co nsruución de los o bjetos. SAYIll::. oó. cit.• pá gina 141 '1 srss., le reproc ha precisamente esta última afirmaci6n sobre la base de 16c9-IO. 27a l l , 25e4, 26d9· 10 y 27b7-9. r ara este aut or áptiro" corres ponde en el Fileb o a lo que Arist óteles llama ~lo grande y (Jo) pequeñ o» en el libro primero de la Metafísica.
J OWCI ,
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Dl Ál.OGOS
Sóc. - Sí. Además de eso mezcla también en ella la estirpe del lím ite. P RO. - ¿C uál? SÚe. - La de lo qu e tiene forma limitada, qu e hace un momento d eb íamos ha ber reagr upado también e n un idad, como hicim os con la de lo ilimitado, pero no la reagrupamo s. Pero quizás pare ahor a en 10 mismo, si, al qu eda r reagrupadas a mba s, ta mbi én ella nos resulta manifiesta. PRO. - ¿Cuál y c6 mo d ices? SÓe. - La de lo igual y lo doble y todo 10 qu e pone fin e a la oposició n de los con trarios, y que, al im ponerles un número los hace pro porcionados y co ncordantes S{í. PRO. - C omprendo. Me pa rece, e n efecto, que quieres decir qu e, al mezclarl as, resultan en cada caso ciertas generaciones . SÓC. - Correcto. PRO. - S igue hablando. SOC. - ¿No es ciert o que en las enfermed ades la correcta com bi nació n de estas cosas engendra el estado de salud 371 26 PRO. - T otalmente. SOC. - i.Y en lo agud o y lo grave, lo rápido y lo lento, qu e son ilimit ad os, no so n acaso esos mismos los qu e con su presen cia producen el límite y co nsiguen con ello la plena perfección mus ical? PRO. - Perfe ctamente. SOC. - De hecho su presencia en los frío s y en los calores elimi na lo exces ivo e ilim ita do y produc e a la vez mod eraci 6n y prop orci6n. PRO. - ¿ y bien? b Soc.- En to nces, ¿de ello nos han nacido las estaciones ~ Sobre la relació n de l limile con la medid a absolut a del Políl iro. d . oh. en.. pág. 83.
G Il UBt:,
" Eco d e la d o ctrina d e Alemcón , para qu ien la salud es equilibrio de los humores. e f. Ti. 64a y sigs.
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y todas las co sas hermo sas, de la mezcla de lo ilimitad o y In que tiene limite ss1 P RO. - ¿C6mo no? SÓC. - y om ito el mencionar otras muchas cosas, como belleza y fuer za con salud y en las almas tambi én otras muchas y mu y hermosas cualida des 39. En efecto, mi her moso Filebo, la pro pia di osa, al ver la desmesur a y la t otal perversi ón de tod os los que no tienen e n sí límit e alguno ni de los placer es ni del ha rtazgo, impuso la ley y el orden que tienen límite w. Tú los reputas an iqui ladores; yO, en camhio, afirmo que so n salvadores. Y a ti, Protarco, ¿qu é te e parece? PRO. - Tota lmente conforme a mi idea. Só c . - Ento nces, si lo com pre ndes, te tengo explicado s los tres primeros géner os. PRO. - Cre o habert e ente nd ido . Me parece, en efecto, qu e conside ras un género lo ilimitado y en segundo lugar también un género lo limit ado en los seres. Sin emba rgo, en cuanto al te rcero , no comprendo muy bien qué quieres decir con él. S óc. - Es que , mi ad mirable am igo, la mu ltitud de la gene ración del tercer género te ha sorprend ido, aunque ta mbién lo ilimitado proporcion6 muchos géneros, al so-- d meterlo s al sello del género de lo más y su contra rio, a pareció, sin embargo, como un solo género. PRO. - Es verda d. ~
er.
uy~s 889a }' sigs. VI S ayre ins iste un a y oITa va e n que:, e n el Filebo . ta nto las formas co mo las rosal sensibles está n co nstituidas po r limite y lo ilimitad o y e n que esto mismo es lo q ue repite Aristóteles en M~I. 987b20-22. De ello pod r ían ser test imonio tas cua lid ades a lud id» aqul. Cf. oh. ci l. , pág. 179. fIO Para la relació n de mimos y 16xis ~uc Gorg. 504d , Rep. 587a, r eyes 673e, 7SOd, S35b Y 875<1. También co nviene recordar aqul la d efini· ción de arel! en Gorg. 506d 5 y sigs., y la d e t caíon en TI"m. 87c4.
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SOC. - Por su pa rte el límite no ten ia muc hos, pero tampoco nos tuvimo s qu e disgustar porque no fuer a uno por nat uraleza. P RO. - ¿Cómo íba mos a hacerlo? SOe. - D e ningún modo. Di pues que yo llamo tercer género, co nsid erá ndolo una unid ad , a t odo lo engendr ado por aq uéllos, gene ración al ser qu e es efecto de las medidas que se rea lizan con el límite 61. P RO. - H e com prendido. r SOc . - Pues bien, adem ás de esos t res hem os dicho ant es q ue habia que examina r u n cua rto género. Haga mos j untos la investigac i6n. M ira, pu es, si te par ece necesario q ue todo lo q ue llega a ser proceda de algu na caus a 62. P RO. - A mí, al meno s, sí que me lo parece, pues, ¿cómo pod rí a ha berse prod ucido sin ello? SOC. - ¿E nt onces la nat ur aleza del agente no difiere: en nad a más que e n el nombre de la ca usa y esta r ía bien d icho que lo agente y la ca usa so n uno? P RQ. -Bien. 21 SOC. - Pu es ta mbién vamos a encontrar que lo hecho y lo que ha llegado a ser, co mo antes, no d ifieren en nada más que en el nomb re. O ¿cómo lo ves? P RO. -Asi. SÓC. - ¿Y, po r naturaleza, no precede lo agente, y lo hecho , al llegar al ser, lo sigue? PRO. - Totalmente. SOCo- En ton ces son cosas distintas y no la misma la ca usa y lo que obedece a la cau sa pa ra su ge neración. . 1 K R" M ER~ Ar~te bei PWfO u nd A riuoteíes, relacio na este pasaje oon Teer. 176c, d ondc hm 'J Qp'iron se c omport an co mo modelos d c la esencia y del no ser de tod as las cosas . Pa ra Say rc resulta claro que P latón nos dice aq ul q ue las CaSal sensibles resulta n de la inte racci6 n de limite e ilimitado. 6.l Cf. Bonq. ZQSb, Fed. 991:>. Sof. 2M b, Tím. 28a, ú yt S 891c, etc .
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PRO. - ¿Y bien'! SOco - ¿De modo qu e las cosas que llegan a .ser y aque llas de las que nacen nos proporcion an la t otalid ad de los tres géneros? Il RO. - y ta nto.
SOc. _ Decim os que 10 que produce to do es? .es el b cuarto. la ca usa, en la idea de que ha qu edado suficientemente dem ostrado que es d istinto de aquellos primeros. PRO. - En efecto, es distinto. SOCo_ Una vez definid os los cuatro, conviene, pa ra memoria de cada cual, enumera rlos seguidos. PRo . -Bien . SOC. _ En primer luga r digo lo ilimitad o , en segundo el limite, luego , en terce r luga r el ser mezclad o y producid o a part ir de esos dos; al dec ir que la causa de la mezcla y la generaci ón es el cu arto, ¿hay riesgo de que dese nto ne en
algo? e P RO. - ¿Cómo iba a haberlo? SÓC. _ Vale pu es. ¿Cuá l será nuestro argume nto a co ntinuació n y con qué intención hemos llegado hasta aqu.í? . No será esto: a ndába mos buscand o si el segundo prermo ha bla de co rres ponder al placer o a la prudencia? ¿No es
nsl? PRO. - As! es. SOCo_ Ento nces, una vez qu e hemos hech o así estas divisiones, [no podrla mos quizás concl uir mej or ahora .el juicio sobre el primer y el segundo premio , de los que discutíamos al principio? PRO. - Probablemente. Só c. _ Ea pues; pusimos como vencedora a la vid a d mixt a de placer y prud encia. ¿,Era asi1 P RO. - As¡ era. SOCo_ Vea mos enton ces esa vida, qué es y de qué clase.
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DIÁLOGOS
P RO. - Conforme . SOC. - Vam os a dec ir, creo, qu e es part e del tercer gé nero; en efec to. aqu el género mixto no lo es s610 de los otros dos, sino de todos los ilimitad os al quedar sujetos po r el limite, de mod o qu e con ra zón esa vida vencedora resuttarla fo rma r parte del género en cuest ión. PRO. - Perfectam en te. ~ S óc . - Sea. ¿Y qué pasa, Filebo, con la lu ya. que era placen tera y sin mezcla? ¿En cuál de los gé neros mencio nados debe mo s incluirla para hacerl o co rrec ta mente? Pero an tes de exp oner tu opinión contésta me a esto . FIL. - D i. SOC. - ¿P lacer y dolor tienen límite, o so n de lo que ite más y menos? F IL.- Sí, de las cosas que ite n lo más, Sócrates; no seria, en efec to, el place r bien t ot al si no se diera el caso de qu e es por n atu raleza ilimitado ta nto en núm ero como en inte nsidad . 28 SOC. - T ampoco podría, Filebo, ser el dolor mal total, de mod o que hemos de ver ot ra cosa disti nta a la naturaleza de 10 ilimitado que propocione la parte de bien a los placeres 63. Quédate adquirido el género de esos ilimitad os; ¿y pru dencia, ciencia , intelecto , en cuál de los géneros citados debe mos, Protarco y Fileb o, colocarlos para no incurrir en impiedad? Pues me pa rece que no es peq ueñ o el riesgo que corremos al ace rta r o no co n la resp uest a co rrecta a lo que aho ra se pregu nta. D F IL - Re verencias a tu pro pio dios, Sócrat es M . Sóc. - y tú a tu diosa, compañero ; sin emba rgo, hemo s de contesta r la pregunta. u La falla de límite es, po r tanto, una ca racte rística neltat iva en el placer. a . G" P" MER, ob. cit.• pág. 116. M Op osición e ntre la diosa de Filebo. lI~d(m~. y la de Sóc ra tes, ident ificada por f1 URY y GADAI.lf.R con Ph r ánesis.
Fl L EBO
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PRO. _ Sócr ates lleva razón , Filebo. Hay q ue o bedere r ]e.
Filo - ¿No habías qu edado e n hab la r t u por mi, Protarco? PRO. - Si, pero ah ora no sé qu é hacer; t e ruego, Sóc rates, qu e tú mismo te conviert as en nuestro profeta , pa ra evita r qu e al cometer noso tros algú n error e n cua nto a tu favori to te vaya mos a decir algo fuera de la no ta. SOC. - Tendré que at end er tu petición , Protarco, que e ta mpoco es difici l lo que me enc arga s. Pero , ¿de verás te he turbado al adoptar , de broma, un tono solemne, como ha d icho Filebo , cua ndo preguntaba a q ué género pertenecen int electo y ciencia? PRO. - Del tod o, Sócrates. S óc . _ Pues es fáci l; en efecto, todos los sa bios con cuerdan - con lo que en realidad se dan inc ienso a sí mismo s- e n que e n el intelecto tene mos el rey de cielo y tierra. Y qu izás diga n bien . Pero , si quie res, ex aminemos con ma yor detenimiento el género al que pertenece, P RO. _ Habl a como quieras, Sócra tes , sin preocupa rte d de la exte nsión por nosot ros, convencido de qu e no vas a disgustarnos. S óc . _ Bien dices. Empece mos, pu es, por formular esta cuestión. PRO. - ¿Cuá l? SOC. - ¿Afirma mos, Pro tarco , que a todas las cosas y a esto que llamam os univer so los rige el pode r de lo irraciona l, el azar y lo qu e salga M , o, po r el contrari o, como decía n nuestros predecesores M , lo gobiern an el intelecto y una ad mirable prudencia que lo ordena? 6. er. Su! 26Sc, ú~s tlS9a y sigs. .. Posible alusió n a Anaxá goras. KIlÁMf lt relaciona este pasaje con Rep. SOO, do nde es misión del pode r filosófico la composición y la mezcla.
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PRO. - Nada de eso, sorprendente Sóc rates. l o que tú dices ahora no me parece pia do so. Sino que decir que el intelec to lo orde na todo, eso es lo qu e es digno de lo que vemos de l cosmos y del sol, de la luna y las estre llas y de tod a la revo lución celeste, y, por lo menos yo, no podría expresar me ni op inar de otr o mod o sobre ello. Sóc, ~ ¿Q uieres, entonces, que también nosotros aproo 29 bem os algo acorda do por nuestros predecesores, a sa ber que esto es así y que creemos qu e, en vez de limitarn os a repeti r sin riesgo las opiniones ajenas, acepta mos también el de merece r nuestra parte de censura cu ando un hombre há bil afirme que eso no es así, sino qu e carece de orden? PRo . - ¿Cómo no iba a querer? SÓC. - Ea pues, co nside ra el argumento que a propósito de ello se nos ocu rre ahora. PRo . -Dilo. SÓC. - Vemos qu e los elemen to s que const ituye n la naturaleza de los cuerpos de todos los seres vivos, el fuego, el ag ua y el ai re y ta mbién la t ie rra, como dicen los qu e pad ecen una tempestad 67 , entra n ta mbién en su com posición. IJ P RO. - Con razó n hablas en estos términos, ya que pad ecemos un a verdadera tempestad por nuestra ignor ancia en estas cuestiones. SOCo- Venga; acepta esto a propósito de cad a uno de los que hay en nosotros. PRO. - ¿El qué? SOCo- Q ue cada uno de ellos só lo está en nosotros en pequeña y pob re medida, qu e de ningún mod o y en ningún se ntido es pum y qu e carece de la ca pacidad d igna de su naturaleza. C uando lo haya s ca ptado en uno , piensa lo ., O. EsQUILO, A g. 899. La imagen es recu rren te en Pu.rÓN: d . 1.4.
194c, F.u tid, 2!Ha. Rep . 472a.
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DIÁL OGOS
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mismo de tod os. Por eje mplo , el fuego est á en nosot ros y iarnhié n está en el universo. PRO. - ¿Y bien? SOc o_ El que hay en no sotros es pequeño, débil Y € pobre: el q ue hay en el universo, en cambio,.es ~ m irable por su cantidad, belleza y po r su plena capa cidad ignea. P RO. _ Gran verdad es lo que dices. SÓC. _ ¿Y qu é? ¿El fuego del universo se alimenta, nace de y es regido por el que hay en no sotros, o, al revés, el mío y el t uyo y el de los demás seres vivos tienen todo esto por obra de aquél? I)RO. - T u pregunta no merece respuesta. . SOCo _ Bien. Lo mismo di rás, creo yo , acerca de la ne- d rra de aquí que ent ra en la compos ición de los seres vivos y de la que ha y en el un iverso y de todos los demás elemen tos por los qu e ha ce un mo mento te pregunta ba. ¿Contestus igual? PRO. _ Dand o ot ra respuest a ¿quién pod ría parecer en su sa no juicio? . SOc. _ Casi nad ie; pero atiende a la consecuencia. ¿No llamamos nosotros cuerpo a t oda s las cos as recién cit adas cuando vemos que se congregan en un a uni dad? PRO. - ¿Y qué? SOc. _ Acepta también lo mismo pa ra esa un idad que ~ llamamos cosmos; po r la misma raz6n será un cuerpo, puesto que está com puesto por los mismos elemento s. PRO. - Exact amen te. SOC. _ ¿Ento nces de ese cuerpo el nuestr o lo recibe tod o, o es del nues tro del que aq uél se alime nta , ha tomado y tiene todo 10 que decíamos hace un moment o? PRO. _ T ampoco valla la pena hacer esta pregunt a. SOCo _ ¿Y qué? ¿Vale esta otra la pena? ¿Qué vas a JO contest ar? PRO. - Di cuál es.
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S óc . - ¿No vamos a afirmar q ue nue stro cue rpo tiene un alma ? P RO. - C la ro q ue lo vamos a afi rma r. SOC. - ¿De d ónde la ha to mado, querid o Protarco, si no se d iera el caso de qu e el cuerpo del uni verso es animado y tiene las mismas cosas que éste y a ún más herm osas en todos los senlídos 68? PRO. - Está claro qu e de ningún otro luga r, Sócra tes. SOC. - No pensamos, sin d uda , Protarco, en cua nto a aquellos cuat ro gé neros, límite. ilimitado, común y el género b de la ca usa q ue est é en todo como cua rto, que éste, que es el qu e en nu est ros cuerpos produce el alma e infunde el ejercicio co rp oral y la medi cina que lo cu ida cuando desfallece y qu e en otros seres, con las designaciones de todas las r~mas del sa ber, compone y restaura otros aspectos, que , Sin emba rgo, au nq ue en el conjunto del cielo están presentes los mism os elementos, en ma yor medida, y además herm osos y puros, en ellos no hubi era conseguido producir la natura leza más herm osa y estima ble 69 . .. PRO. - De ningún modo tendría eso sentid o. SOC. - Entonces, dado que esto no es pos ible, siguie ndo el otr o razonamiento, podemos decir mejo r lo que muc has veces hemos reiterado: que hay e n el un ivers o gran ca ntidad de ilimita do y suficie nte limite y además de ellos una ca usa no medi ocre que ordena y regula años, es tac iones y meses, lla mada con toda j ust icia sa bid uría e intelecto 70. PRO. - Co n tod a just icia, indudabl emente. Sóc . - Sa bid uría e intelecto sin al ma, en verdad nun ca podrJa hab erlo s. Tam bién en el 7'imel) el mundo es un ser vivo dot ad o de al ma . Argum ent o dedi cado a ensa lzar la dignidad de l alma y su supe rior va lla s ~ bre el c uerp o. Esto es d og ma siempre afir ma do p or Platón. v éase, en pa rt icula r, Leyes 726a6 d onde afirma que es ,do mejor que tene mos". JO ct. Sol 265c, l-l'Y eJ 889a y sigs. .1
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PRO. - En efecto, no podría ha berlos. SÓc . _ Ento nces dirás que en la naturaleza de Zeus d hay, por efecto de la causa, un al ma de rey y un intelect o de rey, y en los demás dioses otras mu chas cua lida des. co nforme a lo que a cada un o le es grato ser llam ado. PRO. - Y tanto. Sóc . - No vaya s a figura rte , Protarco, qu e hemos expuesto este razona miento e n vano , sino qu e es solida rio de los qu e en el pasad o revelaron qu e el intelecto siem pre gobierna el univer so. PRO. - En efecto, tal es. Soc o- Y, po r lo menos, ha proporcionado resp uesta a mi cu estión, a saber que el int elect o es un ele me nto del género llam ado causa un iversal 11; y en éste teníamos un o (' de los cuatro. Con esto tienes ya nuestra respue sta . PRO. - Quedo muy sat isfech o con ella, yeso que me has contestado sin qu e me diera cuenta. SOCo- Es que , Protarco. las br omas son a veces un descan so en las cuestiones serias 72. PRO. - Bien dices. SÓC. _ Por lo ta nto, co mpañero, ha qu edado probado II por nosotros de modo bast ante adec uado a qué géne ro per· tenece el intelecto y qué ca pacidad t iene. PRO. - Totalmente. Soc. - Igualmente el género del placer ya ha bía aparecido a ntes. PRO. - Y tanto. 11 Un pr eced ente de esta afi rmación se encue ntr a e n Ff'd '. 97b. Co mo o bserva G Ol.l) SCHMlDT, ob. cil.. pág. 24 3, con su pert enencia al género ca usa queda pro bada la sup er ior id ad del int e lect o sobre la vida millla (producto). que sólo es p referi ble en este mundo , n Sobre la filo sofla co mo el juego serio, véas e J. S "' NCHF-r. LA.~ SO n ¡; I,A V¡;OA, «E l Diálogo y la filosofí a p lat óni ca del ar te», EC 54 (l96B) , 320 Y sigs.
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FILE BO
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S óc. - Recordemos, pues, tambi én acerca de am bos, q ue el intelecto está emparentado 73 co n la causa y viene a co incidir co n ese género, mient ras que el placer es, por si mismo, ilimitado y per tenece al género que, en sí y po r sí, ni tiene ni ha de tener nunca principio ni med io ni fin. PRO. - Lo record amos, ¡,cóm o no" b SÓC. - Despu és de esto es menester qu e veamos dónde reside cada u no de ellos, y por qué accidente se produ cen cua ndo se prod ucen. En primer lugar el placer: lo mismo que po r él iniciamos el análisis del género, tambi én ah ora en este aspecto será el primero . Sin embargo, nu nca pe dríamos analizar ca balment e el placer sin to mar en cuenta el dolor. PRO. - Pues si hay que ava nzar por ese cam ino, ava ncemos por él. Sóc . - ¿P iensas co mo yo so bre su generación? e P RO. - ¿El qué? Scc. - Me parece que el do lor y el placer se dan po r na turaleza en el género común 7~. PRO. - Recu érdanos. al menos, querid o Sócrates, a cuál de los géneros enunciados pretendes apunta r con lo de «comú n». SOC. - Asl será en la med ida de lo posi ble, mi irable amigo. P RO. - Bien dices. '1 En el mismo sent ido se nos dice en Fcd . 79b y sipo que el alma esú emparentada con las formas. 1« Sócrates acaba de reco rdarnos que File bo lo ha bla incluido en el género de lo ilimit ado como le co rrespo nde de acuerdo co n las Indica cicnes metod ol ógicas de 24a y sigs. po r ad mitir m ás '1 menos . La sustitución de ~ mill to. po r -común. no implica cam bio en su con ten ido, como vemos en las frases siguientes. El prob lema, pues. es que puamos a co nside rar el placer como prod cc ro y ya no como ingrediente - a uIK/ ue sigue: perten eciendo al género d e lo ilimitad o (d. 32d)~ po rq ue sólo podemos ca ptar su natu raleza ~ 'I la del dolor- en el género mixt o.
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Sóc. _ Pues bien, entendamos por co mún, de los cuarro géneros, el que citamos en tercer lugar. .. . PRO. _ ¿El qu e mencionaste .después de lo Ih ~ltado y cIlímite, en el que incluías también la salud y, segun creo , la armonia? SOC. _ Perfectamente. Pr esta ahora ma yor atención
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aún . PRo . -DL SÓc . _ Digo, pues, que al desha cerse eñ nosot ros los seres vivos la armo nía, simultá nea en el tiempo a la disolu ción de la naturaleza es la aparición de do lores. P RO. - Lo que dices es plenamente verosímil. SÓc . _ Hay que decir , pues, qu e al ajustarse de nuevo la armonía y volver a su propia nat ur aleza aparece el placer, si es que hay qu e hablar de las cosas más impo rtantes con pocas palabras y 10 más dep risa posible. PRO. _ Creo, Só cra tes, que llevas razón , pero procura- • remos decir eso mismo de mod o aún más claro . S óc . - ¿Es, entonces, más fácil ent ender las cosas corrientes y manifie stas'! PRO. - ¿Cuá les? SOC. - Por ejemplo, el hambre, ¿es disolución y do lor? P RO. - Sí. S óc . _ y el hecho de com er, que es satisfacción de nuevo, ¿será placer n ? P RO. - SI. SOC. _ y la sed, por su parte, destru cción , dol or y disolució n, mientras que la capacidad de lo húmedo, al llenar Co mo indica CRO I>IB IE, A ",ili.lis dc IIU doc rrimJ.l de Platón. trad . - ~ 'd , 1979• pág. 149 , sip., Plató n asocia eonste nremeete el f plaesp., M .....n cer con la noción de satisfacerse. Tod os los ejemplos que SÓCrates o rece se refieren a placeres Ilsicos, si bien supera la lista hab itu al de comida, bebida y sexo. Notemos que estos ejemplos no constiluyen placeres ..reales» conforme II Rep. S83e. l'
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DI ÁLOG OS
lo que estab a seco, es placer, también la sepa ració n y diso lució n con tra la natu raleza, efecto s del ca lo r sofocante, son dolor, mientras que la restitució n conforme a la nat uraleza y el refrescarse, placer. P RO. - C o mpleta mente. SÚC. - y la congelación de los hum ores del ser vivo, con tra s u nat uraleza, por causa del frío, es do lor, mientras q ue cua ndo vuelven a su est ado y se funde n, el regreso conforme a la natura leza es placer. En una pa labra, mira si te parece adecuada la expr esión qu e diga que cua ndo se desb truye el género a nimado 16 nacido de lo ilimitado y del límite, confor me a la nat ura leza. al cua l aludla an terio rmente, la dest rucción es dolor y el regreso al ser propio de cada cual, ese regre so es para tod os los seres placer " . PRO. - Sea. Me parece, en efecto , que est o es un principio genera L Soc. - Pongamos, pues, que un a especie del dolor y del placer es la q ue se da en cada un a de esas circunsta neras. PRO. - itido. SOC. - Po n, pu es, de acue rdo co n la pre sun ción de esos e accidentes por pa rte del alma, po r un lado la esperanza de placeres co mo agrad a ble y causa de confianza, y por otro la ant icipación de pesares como algo temible y dol oro so. PRO. - De hecho ést a es la ot ra especie del do lor y del placer y, al ma rgen del cuer po , tie ne luga r por la expectación de la propia alma. 32
... So bre las di ficultade s de interpretació n qu e plantea aq ul el t érmino ' idos. cf S AYRE, oo. cu .• páll. lll l Y sigs., y pág. 301. notas 87 y 90 . 71 Este plan teamient o - el placer es la consecu encia del bue n fuo cionam ienlo de un orga n ismo sano - concuerda con la defi nición o nto lógica de la a'''¡ e n el Gorgios y co n sus co nsecuencias ét icas que precisa la Rep ti.h/ica: el hom b re ju ste , esto cs. el q ue actualiza y p reser va e n su alma la o rgani zació n ord ena da d e sus ~ele mentos~, el incompar a bleme nte más feliz q ue el tir ano.
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Sóc. _ Lo has comprendido bien. En efecto, yo creo al menos esa es mi opinió n- que en estas especies de placer y do lor, que son puras 18, según parece, y sin mezcla, ti habr á de quedar claro en lo relativo al placer, si to do el g éner o es d igno de ser querido , o si debemo s atribuir esta cualidad a algún otro de los géneros antes mencion ad os, y en ca mb io, el placer y el dolor , como lo caliente y lo frío y todo lo que es semejante, un as veces de be ser qu erid o y otras no, en la ide a de qu e no son bienes y qu e solamente a veces algunos acept an la naturaleza de los bienes. P RO. _ Hablas perfectamente; po r ello es menester q ue lo qu e ahora perseguimos conti núe por ~ ca mino. . S óc . _ Ento nces vea mos esto en pnmer lugar : SI realmente es lo que hemos dicho , qu e la destrucció n es dolor y t la recuperación placer, consideremo s a pro pósito de los seres vivos que ni se están destruyendo ni se están recuperando, cuá l debe se r en tal caso el estado de cada uno de ellos cuand o se encuent ran as l. Presta mucha ate nció n y cont~ta; ¿no es, acaso, de toda necesidad que tod o ser viv~ en ese moment o no sienta ni poco ni mu cho dolor DI placer "? PRO. - Necesariamente. S óc. - ¿Tenemos, entonces, en éste un tercer estado además de aquellos en el que se goza y en el que se sufre? 13 P RO. -¿Y bien? S óc . _ Ea pues, procura reco rda rlo . En efecto, no es pa ra nosot ros de escasa impo rtan cia co n relación al ju icio
11 Para H AR DING . toe, ril.• pág. 48 Y sip., y de acuerdo con H l ll ZEl . lj pis lt ka; hi donls constitu yen UDa interpolación. Por otr a pa~e n~l.c mos q ue aq ul se ap unt a el criter io rea lmente opera nte en la c1l1$lfieaClOn de los placeres. .. Par a Calicles (Go,g. 492e) este esta d o es el de u n cadáver o el de
una pied ra.
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DIÁLOGOS
del placer el que lo recordemos o no. Ma s si no te imp orta, detengámon os un poco sobre este estado. PRO. - Di cómo.
s oc. - Al qu e haya escogid o la vida de la prudencia sabe s que nad a le imp ide vivir de esta ma nera. b PRO. - ¿Quieres decir la que no incluye gozo ni do lor? S óc . - En la compa ración de las vidas se dijo qu e el que escogiera la vida del inte lecto y la pr udencia no de bía gozar ni much o ni poco . PRO. - Y tant o qu e se dij o. . Sóc. - Entonces tal seria el estado de ese hombre; y quíz és no sea a bsurdo el qu e esa fue ra la más di vina de todas las vidas.
PRO. - Por lo menos no es verosímil que los dioses gocen, ni lo co ntra rio Ill. S óc. - En efecto, no lo es; pues seria ind eco roso que e les aconteciera lo uno o lo otro . Pero eso ya lo vo lveremos a ver más ad elant e, si viene al caso, y lo ap licaremos al intelecto con vistas al segundo premio, si es que no podemos a plicárse lo con vistas al primero. P RO. - Llevas muchísima razón . SOC. - Precisamente la segunda especie de placeres, que , declama s, perte nece ex.clusivamente al alma ha nacido toda ella del recuerdo . PRO. - ¿Cómo? SOC. - El recuerd o, segú n parece , habrá que definir pr imero qu é es y posiblemente aun an tes que el recuerdo la sensació n, si es qu e lo relativo a estas cuestiones ha de quedarnos debidamente claro. a PRO. - ¿Có mo dices? 10 L. «risa homérieu de los Olimpicos es co ntraria l la serenidad divina en Rep. 388e; igualmente sus lágrimas en Rep. 390b y Leyes 636t. En Epin . 985a el di os, por la per fección de su nalUra lel.a, C'Il ajeno al placer y al dolor, q ue, en cambio, puede afectar a los daímones.
H UBO
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Soc._
Pon que de los accidentes que en tod o momento rll. perímentamos según el cuerpo, un os se agotan en el cuerpo antes de llegar al alma , dejándola insensible, míent tas que otros penetran a ambos y prov oca n un a especie de sacudid a propia y a la vez común a uno y ot ra. Pao. c-e Sea. Sóc. _ Si decimos que (os qu e no penetran a am bos esca pan a nuestra alma y no , en cam bio, los que sí los penetran, ¿habla remos correctamente? • PRO. - ¿Cómo no? SOCo_ De ningú n modo vayas a suponer qu e en el . ~ del "escapar» vengo a aludir en algú, n senuid o a1 o nge olvido; pues el olvido es éxodo del recuerdo y e.n la suuacl ón mentada aho ra todav ía no ha nacido. Decir qu e hay pérdida de lo que no es ni ha sido nunca seria ab surdo. ¿O no?
P RO. - Y tanto. SOCo_ Entonces cambia sólo los nombr es. PRo . - ¿Cómo? Sóc. _ En vez de llam arla «escapar al alma », que es lo que ah ora llamas «ol vido», a la sit uaci6n en que q~e d a insensible a las sacudid as de l cuerpo lIámala «a usencia de sensación». 34 PRO. _ Enti endo . SOc o_ y al hecho de que el alma y el cuerpo sean afectados juntamente en una misma afecció n y junta me~te sean movidos, si le llamas a ese movimiento «sensaci ón» no hab larlas fuera de to no. PRO. - Dices la pu ra verdad. SOC. _ Ento nces, ¿co mprende mos ya a qué queremos llamar «sensaci ón»? P RO. - Y ta nto. SÓC. _ Al decir que el recuerdo es «co nservación de la sensaci ón» uno habl arla, en mi opi nión, correctamente.
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"
DIÁLOGOS
P RO. - y tan correctamente. Sóc. - P ero, ¿no decimo s qu e la reminis cencia es dife-
rente de l recu erdo 811 P RO. - Q uizás.
Sóc . -¿Y no será en esto? PRo . - ¿En qué? SOC. - Cuando el alma, por si misma y sin el cuerpo, recob re en la may or med ida posible lo que experiment6 en otr o momento co n el cuerpo, entonces decim os qu e llega a la reminiscencia. ¿O no? PRO.- Total mente. Soc. - De hecho tamb ién cua ndo ha perd ido el recuerdo de una sensación o de un co nocimiento y lo vuelve a adquirir de nuevo ella por si misma, también a tod o eso lo lla-
mamos reminiscencias, no recuerdos. ~
PRO. - Bien dices.
SOC. - La razón por la qu e se ha dicho todo esto es la siguien te .
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PRO. - ¿C uál? SOC. - Captar con la mayor precisión posible el placer del alm a al ma rgen del cuerpo, y a la vez el deseo ; pues gracias a ello parece qu e ambas cosas qued an manifi estas . . PRO. - En tonces, Sóc rates, hablemos ya de lo que sigue. Súe. - Va a ser necesario, según parece, examinar muchas cosas al ha blar del orige n del placer y de todas sus formas. En efecto, ahora parece qu e previame nte hay que captar qué es el deseo y de dónde nace. '1 Eviden tement e el ténn ina tl!ndmni.ril no re ne que ver aquí con la doctri na del co noci miento de ],l$ fo rmlU expuesta en el Mrnón. en el Frdón y en el gran mito del Fr d, o. So bre la o pcslcié n entre QtWnmim y mn lmi , cr. J . P . V ERN.\ NT, «Aspec tos mlticCIS de la memor ia y del tiempo.., en Mil o y p enJflm in llo rn lo Grecia Anligua, trad. esp., Barce _ lo na, 1973, pág. 113 y, en especial, n. 88.
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PRO. _ Examinemos, pues. No perderemos nada co n ello. SÚC. _ SI que perd eremos, Pr otarco, porque al encon trar lo qu e ahora estamos buscando , perderemos la aporla al respecto. P RO. _ Bien te de fiende s; mas procuremos exponer lo que sigue. SÚC.- Asi pues, ¿no decíamos hace un mom ento q ue el hambre, la sed y ot ras muchas cosas po r el estilo so n deseos? , PRO.- Y ta nto. S óc . _ Ento nces, ¿atendie ndo a qué idént ico aspecto llamamos co n un solo nombre cosas tan d iferentes? P RO. _ Por Zeus, Sóc rates, quizás no sea fácil decirlo; sin embargo hay que hacerlo. . S óc , _ Volvamos a toma r la cuestión en el mismo punto de ant es. PRO. - ¿Dónde? Súc. -¿L1amamos «tener sed) siempre a 10 mismo? PRo. - ¿Cómo no? SÓC.- ¿Y eso es estar vacío 12? P RO. - Y tan to . Sóc. _ Entonce s, ¡..la sed es un deseo? PRO. - Si, de bebida. S óc . _ ¿De bebida o de llenarse de bebida? PRO. - Creo que de llenarse. S óc . _ Entonces, según parece, aquel de noso tr os que está vacío desea lo co ntra rio de lo que está expe rimentan do, puesto que cuando está vacío desea llenarse. P RO. - Clarisimo . Sóc. - ¿Y el que está vacío por pr imera vez, de dón de
"
n e f. G <J rg. 49ld -e; también CDr m . 167e. Por el LÚ;J y , obu todo por el Banquete sabemos ~ ue el deseo es de un bien del que se carece. 160. -
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D IÁl.OG OS
podría por sensación o recuerd o e ntra r en co ntacto con la sa tisfacción , estado que no experimenta a hora ni ha experimentado nunca ante riormente?
PRo . - ¿Cómo? SOC. - Sin embargo, decimos , el que desea desea algo. PRO. - ¿Cómo no? SÓc . - Lo q ue desea no es lo que está expe rimenta ndo. Pues tiene sed, que es un vacío . y desea satisfacción. PRO. - Sí. SÓC. - E nto nces, algo e n el qu e tie ne sed debe tener con tacto con la sati sfacción . P RO. - Necesariamente. SÓC. - Im posible q ue sea el cuerpo, pues está vacío. PRO. - S í. Soc . - Q ueda pue s que sea el alma la que tiene co ntacto con la satisfacción, por la memoria l], claro está; (' pues, ¿con qué otra cosa iba a te nerlo? PRO. - Exactamente, con ninguna otra. Sóc . - ¿C omprendemos lo que para no sotros se deduce de estos razo na mientos? PRo . - ¿Q ué? SÓC. - Ese raz onamiento nos dice que no hay deseo del cuerpo . PRO. - ¿C ómo? SOC. - Porque dem uest ra que el esfuerzo de todo ser vivo apunta en dirección op uesta a lo que está experimenta ndo. PRO. - Y t a nto . Soc. - y el impulso que con du ce a lo cont ra rio de lo h
11 P a r fin se treta de la func ió n de la memoria. q ue ha sid o ap lazada
en 33c y en 34<1. Notemos q ue la solución al prob lema del primer deseo no es explicitad a. So b re esta. ct. J . L. CH ERLONNEl X. «La 'viTitt· d u pta is ir o u le pro blém e d e la bio logie plar cnicienne», RMM 3 (1986). 315, n. 6.
F ILEBO
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¡IIICse est á expe rime ntando dem uest ra qu e hay recuerdo de u n!> estados cont rarios. PRO. - Totalme nte. SOCo_ Al dem ostr a r que la mem oria es la q ue con duce d .. lo deseado . el razonam ient o ha revelado que tod o impulso, deseo, el principio de t odo ser vivo, reside en el alma . I~ RO . - Perfect amente. Soc._ El razonam iento no acepta de ningún modo que nuestro cuerpo tenga sed o ha mbre o experimente alguna de esas sensaciones . PRO. - Pura verd ad . SOc o_ Haga mos aún un a ob servación sobre estas mismas cuestiones . Me parece, en efecto, que el razo namiento nos quiere manifest ar en las mismas una form a de vida ~4 . PRo . - ¿En cuáles y de qu é vida ha blas? SOCo_ En el llenarse y est ar vado y en t od o lo que , nene qu e ver con la salvación y destrucción de los seres vivos y en el hecho de que cualquiera de nosotros al est ar en una u otra de esas circun sta ncias, sufra dolor o goce según las alternat ivas. PRO. - Asl es. SOc o_ ¿Y qu é pa sa cuando uno se encuentr a entre lo uno y lo ot ro? PRo . - ¿Cómo entre lo uno y lo ot ro? soc . -Si un o est á sufriendo por el dolor, per o s.e acuerda de los placeres cuya prese ncia pondría fin al sufrimiento , pero de los que t oda vía no est á llen o, ¿q ué pasa
lO Ya en n. 76 hemos alud ido a las d ificu ltades de tra du cción d eltérmin o eidm . Ado ptamos aqu í f Qrma inte ntand o ma ntene r la ambigüed ad de la CIlpresión ¡riega. La siguienle aclaració n de Sócrates la deshace JJ~ vj ndo nos a ver una ca raclerbtica de la vid a animal (er. n . 48) en la sumisió n al proc eso de repleció n-ev3cu3Ci6 n.
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ento nces? ¿Decimos o no qu e está entre esos est ados 8S'/ PRO. - D igámoslo. SÓC. - ¿Sufrie ndo o goza ndo por entero? P RO. - No, por Zeus , sino sufrie ndo un doble dolor, en el cuerpo po r su estad o actual y en el alma por cierta añoranza de lo que se espera. S óc. - ¡,Cómo dices, P rot arco , eso de la duplicid ad del dol or? ¿No hay, acaso, sit uaciones en las qu e cua lquiera de b nosot ros , aun estando Vací o . se mantiene en la esperanza manifiesta d e saciarse y ot ras sit uaciones en las qu e, por el cont rario, no tiene esperanzas? PRO. - Y tanto. S óc. - ¿ y no piensas que mientras un o ma ntiene la espe ra nza de sacia rse, goza con el recue rdo , a unq ue, a la vez, por estar vacío en ese momento, sienta dolor? PRO.- Necesariamente. SÓe. - En tal caso el humano y los demás an imales sufren y goza n a la vez. P RO. - Así pa rece. Sóc . - ¿Y qué pasa cuando estando vacío no tiene esperanzas de alcanzar satisfacció n? ¿No es entonces cua ndo surge la du plicidad del dol or, ate ndiend o a la cual hace un momento creías qu e la dupli cida d era general? e P RO. - T otalmente cierto, Sócrates. Sóe. - Utilicemo s este análisis de las afeccion es en lo siguiente. PRo . - ¿En qué ? SÓc· -i,Vamos a decir que esos pesares y placeres son verdad eros o que son falsos, o que uno s son verdadero s y otros no 86? 36
., er.
mEOO
DI ÁLOGOS
R..p . ' 83. .. Cuestión ylt plan teada en R..p . 58Sc dond e el placer del filósofo es mas real porqlle llena Sil alma de «cesase más reales. Como indica
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PRO. - ¿Cómo podr ían ser fals os los placeres o los pesa res, Sóc rates? Sóc. _ ¿Y cómo pu eden , Prcterco, se r los miedos verüaderos o falso s, o las expectativas verdaderas o no, o las opiniones verdaderas o falsas? PRO. _ Con respecto a las opiniones por lo meno s yo d podría co nvenir en ello, pero con respecto a lo demás no. Soc. -¿Cómo dices? Corremos el riesgo de despertar con eso un argumento no exento de impo rtancia . PRO. - Es verdad. SOCo_ Pero, hijo de lal hombre, hay qu e examinar si esto es confor me con lo anterior. PRO. - Sin duda, eso por lo meno s. Soc._ Hay qu e omitir, ento nces, los demás desarrollos o cualquier otra expos ición que se aparte de lo que tiene que ver con nuestro tema. PRO. - Correcto . SÓC. _ Dime, pues. En efecto , no dejo de sorprenderme e una y ot ra vez ante los prob lemas, siemp re los mismos, qu e acabamos de ade lantar. ¿Cómo d ices pues? ¿No hay placeres falso s y ot ros verdaderos? PRO. - ¿Cómo iban a serlo? SÓC. - Ni en sueños ni en vela, según dices, ni en los arrebatos de locu ra ni en otras desviaciones de la razón hay nadie qu e crea gozar, aunque no goce en absolut o, ni tam poco que crea senti r dolor, aunqu e no se duela. PRO. _ Tod os damos po r supuesto q ue tod o eso es así, Sócrates. GoLDSCHlol lOT. oh. c:il •• pá gs. 248-9, no se trata de IIn nuevo erkerio en la c!asiflColció n de los placeres, que ya ha concluido aunque el placer no haya q uedad o suHcientcmenll: ddinWl o. En realjdad Sócrates va a inlentar ~on testar a la pregu nta qu e form uló a Filebo en 28a sob re lo que proporctena la «parte de bien" a los placeres.
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DIÁ LOGO S
S óc . - ¿C on razón? ¿O hay q ue exa mina r si eso se dice con razón o s in ella? P RO. - H ay qu e exa mina rlo, diría yo . n SOCo- D efin amos con mayor cla ridad aun lo q ue dedamos ha ce un moment o sobre el placer y la opi nió n. ¿Pa ra nos otros es algo el opinar 111
PRo. - Sí. SOCo- ¿ y el placer? PRO. - También.
SOCoPRO. SÓc . complace? PRO. -
Por cie rto, ¿es tam bién algo lo op inado ? ¿Cómo no? ¿ y aque llo po r lo q ue lo que es objeto de go zo Y tanto .
Entonces, lo op inado, ta nto si se op ina rectamente com o si no, el hecho de estar realmente opinando , no se elimina en ning ún caso. h PRO. - ¿Cómo iba a eliminarse? SÓC. - Ento nces ta m bién lo gozado, tanto si complace rectame nte como si no, es e vidente que el hecho de es ta r rea lme nte complacié ndose no se eliminará en ningún caso. P RO. - Sí, también eso es así. SÚe. - De qu e mo do , pu es, nuestra opinión p uede se r verdadera o falsa, pero lo del pla cer sola mente verdadero a unque tanto el op inar co mo el gozar son am bas accione; igualmente rea les. PRO. - Sí. SOc _- ¿Acaso dices qu e lo qu e hay q ue examina r es el hecho de que a la opinión se le ag regue n ment ira y ve rda d ~ y po r ello no sólo sea opi nión, sino op inió n calificab le según una u otra de estas adj unciones? SOCo-
j '
So bre este a nálisis de ddxa y s u re lad ón con el del r ....teto, cf
G AlJAMFR, ab. cít.• pág s. 134-5.
H LEBO
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PRO. - Sí. SÓe. - y ad emás de eso t am bié n debem os ponemos de acuerdo sobre si, aunq ue hay cosas qu e pod emos califica r, placer y dolor, e n cam bio, sólo son lo quc son y no pueden ser calificados. P RO. - O a ro. SOCo- Pero no es nad a dificil de ver que ta mbién so n calificables. En efecto, desde el princip io venimos diciendo que uno s y otro s, tanto los pesa res como los placeres, pueden ser gra ndes y pequeños o violentos. PRO. - Por supuesto. SOC. - ¿Y si, Protarco, a alguno de ellos le so breviene J la maldad, direm os qu e es una mala opin ión o que es un mal placer'! PRO. - ¿Y bien , Sócrates? Sóc . - ¡,Y si a uno de ellos se agrega la rectitud o lo cont rar io de la rec titud, ¿no diremos que es rect a la opinión que conte nga esa recti tud y lo mismo del placer? PRO. - Necesa ria mente. Sóc. - ¿Y si lo opinado es er rado, no habrá de conve- .. nirse qu e la opinió n q ue yerra no es co rrec ta ni opina rectamente? PRo. - ¿Cóm o lo iba a ser? SOC. - Pues bien, si vemos que, po r su pa rte, un pesar o un placer yerra n so bre el objeto po r el que el uno se d uele y el ot ro lo co ntrario, ¿le ap licare mos los cal ificativos de correcto o bue no o algún otro térm ino positivo? P RO. - No es po sib le, al menos e n la medida en que el placer haya errado realmente. SOC. - De hecho pa rece qu e mucha s veces el placer no nace en no sotros co n una opinió n co rrecta, sino con una mentira. PRO. - ¿Cómo no? Incluso en esa cir cunstan cia , Só cra- 38
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7)
D IÁ LOGOS
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les , lla ma mos fa lsa a la op inió n, que a l placer en sí, nad ie pod ría lla ma rlo Ialso ss.
SóC . - ¿D irías qu e al q ue no ve de lejos mu y cla rame nte lo q ue está mirando, co n frecuencia le ocurre el q uerer d iscernir lo q ue ve? PRO. - SI q ue lo diría. Sóc . -¿Y no se pod ría hace r ento nces la pregunta siguiente? P RO. - ¿Cuá l? SÓC. - «¿Q ué será eso q ue se a parece de pie junto a la roca bajo un á r bol?~ ¿No te parece q ue cua lquiera pod ría . decirse eso al ver q ue se le a pa recen cosas d e este up ot? PRO. - ¿ y bien? Soc.- ¿Y no es verdad q ue a l co ntestarse tras esto, el tal pod ría decirse: «eso es un hombre», y acertaría al
SÓC. - ¡Qu é decididam ent e defiendes ah o ra la ca usa del place r, Prota rco ! PRO. - D e ningú n modo, sólo digo lo q ue oigo. SÓe. - Pe ro , co mpa ñero, ¿no difiere en nad a pa ra nosot ros el place r co n op in ión co rrec ta y ciencia del que co n frecuencia nace en cada uno de noso tros con menti ra e ig no ra ncia? b PRO. - Verosímilmente no di fiere en poco. SÓC. - Va yamos, pues, a observar la diferencia q ue hay ent re ellos. PRO. - Vayamos a dond e te parezca. SOC. - Por aqu í, pues. P RO. - ¿ P or dón de? SOC. - Tene mos, decimos. unas veces opinión falsa y ot ras verdadera. PRO. - SI. SOC. -c- Les siguen muchas veces, segun deciamos hace un momento , pla cer y do lor , d igo a la op in ión verda dera y a la fa lsa. PRO. - Con for me. Soc. - Entonces, ¿de la mem oria y de la sensac ión no nos viene n en cada caso la opinió n y el intenta r hacern os una opinión? e PRO. - Y t a nto. S óc . - i.Y no pe nsa mos q ue necesari a mente nuest ro co mpo rt a miento al respe cto es el siguiente? P RO. - ¿Cu á l?
"J('.
.. C HFMl O S NI'lX , cn., pá g, 326 Y sigs., ve la razó n del fracaso de este pr imer argument o de Sócrat es en la disimetría que hay entre los términos Ijoe pret ende pon er en relación: la opinión se refiere a lo que conside ra, con lo que pu ede acerta r o fallar el blanco; el placer, en cambio, no a nuncia ninguna otra cosa mil - que a si mismo,
d
decirlo? PRO. - Y t anto. SOC. - Y, en cambio, si se despist ara podría decirse que lo que ve es una estatua, o bra de unos pastores " . P RO. - Po r supuesto. S OCo_ y si hub iera alguien junto a él, desarrollando en r voz a lta lo q ue se decía a sí mism o , lo ar tic ula ria pa ra su acompa ña nte y lo qu e antes llam á ba mos opinió n se ha bría co nvertido e n discurso w. P RO. - ¿Y bien? SOC. - Pero si está solo cua ndo se hace a si mismo esas reflexio nes , sigue ca mina ndo co nservándolas en si a veces basta nte tiem po . P RO. - Tota lme nte. Sóc. -¿Y luego? ¿P iensas lo q ue yo con respe cto a ello7 lO So br e el alcance de l funda mento psicológico en la discrim inación de placeres verdade ros y falsos, véase R. B R"' NIJT, «w ahre und falsche M fckte im pl atoni ~chen Phi/chus», AG PH S9 (1971), I Y slgs. '10 Cí. «el diálogo interior y silencioso del alma consigo misma» de So!
2(i ~ a ,
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DIÁLOGOS
P RO. - ¿El qu é? SOCo- En mi opinió n nuestr a alma se pa rece en tales caso s a un lib ro . PRO. - ¿Cómo? 39 SÓC. - El recu erdo , al coin cidir con las sensaci ones sobre u n mis mo objeto , y aquellas reflexiones 9 1 relativas a ello, me parece que en ta les circunsta ncias vienen a escribir d iscursos en nu estras e tmas sa, y cuando ese escr iba no que hay en nosotros escribe cosas verdaderas, d e ello resultan coin cidi r en n osot ros opinión verdadera y discursos verdaderos, mas cuando escri be cosas falsas. result a 10 co ntrari o de la verdad. /> P RO. - Me parece perfecto, y ace pto lo que asl se ha dicho. SOe. - Acepta también que haya al mismo tiempo otro a rtesano en nue stras almas. P RO. - ¿C uá l? SOe. - Un pin tor, q ue después del escriba no traza en las almas las imágenes de lo d ic ho. PRO. - ¿C óm o y cuándo decimos que opera éste? SOC. - Cu ando uno, tr as sepa ra r de la visi ón o de alguna ot ra se nsación Jo entonces opinado y dicho, ve de e algún mod o, e n si mismo las imágenes de lo opinado y dicho. ¿O no ocu rre esto así en no sotros? PRO. - Ya lo creo . S óc . - Entonces, ¿las imá genes de las opi niones y discursos ve rdade ros so n verdaderas, y las de los falsos falsas? P RO. - Totalmente. soc.- Si hemos dicho esto correctamente, veamos también esto otro. PRo . - ¿EI qué? 91 Acep lamos la Interpre tación de palh f.mata de D ies. 12 Recordemos los discursos escritos en el alma de Fedr. 276a-277a.
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Sóc. _ Si es necesari o que tengam os est a experiencia de lo presente y pasad o, pero no de lo porvenir. PRO. - De todos los tiempos, por igual. S óc . _ Se dijo anter iormente que los placeres del alma d sola y sus pesares podían anticipar los que se producen por mediación del cuerpo, de modo que pu ede ocu rrimos el goza r y sufrir por a nticipado ace rca de lo que ha de se r e n el fut uro. PRO. - Pu ra verda d . SOC. _ Ent onces, ¿esas letras yesos dibujos que hace poco suponíamos que existen en nosot ros, se refieren al r pasado y al presente, pero no al fut uro? PRO. _ Y tanto qu e se refieren al futuro . SÓc . _ ¿Aca so d ices «y tant o» porque tod o esto son espera nzas par a el porvenir, y po rqu e nosotros, a lo la rgo de tod a nuestra vid a, est am os co nsta nteme nte llenos de espera nzas'! PRO. - Precisam ent e po r eso. Sóc. - Ea pu es, además de lo q ue llevamos dicho, contesta ta mbién a esto . P RO. - ¿A qué? Sóc . _ El hombre justo y piad oso y completa me nte bueno, ¡,no es gra to a los dioses? PRO. - Claro que lo es. SÓc . - ¿Y bien] , el injusto y a bsolut amente malo, ¿no 40 es lo con t rar io de ése? (' RO. - ¿Cómo no? SÓC. - ¿T odo huma no, segú n acaba mos de decir, está lleno de muchas esperanzas? P RO. - ¿Por qu é no? SOC. - Lo que lla ma mos espera nzas, ¿son discursos qu e están dentro de cada un o de nosotros? P RO. - Sí. SÓC. - Y de hecho las representaciones están pinta das:
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DIÁ LOGOS
co n frecue nci a uno ve qu e le llega ca ntidad infinita de oro y tr as él much os placeres; más aún, se ve a sí mismo representado en esta pintur a en pleno 807.0. h PRO. - ¿Cómo no? SÓe. - D igamo s, pues, que de esos d iseños son la ma yoría de las veces verda deros los que se prese ntan a los bue nos, por ser gratos a los dioses, y a los malos todo lo contrario, ¿o no lo diremos v? PRO. - Claro qu e debe decirse. S óc. - E ntonces no hay en los malos menos placeres represent ado s, pero son falsos. PRO. - ¿Y bien? e S óc. - P or regla general los malos gozan co n placer es falsos y los hombres buenos con verd ade ros 'U. PRO. - Lo que di ces es de t od a necesidad. SOC. - H ay pu es, de acuerdo co n las presen tes concfu~ i o nes. placeres falsos en las al mas de los hombres, que Imitan ca ricaturizándolos a los verda de ros, e igualmente dolo res. PRO . - Los hay. SOC. - Ahora bien , el opina r e ra siempre to ta lmen te real par a el que o pina, a unque a veces se refie ra a cosas que no son ni ha n sido ni han de ser. PRO. - Totalmente. d Sóc. - Y eso era, creo, lo que constit uía la op inión falsa y el opi na r en falso. ¿O qu é? 9¡ Pa ra la exp licació n de la co nd ucta h uma na por elemen tos irracío na, les en Platón , véa se E. R. DO( 1)s , Lo s Griegos y lo irraeiona l, trad . es p., Mad nd , 1960, ca p. VII.
.. Si prescindimos d e la inter venció n d ivina , podernos decir qu e son falsos los p la~ res d e los hombres ma los po rque, con fo rm e a la doctrina d e la RepúbJira. s uponen el pred o minio de los elementos del a lma qu e de ben se r so metid os. Los place res verd aderos de l hom bre b ueno ha n s ido aludi do s por Sócrates en 12d Igc za el mod erado e n su prop ia re mpla za , etc.). Los volveremos a encon tra r en los placere. puros d e 3 111.
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" ll EDO
P RO. - Sí. SÓe. - y bien, ¿no ha brá qu e dar co mo co nt rapa rtid a 11 los placeres y a los dolores un est ado correspondiente en su relación con las cosas? PRo . - ¿Cóm o? S óc. - Q ue el gozar sea siempre tota lment e real par a el que goza , co mo fuere y co n lo que fue re, aun que a veces. s.e refiera a lo q ue no es ni ha sido , y muchas veces, muchisimas veces incluso , a lo que nun ca ha de ser. PRO. _ T ambién eso es necesa riam ente así. Sócrat es. .. SOCo - Entonces el mism o razonamiento podría aplicurse a los tem ore s y a rrebatos y a todo lo que es por el estilo, a sa ber que todo ello es también a veces falso . PRO. - Totalmente. SOC. _ ¿Y bien? ¿Podemos decir que las o pinio nes malas, a unqu e sean reales, so n ot ra cosa sino falsas? PRO. - No son otra cosa. S óc. - Tampoco, creo yo, consideramos que los placeres sean ma los de ot ro modo q ue por el hecho de ser falsos e. PRO. -Justo al con trari o lo d ices, Sócra tes. Práct ica- 41 mente nad ie pondría en la falsedad la maldad de do lores y placer es, sino en el hecho de coincidi r con algún ot ro vicio de gra n im po rtancia 9f>. Só c . _ Dentro de un moment o ha blarem os de los placeres ma los y del vicio por el qu e son tale s, si nos sigue par eciendo oportuno; pero , por algún ot ro procedimient o, ha y que habl ar de los much os falsos que hay y se dan Ire- b
• U G AD" MER, ob .
cit., pag o 139 , ve en esto la consecueecla de la co n-
vicción socr' tica . Vil1ud es co nocimiento... .. Termina aq uí el segundo a rgllmen to sobre la verd ad o fa lsedad d e los pla ceres, q ue fracasa po r inte nta r atribu ir a la sensación de place r la posibili da d d e erro r o a cierto qu e tie ne la o pinión q ue provoc a esa sellSlcíó n de placer. Cf. CH ERl.ONN EIX, loe. cíi.. pág. 329.
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cueme meme en nosotros. Pues segura mente hab re mos de utiliza rlos en Jos juicios . P RO. - ¿ Có mo no?, s i es q ue los ha y. SOC. - E n mi opinión al menos, Pro tarco. sí qu e los hay . Pero h asta tanto esta creencia qued e esta blecida entr e noso tros , es imposible qu e se q uede sin refutar. P RO. - Bien. SOe. - C omo a tletas a bracemos este razonamie nto. PRO. - Adelante. " Sóc. - Pues dij imos hace un rat ito , si reco rdamos, que, cuando los llam ados dese os está n en nosotro s, e ntonces el cuerpo está a lejado y a pa rta do po r sus afecciones del alma. P RO, - Lo recordam os; eso se dijo . SOc . - ¿E ntonces el alma era lo que de sea ba los estado s contrarios a los del cuerpo, y el cuerpo lo qu e proporcio naba sufrimiento o algún placer por causa de alguna afecci6 n? P RO. - A sí era. SOC. - Piensa en lo q ue pasa e n esas circunsta ncias. PRO. - Dime. J Sóc. - P ues bien resulta que, c ua ndo ta l es el caso, se da n sim ultá nea me nte dolores y placeres y, a unque son opuestos e ntre sí, am bas percepc ion es se da n a la vez, como tam bién qued ó claro hac e un mo mento. PRO. - As í parece. S óc . - ¿Ento nces ta mbi én esto ha q ueda do di cho y acordado e ntre nosotros anterio rmente? PRO. - ¿El qué? SOC. - Qu e am bos, dolor y placer, aceptan lo más y lo me nos, y, por ello, forma n pa rte de los ilimita dos. PRO. - Ha quedado dicho. ¿Y luego? SOC. - ¿Q ué procedimiento hay pa ra j uzgar esto correcta mente? t PRO. - ¿Cómo y dónde?
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S óc. _ Si nuest ro pr opósit o, al juzgar tal es cosas, conen dist inguir e n cada caso cuá l de ello s es mayor y r uál menor, c uál más int enso y cuá l m ás violento, e n su mut ua relació n, dolor con respect o a placer, do lor con respccto a dolor y placer con respe cto a pla cer st. PRO. _ Así son esas cos as y esa es la inte nción de nu es, i~ te
tro j uicio.
S óc . _ ¿Y bien? En la visió n, el hecho de ver los ta made lejos o de cerca oculta la verd ad y hace opi nar e n falso , ¿no se da acaso esto mism o en dolores y placeres? 42 PRO. - Mucho mas, Sócrates. SOC. _ Lo de a ho ra ha resultado co ntrario a lo de hace un mome nto . PRO. - ¿Qué di ces? Soc .- Entonces las opnuoncs, según fue ra n falsas o verdade ras cont agiaba n a los dolores y los placeres su propia ca racte rística. P RO. - Es tod a la verdad . e Sóc. - Aho ra, por el contrario , ellos mismos cambian por el hech o de ser contemplados de lejos o de cerca, y tam bién al ser cotejados entre si y unos placeres parecen ma yore s y más intensos que el dolor, y los dolores, a su vez, comparados co n los placeres, par ecen lo contrar io de aquéllos. PRO. _ En t ales circunst ancias es necesa rio que se den esas cosas. S óc . - Ento nces, en la medid a en que parecen unos y otros mayores o menores de lo q ue son, si se les qu ita eso que pa rece pero no es, no vas a d ecir q ue la apa riencia es e correc ta, ni tampoco te atreverás nunca a decir qu e la parte excedente de placer o dolor es correct a y verdadera " ,
1'05
Este era el co met ido de la metrifik; /hhni e n el PrO / á gOftB . " La falsedad del placer consiste ahora en ser cama de la falsa opi-
9'l
nión al respecto .
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DIÁLOGO S
P RO. - Efect ivament e, no. SOc o- A co ntin uaci ón veremos si po r est e medio en. ce nt ra mos en los seres vivos placeres y do lores, tanto aparentes como real es, aun más falsos que éstos. PRO. - ¿Cuáles y cómo dices?
SOC. - Se ha dic ho muchas veces qu e, al destruirse la natu raleza de cada uno por combinaciones y disolucion es d re plecio nes y evacuaciones o también a umentos y d lsminuClones, resulta que se producen penas, dolores, sufrbmentos y tod o lo que tiene esa clase de nombres. PRO. - S í, eso se ha di cho much as veces. SOe. - Ma s cua ndo se restab lece la naturaleza propia de cada cual , aceptamos nosotros ese resta blecimiento como placer. PRO. - Correcto. S6c. - ¿Y qué pa sa cuando no ocurr e nada de eso en nu estro cuer po? #'
PRO.Soc. tiene nada PRo · -
¿Cuándo podría ocurrír eso , Sócrates? La pregun ta que haces ahora P rot a rco no que ve r con nuestro tema. ' , i.Por qu é?
SÓc. - Porque no imp ides qu e yo te vuelva a hacer de nuevo mi pregunt a. PRo . - ¿C uál? SOC. - D iré, si no ocurriera tal cosa, Prot arco, ¿qué consecuencia es necesar io que d erive para nosot ros? PRO. - ¿D ices cua ndo el cuer po no es movido ni en uno ni en otr o sent ido? SÓC. - Es o. PRO. - Es to está clar o, Sócra tes; en ta l caso no pod ría haber ni placer ni dolor . 43
SÚe. - Has con testado perfe ctamente. Pe ro, creo, dices esto en la idea de que es necesario que siempre nos suceda
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una u ot ra de estas cosas, según d icen los sa bios; pu es consta nte me nte tod o fluye y reñuye e . PRO. - Eso dicen, en efecto, y me parece q ue no hab lan en va no. SOC. - ¿Có mo iban a hacerlo, puesto q ue ellos mismo s no son va nos? Por eso quie ro ced er a nte el ar gumento que se me oc urre: por aq u í pienso escapar y tú , esca pa co nmigo . PRO. - Dime por dónde . SÓC. - Sea, pu es, esto así, les dire mos. Mas tú con- b resta : ¿Acaso todo ser a nimado q ue experi me nta algo se da cuent a siem pre de lo que experi menta , y no dejamos de darnos cuenta de que crecemos ni de qu e experimentamos otros cam bio s por el estilo, o es completame nte al contra rio? P RO. - Completamente al cont rario; pues prácticamente todas esas cosas no s pasan desa percibid as. SOC. - Ent once s no ha quedado bien dicho lo q ue hemos afirmad o hace un mo mento qu e son los cambios en uno u otro sent ido los qu e provocan do lores y placeres. PRO. - ¿Y bie n? Sóc . - De este mod o la expresión será mejor y menos C' expuesta a ataques. PRO. - ¿Cómo? SOC. - Q ue los grandes cambios provoca n en nosotros dolor es y placeres, pero q ue los mod erados y los pequeños no prod ucen en a bsoluto ningun a de esas dos cosas. PRO. - Asl es más correcto qu e de aqu el otro modo, Sócra tes. SÓc . - Si esto es así, de nuevo llegarla la vida aludida hace un mo mento . P RO. - ¿Cuál? ., Evidente alusión a Heráclito. l liO. -
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Soc. - La que decíamos que carece de dolores y no tiene alegrías. PRO. - D ices tod a la verdad . SÓc . -A partir de esto p ongamos q ue tenemos tres géneros de vida , una placente ra, otra dolo rosa y una que d no es ni lo uno ni lo otro. ¿D có mo hablarías tú de ellas? PRO. - No de modo distinto : hay tres géneros de vida. Sóc . - ¿E nto nces el hecho de no sentir dolor no sería lo mismo qu e goza r? PRO. - ¿Cómo iba a serlo? SÓC. - Entonces cuando oigas que la más placentera de tod as consiste en pasar la vida entera sin do lor, ¿q ué entiendes q ue quiere decir el que tal afirma? PRO. - A mí al menos me parece que ese lla ma placentero al hecho de no sentir dolor IClO. ~ S óc. - P on qu e tenemos tres objeto s, los que qu ieras, 0 , por usa r no mbres de mérito, un o es oro, otr o plata y el tercero ningun o de ellos. PRO. - De acue rdo . SÓc . - ¿Es po sible que el qu e no es ni lo uno ni lo otro se nos con vier ta e n uno de ellos, e n oro o en pla ta? P RO. - ¿Có mo iba a serlo? SOC. - Entonces la vida media no pued e ser co rrect amente juzgada o calificada de agradable o dolo rosa y si alguien la juzg ara o clarificara así, no lo ha ría conforme a ra zón correc ta. PRO. - ¿Có mo iba a serlo? 44 Sóc . - Sin e mbargo, compañero, nos dam os c uenta de que hay quienes dicen y piensan eso. PRO. - Y tanto. S óc. - ¿Ent onces creen que está n gozando cuando no sienten dolor? 100
D istinción a nticipada en Rep . 5 ~ 3 b y sigs.
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P RO. - Por lo menos eso dicen. SÓC. _ Entonces es qu e creen qu e en ese moment o est án gozando; pu es no lo dirí a n si no fuera as í. P KO. - Eso parece. SÓc . _ Opinan en falso con respect o al gozar si es que la nat uraleza del hecho de no sentir do lo r y la del hecho de goza r son dist intas. PRO. - Y cierta mente lo son. Sóc. _ ¿Entonces concluimos qu e ha y en nosotros tres estados, como decíamos a ntes, o solamente dos. el dolor, que para los ho mb res es el mal . y la liber ación de los dolo- " res. que, siendo pro pia mente el bie n, es llamad a placer? , P RO. - j.Po r qué nos pla nteam os aho ra esa cuestión, S ócrates? No lo ent iendo. S óc. - Es que no conoces a los verdaderos enemigos de Filcbo . Protarco. PRO. - Dime qu iénes son. SÓC. _ Gentes m uy expertas en hab la r de la naturaleza , que asegura n que los place res no e xisten en absolu to. PRO. - ¿Cómo? SÓC. _ So n remisiones de do lore s todo eso que los de e Filebo lla ma n a hora placeres. PRO. - ¿Nos acon sejas hacerles caso, Sócra tes, o qué? S ó c. _ No, sino utilizarlos co mo a uno s adivinos qu e no vati cina n por arte, sino por un a dificult ad de su no inno ble nat uraleza, q ue odian la excesiva fuerza del placer y estiman qu e no es nad a sano, de modo que e n su pro pio atrac tivo ve n un e nca ntamiento . no un placer 101. As! pues d pod rías utilizarlos en este sentido, observando también sus demás muestras de fast idio; y des pués de eso sabrás qué placeres me pa recen verdaderos pa ra que, una vez que haya mos examina do su poder desde a mbos puntos de vista, lo someta mos a juicio . WI
Cf. Rep . 584a9.
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P RO. - Bien dices. S óc. - Sigá moslo s como aliados, so bre la huella de su dificu ltad. Creo, e n efec to, que dicen algo asl: em peza ndo desde at rás, co mo si quisiéra mos ver la naturaleza de ~ alguna forma , de la dureza, por ejemplo, ¿acaso la captaríam os mejor at end iend o a las co sas más du ras o a las qu e lo so n en grad o mín imo? Es menester, Pro ta rco, que , como si fuera a mí, conteste s a esos hombres difíci les. PRO. - Perfectamente. Les digo, pues, que hay que mira r hacia las primeras en grad o. SOCo~ Ento nces si quisiéramos ver qué naturaleza tiene el género del placer, no hay que a tender a los place res 45 mínimos, sino a los llamad os extremos y más violentos. PRO. - Todo el mundo esta ría aho ra de acuerdo contigo en eso. SOe . - Y. como hemos d icho m uchas veces, ¿no so n los placer es del cue rpo los más inm ediatos y mayores? PRo . - ¿Cómo no? SÓe. - ¿Y so n y llega n a ser mayores en los qu e est án afligido s por e nfermedades o en Jos q ue goza n de buena salud? ¡Cuidad o!, no vaya mos a despistarnos po r con testar b a presurad amente. Pues quizás diríamos, «en los sanos.•. PRO. - Es verosímil. Sóc . - ¿Y bie n? ¿No son Jos más int ensos aq uellos placeres a los que precede n los deseos más int ensos? PRO. - Eso es verdad. SÓe. - ¿Y no son los que tienen fiebr e o está n afectados por enfe rmedade s semeja ntes los qu e tienen más sed y fria y todas las de má s afeccio nes que se sufren físicam ente, na son éstos que se encuent ran en est ad o de mayor ca rencia los qu e siente n los placeres más inte nso s al sacia rse? ¿O va mos a deci r q ue esto no es verdad? P RO. - Lo que has dicho parece plena me nte cierto. e Soc. - ¿Y b ien? ¿Podría pa recer qu e hablamos corree-
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la mente al deci r que si alguien quie re ver los placeres más inte nsos debe ir a ver los, no a la salud , sino a la e nfer medad? Mir a, no te vayas a figu rar que te pregunto si gozan más los que está n muy enfermos que los sa nos, antes bien, piensa que busco la magnitud del placer y dó nde se d~ gener almente la mayor intensidad al respecto. Pu es, ~ec l 11\0 S, ha y que ca ptar qué naturaleza tiene y cuál le atrib u- d yen los que dicen que no e xiste en abso luto. P RO. _ Sigo bast ante bien tu razon amiento. S óc. _ Por eso, Protarco , pronto lo vas a conducir. Contesta, pues: ¿Ves ma yore s placeres - no di go más nume rosos, sino qu e excedan por int ensid ad y grado- en la desmesura o en la vida moder ada? Piénsalo y habl a. PRO. _ He comprendido lo que dices y veo qu e difieren mucho. En efecto a los moderados siempre los va frenando ta mbién la máxima trad icional que e xhorta al «Nada en exces o», a la que obedece n; en cambio, a los insensat os t y desme didos el violento placer qu e los dom in a ha sta la locura les hace dar gritos de posesos. Sóc. _ Bien . Si es to es así, es evidente qu e los ma yores placeres y los mayor es d olores nacen en ciert a perversión del alma y del cuerpo, no en su perfecció n 101. PRO. - To talmente . SOC. _ H ay, pu es, qu e escoger algun os de ellos y examina r qu é cualid ad tienen que nos auto rice a decir que son muy gra ndes. 46 P RO. _ Necesariamente. SÓe. _ Mira , pues, qué cualidad tiene n los placeres en determina das e nfermedades. PRO. - ¿En cuáles? 101 En e2 hy b,is ll J 5C IIlilíza eon el sentido de Ilk o /a.HÓS. Recordemos, pOI olra parle, q ue en Go,g. 501a la euexía del alma Co nsisle en '\'QphrosYn~.
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SÓC. - Los de las enfer medades repu gnantes, qu e los homb res d ifíci les a los que seguimos odian rad icalmente. P RO. - ¿C uá les? SÓC. - Po r ejemplo, los procedimientos de aliviar la sarna rascánd ose IOJ y todo s los semejantes qu e no necesitan de otros remed ios; en efecto , ¿q ué diremos, por los d ioses, qu e ex peri menta mos entonces, placer o dolor? PRO. - Esa mezcla parece ser ma la. Sócrates. b S óc . - No he sacado a relucir esta cuestión por ca usa de Filebo ; pero sin esos placeres, Pr otarco, y sus co nsecuencias. si no los viésemos, no pod ríamos práct icamente nunca discrimi nar lo que aho ra estamos invest igand o. PRO. - Ent onces hay que ir a los de su clase. Sóc. - ¿Quieres decir a los qu e part icipan en la mezcla? PRO. - Ex actamente. SOC. - Pues bien, hay mezclas relativas al cuerpo que se dan exclusivamente en los cue rp os, y las hay del alma sola. r qu e se dan en el alma; y ta mbién vamos a enco ntrarlas dá ndo se en el alma y en el cuerpo, dolores mezclad os con p laceres, llamad os en co njunto un as veces placeres y otras dolores. P RO. - ¿Có mo? SOC. - C ua nd o en el rest ab lecimiento o la destr ucción uno experiment a afecciones opuestas, cuando tiene fri a y va ent rando en calor o cua ndo tiene calor y se refresca, buscando , creo , co nse rvar un o de estos estados y liberarse del ot ro , est a mezcla, como suele dec irse. de dul zura y d am argura, presente con la d ificultad de liberarse, produce irritació n y, fin almente, una excit ación feroz 11)4. P RO. - Bien cierto es lo que dices ahora. rol El caso de la sarne ha sido utilizado ya ante Calic les en Gorg. 494c. ,o< En GOfg. 49 5e y sigs., Sócrates utiliza la copresencia de placer y dolor pa ra demostra r que no pueden ser ide ntificad os con el bien y el ma l.
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SÓC.- ¡,Ento nces tales mezcla s son un as de dolores y placeres eq uiva lentes, y otras los com por tan a unos o a .n ros en mayor med ida? I' RO. - ¿Cómo no? Sóc . - Di qu e éstas son las mezclas que se prod ucen cuando los do lo res superan a los placeres - a este grupo perte necen los de la sarna qu e mencionáb amos hace un momento y los de las cosq uillas-e: cuando el hervor y la inflamaci ón están dentro , y un o no los alca nza co n frotarse ni rascarse, y sólo d isuelve lo superficial, unas veces ap li- ~ c ánd oles el fuego y su co ntra rio 10\ alternándolos sin resultado, provoc an a veces infinito s placeres; ot ras veces, al co ntra rio, es a lo interior en vez d e a las partes ex ternas 01 las qu e se les proporcionan dolores mezclad os con placeres, según donde aflija el mal, co n el disolver po r fuerza lo que esta ba coa gulado o coagulando lo qu e est aba disuelt o, provocando dolores a la vez qu e pla ceres. PRO. - Pura verdad . -4' Sóc . - Por el co ntrari o, cuando el placer prevalece en estas mezclas, la parte de do lor que en ella es inferior produce cosquilleo y hace que se irrite ligeram ente, mientras que la part e del placer, q ue es do minante, lo tensa y a veces lohace saltar, e infund iéndole tod a clase de colores, de gestos, de jadeos, provoca una excit ación tot al y le hace dar gritos de locura. PRO. - Y tant o. " Sóc . _ Y, compañero. le hace decir a él mismo, y tamhién otr os lo dicen de él, que se mu ere del gozo de esos placeres. Por t od os los medios los persigue constantemente, tanto más cuant o más intemperante e insensat o sea, los llama supremos y considera el más feliz al que viva constantemente y en la mayor medida posible en ellos.
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Fór mula frecuente en los tr at ad os hipocrát icos.
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PRO. - Has descr ito, Sóc rat es, en todos sus pormenores, lo qu e cuadra a la opinió n de la mayoría de los ho m bres . e SÓC. - Al meno s, Protarco, en lo que se refiere a los placeres mezcl ados de lo exte rno y lo interno en las afeeciones comunes exclusivamente cor porales; pero aq uellos estados en los que el alma apo rta lo contrario al cuerpo, a la vez do lor fre nte a placer y placer frente a dolor, de modo que ambos contribuyan a con stitu ir una sola mezcla, esos los explicamos ant es diciendo qu e, cuando se est á vacío se desea sat isfacción y que se goza con la espe ranza a la pa r que se siente dolor po r la ca rencia; entonces no dimos lesJ rimo n¡o de ello, pero ahora decim os que en lod os esos casos, que son muchísimos, en los que el alma se opo ne al cuerpo, coincide que tiene lugar una mezcla ún ica de dolor y placer. PRO. - Pa rece que llevas toda lit razó n. SOC. - T od avía nos queda un tipo de mezcla de dolor y placer. P RO. - ¿Cu ál? Dilo. SOC. - La mezcla que, decimos, con frecuencia adopta el alma sola en sí misma. PRO. - ¿Y cómo decimos eso? Sóc . - Ira, miedo, añoranza y du elo, amo r, celos y envidia, y todo lo semejante, ¿no los tienes como pesa res del alma sola 106? P RO. - Po r lo menos yo, sí. SÓe. - ¿No los vamos a enco nt rar, en ton ces, llenos de placeres infinit os? ¿O debemos recordar lo de "... que impulsa a irri ta rse incluso al muy prudente y qu e mucho
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lilas du lce q ue la miel destilada...» 107, así como los placeres 4t! que están mezclados en los duelos y añ oranzas? PRO. _ No sigas, pues así y no de otro modo suelen ocurrir las cosas. S6c. - l,Recuerdas también los espectáculos trág icos 108, en los que los espectad ores lloran a la par qu e gozan" PRO. - ¿Cómo no? soc, - y el estado de nues tras alma s en las com edias, <',no sabes que también en ellas ha y una mezcla de do lor y placer? PRO. - No acabo de entender. SOC. _ Es que no es nada fácil, Protarco, capta r alli el e tipo de afecció n qu e se prod uce. PRO. - Por lo menos a mí no me pa rece fácil. S6c. _ Conslderémoslo. pues, co n tanto mayor interés cua nto más oscuro es, para que pod am os tam bién en los demás casos entender más fácilmente la mezcla de dolor y placer. P RO. - Tú dirás. SOC. - El recién cita do nombre de la envidia, ¿lo tienes por un do lo r del alma, o cómo? P RO. - Así. SÓC. - Pero el env idioso se va a revelar goza ndo co n las desgracias aje nas . , PRO. - Y mucho. SOC. - Ciertamente es un mal la ignorancia, y tambié n lo que llamamos estado de est upidez. PRO. - ¿Y q ué? ..1
/l. J7 107-1 11.
«..p . 605a-606d. y en U~J K16d11 l7c. Y• • nle~, en la últ ima pA gina d el &mqueu se habla ocupado de la relació n entre comed ia y tra gedia. So bre este pa saje véase F. RODRrGuEZ ADRADOS, ~El Banqut"l.. platónico y la teorl a del teatr o», t :mrrira 37 ( 19(9), 1 YSiglo IlIt Platón se ocu pa del teatr o en
,.. Tod0 5 estos «pesares del a lma 50Ja. tienen como rasgo común su carácter no racional .
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Sóc. - Mira pu es a part ir de ellas cuál es la natu raleza de lo ridículo. P RO. - Basta con q ue lo diga s. SÓc. - Bá sicame nte es un vicio, llamado co n el nombre de una determ inada disp osició n; en el conj unto del vicio es el accidente o puesto al precepto recog ido por la inscripci6n de Delfos. PRO. - ¿Aludes al «Conócet e a ti mismo », Sócrates 109'! J Súc. - Si. Cla ro está que lo co ntrario seria q ue la inscripción recomendara no conocerse en absoluto. PRO. - ¿Có mo no? SÓc. - Intenta, Protar co, di vidir esto últim o en tres. P RO. - ¿Por dónde d ices? Me temo que no voy a ser capaz . SÓC.-¿Q uieres decir que tengo que dividi rlo yo? PRO. - Lo q uiero decir Y. ad em ás de decirlo. te lo pido. SÓe. - ¿S o es necesario que los que se descon ocen a si mismos sufran esta afección co n relació n a uno de estos t res aspectos? PRO. - ¿Cómo'! r Soc.- En primer lugar con respecto al dinero, cuando uno cree q ue es más rico que lo que correspo nde a su hacienda. P RO. - Mu cho s son los q ue padecen esa afección. SÓe. - Más nu merosos son aún qu ienes se creen más altos y guapos - y tamb ién que sobresalen en las demás cua lidades fisicas- de lo que son de verdad. P RO. - Ciert amente. Soc. - Pero muchlsimos más so n, creo yo, los que yerr an con respec to al tercer punto , la ignorancia relativa a las cualidades espirituales, creyendo que son sob resalientes en virt ud, au nq ue no lo so n. 1M
Esta máxim a ya ha sido estudiad a en Carm . 165a y sigs.
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PRO. - Muchísimos mas. . Sóe. _ y de entre las virtudes, ¿no es acerca de la sabi- ' 9 d urla dond e la may oría , pretendiendo poseerla por com pleto, está llena de rivalida des y de una falsa apariencia de sabiduría? PRO. - ¿Cómo no? . SÓc. _ Cualquiera pod rla, por tanto, acertar al decir que est a afección en cua lq uiera de sus mani fest acion es es IIn mal. PRO. - Si n duda. SÓe. _ Pues aún tenemos, Prot arco, qu e dividi rla en do s, si hemos de ver un a extraña mezcla de placer y do lor al considera r la envid ia que conlleva la bur la. PRO. - ¿Cómo, dices, la partimos en dos? SOC. _ A tod os los que insensa ta mente tie nen de sí b mismos un a opinió n falsa , co mo al rest o de los human os, por abs olut a necesidad , los siguen, a un os la fuerza y el pode r, a los otros, pienso yo, 10 con trario. PRO . - Necesariamente. SOC. _ Divide, pues, conforme a est o: de ent re ellos .a todos los que, teniend o tal op inió n de sí mismos, so n d ébiles e incapaces de tom ar venganza cuando son objeto de burla llam ándolos rid ículos dirá s la verdad ; en cuanto a los que son ca paces de vengarse, llamánd olos ter ribles, vio- t lentos y od ioso s, te harás de ellos la idea más acertada . En efecto, la ignor ancia de los fuer tes es od io ~a e infame - p ues es perjudicial incluso par a los p ró ~ lm o s , ella. y todas las imágenes qu e de ella hay- , la débil, en cambio, alcanza para nosot ros la catego ría y nat uraleza de lo ridículo 110. P RO. _ Llevas tod a la razón. Pero tod avía no me qu eda cla ra en esto la mezcla de placeres y dolores. li D
Cf. Leyes B63a-e.
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SOCo- Pu es bien , tom a en prim er lugar el poder de la en vidia. PRO. - Bast a co n que lo diga s. SóC. -¿H ay un dolor y un placer injustos? PRO. - Necesa ria mente. SOCo- Entonces, ¿alegrarse de las desgracias de los enem igos no es ni injusto ni testimonio de envidiaurt PRO. - ¿C ómo lo iba a ser? Soc.- Pe ro al ver la sit uación de los amigos, el hecho de no dolerse ante sus desgracias , sino alegrarse, ¿no es eso acaso injusto? PRO. - ¿Cómo no? SOC. - ¿No hemos dich o q ue la igno rancia es, para todos, un mal? PRO. - Exact amente. SOC. - Asl pues, la falsa op ini ón de nuestro s amigos so bre su sa bid uría y mérito y tod o lo que acabamos de ~ ex po ner, a l decir qu e se realiza en tres tipos y que so n rid ícu los los que son débil es y odiosos los fuertes, ¿diremos o no lo que yo afirmaba hace u n mom ento, esto es, qu e el estad o ese de nu estros amigos, cuando es inofensivo para los dem ás, es rid ículo? PRO. - Por- co mpleto. SOC. - ¿Y no esta mos de acuerdo en qu e es un mal puesto que es ig nora ncia? PRO. - Y tanto. Soc. - ¿Y gozamos o no s dolemo s cuando nos refmos de ella? SQ PRO. - Est á cla ro qu e gozamos. SOC. - Pero, ¿no acaba mos de decir que es envidia la que pro voca placer por las desgracias de los amigo s? d
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333d-e.
Co ncesión
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la mora l pop ular, opu esta a las ex igencias d e Rep.
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PRO. - Necesariamente. SÓC. - Enton ces, dice el arg umento que, al reírnos de las actit udes ridículas de nu estros am igos, al mezclar placer con envidia, estamos mezclando el placer co n dolor; pues desde hace tiempo hemos convenido qu e la envid ia es do lor tlcl al ma, y la risa placer, y am bas se d an a la vez, sim ult ánea mente. PRO. - Es verdad. SOCo- El razon amiento nos ind ica, pues, q ue en los l> d ~e l os y en las t ragedias y comedias, no sólo en el teat ro sino ta mbién en tod a la t ragedia y co media de la vida, los dolo res está n mezclados con los place res, y también en otras muchí simas ocasiones 112. PRO. - Es imposible no reco nocer eso, Sócrates, por muy ard ientemente qu e desee uno la victoria de la tesis contraria. S óc . - Hemos pro puesto ante rio rmen te la ira, la añoranza , el duelo, el mied o, el amo r y la envidia y tod os los sentimientos po r el estilo, en los cuales, decíam os qu e e ha bríamos de enco ntrar la mezcla ahora tantas veces citada, l.o qué? PRO. - Sí. SÓC. - ¿Co mprendemos, entonces, q ue tod as estas explicaciones se a plican al duel o, a la envidia y a la ira? PRO. - ¿Có mo no lo íbamos a co mprender? SOCo- ¿Q ued an tod avía mucho s? P RO. - Y tan to . S óc. - ¿Por qu é crees que te he mostr ado la mezcla en la comedia? ¿No es acaso para que confíes en q ue la mezcla 11I La indisociable mezcla de placer y do lor en «la tra ged ia y comedia .. de n uest ras vid as era expresada en el mito hesiód ico d e las TU.a! como co nfusión de los males y los bienes po r obra d e la insa na curiosid ad d e I'a nd or a. En esta primera mujer ve VER NANT, o b, ó l., págs. 41-2, el slmbolo de ed a vida mezclada.
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es fác il de se ña lar en Jos mied os y a mo res y en los dem ás sen t imien tos , y pa ra qu e, habiendo tomado esto a pro pia cue nta, me eximas de ten er q ue ir a lo demás y de al argar las explicaciones, sino que simplemente te conform es con esto, a saber, que el cuerpo sin el alm a y el alma sin el cuerp o y a m bos juntos est án llenos en sus afecciones de placer mezclad o co n dolores? Po r lo ta nto, di a ho ra si me e ximes o si me vas a te ner aquí hasta med ia noche. T ras a ñadir unas casillas espe ro conseguir que me libe res; y es que estoy dispuest o a da rte cuenta de todo esto mañ a na. , pero ahora quiero llevar 10 qu e queda al j uicio que Filebo ha impuesto. PRO. - Bien d ices. Sócrates. Explíca nos lo que queda a tu gusto. SÓC. - C onfo rme a su na turaleza, pues, después de los placeres mezclados, es en cierto mod o necesari o qu e vayamos, a su vez, a los qu e no tienen mezcla. SI PRO. - Habl as perfectamente. S óc . - Pasand o, pues , a ésto s, inte ntaré qu e queden claros pa ra no sot ro s. En efecto , a los qu e dicen que todos los placer es s on rem isión de dolores, no los sigo, ni mucho menos. sino q ue, como decía, los utilizo como testigos de que algunos placeres pa recen tales, a unque no lo son en absoluto, y de qu e algunos otros , qu e nos parecen importante s y numerosos, están ín timamente mezclados con do lores o co n pa usas de los mayore s sufrimientos, en una situación, física o a nímica, sin salida. h PRO. - Pero, Sócrates, ¿cuá les podría uno conside ra r ve rdaderos para acertar? SOC. - Los relativos a los colores qu e llama mos boni tos, a las figur as, la mayoría de los perfumes, los de las voces y todos aquellos cuya carencia no se nota o no ca usa do lor , y que pr ocu ran sa tisfacciones per ceptibles y agradables. d
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PRO. - ¿Có mo ente ndemos eso, Sócrates ? S óc . - Al pro nto lo q ue digo no es plenamente evitiente, pero ha y qu e inte ntar aclara rlo. En efecto , con la e belleza de las figuras no intento aludir a lo qu e ent endería la masa, como la belleza de los seres vivos o la de las pinturas, sino que, di ce el a rgumento, aludo a líneas rect as o circula res y a las superficies o sólidos proce den tes de ellas por medio de tornos, de reglas y escuad ras, si me vas entendiendo. Pu es afirmo qu e esas cosas no son bellas relativamente, como ot ras, sino que son siempre bellas por si mismas y producen place res propios qu e no tienen nada qu e J ver con el de rascarse. y los colo res del mismo tipo. ¿Lo entendemos así, o qué? PRO. _ Lo procuro, Sócrates. Procura tú ex ponerlo más clar ame nte todavía. SÓC. - Quiero decir qu e los timbres de las voces q ue son suaves y claros y emite n un ca nto pu ro no so n bellos con relación a otra cosa, sino ellos po r sí mismo s y que les siguen placeres emparentados por naturaleza. PRO. - En efecto, as¡ es. Soc. - El género de los placeres relativos a los olores t es meno s d ivino ; pero el hecho de que no se mezclen en ellos dol ores necesarios, y eso, como y donde qui era que los encontremos, supongo yo que constituye un género totalmente aparte de aquéllos; si lo entiendes, son dos los tipos de placeres de los qu e habl a mos. PRO. - Ent iendo. Sóc . _ Pue s bien, agreguemos a ésos los placeres reía - ~2 nv os a los conoc imientos, a no ser que nos par ezca que incluyen hambres de sa ber o que se den desde el principi o dolo res por ca usa del ha mbre de conoci mientos. PRO. - So y de tu misma opinión. Só c . -¡,Y bien?, si a los qu e se han llenad o de conoci-
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mientas les so brevienen más ta rde pérdi das por ca usa del olvido, ¿ves en esos placeres algun os do lore s? PRO. - Ning uno por na turalez a, sino al refle xionar sob bre el aco nteci miento, cuando uno, al sentirse privado, se d uela de su ca re ncia. SÓC. - Pe ro , mi afortunado am igo, a ho ra estamos expo niendo sola me nte los aconteci mientos naturales, al ma rgen de la reflexión. PRO. - Entonces estás en lo cierto al decir qu e e n los co noc imientos el olvido nos afect a una y otra vez sin dolor. SOC. - Por lo ta nto hay qu e decir que esos placeres de los co noc imientos no implican mezcla co n dolo res y que de ningún modo correspond en a la mayoría de los hombres, sino a un número exiguo llJ . PRO. - ¿Có mo no iba a haber que decirlo? e Soc.- Entonces cuando ya hemos discriminado con. venien te mente los placeres puros y los qu e con motivo podría n ser lla mados impuros, tengam os en cuenta que a los placeres vio lentos hay que suma r la desmesura y, por el contrari o, a los qu e no lo son, la mesura; y dem os po r senta do qu e los q ue iten magnitud e inte nsidad, frecue ncia y escasez, esos per tenecen al género aquél de lo ilimitado que lle va lo más y lo menos por el cuerp o y el d alma, y que los que no los ite n pertenece n al género de lo mesurado. PRO. - Hablas perfecta mente, Sócra tes.
11J Son pocos lo s que encuen tr an su a utént ica «mita d» _ y con ella su aut éntica felicid ad, dice Aristófanes en su elogio a Ero s en el Banque/f' _ . Co nradísimos los q ue la alcanzan coronan d o la escala de Diot ima. Pocos eran en el mito del Gorgias los desti nad os a las islas de los Bienaventura, do s. Poco s son e n la Rl'púbfifO los que acceden a la pura felicidad de los filóso fos. La a utén tica felicidad es en Platón un hien escaso y difícil de alcan zar.
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SÓC. - Pues bie n, además de Lo anteri or, a ún hay q ue obse rvar co n relación a ello esto ot ro . PRO. - ¿El qu é? S óc. - ¿Q ué hay que decir que a pu nta a la verda d , lo puro y sin mezcla , o lo inte nso , nume roso, gra nde y arrogante II.? PRO. - ¿Qué prete ndes con tu pregunta, Sócrates? SÓC. _ El que no dejemos por refutar ningún aspecto del placer y de la cie ncia, por si en cada un o de ellos un a l' pa rte es pu ra y otra no, para q ue un o y otra, yendo puros a la mezcla nos permitan, a mí , a ti y a todos, e miti r ju icio más fácilmente. P RO. - Perfectamente. Sóc. _ Ea pues , discurr amos so bre todas las cosas de las que decimos que son géneros puros. Escojamos prime ro una de ellas para nuest ro examen. PRo . - ¿Cuál escogemos? )) Sóc. _ En primer lugar, si quieres, veamo s el género de lo blanco. PRO. - Perfectamente. Sóc . - ¿Có mo seri a y qué tend ríamos por pu reza de lo blanco?, ¿lo ma yor y más numeroso o lo me nos mezclad o, sin la menor part lcula de otro color m? P RO. _ Está claro que lo que teng a la menor mezcla pos ible. S óc . _ Bien . ¿No da remos por senta do entonces que ésta es la más a uté ntica, Protarco , y a la vez la más hermosa de tod as las blancuras, y no la más abund ante ni la 1> mayor? 1" Para la relación belleza-pureza, d. 30b; en cuanto a la suficiencia, la hemos encontr ad o, como nota del bien, en 20d. l iS Pa ra la relación belleza-pureza en cua nto a los colores, véase la desc ripción de la tier ra «de arriba» en el mito del Fed ón, especialmente I IOb-d. lOO. - 7
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DIÁU)(j OS
P RO. - Ex acta mente . SOC. - Si decimos. pues, qu e un poco de blan co pu ro es más bla nco. más hermoso y más verdadero que mucho blanco mezclado . nuest ra expresión ser á perfectam ente correct a. PRO. - Co rrect ísima. soc, - ¿Y bie n? En verdad no vamos a necesita r muchos ejemplos de este t ipo para la cuestió n del place r, sino que nos basta co nside ra r a part ir de éste que co nsecuent emente tod o placer, aunque sea peq ueño y escaso, si está puro de e do lor , es más agradab le. más real y más hermoso que otro grande y frecuente. PRO. - Y tanto; este ejemplo bast a. SÚC. - ¿Y qué hay de ello? ¿No hem os oído decir que el placer es constante génesis y q ue no tiene existencia algun a? Esto es, en efecto, lo que inten ta n exponernos algunos exquisitos 11 6 a quienes debemos estar agradecidos. P Ro . - ¿Qué? SOCo- Eso mismo es lo que, mi querido Protarco, voy a inten ta r explica rte por med io de mis preguntas. J P RO. - Ve pregunta ndo. SOC. - Pongam os q ue hay do s tipos de cosas, un o de las que son e n si y por si, y el otro de las qu e t iend en siempre a otra cosa . PRO. - ¿C ómo y q ué son esos dos tipos? SOCo- El un o muy d ign o por naturaleza, el ot ro inferior a él. PRO. - Ha bla más claro. SOCo- Hem os visto sin d uda muchachos her mosos y valiosos cuyos amant es so n homb res de valía. P RO. - Y ta nto . SOc o- P ues bien, busca ot ras dos cosas qu e, ab ar 11. Para 111 ide ntificación co n Aristipo, d . Dl b , págs. L X II y sigs.
F ILERO
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cando t odo lo que decimos que existe, se pa rezca a los t de esa pa rej a. PRO. - Por tercera vez te 10 pido, Sócrates, formula más clar a me nte lo que dices. SOCo- No es nad a complicado, Prot a reo; lo que pasa es qu e el razo na mien to nos intriga, pero d ice que de los seres, unos son siempre por ca usa de algo, y ot ros en razón de aquello por lo cual las cosas llega n a ser lo que e n cad a caso llega n a ser. P RO. _ Co n di ficu ltad lo he co mprend ido gracias a tus repeticiones. SOC. - Q uizás, hijo mio, lo vaya mos comprendie ndo Sol mejo r al avanzar la exp osición. PRO. - ¿Por qué no? SOC. - T omem os este ot ro par . PRO. - ¿Cuál? SOC. _ Sea un término la génesis de todas las cosas, y otro la exis tencia. PRO. - Acepto ese pa r tu yo, génesis y existencia. SOC. - Perfect o. Entonces, ¿de cuá l de esos términos deci mos q ue es en razón del otro , la gé nesis en r azón de la existencia o la existencia en razó n de la génesis? P RO. _ ¿Preg untas ahora si eso que se llam a ex iste ncia es lo que es por ca usa de la génesis? SOC. - Eso parece. PRO. - ¡Po r los diosesl, ¿estás acaso preguntándome b algo asl?: «¿Dime, Prot arco, dices qu e la con str ucción de buq ues se hace por causa de los barcos o qu e más bien los ba rcos se ha cen por ca usa de la construcción de bu ques, e igualmente las demás cosas por el estilo?» SOCo- Eso mismo es lo qu e digo. PRO. _ Ent onces, ¿por qué no te con test as tú mismo, Sócrates?
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D IÁLOGOS
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SÓe. - N hay ra zón por la q ue no lo haga; pero partí . 'tipa l ambié~1 ú en la d iscusión. .
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i::-.. P R O:.. ~ C o n fo r me .
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S óc . c-c Afi rmo, pues, que los remed ios y todos los instrument os y t oda clase de mat erial se aplican en todos los casos con vistas a la génesis, y qu e cada génesis part icular tiene luga r co n vistas a cada existencia particular , y que la génesis en ge neral ocurre en razón de la existencia en general 111. PRO. - Clarísimo. SOC. - Entonces el placer, si es que es génesis, tend rá que ocurr ir necesariamente en razón de una existencia. PRO. - ¿Y bien? SOCo- Aquell o en razón de lo cu al se pr od uce en cada caso lo que se produce en razón de algo, eso pert enece a la zona del bien; y aquello que se produce en razón de algo ha de ser pu esto, amigo. en otra zon a. P RO. - De tod a necesidad . d SOe. - Por lo ta nto, si el placer es génesis, ¿no haremo s bien al coloca rlo en ot ra zo na d istinta a la del bien? PRO. - Ha remos perfectamente. SOC. - As l pues, co mo decía al em pezar este argumento, al que nos ha revelad o del placer qu e es génesis y q ue no t iene existencia alguna hay que estarte agradecido s, pues está claro q ue ése se está burlando de los que d icen que el placer es un bien. PRO. - Y tanto. ~ SOC. - De hecho ese mismo se ha de bu rlar también constanteme nte de los que concluyen en las génesis. PRO. - ¿Cómo y de quiénes ha blas? SOCo- De los qu e calmando su hambre o su sed o 111
demo.
Pl ant eamient o paral elo
II
la j erarquía de las léchnu; en el Euti -
FI LE Bü
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alguna de esas carencias que satisface la génesi s, gozan gracias a ella en la idea de que es placer y dicen qu e no acep t arlan vivir sin tener sed y hambre y sin exp erimentar todas las demás afeccio nes que cualquiera puede decir qu e acompañan a éstas lIS . PRO. - Po r lo menos lo pa recen. ss SOCo- El caso es que todos podemos afirmar qu e lo contrario a la génesis es la destru cción . PRO. - Necesariamente. SOC. - As! pues, el que escogiera esa vida estaría escogiendo la destrucción y la génesis, y no , en cam bio , el qu e escogiera aq uella tercera vida en la que no cabía goza r ni sentir dolor , sino pensar del mod o más pu ro posible. PRO. - Según pa rece, Só crates, va a resu ltar que es un gran a bsurdo el qu e alguien sostenga que el placer es nuestro bien. SOe. - Tan grand e; digámoslo también po r lo siguiente. P RO. - ¿Por qu é? SÓC. - ¿Cómo no iba a ser absurd o que no hub iera e nada bueno ni d igno de méri to ni en los cuerpos ni en tod o lo de más, más que en el alma y en ella sólo en cuanto que placer, y que no hu biera valentía o templanza o intelecto o ningu no de los demás bienes que alcanza el alma 119, qu e no hub iera nada de eso? i,Y además, de eso, q ue incluso se vea uno o bligad o a dec ir que el qu e no goza, sino q ue sufre, es malo aunque fuera el mejor de los hombres y que , por su parte, el qu e goza , en la medida en qu e más goces, mientras e esté gozando , en esa medid a sobresale en perfección? 111 Tal u la actitud d e Calicles en Gorg. 493-4. 11 ' Estam os ante 10 que GOI.DSCHMIDT. ob. cu., pág. 263 , llama «arg ume nt et alia»: el falso valo r encuent ra la com petencia de otros candidatos cuyas pretensiones son, por lo menos, tan legitimas co mo las suyas.
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d
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D IÁ l.O GOS
PRO. - Todo eso es el colmo del absurdo, Sócrates. Sóc. - No intentemos, sin em bargo. hacer la plena refutación d el pla cer y da r la imp resión de evita r por todos los medi os ha cer la del inte lecto y la ciencia; au scultémoslos, pu es, noblement e, por si tienen algo corrupto /10 , para que, cua ndo hayamos detect ad o lo qu e en ellos es más puro por nat uraleza, ut ilicemos pa ra e1juicio 12l común los eleme ntos más a uténticos de éstos y ta mb ién del placer. PRO. -Bien. Soc, - En la ciencia de los co nocmnentos tene mos, creo yo, un a pa rte que a punta a la producción y otra relativa a la formación y educación. ¿O qué 112? P RO.-Así.
Sóc. - Veamo s primero en las técn icas manuales si una par te de ellas no tien e mayor rela ción con la ciencia , y otra menos, y hay que considerar la una como m uy pu ra y la otra como más impura . PRO. - En efecto, es menester. Soc. - ¿Hay, pu es, q ue distingu ir y apartar las que go bierna n a cada una de ellas? PRO. - ¿C uáles y cómo? S óc. - Po r ejemplo, si se apartan de todas las ciencias las del número, medida y peso, lo que quedara sería, por así decirlo, nu lo 12J. PRO. - Ciertamen te, nulo. 111 En se ntid o propio y ap licad o a cac ha rrOll, co mo oc urre en Gorg. 493eS, el adje ti vo $athrás signirlC,II . r,lljad o•. u¡ L os ma nu scritos d a n Icri$/fl , _j uicio_; ScHlEJER~ACH FIl. co rr ige en hós/fl, _mezcla_.
m Se in icia aqu í la dioírt3U de las c iencias, cuya su perioridad sobre la tille e nco ntra mos en GorR. 464 b y sigs. es itida por tod os. Sin em hargo GOU JSC HMIDT, ob, cn., pág. lóS y sigs., demuestra qu e hu pos ibilid ades del métod o se realiza n ya p lenamente en el Gorgias. ur Cí. Rl,'p. 602d.ó03a .
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F1LEBO
S óc . - De hecho , después de esto
12(
sólo nos qu edaría
ti conjetura r y eje rcit ar nuest ro s sentidos co n la práctica y
cierta rutina , utilizando adem ás las sagaces ha bilidades q ue muchos llam an técnicas, pero que consiguen su fuerza con práctica y tr ab ajo m . PRO. - Lo qu e di ces es de t oda necesid ad. se SÓc . -En prim er luga r, pues, está lleno de eso el arte de tocar la flauta, porque no aju sta sus armonías por medida , sino por práct ica de la conjetura, y toda modalidad de música que busque la medid a de la cuerda pu lsada por conjetura, tiene en consecue ncia un importa nte ingrediente de inseguridad y escasa seguridad. PRO. - Es verdad. S óc. - y vamos a enc ont ra r que la med icina, la agri- b cultura, el pil ot aje y la estr ategia se hallan en el mismo caso. PRO. - Y tanto . SÓc . - En ca mbio, c reo yo, a la construcción, el hec ho de utilizar muchas medidas e instru mentos, la hace más técnica que ot ras muchas ciencias, porq ue le proporciona gran exactitud. P Ro . - ¿Cómo? SOCo- En la const rucción de barcos, de casas y ot ras muchas ra mas de la carpintería. Pu es, creo yo, utiliza la o regla, el torno, el compás, la plomad a y ese ingenioso instrument o que es la escuadra. Pa o. c--Cie rta mente, Sócrates; di ces bien . SOCo- Dividamos, pues, en do s las llamadas cie ncias, un as, a eje mplo de la música, participan en sus ob ras de I~ l.a sustracción de IIU ciencias citad as. La dev aluación de la práctica. empeirfa, se ha oper ad o en el Gorgias a bu e de utifiza r este término en hl,'ndiadi 3 co n rut ina, ujbt. m Rec ord emo s la d escali ficación de la ret órica por part e d e Só crates e n Gorg. 463a-c.
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DIÁLOGOS
menor e xactitud, las otras, a eje mplo del a rte de la construcción, de ma yor . P RO. - itido. SOC. - De éstas las técnicas más ex actas son las que hace un momen to llam am os prim eras. P RO. - Me parece que aludes a la aritm ética y a las que d ijiste entonces con ella. SOC. - Pe rfectam e nte. Pero, Prorarco, ¿no ha brá que decir que ta mb ién éstas son dob les, o qué ? P RO. - ¿Có mo dices? SÓc. - l a ar itmética en primer lugar, ¿no hay que decir que ha y una de la masa y otra de los que son filóso fos 1261 PRO. - ¿D ónde hay que poner la linde para separar una y otra ari tmé tica? SOC. - No es peq ueña la diferencia, Protacco. En efecto, algun os de los q ue se ocupan de los números cuentan unidades de siguales, como dos ejércitos o dos buey es, o dos cosas cu alesquiera, así sea n las más pequeñas o las mayores r de todas; los otros, en cambio, no los acompañarían a no ser que se dé por sentado qu e ninguna de las infi nitas unidades difiere de cad a una de las demás unid ades. P RO. - Como bien di ces no es pequeña la d iferencia entre los qu e se ocu pan de los números, de mod o qu e t iene sentido el plant ea r q ue son dos ciencias . SOCo- ¿Y b ien? El cá lculo la ciencia de la med ida que emp lean la const r ucción y el comercio, co mpa rados co n la geome tr la que emplea la filosofía y los cálculos de 57 los e xpertos - ¿ hay q ue decir que cada uno es una sola ciencia o ponemos dos?- .
y
' 16 EIl Rep. S22c y sigs. Sócra tes se bur la del empeil o de Po lemarcc por encontrar jus tificación al estud io de las d iferentes ramas de las mat emáticas en su aplicac ión práct ica.
sn.eeo
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P RO. - De co nfor midad con lo an teri or yo por lo meno s votaría po r que so n dos. SOC. - Bien. ¿Co mprendes por qu é hemos traído a cuenta esta cues tió n? PRO. - Qui zás, pero prefer iría que t ú contesta ras a lo 4ue me preguntas ahora. SOCo- Pues bien , a mí al men os me pa rece q ue ese razona miento, no menos que cua ndo em peza mos a ex ponerlo, tien e planteada aho ra la búsq ueda de un correlato a los placeres, el examen de si hay un a ciencia más pura qu e 1> otra ciencia como ocurre co n los placeres. PRO. _ Esto est á muy cla ro: por ello lo ha int entado t 27. SOCo_ ¿Y bien? ¿No había descu bierto ya antes qu e una ciencia difiere de otra por su objeto m y también por ser más o menos precisa? PRO. - Cierta mente. Sóc. - Pero ahora, al nombrar como homón ima a una técnica que ha bía presentado a la opinión como única , pregunta de nue vo , en la idea de que son dos, por la precisión ( y pu reza relativas a ellas , si es más exac ta la de los qu e so n Filósofos o las de los que no lo son. PRO. _ También a mi me parece que eso es lo qu e pregunta . SÓC. - En to nces, Prot ar co, ¿qué respuesta le dam os? PRO. _ ¡Oh Sócra tes, hemos llegado a la ext rao rdi na ria importancia de la d ifer encia , a la precisión de las ciencia s! SOC. _ Pod remos, pues, contesta r más fácilment e. PRO. _ ¿Y bien? Quede d icho , po r lo me nos , que ésas difier en en muc ho de las dem ás técnicas, y que entre ellas n l El sujet o de este verbo _ y de los siguientes- sigue siendo el argumen to. 12' Una ciencia se define po r su objeto : cf. Laq. 194e, Carm. 17111. La fó rmula de Rep . 477c-d es más precisa: las ciencias, como las capacidades. se definen por el objeto del que tratan o tamb ién por el q ue produ cen.
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DIÁLOGOS
mismas las relat ivas al impu lso de los verdaderos filósofos " d ifie ren infinita me nte e n precisió n y verdad ace rca de las med idas y núme ros 129, Sóc. - Sea esto como lo has di cho, y confia ndo en ti tomemos va lor pa ra co ntestar a los qu e son háb iles en a rra strar a rgu mentos... PRO. - ¿Cómo? SÓC. - Q ue ha y do s aritméticas y dos met réticas y otras much as semeja ntes que dependen de ellas y tie nen esa dup licidad bajo un único nombre común. ~ PRO. - Demos en buen a hora esa respuesta. Sócrates. a esos de qu ienes dices qu e so n duros de roer ¡ JO. Sóc. - ¿Entonces decimos que esas son las ciencias más exact as? P RO. - Perfectamente. SÓC. - Pero, Prot a rco, la cap acidad dialéctica re negaría de noso tro s si ponemos otra técn ica po r delante de ella . P RO. - ¿Cómo debe definirse ésa? 511 Sóc. - Es evi dente que cualquiera sabría cuál es a la que aludo a ho ra; por lo menos yo creo, en efecto, que todos los que t ie nen algunas luces, aunque sean pocas, considera n q ue es con mucho el más verdadero el conocimiento relat ivo al ser, a lo q ue rea lmente es y es siem pre
no la cuestió n d e la dob le med id a cu lmina en el famo so pasaje d el Poli/k o ( 283d y sigs.) e n el q ue Platón d isti ngue una med id a relat iva y una med id a a bsoluta, co mo ejes, res pectiva mente, d el pensamiento ma temáti co y d el pensamiento dialéctico. Aqu í, e n ca mbio, co mo es exp licito en 561:, se o pone n ac tivid ad emplric a y activ idad «filos ófica», p revia a la dia léctic a segú n se des p rende de 5!1a. 1.1" Dl'i l1or.iJ . Ya en la exp re si ón d e S6crat es se so lapa n el signific ado de "tem i b l e ~, implícito en tharro ñmes, y el de «há bil» q ue sustenta la co nstrucción . Po r lo d emás, dein ór co noce usos clara mente peyorativos, que vemo s, po r ej emp lo en Rl'p . 6 13b -c-coordin ed o a pan oürgos- o en Tl'el. l73b3.
Fl lHIO
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confo rme a si mismo por naturaleza. ¿Y tú, qué pie nsas? ¡,Cómo decidirl as, Prot arco, esta elimi natoria? PRO. - Po r mi part e yo, Sócra tes, he oído muchas veces a Gorgias reiter ar que el a rte de la persuasión a venlaja co n much o a todas las técnica s - consigue, en efecto, b que tod o se le so meta voluntariame nte y no por la fuer za, as¡ qu e es, e n am plia medida, la técn ica superior a todas 13t_ , pero a ho ra no qu erría oponerme ni a ti ni a él. S óc . - Me parece q ue e n el momento en que te d isponlas a decir «las armas» ha s sentido vergüenza y las aba ndonas. PRo . -Sea ello ahora como te parezca, SOC. - ¿Tengo yo la culpa de que no hayas entendido bien? PRo . -¿,EI qué? SOC. _ Lo que yo bu scaba ahora, mi querido Prc tar co, no era qu é técnica sobresale po r ser la mej or, la superior y r la que en más ocasiones nos ayud a, sino cuá l, a unque fuera pequ eña y no s fuera de escaso provec ho apunta a 10 preciso, lo exact o y 10 más verdadero; eso es lo que a hora esta mos busca ndo. Pero mi ra, t ampoco te vas a ind isponer con Gorgias, dad o que concedes a su a rte el ser sobresalien te en utilid ad pa ra los hombres 132; pero respecto a la n i En Gorg. « Se, Po lo a guisa de d efin ición del art e de Gorgias nos dice «cu ltiva la mis bella de las a rtes". y a nte la critica soc rlltiea p rotesta e n 44lIe «¿P ues no he co ntes tad o q ue era la más bella1~ . El propio Go rgiu asegura e n 452<1 q ue s u erre
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activid ad a la q ue aho ra me refiero, lo mismo que decía a ntes sobre lo blan co. que, au nque fuera escaso , si es puro, d ave ntaj a a lo que sea numeroso y no sea puro , en est e preciso aspecto, que es más verdadero. también a hora tras profu nda reflex ión y suficiente med itación sin a tender a eve ntuales utilid ades de las ciencias ni a su eventual notoriedad, sino tan sólo a si ha nacido en nu estra alma el poder de amar lo verdadero y hacerlo todo en razón de ello lll , despu és de haber somet ido esa acti vid ad a profundo exam en, digam os si pod rla mos afir mar que ella es verosímilme nte la que po see en grado máximo la pureza de intelect o y prudencia o si tenem os que buscar alguna otra q ue la supere. , PRO. - Lo voy examinando, y c reo qu e es dificil reconoce r que ningu na otra ciencia o téc nica con te nga más verdad que ella. S óc . - ¿ Has dicho lo qu e ah or a dices porque has considerado que la mayorí a de las técnicas, y cua ntos se afanao en ellas, se va len prioritari amente de opiniones y bus39 ca n con esfuerz:o Jo relativo a la opinión 1J41 ¿Y porque si alguno pretende que está invest igando sobre la naturaleza , sa bes que a lo largo de su vida estudia cuestiones relativas a este mundo, có mo ha na cid o, qué mod ificacio nes sufre y cómo act úa? ¿Pode mos decir eso o qué? PRo . - Eso. S óc . - Ento nces aq uél de nosotros que así proceda ¿no Ul La verneme pr.icü ca de la dialéctica derin del delerminismo mor al q ue implica el conoc im iento de 10$ valores y enlaza co n la m.iJ;ima sccr ét ie.l . Virt ud es ccncc imie mce. n. Estado de co noci miento correla tivo al deven ir de sus obje tos. La cuesnón ha sido exp uesta detalladamente e n los ramosos símiles del So l y de la linea q ue co ncluyen el libro sexto de la Rl'pu blicQ. El símil de la cavern a, al principio del libro siguiente, nos pro porc ionará el pa ralelo moral.
F1LElIO
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pone su em peño en lo que siem pre es, sino en lo q ue está, ha de estar y ha est ado sujeto al deveni r? P RO. - Pu ra verdad . SÓC. -¿P ode mos, por tanto, decir qu e alguna de esas cosas vaya a llegar a ser segura con verdad pe rfecta au nque 1> ninguna de ella s ha sido nu nca ni ha de se r ni es e n el presente estable en su modo de ser IlS? PRO. - ¿Cómo lo íbamos a decir? SÓC. - ¿Cómo, pues, pod rlamos conseg uir un co nocimiento sólido de 10 que no tiene con sistencia alguna? PRO. _ Creo que de ningún modo. S óc. _ Por eso ningún intelecto ni ciencia alca nza el máximo grado de verdad con relación a esas cosas. PRO. _ Por lo meno s parece que no. SÓC. _ En tonces hay qu e prescind ir de una vez de ti, de mi, de Gorgias, de Filebo, y, confor me al testimonio del razonamiento, afirma r lo siguiente. PRO. - ¿El qué? SÓe. - Q ue tene mos la co nsistencia, pureza, verdad y, como decíamos a ntes, integrid ad o en aque llas cos as que siempre son conforme a 10 mi sm o, del mismo mod o y sin mezcla, o en las qu e más em pa rentadas están con ellas; y todo lo demás hay qu e decir qu e es secundario e inferior. PRO. - Dices la pura verdad. SÓC. _ Y en cua nto al uso de los nombres rela tivos a estas cosas. ¿no es de toda justicia atribuir los más nermosos a las más hermosas? PRO. - Asl parece. Sóc. - ¿Y no son intelect o y prudencia los nom bres d que uno podria hon ra r especialme nte? PRo . - Sí, S óc . _ Entonces cuando residen e n pensam ientos relaIII eL Tim. 29c .
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~
DIÁ LOGOS
tivos al au té ntico ser , esos nombres está n exacta y corree. lamen te emplead os 136. PRO. - Y tanto. SOCo- Pues bien , los qu e yo propuse en su momento para el j uicio no eran ot ros, sino esos nombres. PRO. - ¿Y bien . Sócra tes? SÓC. - Sea. Acerca de la prude ncia y del placer, si alguien dijer a que estamos respecto de la mezcla qu e hay que hace r co n ellos como artesanos a nte los mat eriales con cuy a a malga ma de ben fab ricar algo, haria una buena como paración. P RO. - Y tanto. Sóc. - A co ntinuación, ¿no habrá que intentar hacer la m ezc la?
PRO. - ¿Y bien? SOC. - ¿ y no será lo mejor que empecemos por repetimos y recordarnos estas cosas? ". PRO. - ¿Cuáles? SÓC. - Ya las recordamos al principio, pero parece que 60 lleva raz ón el refrán «dos. e incluso tres veces ha y q ue repetir en el discurso lo qu e está bien» 01. PRO. - ¿Y bien? SOC. - ¡Vamos, por Ze us! pues creo qu e lo que ento nces se dij o fue ex presado en este sentido. PRO. - ¿Cómo? SOc, - Filebo di ce qu e el placer es para todo s los se res vivos la met a correcta y que tod os deben as pira r a él y qu e, de hecho, para absol uta mente todos, precisam ente es el bien y que los dos nombres, pla cer y bien, se apl ican ambos correctamente a una sola cosa y a una misma naturaleza; 1)6
F1Lf.H O
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Sócrates, en ca mbio, niega que esto sea una unid ad , sino ¡, que dice que son dos, lo mismo qu e los nombres, y que el bien y el placer difiere n en naturaleza y qu e la prude ncia participa más de la condición del bien q ue el placer. ¿No fue eso lo qu e ta mbién e nto nces se dijo, Protar co 138'! PRO. - Exactam ente. SOCo_ ¿Esta ría mos, por con siguiente, ta nto e nto nces como aho ra, de acuerdo en esto? PRO. - ¿En qué? SOCo_ Que la na turaleza del bien a ventaja a tod as las demás e n esto. , PRO. - ¿En qué? SOCo- En que en aquel de los seres vivos en quien el bien estuvie se por siem pre y totalme nte presente hast a el fin, no necesitaría ya de ninguna ot ra cosa y estaría pe rfectam ente satisfecho. ¿No es así? PRO. - Así es. SOCo_ ¿Y no intenta mos en el razonamiento separa rlos un o de otro, prop oniendo pa ra la vida de cada cual placer sin mezcla de prudencia e igua lme nte prude ncia sin la mínima parte de placer? PRO. - Así fue. SOC. _ ¿Y nos pareció entonces q ue una de ellas podí a d ser suficiente para alguien? PRO. - ¿Cómo iba a serlo? SOC, - Por si entonces hu biér amos cometido algún e rro r, que ahora qu ien qu iera recoja la cuestión y la expo nga más correcta mente, incluyendo me moria, prudencia , ciencia y opi nió n correcta en el mism o género y ex aminan do si alguien acept aría ten er o llegar a tener sin ellas
Oposición a la ph ró'rt sü de CaJicles cuyos obj etivos era n pteonexia
y akola,'(a. III
956e.
Este refrán apare ce laml'lién en Gorg. 497e. y en Leyes 754c, y
!l O La cuestión de los nomb res no apareda en el resumen inicial de la co nversació n anterior que Sócrates hace en JIb-e.
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cualq uier cosa, no ya el placer más amp lio e inte nso. si no tuviera opinión correcta de estar gozando ni supier a en • absoluto qué experiencia siente ni tuviera por tiempo algun o memoria de su ex pe riencia. Dígase ta m bién lo mismo con r~l ac.ión a la prude ncia, si alguie n prefir iera poseer prudenera sin el meno r placer por bre ve qu e fue ra antes que con algunos placer es, o todo s los placeres al margen de la prudencia antes que con alguna prudencia. PRO. - No es po sible, Sócrates, y no es menester reiterar esa pregunt a. S Ú~. - ¿Entonces ni una ni otra cosa sería lo perfecto , lo elegible po r tod os, el bien realment e universal? PRO. - ¿Có mo lo iba a ser? SOC. - En t al caso hay que ca pt a r claramente el bien o, al menos, un esbozo del mismo, pa ra poder, según decía. mas, oto rgar a alguno el seg undo prem io. P RO. - Ha blas perfecta me nte. Sóc. - ¿No hemos e ncont rado un ca mino al bie n? P RO. - ¿Cuá l? Só c. - Por ejemplo, si, al buscar a un hombre, uno se hubiera informa do primero correcta mente de la casa donde b vive, ¿no tendría ava nzado un gra n trecho pa ra averiguar lo que bu sca? PRO. - ¿Có mo no? SOC. - Tan to a hora como al principio el razona miento nos ha re velad o que no debemos busca r el bien e n la vida sin mezcla, sino en la que la cam pa na. P RO. - Tot al mente. SOC. - ¿ Hay mayor esperan za de que lo que buscamos sea más evide nte en la vid a bien mezclada qu e e n la qu e no lo esté? PR O. - Much a. Sóc. - Haga mos, pues, la mezcle, Protarco, rog a nd o a los dioses, sea Di oníso, sea He festo, sea cua lq uier otro
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aquel de los di oses al que corres ponda el ho nor de la e mezcla 1l 9• P RO. - Muy bien . SOC. _ Pues bien . esta mos co mo esca nciadores a nte dos fuentes, un a, la de l placer, pod ría uno co mpara rla co n un a fue nte de miel; la ot ra, la de la prud enci a, sobria y sin vino con una fuente de agu a a uster a y saludable; pu es bien: debem os empeñarnos en mezcla rlas de la mejo r manera posible . PRO. - ¿Cómo no? SOC. _ Venga. lo pr ime ro; ¿podría mos conseguir pleno d aciert o si mezclamos todo el placer con toda la prudencia? P RO. - Quizás. SOC. _ Con tod o, no dejaría de ser peligroso. Me pa rece que puedo ha cer una suge rencia pa ra qu e hag a mos la mezcla con meno res riesgos. P RO. - D i cual. SOC. _ ¿Te nemos. según cree mos. un placer más real que otr o y una técn ica más exact a que otr a? PRO. - ¿Cómo no? SÓe. _ y una ciencia distinta de la ciencia, porque un a apunt a a lo que nace y perece, mientras que la otra atiende r a 10 qu e ni nace ni pere ce. sino que siempre es confo r me a lo mismo y del mismo modo. Exam inándo la con respecto a la verdad. concluimo s que era más verda dera qu e aqu élla 1.0. PR O. - Totalme nte co rrecto. SÓC. _ ¿Podría mos ver primero si mezclando las secciones más verdaderas de uno y ot ra, bastarlan al mez," DiQnisQ, co mo dios del vino, q ue los griegos mezclaba n en una cra tera co n proporciones varia bles de agua. Hereste, come d ios de la fr agua, mezclab a los metales. En /l. I 598, sirve a IQS dioses el n écie r, mezcla de miel y agua, al q ue Sóc rates alude en la co mparación siguiente. lOO ¡;sta es, en términos de GOLDSCHM IDT, "la especie q ue desborda al género», el valor auténtico. er. ob. cit., ím. 160. -
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da rse para pro por cionarn os la vida más a peteci ble, o si necesit am os ade más algu nas de las seccion es qu e no son tales?
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P RO. - Me parece oport uno act ua r así. SÓC. - Bien. Sea un hom bre que ha captado la ese ncia de la j usticia, con un a ca pacidad de expresión acorde a su ca pacidad de inte lección y adem ás igua lmente co mpete nte pa ra concebir tod os los de más seres. PRO. - Sea pues. SÓC. - ¿Tend ría ése suficiente ciencia al poder dar cue nta del circul o y de la prop ia esfer a divina au nqu e b igno re esta esfe ra hum an a y los circulas estos, e incluso en la co nst rucción de una casa pretenda uti lizar igualmente los otros círculos y reglas? PRO. - Propon emos. Sócrates, una disposi ción que, al residir ta n sólo en las ciencias divinas. es ridícula. SOC. - ¿Cómo d ices? ¿Habría qu e incorporar y mezclar t ambién la técn ica inciert a e impura de la regla y el circulo falsos? P RO. - Es indispensab le, si cada uno de nosotro s ha de enco nt ra r cada vez aunque sea el camino a casa 1 ~ 1 . ~ SOCo- ¿Y t am bién hay que incl uir la mús ica a unq ue acaba mos de decir que está llena de co njet ura e imitación y ca rece de pureza? P RO. - Me pare ce ind ispensable si queremos qu e nuest ra vid a sea en algu na med ida una vida 1 ~2. SOCo- ¿Quieres, pues, que como un portero e mpuj ado y obligado por la masa, me dé por vencido , abra las puer-
1' 1 GOULD, oh. cu., pág. 223, nos invita a relacio nar esta afi rmac ión con el camino de Lar íssa en M l!m. 978 y sigs. 1.2 Por la misma razón, lI. instancia d e Glaucón, tiene Sócrates q ue aceptar el lujo y los artesa nos del lujo en la ciudad recién fund ada de Rep . 372c y sigs.
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tas y deje pasar tod as las ciencias y que la inferior se mezcle con la pura 1 ~J? PRO. _ Yo no sé, Sócrates, cómo podría un o perj udi- J ea rse al aceptar todas las ciencias, si tiene también las princi pales. SOc . - ¿Ento nces dejo que tod as se enc uent ren e n la tan poét ica «confluencia de dos valles» homérica 1"'47 PRO. - Y tanto. SÓC. _ Qu eden itidas . Y ahora hay que volver a la fuente de los placeres; en efecto no ha podido cumplirse nuestro pro yecto de mezclar los itiendo en principio las secciones verdaderas, sino qu e por amo r a toda clase de ciencia, las hem os itido en la mezcla todas jun tas incluso a ntes q ue los placeres. PRO. - Dices tod a la verdad. ' SOCo_ Nos llega, pues, el momento de delib erar también so bre los placeres, si hay que recibirlos también a todos jun tos o si debemos aceptar primero a los verdaderos 1~5 . PRO. - En cuanto a segurid ad, impo rta mucho dejar pasar primer o a los verdaderos. SOc. - Que pasen pues. ¿Y a con tinuación? Si los ha y necesar ios 1 ~6, como en el caso anterior, ¿no habrá también que acepta rlos e n la mezcla? PRO. - ¿Por q ué no? Aceptemos, pues, los necesarios. SOCo- ¿Y si, lo mismo que el conoce r de por vida tod as 63 las técni cas e ra algo no sólo inofensivo, sino además útil, si 1" Co mo bien o bserva GOULD. oh. en.. págs. 223-4, esla imagen expresa la pre sión extern a de las condi cion es d e la vida human a. que nos obliga a mitigar el esque ma de los valores, ren unciando en part e a los abso luto s. 1" JI. IV 452. 1' 1 Esto es, los puros, los qu e no comportan dolor. 1'~ Fueron d efinidos en Rep. 558d y sigs.
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tam bién ahora decimos eso mismo acerca de los placeres, que el goz arlos tod os de por vida es pa ra tod os nosotros algo conveniente e inofensivo 1. 7, hab rá que inclu irlo s tod os en la mezcla? PRO. - ¿Cómo vamos en realid ad a habla r de ellos? ¿Cómo vamos a hacer? SOC. - No es meneste r que nos plan teemos nosotros la cuestió n. Protarco, sino qu e la tras lademos recí pro camente a los propios placeres y a los pensa mientos en esta forma. P Ro . - ¿Cuál? b Sóc. - «A mig os, haya que llam ar os placer es o con cualquier otro nombre, ¿preferiríais vivir con tod a clase de prud encia o al margen de ella?». Creo que necesaria mente ellos contest arlan en los tér minos siguientes. PRO. - ¿Cuál es? SOC. - Co mo se dijo a ntes: «El qu e un género esté solo, e aislado 1.8, sin mezcla, no es ni posible ni ventajoso; examinados todo s los géneros uno po r uno, pensam os que el mejor par a convivir co n nosotros es el de lo que co noce to do lo de más y también a cada un o de nosotros tan perfectame nte como sea posible». PRO. - «Bien ha béis hab lado», hemo s de decir. SÓc . - Conforme. Después de esto correspo nde interrogar a su vez a la pr udencia y al intelec to. «¿Necesitáis algún placer en la mezcla?», di ríamos en nuestra pregun ta a prudencia e intele cto. «¿Q ué p taceres?» contest arl an sin duda . P RO. - Es veros ímil. d SÓC. - A co ntinuación nuestro argument o es éste:
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Va en 13b se planteó la existencia de placeres perjudiciales. r., P. M. SCHUHL, «Su r le mé tenge daos le Phi~bn. REG SO. 1967, 220 Y sigs., co nstata que. al cer ararse ah ora la cuestión en la mejor mezcla, el adjetivo eihk rinés, q ue ha sta este momento formaba parte de las «letanías. de la perfección - cf. 32c- adq uiere cará cter peyorativo.
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«Adem ás de aquellos placeres verdaderos », d iremos, (t¿necesitáis que coha biten co n vosot ros los mayores y más intensos placeres?». {{¿Cómo, S óc rat es». di rían sin duda, «los que no s procuran infinitas trab as 1(9, albo rotan do las almas en las que vivimos con su loco frenesí, y no permiten en principio que lleguem os a nacer y hacen perecer a la inmensa mayoría de nu est ros hijos nacidos. al infundir, po r t su descu ido, el olvido? En cambio. a los placeres que llamas verdade ros y puros, considé ralos casi com o parientes nuest ros, y, además de ellos , mezcla los que van co n la salud y la templanza así como los que, to mando parte en el co rtejo de toda virtud co mo en el de un d ios ISO, la acompañan por doquier; en cambio, a los que siguen a la insensatez y al resto del vicio, sería un gra n absurd o que los mezclase con el intel ecto quien quiera ver la mezcla y fusión más her mosas y libres de discordia que sea posible e 64 intentar ca pta r en ella qu é es el bien en el hombre y en el Universo y vislumbrar cuál es su forma». ¿No di remos que las razon es aho ra exp uestas en la contest ación del intelecto , en su prop io no mbre y en el de la memori a y la opinión correcta, son sensa tas y congruentes con él? PRO. - Totalmente. Só c . _ Pue s bien , t ambién esto otr o es necesario, pues de otro modo no podría nacer nada. P RO. - ¿El qu é? SÓe. _ Aquello a lo qu e no mezclemo s la verda d no pued e nunca en verdad nacer ni ha ber nacido. PRO. - ¿Cómo iba a poder? S óc . _ De ningún modo. Pero si aún falt a algo en esa mezcla, decidlo tú y Filebo. Pu es a mi me parece que el
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a. Sof 230a-2J IA.
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Record emos los cortejos divinos de ¡.~J,. 248a y sigs., Y Leyes
7 16a.
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DI ÁLO GOS
actu al argum ent o ha concluido en una especie de orden inco rpóreo I ~I que ha de gobernar como es debido a un cuerpo animado . PRO. - Di pues qu e tamb ién yo lo acepto asl. ~ S óc. - Ento nces si decimos que aho ra estamos ya en el vestíbulo de la mansión del bien, ¿no ha blarí amos, en algún modo, co rrectamente? PRO. - A mi, al menos, me lo pa rece. Soc.- En esa mezcla, por tanto, ¿qué elemento puede parecernos el de mayor mérit o y, a la vez, ca usa de que ese estado sea grato a tod os? Después de co nsiderar esto hemos de examinar a continuación si en el co njun to tiene más afinidad nat ural y parentesco con el placer o con el inte lecto. d PRO. - Bien; pues esto nos es de suma utilidad con vis. tes al juicio. SOC. - Pues bien, no es dificil ver en el conjunto de una mezcla la causa por la cua l es digna de tod o aprecio o no vale nada. PRO. - ¿Có mo dices? SOC. - De hecho nadie lo ignora. PRo . - ¿EI qu é? S óc . - Q ue cualquier mezcla, de lo que quiera que sea, que no co nsiga la medid a y la pr oporció n nat ural, necesariamente dest ruye sus ingredientes y ante todo a sí misma; .. pues ésa no llega a ser mezcla, sino un a uténtico revolt ijo, una verda dera desgracia para aquellos seres que la po sean In . 1I1 Pervivencia de la defini ción ont ológic a d e la
arni establecid a en
Gorg. 506c-d. 111 El concepto de mezc la sustit uye la analogfa con un organ ismo que p reside fa doctr ina ontológica del Gorglas subsistente en ese lógos, cuya defini ción no satisface fa en umera ció n de los elementos -c-las piezas del ca rro - en Ten 206e )' sigs., o en ese o tro Iógos, discurso , esta vez, q ue, a
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PRO. - Pura verdad. SOC. - Resulta , pues, qu e la pot encia del bien se no s ha refugiado en la na tu ra leza de lo bello; en efecto, la medida y la prop orción coinciden en todas part es con belleza y perfecció n. P RO. - Tot almente. SOC. - De hecho declamas que la verdad se une a ellas en la mezcla. P RO. - Y ta nto. S ó c , - Ento nces, si no podemos capturar el bien bajo 65 una sola forma, tomémoslo en tres, belleza, prop orción y verdad, y digam os q ue co n t odo derech o pod emos atribuir a esta sola un idad el ser causa de las cua lida des de la mezcla, y q ue por ella, porque es bu ena, la mezcla resulta ser tal i». P RO. - Perfect amente. soco- Por lo tan to , Pr otarco, cualquiera po dria ya ser pa ra nosotros un juez competente sobre el placer y la pru d iferencia del ..revolt ijo. pro nunciado po r Lisias (F~. 264b), d ebe tener la est ruct u ra de un ¡,er vivo, ..con cabeza, cuerpo )' pal au como d icta mina Sóc rates en Fedr . 2b4c. Como consecuencia de lal sustitució n los principios res ponsa bles del ca rácter o rganizado del organi smo - k6snws y ,dxi s- se trad ucen en mtfN)fl )' symmetritl. O , co mo dice K RAMER, se ..a mplia n•. El prec io que pagamos por esa am pliación es que 1IC desd ibuja la je ra rq ula de los ingred ientes, a la cual , sin emba rgo, el Fihbo concede absoluta p rimad a. En efect o, desd e que en 22a acorde mos q ue la vida buena era la vid a mixta, 10 q ue esta rnos hacie ndo es inte ntar jer arq uizarlos. IIJ Para S"YII. E. oh . ett., pá.g. 172 Y sigs., se d e sdice aq ul el c er écter
unitario del bien en la Repú blica y en el Banquete. Estima mos, por el co ntrario , que tan to en esos dos diál ogos, como ya en el Gorgias, el bien plat ónico no es uno, sino «haber llegado a ser uno » (M II/M lla gtlltslhai/· l(egontllol). y que esa un ida d se refract a y refleja, como la luz en el pr isma, como el valo r adecuado al pun to d e vista ad op tado: como belleza de sde un pu nto de vista esté tico, como verd ad desd e un punto de vista episte moló gico , etc.
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DIÁ LOGO S
dencia y sanci onar cuál de los dos está más emp arentado 1> con lo mejor y merece mayor hon or entre los bombres y los di oses. PRO. - Es evidente; sin embargo , mejo r ser á acaba r de expo nerlo. So c . - J uzguemos uno por uno cad a uno de estos tres aspectos e n sus relaciones con el placer y el intelecto; pues hay que ver a cuál de ellos atribuimos cada uno de esos as pectos en razó n de su mayo r pa rentesco. P RO. - ¿Ha blas de belleza, verd ad y medid a? SOC. -Sí. Toma en primer luga r la verd ad, Proterco. Tó mal a y considera estos tres términos, intelecto. verdad y e placer; párate mu cho tiemp o y contéstate a ti mismo si el placer está más emp arentado que el intelecto con la verdad. PRO. - ¿P ara qu é ta nto tiempo? Creo, en efect o, que la diferencia es mu cha: el placer es, ciertamente , lo más embustero que hay y, según el dich o, incluso en los placeres del amo r, que son al parecer los mayores, los dioses J perdonan el perju rio I ~ , en la idea de que, co mo niños, los placeres no tienen ni chispa de juicio ; el int electo, en cambio, o es lo mism o qu e la verdad o lo más parecido y lo más verdade ro que hay. SÓC. - Ento nces exa mina a continuación del mismo mo do la medida, si tiene más el placer que la pru den cia o la prudencia que el placer. PRO. - T ambién ahora me has propuesto un exa men fácil; creo, en efecto, q ue no es posible enco ntrar nunca nad a tan desmesurad o por natu raleza co mo el placer y el delirio, ni tampoco nada más mesurad o qu e el intelecto y la ciencia. ~ SOC. - Bien d icho. Sin emba rgo, dime también el tercer aspecto. En nuestr a o pinión, ¿participa de la belleza en 1M
er.
&mq. 183b.
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mayor med ida el intelect o que el género del placer, de mod o que el int electo es más dign o de mérit o ISS que el placer, o al co ntra rio? PRO. - Nunca nadie, Sócrates, ni en vela ni en sueños lS6 ni ha visto ni ha imaginado qu e la pru dencia y el intelecto, en ningún mod o y en nin gún sentido, hayan llegado a ser, fueran o vayan a se r feos. SÓC. - Bien . P RO. - Los placeres, en cambio, y en particula r los mayores ---cuando vemos a alguien goz ando de ellos- al percatarno s de su caráct er ridículo o de la extrema indecencia qu e los acompaña, sent imos vergüenza nosotr os 66 mismos y, trat and o de hacerlos desaparecer , los oc ultamos lo más posible, ent regan do todo eso a la noche co mo si la luz no debiera verlo . S óc . - Entonces, Pr ota rco, en todas partes ha s de p ro ~ clamar, a lo lej os com unicándolo por medio de tus mensaje ros, y a los pre sentes por ti mismo, qu e el placer no es ni el pr imer bien ni el segundo , sino que hay qu e pensa r que cualquiera escogería con mayo r agrado ISl lo relativo a la medida , 10 mesurado y oport uno I SoI y t od o lo semejante. PRO. - Asi se desp rend e de lo que venimos diciendo. !H De nuevo tropezamos co n la ambigUedad del predicado katán. «herm oso o bello» cuan do respo nde a un criterio estético, se convierte en predicado «universal», simple marca de a pro bación , cuando un j uicio de valor reposa en cu alquier otro criterio. Esto es lo que pretendemos reOejar al traducir k ilJliO po r «mb digno de m éritos . ,.. cr. 2Ob. 36e. III Acepto la correcció n de Diés (véase 11 discusión en su introducción págs. LXXXI X y sigs.). que da lugar a un evidente juego de pa.la bras. III K t1i rÓs. «opc rtunided e, es un t érmmo q ue responde a IIn concepto impo rtante en la Sofl~ica, especial mente en Go rgias; Platón lo rehúye, incluso en frases hechas. en sus primera s etapas. En cambio. cuando empieza a oc uparse del mundo «de abajo», kmr ás se va haciendo mas frecuente.
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SÓC. - En segundo lugar lo relativo a la pro porción , lo he rmoso, lo perfecto y suficiente y todo lo que pertenece a esa esti rpe. P RO. - Asl parece . Soc.- En tercer lugar , según mi vaticinio, al poner el int electo y la prud encia no te despistarl as mucho de la verda d . PRO. - Qui zás. SOC. - ¿Acaso no será n cuartas las cosas que at ribuimos al alma so la, las cie ncias y las téc nicas y las opin iones llamadas correctas, después de las tres primeras clases, ~ todas esas cos as será n las c uartas, si están más emparenta das co n el bien qu e el placer? P RO. - Po siblement e. SOC. - En qu into luga r col ocaremos los placeres que hem os definido como exentos de do lor, llamándolos puros y del alma sola . placeres qu e acompañan a las ciencias y a las sensaciones. PR O. - Pued e. SOC. - . En la sexta generación», dice Orfeo, «poned fin al cant o» l ~; p ues bien, tambié n nuestro discurso pa rece J termi nar en la sexta sente ncia. Des pués de esto ya no nos queda más q ue, por así decirlo, da r una cabeza a lo d ic ho 160. PR O. - Es menester. S óc . - Ea, pue s, «por terce ra vez, e n hon or de Zeus salvador» 161, repasem os el mismo argument o. PRo . - ¿Cu ál? b
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DI ÁLOGOS
cr. PLUT, ~
E op. DI'/p. 39 1d. Para la «ca beza» de un t ógos. además de Fedr. 264c, qu e hemos visto en n. 152, ef Gorg. 505c-d, 101 Alusión 11 las tres libaciones qu e se hadan en Jo, banquetes. er. Corm . l67a, Rt p . 5830, Ep. VII 340a.
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Sóc. - Filebo sostenía que nuest ro bien es el place r, todo y en todas sus for mas. PRO. - Según par ece, Sócrates, co n «por tre s veces» querías decir antes que hay que resumi r el a rgumento desde el principio 162. Sóc. - SI, oiga mos lo que sigue. En efect o, po rqu e . tengo prese nte lo qu e aca bo de exponer y, a la vez, porq ue me rep ugna el pla nteamiento que no sólo es de Filebo , sino tambié n de muc hísimos otros, d ije yo que el intelecto es con mucho superior y mejor que el placer para la vida del hom bre. PRO. - Así fue. SÓC. - Mas sospechando q ue ha y ta mbién ot ros muchos bienes, d ije que si alguno de ellos parecía mejor que ést os dos, co mpetiría por el segund o pre mio par a el inte lecto cont ra el placer, y el placer se vería pr ivado también del segundo. 61 PRO. - Eso dijiste, en efecto. Sóc. _ y a continuación ha quedado perfect am ent e claro qu e ningun o de los dos es au tosuficíente. P RO. - Pura verdad. SOC. - Entonces, ¿intelec to y placer no ha n qu edado apa rt ado s de ser ni el uno ni el ot ro el bien, porque ca recen de a uta rquía y de ca pacidad de suficie ncia y perfección? PRO. - Exacta mente. Sóc , - Habiend o apa recido un tercer ca nd id ato, superior a cada uno de los dos pri meros, el intelecto se revela mucho más próximo y vinc ulado por natura leza que el placer con la forma del vencedor. PRO. - ¿Cómo np? Sóc. - Ento nces, de acuerdo co n el juicio que el arg u-
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Prota rco se refiere al refrán que Sócrates citaba en 6Oa.
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Ol ÁL OGa S
mento nos lleva a emi tir ah ora , el placer iría en quinto lugar . PRO. - Parece. b SOCo- y no en primero, aunque tod os los bu eyes y los ca ba llos y tod as las demás best ias lo co ncedan a la persecuci6 n del go zo; p ues bien, confiando en ellas como los adivinos en los páj aros, la masa esti ma q ue los placeres son lo más import ante para nuest ro bien vivir y creen q ue los amo res de las besti as son testimo nios más poderosos que los de los d iscursos emitidos en cada caso en el oráculo de la musa filosófica. PRO. - En ad elante todos diremos, Sócrates, q ue lo q ue tú has dicho es a bsolutamente verdad. S OC. - Entonce s. ¿dejá is q ue me marche? P RO. - Aún queda un poco, Sócrates; que no vas tú a renunciar antes qu e nosotros . Te voy a recordar lo que queda.
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INTRODUCCiÓ N
El Tímeo es una de las obras ace rca de cuya autenticida d no existen prácticamente dud as. Los testimon ios qu e 10 citan se remo ntan a Aristóteles (De caeío 11 293b32 [Tim. 40b-c], 111 300a 1; De eeneratione I 31Sb30 [Tim. 54d y sigs.], 32.5 b24, 11 329a13, 332b29) l. Est a unanimidad casi total no significó en ningún momento co nsenso acerca de su interpretación 2. Las dificultades interpretativas tienen diversas razones. En primer Jugar , ~dj ficil determ.inar si.Ja ...doctrina...que ex pone el personaje principal es la del autor. A. E. Taylor ' , en el comentario más importante, afirma que las teo, A. E. T AY WR, A Commentary on Pla/o s TrmlU'w. O xford , 1928, pág. 1. Ent re las excepcio nes. ha y q ue: añadir a la posición de SCHELUNG ( PhiloJop hie und Religion. en Werke. VI, pág. 36). mencionada po r A. E. TAYW R, la de C. H. WEISS (D ie ldee del' Gouheit. D resde, 1833, p' g. 97). Schelling cambió poste riorme nte de opin ión (Scripfa Phi/oroph lctJ. 1. e n Werke, VII. pág. 374), I Q uizá sea T H. H. MARTIN (ÉludeJ sur '/1 Trmú 'de Píaton , 1, Paris, 184 1, pág. VII) quien define co n mayor eoncísíón la situación al comicnzo de sus monumen tales estudios so bre el diálogo: Parml les dialogues de Píaton, u lui qui a juué les plus Krand rore dans lhinoíre de la p hi tosop hie. u lui dom le$ Píatontctens de fOOS les áges om Invoq ué l'am orilé, u lui ou' on a fe plus cit é, el qu ' on a fe moíns comp rís, e' 1'$1 le Tím ée. 1 Commrnlary, clt., pág. 10 Y sigs.
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D IÁLOGOS
TI M EO
rías corresponde n a un ecléctico del siglo Y, defensor de una mezcla de pit agori smo y mat erialismo jónico. Aunque esta hipótesis h a sido rechazada (cf los co nvincentes aro gumentos F. M . Cornford .), es significativa de los problemas herm enéuticos existentes. Ya los d iscipulos de Plat ón rentan divergencias acerca de si la creació n del mundo, por ejemplo, debla ser to mada literalment e o só lo de manera alegóricae. Con los prim eros se alineaba Arist óteles y con los segundos, Jenócrates, que se destacó por su fidelidad a la pala bra platónica y dedicó gran parte de s u actividad al frente de la Academia a la interpretación d e la cos mología 6. Platón mism o ofrece en el Tímeo una base para esta diversidad de interpretaciones. El or ad or prin cipal califica su discurso de relato probable (29d2; 30b7 ; cf. 34<:2-4), que está determinado por la naturaleza del objeto descrito: sensible, opinable y en ca mbio perm anent e sin alca nzar nunca el ser (28d2-4; d . 29b-c). Au nq ue mucho se ha especulado sobre el significado de l aserto platónico, su sentido pa rece ser simplemente que, dad a la calidad del obj eto, es imposible hacer sobre el particular una exposición que se ajuste a la racionalidad y la exactitud propias de otra esfera del ser ". La disertación no es, sin embargo, mera fabu lació n, dad o que es imagen del discu rso exacto y
racional, como su objeto lo es del mundo ideal. Su .exactitud es, por lo tant o, aproximada {eík ás] y ha y no s610 un momento d e error, sino, sobre tod o, de inexplicabilidad en términos racion ales (átogon). No s6lo el carácter, por así decirlo, mitol6gico del discurso de Tim eo, o sea la descripci ón obje tiva, dificu lta la tarea inter pretativa . También la na turaleza de los potenciales lectores ha ce qu e sea un conocimiento dificil de transmitir: no todos están en condiciones de entender las doctrinas allí expuestas. Así, se afi rma que es dificil descubrir al hacedor y padre del universo e imposible co municá rselo a todos, una vez descu bierto (28c). Asimismo, el ca rácter concreto del togos present e con t ribuye a obstaculizar la captaci ón inmedi ata de lo expresado. El discurso no acla ra sus propios principios, se encuent ra limitado a una esfera precisa. La ocasi6n y la for ma adoptada hacen posible ent end er s610 en parte su co ntenido . Por ello, al hab lar de 105 pr incipios de los cuaIra elementos -fuego, aire, agua y tierra- , se afirma qu e s610 le son conocidos al dio s y a qu ien es querido por él (S3d), alusi6n a una doctrina superio r y no aclarad a en el diálogo s. Timec mismo excluye ex presamente de la disertaci 6h presente esa esfera que ayudarla a esclarecer el discurso (48c-e), al igual qu e el tratamiento de lo concerniente a los problema s metaflsicos fund amentales, ser, no ser y devenir (38b) ' .
• F. M . CoRNFO RD, Pio ,O's Cosm oloy. 17It n_ fU o/ PIofo f'(JlUl aQ rum¡j'IK COmmt/lftuy. Loodte l, 1937, págs. VIII-XI. J cr. A. E. TIIYI.OR, Commentary, pAgo 68 Y sigs.; F. M . CORSo FORO, Cosmoloty. pal. 26. • So bre el problema, d . los Irabaj os de G. VlASTOS (cTIle Disorderly MOlion in tbe Tim aeu n y
, Esta afirmación plal6nica ha servido para introdu cir lodo tipo de arbitra rieda d exegética 'J ha sido, en general, la única limitac ión que se ha tenido en cuenta (cf., p. ej., F. M. CORNFORD, Cosmology, págs. 28-32).
I Se suele ver en " le PllSllje una alusión a la doctrina no escrita de Plató n ( H. J . KIlÁI.U.R, Plafo nt t i fondamemi J¿.lfQ mtlQfuka. Surgio julfQ feo, iQ del P, ;/lc ipj t JUlJt d ourine 110/1 jCfilf~ J i PlafO/lt con 14/101 , accol fa dei docum trlli /OfIddmt /lfQli in tdizioTW b illngue t biblíog'afUl. Pu blicazioni del Cen lro d i Ricercbe di Metafisica. Sczio ni di Metalisica e Slo ri. della Metafísic a 1, Milán , 1982, pág. 367). • Co mo una puesta ent re par éntesis de la problemát ica , para una ocasión y un discurso más apropiad o hay que entender este pesaje, en el q ue 160. - 9
IJO
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D1Á I.OGOS
TlM E.O
Plat ón señala. po r tanto, t res tipos de limitaciones para la comprensión de su cosmología: la proveniente del objeto. la del discurso y la de los potenciales receptores. Esta últ ima no se refiere, por cierto, a los par ticipantes del diálago, qu e son a s u vez expos ito res, sino a los posibles lectores no cua lificad os de la ob ra . Es de not ar que los persona jes, ta l como lo su brayan las ex presio nes del propio Sócra tes (1ge-20c), poseen los conocimientos filosóficos necesa rios para la tarea emprendida JO. Esto indica, por otro lado, que nos enco ntra mos ante una auténtica exposición cosmológica par ci al, que, por su d ificultad y especificidad , no está di rigida a l público en gener al. sino a una audiencia que con oce ya, básica mente, la filosoña platónica, y, más concreta mente, a los de la Academia Il .
primera se refie re a la fecha de composición y su relación con el resto de los d iálogo s. La segunda alu de a la ce nexión que se esta blece en el Tímeo co n otra s ob ras (otro ejemplo de agru pación d ra mática es la tr ilogía Teeteto, Sofis ta. Polílico).
Datación del Tímeo En cu anto a la posición en el corpus platonicum 12, hay que distinguir la cro nología a bsoluta de la dramát ica . La ~61 0
hay una a parente contrad icción con el Sofista. Cont raria mente, G. E. «The P lace of th e TimaeUJ in Pl ato '~ Dia logues», The Ctasncai Quurterly, N. S. 3, 47 ( 1953), 79-95, lO T imeo , a l interna rse en la parte ce ntra l del d iálogo y. po r e nde, la más d ificil de co mpre nder desd e el p unto de vista r ños óñco, lo pone de relieve ( Tim. 53b7-d). " Cf. A. R tVA UD. PlalO". (hu vres c:omp~tes. X, Paría, 1925( 1970]: rimú. CririaJ. TUle élabli el "aJuit ¡HIr A . R.. pág. 5, co n una cooclusión similar. F. M . CO R!OFORD (COJmology. pág. 6 1) ha Uamado la atención sobre la e ~ iste ncia de muchos pasajes del Timeo que están escritos para alumnos ya ~nados, en lo que él deno mina bis (P lat o 's] Ioler lhouglrl , Dejando de lado la limitación prop ia de su inter pretaci ón evolutiva del pensamie nto platón ica. su observación a punta en un caso pa rcia l a l. conclusión genera l aq u t ext raíd a (d. ibídem. plig. 73). 12 Acerca del problem a de la cro nologí a de los diliJogos platón icos. cí. E. Lt.f DÚ (RIGO, «Int ro ducción general .., P LArúN, Diálogos, vol. 1: ApoL.
O W E ~,
Crono logía absoluta.-EI debate acerca de la posición del Timeo en la obra de Platón se remonta al siglo pasado. cua ndo solía sost ener se que su pensamiento habría va riado susta ncialmente en la últ ima époc a de su vida, col ocad a generalmente después de la a parente crít ica del Parménides a la d octrina de las ideas. Au nque aú n hoy persisten quienes pre tende n descu brir en el legad o plató nico huellas de una evolución semejante. dic ha posición se hace insostenible tras los trabajos de P . Shorey u , H. M. Chemíss t 4 y últi mamente de H. J . Kr ámer IS. Esta interpretac ión dio lugar a difere ntes hipótesis acerca de la da tació n. Du ra nte el siglo XIX, se co nsideró que su co mposició n fue inmed iat am ente poster ior a la República. G. St allbaum 16 est ima que fue escrito poco después de este diálogo . No ob stante, estudios posteri ores tendlan a col oca rlo, e n consonancia con los testimonios antiguos, hacia el final de la vida del filósofo ateniense. La redacción tardía pa reció ser confir mada por el a nálisis esnlométnc o, que. logta. O iIÓfl. EutifTim. Ión. Urir, Cárm idJ!s. Hipitu Menor. Jlipias Mayor , Lajn Pralágr)Tfu . Madrid, B. C. G.• núm. 31. pág!. 45-S5. " 1ñe Un;t} 01 ~ ro " Iñought. Chicagc. 1903. 14 Aristo lle., Criticism of PlalQ and lhe A CDdemy. Baldm o re, 1944. " A rete bei PlalOn und Ar¡stoUks. Zum Wrsen und zur Grschichlr der plolOnischen Onlologie, Heidelberg, 19S9 (Siu ungsbenchte der Hei· delbe rger Akadem ie der w íssenscha íten P hilO'S o phiseh--His to rischc K!l,sse Jah rgang, 19 59, Abha ndlu n g 6). ,. Pletonís opau rerenJU il et commcntariís ímtruxíi G. S TALLBA UM, VII (Tí maeus et CritiaJ). Gota Erf ord , IB3B, pág. 35.
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DIÁLOGOS
T 1MEO
ba sándose en ciertas caracte rísticas de la obra platóni ca. sobre tod o en la presencia o au sen cia de hiato 11, mostraba qu e el Tímeo pert enecía al gru po de diálogos escritos según el princip io isocr ético. El a bru pto cambio de estilo parcela indicar una acti tu d consciente, asumida tr as una é poca de silencio relativamente larg a. El period o se situaría a part ir del 360 a. c., despu és de los avat ares del segundo viaje a Siracusa 18. Esta int erpre t ación, no obstante, presenta ba ciertas d ificult ades para los partidarios de la evolución del pensamient o plat ónico, dado qu e en el presente escri to sostiene la teoría de las ideas sin limitació n alguna. A medi ados d e este siglo, el t rabajo de G. L Owen 19, volvió a llamar la atenció n sobre la datación del Timeo . Owen consideraba qu e no se adecua ba a la d oct rina platónica ta l com o se encuentra expuesta en el gru po de diá logos del que forma part e ( Político, Sofista, Filebo y Leyes). Además , se basa ba en co nsiderac io nes acerca de los periodo s de las frases plat ón icas para concluir que debía colocarse antes del Fedro, dado qu e co mparte una fe a bsoluta en la d octr ina de las ideas que parece no haber sido aún sometida a las crit icas del Parménides. En oposición a
Owen, H. M . Cbemiss w inte nta demost rar que el estilo correspundia al de Platón ta rdío y que la d octri na expu esta coincidía plen amente con su filosofla.
l' l.a s car acterísticas principa les de la ob ra tard ía so n cua tr o; red ucción del e lemento d ramá tico al mínimo, pérdida d e import a ncia de la lisu ra de Sócra tes hasta su tota l des paricié e en las Leyes. ca ráct er no a po rétic o de los d i.fo log os y esfueno po r adec uars e a las normas y periodo s pro pios de la retórica isocrá tica. Co mo puede observanc, la fra gilid ad de los criterios es evide nte. El prime ro no el d lid o sino pa ra dos obra! de este peri odo : n meo y Cr j/iDS: el segund o no se verifica en el caso del Filelw; el tercero es p ro pio ta mbién de o brlU d el perí od o ju venil y med io. El único q ue parece o frecer ciert a firmez a es el euerto, po rq ue p resupo ne la ause ncia d e hia to ( d . H. M . CHER NISS" «T imaeus 38a8- b5". Jou m o' o/ Ht'J1m ic Studit's 77 ( l 957), 18-23. Y «T he Relation of the Tímaeut to Pla to's La te r D ialo gues», American Jouma l ,,¡ Ph ilology 78 ( 1957). 225·266). " Así lo hace A. E . TAYLOR. Cammentary . págs. 3- 13. lO G . L. OW EN, Place.
Las dificultades que ha de encontrar quien intente aislar las contradicciones y fijar las etapas dentro de la doc trina plató nica son innegables. Una lectu ra atenta de sus diálogos muest ra un pensam iento que . si bien ama la oscuridad y la ambigüedad de la expresió n, es asombr osamente cohere nte y unitario. También es evidente qu e las conclusiones estltom étricas son un funda mente demasiado ende ble pa ra ubica r cro nológicamente el mome nto de co mpos "tcr"6 n " . E n el caso particu lar del Tímeo, la ausenci a de hiato y el respeto de los principios retóricos isocrát icos se explican probablemente por la nat uraleza discu rsiva de su exposición , diferente del clima de conversación relajada de otros d iálogos. Los de fensores de la datación tardía t ienen de su par te como único argumento de relativa validez el peso de la tradición antigua. A falta de criterios decisivos, parece aconsejable conside ra r al Tímeo , conjunta men te con el Crtt ías, como un diál ogo de vejez, al qu e hab rían seguido, pr obablemente, el Filebo y, seguramente, las Leyes, La fecha de co mposició n del diálogo adq uiere un a impo rt ancia relati va para la comprensión de la doctrina plató nica si se parte de la unid ad de su pensamiento y, sobre todo, de la recepción unit ari a qu e se ha hecho de su filosofía. La idea de que la doctrina plató nica habr ía sufrido una evolución no deja de ser un prejuicio del
:lO
11
H. M. C HERNISS, Tima eus y R ekuíon, cit . Cí. las crític as de G. E. L. OW f N, Place. págs. 79-82. pa rcia l-
mente aceptad as por H. M. CHERNISS, Relacíon , cit.
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T IMEU
Il IÁLOG OS
ro mant icismo deci monó nico. Po r otra parte, Plató n mismo po ne en relación el diá logo ta nto co n la obra escrita e-en la int rod ucció n- co mo los principios filosóficos ultimas, pro pios de la enseña nza oral 22.
Crono logía dramática.- La aceren se desarrolla en Atenas, al final de los años veinte del siglo v », El diál2&2 co mienza lla man do la ate nció n sobre la a use';-cia de un
parn cipante. 'S:e h~p;~p~esto-'di~;;~~~-~~~br~; · para nenáÍ' -e·ite ·~acio. desde el mismo Platón, hasta P iloteo o
algún otro filóso fo pitagóri co. Sea q uien fuere el perso naje, Platón, evidentemente. no intr od uce aquí un detalle care nte de significado . La figu ra del a usente al comienzo del di álogo no hace sino aludir a las limi taciones del discurso que se mencionaron mas arriba 2• • Aquí no se enco nt rará la últ ima sa bidu ría, que se tr an smite de ma ne ra oral. El discurso llegará s610 has ta un punto del ca mino. Sócrates, el maestr o de Platón, adopta e xpresa mente una~6n sec undaria y es probable queenesta obra se -presúponga qu e tenia poco menos de cincuenta a ños ». El inte rloc uto r principal, T imeo, proviene de Lóc ride y, adefuásde ser üñ poli tico "ex i iñlO y hab er ocupado los puestos públicos más im pon antes, h.!Jkg~d º-ol\ Ja cima del conocimien to filos6fi co (20a). La descri pción lo present a como Uña pers~ a de edad ava nzada. Aun que no se dice nada ace rca de su filia ci ón filosófica, su proven jencía d}~ ,Ló~~ !~ co loca dentr o de l a_t r a ~ _i c i.ó..!1:_ p.i.HlgQr ¡ Pl--Criti as _ se ~ ~~ ~e p t fa ._C:: ILe l esplendQL~~_s u. ..carrer.,!""'p'olitifa y es un ciuda dano not orio en At enas (20a), por lo que se debe Prc-
.--
Vid. supra. pág. 120. II Cf. A. E. T A VL OR, Com mentary, pág. 15 Y sígs. l~ e f. .,'u/m l. pág . 119 Y sigs. II A. E. TAYW R. Com menlary, pág. 22, 11
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sumir que es también un anc iano 26. Por esta causa, es poco pla usíb-Ie que sea de uno de lostreinta t iranos que fo rm aIOn par te del gobierno oligárquico entre 404-403 21 • Es prohahle q ue sea bisa buelo de Platón , es decir , a buelo del tira no . Poco es lo q ue Sócrates dice de Herm.QcIales co mo pa ra sacar alguna co nclusi6n cie rta. Es ta mb ién un ~~J ~llJ:~ :. jcrc y goza de buena rep' utaci~n . Asimismo , posee un a l:ducaCi n adecuad a, lo que parecería indicar su ava nzada edad 21. Nos encontramos, pues, e n un a mbiente típico del di álogo filos ófico, tal como se conoce a t ra vés de ot ra ob ra tard la de Platón, las Leyes. Como ya se ha señalado más arrib a, el Tímeo se refiere a una co nve rsación sostenida el día anter ior po r los misma s inte rlocutores. Aunque, si exceptuamos el Cr inas, ninguno de los ahora presentes, a excepción de Sócrates, participa en ningún ot ro diálogo plat ón ico, el resu men que éste hace al comienzo recuerda en muc hos aspectos panicular es la conversació n que mantuviera en casa de Céfa lo sobre el hombre j usto y el mejor orde n político . Ade más, otro diálogo, el Crit ías, es anunciad o co mo la cont inuación del discurso cosmo I6gico 29 • 16 Esta suposici6 n se ve forzad a po r el hecho de q ue cuando Crilias era un niño esia uan de moda los poemas de Solón, que e ntonces era n muy recie ntes (2Ib). es d ecir fines del siglo VI, principios del v, y agrega, edemAs, q ue rec uerda mu y bien lo que se le con ta ra de niño , mientras que, qu id, no podrta dar cuenta de lo que se le contó ayer (26b; cf. bS-6). J1 A . F.. T A VLO R, CQmrm>n/a ry. pág. 23. l' Contrariame nte a lo q ue sostiene A. E. T An .oR, Commentary, pág. 14, no creo qu e pueda supone rse a partir de lo que expresa Sócra tes en 20a que Her mócrate s era en esa época jo ven. El hecho de ser filó sofo y politice (cf. 1ge), indica más bien lo contrario. 19 Se ha hecho costumbre hablar de un a trilogta: Tímeo, Crttías, Hermácrates. F. M. C ORN FO RD (Co smology . pág. 1) afirma, por ejemplo: 11 1.1 p robab lt'. then, Ih al Plato was nearer seven ty Ihall .Iix ly Wllt'fl he p rojt'cled Iht' rri/ogy Tímaeus, c rstsas, Hermocrates »Ihe m 051 amb íüous
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m ÁlO GOS
Tl MEO
La relació n del Timea con la República, ha sido objeto de largas co nt roversias desde el siglo pasad o . Al com ienzo de la ob ra., Sócrates rec uerda a sus inte rlocutores (Timeo, Cri tias y Hermócrares) que el día anterior ha bian acorda do con tinuar la conversaci6n que mantenían acerca del estado ideal. La tarea de la que se encarga rá n con siste en describi r el ori gen del universo (Timeo), la co nstit ució n del estado idea l ateniense y su acció n en la guerra de defensa de Atenas frente a la in vasión de los atlántidas (Crit las: TIm. 27a2-b6). La iden tificación de la co nversació n an te rior co n la República parecería ser, a primera vista, evidente. La distinción de los est amentos, la do ble naturaleza, prud ent e y valiente. de los guard ianes, el comunis mo, par ecen alus iones demas iado concretas a di cho diálogo. Si n emb a rgo, ya desde comi enzo s del siglo pasado no dejó de extra ña r que en el resu me n de Sócrates fa llara j ustam ent e lo qu e se con sidera ba la pa rte principal del tratado plató nico, a sa ber, la formación a la qu e se ver ían so metido s los gua rd ia nes, y, especialme nte, los libros centr ales, VI y VII, e n los q ue se hacla n también aproximac iones a la metafísica plató nica, asl como la a na logía entre alma y estado , el aná lisis del alma ind ividual en tres pa rtes y la discusión de las virtudes indi viduales y las del estado lO,
Schleiermacher en su int rod ucción al di álogo defiende una posición se meja nte. En la historia de la int erp retación, como es natural, las opiniones se di vid ían en tre los que intentaban considerar al Tímeo una continuación del diálogo enta blado en la Rep ública 31 y los qu e se negaban a aceptar tal hipótesis, a primera vista la más evide nte 32, Th . H. Manin », supuso un a conversación intermedia que da ba cue nta de la a pa rente di vergencia de las fec has . La disertaci ón resu mida no seria sino la na rración del di álogo con Ad ima nto y Gla ucó n e n casa de Céfal o dos d ías antes del relato qu e aq uí se in icia y qu e Sócrates hab ría hecho a sus interlocu tores presentes el d ía a nterior 34, La tesis de que los libros cent rales de la Rep ública no est án inclui dos en el resumen, no resiste la menor lectur a aten ta del texto: la educac ión filosófica es mencionada expresamente co mo uno de los ca pítulos fundam e ntales cua ndo Sóc rates af irma que los guardianes debla n ser educad os en gimn asia , música y en toda s las d isciplinas que les con venga n (l8a9-1O), giro q ue muestra cla rame nte qu e se t ra ta de la edu cación filos6fica a la que se dedican los libros V-V II. Su po ner que en un resumen de las ca rac te rísticas esenciales de l discurso que di acerca de la rep ública (Tim. I1c) debe
design he had rver co nceived. TOQ amhilious il would M'rm; for he abandoned il ":Mn he W QS kss Ihan haf/way ,hrough . TIre Crilias brelJks off in an unfinisM d u nlenu; 1M Herm ocrales WQS N'W'r wrillen.. On/y 1M llmtl{'us is comple le; h u, ilS introdu ctory f'lJ r, IJ/fo rds Sorne ground fo r a cunjectura/ r« onslrurlion of Ihe ...h"le pUln. A pesar de estas precisiones acerca de las inte ncio nes de Plató n, no hay nada e n la intr od ucción q ue indiq ue q ue se trata de una trilogía . más bien lo eon tra rio (cf A. E, T Ar l.O R, C<.m me m ary, pág. 14; el mismo F. M. CORN I'ORP, CQSm o/"KY, pág, 20). En el Cri tias (108a-c) se alude a un presunto d iscur so de Herm óerutes, pero su mención es vaga y contra d ice el plan expuesto en el Timen, lO Cf. F, M, CORNFORD, Ciw nol"gy, pág.I, 4, 11.
" A este grwpc pertenece n los tr abajos de A. E. TAHOll , ClJmm<"nlar}", pit. 13; TH. H. M ¡\ U 1S , t rudes, 1, pág. l sip_ J1 El argumen to mM Iuerte de esta corriente es la no co nco rda ncia de las fechas en q ue tu vieron ()(asió n el diálogo aludid o en la introducción del Tím eo y la Rt p ub!ica. As' F. M, COR ~FOR D ICosm%gy. páginas 4-6), pa r. quie n es fund a mental también que el resumen ig no re la pa rte central del d ii logo sobre el estado. JJ TH. H, M ART1N, t lUdl'S, 1, pág. 1 Y sigs, .. De manera semejante A. E. TAYI.O R, Co rnm{"nl ary, pág. 13. Les argum ento s de f . M. C OIIN t UKD , Cosm%gy, pág. 4 Y sigs., acerca de la fecha, apa rte de presuponer una cro nología de los festejos que ya era incierta en é poca de Pr oclo, carecen -c-co mo el mismo Cornford debe acla r- de impo rta ncia .
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DIÁLO GOS
incl uirse la a na logla e nt re el alm a y el estado y la discusi ón de las virt udes ind ividuales y las del estado, es no sólo pretender determ in ar por P lat ón qu é es lo principal en su di álogo y qu é no, sino, ade más, confundir el est ado (pólis) con el orden esta ta l {politeia], Sócrates habla sólo de lo que ayer había dicho acerc a de la o rga nización del estado. pero en ningú n momento se excluye qu e no hubi era rratado otros asuntos . El tema central de la República -c-la justicia. y. sobre tod o, si el hombre justo es más feliz qu e el injusto-e- q ued a finalizado en el libro X, pero la conversació n hab ía aborda do tod a una serie de problemas complementa rios, pero funda me nta les. Es lógico suponer que se continuara no co n una biografía part icular, sino con el tra ta miento de la temática po lítica. Finalmente, es dificil de creer qu e al usio nes tan preci sas al mismo tem a de la Rep ública lS no estuv ieran pensadas mas para ma rcar la relación de los dos diálogos, inclus o desde el punto de vista dramático, qu e para subrayar alguna supuesta di ferencia.
Sócrates ca racteriza el rela to que ha de comenzar como una 'concrecíó nt del a nter io r ( 19b3-c9), es decir, un a imitació n de la forma ideal que yace qu izás como mod elo en el cielo ( Rep , 9, 592b l-2). En otras pa labras, la relación que tiene el grupo de d iálogos que inicia el Time o con la República es la misma que existe entre la fo rma ideal y el mundo fenomén ico. Pe ro hay, ade más, razones estructurales que mar can la estrecha relación entre las d os obras: los siete primeros libros de la Rep úbli ca hacen un a fenomenología del surgimiento del estado y su culminación, mientras JI Sob re tod o ha y qu e pensar aq uí en la relaci ón modelo-co pia o abstracció n-co ncreció n que esta blece el mism o Só cra tes entre el di álogo anterior y el presente (Tim. t cb-c).
TIMED
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que los lib ros VIII-X se ded ican a mostrar su degene raci ón . Algo simila r sucederá ahora: T imeo describe el comienzo tic! mundo, mientras Critias toma a los hombres así surgidos, hace un a descripción de su esta do y los co ndu ce hasta el co mienzo de su decad encia )' . Por ot ra parte, así como en el centro de la Rep ública se encue ntra el t ra ta miento de la idea del bien (cf. especia lmente R ep. 6, 508b5- 1O) - lo que es comprensible. dado qu e se está describ iend o un a fe no menología ideal-c-, la parte centr al del Tímeo -c-reñejo del otro di álogo- está dedicada al pri ncip io opuesto en la const itución del mu ndo, el espacio (cf. espec ialmente Tím . 49a l -S0c6).
La relació n del Timeo y el Crit ías entre si también puede ser explicada a t ravés de la com paración con la República. En ésta hay una relación analógica entre la estructura del todo y la alegoría central de la caverna VII 514a l-S2 Ib lO), en la qu e se describe el asce nso del filósofo desde este mundo al de las ideas y a la idea del bien y su retorno a las ti nieb las de la realidad física . El conjunto del tratado tiene una orga nizaci ón semej ante que va desde la constit ución del estado de los guardia nes (libros II-IV) a la descripció n del esta do de los filósofos (lib ros V-VII) y su caíd a en la injusticia (libros VIII -IX). Este núcleo com positivo va acompañado de una introducci ón sobre la justicia J6 Un a de las causas q ue han llevado a generalizar la tesis d e la trilo gla es la co ntin uacié n del pa ra lelismo co n la R epública. suponiend o un tercer diálogo que correspondería a los libros VIII y IX. Sin embargo , esto no se afirma e ~ p lfc i t am ent e en el text o, ni pe rece seguirs e d e ningu na de las ex presio nes de los personajes. Acerca de la deca de ncia d e la Atenas primord ial, cf. F. L. LlST, Einheit und Vie/heit des piatrmüchen Nom osbtgriffl's. Einl' Uniersucnung zur Beziehung von PhilO$ophil' und Polüik hl'i Ptaton. Reitriige 1.Ur kla ssische n Philologie, 187, Kdnig stein j Ts., 1985, págs. 308-3 11.
TI MEO
D IÁLOGOS
(libro 1) Y un epilogo co nsistente en una j ustificación de la exp ulsi ón de los poetas del estado y un mito final sobre el premio a la justicia (libro X). Los diá logos qu e nos ocupan tienen una est ruct ura semejante. El Tím eo describe el ascenso del estado caótico desordenad o a _u~_~osmos qu e es la ~~jor Ímagen posibl~ de l mundo ide al, mient ras que el Crinas se oc upa del estado idea l J1. Falla la descripció n de la decadencia, es decir, el tercer momento de la caverna, que algunos han supuesto en el Herm ócrates: pero, co mo ya se afirmara más ar riba , acerca del tercer discurso calla nuestra fuente. Pla tón ha descrito tal situación en el libro 111 de las Le ye s. Nada indica, sin embargo, que este libro contenga materiales de un supuesto Herm ácrates.
Estruct ura y finalidad del diálogo
El diálogo posee una clara estruc t ura tripartita precedida de una introducción (l7a-27b). Timeo describe-k. creaci ón del mu ndo desde tres puntos de V!H.,ª_~isti ntº~ ) • prime.~ lugar, ~~I!si.dc:.!aJa o~ra de la!!U~'mJ47e): la presencia del lim ite en el mu ndc. iEl cosmos es visto desde su pc.fecc ión por I~acción de la forma f27c-4 Ú). i;n__eL 1, se~~ndo relat o ;stud(~ I~_c.~n~ri·b ~~ió~ d·e-un segu_n~.Q pfl!J...: cípio (arché) enJa cons tit ució n .del. mundo :.. e1 .espa.;:i.º--º-}' Evidentemente, una consideración totalil.adora de la concepción histó rica de Platón debe incluir el mito del Polílico (269c-274e) y el de la epoca de Cronos del cuar to libro de las Ú'yn (7l3a-7l4a). Sobre la teoría histórica de l'latón, K . (i"' ISf.ll.. Platons Ungeschrtebene ú hre. SIUd ien :tur "Y.Hl'm all.lrh en und KI'.lrhírhllirhen Begründung der w istenscñ af len in da Plalonisrhen S,·h u!.., Stutlgart, 1968 [2.• edición). págs. 203-289. y La me laji.li,'a della .l'w ria in t'tatonc, Milán, 1988. con las correcciones de f . L. Lrsr, f.'inh eir. págs. 195-345.
cr.
141
nod riza, elemento informe que recibe en sí la limitación de la for ma (47e-69c). El tercer logos d~ibela·-mezcla "del
limite y de lo ilimitado ,_taJ . com~ _ se-"~da_-:e!1 - el hombre (69<:-92c). La est ruct ura se puede sintetiza r de la siguiente manera: A)
INT RODUCTORIO (11a-21b). - SÓCfales hace un resumen de la conversación mantenida el dia anterio r en lo qu e co ncierne al estado ideal ( 11b-19a) y expresa su deseo de ole una ex posición que describa e! funcionamiento concreto de un estedc semejante (I9b-2Oc). Critias refiere, entonces, una historia que Sa lón habla escuchado en Egipto y q ue muest ra có mo la A renes primordial rechazó la invasión de los atlintidas y liberó Europa, África y Asia (2Od.26c). Finalmente, se distribuyen las tareas para la futura co nvers a ció n: Timeo ha de disertar acerca del cosmos y el homb re. Critias describ irá la historia de la Atenas primord ial.
B)
EXPOSICiÓN DE TIM EO
D IÁLOGO
(21d.92c).
Ul$ obras rk la razó" (27d-41e). - El discurso de Ti meo avan za aquí ¡¡es~ñd¡e ndo de lo ma yor a lo menor , de lo genera l a lo particular y de la unidad a la multiplicidad. O. Introd ucción (27d-3Oc). - "!:!rn.e_(L aclara. .fuá ~~l!!~e ser los principios fundamentales de este primer lagos ace rca de- Ia creacíli"ñ:- Dliil ngue tre s ámbíi.os./ er ser n eterno, 'e! ~ evenir_·q~ . nUñca ~s.L.na~_Lm.1!ire conil~-n ~ ~_n u a men te l'y !a .ca~~_de:LlI ~y~ ir)27d -28 b) . Al primer v ámbllo pertenece el model o eterno, al segundo, el mund o sensible y al tercero. el demiurgo inrelige me (28b-JOa). Finalmente, el universo es car acterizado como un scrvIviente dotado de razó n. puesto que el demiurgo al -crearlo en su bond ad qu isOh~;;eri~-i~ 1)
r
;(:3~O~¡';'~~).~~~~~~~~~~"-'''-
mejor po sible l . ·\Cre.a ci6i1 seres vivientes eternos (30c47e). \ 1,l . IC_reación del mundo 1,(30c-34b). 1.1.1. El cuerpo de1 lllundo (30c-34b). - ~l u nive r~l.t ser víyie.n t~·p~ff~cj o.J""ñí~ge n del ser vivieniéTiiieligible (30c.:d) es único (3Ia:b) y estlCOOilSiliuIdopor·cuatrO"
d~· . ~s
.-
142
D IÁ LO GOS
~meE.~.!t)ueg0 L...ai~._~g t!-_~ _}' tierra {3 1b-32b) para
poseer una pro porcionalidad adec uada e ind estr uctible (32c-33b ). S u forma es esfé rica _y gira sob re sí .misn}.Q. (33b-34 b).
1. 1.2. El alma del mundo (34b-36b). -EI alma del mundo, a unq ue p o~;;p·~iorid ad o nto lógica, es t ratad a po ste rio r men te en el d iscurso d e Ti meo, lo que no significa q ue haya sido cre ad a d esp ués del cuerp o (34b-c). El de miu rg o la co mpo ne de lo mism o, lo otro y la mezc-¡-;" "de estos dos elementos, dividiénd ola en un ciñ:uiodeíO'"" ~ i~m o Qa_~sJe_ra_d ~ las estr.ellas fijas) y-de-io ot ro qu e a su vez es d ividido en siete cí rc ulos interiores, desiguales e ntre 51, q ue se mueve n co n un mov imie nto o rde nado (J 5a-36d ).
. -+ 1.1.3. Umó n del c uerpo y del alma del mun do (36d38c): º -d emiurgo extiende el aimades4l,':_e1..ssoua
del cuerpo del mu ndo haSta sus extremos, cu bri énd olo completame nte. Ést a, una vez uni da a I!I;puedeJ l ' O r las propieda des de sus cOrrlpo.xntes, llegar al c·o~ocimi~ de lod os los o bjetos, sea n estos sensi bles o iñteJigi~ (36d -37c). El de miurgo crea-el tiem po para q~eel .lJllb.-. verso sea imagen móvil de la etern ida dJ 37c. 38a). 1.2. -Creació_.n del .. -rC'sto-de Jos--seresdi~,(38c-4l a) . 1.2.1. !,.os c uerpo s celestes (38c-4Oc). A continuació n, Timeo desc!i~ la c~ ió ~e los planetas y sus mov imien tos en el cielo en 105 siete periodos del círculo de lo 0~_~?-39é). las .c!!~U as fi]ai-YJ Il. ~·fera, !O rre.!po nd iente al circulo de lo mismo del alma del unive rso ()g e-40b);-y finaliza en la cre.aci~_n _~~~~~~!:~~_- (4(ib4 1.2.2. Los d ioses de la mitologla (40d-4la). -EI pa so sigui'en tese rlaocuparse- ¡je -Ia -genealogla de los dioses mitológicos, pero Timeo aq uí se atiene a lo narrado por los po et as . 1Cre ació n del hom~~ J (~la-47e). - El último paso de este primer [ogos lo constituye el relato de la creación del hombre por pa rte de los diose s más j6_Y"'f1~~~ E; .ti. la creació n d el alma sfrve depu;~i;--entre la creación de
1
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!o generado inrrlo¡'ta¡"a-~l~~~- ~~~rado mor'-a(:-- ~
TIMEO
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2. 1. Encargo del demiurgo a los dioses inferio res (4 Iad). - El demiurgo, q ue se encargó directa men te de la c reació n de los seres divinos, encomienda a hor a la tarea de engend ra r el cuerpo hum a no a los dioses creados por I!I. La razó n es el único eleme nto e n el alma hum a na q ue es obra suya. 2.2. Creac ión del alma huma na (4 Id-42e). - Una vez c reada.. las almas humanas con los restos de la susta ncia q ue hab la servido para crea r el alma del mund o, el demiurgo les muestra las leyes del destino, q ue implican su transmigració n segun su co nd ucta en esta vida. 2.3. La o br;a de los dioses menor es (42e-47e). 2.3.1. Cre ación del cuerpo y su unió n co n el alma (42d44d). - Los d iose s menoresc rian el cuerpo del hombre al q ue unen elalma imitando la acción del demiurgo. El alma se convulsio naal -eritnuenel c uer po mortal. 2.3.2. Estruct ura del cuerpo (44d-4Sb). - La est ructu ra del cuer po es explicada teleológicamente. La cabeza sirve para alberga r la parte má s divina del alm a, la inteligencia. Las funcio nes de las otras pa rtes so n aclaradas a partir de esta estr uctu ra jerárq uica. 2.3.3. Las sensaciones (45b-47c). - El relato conc luye con el tratam iento, también desde un a perspectiva te jeológica, de do s sensaciones: la vista (45b-41c; meca nismo de visió n. 45b-d , visión en sueños, 45d-46c, reflejos en superficies. 47a<) y el oldo (47c-e). Ha y un excurso sobre las cau sas auxilia res de estos fe nó menos y su explicació n tdeológica (47a<). 11) In contribución de Ja necesidad (47e-69c). - El Jagos a vanza
e n esta pa rte del discurso de la ind eterm inació n a la determinación.
o. I ntrod ucción (47e-48d). - El relato qu e acaba de fina tizar da sólo una visión inco mpleta. Debe ser co mpletado explicando la causalid ad de la necesidad, porq ue el mund o es el pro ducto de la mezcla de inteligencia y necesidad (48a l -3). Es necesario aclarar los pr incipios de lo devenido (48e-52c) desde una nueva perspectiva e
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T IM EO
m Ál. OG O S
d uce o rde n y proporció n, co menza ndo por los elementos. Tras crea r el mundo y los d ioses, e nca rga a ~SI OS la creación del ho mb re. l. El ho mbr e (69c-90d). 1.1. Anato mía (69c-77c). 1. 1.1. El alma (69c-72e). - Lo~ dioses crea n e n primer lugar las pa rles mo rtales del alma , lo irascible y lo concupiscible (69c-70a). l a primera se encue ntr a en el tór ax (70a-d), mientras q ue la segunda ocupa la l o na del vient re (7Od-72e). 1. 1.2. El cuerpo (72e-79a). - Timeo describe a continuació n las parl es del cuerpo creadas po r los dioses: vientre e intestinos (72e-73a), huesos y méd ula ósea (73b-74a), car ne, nerv ios y tendo nes (74a-75<1), boca (75d-e), piel y pelos (75e-76d), uñas (76d-e) y sistema circulato rio (77c-79a). Hay un excurso sobre las plantas (76e-77c). 1.2. Fisiologla (79a-.8 le) . - Son desc ritos dos aspectos de la fisiología del cuerpo huma no: 1) relación entre circulació n, respiració n y alimentación (79a-8Oc), y 2) la aliment ació n y la sa ngre y su significación pa ra el crecimie nto, el envejecimiento y la muerte (SOd-8 le). 1.3. Pa tología (Sl e-.87b). -La exposició n desemboc a en un tra tam iento de las diversa s enfermedad es q ue pue· den a taca r el cuer po (SIe-86a) y el alma (S6b-S7b). l A. Tera péutic a (S7c-9Od). - Las propuestas curativas a las disfuncio nes del cue rpo y el alma se cent ra n so bre todo en la relación co rrect a entre a mbos elementos (87c-S9d) y en el cuidado de las tres especies de alma (S9d-9Oc). El a pa rtado termina con una loa al intelecto (90a-d) . 2. El resto de los animales (9Oe-92c). - Finalmente es explicado el meca nismo de las leyes del destino, que hacen q ue el mund o se pueb le de animales, dad o que los hombres que no han sabido respetar el orden natural so n condenados a reencamarse en un a vida subsecuente en un an ima l infer ior: mujer (90e-9Id), pája ros, cuadrú pedos, reptiles y gusanos, peces y moluscos (9Id-92c).
introducir un nuevo p rincipio, el recep táculo (48e-5 1d], e n el q ue se refleja n las ideas y q ue, en con sta nte cambio, adop ta las disti ntas fo rmas del mun do ideal y da luga r al mu ndo fenoménico qu e nos rod ea. l as ideas funcion an a la ma nera de un pad re sobre esta madre qu e es el receptáculo (5Oe-52d). 1. Los e lemen tos (52d-6 lc ). 1. 1. La si tuació n a ntes de la creació n (52d.S3b) . - Anles de la o rde nación de la materia, ésta se ha lla ba en un co nt inuo movimie nto caó tico que most raba como huellas de los elementos primo rdiales, fuego. aire, tierr a y agua. 1.2. Estr uct ura de los elementos (53c-6 Jc). - Los elemenloi esl áñ co nslit ~idos po r triángulos rectángulos e isósceles, q ue d ilñcuenta !i'OS6jo -de la d iferenci~ también de la muta ció n cfeunc:lemú ltoenotro(S3c57d) . En esta tr an sformación con sta nte, se pr od ucen movi mientos de los elementos desd e y hacia sus regiones propias en el univers o (S6e-S7c), dando lugar así a subespecies y formas mixt as (S8c-61b). 2. Las cualidades sensibles (6 Ic-68d). - Los o bjetos con stituidos por los ele mentos po seen unas cualidades SCI}o sibles q ue so n percibidas por todo el cuerpo (6 Id-6Sb), co mo la relació n calor-frio (6 Id-62b), duro-bla ndo (62b-c), pesado-liviano (62e-63e), áspero-sua ve (63e64a ), p lacentero-d oloroso (64a -6Sb), o por ó rganos especiales (65b-68d) , co mo los sa bores (65b-66c), olores (66d-67al, so nidos (67a-e), colores (67c-68d).
3.
1II)
Co nclusión (68e-69a). - Esto fue lo q ue el demiur go tomó de la necesidad en la cre ació n del mund o. Po r ello, es necesa rio reco nocer dos tipos de causas, lo necesario y lo divino.
La m ezcla de inteíígencta y necesidad (69b-92c). - En su tercer movimiento, el IOKO S discurre de lo superior a lo inferior.
O.
Int rod ucción (69b-c). - El fina l del discurso describe la o bra co nj unta de la razó n y la necesidad . El dios int ro160. -
10
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147
DIÁLOGOS
TI M F.O
La est ruct ura del diálogo depende de s u perspect iva teleol6gica: el fin es ex plica r la cr eación de l hombre 38 para d ilucid a r u n est ado polít ico de acue rdo co n su na turaleza. S610 e n segund a inst a ncia es el Tímeo una cos mología. For ma pa rle de un proyect o polí tico. Sobre t odo , procu ra po ner e n claro la a na logía e xiste nte ent re el mu ndo de las ideas y este mun do y ent re este mu ndo ( macrocosmos) y el hombre (microcosmos). El Timeo trata. enlonces, de dar una f undamemación na tural a la ética y la política. a la vez que alude a ta fun damensact án ontológica de la fís ica. Esto ta mbié n acla ra la relación co n otros diálogos que la intro du cción postula. PIaló n pon e su cosmog onía en rel ación con la República porqu e en ésta se explica la relación hombre-p ó/is y en aq uélla la del ho mbre y el mundo. Most ra r la íntima conexión ent re los tres niveles debería de haber sido la ta rea del Crínas.
opinió n, juicios sobre el deveni r en los que imp ropia mente se aplica la noció n de ser. La co mprensión últ ima de los procesos flsicos le es po sib le s610 a aquel que con oce los principios metafísicos que dominan el un iverso . La do ctrina física de P lat ón de be ser necesari a mente compleme ntada por la as! lla mada do ctrina no escrit a, como se manifiesta una y aira vez en el diálogo (cf. supra, pág. 119 Y sigs.) 39. A pa rt ir de ella se hace claro que los principios qu e actúan en este mund o son los mismos que tiene n vigencia pa ra tod a la realid ad o nto lógica: la unidad y la dualidad indete rm inada. El primero es principio de fo rma y límite, el segundo, de mult iplicid ad e inde ter minació n. La ontología plató nica se caracte riza por ser un siste ma derivativo qu e ded uce toda la realidad de esto s dos pri ncip ios últimos 0, si se quiere, reduce la com plejidad del mu nd o fenomé nico a a mbos elemen tos. La fo rma en qu e actúan en este m undo es mediad a, a través del límite qu e imponen las ideas a la indete rminació n del recept ácul o. Au nqu e en la multipl icida d de éstas ya se ma nifiesta la presencia del seg undo principio, es en este mundo dond e su influencia llega a un grado ta l qu e im pide la existe ncia de un relato esta ble y verdade ro sobre los acon tec imientos que en él tienen luga r. Por ello, la form a del relato físico tamp oco es dialéctica, sino qu e su lógos se vuelve mit o w y nada impide q ue sea fijado por escrito.
Significación
d~
la física platónica
La o bra del fu nd ador de la Academia no tr an smite un cuer po indepen d iente de doctrina física. El Timeo es la e xposició n escrit a más aca bada de la doctrina física de Plató n. El a m bie nte en el qu e se desa rrolla el d iálogo así 10 indica. Los inte rloc utores, cua tro a ncia nos filósofos, se di fere ncia n tanto de los jóv enes inexpertos de la Rep ública, co mo de los personajes de las Leyes, donde si bie n los tres interlocuto res so n ancia no s, do s de ellos, Meguilo y C linias, ca recen de educación filosófica. La física , por ot ro lado , es el relato del mundo fen oménico, por ende n o es ciencia en sentido est rict o, sino sólo )' A. R IVAl)!) (Oe u l'res. pág. 7 Y sigs.) ha señalado tam bién q ue la fina lida d del diá logo se realiza en la descripció n de la creació n del hombre, pero no ha viste la co nex ió n con el proyecto po lítico platónico.
lO Aú n falta un tratamiento d e conj unto d e la relació n d el diálogo co n la d octrina no escrita. L. ROBI N (.& tudes sur la Sillnificat ion et la Place de la Physique da ns la Philo sop hie de Plató n». Revue Phifosaphiquf' de la Fran re n de r t tranger 43 ( 1918), 177-220 Y370-41S) d io los p rimer os paso!! hace más de setenta a ños. 'n Aqul el término mito no está usado en el sentido que le ha da do la vulga rizació n moder na y que opone, equ ivocadam ent e, mit o a I óg os , En P lat ón, mito ~ /ógOJ no se contrapo nen, sino que el mito es una de las formas que puede asum ir el lógoJ.
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O I Á LO GO S
TIMEü
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Recepción del Tímeo
no son sino exposicio nes de pa rtes de l diálogo. En el siglo IV, Ca tcid io escribió un comentario y Procl o otro en el
El Tímeo tu vo una recepción significa tiva en la An tigüedad y la Edad Media. En el reno de la Academ ia Amigua la ob ra fue obje to de especial atenció n, principal mente por parte de J en ócrates, segundo suceso r (ca. 335 a. C) de Platón al fre nte de la Academia, y Cra ntor, su d iscíp ulo. Según el testimo nio del Proclo (Comm. in Tim. 1 76), este último escribió u n come nta rio. Aristóteles se refiere frecuentemente a las doct rin as del Tímeo y, aunque en la ma yoría de las ocasiones se apa rta de Platón , su propia d octrina mani fiesta una profunda influencia de la física y o ntología del 1imeo ~ l . Teofrasto, en su tra ta do D f!I Sent ido (§§ 83-91), de scribe el relato de las cuali dades se nsibles de los objetos que aparecen en la pre sente ob ra . También las ot ras grand es escuelas filosóficas del helen ism o, el estoicismo y el epi cureí smo . han sido influidas por el Tímeo st, l a influencia del diálogo tam bién fue notabl e. tr as el per íod o de esce pticismo qu e dominó la Acad em ia, en el re nacimiento de la visión siste má tica du ran te el plato nismo med io . Cice ró n nos ha legad o una t rad ucció n inco mp leta qu e realizó al final de su vida. los frag mentos q ue no s han llegado de Nu me nio de Apamea y el tratado de Pluta rco De la generación del alma en el Tímeo , entre ot ros, testimo nian q ue era o bje to de inten sa investigación en los cí rculos filosóficos d ura nte el siglo Il de nuestra era . El neopla tonismo también vio en él una pieza fundamental de la doctrina platónica. la Enéadas 11 l . Y IV 1-5,
sjglo v. En la Edad Med ia, la influencia del Tímeo fue ind irecta, principalme nte a través de la influe ncia neopl atónica en el crist ia nismo. l as fuentes principales del plat o nismo durante esa época fueron los dos tercios fina les de la t raducción de Calcidio, la Consolación de la Filosofta de Boecio y el come ntario de Macrobio al Sueño de Escip ión de Cice ró n. Esta última ob ra también se basa ampliamente e n cI Tímeo . As í, durante la alta Edad Media y pri ncipios del Renacimient o, se llegó a ide ntifica r en Occid ent e la doctrina de Plató n con la de este di élogo " . En Espa ña, el comenta rio y trad ucción al latín de S. Fo x Morcillo 44 deslaca po r su erud ición y precisión.
o, Par a la influencia plató nica en un punto ta n funda mental como la doctrina de hjle. véase la invest igación de H . n APp (Hy le. Francfort del Meno , 1973 ). 02 Cf. A. Rlv AL'IJ, Oruvr¡'s, pág. 3.
Tradición man uscrita Aunque en la Antigüedad existía una t rad ición textual rnúltiple o , el te xto de Plat ón que poseemos se basa fu nda mentalmente en un manuscrito copiado alred edo r de los siglos IX o X de nuest ra era (Parisinos graecus 1807 [ A]) ~. co n las correccio nes provenientes sobre todo de un cód ice vienés ( Vindobonensis 21 [Y]) que fue apa rentemente escrito en el siglo XlV·'. per o cuya fuente es un ejemp lar muy an tiguo en letras unci ales y de pend iente de una trad ición 01 A . E. T AYl. Ofl.. Co m men /ary, pág. 2 Y sigs. o. In I'lm onrs Timaeum Commen/arii, Basüea. 1558. 01 l. IIU/l. NET, Pla/v»!s Oprra recognovu brev íque adno tat íone cri/ira ín.
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DIÁLOGOS
diversa de la de A y a nterior al siglo V48. Ent re estas dos ramas de la recens ío na habido contaminación 4'J. Una fam ilia di ver sa es la represe ntada por ot ra cop ia vienesa (Vindobonensis 54 [W]), que, aunque independiente de las dos an ter iores y qu izás a nte rio r a Y, es de una cali dad muy infe rior e. Lo mism o puede afir marse del Parisinas Greecus 18 12. que proba bleme nte sirvió de base a las primer as ediciones del d iálogo, especialmente la de Henri Estie rme ' ., l a trad ició n indirecta del texto es am plia. Además de las traducciones de Cicerón y Calcidio, el diálogo es comentado por Proclo y cita do por Plutarco, Num en io, Galeno , Eusebio, J ám blico y Estobeo. P ara la present e t radu cción el texto base ha sido el de I. Burnet », cotejado con el de A. Rivaud 51, .. l. BURNET, O¡wra. r. 1 v. " A. RIVAUl>, Oruvrrs. palo 122~ lbidrm. 122. JI lbidt'm , 12211 l. BURNET, O¡wr~ " A. RIVAUD, Oruvrrs.
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D IÁLOGOS
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TIMEO
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T I M EQ
S ÓCR ATES, T1M EO, H ERMÓCRATES, C RITIAS
S ÓCRAT ES. - Uno, dos, tres..., pero, por cierto, querido 11 Timeo , ¿dón de está el cua rt o de los que ayer fuero n huéspedes mios y ahora son dueños de la casa? T1MEO. - Le sobrevino un cierto male star, Sóc rates, pues no habría falt ad o voluntariamente a esta reunión. S óc . - ¿Os enca rgaréis t ú y tu s compañero s, ento nces, de la parte que le correspondía al ausente? TIM . - Por supuesto, y, en lo posible, no omitiremos b nada, pues no sería j usto q ue, de spu és de gozar ayer de los apro piados don es de t u hospita lidad , los que qued amos no estuviéramos d ispuestos a agasajarte a nuestra vez. SÓc . - ¿Es qu e recordáis cuántos son los temas de los que os encomendé hablar? T IM . - Sólo algunos, pero, co mo estás aqu í, nos recordarás 10 q ue hayamos olvidado. Mejor aú n, si no te molesta, vuelve a repetirnos otra vez el argument o desde el principio de man era resumida para que 10 tengam os más present e. S óc . - Así lo haré. Te ngo la impresión de que lo prin- e cipa l del discurso que hice ayer acerc a de la organiz ación
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po lítica fue cuá l co nside ra ba que seria la mejor y qué hombres le da rían vida. TIM. - Y a todos nos pareci ó que la habías descrito de una manera mu y conforme a los principios de la razón. SOC. - ¿No fue acaso nuest ra primera medida sepa rar e n ella a los campesinos y a los ot ros art esa nos de l estamento de los que luchan en defensa de ellos? TI M. - Sí. d S óc . - y luego de asignar a cada uno un a ocupació n única para la que esta ba naturalment e 1 do tad o, una única técnica, afirmamos que aq uellos q ue tení an la misión de luc har po r la co mun idad debería n ser sólo guardia nes de la ciudad , en el caso de que alguien de afuera o de adentro intent ara dañarl a, y que, mient ras que a sus súbditos tenían 18 qu e istrarles justi cia con suavidad, ya qu e son por nat ura leza sus a migos, era necesario que en las batallas fuera n fieros con los enemigos que les salieran al paso. TIM. - Efect ivamente . Sóc . - Pues decíamos, creo, que la na turaleza del alma de los gua rdia nes debía ser al mismo tiempo violenta y t ran quila 2 en grado exce pcio na l para que pudieran llega r a ser correctamente suaves y fieros con unos y co n otr os. n M. - Sí. s óc. - ¿y qué de la educación? ¿No decíamos que ' :La R~púhlica. cuya con tenido " resumido aquf (d. Introd ucció n. págs. 125- 13 1) se caracterizaba por pro po ner una política acorde co n La natu. ra leza (ph j sá kalil phYs¡rr). Acerca d e la relació n entre o rganización lega l y na tu raleza , cf. F. L L1St, EnM it. págs. 173-193; _No mos y physis en el pensa miento po lítico de Pla tó n_, Aet"s dd JlJI Congreso N" donof de Estu dios Cldsico$ ( M,,'¡rid. ]o-U de obr¡1 de 1987). 11, Mad rid , 1989, págs. 239-243. 2 ph ilrlsQphon no se refiere en este contexto a ninguna cua lidad Iilosórica. sino a una d ispo sición del a lma a la tra nqu ilidad y la reflexió n (cr. !'of. .1 0Iia-Jllc). Co ntra ria ment e A. RIV MJIJ. Oeuvres, pág. 126; modera tion.
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estaba n educados e n gim nas ia y en música, y e n todas las materias convenie ntes par a ellos? T IM . - Por cierto . SOC. - Sí, Y me parece que se sost uvo qu e los así edu- " cados no debían considerar como propios ni el oro ni la plata ni ni nguna otra posesión, sino que, co mo fuerzas de policía, hab ian de recibir un salario po r la gua rdia de aquellos a quienes preservaban - lo suficiente par a gente pruden te- , y gastarlo en co mún en un a vida e n la q ue compar tían todo y se ocupaban excl usiva mente de cult ivar la excelencia 3, desca rgado s de t odas las otras act ividades. T IM . - Ta mbién esto fue d icho asl. SÓc. - Y, ade más, por lo q ue hace a las mujeres, hici- v mos mención de que de bíamos adaptar- a los hombres a aquellas que se les asemejaren y asignarles las misma s actil Arell . Se ha p refe rido exce lencia (<< superio r ca lid ad o bondad que co nstituye y hace dign a de singular aprecio y est imación en su género a una cosa», Diccionario tk fa R .A. E 5.11.) a virt ud, q ue tiene un significa d o más restringido al á mbito ético (eC. acepcio nes S y 6 del Diccion orio tk la
R..A.E s.v.). • La trad ucció n de F . M . CORNFORD, Cosm alogy. pi &. 10; We remarJefil ,hat tM ir notures sha uld ~ lormed to lhe sorne hormonious btend 01 qua!i,ws as Iho~ 01 men) err a en el aná lisíl sintiet ico de la frase. su Dota so bre el syna,mosl¿on es un ejemp lo tlpico d e sobreinterp reU.· ció n. Cf. A. E. T AYW R (Commentory. cit.], co mentario al p aSilje: h as lfu phj~u /ois I",drdsin /'Qropin ios t~ synorm aSIHJfl. braq uilogl a por has ras phf~i.r las ' ois andrliJin paroplesías ro",rou t~. Por lo tanto , l",drdsin h ay q ue to ma rlo, a d iferencia de 10 q ue sc sríe ne T AYLOR ta nlo con syna .· mostéan tol! ondrll.fin como oon J'Orapft súu. A. RlvAUD, Oeuvrts. pág. 127, tiene e n el ma n uscr ito q ue ha co nsukadc un sc!ledon (jus I/u'¡, lo [la nature d es femmes] rend re p r"' qu" stmblah{t Q fa feur [la narure des h omm es) q ue no me ha sid o posible localiza r ni en su ed ición , ni en n inguna otra de lu con oc id as. Su traducció n eq uivoc a tamb ién el ma tiz p lató nico : se tra la de esco ger aq uellas naturalezas femeninas que tuvieran las misma s cualidades innatas q ue se exigía n de los ho mb lh seleccio nad os y, luego de ed ucarlas, asigna rles las mism as fu nciones políticas .
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vidades que a ello s en la guerra y en todo otro ámbito de In vida . TIM.- T am bién esto se dijo de est a man era . S óc. - ¿Y qué de la procreación?, ¿o la singularidad de lo dicho no hace que se recu erde fácilmente?, porque dispusimos que todos tuviera n sus matrimonios y sus hijos en común, cuidando de qu e nun ca nadie reconoc iera como propio al engen drado por él sino qu e todos consideraran a d to dos de la misma familia: herm anas y hermanos a los de la misma edad 5, a los mayores, pad res y padres de sus padres y a los menores, hijos de sus hijos . TIM. - Sí, también est o se puede recordar bien, tal com o dices. S óc . - Y, ad emás, qu e llegaran a posee r desd e el nacimiento las mejores naturalezas posibles, ¿o acaso no recordamos que decíamos que los gobernantes, hombres y mujee res, debían eng añarlos en las uniones matrimoniales con un a especie de sorte o manipulado en secreto pa ra que los buenos y los malos se uniera n cada uno con las que les eran semejantes de modo que no surgiera entre ellos ningún tipo de enemistad, con vencidos de que el azar era la causa de su unión? T IM . ~ Lo recorda mos. 19 SÓC. ~ ¿ y también que decíamos que tenían que criar y educa r a los hijos de los buenos y trasladar secre tame nte a los de los m a l ~ a la ot ra ciudad y observarlos durante su crecimi ento para hacer regresar siempre a los aptos y pasar a la región de la que éstos habían vuelto a los ineptos que se habían qu edado con ellos 6? TIM. ~ Así es. S óc . ~ ¿ H e expuesto ya en sus puntos principales lo s Cf. Rep. 5, 46 Id-e. cr. Rep . 5, 460c.
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mismo que a yer o deseáis todavía algo qu e yo haya dejado de lado, querido Timeo? TIM . ~ En ab soluto, esto era lo qu e ayer dijimos, SÓ- ¡, erutes. Soc. ~ Qu izás qu erá is escuchar ahor a lo qu e me suced e con la continuació n de la historia de la república que hemos descrit o. Cr eo que lo que me pasa es algo así como si alguien, desp ués de observar bellos a nim ales, ya sea pinlad os en un cuadro o real mente vivos pero en descanso , fuer a asa lt ado por el deseo de verlo s moverse y ha cer, en <" un cer t amen, algo de lo que pa rece corres po nder a sus cuerpos. Lo mismo me sucede respecto de la ciud ad que hemos delineado. Pue s con placer escuch arí a de alguien el relato de las bat allas en las que suele pa rticipar una ciud ad, que las combate contra otras ciudades, llega bien dispu esta a la guerra y, durante la lucha, ha ce lo qu e corresponde a su educación y formación no sólo en la acció n, sino t ambién en los tr atados con cada uno de los estad os. Cr iti as y d Herm ócrates, me acuso de no llegar a ser ca paz nunca de alaba r de fo rma satisfact oria a esos hombres y a esa ciudad . Lo que me sucede no es nada extr añ o, pu es te ngo la misma opinión de los poet as anti guo s y de los actuales y, au nque no desdeño en absoluto su linaj e, es evidente que el pueblo de los imitadores imitará muy fácilmente y de mane ra ópti ma aquello en lo qu e ha sido educado. Sin emb argo, a cualquiera le resu lta muy dificil imit ar bien en ob ras lo que está fuer a de su propia educación y le es aún más dificultoso imitarlo con pala bras . Creo que la estirpe e de los sofistas es m uy entendida en mu chos otros tip os de discurso s, y bellos además , pero temo que, puesto que vaga de ciudad en ciudad y en ning ún lugar habita en casa propia, de alguna manera no acier te a describ ir hombres qu e son a la vez filósofos y po lítico s y lo qu e harí an o dirían al guerrear o batallar o al relacionarse entre ellos de obra o
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de pala bra. Resta, ciert amente, el tipo de gente de vuestr a disposición qu e por natu raleza y educación pa rt icipa de 20 a mbas cat ego rías. Pues éste, Timeo, na tural de Lócride, In ciuda d co n el mejor orden po lítico de Italia 7, no inferior a ningu no de los de alli ni en riqu eza ni e n sa ngre, ha ocupado los cargos públicos más impo rtantes y recibió los más altos hon ores de aq uella ciu da d y. además, ha llegad o, en mi opinión. a la cu mbre de la filosofía. Todos los hab ita ntes de esta ciudad. supongo, sa bemos que Critias no es lego en nada de lo qu e habla mos. Finalmente, puesto que hay muchos qu e 10 testifican . debemos creer que la naturaleza y la ed ucación de Herm6crates son suficientes par a todos b estos temas. Cuand o ayer sol icitas teis una expos ició n sobre la rep úb lica, convine de bu en grado porque sabía que , si os lo proponéis, nadi e podría of recer una continuación mcjor del discurso que vosotros, ya que sois los únicos que e n la actualid ad pued en im plica r a esa ciudad en una guerra ad ec uada a s u co nd ici6n y, d espués, asig narle todas las exce lencias que le corresponda n. Una vez que expuse lo que me habíais enca rgado , os encomendé a mi vez lo que ahora d igo. Habéis acordado que una vez que hubi érais reflexionad o, ibais a sa lda r la deuda de hospit alidad hacia mí con e el presente d iscurso. Estoy aqu í prepa rado, ento nces, para ellos y soy el más d ispuesto de todos a recibir los. H ERMÓCRATES. - En efecto, Sócrates, como dijo T imeo ni cede rá la vo lun ta d de hacerlo ni ha brá ning ún pretexto que nos imp ida lleva rlo a ca bo . Por tan to, tam bié n nosotros ayer, inmedi at a mente desp ués de sa lir de aquí, cua ndo llega mos a casa de Crirías , nuestro huésped, d.ond e pernoc-
1 La referencia a la perfección del ord e n político de Lócride era usual y pro bablemen te esta ba gob ernada en el mo mento de la fecha dramática del diálo go por los pitagóricos. Cf nota al pm;aje de A. E. T AYlOR, Commentary . cit.
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ta mos, y aún antes, en el camino, reflexionamos so bre estos mismos asuntos. Éste no s con tó un a a ntigua saga. J ¡Cuéntase la también a él, Critias, pa ra qu e op ine si respond e o no al encargo! C RITIAS. - Lo ha ré, si también le pa rece al tercer s compa ñero, Timeo. TIM. - Claro qu e estoy de ac uerdo . CRI.- Escucha, entonces, Sócrates, un relato muy extraño, per o a bso lutamente verdader o, tal como en una ocasión lo relataba Solón, el más sabio de los siete s, q ue era parient e t y muy am igo de mi bisa buelo D r ópid a, como él mism o afirm a en muchos pa sajes de su obra poét ica. Le contó a Critias , nue str o abuelo, que de viejo no s lo relataba a nosotros , que grandes y irables hazañas antiguas de esta ciuda d hablan desaparecido a causa del tiempo transcurrido y la destru cción de sus habitantes, y, de todas, una, la más ext raordina ria, co nvendría que ahora a través del 21 rec uerdo te la ofreciéramos como presente, para eleva r al mismo tiempo loas a la diosa con justicia y verdad en el día de su fiesta nacion al, como si le cantáramos un himno . SOCo- Bien dices. Pero , por cierto, ¿no explica ba Critias cuál era est a hazaña que, según la historia de Salón, no e ra una me ra fábula, sino que esta ciuda d la realizó efectivamente en tiempos re motos? C RL - Te la diré, aunque escuchada como un relat o a nt iguo de un ho mbre no precisam ente joven. Pues ento nces I Esla menció n de Critias, vuelve a hacer ap arecer indirectame nte la figura del cua rto pa rticipante, qu e se encuentra ausente (d . supra l7a , e Introducción, pág. 7). 9 Se trata de una mención de los siete sab ios, personajes en part e müícos y en part e históricos que era n considerados en la Antigüe dad la expresió n máx ima de la sabid uría humana. Los compone ntes del gru po variaban fuertem ente según época y lugar. Plat ón menciona una lista en el Pro /ágoras 343a. lOO . -
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Crit ias, así decía , tcnía ya cas i novent a a ños y yo, a lo h sumo d iez. Era, casualmen te. la Kureo tis. e l tercer dí a de los Apaturia 11) . A los muchacho s les sucedió lo que es siempre habitu al en esa fiesta y lo era tambi én ento nces. Nuestros pad res hicieron cer tá menes de recitació n. Se decla maro n po emas de muchos poetas y. co mo en aq uella época los de SoLón eran recient es, much os niños los cantamos. Uno de los de la fra tr ia, sea q ue lo creta realmen te o po r hacer le un cu mpl ido a Critias, dijo qu e si bien So lón le parecía muy sa bio en todos los ot ros ca mpos, e e n la poesía lo tenía por e l más libre de todos los poetas. El anciano, ento nces - me acuerdo con gran c1aridad - se pu so mu y contento y sonri endo d ijo: t1¡Ay Am ina nd ro!, [ojal á la poesía no hubier a sido para él una act ivida d secunda ria ! Si s e hubiera esfo rza do co mo los otros y hubiera term inad o el argument o q ue trajo de Egipt o y, si, a l d llegar aquí, las contie ndas civiles y otros m ales no lo hubieran o bligado a d escu ida r todo lo q ue descu brió allí , ni Hesíod o ni Homero, e n mi o pinión , ni ningún o tro poeta jamás habria llegado a ten e r una fama ma yor qu e la suya». «[Qu é histo ria era, Crt tlas?», pregun tó el o tro. «La historia de la haza ña más imp o rtante y, con justicia, la m ás ren ombrad a de tod as las realizadas po r nuestra ciudad , pero que no llegó hasta noso tros por e l tiempo t ra nsc urrido y por la des aparici6n de lo s q ue la llevaron a ca bo», dijo el anciano. «Cuenta desde el co m ienzo», exclamó el ot ro, "q ué decla Sa ló n, y cómo y d e quiénes la había escuc hado co mo a lgo ve rdadero». ~ «En Egipto», comenzó Crit ias, «donde la co rr iente del 10 Fiesta de los cl a nes j ónicos q ue d ura ba tres dia s. En el último (Kureolis) se had an d ive rsas ofrendas par a los que habían sido recientemente incorporados al clan por nacimient o. d eMa o casa miento. Especialmente, se co rt aba el cabe llo a los ad olescentes y se a rrendaba a la d iosa Artemisa.
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Nilo se di vide en do s en el ex t remo inferior del De lta, hay una región llamad a Saítica, cuya ciudad más impo rt~nte , Sais - de donde, po r cierto, también era el rey Amasts-c-, tiene po r patrona un a diosa cu yo no mbre en egipcio es Neith y en griego, según la versión de aquéllos, At enea. Afirma n qu e aprec ia n mucho a At enas y sost ienen que en ciert a fo rma está n e mpare nt ados co n los de esta ciudad . Solón cont aba qu e cuando llegó allí recibió de ellos mu chos ho nores y qu e, a l co nsult ar so bre las a ntig üedades a los 22 sacerdotes que má s co noelan el tema, descu bri ó que ni él mismo ni ningún ot ro griego sabía, por decir así, prácticamente nada acerca de esos asunto s. En una ocasión, pa ra entablar conversació n co n ellos so bre esto, se puso a conta r los hech os más antiguos de est a ciudad, la historia de Fo roneo, del q ue se di ce que es el primer hom bre, y de Níobe y narró có mo Deu calión y P irras sobreviviero n des- b pu és d el diluvio e hizo la genealogía de sus descendient es y q uiso calc ular el tie mpo tr anscurrido desd e entonces re~or dando cuántos años ha bia vivido cada un o. En ese IO Stante un sac erdote muy a nciano exclamó : '¡Ay!, S ol ón, So l ón. ¡lo s g riegos seré is siempre niñ os!, [no existe el griego viejo!' Al escuchar esto, Salón le . preguntó: '~ P o r q ué lo dices?' 'Todo s', replicó aq uél, 'tenéi s alma s de j óvenes sin creencias an tiguas tr ansm it idas por un a larga tradició n y carecéis de co noci mient os enca necidos por el tie mpo. Esto se debe a que tuviero n y tendrán luga r muchas destrucciones de hombres, las más grandes por ~ fuego y agua, pero t ambi én otras me nores provocadas po r ot ras inn umera bles ca usas. Tomem os un ejemplo, lo qu e se cuenta entre vosotros de q ue un a vez Faetó n, el hijo del Sol montó en e l carr o de su padre y, po r no se r ca paz de marchar por el sende ro pat erno, quemó lo que estaba so bre la tierra y murió alca nzado po r un r ayo. La h isto ria , aunq ue relat ada co mo una leyenda, se refiere , en re alidad, a d
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una desviación de los cuerpos que en el cielo gira n alrededo r de la tierra y a la destrucción , a grandes interval os. de lo que cubre la superficie terrestre por un gran fuego. Entonces, el número de habita ntes de las montañas y de lugares alt os y seco s qu e mu ere es mayor que el de los que viven cerca de los río s y el mar. El Nilo , salvador nuestro en otras ocasiones lt ta mbién nos salva ento nces de esa desgra cia. Pero cua ndo los dioses purifican la tierra con aguas y la inundan, se sa lva n los habi ta ntes de las mono tañas, pastores d e bue yes y cabras, y los q ue viven en t vuestras ciudades son a rra strados al ma r po r los nos . En esta regi ón , ni e nt onces ni nun ca fluye el ag ua de arriba sob re los ca mpos, sino que, po r el co nt rario, es na tura l que suba, en su totalidad, desde el interi or de la tie rra . Por ello se dice 12 qu e lo que aqu í se conserva es lo más antiguo . En realidad, sin emb argo, en todas las regione s en las que no 23 se da un invierno riguroso y un ca lor ex tre mo, la raza huma na, en ma yor o me nor núm er o, está siempre presente. Desde a ntiguo registr a mos y co nserva mos en nuestros templos tod o aquello que llega a nuestros oídos acerca de lo qu e pasa entre vosotros, aq uí o en cu alqu ier otro luga r, si suced ió algo bello, import a nte o co n ot ra pecu liarida d. Co ntrariamente, siempre q ue voso tros , o los dem ás, os aca báis de provee r de escr it ur a y de todo lo qu e necesita 1I Quxóm"l1os con COOl Wl l SON y A. E. T AYlOR (Comm..n/(JfY, pág. 53 Y aigs.I , El lyó~l1os es evidentemente corrupto y la conjetura es pateog r áficameme pro ba ble. La argumenl ación de F. M. CoIlNf O Il D, Cosmo log, . cit., pág. 366, ad ucielldo la praen<:ia de hia to, frenle a la C'SCaSel. de este fenó meno en el nm..o, carece de seriedad . En la misma pagina de la edición (le BUIlSfT cue nlo 16 hia tos. uno de ellos isu al al rechaza do po r CoRNFOIIO (l
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una ciud ad , despu és del período habitual de años. os vuelve a caer. como una enfermedad , un torrente celestial uuc deja sólo a los ilet rado s e inc ultos, de mod o que n acei~ de nuev o, co mo niños, desde el prin cipio, sin saber nada m b de nuestra ciudad ni de lo qu e ha sucedi do entr e voso tr os duran te las épocas antig uas . Por ejem plo, Soló n, las gene alogías de los vuest ros qu e aca bas de expone r po co se di ferencia n de los cuentos de niños, porque, primero, recordáis un diluvio sobre la t ierra, mientras q ue antes de él ha bían suced ido mu chos Y. en segundo lug a r. no sabéis ya que la raza mejor y más bella de ent re los hombres nació en vuesIra región. de la q ue t ú y toda la ciuda d vuest ra descendéis ahora, al q ueda r una vez un poco de simie nte. Lo ha béis e olvidado porque los que sobrevivieron igno raron la escr itura duran te much as generaciones. En efecto, ant es de la gran dest rucción por el agua, la qu e es ahora la ciudad de los ate nie nses era la mejo r en la guerr a y la más ab sol utame nte ob ed iente de las leyes. Cu entan q ue tuv ieron luga r las ha zañ as más hermosas y que se dio la mejor orga nización política de todas cua ntas hemos recib ido not icia bajo el cielo.» Solón solía decir que al escuch arlo se sorprendió y tuvo muchas ga nas de co noce r más, de mod o que pidió q ue le co nta ra con exactitud tod o lo que los s ace rd ~tes conservaban de los antiguo s atenienses. El sacerdote replicó: 'S in nin guna reti cencia, oh Soló n, lo contaré po r t i y por vuest ra ciudad , pero sobre todo po r la d iosa a la que tocó e n sue rte vuest ra pa tria y tam bién la nuestra y las cr ió y educó. prime ro aquélla , mil años antes, despu és de recibir simiente de Gea y Hefestc . y. más larde, ést a. Los escri tos sagrados establecen la ca ntidad de ocho mil añ os par a el orden im per a nte ent re nosot ros. A ho ra. te haré un resumen de las leyes de los ciudada nos de hace nueve mil años y de la haza ña más hero ica que real izaron. Má s ta rde, tomare- 2.( mos con tranquilidad los escr itos mismos y discurr iremos en
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de talle y orde nadame nte acerca de todo. En cuanto a las leyes, observa las nuest ras, pues descubrirás a ho ra aqul muchos ejem plos de las que existía n e ntonces entre vosot ros. En primer lugar, el que la cast a de los sacerd otes esté separada de las ot ras; después, lo de los artesanos, el que cada oficio trabaj e individua lment e sin mezclarse co n el otro, ni ta mpoc o los pastores, los caladores ni los agrlcutb tores. En particu lar , supo ngo que hab rás no tado qu e aq ul el estamento de los guerreros se encuentra separado de los resta ntes y q ue s ólo tiene las ocupaciones guerreras que la ley le orde na . Además, la maner a en que se a rma n con escudos y espadas. que fuimos los primeros e n utiliz'ar en Asia ta l co mo la d iosa los dio a co nocer por prim er a vez en aquellas regiones entre vosotros. También, ves, creo , cuá nto se preocu pó nuestra ley desde sus inicios por la sa biduría e pu es, tras desc ub rirlo tod o acerca del universo, incluidas la adivinación y la medicina, lo trasla dó de estos seres divinos al á m bito human o para sal ud de éste y ad quirió el resto de los conocimientos q ue están relacion ad os con ellos 0 . En aq uel tiempo, pues, la di osa os impuso a vosot ros en primer lugar tod o este orde n y dispos ició n y fundó vuestra ciuda d de spués de elegir la región en q ue nacísteis po rque vio q ue la buena mezcla de est aciones q ue se daba e n ella d po dría llegar a pr odu cir los ho mbres más prudentes. Co mo es amiga de la guerra y de la sabi du ría, eligió pr imero el sit io que da rla los hombres más adec uados a ella y [o pobló. viv íais, pues, bajo estas leyes y, lo que es más tl En este OS(: IJ ~O pá rrafo. no sigo la puntuació n de BUIlN 'f'T. El anilisis del panje de A. E. TAYLOR (Com m enta,J'. cn.) sigue la aclar ación de G. STALLMU~ (Tinw eus. cit.) , con una inexa ct itud : este últ imo en ning ún caso toma Mpanta como acusativo singula r (om niDad mundum peuinentia). El sentido gene ral pa rtera ser q ue los egipcios basan tod as las artes en el cono cimiento de la astr onomfa (F. M. COI( NFORD, Cosmatogy, pág. 17, n . 2).
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importante aún, las res peta bais y superabais en virt ud a lodos los hombres, co mo es lógico , ya que e rais hij os y alumnos de di oses. iramos much as y gra nde s hazañas de vuestra ciudad registr adas aquí, pero una de entre t odas se dest aca por import ancia y excelencia. En efecto , nues- e tros esc ritos refieren có mo vuestr a ciudad detu vo en una ocas ión la mar cha insole nte de un gran im pe rio, qu e a va nzaba del exterior, desde el Océan o Atlán tico , sobre toda Europa y Asia. En aquella épo ca, se podía at ra vesa r aquel océa no dado que hab ía una isla de lante de la desembocad ura q ue vosotros, así decís , llamáis co lumnas de Heracles. Esta isla e ra ma yor qu e Libia y Asia j untas y de ella los de entonces pod ía n pa sar a las ot ras islas y de las islas a tod a la tie rra fir me qu e se encontraba fre nte a ellas y rodea ba el 2S océano a uténtico 14, puesto que lo que quedaba dentro de la desembocadura qu e mencionamos parecí a un a ba hía con un ingreso estrecho. En realidad, era mar y la región q ue lo rodeaba tot almente podrla ser lla mad a con absoluta corrección tierra firme . En dic ha isla, At t ámida, habí a surgido una confederación de reyes grande y maravillosa que gobernaba so bre ella y muchas ot ras islas, así como part es de la tierra firme . En este co ntine nte, do minab an también los pueblos de Libia 1' , hasta Egipto, y Europa hasta T irrenia 16. Toda esta potencia unida intentó una vez esclavizar b en un ataque a tod a vuestra región , la nuest ra y el interior de la dese mboc adu ra. Ento nces, Sa ló n, el poderl o de vuest ra ciud ad se hizo famoso entre todo s los ho m bres por su exce lencia y fue rza, pues superó a todos en valentla y en a rte s guerreras, co nd ujo en u n momento de la lucha a los griegos, luego se vio obligada a combatir sola cua ndo los r l' E. d. el m..~ q ue se e nco ntr aba e ntre IlI5 islas)' la tierra firme. Cí. A. E. T AYLOR. Commenfa ,y . cir., comentario al pasaje. 1) La parte occidental de Áfr ica. lo 1talia occidenta l.
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otros se separa ron, corrió los peligros más ext remos y domin ó a los que nos ataca ba n. Alcanzó así un a gran victoria e imp idió que los que todavía no habían sido esclavizados lo fueran y al resto, cuantos habitábamos más acá de los confines heráclidas, nos liberó generosamente . Posteriormente, t ras un violent o terr emoto y un dil uvio ext raerJ dinario, en un día y una noche terribles, la clase guer rera vuest ra se hu ndi ó toda a la vez bajo la tierr a y la isla de Atlán tida desapareció de la misma manera, hundiéndose en el mar. Por ello, a ún aho ra el océano es allí int ransitable e inescrutab le, porqu e lo impide la arcilla que produjo la isla asentada "en ese lugar y qu e se encuentra a muy poca profundida d 17". Acabas de ofr un resumen , Sóc rates, de lo que relat6 el e anci ano Critias según el cuento de Sol6n. Cuando ayer hab la bas de la república y de sus hombres, me asombré al reco rdar lo que acabo de co ntar , pensando qu e por algún azar no muy desacertad o comp artí as milagro samente mucho de lo que So l6 n d ecía. Pero, sin emba rgo, no quise hab lar 16 en vano, pues no lo record a ba mu y bien por el tiempo que ha bía tra nscurrid o. Decidí. ento nces, qu e primero debla deci rme a mí mismo todo de esta ma nera y repetirlo suficient emen te. Por eso, aco rdé de inmediato co ntigo el orden qu e dispusimos aye r, porque pensé que nosotros íbamos a estar bien provis t os en lo que es la dificultad más grande en tal es casos: hacer un discu rso adec uado a lo que se pretende. Así, ayer, co mo dijo éste, ni bien salí de aquí, les referí a mis co mpañeros lo que en ese moment o me venía a la memo ria y cuan do llegué a casa, record é cas i tod o desb pués de pensar en ello la noche entera . Sin dud a, tal co mo se suele decir , lo qu e se aprende de niño se fija de manera 11 ka /a brachéos c on la varia Iecuo de A . Ci. F . M. CORNfORD. Coso mology, pág . 366 Y sigs.
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ira ble en el recuerdo . Pues no sé, si quizás podría reco rdar todo lo que escuché ayer, pero me ma rav illaría so bremanera que se me hu biera esca pado algo de esto que ni hace tanto tiempo. Entonces, lo hice co n much o placer y co mo juego , y el anciano me lo cont6 de buen grado, ¡, cuando vio qu e yo lo interrogaba con interés, y, de esta manera me qu ed ó gra bado como una pint ura a fuego de una escritu ra inde leble. A Timeo y Hermócrat es les est uve relatando la histo ria desde po r la mañana tempra no para que pud iera n pa rticipar conmigo en la conversación. Estoy preparado , entonces, para decirte, Sócrates, aq uello por lo que se dijo tod o esto, no sólo de man era resu mida, sino ta l co mo escuché cad a parti cular. Ahor a traslada rem os a la realidad a los ciud adanos y la ciudad que tú ayer nos descr ibiste en la fábula, los po ndremos aquí como si aquella ciu- d dad fuera ésta y diremo s que los ciuda da nos que t ú concebiste eran nuestros antep asados reales que dijo el sacerdote. Armon izarán completamente y no desento naremos cua ndo digam os que era n los que vivían en aq uel entonces. Cada un o to mará una parte a su ca rgo e inte ntaremos devolverte, en la med ida de lo posible, lo adecuado a lo que ordenaste. Debemos con siderar, Sócrates, si esta historia nos es a propiada o si hemo s de buscar alguna otra en su lugar. SOC. - ¿Q ué ot ra podríamos preferir a ésta, Critias, r qu e por su pa rente sco se ajusta de man era excelente a la presente festividad de la diosa? El que no sea un a fábula ficticia, sino una historia verdadera es algo muy impo rtante, creo. Pu es ¿có mo y de dónde podríamos descub rir ot ros ciudadanos, si aba ndonamos a éstos? Imposible. Vosotros debéis hablar aco mpañad os de buena fortun a y yo aho ra tengo que escucha r en silencio la pa rte qu e me corresponde por lo que relat é ayer. C RI. - Ob serva, pues, S6crates, cómo hemos orga ni- 27
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zado la disposición de los o bsequios. Decidimos que Time n, puesto que es el que más astronomía conoce de nosotros y el que más se ha ocupado en conocer la naturaleza del universo, hable en primer luga r, comenzando con la creación del mundo y terminando con la naturaleza de los hombres. Después de eso, yo , como si tomara de éste los hombres nacidos en el re lato y de ti algunos con la mejor ed ucación, b los pondré ante nosotros como frente a jueces, según la historia y la ley de Salón, y los haré ciudadanos de esta ciudad, como si fuera n aquellos at enienses de los qu e los text os sagrados afirman qu e desaparecieron, y, en adelante, contaré la his toria como si ya fueran ciudadanos atemense s. SOCo - Creo que con el banquete de discursos recibiré una recompensa perfecta y brillante. Timeo, te t oca hablar a con tinuación, as! pa rece, no sin antes invocar a los dioses, según la costumbre. e T IM. - Pero, Sócrates, cualquiera que sea un poco pru dente invoca a un dios antes de emprender una tarea o un asunto grande o pequeño. También nosotros, que vamos a hacer un discurso acerca del universo, cómo nac ió y si es o no generado, si no desvariamos completamente, debemos invocar a los diose s y diosas y pedirles que nu estra exposíción sea adecuada, en prim er lugar, a ellos y, en segun do, a d nosotros. Sirva esto como invocación a los dioses. En cuanto a nosotros, debo rogar para que vos otros po dáis ente nder mi discurso con la mayor facilidad y yo mostrar de la mejor maner a lo que pienso acerca de los temas propuestos. Pues bien, en mi opinión hay que difere nciar primero lo sigu iente: ¿Qué es lo que es siempre y no deviene y qué , lo 28 que deviene cmrt¡nuamente~'pero iiUñca es 18? Uña púecle-;;:--
"- - 18
-- -----
El verbo 'ser' está aq uí ut ilizado en su sentid o fuerte, existenc ial. He
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comprendido por la intel igencia mediante el razonamiento, el ser siem pre inm utable; el otro es opi nable, por medio de la opinión unida a la percepción sensib le no racional, nac e y fenece, pero nunca es realmente. Además, todo lo que deviene, deviene necesariamente por alguna ca usa; es imposible, por tanto, que algo devenga sin una ca usa. Cua ndo el artí fice de algo , al co nstruir su forma y cualidad, fija const antemente su mirada en el ser inmutable y lo usa de modelo, lo as! hecho será necesariamente bello. Pero aq ue- b 110 cuya forma y cualidad hayan sido conformadas por medio de la observación de lo gene rado, con un mode lo generado, no será bello. Acerca del uni verso - o cosmos o si en alguna ocas ión se le hu biera dado otro nombre más aprop iado, usémo slo - debemos indagar primero, lo que se supone que hay que considerar en primer lugar en toda ocasión: si siem pre ha sido, sin comienzo de la generación, o si se generó y tuvo algún inic io. Es generado , pues es Yis¡¡;·i~-- y tangible y tiene un cuerpo y tales cosas so n todas sensibles y lo sensible.Tapiado por la op inión unida a la sensación, se mostró generado y engendrado. Decíamos, e además, que lo generado debe serlo necesariamente por alguna causa. Descubrir al hacedor y padre de este universo es difícil, pero, una vez descubierto , comunicárselo a todos es im posible. Po r otra parte, hay que observar acerca de él lo sigu iente: qué mode lo con templó su artífice al 29 hace rlo, el que es inmutable y permanente o el generado. Bien, si este mu ndo es bello y su creador bueno, es evidente que miró el modelo eterno . Pero si es lo que ni siquiera est á permitido pronunciar a nadi e, el generado. A todos les preferid o traducir g(WlOmai por 'devenir' en su sentido filosófico y no por 'nacer' (tal co mo hace A. RIVAUD, Oeuv res. pág. 140, por ejemplo), po rque este último en castellano tiene un sentid o muy preciso (al igual qu e en otras leng uas rom ances) que no se corres ponde en a bsoluto con la intención de Platón en este pasaje.
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es a bso luta me nte evide nte q ue co ntem pló el ete rno, ya q ue este uni verso es e l más bello de los se res generados y aqu él la mej or de las causas. Por eüo. engend rad o de est a ma nera , fue fa bricado seg ún lo q ue se ca pta po r el ra zonamiento y In b inteligencia y es in mutable. Si esto es así, es de total necesidad q ue este mundo se a un a imagen de algo. Po r ciert o, lo m ás im po rta nte es co me nza r de acuerdo co n la naturaleza del tem a. Ento nces, ace rca de la imagen y de su mod elo ha y que hacer la siguie nte d istinció n en la co nvicció n de q ue los disc urso s están em parentados co n a q uellas co sas que exp lican : los co ncern ientes a l o rden esta ble, firme y evide nte co n la ayuC' da de la inteligencia, son esta bles e infa libles - no deben carecerde na da de cuanto conviene q ue posean los d iscursos irre futables e invulne rables- ; los que se refieren a lo q ue ha sido asemejado a lo inmutable. dado que es una image n, han de ser veros ímiles y pro po rcionales a los infalib les. Lo que el ser es a la gene ración. es la verdad a la creencia. Por tanto, S ócrat es. si en much os temas. los d ioses y la generación del un iverso 19. no llega mos a ser e ven tualmen te capaces de ofrecer un discurso q ue sea tot almente co here nte en tod os sus aspectos y exacto ono te ad mires. Pero si lo hacem os tan verosímil co mo cualquier otro . será necesario a legrarse. ya q ue hem os de tener d presen te q ue yo, el q ue habla. y vos ot ros. los j ueces. te nemos un a natu ra leza human a , de mod o que acerca de esto co nviene q ue aceptemo s e l relat o proba ble y no busquemos más allá. Sóc. - Absol utamente bien. Timeo, y ha y qu e acep tarl o co mo man da s. Nos ha agr ad ad o so br emane ra tu prelud io. interpr ét ano s a co ntin uació n el tema 20. " Ih f'(; r¡ kul l b IOÜ pu nrrir gt'nbror es cla ramente una glosa que, siguiendo la costu mbre , be tr aducido. :ro Aq ul hay un juego de pa la bras co n el significado d e n6m os. que designa ta nto la ley. e l uso o la costumbre como una monod ia acompañada de cita ra o fla uta. Acerca de la reflexión platónica sobre el par ticular cf. Leyes 4, 7 1 ~c-720e . La o pinión d e los intérp retes sobre el sentido q ue
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TIM. - Digam os aho ra por qué cau sa el haced or hizo el deveni r y este-ü niverSO:-Es bueno y ef"bu eno nu~c-~ ~ ~ida f' ningu na mezq uiñd¡-d acercade nada. Al ca recer de ésta. q uería q ue iodo llegara a sedo más .semeja nte poslbie ~-él mismo. Ha ríamos mu y bien en aceptar de hom bres inteligentes este principio importantísimo del devenir y del mund o . Como el d ios quería qu e t od as las co sas fue ra n JO bue nas y ñO h uhiera en lo posible nada malo. tom ó tod o cua nto es visible, q ue se mo vía sin reposo de ma ne ra _ca ótica y desor denad a,Tlo co~duj o de l deso rden al o rde n, porq ue pe nsó q ue éste es en todo sent ido mejo r que aquél. Pues a l ó ptimo só lo le est aba y le está permitid o hace r lo más bello . Por med io del raz onamien to llegó a la conclusió n de q ue en t re los seres visi bles nun ca ningún co nj unto ca rent e de raz ónser á mésberm ósoque el que la posee y que, a su v-ez. imposible q ueésta se genere en algo sin ¡, alma-:-A ca usa de este razo namie nto, al ensamblar el mu ndo. co locó la r azó n en el al ma yel alma en el cuer po . para que su obra fue ra la mAS-bella y mejor por natur aleza. Es as í que seg ún el d iscurso probable de bemos afi rmar q ue ~e unive rso llegó a ser verdader amente un viviente pr ovisto de alma y razó n por laprovid~~cia~d ivi ~a.- - · - - -- -S i e~o es asl.-de bemo s ex po ner lo quese sigue de ello: a cuá l de los seres vivientes lo ase mejó el haced or. No lo deg ra de mos asemejá ndo lo a uno de los que por natu raleza so n parciales en cua nto a la fo rma - pues nun ca nad a se mejante a a lgo imperfecto llegaría a ser bello-o sino qu e su ponga mos qu e es el q ue más se asemeja a aquel del cual los otros seres vivientes, tanto indiv iduos co mo clases. forman parte. Pues aquél comprend e en si t odos los seres
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prevalece esté. dividid a. Es necesar io oír ambo s significad os. Si en la tr ad ucción he preferido el musical, se debe a la peculiar idad del proemi o a la ley, un uso tlpicamente platón ico y derivado del mu sical.
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vivien tes inte ligi bles, así co mo est e mundo a nosotros y los dem ás a nima les visibles. Co mo el dios q uería asemej arl o lo más posible a l m ás bello yabsoluta~ente pe rfecto d;-~s 31 se res inteligibles, lo hizo un ser viviente visib le y·un íco con todas las criat uras vivientes q ue po r naturaleza le soJLath. ~es dentro de si. ¿ Es verdadera la afirm ac ión de la unicidad del un iver so o se ria más correcto decir que hay muchos e incluso infinitos mu ndos? Uno, si e n realidad ha de esta r fa bricado según su modelo. Pue s lo que incluye tod os los se res vivos inteligibles exis ten tes nunca podría formar un par con otro po rq ue seria necesario otro ser vivo adic ional que los compre ndiera a es tos do s. del q ue serían partes. y ento nces sería más co rrecto afirmar q ue este mundo no se asem eja ya a aq uéllos sino a aquel que los abarca. Po r e llo, para que en la singularidad fuera semejante al ser vivo perb fecto, su cread or no hizo ni do s ni infinitos mundos, sino qu e éste, generado como un uni verso único, existe y existirá solo 21. Cie rtamente, lo genera do de be ser corpóreo, visible y ta ngible, pero nun ca pod ría ha ber nad a visible sin fuego , ni tangible, sin algo só lido, ni sólido, sin tierra. Po r lo c ual; el di os, cuando co menzó a const ruir el cuerpo de este mund o lo hizo a pa rt ir d el fuego y de la tierra. Pero no es posible J
1I La frase de Timeo pued e ter leid a según el tex to de B URNIiT y ta l como aqu l ha sido lrad ucid a o siguie nd o otros inférpretes hois hód.. mono(l' nh "uranOs Kl'g(m ll.< ésun ka; ;"hlai (cf. A. E. T ... ~1.0R . Como ml'",ary. p ág. 86 Y s igs.). Desacertada es, po r el contrario , la versión F. M . CORNFOR D, Co.rmology. cíe., plÍ. g. 42 , especialmente n. 1): has been a"d i5 and shall h.. o is at all tim ..s. po rque el pa rticipio se encu en tr a claramente en un nive l distinto d e los dos verbos si se toma la acep ción f uerte de h ¡; y pasa a estar co ordin ado co n el adjet ivo dem ostr ativo , siendo monollen f.s Y oura n ós atributos de la co nstr ucción. Los ejem plo, ad ucidos por CORNI'ORI) carecen d e valo r justamente po r estas razo nes sintáct icas. Co rrecta es la trad ucción de T AYI.OR en su co men tar io antes cita d o: havíng come IV be is and sntí shall be.
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un ir bie n dos ele mento s aislados sin un tercer o, ya q ue es.e necesario un vincu lo en el medio que los una. El vtnc ulo , más bello es aq uél q ue pu ede lograr qu e él m ismo y los eleme ntos por é l vinculados alcancen e l ma yor g rado posible de un idad . La propor ci n es la q ue por natura leza realiza esto de la ma nera más perfecta. En efecto, cua ndo de tres nú mer os c ua lesq uiera, sean ente ros o cuad rados 22, el tér mino medio es ta l q ue la relación q ue tiene el primer l2 ext re mo co n él, la tiene él co n el seg undo, y, a la inversa, la q ue tien e el segundo ex tre mo con el término med io, la tiene éste con el primero; ento nces, puesto qu e el med io se ha co nve rt ido e n principio y fin , y el principio y fin, en med io, sucederá necesa riamente que así todos son lo mismo y, al co nvert irse en idénticos unos a ot ros, todos serán uno. Si el cue rpo del universo hubiera tenido qu e ser una superficie sin profundidad, habría bastado con una magnitud med ia qu e se un iera a si misma co n los extr emos; pero en realidad , co nvenía que fue ra sólido y los sólidos nu nca so n b co nectados por un térm ino medi o, sino siempre po r dos. Así, el dios colocó agua y a ire en el med io del fuego y la tierr a y los pu so, e n la medida de lo po sible, en la mism a relac ió n pro po rcio nal mutua - la relación q ue tenía el fuego co n el a ire, la te nía e l aire co n el agua y la qu e te nia el a ire co n el agua , la ten ía el ag ua co n la tierra -e, después. ató y co mpuso el unive rso visible y ta ngible. Po r esta ca usa y ..epanir de t ales eleme nt os, en nú mero de cuatro, se e generó el cuerpo del mu nd o. C~l11o co ncuerda po r medio 11 tÍl e ógko" tÍle dy"ám~on, ef. la n ota d e KI. W !DIJRA (Platón. Tímalos, en P lato n. Tím atos. Kríüas. Philebos. lkurbl'ilet ~o" K I. W . Griechischa TUI ',Ion A. Ri vau d un d A. D ies, Deulsch~ Übersetwng ',lO" H . MUller und F . Schleiermacher, D armsta dt , 1972, Plat ón, w erk e in Aeh t Bánden . Griechisc h und Deu tsch . 7, p ág. 4 1 Y sigs.) a este pasaje que aclara los errores de F . M . CORNFO RD, Cosmo logy , cit., págs. 43-52, y A. E. T AYLOR, Com menlary. cit., p ágs. 96·99.
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de la prop orci ón, alca nzó la amis tad ~ . _ de_rrt.a!1era que, después de esta unión, llegó a ser indisoluble pa ra otro que no fuera el q ue lo hab ia atado . La composició n del mund o incluyó la totalidad de cadu uno de estos cua tro elementos. En efect o, ~ creador lo hizo de todo el fuego, agua , aire y tierr a, sin dejar fuera ninguna d pa rte o prop iedad , porque se pro puso lo siguiente : primero, qu e el co njunto fuera lo más posible un ser vivo 33 complet o de pa rtes completas Y. segundo, único, al no qu edar nada de lo qu e pudi er a generarse otro semeja nte; tercero, que no e nvejeciera ni enfermara, ya que pensó que si o bjetos calientes o fríos o. en general, de fuert es propiedades 24 rodea n a un cuerpo co mp uesto y lo ataca n inopo rtu nam ente, lo disuelven y lo corrompen porque in troduce n enfe rmedades y vejez. Por esta causa y con este razo namie nto , lo co nfo rmó como un tod o perfecto cons tit uido de b la tota lidad de t od os los compo nentes, que no envejece ni e nferma. Le dio una figura con ven ie nte y adecuada. La figura a propiada pa ra el ser vivo q ue ha de tener en si a todos los se res vivos deberla ser la que incluye tod as las figuras. Por tant o, lo constr uyó esférico, con la misma dis-:.. ta ncia del centro a los ext remos en todas par tes, circ ular, la más-pe-rféCiay semejante a si mism a de to das las Jigu r~·~, porqu e con sideró muchísimo más bello lo semejante..que lo d isímil. Por mú ltip les razones culminó su obra alisa ndo e toda la superficie extern a del un iverso. Pues no neces ita ba ojos, ya que no ha bía dejado na da visible en el exterior, ni II El pasaj e tiene ecos de la Iilosoña de Empédccjes , en la q ue l. a mislad (fiÜQ) es la fue rza n.. rural Que une los elemen tos y mo vimien tos disc orda ntes y se o po ne a ne;kw (bata lla , pelea , d iscordia), la fue raa de separació n en la nalura le:za. 2. dy námt'iJ «fuerzas •• en este caso las cualidades o propiedades de Jos cue r pos co nsiderados en lanto agentes o pacientes. Cf. F. M. COR~ FOll.lJ, Cosmoí ogy. pá g. 53.
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oídos, porque nada ha bía qu e se pudiera oír. Como no esta ba rodeado de aire, no necesitaba respiración, ni le hacia falta ningún órgano po r el que recibir alimentos, ni pa ra ex pulsa r luego la ali menta ció n ya dige rid a. Nada salla ni ent ra ba en él por ningún lado - ta mpoco habia nada- , pues nació co mo prod uct o del a rte de modo qu e se ali- J menta a sí mismo de su pr opia corr upció n y es suj eto y obje to de todas las acc iones en sí y por sl1'. En efecto , el hacedor pensó q ue si era inde pend iente seria mejor qu e si necesita ba de otro. Conside ró que no debla agregarle en va no manos, qu e no preci saba para toma r o rechazar nad a, ni pies ni en general ningún instr um ento pa ra desplaza rse. Pue s le proporcion ó el movimiento prop io de su cuerpo, el :w más cercano al intelecto y a la inte ligencia de los siete . Por tanto, lo guió de manera uniforme al rede dor del mismo punto y le imprimió un mov imiento gir atorio circ ular, lo privó de los seis mo vimientos resta ntes y lo hizo inmóv il co n respecto a ellos . Como no neces itab a pies para ese circuito , lo engendró sin pierna s ni pies. El di os eterno razonó de est a maner a acerc a del di os que iba a ser cuando hito su cuer po no só lo suave y liso sino tambi én en tod as partes equid istan te del centro, com- b plet o, entero de cuerpos enter os. E ri'E: .!O colocé..¡:l alm aen , su cent ro yluego la ex tendió a través"d ~_~ Q
creó
15 Aq ul Pla t6n hace referen cia a q ue el ord e n del mundo es produ cto de un a inteligencia técnica y no del simp le aza r. Una discus ión con tra las tesis materialistas es llevad a a ca bo en el libro X de las Leyes.
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cuer po , tal como hacemos a hora al intentar describ irla después de aquél - pues cuando los ensambló no habrla permitido que lo más viejo fuera go bern ado por 10 más jove n- , mas nosotros depend em os en gra n med ida de In cas ualidad y en cierto modo hab lam os al azar. Por el con tr a rio, el demiurgo hizo al al ma primer a en origen y en virt ud y más a ntigua qu e el cuerpo. La creó dueña y gobe rnante del gobern ado a part ir de los sigu ientes elemen35 tos y como se ex pone a continuació n. En medio del ser u indivisible, eter no e inm utable y del divi sib le que deviene en los cuerpo s mezcló una tercer a clase de ser, hecha de los otros dos. En lo que concierne a las naturalezas de lo mismo y de lo ot ro 21, también co mpuso de la misma ma nera un a tercer a clase de naturaleza entre lo indivisible y lo d ivisible en los cuer pos de un a y ot ra. A co ntinuación, tomó los t res elementos result antes y los mezcl ó a todos en una fo rma: pa ra aj usta r la naturaleza de lo otro, difi cil de mezclar, a la de lo mismo , util izó la violencia y las mezcló b con el se r 28. Después de un ir los tres co mponentes, d ividió t
,. ousta es tra d ucid a por F , M. C(l RNFORD (Cosmo !ogy. p áginas 59-66, esp. pág. 62) por ex iSl enCl' . acercand o el texto de mane ra indebida al Sof ista , Sin emb a rgo, esta interpretación dej a de lado qu e dich o d iálogo se refier e e xclu siva mente al ámbito de las ideas, mientr as que aqu í los ele mento s en umer ad os incluyen ta nto a l mundo de las ideas eomo al de la chó ra (d. mITa. 4&c-SM ). P or ello, pa rece conveniente una traducc ión más gene ra l, ya que el térm ino puede apl icarse d e ma nera a mplia a un ámbito de la rea lidad , po r ejem plo, al mundo de las ideas y no a un a idea especí fica (d . Frd . 16d, 71a., 7&d, p. ej.). Dado que los t érmin os 'esenc ia' y 'susta nci a' (as i A. R IVAIJO, Oruvrrs. pág. 147 ) tiene n en el veca buia no filosó fico un sennd o arrstotélico mu y preciso . he preferido 'ser',
n La trad ucción acepta el un ~rI co n una parte de la trad ició n. Para la acl aració n de este dific il pasaje, cf. F. M. CoR,.,. FOkD, Cosm ology. p ág•. 59-M. l. La tradu cció n se aparta de la p un tu ació n del texto de IJUR NET. Cf. F , M. CORN FOR D, Cosmo íogy, pág. 60, n. L
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el conjunto result ante en tan tas partes co mo era convenient e, cada una mezclada de lo mismo y de lo ot ro y del ver. Co menzó a dividir así: primer o, extrajo una parte del todo : a continuació n, sacó una porción el doble de ést a; poster iorme nte tom ó la tecera porción, qu e era una vez y medi a la segund a y t res veces la pri mera; y la cua rta, el dob le de la segund a, y la quinta, el t riple de la te rce ra , y la e sexta, ocho veces la prime ra, y, finalm ente, la sépt ima , veintisiete veces la primera. Después, llenó los int ervalos dobles y trip les, co rta ndo aún porciones de la mezcla e rigí- )6 naria y co locá nd olas ent re los t rozos ya co rta do s, de modo (IUC en cada interval o hubiera dos med ios, uno qu e supera y es supe rado po r los ext remos en la mism a fracción, a iro que supe ra y es superado por una ca nt ida d nu méricamente igual. Después de que entre los pr imero s intervalos se originara n de estas co nexiones los de tres medi os. de cua tro terc ios y de nueve octavos, llenó t odos los de cuat ro tercios con uno de nueve octavos y dejó un resto en cada un o de b ellos cuyos té rmino s tenían una relación nu mér ica de d oscien tos cincuenta y seis a doscientos cuare nta y tres n. De lO
De las d ivisiones q ue hace el d emiurgo s urgen d os series geométri-
c"s de d o. (1, 2, 4, 8) Y de tres {l, 3, 9, 27). Cada uno de estos intervalos tiene a su vel dos med ios, un o q ue supera y es superad o por los extremos en la mism a propo rció n (med io ar m6nic o) y ol ro q ue se diferencia de ello s por el mismo n úmer o (medio aril mt tico). El medio aritmético es la su ma de los valo res co nsecutivos de la serie, dividid a por s u ca ntidad. El medio aritmético de 2 y 4 es, segú n esta fó rmula, 6:2 :: 3. La d iferencia existente ent re 105 extremos y el té rmino medio es la misma (1). El medio armón ico es el va lor recíproco del medio aril m~l ico de 101 valoret recíp rocos de l. serie. El med io armónico e nt re I y 2 es 2( ( 1f 1 + 1/ 2) :: 4/ 3. Este ttrmino medi o es 1/ 3 ma yor que el extremo inferior y 2/ 3 me nor que el ext reme superio r. es deci r e xiste la misma difere ncia pro r o rcional co n cada uno d e los e xtremos. El o rden amiento d e lo s t érminos med ios e n ca da sene y ¡;le am bas serie s entre si da la siguie nte sucesi ón: 1, 4/3,3/2,2, 8/3, 3, 4, 9/2,1613, 6,8, 9, 2712, 18, 27. l.a imaginer ta no hace sino resa llar la estructura
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esta man era co nsumió completamente la mezcla de la que ha bía cortado todo esto. A cont inuación, par tió a lo largu t odo el co mpuesto . y un ió las do s mitad es resulta ntes por el centro, form ando una X. Desp ués, do bló a cada mitad e en circulo, hasta unir sus respect ivos extremos en la cara o puesta al pun to de un ión de a mbas partes e ntre si y les imprimió un movimient o de rotación unifor me. Co locó un circulo e n el interi or y otro e n el exte rior y procla mó qu e el movim iento exte rio r co rrespo nd ía a la naturaleza de lo mismo y el inte r ior a la de lo ot ro. Mientras a la revolución de lo mismo le imprimió un movimiento gira to rio later al hacia la derecha, a la de 10 ot ro la hizo girar en diagonal ha cia la izquier da y dio el predominio a la revolu ci6n de 10 J mismo y semej ante; pu es la dej 6 única e indivisa, en tanto que cortó la int erior en seis partes e hizo siete círculos desiguales. Las revoluciones resultantes est aban a intervalos dobles o triples ent re si y habí a tre s intervalos de cada cla se. El demiu rgo ordenó que los círc ulos ma rcharan de ma nera co ntr a ria un os a ot ros, t res con una velocidad semeja nte, los otros cuatro de ma nera desemeja nte e ntre si y co n los otros tres, aunque ma nte niendo una pro porción . Una vez que , en op ini6 n de su hacedor, toda la composici6n del alma hubo adquirido una forma racio na l, éste r entram6 tod o lo co rp6 reo dent ro de ella, para lo cual los ajust 6 reun iend o el centro de l cuerpo con el del alma . Ésta, después de ser entrelazada por doquier desde el centr o hacia los extre mos del universo y cubri rlo exteriorm ent e en circulo, se puso a gira r sobre sí misma y comenzó el gobiern o divin o de una vida inextinguible e int eligente que gc o m~trico·mu .ical del mu nd o: la astr onomía most ra rá q ue el orden que impera en lo s cuer pos celestes es una form a de la arm o nía mus ical. El cread or actú a como un mú sico creando una esca la tonal y el mod elo de la cre ación es el de l monoco rdio. Cf. F. M . C URNt"ORD, Cosmo togy, págs. 59·72.
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dura rá ete rname nte. Mient ras el cuerpo del universo nació visible, ella fue gene rad a invisible, pa rtlcip e w del razonamiento y la a rmonía, creada la mejor de las creaturas por el 37 mejor de los seres inteligibles y etern os. Pu esto que el dios la co mpuso de estos tr es elemen tos - la naturaleza de lo mismo , la de lo otro y el ser- , la d ividió pro porcion alme nte y después la un ió, cua ndo [el alma], al gira r so bre sí misma. to ma co ntacto con algo que posee un a esencia divisible o c ua ndo lo hace co n algo que la t ie ne indivisib le, dice, movié ndose e n su totalidad , a qué es, eve ntualme nte, b idéntico, de qu é difiere o de q ué es rela tivo y, más precisamente, có mo y de qué man era y c uá ndo sucede qu e un objeto pa rticular es relativo a o afecta do por otro objeto del mu ndo de l devenir o del de los entes eternos e inmutables u . Cuando en el ámbito de lo sensible tiene lugar el razona mient o verdadero y no con tradi ctorio sobre lo que es diverso o lo que es idéntico, que se traslada sin sonido ni voz a través de Jo qu e se mueve a si mismo, y cuand o el círc ulo de Jo otro, en un a marcha sin desviaciones, lo a nuncia a toda su alma. ent onces se origi na n opinion es y cree ncias sólidas y verdade ras, pero cu ando el razona- e miento es ace rca de lo int eligible y el círculo de lo mismo con un movimiento sua ve a nuncia su contenido , resulta n,
)O psy rh1(31a l): glosa [ cf. u . VON W l LA MOW ITl M OELI.ENDORH , PlaIOn 11, Berilo, 19 18 , pág. 389 , Y F. M _ C ORNFORO, Cosmotogv. pág. 94, n. 2). Aunq ue Plut arco ha leid o psyrhi la o posició n aóralos mino logism"ü di nlf',i rh"u,
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necesariamente, el conocimie nto ncé iíco u y la ciencia . Si alg una vez alg uie n dijere que aqu ello en qu e ambos surgen es algo que no sea el alma, d irá cua lquier cosa, meno s la verdad. Cuand o su padre y progenitor vio qu e el un iverso se movía y vivía como imagen generada de los dioses eternos v, se alegró y. feliz, lomó la decisión de hacerlo todavía d más semeja nte a l model o. Ento nces, como éste es un ser viviente eterno, intentó que este mundo lo fuera también en lo po sible . Pero d ado qu e la naturaleza del mu ndo ideal es sempitern a y esta cual idad no se le puede otorga r cornpleta mente a lo generado , proc uró realizar una ciert a imagen móvil de la etern idad y, al orde nar el cie lo, hizo d e la et ernidad que permanece siempre en un punto una imag en eterna qu e ma rch aba según el númer o, eso que llamam os e t iemp o. Ant es de que se originara el mundo, no exist ían los días , las noches, los meses ni los años. Por ello, pla neó su generación al mism o t iempo que la composición de aq uél. Éstas so n tod as p art es del tiempo y el eera» y e t ssera» son fo rmas devenidas del tiempo qu e de man era incorr ecta a plicamos irreflexiva mente al ser ete rno . Pu es decim os que era, es y se rá, pero según el razona miento verd adero sólo le 18 correspo nde el «es», y el «ere» y el «se ré » co nviene qu e sean predi cados de la generación que procede en el tiempo - pues ambos represent an movim ientos, per o lo que es siempre idén tico e inm utab le no ha de envejecer ni volverse n Se trata del grad o más a lto de co noc imien to y se cara cteri za por su percepció n inmedi a ta y uni tar ia de l o bjeto noét ico ya sea la idea o el principio tr ascendent e a ellas , la mónada (er. EpuI . 7, 342c-d). JI Co nt rariamente a lo q ue I UPOllC F . M . CORNFOk D, CQJmology, pág. 9 9 Y sigl. ; K. W IDDk A, n mllioJ. e h., Ilota al pasaje , el 8C'nitivo Qjdíon rh("Qn no se re fie re a los as tros, SiDO a l mu ndo ideal (d. eidion ón. J7dl ). IÍgQlm Q. imagen e n sentido religioso y co mo semejanza: d . &nq. 218<1-e, dond e 105 agá /mQlo que se encuentr an dentro de Sócrates no son sino sop hrosyne (218d7).
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más joven en el tiempo, ni correspond e que haya sido generado, ni esté generado ahora, ni lo sea e n el futu ro , ni e n absoluto nadade cuanto la gene ración ad hiere a los qu e se mueve n en lo sensible, sin o que est as especies surgen cuando el tiem po imit a la eterni dad y gira según el nú mero ~y, además, ta mbién lo siguiente: lo que ha devenido es b devenido , lo qu e devie ne está de viniend o, lo que deve ndrá es lo que devend rá y el no ser es no se r; nada de esto está expresado con propied ad . Pero ahora, quizá, no es el momento oport uno para bu scar exactitud . El tiempo, por tanto , naciócon el universo, pa ra que , gene rados silÍlultá neamente, también desaparezcan a la vez, si en alguna ocasión tiene lugar una eventua l disolución suya, y fue hecho según el mod elo de la natu raleza etern a par a qu e este mundo tuvier a la ma yor similit ud posi ble con el mundo ideal ", pues el mod elo posee el ser ~ por toda la ete rnidad, mientr as que éste es y será tod o el t ie mpo co mpleta mente generado. La decisión divina de crear el tiempo hizo que surgiera n el sol, la luna y los otros cinco cuerpos celeste s que llevan el nombre de plan etas pa ra que d ividiera n y guardaran las magnitudes tem porales. D espués de hacer el cuerpo de cada uno de ellos, el d ios los colocó en los circuitos que recorría la revolu ción de 10 otro, siete cue rpos en siete circu itos, la lun a en la d primer a órbit a alreded or de la tierr a, el sol, en la segunda sobre la tie rr a y el lucer o y el qu e se dice qu e está co nsagrado a Hermes, e n órbit as que gira n a la misma velocidad que la del sol » pero con un a fuerza cont ra ria a él, razón Jo hom o ¡';IQfQJ en 38b!1 no se refiere a chrónOJ en 38b6, sino a ou rlUlOü en la mism a linea . De la misma man era que DU10; en ) &c l no se refiere a porád~iKmQ en J8bR, sino a plm fdt'igmQ e n 38cI , ta l como lo d emuestr a la frase siguiente. JI Pa ra la aclaración de esta construcd ó n, ct. A . E. TAYI.OR, Co m mefllory, cit., pág. 196; f . M. CO R ~ F(l R D, Cosm% gy , pág. 105, n. 2.
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p or la q ue regula rmente se superan uno s a otros el sol, el planeta de Hermcs y el lucero. Si alguien qui siera deta llar dónde co locó lo s resta ntes pla netas y todas las ca usas por las que así lo hizo, la argumentació n, au nqu e secunda ria, t presenta ría una di ficu ltad ma yor que la qu e merece su o bjeto . No obstante. quizá más tarde, con tranquilidad , pod a mos ex plicarlo de man era adecuada. Una vez que cada un o de los que eran necesari os para ayudar a crear el tiem po estuvo en la revolución que le corres pondí a y, tras sujetar sus cuerpos con vlnculos a nimados, fueron e ngend rados co mo seres vivientes y a prendieron lo q ue se les ordenó, comenzaro n a girar según la revol ución de lo otro, 39 que en un curso oblicuo c ruza la de lo mismo y es dominada por eüe ». Unos recorren un círcu lo mayor y ot ros, uno me nor; los de l me nor tiene n revoluciones más rá pidas, los del mayo r más lentas. Como giran alred edor de la revolución de lo mi smo, los más ráp idos par ecen ser superados por los más lentos, aunque en reali da d los supera n. Aq uélla, co mo todo s los círc ulos ava nza n en dos direccion es b opuestas al mism o tiempo, los ret uerce en espiral y ha ce a parecer al que se aleja más lentamen te de ella como si la siguiera más de ce rca a ella qu e es la más rá pida. Par a qu e hu bier a una med ida clar a de la lent itud y rapidez relati va en que 17 se mueven las ocho revoluciones, el dios e nce nd ió '" fuu;'
di ti"
f hal h ou p ho'¡m p/agían Ot.SUl1. dilJ /l s /a{.l ou io usal1 /e
ka l krafouminen... ef. A. E. T" YlOR, Commelll ary, pág. 202 Y sigs. Con tra ria mente a 1< rel="nofollow"> q ue prete nde F. M . CORl'.·fORD (Cosm%gy. pág. 112. n. 2), elteme de Proclo no muestra q ue la actual fuera la lectu ra de su manuscrito. )1 La con jetur a ka /h' h6 de R. D. A RCHfR HIND (The Timaeus o/ Plato Ediled wilh tneroduaíon und NO/es. Londres, 1888. pág. 128 Ysigs.) es la pro puesta más p lausible alt exto existe nte, sobre todo si se tiene en cue nta que IiJ p¡or/ l as uk/{ipho rás es una perffrasis por hui otaó p norat. como acert ada mente o bserva A. E. T"n o R (Commentary, pág. 212), lo q ue no ha sido ad verti do po r F. M. CORNFOIW (Cos mology,
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tina luz en el segund o circ uito contando desde la tie rra, la que act ua lme nte llamamos sol, con la fin alidad de que t od o el cielo se ilum inara com plet amente y los seres vivientes correspondientes pa rt iciparan del núme ro, en la med ida en que lo aprend ía n de la revolución de lo mismo y semeja nte. Así y po r estas razo nes, nacieron la noche y el d ía, el ciclo " de tiem po de la unidad de revolución más racion al. El mes se prod uce, cua ndo la luna, después de recorrer toda su órb ita. supera al sol; el añ o, cua ndo el sol complet a su revolución. Como tan s óto un os poco s entiende n las revolucio nes de los resta ntes, ni se las nombra ni, po r med io de la observación, se hacen mediciones rela tivas, de modo d que, en una pa la bra, no sa ben que sus cami nos errantes de una magn itud eno rme y maravillosamente vari ada son tiempo. Sin embargo , es po sible com pre nder que, cua ndo las velocidades rela tivas de las ocho órbitas , medida s por el círculo de lo mism o en progresión un iforme, se com pletan simultá nea mente y alcanza n el pun to inicial, ento nces el númer o perfecto de tiempo culmina el a ño per fecto . De esta ma ner a y por estos moti vos, fuero n e ngendrados tod os los cuer po s celestes q ue en sus marchas a través del cielo alca nza n un punto de reto rno, para qu e el universo sca lo más se mejante posible al ser vivo perfect o e inteligible en la imitació n de la naturaleza ete rna. A pesar de qu e ya el dem iur go ha bia co mpletad o tod o ~ lo dem ás en lo que atañe a la similitud co n aqu ello a 10 qu e se asemeja ba, hasta la gene ració n del tiempo inclusive, el universo todavía no poseía en su interior t odos los a nimales generados, en lo que aún era disímil. Este rest o lo llevó página 115) ni R. D. ARCH f R H IND (Timae us, pág. 129) con el súbito resultado de que los siete planet as se mueven aho ra en ocho órbita s. El 'h umo ro us touch' platón ico que le sirve a T" Yl OR para justificar el texto de BUR NET es tao inglés q ue no alca nzo a notarlo (cf. F. M. COR '-'fORD, Cosmology, pág. 115, n. 4).
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a cabo esta mpa ndo una impresi6n en la na turaleza de la copia u . Pensó, pues, que este mundo debía tener en si especies de una cualidad ta l y en tanta cantid ad como el intelecto ve qu e hay e n el ser viviente ideal. Hay, cierta. mente, cua t ro : una - es e1.8énero --- -celeste ---- de los dioses, otra = el alad_o y de los anima les que surcan el aire; la tercera es el g_~.~o-a:cü~iicoY~-la cu~rta _~~~~!'.o nde a~~archa 40 s0.2re_ ~s P_I ~ Y.,a . los _am ma les . t~ rres t res . Hizo la mayo r pa rte de la for ma de lo di vino de fuego pa ra que fuera el género más bell o y más lum inoso para la vista , y lo const ruyó perfecta mente circular, semejante al universo. Lo col ocó en la intelig encia de lo excelso ]'\ para que lo siguiera. y lo distribu yó por todo el cielo en círculo, de modo que fuera un verdadero adorno bordado en tod a su superficie. A cada uno le dio dos movimientos , uno en lo mismo y según lo mism o, par a que piense para sí siempre lo lo mismo acerca de lo mismo , el otro hacia ad elante, dominado por la revolución de lo mismo y semejante, pero inmóvil y fijo respec to de los ci nco movimiento s, para que cada uno de ellos llegara a ser lo más perfecto posible. Por esta ca usa, por tanto, surgiero n las estrellas fij as, que son seres vivos d ivinos e inmortales que g iran segfu'i" lo mis; ; en el mismo pu nt o y permanecen~ siéIñPre~Las que tleñ.~ ú'npunt o de reto rn o y' un cu'rso éIT"ático: COiño fue descrito más ar riba , nacieron como fue dicho. Const ruyó la tierra JI p or dd(';gffla significa e n este pasaje 'copia', cf. R('p . 7, 529<17, El pasaje del Tiffl ('O 2Rb2. mencion ado po r E . DES P LACES ( PIaron. Ot>uvres t'omp leu~, X III, ¡,ex /que 11, 1946, pág. 402), no tie ne en a bso luto este significado. )OJ La trad ucció n de A. RIVAUD (Oeu vres, pág. 154), co pia de la de T H. H, M A RT I ~ (ÉIUt l('s, 1, pág. 109), eq uivoca el sentid o y la construcció n sintáctica al romp er la unidad del sinta gma eís I{n to ü k raüstou phrón ésin , con 10 cua l torna el par ticipio synep ómenon com o femenino, 10 que es impos ible, Se trata del circulo de 10 mismo en el alma del mund o.
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para qu e sea nod riza nuestra y, po r medio de su rot aci ón w e alrededor del eje q ue se extiende a través del uni verso, guard ia y artesana de la noche y del día, la primera y más ancia na de las di vinid ades que hay en el Universo. Se ria un esfuerzo vano nom brar sin representa ciones visuales las dan zas corales de estas últimas, sus mutuas co njunciones, el retorno ( 1 de las órbitas sobre sí mismas y sus avances y qué d ioses se unen en los encuentros y cuánto s se opo nen, ye n qué y después de qué tiempos se nos oculta n co locá ndose uno delante de ot ro Y. al reaparecer, prod ucen te mor y da n signos de lo que ha de suceder a los que no so n capaces de calcular. Sea éste, por ta nto, un final adecuado J para estos asuntos y pa ra lo dicho acerca de la na tu raleza de los dioses visibles y generados . Decir y conocer el orige n de las otras divinidades es una tarea qu e va más allá de nuestr as fuerza s. Hay que creer, por con siguien te, a los qu e ha blaron antes, dado que en tan to descendi entes de dioses, co mo afirmaron, supongo que al menos conocerlan bien a sus antepasad os. No es posible, ento nces, desconfiar de hijos de dioses, aunq ue , hab len sin dem ost raciones prob ables ni necesarias, sino, siguiendo la cost umbre, debemos creer les cua ndo dicen que relatan asuntos fam iliares. Aceptemos y refiramos pues el or igen de los dioses ta l como lo exponen ellos. Océano y Tet is fueron hijos de Gea y Urano, de ellos nacieron Forcis, Cronos, Rea y tod os los de su generación; de C ronos y (. Rea. Zeus, Hera y todos los que sabemos que son llamados sus hermanos y, ade más, [os restantes que son descendientes de éstos. Desp ués de qu e nacieran todos los d ioses que Pa ra la aclar ación de este pasaje y ell especial del término h..iII/lmlM . CORNHJRD, Cosmotogy, págs. 120- 134. .. epanakyktéseis: la trad ucción de F. M. COR ~FORD (Cosm%gy. cit., pág. 135) 'coun ter-revolunons' no hac e j usticia al significado del termino griego . '0
11<'/1,
cf F.
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mar chan de manera visible y lodos Jos que ap arecen cuando quieren , el creado r de este un iverso les dijo lo siguiente: «Dioses hijos d e dioses, las obras de las qu e soy arte sa no y pad re, por ha berlas yo gene rado , no se destruyen si yo no lo qu ier o e . Por cie rto , tod o lo alado pued e ser desh ata do, per o es propio del mal vad o el qu erer desatar lo qu e está con struido de ma nera armó nicame nte bella y se en. cuentra en buen estad o. No sois en a bso luto ni inmortales ni indisolub les po rq ue ha béis nac ido y por las ca usas que os han da do nacimiento; sin emba rgo, no seré is destru idos ni tend réis un de st ino mort al, po rq ue ha béis obtenido en suert e el vinculo d e mi decisión , aún mayor y más po deroso que aquellos con los que fuisteis atados cuando nacisteis . Ahora, entera os de lo que os he de mostrar. H ay tres géneros mortales más qu e aú n no han sido engendrados. Si e ésto s no llegan a ser, el universo será imperfect o, pue s no t endrá en él todos los géneros de seres vivientes y debe tenerlos si ha de ser suficie ntemente perfecto. Per o si naciera n y part iciparan d e la vid a por mi intermed io, se igualarían a los dioses. En to nces, pa ra que sean mortales y este universo sea realmente un todo, ap licaos a la creación de los seres vivos de acuerdo con la nat uraleza e imitad mi poder en vuestra gene ración . Come nzaré por plantar la simie nte de lo que conviene que haya e n ellos del mismo nombre que los inmorta les, da d o qu e es lla mado d ivino y go bierno en los que quiere n o bedece r siempre a la justicia y d a vosotros, y os lo e nt regaré . Vosot ros har éis el resto, e nt retejiendo lo mo rta l con lo in mort al. Engendrad seres
,
., La propuesta de F. M. CORNFOIW (C o3mo/"gy, págs. 367-3707' (cf. pág . 140, n. 1) no es ace rtada pnr las ra zones de rit mo que ad uce con t ra la conjetura de Bad ha m (\lid. KL. WIDDRA, Ttma íos, n. 65), su conje tu ra /á soh re la hase de la glosa lád e es desde el punto de vista de la critica tex tual inferior a la íectio diffic ilim de Y p referida por Bumet.
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VIVientes, alimenta dlos, ha cedlos crecer y recibid los nuevamente cua ndo rnueran. » Dijo esto y vertió nueva mente en el recipie nte o , en el que antes ha bía mezclad o el alma del un iver so, los rest os de la mezcla a nterior y los mezcló u de una ma ne ra que era en cierto sentido igua l, au nque ya no era n igualmente puros, sino q ue pose ían una pureza de segundo y tercer grad o. Una vez que hub o compuesto el conju nto , lo dividi6 e n un número de almas igu al a los cuerpo s celeste s y distribu y6 una en cada astro. Después de montarlas en un a t es pecie de carr uaje, les mo str6 la naturaleza del un iverso y les proclam 6 las leyes del destino. Tod as tend rían prescr ita una pr imera y ún ica generación, pa ra que nadi e fuer a perjudicado por él. Después de implantadas en los instru mento s del tiempo correspon dientes a cada una, deberlan nace r en el más piad oso de los animales, pero, puesto qu e la naturaleza humana es d ob le, tal género mejor seria el qu e 42 luego se habría de llamar hombre. Cuando se hubieran necesariame nte implantado en cuer po s, al entrar o salir, debe rían tener, pri mero, una ún ica percepción con natural a tod as produ cid a por cam bios violentos; e n segundo lugar, amo r mezclado con placer y dolor; además, temor e ira y tod o lo relacio nado co n ellos y cua nto por naturaleza se les opo ne. S i los dom ina ran, habrían de vivir co n justicia, pero b si fue ra n d omi nados, en injusticia. El que viviera co rrectament e duran te el la pso asignad o, al ret orna r a la casa de l astro que le fuer a at ribuido, tendría la vida feliz q ue le corres ponde, pero si falla ra en esto, cambiarla a la nat uraleza fem enin a en la segunda generación; y si en esa vida t
u La co njetu ra de F. M, COR!'óFORD (Co3m% gy. pago 142, n. 2) es un dechad o de im precisión filoló gica. .. La misma o bserva ción que en nota a nterior para su prop uesta huichpi por katecheito (ibid.. pág. 142, n. 3).
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aú n no abandonara el vicio, sufriría una metam orfosis hacia una nat ura leza ani mal semej ante a la especie del ca rácter en qu e se hubiera envilecido. Sometido al ca mbio, no dejar ía de sufri r si, co nj unta mente con la revolución de lo mismo y semeja nte que hay en él, no co nt rolara la gran multi tud de ruidos e irracion al hecha de fuego , agua, aire y ti tierra qu e le ha nacido como un agregado posterio r y, tr as ha berla dominado co n el razonam iento, no llegar a a la forma de la prime ra y mejo r act itud mo ral. De spu és de estab lecer estas leyes pa ra no ser culpable Juego del vicio de cada una, las plan t ó, unas, e n la tierr a, ot ras, en la luna y las dem ás, en los restantes instru men tos del tiempo . Tr as la siembra, encargó a los dioses jóvenes plasmar los cuerpos mortales y comenzar a hace r cua nto aún resta ba po r gene. ~ ra r del alma hu mana y todo lo relacionado con ello, y gobernar en la medi da de lo posible de la ma nera más bella y mejor al an imal mort al, para qu e no se convirtie ra en culpa ble de sus males. Una vez qu e hub o dispuesto lo que antecede, retornó a su actit ud ha bit ua l. Mientr as permanecía en eü a e , sus hijos, desp ués de med itar so bre la o rden del pad re, la llevaron a ca bo. Toma ron el principio inmo rta l del viviente morta l e imita ro n al que los había creado. Tom a ron prestad as del un ive rso porciones de fuego y t ierra, agua y aire ~ p o r ciones qu e posteri o rm ente le debería n se r devueltas- y las 43 uniero n y pega ro n, no con los vinculas indisolubles qu e ellos mismos poseían , sino qu e las ensa m bla ron con num erosos nexos invisibles por su peq ueñez. Hiciero rr de todo un cue rpo individual y at ar on las revoluciones~del alma inmortal a un cuer po so met ido a flujos y reflujo s. Éstas, . 1 La utilización del verbo m éno se hace aq ut para mostrar la op osición d e la actit ud natu ra l del de miur go que no está sometido al camb io, por co ntraposición a lo q ue es propi o del resto de Jos dioses y del deven ir.
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atadas a la gran corriente, ni domina ban ni eran domi nadas, er a n movidas con violencia y con violencia movían, de mod o que todo el an imal se movía y, de manera desorde- b nada e irracio na l, avanza ba sin dirección porque po sefa los seis movimientos. En efecto, iba ha cia adelante y hacia atrás, hacia la derecha y la izquie rda y hacia a rriba y hacia abajo y erra ba e n todas direcciones según los seis luga res. Au nq ue la ola alimenticia que fluía y refluía era gra nde, los procesos desat ados por lo que se introd ucía ocasiona ba n una co nmoción tod avía mayor, cuando el cue rpo de alguien ~ chocaba co n un fuego aje no exterio r, con la solidez ccrp órea de la tierra o con el deslizamient o húmedo de las aguas o era atrapado por un huracán de vientos movid os por el aire, y, los movi mientos que éstos susci ta ba n, t ras transmitirse a todo el cuer po, afectaba n el alma. P or eso , más tarde se denominó a estos pr ocesos percepciones y aú n hoy se los llama así. En ese mo me nto en particular , prod uclan un movimiento ex trem ada me nte intenso y muy violento, porque, co njunta mente con la co rriente que afluía de mod o " continuo, movían y agi ta ba n las revoluciones del alma co n violencia. Al fluir en sentido contr ario a la revolución de lo mismo , la e ncadena ron completa mente y le impidier on gobernar y ma rcha r. Asimismo, co nvu lsionaron tot almente la revolución de lo otr o, de modo qu e los int ervalos dobles y triples, tr es de cada clase, y los medi os y uni ones de tre s medios, cua tro tercios y nueve octavos --co mo no era n co mplet amente disolubles, excepto por el qu e los hab ía un ido- se ret orcieron com pletamente y sus circulas se ~ rom pieron y destruyeron cua ndo era posible, de for ma qu e, a unq ue, ma nten idos unido s con dificult ad, se movla n, lo hacían de ma ner a desordenada, un as veces enfrentado s, otras oblicuos, ot ras de espaldas; como cuando un o, acostad o boca arriba, con la cabeza sobre la tierr a, levant a los pies y los apo ya sobre algo; entonces, al qu e lleva a cabo
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esta acción y a los que lo ven se les aparecerá respectivamente a cad a uno lo derecho del ot ro izquierdo y 10 izquierdo, derecho . Si las revoluciones sufren con violencia 44 estos y ot ros procesos semejantes, cuando se encuentra n con un obje to exterio r del género de lo mismo o de lo otr o, anuncian de man era contra ria a lo verda dero lo que es igual y lo difere nte de él y se vuelven mentirosas y care ntes de intel igencia. En ese mo mento, ninguna de las dos revoluciones es jefe ni guia . Cua ndo algunas sensaciones provenien tes de l exte rio r asalta n las revoluciones de l alma y las arr ast ran j unto co n tod a la cavida d del al ma, ento nces, au nque domina das, pa rece n dominar. P or tod os estos fen6menos, tanto ahora como al co mienzo-e cuand o el , b ~Ima es atad a al cuerpo J!l9rtal;-e n-un..-primeI....IDomento se_ vuelve irracional. Pero cua ndo la afluencia de crecimien to yarimentación- es menor y, al pasa r el tiempo, las revoluciones, tr anquilizadas, retoman y restablecen su camino, las órbitas, que se han co rregido y reinsert ad o en el curso q ue recorre cada uno de los circulas y an uncian co rrectament e lo igua l y lo diferen te, hacen que se vuelva prudente el que ha llegado a poseerlas. En caso de que se reciba, ade más, un a correc ta formación educativa, se llegará a ser completameme sa no, puesto que se hab rá evitado la enr fermedad más grave . Pero cua ndo uno se descu ida y lleva una form a de vida coja, co mo un no iniciado e insensato, retorn a al Had es. Mas este discurso tendrá lugar más tarde en alguna oca sión; acerca de lo planteado ahora debemos discurrir con mayo r exac titud y también lo anterior a este asu nto: sobre los cuerpo s, la generación de sus par tes, y respecto del alma, por qué ca usas y co n qué int enciones los d dio ses la engend raron , tod o lo cual, si nos at enemos a lo
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.. Est os procesos se pr od ujero n en el momento de la creación del mundo y act ualmente, ca da vez que un alma se encarn a en un cuerpo.
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más probable de ma nera consecuente, debemos tratarlo como sigue. Para imitar la figura del universo circular, ataron las dos revolucion es divinas a un cuerpo esférico, al que en la actualidad llamamos cabeza, el más divino y el que gobierna todo lo qu e hay en nosotros. Los dio ses reunieron tod as las partes del cuerpo y se las entregaron par a que se sirviera de él porque hab lan decidido que de bía poseer todos los mo vimiento s que iba a ha ber. Se lo d iero n co mo ágil vehlculo para qu e, al rodar sobre tierra que tu viera variadas elevaciones y de presion es, no careciera de medios pa ra supe- , ra r las unas y salir de las ot ras. Por eso, el cuerpo recibió una extensió n y, cua ndo dios conci bió su modo de traslación, le nacieron cuat ro miem bros extensibles y flexibles con cuya ayuda y sosté n llegó a ser capaz de ma rchar por tod as partes con la morada de lo más di vino y sagrado . , encima de nosotros. Así, y por estas razo nes, les nacieron a todos piernas y manos. Los d ioses concedieron el peso principal de la t raslació n a la parte ante rior del cuerpo, porque la co nside raba n más valiosa y más digna de eje rcer el mando que la posterior. Ciert amente, era necesario que la parte delan tera del cuerpo human o se d iferenciara y distinguiera de la tr asera. Por ello, primero pusieron la cara en el recipient e de la ca beza, le ataron los instrumentos b necesari os para la previsión del alma y dispu sieron que lo anteri or por naturaleza poseyera el mando. Los primeros instrum ent os qu e constr uyero n fueron los ojos po rtado res de luz y los ataron al rostro por lo siguiente. Idear on un cuerpo de aqu el fuego q ue sin qu emar produce la suave IUl , prop ia de cada dta". En efecto, hicieron que nuestr o . , aíkelon -hekásl~s hem éras concierta con ph 6s hemeron como cor recta mente vio J. BURNET y subraya A . E . T AYLOR (Commenlary, página 277; co ntra ria mente F. M . CORNI'ORD tcosmotogv. pág. 152, n. 2). Los di().l c.1 pusieron en los hombres un fuego de la misma lIatu ralelll q ue el 160. _ 13
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fuego in teri or , hermano de ese fuego , fluyera pur o a través de los ojos, pa ra lo cual comprimieron tod o el órgano y especialmente su ce ntro hasta ha cerlo liso y compacto -s para imp ed ir el paso del más es peso y filtr a r sólo al pur o. e Cua ndo la luz d iurna rod ea el flujo visual, entonces, 10 se meja nte cae so bre lo se meja nte, se com bina con él y, e n línea recia a los ojos, surge un único cuerpo afín , donde qu iera qu e el ra yo proveniente del interior coincida con uno de los ex ter nos. Co mo causa de la similitud el con j unio tie ne cualid ades semeja ntes 4<J. sie mpre que entra en d co ntacto co n un objeto o un objeto con él, tran smite sus movimiento s a través de tod o el cuerpo hasta el alma y produce esa percepción que denominamos visión . Cuando al llega r la noche el fuego que le es afín se ma rcha, el de la visión se interru mpe ; pues al salir hacia lo desemejante muta y se apaga por no ser ya afin al aire próximo qu e carece de fuego . En ton ces, dej a de ver y se vuelve po r tado r del sueño, pues los d ioses idea ron una prot ección de la ~ visión , los párpad os. Cuando se cierran, se bloquea la pote ncia del fuego inte rior qu e dismi nuye y sua viza los movim ient os inte riores y cua ndo éstos se ha n suavizado, nace la ca lma , y c ua ndo la ca lma es mucha, el que du erme tiene po cos sueños. Pe ro cua ndo quedan alg uno s movimie ntos de mayo r enve rgadura, según sea su cualidad y los luga res e n los que quedan, as¡ es el tip o y la ca nt idad de las 4(i co pias interiores que producen y que, al despe rtar, recorda mos como imágenes ex teriores. No es nad a difícil cornfuego solar, q ue po r otra parle habl a sido ya cre ado po r el demiur go y no es creado ahora po r los dio ses como se deduce de la traducción de COR,.. FORO)' q uienes lo siguen. .. S iguiendo la acertada interpreteció n de F. M. CoRNFüRD (Cosmo íogy, pág. 152) tomo trton y pyknón co ncertando con svmost ésames y no con rh"rn. •• ham a top ath és
por I'áfht'ma : «cualidades».
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prende r la for mación de imáge nes en los espejo s y en todo lo que es reflectante y liso. En efect o, fenómenos se mej a nles tien en luga r necesaria me nte por la co mbi nación de los dos fuegos, el interior y el exte rio r, porque el fuego de l rost ro [q ue se refleja] se funde con el fuego de la vista e n la b superficie lisa y brillante un a vez que e n ésta se ha originado un fuego qu e sufre mú ltiples dis torsion es w. Lo qu e se encuent ra a la izqu ierda aparece a la derecha porque, co nIra lo que es usual en el choque de los ra yos, las par tes ent ra n en co ntacto con las partes opuestas de la visió n. Contra riamente, lo q ue está a la dere cha aparece a la derecha y lo que se enc uent ra a la izquierda, a la izquierd a, cua ndo la luz cambia de po sición al unirse con el otro rayo , esto es, cuando la superficie pu lida de los espejos está e curvada hacia arri ba en ambos lad os y desplaza la parte derecha ha cia la izquierda de la visión y la otra parte , hac ia la der echa. Si se retuerce el espejo lo ngit udi nal mente a la cara, tod o apa rece cabeza ab ajo , de splazando la part e inferior del brillo hacia arr iba y la su perior hacia abajo. Tod as éstas son ca usas auxilia res de las qu e se sirvió dios al realiza r la idea de lo mejor según la po sibilidad . La d mayorla cree que lo que enfría o ca lienta, solidifica o funde y cua nto pro d uce efectos semejantes no son ca usas secunda rias sino las ca usas efectivas de tod o. Sin e mbargo , ca rece n ab solutamente de raciocinio e inteligencia. En efecto , haY_9.I,I_L aÚf.!!!.!Lque.cel, almaes__e ~_ú nicQ....ser_ aLq ue . lecormp..Q.nM..J~}:~:e.L,int~ lig~_~~!L.-p.l,Ies ést a es invisible, so Co mo o bserva F. M COR NFOR D ( Cosm o togy, pa go l5 Sj. se refiere pro bablerm nte a la transposición de izqu ierda y derecha mencionada un poco mas adelante. Timeo expone la reflexión de un rostro en un espejo. La unión del fuego interior de la persona reflejada co n el fuego pro veniente del espej o produce la reflexión en la superficie lisa que, a su Vel, irradia un raye q ue se enc uent ra con el pr oveniente de los ojos de l percept or.
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mient ra s que el fuego. el agua , la tierra y el aire son todos cuerpos visibles- y el que ama el espí ritu y la ciencia debe investigar pri me ro las cau sas de la naturaleza inteligente y, ~ en segundo lugar, las que pertenece n a los seres qu e son movidos por ot ros y a su vez mueven necesariamente a otros. Por cierto, nosotros debe mos act ua r de la misma mane ra. Es necesario qu e tr at emos ambos géneros de causas por sepa rado las que conjuntamente con la raz 6n son artesan as de lo be llo y bueno y cua ntas carentes de inteligencia so n origen de lo deso rdenado cas ual en todo s los procesos. Ya hemos tratado, pues, las causas auxiliares adicionales d e lo s ojo s que colaboran para qu e alca ncen la ca pacidad que ahora poseen. A continuación tenemos que "1 consi derar su uti lida d pri ncipal, por la que dios nos los obsequió. Ciert amente, la vista, según mi entende r, es causa de nuestro provecho más im portante, po rqu e ninguno de los discur sos actuales acerca del un iverso hubi era sido hecho nunca si no viéram os los cuerpos celeste s ni el sol ni el cielo. En realid ad , la visión del dia, la noch e, los meses, los per iod os anua les, los eq uinoccios y los giros astr ales no sólo d an lugar al número, sino que ésto s no s dieron también la noci6n de t iempo y la investigación de la h naturaleza del un iverso, de lo q ue no s procuramos la filosofla. Al género human o nunca llegó ni llegará un don divino mejor que éste. Po r tal afir mo que éste es el mayor bien de los ojos. Y de lo restante que proveen, de menor val or, aquello que alguien no amante de la sabiduría lamentarl a en va no si hubiera perdido la vista, ¿qué pod riamos ensa lzar? Por nuest ra parte, d igamos qu e la visión fue producida co n la siguiente finalidad : dios descubrió la mira da y no s hizo un pre sente con ella para que la obs ervación de las revoluciones de la inteligencia en el cielo nos e per mitiera aplica rlas a las de nuestro ente ndimiento, que les son afines , co mo p ueden serlo las convulsionadas a las
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imperturbables, y ordenáramos nuestras revo luciones er rantes por medio del a prend izaje profundo de aq uéllas, de la participación en la corrección nat u ral de su a rltm étlca » y de la imitación de las revoluciones co mpletamente estables del d ios. Y acerca de la voz y el oído , otra vez el mismo razon amiento: nos fueron conced idos po r los dioses po r las mismas razon es y con la misma finalidad . Pues el lenguaje t iene la misma final idad , ya que contribuye en su mayor parte a lo mismo y, a su vez, cua nto de la música utili za la voz para ser escuchado ha sido dado por la armcn ta v , Ést a, co mo tiene mov imientos afines a las revolucion es que ti poseemos en nu est ra alma, fue otorgad a po r las Musas al que se sirve de ellas con inteligencia, no pa ra u n placer irr acional, como parece ser ut ilizada ahora, sino como aliada para ordenar la revolu ción dísarm óníca de nuestra alma y acordarla cons igo misma.Ta mb ién nos otorgaron el ritmo po r las mismas razone s, co mo ayuda en el estado sin medida y carente de grac ia en el que se encuent ra la mayo- ~ ría de nosotr os. La desc ripció n anterior, salvo un os pocos detalles, co nst it uye la demost ración de lo qu e ha sido creado po r la inteligenc ia. Debemos adjuntarle también lo que es producto de la necesidad . El universo nació, erect i va me n.~_4tl por la combinació n de n~~id·~d-~-inteligenda.-S~-rormÓ al p rincipio por med io dé·li-necesid ~d w met id-¡; la convicción inteligente, ya que la intel igencia se imp uso a la necesidad y la convenció de ordenar la mayor parte del deveni r 1 1 log ismof. l a ciencia de lo¡ números, arit mética co mo en Prol. 31Se, Rtsp. 51Oc, etc. La teaio diffí cíííor del texto de BURNfT es recomendabl e desde el plinto de vista de la crítica textual frente a la lectia [acílior preferid.. por F. M. C(l RNFORD (COS/1J o!ogy, pág . 158, n. 4). ph on'i¡ chrssím on significa j usta me nte vocal mu.¡i(' si se 10 to ma en sentido ctimo16gico y activo.
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de la mejor ma ner a posible. Por tan to , una ex pos ició n de cómo se originó real me nte según estos principio s debe com bina r también la especie de la ca usa errante en tan to b forma nat ural de causalid ad 'J. Debem os reiniciar, por ello, nuestra tarea y. tal como hicimos anterior mente, empezar ahora otra vez desde el principio. adoptando un nuevo punto de pa rtida ad ecuado a esta perspectiva. Tenemos qu e co nsiderar la naturaleza del fuego. agua , ai re y t ierra y su estado a ntes de la creaci6n del unive rso, pues c reo que nadie hast a ah o ra reveló su orige n. sino que como si nos dirigiéramos a q uienes ya sa ben lo q ue es el fuego y cada uno de ellos, los lla mamos prin cipios y los hacemos elemen tos del universo , aunque quienqu iera qu e tenga un poco de inteligen cia debería utili zar dicha similitud sólo de e man era aproxim ada y no como si se tratara de tipos de síla ba > . Pues bien , nuestra posición es la siguiente. Ahora no he de hab lar ni de principio ni de prin cipios de todas las cosas ni de lo que me pa rece ace rca de ellos, no por nada, sino po r lo difícil qu e es dem ostrar lo que creo en la form a prese nte de expo sición y ni vosotros creéis que sea necesario que yo lo di ga, ni yo seria ca paz de conve ncerme a mí Sl Acertadamen te seña la F. M. COIIIN FORD (Cosmotogy. plig. 160 , n. 2), siguien do a R . D. ARCH ER·HINO ( Tlmtll!US), qu e pM~d no pu ede tener el signifle ildo qu e le asignan G. STALLBAUIol (Tim4nl1) y otros (soportar. co mportarse). No obstante , el tello de la Epinomu (983b) DO sirve co mo pas aje p a~alelo, dado qu e aUí se trata concretamente del mov imie nto, mieo uas qu e aqui el verbo tiene el significado más genera l de OlU$O~ (cf. l ID DEL - gcorr ·J ONES. S. V. A . IV.3. Cf. A . R IVAUD (tXlNr~j, pág. 166: lo nQ1U~~ de son mouW"m~n/ prop~~). so sfOic/wjon significa originari amente la unidad de so nido del lenguaje com o el prime r comp o nente de la síla ba (er. Crát. 424d, 426<1; Teet. 202e), o p uest o a grám m a, la letr a escríra del a lfabe to (en co ntra de lo que desde ARClIER- H IN]) pa ra aqu í vienen plagiéndo se mutuamente los trad uctores] y, en segundo lugar, e n un sentido derivad o de origen platónico , principio , sinónimo d e orché.
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mismo de q ue act uaría co rrect a men te si me propusiera ta ma ña e mpresa . Ten iendo presente lo d icho al co mienzo d de la exposici ón respecto de las ca racte rtstica s de los discursos probables, intentaré uno no meno s prob able que ningún ot ro , sino más, y procuraré disert ar acerca de cada uno de los elementos en particular y acerca del conj unto, tomando un pun to de partida anterior al usual ». Recome ncemos el discurso, desp ués de invoca r ta mbién a ho ra al pri ncipio de nuestra disertación al di os prot ect or pa ra que nos conduzca sa nos y salvos de esta e xpo sició n ra ra y desacost umbrada a la doc trina pro ba ble. El comienzo de nuestra exposició n acerca del universo, ~ por tanto , debe estar art iculado de una ma nera más det allada qu e a ntes. Entonces diferencia mos dos prin cipios , mient ras que a hor a debemos mostrar un ter cer tipo adicional. En efect o, dos er an suficientes pa ra lo dicho antes , uno supuesto como mod elo, inteligible y que es siemp re inmuta ble, el segu ndo como imagen del mode lo. que deviene y es visible. En aqu el momento , no diferencia mos una tercera 49 clase porq ue co nside ra mos que estas dos iba n a ser suficientes. Ah ora, sin em bargo, el d iscu rso parece estar ob ligado a intentar acla ra r co n palabras un a especi e dificil y vaga. ¿Qué características y qué naturaleza debemos suponer que posee? Sobre t odas , la siguiente: la de ser un receptáculo de toda la generación, como si fuera su nodriza. Aunque lo d icho es verdadero, deberíamos ha blar con mayor pro piedad acerca de él, lo que no es fácil, especialmente porque hay que come nza r con las dificultades lS kili jmpros/h~n Ilpardl;s pen fwk./ÚflJn k.lli sy mp4 f1fOn ligeifl e xp resión q ue , co ntra ria mente a lo que sostiene F. M. CoItNFOItD (Cos moIOjm pág. 16 [ , n. 3), es perfec tamen te tra d ucibl e. Su co njetura (he; k a¡ improsrhefl) debe ser rechazad a por carecer de fundam ento p aleográfico y co ntra venir las leyes elementales de la len gua griega. Platón h ubiera usado en ese caso h¡¡s, a unq ue, de to das man eras, el 11.01 serta inexplicab le.
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preliminares acerca del fuego y de los otros elementos por lo siguiente: porq ue es dificil decir acerca de cada uno de ellos a cuál se le ap lica co n más propiedad el nombre de agua q ue el de fuego o a cuá l qué nom bre más que todos o uno en particular , de ta l mod o q ue se use un discurso fia ble y sólido. ¿Có mo trataría mos, ento nces, esto mismo de manera probable se y de q ué manera y planteándonos qué pro blemas? En prim era inst ancia, to memos lo que aca bemas de denominar agua, Vemos q ue cua ndo se solidifica, así creemos, se co nvierte en piedras y tier ras, pero cua ndo e se disuelve y sepa ra , se convierte en viento y ai re, y el aire, cuando se q uem a, en fuego , y el fuego se vuelve a combinar, se apaga y ret orna a la forma del aire, y el aire torna a reuni rse y co nde nsa rse en nube y niebla y de éstas , que se concentra n tod avía más, fluye el agua; del agua, nuevamente, tierra y pied ras y así, como parece, se dan nacímiento en ciclo unos a otr os. Por cierto, si ninguno de éstos se manifiesta nunca de la misma manera , ¿có mo no se d po ndrfa en ridícul o quien afirmara sin reservas q ue cua l. q uiera de ellos es éste y no otro? Im posible; es mucho más seguro hab lar acerca de ellos supo niend o lo siguiente: cuand o vemos que algo se convierte per ma nentemente en otra cosa, por ejemplo el fuego , no hay que de no mina rlo en t od a ocas ión 'es te' fuego , sino siempre ' lo que posee tal cualid ad ' Jt y no 'es te' agua, sino siempre 'lo q ue tiene tal característica', ni hay que trata r jamás nada de aqu ello para lo q ue utiliza mos los té rminos 'eso' y 'es to' para su ~ designación, en la creencia de q ue mo stramo s algo, como si poseyera alguna estabilidad, puesto que lo qu e no permab
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eikólos tomad o con Ugormi'n y no con diaporethémes (lo que tarn-
bién es po sible), porque Timen se refiere, seg uramente, a la p ro babilidad del discurso. " Co rrectamente supone F. M. CORNFORD (Cosm% gy, pág. 179, n. 1) q ue pyr en 49d6 de be ser criminado.
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nece reh úye la aseveración del 'eso' y el 'e sto' y flw~e l 'pa ra esto ' w y toda aquella qu e lo designe co mo si tl1tfer: una ciert a perm anenc ia 59. Pero si bien no es posible II 'a'( a cada uno de ellos 'es to', 10 qu e tie ne tales ca racte risticas y permanece siempre semejante en el ciclo de las mut aciones puede ser denominado según las cua lidades qu e posee, y asi es fuego lo que posee en tod o mom ento ta l rasgo e, igualmente, t odo lo generado 60. S610 aque llo en lo que co nt inuamente aparece cad a uno de ellos al nacer y en lo qu e nuevamen te desapa rece, debe se r nom brad o po r medi o de so 'esto' y 'eso ', pero a nad a de lo que tiene alguna cualidad , calor o blanc ura o cualquiera de los contrarios y todo lo qu e pr ovien e de éstos, se le puede aplica r la denominación de 'aquello', Ma s tengo que intentar expresam ent e de ma nera más clara todavía acerca de eso . Bien, si algu ien modelara figur as de oro y las cambiara sin cesar de un as en ot ras, en caso de que algu ien indicara una de ellas y le b pregu ntase qué es, lo má s correcto con much o en cu anto a la verdad seria deci r que es oro ---en ningún caso afirm ar qu e el triángulo y todas las otra s figuras qu e se originan poseen ex istencia efectiva, puesto qu e ca mbia n mient ras hace dicha afirmaci6n - y co ntentarse si event ualmente II No ha y ningu na ac la rac ión sa tisfacto ria pa ra el texto Cll istcnte ,in lo ídt, pero, a d ifere ncia de F. M. Co RNFORI) (Cosmology, pág. 179, esp. n. 3), he pre ferid o traducirlo. S9 A. E. T" YWR [Co m mema ry , pago 3 17) ha p uesto de relieve q ue aq ul Platón est' ut ilizand o términ os técnicos prove nientes de la esfe ra j udici a l y aludie ndo a una situación en la que lo q ue deviene d ebe hacer fre nte a la acu sación de 5Cr 'e50' o 'esto ' concreto. T AH o R ofrece la sig uie nte tra ducción: Ihey will not face a uia í. bUI evade the is.•ue of un ímpeechm em of 6eing a this or a rltar... or an}' [J rher índíctmem [Jf pe rmanen ce. />O lb día pontos toioiiton es sujeto de la oració n y reto ma en el ej emplo introduci do por ka; di- kai a l 1" de roioiaon aci peripherómenon hómoion hek ánou pért ka¡ symp ánlrm .
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aceptan con algu na certeza la designación de «lo que tiene tal caracter ística» El mismo razonamiento vale también para la naturaleza que recibe todos los cuerpos. Debemos decir que es siem pre idéntica a sí misma, pues no cambia para nada sus propiedades . En efect o, recibe siempre todo sin adoptar en lo más mínimo ninguna forma semejante a na da de lo qu e en tra en ella, dado que po r naturaleza subyace a tod o como una masa qu e, p or ser cambiad a y con formada pUf 10 que entra, parece diversa en diversas ocasiones; y tant o lo que ingre sa como lo que sale son siempre imitaciones de los seres, impresos a partir de ellos de una manera difícil de con cebir y ir a ble que investigaremos más adel ante. Ciertamente, ahora necesitamos diferenciar conceptualmente tres género s: lo qu e Q.l?yiene, aq':l~~~ que devi ene y aquello a tr avés de cuya imitació n nace lo
_€4~~.Y tambie'üse-"p'uedeasemeJ'if-errecfpT e-ñté'7fa
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madre, aquello q ue se imita , al padre, y la naturaleza intermedia, al hijo , y pensar que, de manera similar, cuando un relieve ha de ser de una gran varied ad, el material en qu e se va a realizar el gra bado est aría bien preparado sólo si careciera de todas aquellas form as que ha de recibir de algú n luga r. Si fuera semejante a algo de lo que entra en él, al recibir lo con tr ario o lo que no est á en absoluto relacionado con eso, lo imitaría mal porque man ifest aría, ad emás, su propio aspecto . Por tanto, es necesario que se encuentre exento de t odas las formas lo qu e ha de tomar to das las especies en si mis mo. Co mo sucede en prim era instancia con los óleos perfumados art ificialmente , se ha ce que los líquidos que han de recibir los perfumes sean lo más inodoros posible. Los que intentan imprim ir figuras en algún material blando no permiten en absoluto que ha ya ning una figura , sino qu e lo aplanan primero y lo dejan completamente liso. Igualment e corre sponde qu e lo que va a recibir a menudo y bien en toda su exten sión imitaciones de los
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seres ete rn os carezca por naturaleza de toda forma. Por tant o, con cluyamos que la madre y receptáculo de lo visible deve nido y completamente sensible no es ni la tierr a, ni el aire, ni el fuego ni el agua, ni cuanto nac e de éstos ni aquello de lo que ést os nacen . Si afirm amo s, contr ariamente, qu e es un a cierta especie invisible, amorfa, que b ite todo y qu e participa de la man era más paradójica y difícil de comp render de lo inteligible, no nos equivocaremos. En la medida en que sea pos ible alcanzar a comprender su natural eza a partir de lo expuesto, uno pod ría exp resarse de la siguiente mane ra : la parte de él que se está quemando se manifiesta siempre como fuego, la mojada , como agua ; como tierra y aire, en ta nto ite imitaciones de ésto s. Pero, cier tamente, debemo s investigarlos inte nt ando da r un a definición 6 1 má s precisa de aquello que hab íamos definido como «10 que tiene tales característ icas» 62 ¿Acaso el fuego es algo en sí y to do aquello a lo que hacemos referencia en el lenguaje tiene una entidad inde- e pen diente", ¿o lo que vemo s y cuanto percibimos a tr avés del cuerpo, es lo único qu e posee una realidad semej ante, y no hay , ad emás de est o, nada en ab soluto y en vano afirma mos que hay una forma inteligible de cada objeto , pu est o qu e esto serí a una mer a palabra? En verda d, no es co rrect o que, mient ras dejo el asunto presente sin ju icio ni resolució n, hable y afirm e que es así, ni t ampoco debo añadir un largo excurso a una larga exposición. Lo más d op ort uno sería qu e surgiera una definición relevan te de pocas pa labras. Por lo tanto, yo , al menos, ha go el siguient e 61 La definici ón (lógo i) debe proceder a una mayo r precisión , No hay ninguna oposición con lo anterior, sino un perfeccionam iento . Erró neamente F . M. CORN FORI) (Cosmo logy. pág. 188), argument , (cf su n. 3). 61 lO to íónde no sig nifica 'lo que sigue' (F . M. C O R-. FOR D. Cosm % gy . pá g . 188: th ere ís 1.1 quenton}: sino q ue retoma IV toio úton de 49d5 y 50b4; d. loi le loulO kai roi te t óde referido al recept áculo en 50a l-2.
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voto. Si se dan como dos clases diferenciadas la inteligencia y la op inión verdadera, entonces poseen un a existencia plena e indepe nd iente estas cosas en si - ideas no perce ptibles de manera se nsible por nosotros, sino s610 captables por medio de la inteligenc ia- . Pero si, co mo les parece a algunos, la opin ió n verdade ra no se diferencia en nada de la inteligencia, hay que suponer que tod o lo que percibimos por medio del cue rpo es lo más firme. Sin embargo , hay que sostener que aquéllas son do s, dado que tienen diferente origen y so n disímiles. En efecto , la una surge en no sot ros por med io de la enseñanza razonada y la otra es product o de la persuasión convincente. Mientras la primera va siempre aco mpañada del razonamiento verdadero, la segunda es irracional; la una no puede ser alterada por la persuación , mientras que la otra está abierta a ella y hay que decir que au nque cua lq uier hom bre parti cipa de esta última, de la inteligencia sólo los dioses y un género muy pequeño de hombres, Si esto se da de esta manera, es necesano acordar qu e una es la especie inmutable , no generada e inde struc tible y que ni it e en si nada proveniente de otro lado ni ella m isma marcha hacia otr o luga r, invisible y~ más precisamen te, no percepti ble po r med io de los sentidos, aq uello qu e observa el acto de pensam iento. Y lo segundo lleva su mismo nombre y es semejante a él, perceptible por los se nt idos: gene rado, siempre cambiante y que surge en un lugar y desa parece nuevamente, ca ptable por la opinión unida a la percepción sensible. Ade más , hay un tercer género ete rno '3, el del espacio, que no ite destrucción, qu e p roporciona una sede a tod o lo que posee un orige n, captab le por un razo nam iento bastardo sin la ayuda de la perce pción sensible, crelble con dificultad , y, al o¡ F. M. COR"·FORI) (C osm ology. pág . 192, n. 2) toma, correc tamente, ón con aeí.
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mira rlo, soñamos y decimos qu e necesariamente todo ser está en un luga r y ocupa un ciert o espacio, y que lo que no está en algún lugar en la tierra o en el cielo no existe. Cua ndo despertamos, al no distinguir clar amente a ca usa de esta pesadilla todo esto y lo que le está relacionado ni ( definir la naturaleza ca pta ble solamente en vigilia y que verda deramente existe, no somos ca paces de decir la verdad : que un a im agen tiene que surgir en alguna otr a cosa y depend er de un a cierta ma nera de la esencia o no ha de existir en absoluto, pues to que ni siq uiera le pertenece aquello mismo en lo q ue deviene, sino que esto con t inuamente lleva una represent ación de alguna otra cos a 1>4 . Adem ás, el razon amiento exacto y verd ade ro ayud a a lo que real mente es: qu e mientras uno sea un a cosa y el otro, ot ra, al no generarse nun ca uno en otro, no ha n de llegar a d ser uno y lo mismo y dos al mismo tiempo w, P or ta nto , recapitulemos los pu nto s principales de mi posición : hay ser, espacio y devenir, tres rea lidades diferen ciadas, y e sto antes de que naciera el mu ndo. La nodri za del deven ir mie nt ras se humedece y quema y ite las for mas de la tierr a y el aire y sufre tod as las ot ra s afecciones relacionadas con éstas, adquiere forma s múltip les y, ( .. F. M. CORNFo ltll (Cosmo íogy, pág. 370 Y sigs.) ha pues to de relieve las dificultad es q ue surgen en la interpretació n de la frase aUlo lOiílO 'ph' h¿¡i gigon..n. Su solució n, sin emba rgo, no adarn. la relación existeete en tre la primera y segunda frase: de la subordi nada causal. En la u adu o;:ción pr opo ngo darl e a , p h ' hoi senti do locativo y entende r aul o ",,,lO como sujelo de la primera y segunda frase: de la subordin ada causa l. út a solució n aclara et rexto, dado que aq ul no se tra la ni de las condiciones en q ue se da una imagen, ni de la relación de la imagen con su modelo, sino de diferencia r la imagen de su recept áculo. Por ello , au to foulO ..p h ' h ói giga"'''' se refiere a la chtirQ_ 6S Mientras la o ración ante rior di ferenciaba el espacio de la imagen, la presente lo diferencia de la idea, com o bien señ ala F . M. COR NFORIl (Cosmoíogy. p ág. 194, especialmente n. 2).
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como está llena de fuerzas disímiles qu e no mantien en un equilibrio entre sí, se enc uentra toda ella en desequ ilibrio: se cim brea de maner a desigual en tod as partes, es agitada por aqué llas y, en su movim iento, las agita a su vez. Los diferentes obj etos, al mover se, se des plazan hacia divers os 53 luga res y se separan distinguiéndose, como lo qu e es agitado y cernid o por los cedazos de mim bre y los instrumentos uti lizados en la limpieza del tr igo donde los cuerp os densos y pesados se sedime nta n en un lugar y los raros y livianos en ot ro . Entonces, los más disímiles de los cuat ro elementos - que son agitad os así por la que los ad mitió , que se mueve ella mis ma como instrumento de agitación -e, se aparta n más entre sí y los más semej ante se concen tr an en un mismo pu nto, por lo cual, incluso antes de que el universo fue ra ordenado a partir de ellos, los distint os elementos ocu pab an d iferent es regiones. Antes de la creaci ón, por cierto , todo esto car ecía de proporción y medida. b Cuando dios se pu so a ordenar el uni verso, primero dio forma y núm er o al fuego, agua, tierra y aire, de los que , si bien ha bía algunas huellas, se encontr aban en el est ado en que probablemente se halle t odo euando dios está ausente. Sea siemp re esto lo que afirmamos en toda ocasión: que dios los compuso tan bellos y exce lsos como era posible de aqu ello que no era así. Ahora, en verdad, debo intentar dem ostraros el orde n y origen de cada un o de los elemene tos con un discurso poco ha bitual, pero que seguiréis porque po r educación podéis recorrer los caminos que ha y que atravesar en la dem ostración. En prime r lugar , creo que para eual quiera está más allá dejoda dudaque fuego, tierra, agu a y aire son cuerpos. Aho ra bien , tod ~'-forma'-¿orpo ra-I tieñetám bi érrof~ ndi d ad. Y, ade más, es'-d e ~tod a necesid ad - qu e'-la- super ficie . -:> _ •• _ ___'.__ ' ._. ' _ " ' _ rod ee la pr ófun didad.vl.asúperficie c e una cara plana está ~~m¡;~esta-de triáñgülos.- ~?d os" los' 't ;'iángui'ó~ se des~;;~'~ c' _ _ ' _ _
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Han a pa rtir de dos, cada u no con un áng ulo rec to y los d otr o'5' agu do~.,.'Ü~'ó - Ú~~~ :.~,ambos la'dQs un'~ f~acción de áng~io rec to dividid o por lados i guales, el o'tr~ --pa~te; '~Ú:si~ g~ale~-d~··u~· ' ángul~ 'recto atri bu ida ~ I~dos "de; ig-úá.le's 66'. . En nu estra marcha según el discurso prob a ble acompañad o de necesidad, sup onem os que éste es el principio de l fuego y de los ot ros cuerpos. Pe ro los otros principios anteriores a ést os los conoce dios y aq uél de ent re los ho mbres que es a mado por él. Ciertamente, deb em os explicar cuáles serían los cua tro cuerp os más perfectos, que, a unque disímiles e entre sí, podrían nacer un os de otros cuando se desin tegra n. En efecto, si lo logramos, tend remo s la verda d acerca del origen de la t ier ra y el fueg o y de sus medios pro porcionales. Pues no coi ncidiremos con na die en que ha y cuer pos visibles más bellos que éstos, de los que cada uno representa un género particular. De bemos, entonces, esforzarnos po r com pone r estos cuat ro géne ros de cuerpos de extr aordinaria belleza y decir que hemos ca ptad o su naturaleza suficientemente. De los dos triángulos, al isósceles le 54 t ocó en suerte una na tura leza única, pero las de aquel cuy o ángulo recto está contenido en lados desiguales fuero n infinit as. Para un buen comi enzo hay qu e hacer otr a elección, es necesario elegir en la clase de los t riángulos de infinitas fo rmas aqu el que sea el más perfecto. El que eventualmente esté en condiciones de afirmar que el t rián gulo por él escogido es el más bello pa ra la composición de los eleme ntos, impo ndrá su op inión, pues to que no es un adve rsari o, sino un am igo. Por nuestra pa rte, no sot ros dej am os los dem ás de lado y sup onemos que e~l1ipli=.. cidad de los triángu los un o es el más be l~Q~~~Ul!!~_
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M El pri mer tipo corres ponde al triángulo isósceles y el :;egundo, al escaleno.
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surge en tercer lugar e Us.6s ce le ~~ Pe ro especificar el por. b qu e exige un razonamie nto mayor y los premio s amistosos yacen allí par a el que pon ga a prueb a esta afirmación y descub ra que es as! efectiva mente e. Sea n elegido s, por tan to, dos triá ngulos de los cuales está n construidos el cuerpo del fuego y el de los otro s elementos: uno de ellos isósceles, el otro co n un lado mayor cuyo cuadrado es tres veces el cuadrado del menor. Ahora, debemos precisar más lo que dijimos a ntes de ma nera oscura. Pu es los cuat ro elementos par ecian tener su origen unos de otros, aunque esa ap arie ncia era falsa, pues a pesa r de q ue los cuat ro ~ elementos nacen de los tr iángulos que hemos elegido , mientr as tr es derivan d e uno -ce t que tiene los lados desiguales- , el cuarto es el único que se compone del trián gulo isósceles. Por ende, no es posible que . mediante la disoluci6n de tod os en todos, muchos pequeños den origen a unos pocos grandes y viceversa; pero sí lo es en el caso de tres elementos. porqu e cuando se disuelven los mayores de aq uellos que por n aturaleza está n co nstit uidos por un tipo de trián gulo, se co mponen muchos pequeños a partir de ellos, que adoptan las figuras correspondientes y, a su vez, J cuando muchos pequeño s se dividieran en triá ngulos, al surgir una cantidad de volumen único, pod ría dar luga r a ot ra forma grande. Ésta es, pues, nuestra teoría acerca de la génesis de unos en otro s. A co ntinuaci6n deberíam os decir de qué manera se o riginó la figura de cada uno de los ele~
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61 l a idea ex presad a aqu[ es q ue la gene ración de la figur a del triá ngulo isósceles tie nen tres pasos: 11) 111 generació n del triAn gl,l lo escaleno co rrespo ndiente, b) s u d uplicació n, y c) la unió n de los dos par a confor\ mar el t ri ángulo isósceles. Es la única for ma po sible de e ntende r el giro ek l lrf lou (el. H , G. LlDfJE Ll - R. SCOIT- H. S to J ONFS, A Greek-En/(Ii..h U!xi nm. O xfo rd, 1940 (9,0 ed ición), s.". Ir {¡us, 111 ,1). •, l eo co n BlIllNET Je. porq ue no hay ninguna razó n de peso para cambia r la lecció n, El q ue llegue a la misma co nclusió n que el exponente gOlará de los mismos pl aceres propio s de la sabiduría.
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menta s y a partir de la uní ónde.cu éntcs.tnángulosw, J n primer lugar~-t-"-¡iiarrJ~ figur a primera y más pequeñ a cuyo elemento es el triángulo que tiene una hipotenusa de una eiten:~ió'ñ del d oble del" laiJ03 eñor. ~ando ·seúñ~~ d~dé . éstos"-po r la ' hi poteñüsay esto sucede tres veces, de modo t que las hipotenu sas y los catetos menores se or ientenhacia " un mismo punto como cent ro, se genera un triángulo equilátero de los seis. La unión de cuatro triángulos equiláteros según tres ángulos -pi~nos genera =-u ~ánguTó.-SÓ!íifo. elsiguiente -de l "m ás obtuso de los ángulos' llanos. Cuatro 55 ángulos de éstos genera n la primera figura sólida, que divide toda la superficie de la esfera en partes iguales y semejantes. El segundo elemento .se co mpon.cde..los...mi!>mas triángulo~a;;-d~ -;;; u¿~n och otriingulos equilá teros se constn:;y~ un ángulo sÓlid o a parti~ de cü atro éngi ilos" planos. Cuando se han generado seis de tales ángulos, se comp leta así el segundo cuerpo . 5!-te r~~~ue rp2... nace. d~ ciento veinte elem ent os ensamblad os y d oce án gulos só lidos, ru da- uña rod ead o- decinc;triáng~107;quháteros planos y co n veinte triángulos equiJátero; ¡;¿-r base: La fuii:"'b ción .de uno de los triángulos elementales se completó cuando generó estos elementos; el t rián gulo isósceles, por ot ra parte, dio nacimiento al cuarto elemento , por composición de cuatro tri ángulos y reunió n de sus ángulos rectos en el centro par a forma r un cuadrilátero equ ilátero. La reun ión de seis figuras semejantes produjo ocho ángu los sólidos, cada uno de ellos compuesto según tres ángulos e planos rectos. La figura del cuerpo creado fue cubica con seis ca ras de cuadriláteros equil áteros. Puesto que todavía habl a una qui nta composición, el dios la utilizó para el universo cuando lo pintó.
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". ex h ÓS¡)fl symp esofl l'JIl ar ilhm jjfl , Entiend o q ue se refiere al número
de tr iángulos q ue deben co incid ir para formar el cuerpo de un elemento. 160. _ 14
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Si uno, al razo nar sobre todo esto, tro pezara co n la nat ura l dificultad de si se de be decir que los mundos son infinito s o de un número limitado. podría pensar, quizás, que el afirma r su infinitud es un a do ct rina de alguien qu e ti no conoce lo que debe 10; pero, por ot ra parte, si se encuent ra en este pu nto seria más razo na ble que d udara si co nviene afirmar alguna vez que es uno o en realidad son cinco. Si bien lo que no sotros exponemos según el discurso proba ble procla ma que es po r nat ura leza un d ios único, es pro bab le que algú n otro, al considerar ot ros aspectos , sostenga a lgo d iferent e. Pero ah ora debemo s dejar esto de lado, y atribuyamos los tipos de figuras q ue acab an d e SU Te gil en el d iscurs o al fuego, t ierra, agua y aire. Asigne mos , pu es. la figura cúb ica a la ti ~p ~l~~to ~~ es la menos móvil de ios cuat ro tipos y las más maleabl e de entre los cuerpos - ~i es'det Odá·ñ éCes idad qúe taléSCüíiildades las posea el elemento q ue tenga las caras más estables. Ent re los tri ángulos supuestos al comienzo, la superficie de lados igua les es por naturaleza más segura q ue la de de lados desiguales y la superficie cuadrada formada por dos equiláteros está sobre su base necesaria mente de forma más est able qu e un trián gu lo, tanto en sus pa rtes como en el con~ junto 19. Por tanto, si at rib uimos esta figu ra a la tierra salvamos el d iscu rso probable, y, ade más, de las restantes, al agua, la que co n más dificultad se mueve; la más móvil, al fuego y la intermed ia, al aire; y, otra vez, la más pequ eña, al fuego, la más gra nde, al agua , y la mediana, al aire; y, fina lmente, la más aguda, al fuego, la segunda más aguda , al aire y la tercera, al agua. En todo esto es necesar io qu e ro Aqul hay un ju ego de palaoral co n el do ble significad o de épeiros, «infinito» (de phQ,~, _lím ite») e inexperto (de petr a. «prueba. experiencia»). 11 Hay que recu rrir a la traducción de S. Fox MORCILl.O ( Timaeum, pá g. 299) pa ra encontrar una versió n q ue respete las reglas elementales de la lengua griega.
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la figura que tiene las caras más pequ eñas sea por natu raleza la más móvil. la más cor tante y aguda de tod as en b todo sentido, y. además, la más liviana, pues está co mpuesta del mín imo de partes semejantes, y q ue la segunda tenga estas mis mas cualid ades en segundo grado y la tercera, en tercero. Sea, pues, segú n el razon am iento co rrecto y el pr oba ble, la figura sólida de la pirámide elemento y simiente del fuego, d igamos que la segunda en la generación corres ponde al aire y la tercera, al agua_ Debemos pensar que tod as estas cosas son en verdad ta n pequ eñas que los elementos ind ividua les de cada clas e nos son invisi- t bies por su peq ueñez, pero cuando mucho s se aglutinan, se puede n obser var sus masas y, también, qu e en tod as part es dios adec uó la cant ida d, movimientos y otras caracteristicas de manera proporcional y que t od o lo hizo con la exa ctitud qu e permitió de buen grado y obediente la necesidad . A partir de tod o aqu ello cuyos géneros hemo s descri to antes. muy pr oba blemente se daría lo siguiente 12, Cuando el fuego choca con la tierra y con su agu deza la disuelve , ésta se t rasladaría, ya sea qu e se hubi era d iluido en el mismo fuego o en un a masa de aire o de agua, hast a que sus part es se reencontr aran en algún lugar, se volvieran a unir un as con ot ras y se co nvirtieran en tierra - pues nunca pasarían a otra espec ie-e, pero si el agua es partida por el fuego, o tamb ién por el ai re, es posible qu e surjan un cuerpo de fuego y dos de aire. Cuando se disuelve una por- ~ ció n de aire, sus frag mentos d arí an lugar a do s cuerpos de fuego. A la inversa, cuando el fuego , rodeado por el aire o el agua o alguna tierra , poco entre mucho s, se mueve entre 72 En la trad ucció n se respeta la lección preferid a po r IJUP. NET. Co nt raria mente a lo que superficialmente pretende F. M . CO R N~ OR D [ Cosm o ¡o8r, pág. 224, n. 1), no sólo es cientlfico, sino de absoluta necesida d. Nuevamente hay q ue recurrir a S. Fax MORCILLO (Tímaeum, pág. 311) para encontrar una trad ucción corr ecta del pasaje.
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sus port adores, luc ha y, vencido, se quie bra; dos cuer pos de fuego se combina n en una figura de aire; ma s cuando el aire es vencido y fragmentad o, de dos par tes y media se forjará un a figura entera de agua. Reflex ionemo s esto nue51 vamente así: cuando el fuego encierra alguno de los ot ros elementos y lo corta co n el filo de sus ángulos y sus lados, dicho elemento deja de fragmentarse cuando adquiere la natu raleza de aqu él - pues nada es ca paz de cambia r a un género semejante e igua l a él ni de sufrir nada a causa de lo que le es semej ante e id éntic o-e, pero mientras el que se convierte en otro elemento, au nque inferior , luche contra uno más fuert e. no cesa de disolverse. Y, a su vez, cuando b uno s pocos corpúsculos más peq ueños, rod eados por muchos mayo res, son destrozados y se apagan n , si mutan en la figura del qu e domina, cesan de extinguirse y nace del fueg o el air e y del aire, el agua. Per o siempre que se concentr an y alguno d e los rest antes géne ros los ataca y combate , no cesan de dlsotverser hasta que, batiéndose en retirada y d ispersados, huyen hacia lo que es del mismo género, o, vencidos, de muc hos cuer pos pequeños surge uno semejante al ve ncedor y per manece junt o a él. Además , todos los elemento s cambian de regió n por estos fen óme(" nos. En efecto, la cant id ad pri ncipa l de cada un o de los elementos está separada en un lugar propi o por el movimiento del rece ptác ulo y cuando uno s co rpúsc ulos se diferencian de si mism os para asemejarse a otros, se traslad an , a cau sa de la vibrac ión existente, al lugar donde se encuentr an los cuerpos a los que eventualmente se han asemejado. Est as causas produjero n tod os los cuer pos puro s y primeros; pero también hay que mencionar como ca usa de que haya d iversas varieda des en sus especies la estructura1] Co mo bien señala F. M. C ORN FOIl.D (Cosmotogy, pág. 227, n. I), "a pagan)) muestra q ue Platón eSlá pensando aquí en el fuego.
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ción de cada uno de los element os 74, ya que ésta al principio no sólo d io lugar a un tip o de triá ngulos de una única mag nitud sino ta mb ién a triángulos meno res y mayores, cuyo número se correspon día co n las va riedades de las es pecies. Por tanto, dado que se mezclan entre sí y con ot ros, su variedad es infinita , de la que, po r cierto, deben llegar a ser observado res los que han de utilizar un razonamie nto proba ble acerca de la naturaleza . Si no se acordara de qué man era y con qué se produce n el movimiento y el repo so, surg iría n muchas dificu ltades en el razonamie nto qu e sigue. Acerca de ellos ya se d ijeron ~ algunas cosas, a las qu e, sin embargo. todavía hay qu e agregar lo siguiente: el movim iento nunca existi r á donde haya un estad o de equilibrio. Pu es es dificil que se dé lo que ha de ser movido sin 10 que ha mover o lo qu e ha de move r sin lo qu e ha de ser mov ido. má s aún. es imposible. Si estos do s elementos no está n presentes. no hay movimien to y es imposi ble que estén alguna vez en equi librio. Así, pues, hemo s de identi fica r el descanso con el equilibrio y el movimiento co n el desequ ilibrio. La cau sa es, a su vez. la desigualdad de la naturaleza desequ ilibrada y ya hemos ~ descrito el origen de la desigua lda d. Pero no mencionamos de qué man era cada uno de los eleme nto s, aunq ue separados en géneros, no cesa nun ca de co nve rt irse uno en otro y de tra sladarse de un lugar a otro. Lo expo ndr emo s de la manera siguiente. Dad o que la revolución del universo al incl uir a los ele mento s es circ ula r y por naturaleza tiend e a ret orna r sobre sí misma, los ma ntiene junto s y no permite nunca que quede un espacio vacío. Por ta nto, el fuego es lo b que más se expande en tod as direc cion es. el aire en segu ndo luga r, porqu e es el segund o elemento más te nue po r na turaleza y los restant es lo hacen de man era aná loga ; pu es lo 7l
Se refiere a los triángulos elementales descritos en 53e-d.
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que se co mpo ne d e partes mayores deja el mayor vacío en su estruct ura, lo q ue tien e parles menores, menos. l a co ncent ración de elementos duran te la co ndensació n e mpuj a 11 los pequeños en los intersticios d e los grandes. Cuando los pequeños est án col ocados junto a los grandes de t al modo que los men ores sepa ran a los ma yores y estos j unta n a aqu éllos. tod os los elemen to s se ca mbia n de posici ón de arr iba a ahajo, trasladánd ose a las regiones que les son .. propías " . Pu es cuando cada un o ca mbia su magn itud , ca mbia tambié n de luga r. De esta mane ra, el origen del deseq uilibrio se preserva y prod uce co nt inua mente el movimiento presente y futuro de estos cuerpos. A co ntinuació n, deb emos obser var que hay muc has clases de fuego, po r ejemplo, la llam a y lo que se desprende de la llama, que au nque no qu ema proporcio na luz a los ojos, y lo que q ueda d e fuego en las asc uas tras a pagarse la " llam a. Del mismo mod o, en lo que concierne al aire , uno, el más brilla nte, lleva el nombre de éte r, otro, el más tu rbio, es lla mado nieb la y oscurida d y hay ot ras formas an ónimas, nacid as a ca usa de la desigualdad de los t riá ngulos. Las cla ses de agua son do s, en pri me ra instancia , un a líquida y otra fusible. Dad o q ue el género líquido participa de las clases peq ueñas de agu a, al ser éstas desiguales, a caus a de su desequi librio y de la forma de su figura, pu ede moverse por sí mismo o po r la acción de otro agente. El que está fo rmado de las clases grandes y equilibradas, , sól ido y pesado a ca usa de su equilibrio, es más estab le qu e aquél; no ob sta nte bajo la acció n del fuego que se le a pro~ xima y lo diluye, pierd e el eq uilibrio y, un a vez qu e lo ha destru ido , pa rt icipa más del movimien to . Cuando se ha TI Co ntrariamente a lo que supone F. M . CoRNFORD (Cosmology. pág. 242, n. 5), T imeo no alude aqul a la mu tació n de unos elementos en ot ros, sino simple mente a su cambio de lugar.
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hec ho muy móvil, el aire circun da nte lo e mpuja y extiende sobre la tierra. Cada uno de estos fen ómenos recibe un a denominació n, la reducción de su d ime nsi ón, licuefacc ión, y la extensi ón so bre la tie rra, flujo . Cuando el fuego se 59 retira nuevamente de am: como no salé al vacío, empuja al aire circunda nte, que comprime violent ame nte la masa húmeda, que aú n es muy móvil, hacia el luga r que ocu pa ba el fuego, y la mezcla co nsigo mismo. La masa comprimida y nuevam ente equilibrada por el alejamiento del fuego, a rt ífice del desequ ilibri o, recupera su esta do anterior. La liberació n del fuego se llama enfria miento y se di ce que la com pres ión que se prod uce cuando éste se alej a es el estado sólido. D e tod os los tipos de agua qu e hemos b den om inado fusi bles, el más denso, na cido de las pa rtícu las más tenu es y homogéneas, único y de color a marillo bri llan te, es la posesión más preciosa, el o ro, q ue, una vez filtrado a tr avés de la piedra, se solid ifica. Un ret oño del oro, muy duro po r su densi dad y negro, es lla mad o adamanteoEl género que tiene pa rtículas próx imas al oro, pero con más de una especie y con una densidad ma yor que éste, po r pa rtici pa r de la tierr a en una parte red ucida, lo que lo hace más d uro , es, sin embargo , más livia no que él po rq ue € tiene en su interior gra ndes intersticios; este género, compuesto de agu as brill antes y solidificadas, es el cobre. Se denomina herrumbre a la parte de tierra que viene rnezciada con él y que se hace visible cuando ambos envejece n y se vuelven a sepa ra r. Pero no es en absol uto dificil de comprende r que disti nga el resto de tales especies el que investiga el género de los mitos probabl es, que uno pod ría practicar en su vida co mo un j uego mod erado y prud ente c ua ndo, pa ra descansa r de los discursos sobre los seres eternos, se dedica a los probables acer ca de la generación y alcanza un placer despreocupado. Asi, también nosotros " dejaremos de lado a hor a las especies restantes y e x p o n~
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dremos lo pro bable que viene a cont inuación. El agua mezclada con el fuego que es tenue y líquida se llama líquida por el movimiento y el camino por el que rueda sobre la tier ra y, además, es blanda porque sus bases ceden al ser menos estables que las de la tierra. Este agua, cuando está e separada del fuego y del air e y aislada, se vuelve más unifor me, se condensa por los ele ment os que salen y, de esta ma ner a, alcanza el est ado sólido . Cuando el agua se ha solidificado totalmente. si est á en lo alto sobre la tierra se llama granizo; si se encu entra directamente encima de la tierra, hielo. Cu ando aún no se ha hecho del todo sólida, la qu e está en lo alto sobre la t ierra se denomina nieve y la que está directamente encima de la tierra, surgida del rocío , escarcha. Las clases de aguas se entremezclan, por cierto, 60 en su ma yor pa rt e. Cuando se filtran a t ravés de las plantas de la tierra se llama n hu mores, que son disímiles a causa de las mezclas que los constituyen 76. Muchos conforman otros tantos géneros an ónimos, pero cuatro, todas ellas especies qu e contienen fuego y han llegado a ser muy conocidas, recibiero n un nombre: el género capaz de dar calor al alma y al cuerpo , vino; el suave y capaz de cortar el ra yo de la vista y, por esto , de aspecto brillante y resplandeciente y de a pari encia grasienta, género aceitoso - la brea, el aceite de ricino, el aceite de oliva y todo lo demás que pos ee la b misma cualidad-; c ua nto tiene la propieda d de relaja r los conduct os bucales hasta su tamaño natural y proporciona dulzura con est a capacidad , recibió el nombre general de miel; el que disuelve la carn e quemándola, un género espumoso, diverso de todos los humores, es llamado jugo ácido. Como correcta mente ha observado F. M. COR-. FOKIJ (Cosm%gy. pág. 254, n. 2) dé, 60a l , con testa al mén de 58e6. No obstan te su invención inglesa de la primera pa rt e de la oraci ón no se co rresponde con el original gr iego. 70
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Las especies de la tierr a: una, filtrada a través del agua, se hac e piedra de la siguie nte manera. Cua ndo el agua entremezclada choca dentro de la mixtura, se conv ierte en aire y el aire producido vuela a su lug ar propio. Como no ha y vacío por encima de ellos 77, empuj a al aire vecino. Éste, puesto que es pesad o, cuando es empujado y derramado alrededor de la masa de la tierra, la comprime violen tamente y la rechaza a la sede de donde subía el nuevo air e. La tierra, comprimi da por el aire hasta hacerla inso luble al agua, se hace piedr a; la transparente de partes iguales y unifo rmes es la má s bella y la más fea, la contraria. La tier ra a la que la rapidez del fuego ha extraído toda la hum edad y ha hecho más frágil que aquélla es lo qu e llamamos arcilla. A veces, cu ando queda humedad, se origina tier ra fus ible al fueg o que, al enfriar se, se convierte en la piedra de color negro. Además, están los dos compuest os qu e, por el mis mo procedi mient o, se decantan de la mezcla de una gran cantidad de agua y están constituidos por par tículas de tierra muy tenues; ambos son salados. Si, cuando se han vuelto semisólid os, el agua los disuelve nueva mente, uno, la soda, limpia el aceite y la tier ra; el otro, qu e se adapta bien a la percepción gust ativa, es la substa ncia salada, según el dicho, cuerpo querido al dios. Los compuestos que participan de ambos (agua y tierra), no solubles por el agua, pero sí por el fuego, se solidifi can de la siguiente manera. Ni fuego ni aire disuelven masas de tierra; no es soluble por ellos po rqu e, al ser sus partículas po r naturaleza menores que la estr uctura de los vacíos de aquélla, atraviesan los grandes espacios sin violentarla ni diluirla. " Co nt raria mente a 10 que supone F. M. CORNFOR ll (1937, pág. 255, n. 2), no hay ningu na ra zón para segui r la conjetura del corrector de 1\, frente a la lectío diffi cilior de los códices. El geniti vo aul,~n puede referirse tan to a los element os e n gene ral como al aire q ue sale de la tierra y al aire circu nda nte.
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La s partes del agua, puesto qu e por naturaleza son mayo61 res, se ab ren paso con violencia y la di luyen. Así, el agua
sólo d isuel ve la tie rra que no está com pri mida con violencia; a la co mpacta. empero, no la d isuelve ni ngún elemento salvo el fuego; pues no queda posibilidad de ingres o pa ra nada a exce pció n de éste. Cua ndo la concent ración de agua se ha producido con suma vio lencia, la disuelve sólo el fuego, pero c ua ndo es más débi l, el fuego y el aire. Éste lo hace por los inters ticios, aq uél también po r los t riángulos. El aire que ha alcanzado una est ructu ra fija po r un a acción viole nta s610 puede ser disue lto en sus elemen tos cons titutivos; el que se hu estruc turado de manera no viole nta es fusible s610 al fuego. Mie ntr as el agu a ocu pa en los cuerpos mezclados de tie rra y agua los in tersticios de la tierr a que b están comprimidos con violencia, las pa rtículas de agua provenientes del exterior, al ca recer de una entrada, fluyen alrede do r y dejan el cuerpo sin disolver. Cont ra riamente, las partículas de fuego que se int roducen en los intersticios del agua, co mo t ie nen el mismo efecto que la acció n de l agua sobre la t ier ra 71, so n las ún icas ca usa ntes de qu e la tota lidad del cuer po fluya cua ndo se dil uye. Estos co mpuestos son de los siguientes tipos: por un lado, los que tienen men os agua q ue tierra, el género de los cristales y de todo lo que es de nominado especies fusibles de la piedra, y, e por ot ro lado, los qu e tienen más agua, los qu e constituyen los cuerpo s cerosos y los aptos pa ra qu emar como inc ienso. Ya están cas i t otalment e ex puestas las especies en su variedad de figu ras, rasgos comunes y ca mbios de unas en 11 Omito pyr utra en 6 1b5 por considera rlos una glosa. a éra no tiene explicació n posible. La co njetura de Coo k Wilson (pyr hfdor). adoptada por F. M. CORNf'ORll (C05/tW/OKY. pág. 251, n. 1), no es exigida por la sime tría como éste pretende y parec e más bien una glosa . En caso de acepta r una cla ra glosa, es preferible dejar la e xistente, que se ex plica perfectam ente a partir de 6 la6·7.
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otras, pero todavía he de intentar aclarar las cau sas que dan luga r a sus cualidades . En primer lugar , di chas cua lidad es necesita n sie mpre de una perce pción, sin em ba rgo a ún no he mos ex plicitado el o rigen de la ca rne y de lo qu e la ca rne rod ea, ni de la parte mortal del alma. Pe ro ni estas d cosas se dan sepa radas de las cua lidades que denom inam os sensibles, ni las últimas pueden ser suficienteme nte tr at ad as sin las primeras, aunque es casi imposible hacer lo al mism o tiempo . Primer o ha y que dar po r supuesto un o de los factores y luego reto rna r a él. Pa ra q ue el tra ta miento de las cualid ad siga al de los elementos, demos por supuesto lo concerniente a la ex istencia del cuerp o y del alma . En primer lugar veamos por qué deci mos que el fuego es caliente y observemos qu e pensamos que produce una escisió n y co rte en nuest ro cuerpo. Pues casi todos perci bimos que se t t rata de una sensación corta nte . Cuan do recordamos el origen de su figura, debemos razonar respec to del filo de sus lados, de la agudeza de sus ángulos, de la pequeñez de sus panículas y la rap idez de su movimiento - cualidades con las qu e, violento y filoso, corta siempre todo lo qu e encuentra en su camino-e, que es sobre tod o este elemen to y no ot ro , el qu e por di visión y partición de nuest ros cuer- 62 pos e n pequ eñas partícu las, produce las cualid ades y da nombre a ese fen ómen o qu e ahora llama mos razonablemente ca lor. El proceso contrario a éste, au nq ue evide nte, no ha de carecer de e xplicación. Cuando ingresa n en el cuerpo pa rtíc ulas gra ndes de líqu idos sit uados alreded or, ex pulsan las menores al exterior, pero , al no ser cap aces de oc upa r sus lugares, comprimen la hu medad de nuestro inte rior y po r su homogeneidad y compresión la inmovili- b zan sacá ndola de su esta do de movimiento y la congelan. Pero lo reun ido contra natura por naturaleza lucha y se empuja a si mismo hacia el estado co ntrario. A esta lucha y vibración se le a ñade un temblor y estre mecim iento, y todo
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este fenó meno, as! como lo que lo produce, recibe el nombre de frío. Du ro es tod o aquello a lo que cede nuestra ca rne ; bland o, tod o lo qu e lo ha ce a nte ella. De la misma mane ra se dan las relaciones mutuas de bland o y duro. Cede lo que ava nza sobre una base peq ueña; pero lo co mpuesto de ba ses cuadri láteras es, al ser muy esta ble, la figura más resiste nte, ya que eventua lme nte alca nza una
alta densidad y resistencia. Si se investigaran lo pesado y lo livia no conjunta me nte con la así llam ad a natura leza de lo inferior y de lo s uperio r podrían ser explicados con la máxima claridad. En efecto, no sería correcto en abso luto con siderar qu e po r naturaleza dos regiones cont ra rias dividen el un iverso , la de abajo. ha cia la que se desplaza todo 10 que posee una ciert a masa de cuerpo, y la de a rriba, hacia la que nada se mueve por propia voluntad . En efecto , al ser el universo esfér ico, están todos los extremos a la misma dist ancia del centro, por lo que por na turaleza deben ser extremos de manera semej ante. Además, hay qu e co nsider ar que el centro, como se encuentra a la misma distancia de los extremos, se halla frent e a t od os. A hora bien, si el mundo es así por naturaleza , ¿cuá l de los punt os mencio nado s debe uno supo ner co mo a rriba o a bajo para que no pa rezca, con razón , que utiliza un térm ino to talmente inade cuado? En él, la región del centro, al no esta r ni arr iba ni a bajo, no recib irá co n just icia ni nguno de los dos nom bres, sino que se d irá q ue es tá en el centro. El lugar cir cunda nte ni es, po r cier to, cent ro ni posee una pa rte que se distin ga más qu e otra respecto del cent ro o alguno de los pun t os opu estos 19. Pero si el un iver so es de ,., La s i n t axi ~ de la fr ase exige que se refiera é a pr ós ló méson ju nto con G. F RAC'CAWI.l (Plat one, 11 Tímeo, tr ad. d e G. F., Tu rín, 1906); A. E. TAYLOR tC ommen tary, pág. 437), Y HUR Y (. P lato. "Timaeus?», en Pililo wüh an l:ngli.
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esta guisa en tod os lado s, ¿cómo po drí a pensar algu ien qu e se expresa co rrectamen te al uti lizar respecto de él qu é den ominaciones co nt ra rias? Pu es si un cuer po sólid o se enco nt ra ra e n el med io del universo en situación de equilibrio, nun ca se tr aslada ría hacia ningun o de los ext re mos a 63 ca usa de las semeja nza a bsolut a en tre ellos. Ade más , si algu ien ma rch ara en cí rculo alr ededor de él, se encontra ría a menudo en su regió n an típod a y llam ar ía al mismo punt o del universo abajo y arriba . Por ta nto, no es pro pio de alguien inteligente afirmar que, aun cua ndo el universo es esférico, co mo acabamos de esta blecer, tiene una región superior y otra inferior. No obstante, por medio de la siguiente suposición debemos aco rdar de dónde nacen estos nombres y en qué obj etos tienen vigencia para que no s ha ya mos acostumbrarlos a causa de ellos a exp resarnos y a e dividi r t odo el un iverso asi. Si alguien se introdujera en la regió n del universo en la qu e hay más fuego - cuya ma yor parte esta ría concentrada en el luga r hacia el que este elemento se dirig e natu ralmente- y, si pudiera, arrancara pa rtes de fuego y las colocara en los plat illos de u na bala nza, tomara la bal anza y el fuego y los arrast ra ra con violencia hacia el aire d isímil, es evidente qu e podria ejer cer violencia más fácilmente so bre la porci ón menor que sobre la ma yor. En efecto, cua ndo d os objetos son levanta - (' dos por una ún ica fuerz a simultáneamente, es necesari o que el me nor siga más la dirección de la fuerza y el mayor, menos, y se di ce que el gra nde es pesado y se desplaza hacia abajo y que el peq ueño es liviano y se mueve hacia arriba. Ciertamen te, deb em os ob servar el mismo fenóme no cuando hacemo s eso en nuestra región. Cuando sobre la en The Dialogues 01 Plato Irans/aled by B. J ., 11I , Oxford , 1'153); KL. Wl 11IlIl.A ( Hm aios. pág. 125); O. Ar ELT; A. R IVA U [} ( Oeuvre.l , pág. 1 ~ 6) Y F. M . COIl.NFORD (Co Jm " logy , pág. 262).
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tierr a separamos 80 sustancias térreas, y, en ocasiones, la tierra misma, las arrastramos hacia el aire disímil con violencia y contra la natural eza, ya que ambas tiend en a lo d que es de su mismo género . Cuando ejercemos la fuerza, la porción más pequeña no s sigue prime ro hacia lo diferente, con más facilidad q ue la mayor. Entonces, denominamos liviano al pequeño y el lugar hac ia el que lo coaccionamos, arriba; al fenóme no con trario a éste, pesado y abajo. Éstas son, necesariamente, diferencias relativas porque la mayor parte de los elementos ocupan una región contraria a los otros - en efecto, se descubrirá que lo que es liviano en un e lugar es pesado en el otro, y lo pesado, liviano, y 10 inferio r, superior y 10 superior, inferio r, y que t odos son y llegan a est ar y están en zonas contrari as o laterales o completamente diferentes un as de otr as-. Sin embargo, acerca de todos ellos debemos pensar únicament e que el camino qu e un elemento recorre hacia la que se mueve es «abajo» y los qu e se comporta n de una manera diferente, son 10 contrario . Estas son las causas de estas cualidad es. Cualquiera serí a cap az de disc ernir y decir la ca usa de la suavidad y la aspere za. Pu es la dureza unida a la falta de homogeneidad 64 produce la última, la homogeneidad y la dens idad dan lugar a la primera. Lo má s importa nte de lo que resta de las afecciones comunes a todo el c uerpo es la causa del placer y del do lor en 10 que hemos tratado y todas las sensaciones de las partes del cuerpo acompañadas simultáneamente de dolores y placeres. Para entender las causas de t odo proceso sen sib le e inse nsib le, recordemos la divisió n a nte rior entre
' " dííst ámeno i es traducid o por «separar» siguiendo a H. G. LIDDELL, R . SCOTI, H . S. J a NES tLexican, s.v, 111), con tr a G. FRACCAROLI (Timeo) y A. E . T AHOR (Commeruary, cit.) «pesar» y F . M . CORNfOR D (Cosmo íogy , pág. 264 , n. 1) «distinguir».
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sust ancias con muc ha y con poca capacidad de movi- b miento, pu es, en verdad, así tenemos que investiga r todo lo que pensamos tratar. Laque pornaturalezu es muy móvi l, cuando sufre una afección, pequeña, l a-tr-ansmlt~ en circulo a las ·otras partíc~~~,-qu~h~lo prop roa--
aunque
o iras-:-hasti-(}"iie "Uegan-a fa i'ñieligenCiayanunci
y'no
"avanzar en círculo, sólo son afectadas mueven a 'Íos'" cuerpos vecinos, de tal ma nera qu e,"como sus partículas-no e tran smiten el primer estímulo a: Iásde los"ót rós ' ó rg an os , _~ '-sino qu e éste se qu eda en ellas-sin"exparidi rsea' l~t~ t alid ad del ser viviente, el qu e es afect ado no percibe el estímulo. Éste es el caso de los hu esos, pelos y el resto de nuestros órganos que están constit uidos en su mayor parte de partículas térr eas. Las sustancias móvi les se encuentran sobre todo en la visión y el oído, qu e po seen en ellos la mayor cantidad de fuego y aire. El placer y el do lor de ben ser concebidos de la siguiente manera. Do loroso es el proceso que, de manera súbita, se produce en noso tr os con violen- d cia y contra la naturaleza; el que nos hace retornar repentinamente a nue stra sit uación natural es placentero; el tranquilo y pau latino es imp erceptible y lo contrario a éstos, contrario. Todo lo qu e se da con facilidad es lo más perceptible, au nque no participe del dolor ni del placer, com o los fenóme nos que conforman la visión misma, de la que se afirmó antes qu e durante el día es un cuerpo unido naturalmente a nosot ros. Pu es a ést a no le producen do lor los co rtes, qu emaduras ni nada de lo que sufre , ni tampoco siente placer cuando vuelven a la forma qu e les es propia; sin embargo, hay fenó menos sensi bles muy intensos y bri- e Hantes que eventualmente la afectan y con los que entra en co ntacto , cuando de una cierta man era se proyecta hacia el objeto. En la división o en la concent ración de la visión no hay violencia en absoluto . Aunque los cue rpos compuestos
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de partículas mayo res cede n co n dificultad an~e el ag_~ , transmitenal·coñjUntos us-m-ovimientosy producen placer y dolor : cuando son s aca~ os ~ e su cond~~{) nnafllriiT. 6~_~ _y_ cua nd o .se resta blece el est ado _ a nt e ri~~)~p lace r . Cuando se descarga II y vacía pa ulatina mente y se carg a de manera súbita y e n grandes ca ntid ades, de modo qu e no se percibe el vaciam iento, pero si el llenado. no ocasiona dolores a la parte mortal del alma , sino grandes placeres. Esto es evide nte e n el caso de los buenos olores. T odo 10 b que lleva a un es tado d iferente de manera súbita, pero vuelve poco a poco y con dificu ltad al estado originar io, ocasi ona tod o lo contrar io. Así sucede cua ndo se prod ucen qu emaduras y co rtaduras en el cuerpo. Han sido tratados casi todos los fenómenos comunes a todo el cuerp o y hemos mencionado los nombr es de sus agentes; pero debe mos intentar decir, si podemos, los propios de nue stros ó rganos part iculares, sus características y r có mo las causa n sus agentes. Primero , tenemos que exponer, en la med ida de lo posible, los que omiti mos anterio rmente al ha bla r de los humores porqu e eran fenó me nos propios de la lengua. Éstos parecen darse tam bién , como, por cierto, muchos, por algún tipo de co ndensació n o separación y, j unto a esto, esta r más relacion ados qu e cualq uiera de los ot ro s casos con la aspereza y suavid ad. Pues cuand o lo que ingresa en las venillas - que como si fuera n medios de pru eb a de la lengua se extienden hasta el cod razónataca las partes húmed as y tiernas de la carne y fund e sus partí culas térreas, entonces contrae las pequeñas 1I La nota de F. M. CORNFORD (Cosm %gy, pág. 268, n. 2) sob re la expresión ap och oréseís heaulí'ín revela, ad emá s de una dud osa interp retación (cf lOapochoroiín = excreción, AR 1ST. , De Gen, Anim . 725bI 5, para más pasajes H , G. LlDIJFl.I., R. Se llan, H. S. J ONES [Lexico n, s.v , 11], un extra ño sentid o de lu lógica de la lengua inglesa (dep artu res ¡mm themselvrs],
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venas y las seca. Si es más áspero, parece acre y si es menos áspero, amargo. Todo lo q ue limpi a las venillas y lava lo que se encuent ra alrededor de la lengua, si lo hace de forma desmesur ada y la ataca fundiénd ola parcialmente, tal como sucede co n la soda, posee el nombre de pica nte; las sustancias que co n un menor grado de cua lida des s ódi- ~ cas son mesurad amente detergentes, so n salada s sin el pico r áspero y nos parecen más agradables. Las susta ncias que, tras cale nta rse y suavizarse en la boca, don de son consumidas po r el fuego bucal y a su vez q ueman al órga no q ue les d a calo r, suben, a ca usa de su livianda d , a los órganos de percepción en la cabe za y cortan todo lo q ue encuentran en su ca mino, reciben, po r esta cua lidad, el 66 nom bre de punzantes. Cuando sustancias 12, afinad as por la put refacción, se introd ucen en las venas estr echas y chocan n con las pa rtícula s térreas en su interior y las que tienen la proporción debi da de aire, de tal ma nera que las mueven un as alrededo r de ot ras y las agitan , éstas, en su agitació n, chocan ent re sí y las qu e penetra n en u nas dejan a ot ras huecas q ue se extiende n alred edor de las q ue entran. Cua ndo la humedad ahuecada , a veces t érrea, a veces pur a, rodea el aire, nacen co mo vasij as de aire, aguas b huecas circulares. Las de humedad pura se aglutin an claras y se llaman burbujas; las de humedad térrea, que se agitan y alzan, recibe n la denominación de ebullición y fermentación. Se d ice que la causa de estos procesos es ácida . El /[;n '" au/5 n, según tos códice s. 11 Supon ien do p eosp ip tonto n (er. pro sp ípiei. 66al) por construcci ón brequilógica. El pasaje es, según la interpret ació n que se ha impuesto desde G. S TALl BAUM ( Ti m a¡>w, cit.), corrupto, pero todos 1 0~ cambies propuestos no ha cen sino o scurecerlo y son má s inso stenibles q ue esta prop uesta desde el pu nto de vista de la cr ítica text ua l, del ~e n ti d o y de la sintax is griega. P ara una discusió n, cf. F. M. COR:' H l Rll, Cosmo íogy. página 27 1, nn. 2·3 . ti
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fenómen o op uesto a todos los menciona dos tiene un motivo opuesto. Cuando la estr uctura de lo que entra con las susran cias húm edas. por ser apro piada para la lengua, suaviza y lub rica lo qu e se habla hecho áspero y cont rae o distiende lo q ue esta ba co nt raldo o distendid o contra la natura leza. resta blece todo d e la manera más na tural posib le; semejante sustancia, p lacentera y amena a to dos, remedio de las afecciones violentas. es llamada du lce. tl Esto es todo e n cuanto a este te ma . En lo que atañe a la capacida d que poseen los orificios nasales, no hay diferentes clases. Pues todo olor es inco mpleto y ninguna figura es apta pa ra te ner u n olor especifico; sino que las venas que se encuentra n al red edor de los orificios nasales son demasiado estrechas para las sustancias térreas y las de agua y muy amplias para las ígneas y aéreas, po r ello nunca se percibe el olor de ninguna de ellas , sino que los olores se producen cuando algo se humedece, pudre, funde o humea. Se origina n, efec tivame nte, cuando el agua se convierte en , aire y el aire, e n a gua, al alcanzar la figura inte rmedia entre est os do s eleme ntos. Todos los olores so n humo o niebla; ésta nace d ura nte el pasaje del aire al agua y aqu él en el del agua al aire. Por eso, todos los o lore s son más finos que el agua, pero más gruesos que el aire. Esto se hace evide nte cuando un objeto o bstaculiza la inspiración y se hace ent ra r el aire co n viole ncia, entonces no se filtra ningún 67 olor y pasa sólo el aire limpio de olores. Sus do s va riedades, que ca rece n de nombre, no las con stituyen mu chas especies simples, sino q ue aquí hay qu e dividir claram ent e sólo en dos clases: lo placentero y lo doloroso. Éste hace áspe ra y viole nt a toda la cavidad qu e poseemos entre la ca beza y el ombligo, aq uél la t ra nquiliza y la retorna amablement e a la situa ció n que le es natural. Debemo s trat ar a hora en nuestra investigación nuestro tercer sentido, el oído: por qu é ca usas se producen sus pro~
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cesa s. Suponga mos , en general, po r un lad o, la voz, transmitida por el aire co mo un golpe a tr avés de las orejas, del cerebro y de la sa ngre hasta el alma y, por otro, el movímiento co menzado por ella, a partir de la cabeza y que ter mina e n la sede hepát ica: la audició n. Cu ando es rápid a, es aguda ; si es más lenta, es más gra ve, y la regu lar es un ifo rme y sua ve; la con t ra ria, áspe ra; poten te, la que es ab und a nte, y la opuesta, débil. La a rmonía de estos movi- e mientas debe ser co nsiderada en lo q ue ha de ser t ratado
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más adela nte. \J i'
de
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fuego que a van za d esde el lado contrario. Cuand o un fuego salt a como un rayo mientras otro ent ra y se apaga en la hum edad y, en esta conmoción, nacen múlti ples colores , llamamos a este fe nómeno destellos y denomina mos a lo h qu e lo pro du jo brillante y esplend oroso. El ti po de fuego interm edio es el q ue, a pesar de mezclarse con la pa rte húmed a de los ojos , cuando la alcanza no es res plandeciente. Ap licamos el nombre de roj o al rayo de fuego mixto 4,U C atra viesa la humedad y d a un co lor sa ngre. El brillant e mezclado con el roj o y el blanc o es cas ta ño rojizo . Aun q ue alguien lo supiera, no t ie ne sentido dec ir en qué ca ntidad está n mezclado s estos com po nentes, de los que nadi e podr ía da r una demostr ación exacta o hace r una exposición media namente pr obable. C iertamente, el rojo, mezclado con e el negro y el blanco produce el púrpura; el gris amarronado se origina cuando a ést os, que han sido mezclados entre si y quemados, se les agrega más negro. El rojo a marillento nace de la mezcla del cas ta ño roj izo y el gris; el gris, de l blanco y el negro ; el amarillento, cua ndo el bla nco se mezcla con el castaño rojizo . El blanco, cuand o se un e al brilla nte y se hace int enso en direcci6n al negro, produce el color azul oscuro; el azul oscuro mezclado co n el bla nco da el verde azulado , el rojo a ma rillento con el negro da el verde J suave. Es casi evid ente a part ir de esto s eje mplos co n qué mezclas el resto podría salva r el mito probab le. Si alguno pretend iera obtener una prueba po r la ob servación de sus efectos, igno raría lo qu e diferencia la nat uraleza di vina de la hu mana: que dios sabe y es capaz al mismo tiempo de conve rt ir la multiplicid ad en una unid ad por medio de una mezcla y ta mbi én d e d isolver la unidad en la multiplicidad, pe ro ningu no de los ho m bres ni es ca paz a hora de ninguna de estas cosas ni lo será nunca en el fut uro. r El a rtífice del se r más bello y mejor entre los que devie nen recibió ento nces todo esto que es así necesari am ent e,
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cua ndo engendr6 al di os independ ient e y más perfecto . Au nque utiliz6 para ello t odas esta s ca usas au xilia res, fue él qu ien ensambló en todo lo que dev iene la buena disposició n. Por ello es necesa rio distinguir entre do s tipos de ca usas, uno necesario, el ot ro divino , y con el fin de alca nzar la felicida d ha y qu e busca r lo divino en tod as partes, en la 69 medida en que nos lo permita nuest ra naturaleza. Lo necesario debe ser invest igado por aque llo , puest o que debemos pensa r que sin la necesidad no es posible com prender la ca usa d ivina, nuest ro único objeto de esfuerzo, ni cap tarla ni par ticip a r e n alguna medi da de ella. Ahora q ue, al igual q ue los ca rpinteros la mader a, tenem os an te no sot ros los tipos de causas qu e se ha n decant ado y a partir de los cuales es necesari o entreteje r el resto del discu rso , volva mos un insta nte al comi enz o para marchar rápidamente hast a el punto desde donde vinimos hasta aquí e intentar poner una coronación fina l al relat o b que se ajuste a lo a nterio r. Co mo ya fuera d icho al principio, cua ndo el univ erso se enco ntraba en pleno desorden, el dios introdl!io en cada uno (le sus compo nentes las·p rol2or-- clo nes nec~sari~; i~ arac.o ns ¡go~ yp~ra c0!l..E re~to los hizo tan p ro p o rc i o nad.~.s..L~r.!!lQ.l}jfº ~co !l19Ie fue P.2~_i:.-. ble•.Entonces;-ñáda pa rticipab a ni de la proporción ni de la medida , si no era de mane ra casual, ni nada de aque llo a lo qu e actua lmente da mos nom hres tales como fuego, agua o alguno de los rest antes, era digno de llevar un nombre, sino e que primero los orde nó y, luego, de ellos compuso este unive rso, un ser viviente qu e conte nía en si mismo tod os los seres vivientes mortal es e inmortales. El dios en person a . se co nvie rte e n a rtífice de los seres d ivinos y ma nd a:-1l"}Us._ criat uras lIeva r- a - ca boel nacim iento de los mo_~~.I ~s-,- C ua ndo éstosrecibieron. un .p r ¡m,i ploJrI_!!!2.!1!!!~__alm a.je .; t orncaronUñC~erpo mortal alrededor u, a imitación de lo
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Se trata de la cab eza [cf. F. M .
COR:oIF ORIl ,
Cosmoiogy. página
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que él habla hecho. Como vehícu lo le dieron el t ronc o y las ext re midades en los qu e a nida ro n otra especie de alma. la d mo rtal, que tie ne en 51 p rocesos terribles y necesari os: en pr imer Jugar el placer, la incitación may or al mal, después, los dolores, fugas de las buenas accio nes, además, la osadía y el temor, do s consejeros inse nsato s, el ape tito , dificil de consolar, y la espe ra nza, buen a sed ucto ra. Por med io de la mezcla de todos estos elementos con la se nsibilidad irracio nal y el des eo q ue todo Jo inte nta compusie ron con necesidad " el alma mo rtal. Por esto, co mo los d ioses meno res se cuida ban de no ma ncillar el género di vino del alma, a menos que fuera totalmente necesario, implantaro n la pa rte morta l en otra parte de l cuerpo separad a de aq uée !la y construyeron un istmo y límite entre la ca beza y el tr onco, el cuello, co locado entremed io para que estén separadas. Ligaron el género mort al del alma al t ron co y al asl llamado tórax . Puesto que una parte del alma mortal es por natu raleza mejor y ot ra peor, volvieron a d ividir la cavidad del tóra x y la separaron con el d iafrag ma col ocado 70 en el med io, ta l como se hace con las hab itaciones de las mujer es y los ho m bres. Impla nta ron la parte belicosa del alma que participa de la valentía y el coraje más cerca de la cabeza, entre el di afragma y el cuello, para que escuche a la raz6n y junto co n ella coaccio ne violentamente la part e ap etit iva, cua ndo ésta no se encuentre en abso luto dispu esta a cumplir volunta riame nte la orde n y la palabra b proveniente de la acrópol is. Hicier on al co razó n, nudo de las venas y fuente d e la sangre que es d ist ribu ida impet uosa mente por todos los , la ha bitac ió n de la gua rdi a, pa ra que , cuando bulle la fur ia de la parte vo litiva 28 1, n. 1), mientras que el resto del cuerpo es utilizad o como vehlculo. Vid. supra. 44d -46c. II andgk aios hac e referencia aqu í 11 la acció n del segun do principio que inter viene en la com posició n del mundo , la necesidad .
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porque la razón le comunica que desde el exterio r los afecta alguna acción inj usta o, tambié n, algun a proveniente de los deseos internos, todo lo qu e es sensib le en el cuerpo perciba rá pidamente a tr a vés de los est rechos las recomendaciones y amenazas, las obede zca y cumpla t ot alment e y permita así que la pa rte más excelsa del alma los d omine. Co mo previeron q ue, en la pa lpitación del co razó n ante la t expecta tiva de peligros y cua ndo se despi ert a el coraje, el fuego era el origen de una fermentaci ón ta l de los encole rizados, idearon una forma de ayuda e implan tar on el pulmó n, débi l y sin sa ngre, pero con cuevas interiores, agujereadas como espo nj as para que , al recibir el aire y la beb ida, lo enfríe y otorgue alie nto y t ra nq uilidad en el d incendio. Por ello , cortaron canales de la arteria en dirección al pulmón y a éste lo coloca ron alreded or del coraz ón, como una almohadilla, para que el corazón lata sobre algo que cede , cuando el coraje se excita en su interior, y se enfríe , de mod o que sufra menos y pue da servir más a la razón con coraje. Ent re el di af ragm a y el límite hac ia el ombligo, hiciero n ha bit a r a la parte de l alm a qu e siente apetito de comidas y bebi das y de todo lo qu e necesita la naturaleza co rporal, para lo cual construyeron en todo este luga r como una r espec ie de pesebre para la alime nt aci ón del cuerpo. AI1l la at aron, po r cierto, como a una fiera salvaje: era necesar io c riarla ata da, si un género mort al iba a ex isti r realmente algun a vez. La coloca ron en ese lugar pa ra que se a paciente siempre junto al pesebre y ha bite lo más lejos posible de la pa rte de liberativa, de modo que cause el men or ruid o y alboroto y permita refle xiona r al elem ento superior co n t ranquilidad acerca de lo q ue conviene a todas las partes , 71 tanto desde la pers pect iva común com o de la particular. Sabían qu e no iba a comprender el lenguaje racional y que, aunque lo pe rcibiera de alguna manera, no le era propio
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ocu parse de las pal ab ras, sino que las imágene s y apariciones de la no che y. más a ún, del dí a la a rr astra ría n co n sus b hechizos. Cierta me nte, a esto mis mo 86 tendió un dios cuando co nstruyó el hígado y lo co locó en su ha bitáculo. Lo ideó de nso , suave , brill ante y e n posesión de dulzura y a margura, pa ra que la fuerza de los pensa mientos proveniente de la inteligencia, reflejada en él como en un espejo cua ndo recibe figu ras y deja ver imágenes, atemorice al alma ape titiva. C ua ndo utiliza la parte de amargu ra innata e. irrit ada, se acerca y la a me naza, entre mezcla la amargura ráp idamente en todo el hígado y hace ap arecer una co loración ama rillenta, lo cont rae to ta lmen te, lo arruga e y hace áspero, dobla y cont rae su lóbulo, obtura y cierra sus cavid ades y acce sos, ca usa do lores y náuseas. Cuando, por ot ro lad o, alg un a inspi ración de suavi dad pro veniente de la inteligencia dibuja las imágenes contra rias, le da un reposo de la amargu ra , porque no quiere ni mover ni entra r en o con la naturaleza qu e le es contraria, y le ap lica al hígado la dulzura que se encuent ra en él l1 . d En to nces, e ndereza todo el órga no , lo suaviza y liber a y hace agrada ble y de bu en carácte r a la parte del al ma que hab ita en el bfgado y le ot orga un estado a pacible du rante la noch e con el do n de ad ivinación du ra nte el sueño, ya qu e éste no participa ni de la ra zó n ni de la inteligencia. Como nuestros creadores record aba n el manda to del pad re c ua ndo orden ó hacer lo mejor pos ible el géne ro mort al, pa ra d isponer también así nuestr a pa rte innoble, le d iero n a ésta la ca pacid ad adivinato ria co n la finalidad de que de alguna manera ent re en con ta cto con la verd ad . Hay una prueba con vince nt e de que dios otorgó a la irracionalidad
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" E. d. a arrastrarla. F. M. COR NFORD (Cosmo iogy, pág. 286, n. 2). Es innecesar io sup o ner aqul un segundo g!ykylt'li como hace F. M. Co RNHJR D (Cosm% l1Y. pég. 287, n. 3}. 11
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humana el ar te adivinatoria. En efecto, nad ie ent ra en co ntacto co ii-la adlvinadÓ~--fnsp irada y verdadera en estado co nsciente, sino cua ndo, du rante el sueño, está imped ido en la fuerza de su inteligencia o cua ndo, e n la e nfer med ad, se libra de ella por estado de fren esí. Per o corresponde a l pr ude nte en tender, cuando se recuerda, lo que dijo en sueños o e n vigilia la naturaleza adivinatoria o la frenética y a naliza r con el razona miento las eventuales visio nes: de qu é ma ner a indican algo y a qu ién, e n caso de q ue haya sucedido, suceda o vaya a sucede r un malo un bien . No es 12 ta rea de l qu e cae e n trance o aún está en él juzgar lo que se le apareció o lo que él mismo dijo, sino que es correcto el a ntiguo d ich o qu e afirma que sólo es pr op io del pru dente hacer y conoce r lo suyo y a sí mism o. Por ello, cierta mente, la cost umbre colocó por encima de las adivi nas inspiradas al gre mio de los intérpretes, como j ueces. A éstos algun os b los llaman adivino s, porque ignoran ab solutamente qu e so n intér pretes de lo qu e ha sido dicho de manera enigmática y de las visio nes, pero para nada adi vino s, sino qu e su den ominación sería, con a bsoluta justicia, intérprete. Por eso, la nat uraleza del hígado es tal y se encuent ra e n el lugar q ue dij imos, a sa ber, pa ra la adivinación . Además, ta l parte tiene signos muy precisos en todo ser viviente, pero cuando es despojada de la vida, se oscurece y sus signos ad ivinatorios se e nturbia n dem asiado co mo para indica r algo cla ra mente. A su izq uierda se halla la estructura y e asiento del órgano vecino, el bazo , para mant ener al hígado en tod a ocasión brillante y limp io, co mo un trapo para limpiar un espejo se encuentra siempre listo ju nto a él. Por ello , cua ndo a causa de enfer medades corporales se originan algu nas imp urezas alrededor del hígado , puesto que el bazo es hueco y sin sangre, su porosidad las asimila y purifica complet amente. D e ahí que, al llenarse de los elemen- d tos purificad os, au mente de t amaño y se hag a purulento, y,
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nuevamente, despu és de que el cuerpo se haya pu rgado, se achique y se reduzca a su estado anter ior. En lo que concierne al alma , cuánto tiene de mortal y cuánto de divino, de qué manera fue cread a y en qué órganos habita y po r q ué causas lo hacen en partes separadas, s610 afi rmaríamos que así como está expuest o es verdadero, si un dios l o aprobara. Sin emba rgo, tanto ahora como después de una consideración más detallada hemos de arriesgarnos a so stener que hemo s expuest o al menos lo pro bable. Ten g ámos lo, por tanto, por afirmado. De la misma man era, deb emos investigar el tema sigu iente: cómo surgió el resto. del cuerpo. Convendría, sobre t odo, que la exposición fuera a partir de un razonamiento como el que sigue. Nuestros creadores conocían nuestra futura intemperan cia co n las bebidas y comi das y que po r glotonería consumiríamos m ucho más de lo que es mesuradamente necesario. Entonces, pa ra p reven ir q ue no hubiera una dest rucción rápida po r enfermedad e, imperfecto, el género mortal no se extinguiera al pu nto sin haber llegad o a la mad urez, colocaron la cavidad llamada inferior como recipiente contenedor de la bebida y comida sobrantes. Enrolla ron los int estinos para que el alimento, con su rápida dispers ión , no obligara al cuerpo a necesitar enseguida una nueva comida; ya q ue así produciría una insaciabilid ad que had a que por su glotonería la especie humana no amara la sa bid ur ía ni la cien cia ni obedeciera las indicaciones de lo que hay de más divino en nosotros. Los huesos, la carne y los elementos semejantes fueron cread os de la siguiente maner a. La médula es el origen de todos éstos; p ues, mientras el alma está atada al cuerpo, los víncu los vit ales da n raíces firmes al género humano, pero la médula misma se origina en otros elemen tos . El dios, al idear una mezcla de t odas las simientes pa ra todo el género morta l, seleccionó de todos los elem entos los tríángulos
primordiales que por ser firme s y lisos eran capaces de proporcionar con la máxima exactitud fuego, agua, aire y t ierra, los mezcló en cantidades proporcionales y confeccio nó con ellos la médu la. Después implantó y ató las partes del alma a ella. En la distribución que hizo al principio, dividió la médula misma directamente en tantas y tales figuras cuantas y cuales especies de alma iba a poseer. H izo totalmente circular a la que como un ca mpo fértil iba a al bergar la simiente divina y llamó a esta parte de la médula cerebro ee, porq ue el recipiente alrededor de ella serí a la cabez a de todo ser viviente una vez terminado. Dividió, además, la parte que iba a retener es el resto mortal del alma en figuras que er an al mismo tiempo esféricas y oblongadas, y llamó al conjunto médu la. Después tend ió de éstas, como de a nclas, atadura s de toda el alma y construyó todo nuestro cuerpo a su alrededo r 90, para lo cual primero rodeó el conjunto con una cobe rtura ósea. Construyó el sistema óseo de la siguient e manera. Tamizó tierra limpia y suave y la mezcló y mojó con médula. Despu és, colocó la masa resul tante en fuego; a continuación la ba ñó en agua, nuevamente en fuego y otra vez en agua y la fue poniendo así alt ernativamente en uno y en otro hasta qu e la hizo tal que ninguno de los dos elementos puede fund irla ni disolverla. Con este comp uest o torneó una esfera ósea alrededor de su 9 1 cer ebro, a la que dejó una salida estre~ Hay aq uí un juego de palabras intrad ucible al castellano entr e 'cerebro ' (egkJphalo s) y cabeza (kephalt). 8' kalh éxein según la traduc ción de A. E. T AYLOIl (Commenla ry, página 522), adoptada por F . M. C ORNFORP (Cosmology . pág . 293. n. 4) y KL. W IPPR A ntmatos. pág. 155). ' 0 pert toiuo no es co mo afirm a A. E. TAYLOR (Com me nlary, pág ina 523) el alma. ni como sostiene F. M. CORNFORD (Cosm% gy, págin a 294, n. 2) el cerebro y la médula, sino simplemente la méd ula. Es evidente que el cuerpo no se construye alrededor de la cabeza. " oulOÜ se refiere a la criatura q ue está siendo creada en ese momento
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chao Mo ldeó vért e bras óseas alrededo r de la médula del cuello y de la espa lda y las extend ió como pivo tes desde la ca beza a 10 la rgo de tod o el tr onco. De esta maner a, co n el fin de preservar toda la simiente, la pro tegió con un cercad o pétreo al que puso arti culac iones , insert ando entre ellas la fuer za de lo diferente par a el mov imiento y la ñeb xión. Como pensó q ue el tejido óseo, más frág il y ríg ido de lo deb ido, si se cale nta ba y vo lvía a enfriar, se ulce ra ría y corrompe rla ráp idamente la simie nte qu e se enco ntra ba en su interior. ideó los tendones y la ca rne : los primer os para lograr un cuerpo flexible y ex tensible, por medi o de la unió n de to dos los miemb ros a t ravés del género de los tendon es q ue se tensa y relaja al rededo r de los pivotes; respect o de la ca rne consideró que servi ria de protección contra las quemaduras, vall a contra tos frias y, además, repa ro e en las caldas como las prend as de fieltr o, pu esto qu e cede a los cue rpos blanda y suaveme nte y posee una hu medad cálida dent ro de ella , de mod o que mientras t ranspira y se hu medece dura nte el vera no, prop orciona ndo en tod o el cuer po un frío a pro piado, dura nte el invier no , en ca mbio, recha za adecuadame nte la esca rcha exterior circundante con su ca lidez . Co n estos pen sam iento s, el mod elad or de cera hizo carne jugosa y blanda. Pa ra ello, mezcló y ti ens ambló agua, fuego y tierra y, después, compuso un ferment o de ácido y sal que agreg ó a la mezcla. Par a los tend ones hizo una combinación de características intermedias de la mezcla de hueso y carne sin ferm e nto y agregó colo r dorado. De ahí que los te ndones ob tuviera n una mayor elas t icid ad y viscos id ad que la ca rne, pero tam bién ma yor bla nd ura y humedad que los huesos. El di os rodeó con estos tejidos los hu esos y la méd ula: los ató ent re sí con 74
y depende de egkép halon [cf F. M. CORNFORO, Cosmu lugy , p ág. 29S, n. 3).
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tendones y luego cubrió todo co n ca rne desde la parte superior. Protegió co n muy poca ca rne la.s pa rte s de los ~ huesos qu e más alma cobijan; las más inanimadas en su interior, con mucha y densa. Además, en las uniones de los huesos, d ond e su razonamiento le mostró que no era de ning una necesidad, hizo nacer poc a carne, para q ue ni entor pecie ra el t ras lado del cuerpo por ser un ob stác ulo para las fle xiones, ni éste se moviera co n d ific ultad , ni, por encontra rse e n gra n ca ntidad y alta densidad y co mpresión, ocasio na ra insensibilidad po r su so lidez e hiciera la inte ligencia torpe e n el recuerdo y superficial. Por ello, lle nó de carne los muslos y piernas, las cade ras y los huesos de brazo s y a nte brazos y todos los que en noso tros son 7~ ina rticul ados y po r la poca ca ntidad de alma en la médula está n vacíos de inte ligencia. Rodeó con menor ca nt idad de ca rne todo 10 qu e tiene inteligen cia - excepto algú n órgano que hizo t ot almente de ca rne po r la per cepción , co mo la lengua - , mas la mayoría la hizo de aq uella manera. Pues la nat uraleza nacid a de y criad a por la necesid ad no ite h en a bsoluto una estruc tura ósea densa y mucha ca rne junto con una percepció n agud a. Sobre tod o se hab ría dado dicha com binació n en la est ructura de la cabeza, si am bos elementos hubier an querido coincidir, y el género hu man o, con una cabe za carnosa, llena de tendones y más fuert e sobre sí, habrla alcanzado una vida el doble o muchas veces más larga, más salud able y meno s dolorosa que en la act ua lidad . Pero los c readores de nuest ra raza. cuando se plan tea ron si debían crear un género que viviera más tiem po pero peor o uno que viviera men os, pero mejor, e coincid ieron en q ue lod o el mund o debe, sin dudar lo, preferir la vida más corta pero mejor a la más la rga pero peor. P or tanto, cubrie ro n la ca beza con h ueso po roso . mas, puesto que no tiene pun tos de flexión, no la rod ea ron de carne y tendones. P or todo esto, fue agregad a una cabeza
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al cuerpo de todo hombre, más sensible e inteligente, pero también mu cho más débil. Po r estas mismas causas, el dios extendió así los te ndo nes e n circulo hast a el ext remo de la d ca beza y los pegó alrededor del cuello por medio de la semejanza 92 y a tó a ellos las ma nd íbulas baj o el rostro; y el resto lo espa rció en tod os los miem bros, uniend o articulación con artic ulac ión . Nuestros artífices disp usiero n las ca racte rísticas de nuest ra boca con dientes, lengua y lab ios, tal como ahora es tá ordenada, a ca usa de lo necesa rio y lo mejor, ya que la idearon pa ra entrada de lo necesa rio y , como salida de lo mejor. Pue s todo Jo qu e ent ra par a da r alimen to al cuerpo es necesario, y la corriente de palabras, cuand o fluye hacia afuera y obedece a la inteligencia, es la más bella y mejor de todas las corrientes. Adem ás, ni era posible dejar la estructura 6sea de la cabe za desnu da por el exceso de Irío o calor en cada un a de las est aciones, ni pasar por alto que cubierta se volverla obtusa e ins ensible po r la cantidad de ca rne. De la ca rne no seca sepa raro n 76 una corteza excedente mayor, lo qu e a hora se llam a piel, que a ca usa de la humedad del cerebro avanz ó hast a juntars e consigo misma y revisti ó la ca beza e n cír culo co mo si fuer a un retoñ o. l a humedad , que sube de ab ajo de las sut uras, la irriga y cierra e n la coronilla , atándola co mo un nudo. l as va riadas sut uras se prod uje ron po r la fuer za de las revo lucio nes y de la alime ntación; si éstas lucha n más ent re si, será n más; e n caso co ntrario, me nos . l a part e b divina perfo r6 con fuego tod a esta piel en círc ulo. Cuando la perforaci6n de la piel hizo que la humedad se esca para al ' ) nom oi6u/Í es un dativo instrumenta l. la significació n del giro puede entenders e a par tir dc 74aS-6. As! como lo diferente es el origen del movimient o de la colu mna Y. por ende, de la parte inferior de la méd ula, lo mismo lo es de la per man encia de la ca beza y de la parte superior de la méd ula. Aq uí se observa una velo más la acción de los dos principios últimos de la filosofla platónica.
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exte rior por sus poro s, salieron to da la hu medad y el ca lor pu ros, pero la mezcla de ést os que compo ne la piel se elev6 a ca usa de la salida y se exte ndió mucho hasta ser tan tenue como la perforación, pero, debido a su lenti tud, repelida al inter ior por el aire ex ter ior circundante, se e nroll6 y echó ra fees debajo de la piel. Por esto s procesos, nació el pelo en la piel, a unqu e empa rentado con ella en la fibros i- r dad, más duro y denso po r el proceso de contracció n por enfria mie nt o qu e sufre cada pelo cuando, al sepa rarse de la piel, se enfría. Con est o, nuestr o hacedor hizo la cabe za pilosa, po r las ca usas mencionad as y porque pensó qu e tenia q ue tener una cobert ura liviana alrededor del cer ebro en vez de carne pa ra su seguri da d, que proporcion ara en ti verano y en inviern o suficiente so mbra y cubrimiento , sin convertirse en un impedime nto de la buena percepci ón. En el ent re tejido de los tend on es, piel y hue sos qu e rod ea los dedos , de la mezcl a de los tres eleme nto s y de su secamiento se origin ó una piel dura, qu e, si bien rea lizaron estas ca usas aux ilia res, la inteligencia, la causa principal, hizo por tod os los q ue iba n a nacer e n el fut uro . Como los que nos con st ruyero n sa bía n que en algu na oport unidad de t los hombres iba n a nacer las m ujer es y las restantes bestias y se perca taro n de que mucho s an ima les t ambién necesitarian usa r las uñas a menu do, por eso modela ron en los hombres que esta ba n naciendo en ese momento pri ncipios de uñas. Por estas razon es, nac ier on en las pu ntas de las extr emidades la piel, los cabe llos y las uñ as. Cuando ya estaban todas las pa rtes y miem bro s propios de un ser viviente mortal, y tení a que pasar necesari a mente n su vida entre fueg o y aire, y, como era disuelto y vaciado por ellos y se desg astaba, los dioses conci biero n un a ayuda para él. Mezclar on una naturaleza relacio nada co n la humana con otras figur as y sensaciones, de modo qu e hubi era u n ser viviente diferente, y la plantaron. Los ár boles, plan-
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t as y simientes do mésticas actuales, cultivadas por la agricu ltura, fueron domesticad as para nosot ros, pero antes exis" tía n sólo los géne ros salvajes, que son más ant iguos que los do mésticos. En verdad, todo lo que eventualmente par ticipa de la vida de berla ser llamado con j usticia y con la mayor corrección ser viviente. Lo que ahora mencionamos posee al menos la tereera especie de alma, de la que el discurso afirma qu e se asienta ent re el diafragma y el o mbligo y no parti cipa en nada de la opinión ni del razonamiento ni de la inteligencia, sino de la percepci ón placentera o dol orosa aco mpañada de los apetito s, pues tod o lo realiza por med io de la pasión y, cua ndo percibe algo de sí misma, su ( origen, por naturaleza, no le perm ite razonar [como razona el alma racional que] gira sob re sí misma, rechaza el movimiento proveniente del exterior y utiliza el pr op io e. Por ello, aunque vive y no d ifiere de un animal, enraizado en un lugar, está fijo, porque ha sido des pojado del mov imiento prop io. Una vez que nuestros supe riores hub ieron plantado para nosot ros, sus inferiores, tod as estas especies para nuestra alimenta ció n, a brieron canales en nuestro cuerpo, co mo en un jardln, para qu e fuera irr igado co mo desde una d fuente. En primer lugar , co rt aron d os venas dorsales como canales ocultos bajo la unión de la piel y la ca rne, dado qu e el cue rpo es gemelo a la derecha y a la izquierda. Las co locaron ju nto a la colu mna vertebral, con la méd ula generadora ent re ellas, pa ra qu e ést a alca nza ra el mayor vigor 93 Aqu í se oponen las circu nvolucio nes pro pias del nus a la act ividad del alma ape titiva. No es necesario cambiar phy sei por phjú n como propo ne F. M . CORN FORO (Cosmo íogv , pág . 302, o. 2). Las espec ulacio+ nes filológicas sobre el hiato no son un arg umento para cambiar la lectura unánime de los manu scrito s. Propongo para páschon no el significado de «sufrir. dad o qu e la referencia aq uí no es la concepció n modern a de la vida vegetal , sino la noción plató nica de alma apetitiva que se rige por la pasión en oposición a l movimiento reflexivo del alma racional.
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posible y el flujo originado desde allí, al ser descendente, fuera abund ante y proporcionara una irrigación equilihrad a al rest o del cuerpo . Des pués dividieron en dos las venas que circu lan alrededor de la cabeza, las entrelazaron entre si y las hicieron fluir en di rección contraria, pa ra lo cua l t inclinaron algunas de la derech a hac ia la izq uierda del cuerpo y otr as de la izqu ierda hacia la derecha para qu e hubiera otro vinculo entre la cabeza y el cuer po ju nto co n la piel, ya qu e ést a no estaba ceñida alrededo r de la coronilla por tend o nes, y, además, pa ra qu e desde cada un a de las partes se hiciera evide nte a todo el cuerpo el proceso de percepción . Desde allí prep araron la irrig ació n de una mane ra que observa remos fácilmente si aco rdamos de an- 18 temano lo siguiente, que todo lo que está compuesto por elemento s menores es impe netra ble a los mayores, pero lo que está compuesto de mayores no puede dete ner a los menores, y que el fuego es el elemento que tiene las part ículas más peq ueñas , por lo que atraviesa agua, aire, tierra y tod o lo que está hecho de estos elementos, pero ningun o de ellos pu ede imped irle el pa so. Lo mismo hay que suponer de la cavidad de nuestro tronco, que ob struye el paso de las co midas y bebidas cuando caen en ella, pero no puede detener el aire ni el fuego, dado que están compuestos de b partícu las menores que las que tiene su estruct ura. Dios util izó estos dos elementos para el siste ma de irr igación que va de la cavidad del tronco hacia las venas, un tej ido de aire y fuego como las nasas que sirven para atrapar peces, con ingresos dob les en la ent rada, de los que, a su vez, uno tiene una bifurcación. Desd e los pa sajes de ent rada extendió co mo aderras alrede do r de todo el órgano, hast a el extremo del tejido. Hizo t odo el interior del tejido de fuego y la entrada y la cavidad de aire " . Des pués lo tomó y se 10 e ,~ Pan la explic a ció n de este pasajc, cf. F. M. IOKY, págs. 30&-312).
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colocó al ser viviente que habl a mod elado de la siguiente man era: puso la d ob le ent rada '" en la boca e hizo bajar una pa rte po r los t ubos bro nq uiales hacia el pulmón, y la ot ra a lo la rgo de ello s a la cav idad del t ronco . Dividió después el otro acce so en dos e hizo term inar cada parte co njuntame nte en los co nd uctos de la nar iz, de modo que cua ndo no funcio na el de la boca . desde esta ent rada se pueden llenar todos sus flujos. Hizo crecer el resto de la d cavidad de la nasa alrededor de tod a la concavida d de nuestro cuerpo y que, unas veces, tod o co nfluya suavemente haci a los s, puesto que es de aire , y, otras , que las ent radas reflu yan y qu e el tejido, como el cue rpo es poroso, se hunda ha cia ad entro a t ravés de él y nuevamente salga. Los rayos de fuego interior, atados, siguen en ambas direccion es el aire qu e ent ra y esto no deja de suceder mientras el an imal está con vida. Dec imo s que el que da los r nom bres llamó a es te proce so ins piración y espiración. Este fenómeno le sucede a nue stro cuerpo cuando se humedece y enfría pa ra alime ntarse y vivir. Cuando en el interior el fuego toma o co n el aire qu e entra y sale y lo sigue, se eleva continua mente para int roducirse a tr avés de la cavidad , donde reci be los ali mentos y bebidas que d isuelve 79 y divide en pequeñas part ículas, co nd uciéndolas a través de las salidas po r las que ha bia en trado , y, co mo desde un a fuente en los ca na les, las vierte e n las venas , y hace fluir los hum ores de las vena s a través del cuerpo como a través de un ac ued ucto . 01 Dc lgraei adament e , los co mentad ores ( F . M. CoRN FoRD , Cosmo ¡ogy. pág. 3 12; KL. WIll l>R A , Tímaios, pág. 169) siguen la desacertad a e xplicació n d e A. E. ·r." VI.OR (Commemary, pág . 551) Y G . S T A LlJl.o\UM (Timaeus) contra T It. H . M A RTl N (tlUdes) d ando así una versión del text o q ue co ntradice la descri pción de 78b4-6. A pesar de lo qu e pretenden estos intér pretes, lO mi-n Ion tgkyrtion no es un a perlírasis por ¡ti egkyrt;Q, sino que el lb m én es corres po nd ido no po r el 16 d ' de e 5, sino por el 16 d ' héleron de e 6.
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Veamos ot ra vez el proceso de respira ción, por med io de q ué ca usas llega a ser t al como es a ho ra, Se prod uce de est a ma nera , entonces, pu esto q ue no hay un vacio en el b que pueda ingresar un cuerpo en movimiento y el aire se mueve de nosotros hacia el exterio r, lo q ue se sigue de esto es ya evide nte para cualq uiera: que no sa le al vacío , sino que empuja la susta ncia vecina fue ra de su región . Lo e mpujado siempre desplaza, a su vez, a lo que le es vecino y, según esta necesidad , todo es arrastrado co ncatenadamente hacia el lugar de donde partió el aire , entra allí, lo llena y sigue al aire. Todo est o sucede simu ltá neamente como el rodar de una rueda porque el vacío no e xiste. Por r ello, el pecho y el pulmón, cuando exhalan el aire. se llenan nueva mente del qu e se encuentra alrededor del cuerp o, qu e es hundid o y arrastrado a través de la carne porosa. Además, cua ndo el aire se vuelve y sale del cuerpo. empuja el hál ito hac ia dentro por el camino de la bo ca y la doble vla de las fos as nasales. Hay que suponer la siguiente causa de d su origen. Todo animal tiene sus part es internas muy ca lie ntes alrededor de su sa ngre y sus venas, co mo si pose· yera e n si una fuente de fuego. C iertamente, lo que hablamos asemejado al tejido de la masa. está totalmente em rerejido co n fuego en su cent ro, y el resto, la pa rte exte rio r, con aire. Debemos acordar que el calor sale natur almente a su regió n propia en el exte rio r, pero co mo hay dos salidas, una por el cuerpo y otr a po r la boca y la nariz, cua ndo el t fuego ava nza ha cia una de ella s, e mp uja a lo que está alrededor de la otra y lo empujado cae en el fuego y se calienta. mien tras que lo que sale se en fria. Si la temperat ura cam bia y el aire que se encue nt ra en un a salid a se calienta más, se apresura a retornar a aquel lugar de donde pa rti ó y, al moverse hacia su naturaleza pro pia. empuja al que se desplaza por la otra sa lida. En la medida en qu e sufre siem pre los mismos procesos y desencadena a su vez
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los mismos fen ómeno s, gira así en un círculo aquí y allí y posibilita, producto de a mbas ca usas, que se prod uzcan la inspiración y la espiració n. Además. debem os investigar de esta man era las ca usas 80 de los efec tos de la s ventosas medic inales, de la deglución y de los pro yectiles. q ue una vez lanzados van po r el aire o se mueven sobre la t ierra, y de todo s los so nidos, ráp idos y lentos, que parecen agudos y graves, unas veces desafinados por la d isimilitud del movimiento que producen en no sotros y otras acordes, por la semej anza. En efecto, los movim ientos m ás lento s alcanzan a los primeros y más rápidos cuando se están apagando y se asemejan ya a aque llos movimientos con los qu e los mueven los sonido s emitíb dos posteriormente y, cuando los alcanzan, no los desordenan con la intercalación de otro movim iento, sino que unen el comienzo d e un a revolu ción más lenta y acorde con la más rápida que se est á apagando y conforman una sensació n mezcla de agudo y grav e, con la que proporcionan placer a los brutos y felicid ad a los inteligent es, porque en las revoluciones mortales se produce una imitación de la e armo nía divina. Y, además, todas las corr ientes de agua y también las cald as de rayos y la sorprendente at racción de los ámba res y de las piedras herácleas: ninguno de estos fenómenos posee un a fuerza ta l, sino que al que investiga adecuad amente se le hará evidente que el vacío no existe, que t od as estas cosas se empuja n cíclicamente entre sí y que, por sepa rac ió n o reuni ón, tod os los elemen tos se tr asladan a su región p ropia, cambiand o de sit io, así como qu e tos fenó menos ma ravillosos son p roducto de la combinació n de estos procesos entre sí. d En especial , la respi ración , de donde partió nuestra expos ició n, surgió as! por estas causas, como fue dicho anteriormente, po rque el fuego corta los alimentos y, al oscila r den tro, sig ue al aire y desde la cavid ad llen a las
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venas en su oscilaci ón , porque viert e desde ellas las sustancias que ha cortado . Est a es la ca usa, por cierto, de que las corrientes de la alimentaci ón fluyan así en tod o el cuerpo de los animales. Las part ículas que acaban de ser separadas de las sustancias alimenticias, unas de fru tos, otras de hierba, que dios plantó para alimento, son de variados colores , a causa de la mezcla ent re sí. El calor rojo producido por la impresión del corte del fuego en la hum ed ad es el más común en ellas. Por eso , el colo r de lo qu e fluye en el cuerpo t iene el aspe cto que describimos, lo que llamamos sangre, alimento de la carne y de t odo el cuerpo, a part ir de la cual las partes irrig adas llenan la base de lo qu e se vacía. La forma de llenado y vaciado es como la revol ución de 81 todo lo que existe en el universo, qu e mue ve tod o lo afin hacia si mismo. Lo que nos circunda disuelve y d istribuye co ntinua mente las sustancias qu e despide nuestro cuerpo, para enviar las de un mismo tipo hacia su propia especie. Los corpúsculos sanguíneos, por su parte, cortados en nuestro interi or y rodead os co mo por un cosmos por la estruct ura del ser viviente, está n ob ligado s a imitar la revo- b lució n del universo. Por tanto , tran sportada hacia el elemen to afi n, cada un a de las partículas interiores vuelve a llena r lo que se ha bía vaciado en ese momento. Cuando sale más de 10 q ue entra, el conjunto fenece, cuando sale menos, crece. La estructura de un animal joven posee t riángu los element ales todavía nuevos de pies a ca beza qu e está n est recha mente un idos unos con otros, pero su masa es tierna, ya que acaba de ser generada desde la médula y alimentada con leche. Con sus nu evos triángu los, domina y e co rta en su interior los de comida y bebida pro venientes del exteri or, más viejos y más déb iles qu e los suyos y, al alimenta r de muchos corpúsculos semejantes a la jo ven crtat ura, la hace crecer. Cuando la raíz de los tri ángulos se afloja, porque han combatido inte nsamente durante mucho
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tiempo contra muc ho s adversari os, ya no pueden cortar, haciéndolos semeja ntes a ellos a los que ingresan por la alimen ta ció n, sino q ue ellos mismos son di vididos co n facilidad por los que ent ra n del exterior. Entonces, todo el animal se consume vencid o e n est e proceso y el fen ómeno recibe el no mb re de veje z. Finalme nte, cua ndo los vínculos unid os a los tr iáng ulos de la médu la ya no soporta n el esfuerzo y se sepa ra n, desa tan a su vez los vínculos del alma t y ésta, liberada nat uralmente, parte con place r en vuelo , pues tod o Jo qu e sucede co nt ra la natu raleza es do loroso, pero lo qu e se da com o es natural produce placer. Así, la muert e qu e se produce por e nfermed ad o her idas es do loros a y violenta, per o la qu e llega al fin de manera natural con la edad es la me nos penosa de las muert es y sucede más con placer que con dolor. Para todos es evidente, me par ece, de dó nde provienen ll2 las e nfermed ades. D ad o que los eleme ntos de los qu e se compone el c uer po so n cua tro, tie rra, aire, agua y fuego, su e xceso o care ncia contra la naturaleza y el ca mbio de la región prop ia a un a ajena producen guerr as internas y enfermedades y, ade más, como los tipo s de fuego y de los elementos rest an tes son más de uno, tam bién el hech o de que cada uno reciba lo que no le es conve niente y todas las causas semejantes. C ua ndo algo surge o ca mbia de luga r contra la nat uraleza. se calienta tod o lo qu e a ntes estaba frío y, si e ra seco, después se vuelve húmedo y, si liviano, b pesado, y sufre tod o tipo de ca mbios. Pu es sól o aq uello, afirmamos, que es igu al a una susta ncia desde tod o punto de vista. añadido o sacado en la correcta relación y de la misma manera, perm itirá que ésta siga siendo idéntica a sl misma y perman ezca sa na e Integra. Lo que eventualmente infrinj a algu no de estos princip ios, ya sea qu e salga o entre del exterior, ocasionará mutacio nes múltiples y, por tanto, enfer meda des y corr upciones infinitas. d
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Dado que hay estructuras secundarias por naturaleza, el que pretenda compre nder necesit a cons idera r un segundo ( tip o de enfe rmedades. Puesto que la méd ula y los hueso s, la ca rne y los tendones se componen de los cua tro ele mentos y a un la sangre, au nque de una man era diferente ta mbién proviene de ellos, la ma yorí a de las enfe rmedades suceden de la ma nera mencio nad a arri ba, pero las más grandes y graves se ori gina n cua ndo su fo rmación se da e n se ntido invertido; e nto nces est os tejidos se destruyen. la ca rne y los tendon es na cen naturalmente de la sangre, los tend ones, de la fibrina po r afinidad; la carne, del coágulo que se genera cua ndo se sepa ran las fibri na s. Lo que se d segrega de los tend ones y la carne , resbaladi zo y gras o al mismo tiem po, pega la carne a los hu esos y, alimentad o el hueso mismo que se encuentra alrededor de la méd ula, lo ha ce crecer. El género más puro de triángulos, el mas suav e y graso, cuya filtración es pos ible por la est ructura compacta del tejid o óseo. mien tr as cae y se vierte gota a gota desde los hue sos, irriga la médu la. Cuando tod o sucede de ~ esta mane ra, la salud es buena; las e nfermedades se prod ucen e n el caso co nt ra rio. En efecto, cuan do la ca rne, al disolverse, expulsa nuevamente a las ven as su putrefacció n, la sa ngre, mucha y múlti ple, se mezcla en las venas con aire y adquie re co lo res va riad os y es d ive rsame nte a ma rga . Adem ás, se vuelve ácida y salada y t ie ne bilis, suero y ne ma de todo ti po. Los restos de car ne expulsados y corrompidos acaban prime ro con la sa ngre misma y se mueve n a t ra vés de las venas po r tod o el c uerpo sin pr o- 81 po rcio na rle ningún alimento. Al no poseer ya el orden natu ral de las revo luciones, enemigas entr e si porqu e no t ienen ningún provecho de si mismas, en guerr a con [o estructurado del cuerp o y lo qu e per ma nece en el sitio que le correspo nde, des tru yen y disuelven lo que encue ntran a su paso. Toda la carne qu e se consu me por haber envejecido
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demasiado rechaza ser asimilada y se en negrece po r la lar ga com bust ión y, como es a ma rga porque est á totalh mente ca rco mid a, ataca con feroc idad las pa rtes del cuerpo que todavía no están event ua lmente destruidas. A veces, el color negro adqu iere acidez en vez de a ma rgor porque se ha afinado más la susta ncia amarga; otras, la materia ác id a, bañada por la sa ngre, alca nza un co lor más rojo y, cua ndo el negro se mezcla co n el, se vuelve verdo so . Además, cua ndo el fuego consume ca rne nue va, el colo r amarillo se mezcla con el amargor. Qu izás algún médico les pu so a todos el nombre co mún de bilis o pue de ser ta mbién que haya sido alguien capaz de observar la mu ltiplicidad disít mil y ver qu e en ella hay un ún ico género digno de designar a todos los particul a res. Ca da una de las restantes formas de bilis recibió una defin ición propia según su color. El suero: uno, el suave líqui do acuoso de la sangre; otro, el salvaje de la bilis negra y ácida; cua ndo éste se mezcla por el calo r con la fuerz a salada, tal sust ancia se llama flema ácida. Ad em ás, el q ue se e ncue ntra disuelto junto con ai re, d pro veniente de la ca rne nueva y tierna, cuando se llena de viento, la humedad lo rod ea y, po r este fenó men o, se producen burb ujas, invisibles individualmente por su pequ eñez, pero que , e n co njunto, dan una masa visible y tiene n un co lor blanco por la prod ucció n de espu ma. Deci mos que tod a esta putrefacción de la ca rne tiern a entre mezclada co n aire es flema blanca . Además, sudor, lágrimas y otras susta ncias semeja nt es qu e afluyen y se elimina n diariar ment e son suero de flema reciente. T od os éstos se co nvierte n en instru mentos de las enfermedades cuando la sangre no se llcna naturalm ente de comidas y beb idas, sino que , por el contrario, reci be una cantida d de alimento opuesta a la cost um bre natural 96. Si las enfer medades sepa ra n un ' 6 para /fJUS /¡J phY.reuJ n rímulls no se refiere a un tipo de legalidad /o u· natur al (como par ece en tender A. R IVA, UlJ, Oeu vres, pág. 216:
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trozo de ca rne, pero permanecen sus bases, la mag nitud de la calamida d será la mitad , pues, aú n puede recupe ra rse con facilidad. Siemp re qu e enferma lo que une la ca rne co n los huesos y - po r ha berse separado al mismo t iemp o ' " de 114 los vasos fibrosos en los músculos y de los tendones- ya no es alimento pa ra los huesos y vinculo de la carne con éstos, sino que, en vez de graso, liso y resbalad izo, se hace ás pero y sa lado po r la mala dieta; entonces, cua ndo sufre esto, se desint egra de nuevo to ta lmente bajo la carne y los tendones mientras se sepa ra n de los huesos. La ca rne se precipita con él desde las raíces y deja los tend one s desnudos y llenos de salmuera. Las partícu las de carne, a su vez, b entran en la circulación sang uínea y acrecientan las e nfermedades mencionadas a ntes. Aunque est os procesos co rpora les son graves , so n peores todavía los que va n más allá : cuando el hueso, al no airearse suficienteme nte por la densidad de la ca rne , cale ntado por el moh o, se ca ria y no recibe alimentació n suficiente, sino que , siguiendo el ca mino r /rs rrs humeuI s son / frs in.Jfrwnrnls des m Dwdirs. l orsqur /r sDng n 'rsl p<1S r n"nen u. comme le vna /D na/ ure, p<1r les a/im e"'s el fes bl,uvages, mQiJ qUDnd sa m lllse s' DCClo;1 Jf'/on des tou oppoms il celles de ID T/D/ure; compárese T M. H. M ARTI:"I , Budes, 1, p:!.g. 1, 2D: Toutet ces h um,urs sa nt des ( DUSf"S de maíadies. forsq~ le sang n 'rs/ ptls ",,,,,/,,,u, ( omme i l do il /lf rr nenaelíemem, par le bo i rr r ' fr rmmg <'f, mDiJ quíl li" son D1Im",' d'aif/eu Is, en sens in ver$e, ron /le ks fo iJ dr w nQfur r ), sino a la costu mbre d e inge rir alimentos segu n la na tu ra leza, e. d . no excedéndese en e llos F. M. CORNf'ORD ( Cosmo lo gy. pág . 339, n. 1): 'co ntrery /0 , he /a"" s o[ nature ' is D miuransiaüon . A If rhDI ís meDT/I is the ( USf¡,. mary and normal pl by wh ich bfood is heafrh i ly [o rm ..d No , ó lo erró neo. sino tambi én con trad ictorio, puesto qu e lo qu e la frase significa segú n Cornford es lo qu e niega en la primera oración. " El pasaje está corrupto y los intentos d e reconstr ucció n no han d ado h asta el momento una ve rsión conv incente. Leo h éma en vez de /¡arma co n G. SrA,LLBA UM (Tim aeus). La co njetu ra n áma por ha;ma de F. M. COR NHlRD [Cosmo íogy . pág. 339, n. 2) es difícilment e ex plica ble desde el p un to de vista paleo gráfico, a mén de hacer el texto inco herent e.
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inverso, se desintegra nuevamente en ella, y ésta en la carne y la carne, cuando cae en la sangre, ocasiona enfermedades que son todas más grav es que las anteriores. El caso más ext remo de todos: cuando la médula enferma por alguna carencia o algún exceso , produce las enferm edades más graves e importantes en cuanto a la muerte, porque t oda la natural eza corporal necesariamente fluye en sent ido inverso . Debemos pensar qu e el tercer tipo de enfermedades se ocasiona de manera triple: por el aire, la flema y la bilis. d Cuando el del aire en el cuerpo, el pulmón, obstruido por flujos , no tiene las salidas limpias, el aire, unas veces no llega y otras entra más de lo conv eniente. En un caso, corrom pe lo que no se refresca y, en el otro, violenta las venas y las retuerce, disuelve el cuerpo y es interceptado al alcanzar la barrera en su centro 9B. De estos e procesos nacen innumerables enfermedades dolorosas, a menudo acompañadas de gran cantidad de sudor. En muchas ocasiones, cuando la carne se descompone, el aire generado en el cuerpo, incapaz de salir , ocasiona los mismos do lores que produce cuando entra por las vías obturada s; los más int ensos cuando , al rod ear e hinchar los tendones y las venillas de la espalda 99 tensa los músculos de esa zona y los tendones contiguos hacia atrás. Estas enfermedades son denomi nadas, a causa del fen6meno de tensión, tétanos y cur vación tetánica 100. Su remedio es desagrad ab le, pu es, en verdad, los s de fiebre son los 85 que mejor las curan. Cuando la ne ma blanca se retiene, es peligrosa por el aire de las burbujas. Cuando tiene una ven98 Referencia al diafra gma. 'I'l ta útei se refiere a la zona dorsal (cf. ep ilónu us en e6). 100 Ha y aquí un juego de pa la bras entre el verbo setnein (ex tender, tensar) y la denominación griega de las enfermed ades (télunui, opisthót unOl).
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tilaci6n exte rior, se suaviza y motea el cuerpo , causando la lepra blanca y ot ras enfermedades relacionadas con ella . Cuando se mezcla con bilis negra y se dispersa por las revoluciones más divinas de la cabeza y las convulsiona, es más suave si se produce en sueños, pero si ataca a los qu e está n b despiertos, es más difícil despojarse de ella. Dado que es una enfermedad de la parte sagrada, lo má s justo es llamarla sacra. La nema ácida y salada es la fuent e de todas las enfe rmedades catar rales. Como los lugares hacia los que fluye IOl son múltiples, ha recibido varios nombres. Todas las inflamaciones del cuerpo, llamadas así por el 'quemarse' e 'i nfla marse', se produce po r la bilis. Ésta, cuando alcanza una salida al exterior, se pone a hervir y produce erupciones variadas; pero cuando está encerrada e den tro causa muchas enfermedades inflamatorias . La má s grave se origina cuando se mezcla con sangre pura y destruye el orden de las fibrinas, que están distribuidas en la sangre para que su espesor y su grosor sea proporcional y ni fluya del cuerpo poroso, líquida a causa del calo r, ni se desplace con dificultad en las venas, torpe de movimiento a porque es muy densa. Las fibrinas guardan la debida medida de todo esto en la sangre. Cuando se extraen las de sa ngre muerta y fría, el resto de la sangre se licúa , mientras que si se las deja, rápidamente la coagula n juntament e con el frío circundante. Dad o qu e la s fibrinas en la sangre tienen esta propiedad , la bilis, que por naturaleza se ha producido de sangre vieja, cuando se separa de la carne y vuelve a disolverse, cali ent e y liquida, en el torrente san- e guíneo - primero en poc as unidades- , por la propiedad de las fibrinas, se coagula tras verterse. Una vez coagulada '"1 Ju ego de palab ras que ínc1uye la raíz griega p~ ¡~ q ue significa fl uir y presente en las voces caste llanas cat arro y ca ta rra l. Implica to do tipo de enfermedade s en las que el orga nísmo exp ulsa un ilujo por algún orificio corp oral.
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y viole nta me nte enf riad a. ocasiona el frío y los esca lofrlos interiores. Per o si se vier te un a cantidad mayo r en el torrent e sanguíneo y se imp one con su calor, entonces pone en ebullició n a las fib rinas y las agita en desorden . Si acaso llega a ser capaz de impon erse totalment e. después de penetr ar hasta la méd ula y que ma rla, suelta las cuerdas que allí ama rran el alma co mo las de una nave y la deja pa rtir libre . Pe ro cua ndo es dominada y el cuerpo soporta la disolución, una vez ve ncida. o es e xpulsada en tod o el cuerpo o emp ujada a través de las venas hacia la cavidad inferior o superior. Arrojada del c uerpo como los que huye n de una ciudad e n guerra civil, cau sa diarrea, disentería y enfermedades semejantes. El cuerpo qu e enferma pr incipalmente por un exceso de fuego, tiene co ntinuos calores y fieb res; el que lo ha ce de un exceso de air e, fiebres cotidianas, y de agua, tercianas, porque ést a es más roma que el aire y el fuego. El enfermo de un exceso de ti erra - como ésta es el cuarto elemento más obtuso- purgado en períodos de tiempo del cuá druple, tiene fiebres c ua rta nas y cu ra con dificultad . Mientras las c:nkrOledades del cuerpo suceden de la ma nera anted icha , las del alma.que son consecuencia del estado del cuerpo se da n del siguiente mod o . Es necesario acordar, ciertamente, qu e la de mencia es una enfermed ad del alma y qu e ha y do s cla ses de demencia, la locur a y la ignorancia. Po r tanto , debe mos llama r enfermedad a todo lo qu e produ ce un o de estos d os est ados cuando alguien lo sufre y ha y que suponer que pa ra el alm a los placeres y do lores excesivos son las enferme da des mayores. Pu es cuando un hombre go za en exceso o sufre lo contr ario po r dolo r, al esforzarse fuera de toda opo rtun idad por at rapar el uno y huir del otro, no pu ede ni ver ni escuchar nad a correcto, sino q ue enloquece, ab solutamente incapaz de part icip ar de la ra zó n en ese mom ento . Quien po see el
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esperma a bundante qu e flu ye libremente alrededor de la médu la, como si fuer a po r naturaleza u n á rbol qu e es much o más fructífero de lo adec uado, sufre muchos dol ores e n cada cosa y también goza de mu ch os placer es en los deseos y en las acciones que son product o de ello s. de mod o q ue en loq uece la ma yor part e de la vida po r los gra ndes placer es y dolores. Co mo su alma es insen sa ta y est á e nfer ma a ca usa de su cuerpo, parece malo. no co mo si J estuvi era enfermo, sino co mo si lo fuera volun ta ria mente. Pe ro, en realidad , el desenfre no sex ual es una enferm edad del alma en gra n pa rte porque una ún ica susta ncia se encuent ra e n est ado de gran flu idez en el cuerpo y lo irri ga a ca usa de la po rosidad de sus huesos. En verdad. casi tod a la critica a la inconti nencia en los placer es. en la creenci a de qu e los malos lo son intencionalmente. es inco rrecta ; pues nadi e es malo vo luntariamente, sin o que el mal o se hace tal por un mal estado del cuerpo o por una educació n t inadecuada, ya que par a todos son estas cosas abominables y se vuelven tales de ma nera involuntaria. Y ta mbién en lo que concie rne a los dolores, el alma recibe de la misma man era mucho daño a ca usa del cue rpo. Pue s si las flemas ácid as y sa ladas de éste o sus hum ores amargos y biliosos vagan po r el cuer po sin enco ntrar salida al exterior, rued an de un lado a otro dentro y mezclan el va por q ue ex pide n con la revo lució n de l alma, de mod o que dan luga r a múl- 81 tip les enfermedades - en ma yor y menor número, de menor o mayo r impor tan cia- , al trasladarse a los tr es asientos de aqu élla. Donde eve ntualmente atacad a un a. multiplica las varia s formas de dese nfreno y desga na o las de osadía y cobardía y t ambién el olvido y dificultad de a prend izaje. Además, cuando los qu e tienen una consti tució n ta n ma la dicen sus malos proyectos polít icos 102 y sus discursos en las LDI Entiendo aqul p otiteiai como titulo general de obras sob re el o rdenamiento poHlico. La interpretación de F. M. CORNI'ORO (Cosmology,
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ciudades, en privado y en públ ico y. por ot ro lad o, cuand o ta mpoco se estu dia en a bsolut o desde joven aque llo que pueda servir de remed io a esto , tod os los ma los nos hace mas ma los por dos motivos in voluntarios, de los que siempre hay que culpa r más a los qu e engendr an que a los que son engendrad os y a los que educa n, más que a los educados. Sin embargo , hay que procurar, en la medid a en que se pued a, hu ir del mal y elegir lo con trario por med io de la educac ión y la práctica de las ciencias. Pero, por cierto, esto corresponde a otro tipo de disc ursos . Seria razonable y conveniente ofrecer a su vez lo que completa a esto, lo concern iente al cuidado del cuerpo y de la inteligencia, los principios con los que se conservan. P ues es más lógico da r un d iscurso acerca del bien que sobre el mal. Por cie rto, todo lo bu eno es bello y lo bello no es desmesurado; por tanto, ha y que suponer que un ser viviente que ha de ser bello será pro porcionado. Sin embargo, de las proporcion es dis ting uimo s con claridad y calculamos las pequeñas , pero las más pot entes e importantes nos son incomprensib les. En efecto, para la salud y la enfermedad, para la virtud y el vicio, ninguna proporci6n o desproporción es mayor que la del alma respe cto del cuerpo. No observamos nada de esto ni pensamos, que cuando una figura más débil e inferior tra nsporta un alma más fuerte y en todo sent ido grande, o cuando am bas está n ensamblados en la relación contraria, el conjunto del ser viviente no es bello -c-pues es desp rop orcionad o en las proporciones más importantes -, pero el que es de la man era contraria es el más bello y más amable de todos los objetos de con templac ión para el que sa be mirar. Como pág. 345, esp. n. 4) no da cuenta del kali¡ p óleis, dado que para q ue su interpret ación fuera posible (íógoi ka /a póleis "= 'discou rses in conformity with ( Iuch) cníes '} se esp erada el giro más probab le k a/á taútas (Iil.l poli/das).
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cuando un cuerpo tiene demasiad o largos o e algún otro exceso que lo ha ce des pro porcionado consigo mismo, es no s6lo feo sino también, al real izar esfue rzos en los que debe emplea rse todo, recibe muc hos golpes y to rced uras y, por su bamboleo, se cae a menudo y se causa innumera bles males a sí mismo; lo mismo debem os pensar acerca del complejo 103 que llamamos animal, que, cuando en él el alma, por ser mejor que el cuerpo, es demasiado 88 osada, convulsiona todo en el inte rior y 10 llena de enfermedades y, cuando se embarca intensamente en algún aprendizaje o investigación, lo desgasta y, también, cua ndo enseña o lucha con pa labras en público o en privado a través de las disputas y las ans ias de victoria que se originan, lo enciende y agita, produciendo flujos con los que enga ña a la mayoría de los as! llamados médicos y hace acusar a lo que es ino cente. y cua ndo, a su vez, un cuerpo grande y altivo nac e con una inte ligencia pequ eña y débil, dado qu e b por naturaleza los deseos de los hombres son de dos tipos, por el cuerpo , de alimentación y, por lo más di vino que hay en noso tros, de conocimient o, los mo vimientos del element o más fuerte, al imponerse y hacer prosperar su pa rte , hacen el alma estólida, con dificultades de ap rendizaje y olvidadiza , de modo ta l que ocasiona n la enfermedad más grave, la igno rancia. Para ambos desequilibrios hay un método de sa lvación : no mover el alma sin el cuerpo ni el cuerpo sin el alma, para que ambos, contrarrestándose, lleguen a ser equilibrad os y sa nos. El matem á- e ttco Oel que realiza alguna ot ra práctica intelect ual int ensa debe también ejecutar movimientos corporales, por medio de la gimnasia , y, por otra pa rte, el qu e cult iva adec uadamente su cuerpo debe dedicar los movimientos correspondientes al alma a través de la música y toda la filosofía, si 10)
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ha de ser llamado con justicia y corrección 104 bello y bueno simult ánea me nte. Asl debe cuid ar el cuerpo , el alma y sus d partes, imitando a l un iverso . En efecto, como las sustancias que en tran en el cuerpo quema n y enfrían su interior y. además, las exteriores lo secan y hume dece n y éste sufre las consecuencias de estos dos tipo s de camb io, cuando uno pone en mov imiento el c uerpo en re poso, lo dominan y des truye n. Pero s iempre que alg uien imita lo que an tes den omi namos aya y nodriza del un iverso - es decir, con movimientos con t inuos, pr ocura que el cuerpo se encuent re lo meno s po sible en sit uació n de reposo; po r medio de , vibraciones de tod as sus partes lo guarda de manera natural de los movimientos interiores y exteriores y, con un a agitación mesurada de los fenó menos corporales errantes, ordena los elemento s según su afin idad , de acuerdo con el discurso an terior acerca del uníverso-c-, no permitirá qu e lo enemigo coloca do junto a lo enem igo pro voque guerras y enfermed ades somá ticas, sino que ha rá qu e lo afln, co lo89 cado junto lo afin, produ zca salud. Además, el mo vimient o óptimo es el que el cuerpo mismo hace en sí, pues es el más afín al mo vimiento inteligente y al del universo. El cau sado por otro agente es peor, mas el peor de tod os es el q ue tiene lugar cuando ot ros mueven partes del cuerpo q ue yacen en descan so. Por ello, ciert amente, de las puri ficaciones y acumulacio nes del cuerpo, la mejo r es la que se da a través de la gimn asia , en segundo lugar, el bala nceo en los viajes por agua o de cualq uier man era en la qu e el medio de tr ansporte no cause fa tiga . La te rcera clase de movimientos es útil si a lgu ien se encuentra en alguna ocasión h muy necesitado; d e otra man era, no la debe acep tar en abso luto el que tenga un poco de inteligencia: el movilO' Alusión a la refo rmulació n platónica del ideal griego del kalós kagath ós.
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miento médico, producto de la purificación co n drogas. En efecto, no hay q ue exci tar con medicament os las enfermedad es que no imp liquen gran des peligro s, pues la est ructura de las enfer medades se ase meja de alguna man era a la de los seres vivientes. De hecho, el conjunto nace con un tiempo de vida preciso asignado a toda la es pecie y cada animal particular es enge nd rado con un período de vida dete rmi nado, ind epe ndiente mente de las afecciones q ue necesariamente sufra. Los triángulos, que ya desde el prin - t cipio poseen la ca pacidad de cada indi viduo, est án con st it uidos de tal man era que son capaces de durar hast a un mom ent o, má s allá del cual no se pu ede vivir . El mismo argu mento vale, por tanto, para la estr uctura de las enfermedades: cuando se pone fin a la d olencia con med icamentos antes del tiempo de duración qu e le es propio, de suaves y poc as enfermed ades suelen ocasionarse muchas y graves. Por ello es necesario cuidar todo esto co n regímenes mientr as se esté a tiempo, sin irr ita r el mal probl ema- ti tico con med icación. Quede así expuesto lo que concierne al ser viviente general y a sus partes corporales, de qué ma nera alguien vivirla más de acuerdo con la razón, mientras cu ide y sea cuidado por si mismo . En prim er lugar y especialmente, de bemos procurar q ue lo que lo cuida sea en lo posible lo más bello y mejor para tal fin. Disert ar con exactitud acerca de esto requeriría por sí solo un a obra. Pero qu izás, t si se o bserva el problema desde la perspect iva que hemos utilizado antes , se lo podría exponer de manera no desacertad a en un excurso como sigue. Así co mo dijimo s a menudo que en nosotros ha bitan tre s especies del alma en tres lugares, cada una con sus mov imientos propios, de la misma ma nera también ahora debemos afirmar breveme nte que lo que de ellas vive en ocio y descansa de sus movimien tos prop ios se vuelve necesariamente 10 más débil, y lo que se 160. - 17
258 90
DI ÁLOGOS
ejercita, lo más fuerte. Por ello hay que cuidar que las diferentes clases de alma tengan movimientos proporcionales
entre si. Debemos pensar que dios nos otorgó a cada uno la especie más importante en nosotros como algo divino, y sostenemos con absoluta corrección que aquello de lo que decimos qu e habita en la cúspid e de nuestro cuerpo nos eleva hacia la familia celeste desde la tierra, como si fuéramos una planta no terrestr e, sino celeste. Pues de allí, de do nde naci ó la primera generación del alma, lo divino b cuelga nuestra cabeza y raíz y pone todo nuestro cuerpo en posición erecta. P or necesidad, el que se abona al deseo y a la ambición y se apli ca con intensidad a todo eso engendra todas las doctrinas mortales y se vuelve lo más mortal posible, sin quedarse corto en ello , puesto que esto es lo que ha cultivado. Para el que se aplica al aprendizaje y a los pensamientos verdaderos y ejerc ita especialmente este aspecto en él, es de toda necesidad, creo yo, que piense lo e inmortal y lo divino y, si realmente entra en cont act o con la verdad, qu e lo log re, en tanto es posible a la naturaleza huma na lOS participar de la inmortalidad. Puesto que cuida siem pre de su parte divina y tiene en buen orden al dio s que habita en él, es necesa rio que sea sobremanera feliz 106. Ciert amente, para todos hay un único cuidado del conjunto: atribuir a cada parte los alimentos y movimientos que les son propios. Los pensamientos y revo luciones de l universo son movimientos afines a lo d ivino en nosotros. d Adecuándose a ellos para corregir por medio del aprendizaje de la armonía y de las revoluciones del universo los lOS amhropínet ph ysei con F e 1. BUR N ET (Opera), q ue, co ntra riamente a lo que supone F. M. CORNFORD (Cosmology, pá g. 354, n. 1), es la verdad era tecuo difficllior . Su recurso al hiato es una ar bitr ariedad que no se apoya en el estilo tardí o de Plat ón. 1<16 J uego de palabras entre el buen orden en q ue se encuentra el dios inter ior (dalmon) y el té rmino griego feliz [eudaimon; eu = bien).
TIMEü
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circ uit os de la ca beza destruidos al nacer, cada uno deb e asem ejar lo que piensa a lo pensado 107 de acuerdo con la na turaleza ori ginaria y, un a vez asemejado, alcanzar la meta vital que los dio ses propusieron a los ho mbres como la mejor para el present e y el futuro. Bien , ahora parece haber llegado casi a su fin lo que se e nos habia enco me ndado al principio, hablar acerca del univers o hasta la cre ació n del hombre. Tenem os que recordar, además, brevem ente, cómo nació el resto de los a nim ales, tema que no ha y ninguna necesidad de prolonga r; pu es así uno cree ría ser más mesurado respect o de este t ipo de discursos. He aquí la exposición co rrespondiente. T odos los varones coba rdes y qu e lleva ron un a vida inj usta , según el discurso probable, cam bia ron a muj eres en la segund a encarn ación. En ese moment o, los dioses crearon el am or a 91 la copulación , ha ciend o un animal animad o en nosotr os y otro en las muje res de la siguiente man era. Perfor ar on el conducto de salida de la bebida en di rección a la médula ~q ue en la exposició n ante rior llama mos simiente y qu e se encuent ra fijada a lo lar go de la columna vertebral desde la cabeza y el cuello hacia abajo-e- alli donde evacúa el líquido que ha recibido y que fue com primido por el aire a t ravés del pulmón y los riñones ha sta la vejiga. La médula, tras ser animada y haber recibido una vent ilación, infu nde un deseo vital de expulsa r el fluido al conducto por donde se ventila y lo ha ce un Er os [amor] de la reproducción 108. P or ello, las partes pudendas de los ho mbres, al ser desobedientes e independientes, como un animal qu e no escuc ha a la razón , inte nt an dominarlo t od o a ca usa de sus deseos apasionados. Los asi llamados útero s y matrices en e ' 07 Es decir, la parte superior del alma a su obj eto de pensamiento, las revoluciones ord enadas del cosmos. W' Alusión al falo co mo representació n del eros masculino (F. M . CORNfORD, Cosmology, pág. 357, n. 1).
• 260
IJlÁLOGOS
las m ujeres - un a nimal deseoso de pro cr eació n en ellas, que se irrit a y e nfurece cua ndo no es fertilizad o a tiempo du rante un la rgo período y. errante por todo el cuerpo, ob struye los cond uctos de aire sin dejar respir ar- les ocasiona, por la mism a razón. las peores carencias y les pro voca variada s enfe rmedades , hasta qu e el deseo de un o y el J a mor de otro, co mo si recogieran un fru to de los á rbo les, los reúnen y, despu és de plan tar en el útero como en tier ra fértil a nimales invisibles por su pequeñez e informes y de se pa ra r a los a mantes nueva mente, cría n a aquéllos en el interior, y, tras ha cer los salir más tarde a la luz, cumplen la generación de los seres vivientes. Así surgie ron, ento nces, las mujeres y tod a la especie feme nina . El género de los pájaros, q ue ech ó plumas en vez de pelos , se produjo por el ca mbio de hombres que , a pesar de no ser malos, eran superficiales y qu e, aunque se dedica ban a los fenómenos t celestes, pensab an po r simpleza que las demostraciones más firmes de estos fenómenos se producían por medi o de la visió n. La especie terrest re y bestial nació de los que no pract icaban e n absoluto la filosofia ni observa ban nad a de la naturaleza celeste porque ya no utiliza ban las revol uciones que se encuentra n en la ca beza , sino que tenía n como goberna ntes a las partes del alma que anidan en el tr onco. A ca usa de estas costumbres, inclinaro n los superiores y la cabez a hacia la tie rra, empujado s por la afinid ad , y sus ca bezas obtuvieron for mas alargad as y múlti92 pIes, segun hubieran sido comprimidas las revolucion es 'de cada un o po r la in actividad . Por est a razón nació el género de los cuadrúpedos y el de pies múltiples, cua ndo dio s dio más puntos de apoyo a los más insensato s, para arrastrarlos más hacia la t ierra. A los m ás torpes entre ést os, que inclinaban todo el cuerpo hacia la tierra, como ya no tenlan nin gun a necesidad de pies los engendraron sin pies y b arrast ránd ose sobre el suelo. La cuarta especie, la acuática,
T IMEO
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nació de los más ca rentes de intel igencia y más ignora ntes; a los que q uienes tr ansform ab an a los hombres no co nsidera ron ni siq uiera dignos de aire puro, po rq ue era n impuros en su alma a ca usa del abso luto desorden, sino qu e los empuj aro n a respir ar agua t urbia y profunda en vez de aire suave y puro. Así nació la ra za de los peces, los moluscos y los an imales ac uáticos en gene ral, q ue recib ie ro n los habit ácu los ex tre mo s como castigo po r su ex tre ma ignora ncia. De esta ma nera, todos los a nimales, e nto nces y a ho ra. se r convie rten unos en otros y se transfo rm a n según la pérd ida o adquisició n de inteligencia o demencia 10'1. y ahora ta mbién afirme mos que nuest ro discurso acerca del unive rso ha alcanzado ya su fin, pues este mundo, tras recibir los a nimales mortales e inmortales y llenarse de esta mane ra, ser viviente visible que compre nde los objetos visibles, imagen sensible del dios int eligible, llegó a ser el ma yor y mejor, el más bello y perfecto , porque este universo es uno y único. 'lit J uego de pa labras en griego e ntre no üs y únoiQ inlr ad ucihlc al castellano.
eRITIAS
INTRODUCCIÓ N
El tema del C,itias ~'! gu.!!~a_ ent rela At enas.primo rla y un imperio occidental, Atlántida, situado más allá de las cohi mnaS- d-el fenicles.,.Eidiálogo ha llegado inconclu;o y lo qu e qú&l;-de él se limit a a describi r la geografla y la orga nización política de las fuerzas enfrentad as. Si bien no ha y dudas acerca de Atenas , las correspondencias de Atlá ntida en la realidad están lejos de ser evidentes. No pare ce qu e los conocimientos geográficos exis tentes en la época per mitan formular hipótesis muy aventu radas, a unque éstas no han faltado. La inte nci ón de Pla t6 n es cla ra: 10 que cuenta es el valo r pa radigmát ico de la historia y basta co n co nside rar cada uno de los conte ndientes desde la perspectiva de la política onto logizant e caracte rística del pensador ateniense para dar cuenta de ciertos det alles o co mprender qu e en un caso proyecta los rasgos esenciales de la co nstit ución aten iense en el pa sado yen el ot ro los de las const it uciones lacedem ónicas o incluso las de la Persi a co ntemporánea 1, La autent icidad del Crtnas no ha sido puesta prácticamente en dud a y se encuentra con firmada po r la estrec ha relación con el Timeo. T ant o desde el pu nt o de vista del I J. O. TIl O M P~ ON, History 01 A ndent Geography, Cam br idge, 1941!, pág. 90 Y sigs .
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momento en qu e fue compuesto como de la cronología dramát ica. es posterior s. Desde K. F. Herma no a se ha supuesto que la interrupci6n abrupta del d iálogo se debía a qu e lo habí a aba ndo nado para escribir las Leyes. Sin embargo, el fina l podría ser tamb ién intencional: en el panegírico de la Aten as prim ordi al difícilmente encajaría la descripc ión de su d egradación y castigo. Un ind icio en esa dirección podria ser el estilo aca bado de lo que ha llegado hasta nosot ros ". De tod as ma neras, la forma en qu e culmina ha co ntribuid o no poco a la recepción que ha tenid o, sobre todo en la literat ur a utópica posterior.
Estructura del diálogo El fragmento del diálogo está dividido en cuatro partes: Una introducción general es seguida de una descripción de la Atenas or iginaria a la que se opo ne a continuació n la de Atl ánti da. Finalme nte, un epilogo interrumpido anuncia el castigo divino a causa de la degene ración paul atin a. 1. INTRODUCCiÓN (l06a·l 09 a ). a ) Dificull adl's metodológicas ( l06a. 108a). - Tr as terrninar su d iscu rso, Timeo invoca a los d ioses y Crit ias sol icita la be nevo lencia del audito rio: El o bje to a t ratar present a dificu ltades especiales, adem ás de las propias de toda exposición fiable de acontecimientos huma nos . Cf m prtl, l. ie rrod uccié n .1 Timl'o 127-131. K . F . H U M ANN, Geschichle und Sysrl'm da pltllOnisrhl'n Ph ilOJophi.., Heid elbe r g, 183!1, 1, pág. 5 14; cf A. RIV AUD, «Noticie», en Píaton Oeu vre.1 compl", ,,s, PllriS, 1!125 [1!170], X: Tímée-Cruia s. Tex te ¿ltlbli e1 traduupar A. R., pág. 233. • 1\ . RIVAUO, "N ol¡ cie~, cit., reconoce: «D ens la pa rtie que nous est parvenue, le Críüas donne l'imp ression d'une oeuvr e achevé e el soigneusement ét udiée dan s ses détails . Ce n'es t ni un ébeuche, ni un brouillom el il es t méme difficile d ' y voir un premier jet~ (p ág. 233). 1
J
eR ITlAS
mÁ LOGOS
267
Invocaci ón de Crtttas (108a-d). -S6crates se declara dispu esto a conceder su benevolenci a, pero seña la la d ificultad en q ue se encuentra Critias t ras la br illa nte inte rvención de Timeo. Critias invoca a los dioses, especialmente a Mnemósine. e) Resumen de l retaso ( I08e- I09a). - Critias a nunc ia qu e ha de desc ribir en primer lugar los ó rdenes pcllticos impera ntes en la Atenas pr imitiva y e n Atlán tida a ntes de .q ue se desencade nara la guerra hace 9.000 a ños .
b)
11.
D ESCRIPCiÓN DEL ORDEN POLfnCO DE ATE NAS (l09b- 112b) .
A signación de Ática a Atenea y Hef euo (109b- 110c). En un a dist ribución sin rencilla de la tierra a las diver sas divinidades, Atenea y Hefesto o btu viero n Ática. q ue poblaron y o rganizaron políticamente. Critias describe por qué esa tradición se ha perdido. b) Condiciones geográficas [Hüc-llld]. - Las condiciones geográficas de Ática en esa época permitlan una población que t uviera una casta de guerreros que vivía separada practicando el comunismo y sin ocuparse de las labores agrícola s y art esa nales. Critias describe los limites, la feracidad de la tierr a y la a bu nda ncia de agua . c) La ciudad ( 1IIe· II2e). - La acróp olis estaba habi tada por los g uerreros. El resto de la pob lación vivía al rededo roSe na rra su fo rma de vida, su nú mero y su virt ud .
a)
111 . E L IMPERIO AT LÁNTIDA ( 1IJa-12Od). a)
Int roducción (1I3a- b). - La sit uació n e n Atl án tida y acla ració n ace rca de la utilización de no mbres griegos par a los at lántidas. b) Descripción geográfica de Allám ida ( 1 13b-I ISc). - La isla de Atlánt ida es asignad a a Poseid ón. En su llanura cent ral exis te una co lina en la qu e ha bitaban los abo rigenes Euenor y Leucip e, a cuy a hija Clito , se une P oseidón. Críuas detalla su descend encia y la división del país entr e ella. Riquezas. c) Descripción de la acrópolis y sus alrededores ( 1ISc· 117e). _ Critias nace una descripción pornenor izuda de la ciud ad pri ncipa l: los pue nte s, el palacio real, el ca nal
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DlÁLOGOS
d)
e)
eR I TlA S
q ue la une co n el mar . los puert os, los anill os de tier ra 'J mar, sus principa les ed ificios. Natu raleza y orden del resto del país ( 111e- 118e) Atlá ntida e ra de una riqu eza ex tra o rdi naria por s us bosques. ag ricuhu ra y animales. Descripci ón de la llanura. Organiz ación m ilitar ( 1 J8e- 119b). - La organ ización
milita r esta ba basada en las numerosas fuerzas terreatres y navales que apo rtaba cada uno de los reyes. f) Forma de g ob ierno ( 119c·I20d). Los reyes pa rticulares rentan un a for ma de cooperación establecida. En sus asambleas d elibe raba n acerca del gobi erno y juzga ban las infracciones q ue se pud ieran haber cometido. Cr ltias enu mera las leyes que regulaban la acción con ju nta de los reyes. -c-
IV.
D EGE NERACI ÓN
PI'
A T LÁNTIO A
y
CASTIGO
DE
ZE US
( 12Od. 12 Ic).
El Critias Y la concepción platónica de la historia
La similitud del orden político descrito al co mienzo del Tímeo y en el Critia s con el estado ideal de la República ya ha sido puesta de mani fiesto en la intr od ucció n al primer diálogo. De mayor importancia aún es el hecho de q ue, tal como han mostr ado H. Hener s y K. Geiser e, la historia de la Atenas origina ria sigue los principios filosófico-históricos s H . H U TfIl. •• Urathe n dcr ldeelst a at », en Politeia und Rl'Sp ublicD. zum Vt fJliin dn i$ von POlifik. R~chr und Staat in da A nfik~. Dem Andenken R. StDrk s Kt widm rl, wíes bacen, 1962, pág. 302 Ysigs. • K. GIIISF.R, PIaron und dit GrJchichle, Stut tg art, 196 1; P/a/on$ unge.
rnr l...hre. Sludinl zur .t y.
269
esbozados en el mito del Político (269c-274e). No obstan te, la relación de la Atenas origina ria co n el cuadro pintad o en d icho d iálogo no es la qu e pretenden ambos est udiosos 7. El ex tranje ro de Elea describe la vida del género hum ano bajo la gula d irecta de los dio ses en un período ante rior qu e la mitología ident ifica ba co n la época de Cronos. En el Crit ías, Platón ubica expresamente la Atenas origina ria en el periodo de Zeus {Cr ít, 12I b). Ad emás, el estado ateniense realiza el gobie rno de los filós ofos y no son los d ioses los qu e rigen di rectamente los homb res. El catacli smo que provoca la desaparición de la Atl ántida y la Atenas o riginaria no es universal, como lo muestr a la continuidad histórica de Egipto (Tim . 22c-e), en tanto qu e el de scrito en el Político abarca todo el unive rso y modifica la naturaleza del cosmos (26ge-27 Ic). Es esta diversidad de period os lo qu e hace necesaria una técnica política - arte no existente bajo el dominio de los dioses- con la co nsiguien te aparición de la organ ización estatal y el abandono d el com unismo absoluto predicado como la mejo r form a de relación social en las Leyes (5, 739a-e). No ha y dud as de que Platón dife rencia intencion al mente y de manera co nsistente el mo mento histórico descrito en el presente d iálogo del mito. Hay un avance progresivo de la disolución en el mund o y un aleja miento cada vez mayor del orde n y la unidad . El Po/Meo adj udica ese momento al período actual y sostiene que la decadencia progresiva sólo será interr umpida po r la acción del demiurgo. que ha de volver a to mar la co nd ucción de l universo cua ndo éste amenace co n dis olverse en el mar de la d iferencia (Poi. 273d-e). La filosofía de la histo ria platónica reco noce, por tan to, dos ciclos bien d ifere nciados . En uno no hay historia en 7 K. G IIISF R, Metafi s icD .., cit., págs. 104- 144, persiste en la interpretación err6nea.
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271
DIÁLOGOS
CRITJAS
sentido estric to, porque bajo la conducción directa del demiurgo el cosmos y el hom bre no con ocen el deve nir desordenado, sino q ue so n la imitación más perfecta de la estabilidad y perma nencia del mundo ideal. En el otro, se instaura el devenir hist órico qu e presup one un a decadencia y una disgregación paulat ina del cosmos y del orden político y humano. En este segundo perío do pueden distinguirs e diversos segmentos históri cos introducidos por cat aclismos parciales que indican el progresivo alejamiento del mundo del orden ideal. La histo ria de Atlántida y la Atenas primitiva se ubica, por tanto, al comienzo de dicho período . En la elaboració n de la historia, Platón se ha valido de los relat os mitológicos existentes s y de la proyección de sus princip ios histórico-polític o-filosóficos en la historia originaria. Es evidente que el esta do ateniense es la concreción en el nivel hist órico de la for mación polltica descri ta en la Rep ública". con lo cual el así lla mado est ado ideal no es sino una de las fo rmas que pueden adq uirir las formaciones políticas perfectas, la aris tocrática. La monárquica correspon de a la adversaria de la Atenas primitiva, Atlántida. P. Friedlánder 10 señaló que ambas partes representaban una idealización de la Atenas y la Persia con tempo rá nea y mostró la relació n de la historia de Critias con el tereer libro de las Leyes. Efectivamente, mientras la Atenas pr imitiva era la concreción de la helenidad y los atenienses son los jefes de los ot ros griegos (Crtt. 112d-e), los atlántidas so n bá rbaros y llevan un tipo de vida que ac uerda con la naturaleza de los bárbaros, tend ente a la organización monárquica (cf.
Crit. IBa, lI6c-d). Esto muestra qu e cada período histórico es una imitación del anterior y de la misma ma nera reflejo cada vez más imperfecto de la inmutabilidad del mundo ideal.
Cf. A. R IVAUD, «Notícíe», cit., págs. 234·238. Cf. supra. la intr od ucción al Ttme o, págs . 127-131. 10 P. F Rl m L AND ER, PIolan. 3.· ed ., Berlín , 1964- 1975, 1, pá g. 214 y siga, Vid. quoque E, W OLF, Griechisches Recñtsdenken, F rancfort del 8
9
Meno , 1950-1970, IV 2, pág. 190 Y sigs.
La tradición manuscrita
El Parisinus Graecus 1807 [A] cons erva el text o del Crit ías y es, com o en el caso del Timeo el man uscrito principal. Los manuscrit os vieneses Vindobonensis 2 1 [Y] Y vindobonensis 54 [W ], que eran importantes para la constitución del primer diál ogo de la trilogía, no lo cont ienen. Otro manuscrito vienés (Vindobo nesis 55 [F]) tiene, como ha señalado A. Rivaud lecciones interesantes 11. Algunas variantes de releva ncia pueden en contrarse en el Vaticanus 228 y el v enetus 184. La prese nte traducción sigue, como en el caso del Tímeo, la edición de Burnet 12. lL A. R ¡VAUD, «Noríce», cit ., pág. 253, 12 J. B URN ET, P íaionis Opera Tomus IV. Tet ralogiam VIII continens, Oxfor d,190 2.
CRITIAS
BIBLlOGRA F{A
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C RIT IAS O ATLÁNTICO
T IMEO, C Rm ....S, SÓCRATES, H ER MÓC RATES
TI MEO. - Contento, Sócrates, co mo si descansar a de 106 un gran camino, me despido ahora con alegría de la travesía del discurso. Al dios que en la realidad nació hace mucho tiempo, mas acaba de hacerlo en nuestro relat o 1, le pido que preserve lo exp uest o de manera co rrecta y que, si respecto de algo, sin qu ererlo, desafinamos, nos dé el castigo adecuado . Un castigo .justo es ordenar al desordenado 2. b Entonces, pa ra que, en lo que resta , nuestros discursos ace rca de los dioses sean correctos, le ped imos qu e nos dé la ciencia co mo el más perfecto y el mejor de los remedios. Después de estos ruegos, dejamos a Crities, según lo acordado, el discu rso siguiente. C RITIAS. - Bien, T imeo, lo acepto, pero ta mbién haré , Cf. Tim. 92<:. 1 El párrafo es una alu~ ión a Tim . 2&!, pasaje en el qu e SÓ(: rates, aludiendo al significado musical de nóm os compara el discurso de Timeo con un aire musical. En la última oración hay un j uego de palabras intrad ucible al castellano entre plemmetein {edar un a falsa nota en música» y, en sent ido metafó rico, «ofender», «erran» y emme/Is (<<en tono », «armoníoso» y, en sentid o metafó rico, de una persona «armon iosa», «ordenada»). 160. -
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e como tú al pr incip io , cuando pediste excusas porque ibas a ha blar de temas im por tantes. So licita ré lo mismo a ho ra y creo que merezco o btener una ind ulgencia aún mayor en 107 los lemas que he d e trat ar ). Aunque estoy prácticamen te seguro de que voy a hacer una pet ición pretenciosa y más descortés de lo debido, es preciso qu e la haga . Pues ¿quién se atrevería a afirmar con cordura que tu exposición no ha sido acertada? Sin embargo , yo, de alguna ma nera , debo intentar demost rar qu e, po r ser más dificil, lo que voy a tratar requ iere un a benevolencia mayor. Ciertamente, Tim eo, cuando se dice a los hombres algo acerca de los dioses es más fácil dar la impresión de hablar con sufib ciencia que cu ando se nos habla sobre los mortales. En los temas ignorados por el audi tor io, su inexperiencia y su com pleta ignor a ncia en ese campo facilita enorm ement e la tarea al que va a exponer algo acerca de ellos. Sabemos que tal es nuestra disposici6n respecto de los dio ses. Acompañe en el siguiente razonamiento pa ra que os muestre con mayor evide ncia lo q ue quiero decir. Tod o lo que decimos es, necesariamente, pienso, una imitació n y e representación. Consideremos la rep resentac ión pictórica de cuerpos divinos y human os desde la perspectiva de su facilida d o d ificultad para dar a los espectado res la impresión de una imitac ión correcta y vere mos que en el caso de la tierra , las mon ta ñas, los rlos, el bosqu e, tod o el cielo y tod o lo que se enc uent ra y se mueve en él, en primer lugar, nos agrada si alguien es capaz de imitar algo con un poco de exac tit ud. Ade más, como no sabemos nada preciso acerca de ellos, ni investigamos ni ponemos a prueba lo pintado, nos va lemos de un esbozo impreciso y enga ñoso. d Co ntrariamente , cuando alguien intenta retratar nuestr os cuerpos, como percibimos claramente lo deficiente a causa 1
cr.
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de la continua familiarid ad de nue stra percepción, nos volvemos d uros j ueces del qu e no ha logrado una semejanza to tal . Es necesario co mpre nde r qu e lo mismo sucede con los discur sos: qu e nos agradan los temas celestes y divinos, incluso cuando son expuestos co n escasa vero similitud , pero q ue analizamos minuciosam ent e los mortales y human os. Respecto de lo que vamos a expo ner aho ra sin preparaci6n alguna, hay que perdon arn os si no podemos e rep rodu cir exactamente lo apropiado, p ues debemos pensar q ue no es fácil, sino dificil, represen tar a los mortales de man era adecuada a la opinión de los otros. Digo todo 108 esto, S6c rates, porque quiero advertíroslo y pediros no menos indul gencia, sino más en lo que expondré a continuaci6n. Si os parece que solicito el presente co n justicia, dádmelo de buen grado . SÓCRATES . - ¿Por qu é no íbamos a dártelo, Critias? También al tercero , Herm ócrates, otorguémosle lo mismo, pues evidentemente, dentro de poco , cuando le toque hablar, lo solici tará co mo vosot ros. Para qu e comience de otra b man era y no se vea ob ligado a repetir, hab le en ese mo mento convencido de que ya d isp one de nuestra ind ulgencia. Mas a ti, q uerido C ritia s, te haré conocer ant es el pensamiento del público; el poeta anterio r ha logrado ant e él muy alta consideración, de manera que necesita rás mucha indu lgencia si quieres tomar el relevo. HERMÓCRATES .- Me prom etes lo mismo q ue a éste, Sócrates. Mas ho mbres sin va lor nu nca alca nzaron una victoria, Critias. Por tanto debes aborda r la ex posició n con e valentía y, despué s de invocar al Pe én 4 y a las Musas, mostrar y celebrar a los antig uos ciudadanos en su bo ndad . C RIT. - Como estás en las filas posteriores, querido Herm6crates, y tienes a otro po r delante, eres aún valiente. • So bre nombre del dio s Ape lo.
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Dentro de poco se te hará evide nte cómo es esto . Pero debo ob edece rte cuando me co nsuelas y das ánimo e invod ca r, junto a los dio ses qu e me ncionaste, a los restantes y, especialmente. a Mnem6sine ~ porque casi todo lo esencial de nuest ro disc urso se encuentra en el do min io de esta diosa; pu es si reco rdamos suficienteme nte y proc lam amos lo q ue dijeron una vez los sacerdo tes y Sol ón trajo aq ul, casi tengo la certe za de qu e este público será de la op inión de q ue hem os cu mplido adecuada mente lo que es de bido. De bo hacer lo ya y no du dar más aún. , An te tod o recor demos que el total de años tr an scurrido s desde qu e se d ice que esta lló la gu erra entre los qu e hab itaban más allá de las columnas de Heracl es y todos los que pobl aban las zon as int eriores, es de nuev e mil; ahora debernos narrarla en det alle. Se deela que esta ciudad ma nda ba a est os último s y que luchó tod a la guerra. A la cabeza de los otros es ta ba n los reyes de la isla de Atl ántid a, de la qu e diji mos que era en un tiempo mayor que Libia y 109 Asia , pero qu e a hora, hund id a por terr emotos. impide el paso , como un a ciénaga intra nsitab le. a los qu e na vega n de alll al océa no, de mod o que ya no la pueden at rave sar. En su desarrollo, la expo sición del relato mostrará singula rmente en cada caso lo qu e corres po nde a los muchos pueblos bá rbaros y a las razas helenas de ento nces. Pero es necesario ex poner al princip io, en primer lugar, lo concerniente a los at enienses d e aquel ento nces y a los enemigos con los que lucharon, las fuerzas de guerra de cada un o y sus formas de organ izaci6n política. De éstas, ha y qu e preferir hab lar a ntes de las de esta ciuda d. b En una ocasión , los dioses dist rib uyer on entre sí las , Personíñcací ón divinizad a de l rec uerdo y la memo ria, pert enece a la generación de dios es más ant igua, hija de Ura no y Gea; segú n HEs to DO (Te<Jg<Jnia 135) es la mad re de las Musas.
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regio nes de toda la t ierra por med io de la suerte - sin disputa; pues no seria correc to afirmar qu e ignoraban lo qu e co nvenía a cada uno ni, tampoc o, que, a pesar de sa berlo, intentaba n a propiarse unos y otros de lo más conveniente a los restan tes por medio de rencillas. Una vez que cada uno obtuvo lo que le agrad aba a tr avés de las suertes de la justicia, pob laro n las region es y. despu és de poblarlas. nos criaba n como sus rebañ os y ani males, como los past ores hacen con el ganado, sólo q ue no violenta ba n cuerpos co n cuer pos, co mo los past ores a pacientan las man ad as a go l- t: pes, sino co mo es más fáci l de man eja r un a nimal: dirigian desde la proa. Actuaban so bre el alm a po r med io de la convicción como si fuera un tim ón , según su propia intención, y asl conduelan y gobernaban tod o ser mortal. Mientras los otros dio ses recibieron en suer te las restantes regio nes y las ordenaron, Hefesto y Ate nea , por su naturaleza común - su hermana po r provenir del mismo pa dre y porq ue po r a mor a la sa biduría y a la cie ncia se ded icaban a lo mism o-e, recibieron am bos est a región como única pa rcela, a propiada y útil a la virtud y a la inteligencia por d natura leza, im plantaron hombres buenos, a borígenes, e int rodujeron el o rden con stitucional en su raciocinio 6. De éstos se co nserva n los no mbres, pe ro sus ob ras y ha zañ as desa parecie ron a causa de las destrucciones que sufrieron los que las heredaron y por la gr an cantidad de tiem po transcu rrido desde entonces. En efecto, los q ue en cada ocasión so brevivlan, como ya fue dicho a nterio rmente. e ran cerriles y anal fa betos, de modo que sólo se habían ente rado de los no mbres de los go bern a ntes del país y, ade más de éstos, de muy pocas haza ñas. A sus hijos les 6 Tal como lo muestra to do el relato del Criüas no se tr ata de un cuidado directo de los d ioses, sino a través del correc to orde n impla ntado en la sociedad y en el alm a de los hombres.
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ca bo. El ma r que [a rodea es profundo cerca de la costa en todas partes. Co mo se produjeron muchas y grande s inunb da ciones en los nueve mil años 13 -e-pues tod os esos año s transcurrieron desde esa época hasta hoy- lo que se desliza desde las altura s en los procesos que tiene n lugar en esto s tiempos no se apila, como en otros lugares, en un montlculo digno de mención, sino que fluye siempre en círculo y desa pa rece e n la profund idad. En compa ración con lo que hab la ento nces. lo de ahora ha qued ad o - tal co mo sucede en las peque ñas islas- semej ante a los huesos de un cue rpo e nfermo, ya qu e se ha erosionado la parte gorda y débil de la tier ra y ha quedado sólo el cuerpo pelado de la región. Entonces, cuando aún no se había desgastad o, tenía e montañas coronadas de tier ra y las llanuras qu e ah ora se dicen de suelo rocoso esta ban cubiert as de tierra fértil. En sus montañas ha bia grand es bosques de los que persisten signos visibles, pues en las montañas qu e a ho ra sólo tienen alimento par a las abejas se talaban á rboles no hace mucho t iempo pa ra techar las co nstrucciones más imp ortantes c uyos tec hos toda vía se conservan. Había otros mucho s altos árbo les út iles y la zona producía muchísimo pienso para el ganad o. Además, gozaba a nualmente del agua de d Zeus, sin perderla, como sucede e n el presente q ue fluye del suelo desnud o al ma r; sino que, al te ner mucha tierra y albe rga r el ag ua e n ella , almace ná ndo la e n di versos lugares con la tie rra a rcillosa que servía de retén y envian do el agua abso rbida de las alturas a las cavidades, pro porcionab a abunda ntes fuentes de manantiales y ríos, de las qu e los luga res sag rados que perdura n hoy en las fuentes de an taño so n signos de que nuestra s afi rmacio nes actua les son verda deras. 1J Co mo se ve C ritias supo ne otras inundac iones luego d el hun dímiento de la Atenas p rim itiva mencionado en Tim . 25c-d.
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Tal e ra ento nces po r natural eza el resto del pa ls, al que t cultivaba n, como es prob abl e, verda deros agriculto res, q ue hacian sólo eso, ama ntes de lo be llo y de buena nat ura leza y que d ispon ían del mejor suelo, de ag ua en a bunda ncia y, de es tacio nes templad as de la mej or manera sobre la t ierr a l ~ . En est a época, la ciudad esta ba esta blecida de la siguie nte ma ner a. En primer lugar, la acróp olis no e ra en to nces co mo es ahora, pues ahora una noche de lluvia 112 torrencia l erosionó tod a la tierra qu e la rod eab a y la dejó desn uda , pues hubo te rre motos unidos a un gra n di luvio, el tercero u antes de la destrucción en época de De uca lión 16. En cuanto a su ta ma ño anterior en la otra época, alcanza ba hasta el Erídano y el Jliso e incl uía en su interior el Pni x con Licabeto como limite del lado op uesto de l Pn ix. Est aba toda cubiert a de tierra y era llana en su pa rte superio r. salvo en unos pocos lugares. Los a rtesa nos y los ca m- b pesínos que lab raban los campos de las cerca nías habitaban en el e xterior a los pies de sus laderas. El esta me nt o de los guerreros ocupa ba independ iente y aislado el sitio superio r alrededor del temp lo de At enea y Hefesto, circunda do po r un a valla como el ja rdín de un a casa. Ha bita ba n la pa rte norte de la acrópolis, do nde hab lan constru ido habita ciones com unes y comedores para el invierno y tod as las construccio nes de ellos y los templos de los dioses que convenia que tuviera la república común, sin oro ni plata e
er. Tim. zae-d. " cr. net a 13. La e numera ción de C ririas parecerla ind icar q ue Pletón w~ te n¡a la ex il tencia de al meno s d 01 diluviQS impo rta ntes, desp ués de la destrucción d e la Atenas primitiva: el de Deu calión y ot ro anterio r. l . Héroe del dilu vio griego, hijo de Prometeo y Cüm ene. Cuand o Zeus decidió destruir el género humano por su corr u pción e inu nda r la mayor pa rle de Grec ia, Deucalión co nstr uyó un ar ca con la que navegó d ura nte n ueve dla s ju nto a Pirr a, su mujer. Cua nd o se retiran las agua s desernbarca e n Ot ris en la reg ió n de la Ft i ótlde, el Pa rn aso , Calcidia , el mo nte Ates o incluso el Et na segú n las d iversas versiones de la leyenda. 10
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- pues no los usab an nu nca para nada., sino que bu sca ban el t~rmin o medio e ntre la prepotencia y la pu silanimidad y hab itaban en casas ordenadas. en las que ellos y los hijos de sus hijos envejecí an y traspasaban siempre en el mism o est,ado a ot ros semeja ntes. Usa ba n la parte sur, que habían d.eJado co mo instalaciones de ver an o para jardines, gimn aSiOS y lugares de comida en com ún, con esa fina lidad. En el lugar qu e ocupa en el presente la acró polis, ha bía una fuen te de la que qu edaron los peq ueñ os manantiales actuad les e n cí rculo cuando los ter remotos la cerraron. A todo s los de entonces les p rop orcion ab a una corriente abunda nte tem~lada en invierno y en verano. Con esta configuraci6~ hab ita ban el lugar, guardian es de sus conciuda dano s y c a ~ d ill o s de los otr os griegos por la voluntad de éstos, y CUIda ban q ue el núme ro de hombres y mujeres, el de los qu e ya era n capaces de luch ar y el de los que t odavía 10 r eran, permaneciera siempre con stante, alrededor de veinte mil.
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P uesto que éstos e ra n asl y de un a man era se meja nte goberna ba n siempre con j usticia su ciudad y el resto de G recia. en toda Europa y Asia e ran fam osos por la belleza de los cuerpos y la completa excelencia de las alma s y los más ren ombrados de todos los de aquel tiempo. Ahora, si no que damos despojados del recue rdo de lo que escuch amas cuando aún éramos niños . os ex pond remos cuáles era~ las cua lidades d e los que lucharon cont ra ellos y cómo nacieron en un prin cipio, para que estos mismos relat os os sea n comunes a los a migos. An tes de la na rración todavía es necesari o llamar la ate nción sobre un detalle. para qu e no os ma ravilléis si escucháis nom bres griegos de ho mb res bárbaros. Conoce. ré~s. la razón de dichos nom bre s. P uest o que Sa lón quería utilizar el relato para su poesía. investigó el significado de los nom bres y descubrió que aq uellos prim eros egipci os los
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t radujeron a su propia lengua al esc ribirlos. y él. a su vez. tras captar el sentid o de cada uno . los vertió a la nuestra b cua ndo los escr ibió. Esos documentos se encontraban en casa de mi abu elo, Y. actualmente, est á n todavía en mi poder y me ocupé dilig ent emente de ellos cuand o era niño. Por ta nto, no os ad mire si escucháis nomb res co mo los de aquí, pu es ya conocéis la razón. El siguiente era ento nces el comienzo de un largo relato. Tal como dije a ntes acerca del sorte o de los d ioses 17 - qu e se dist ribuyeron toda la tierra, aquí e n parcelas e mayores, alll en menores e instaurar on te mplos y sacr ificios pa ra sí- , cuando a Poseid ón le tocó en suerte la isla de Atlá nti da la pobló con sus descendientes, nacidos de una mujer mortal en un lugar de las siguientes caracterlsticas. El centro de la isla esta ba ocupa do por una llanura en dirección al mar , de la qu e se dice que era la más bella de todas, y de buena calid ad, y en cuyo centro 18, a su vez, ha bía una montaña baj a po r t od as partes, que d istaba a unos cincuenta estadios I'J del mar. En di cha mo ntaña ha bita ba un o de los hombres que e n esa regió n habían nacido de la tierra, Evenor de nombre, que con vivía co n su d mujer Leucipe. Tu vieron una única hija, Ctito. Cua ndo la muchacha alca nza la edad de tener un marid o, muere n su n cr. supra. l09b. l' Tal como sei'iala K. L WlDDII." ( P/a/on. Timaios. J(ri/ifJI. Ph i/~bo,. !kar/Jtilt/ von KI. W. Gri«hilchtr Tt x / von A.. Rivaud und A. D~s. lhUUd rt Übtrstt1ullg von H. M¡¡J/tr und F. Sch/titrmat:Mr, Darm stad t, 1972 . pág. 2JJ nota), pros d ebe tener aqul el se ntido de trr [cf. K. ÜHI'lE!l. G ERTlI. l. 5 18) Y k a/Q rMWII tiene q ue es ta r referido al medio de la llanura. La inte rpretac iÓn d e A . R lV" UD ( N a/OlI. (Ñu~rtJ romp" /~s. X.. 1imtt. Cri / ju Tt x lt i IDhli ti rroduit par A.. R.• Parls, 1925, t970. 263) no parece posible porqu e para depend er de aphestós mls on deberla esta r simplemente en geniti vo sin ka /d. Esta interp reracién se ve confirmada por la longitud que del ca na l qu e une la isla central co n el mar (l 15d). 19 Un esta d io = 600 pies. 160. -
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mad re y su padre. Poseid6n la desea y se une a ella, y, para defend er bien la co lina en la q ue ha bita ba, la aísla por medio de anillos alterno s de tierra y de mar de mayor y men or dimensión : dos de tierr a y tres de mar en total, cavad os a partir del cent ro de la isla. todos a la misma r dist an cia por t odas partes, de mod o qu e la co lina fuera inaccesible a los hombres. Entonces todavía no hab ía barcos ni navegación. ! I mismo, puesto que era un dios, ordenó fácilmente la isla qu e se encont raba en el cent ro: hizo subir do s fuentes de aguas subte rráneas a la superficie - una fluía cal iente del ma nan tial y la otra frla - e hizo surgir de la tierra alimentación vari ada y suficiente. Engendr6 y crió cinco generaciones de gemelos varones, y dividió toda la isla de Atlán114 tida en diez pa rt es, y entregó la casa materna y la parte qu e estaba alrededor, la mayor y mejor, al primogénit o de los mayores y 10 nombró rey de los ot ros. A los otros los hizo gobernantes y encargó a cada uno el gobierno de muchos hombres y una regi ón de gran des dimensio nes. A todos les dio nombre : al mayor y rey, aque l del cua l la isla y tod o el océa no llam ad o A tlántico tienen un nombre derivado ; porqu e el pr imero que rei na ba entonces llevaba el nombre b de Atlante 20. Al gemelo qu e nació después de él, al qu e tocó en suerte la parte ext rema de la isla, desde las columnas de Heracles hasta la zona denominada aho ra en aqu el lugar Gadirica, le dio en griego el nombre de Eumelo, per o en la lengua de la región , Gadiro . Su nombre fue pro babl emente el origen del de esa regió n. A uno de los que nacieron en segundo lugar lo llamó Anferes, al otro, Bvemo. Al qu e na ció prim ero de los terceros le puso el nombre de Mn eseo lo El hijo del tit án J ápeto, hermano de Pro meteo y que tiene la misi6n de sostener el cielo a pare ce aqul co mo el primogénito de Poseid ón y el rey más import ant e de Atlá ntida.
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y al segundo, Autóctono. Al primero del cua rto par le dio el nombre de Elasipo, y el de M éstor, al posterior . Al ~ mayor del qu into par de gemelos le puso el nombre de Azaes y al segundo, el de Di áprepes. Todos ést os y sus descendi entes viviero n alll durante much as generac iones y goberna ro n muchas otras islas en el océano y también do minaron las regiones interiores hacia aq uí, co mo ya se dij o an tes, hast a Egipto y Bt rurle " . La estirpe de Atl as llega a ser numerosa y distinguida. El rey más anciano t ransmitía siempre al mayor de sus des - ti cend ientes la monarquía, y la conserv aron a lo largo de muchas generaciones. Poseían tan gran cantidad de riqu ezas co mo no tu vo nunca an tes una dinastí a de reyes ni es fáci l que llegue a tener en el fut uro y est aban provistos de t od o de lo qu e era necesario proveerse en la ciudad y en el resto del pa ís. En efecto, aunque import aban mucho del exte rior a causa de su imperio, la mayoría de las cosas t necesari as pa ra vivir las proporcion aba la isla; en primer lugar , tod o )0 que, extraído po r la minería, era sólido o fusible, y lo que ahora sólo nombramos -entonces era más que un nombr e la espec ie del oricaleo que se extraía de la tierra en muchos lugare s de la isla , el más valioso de tod os los metal es ent re los de ent onces, co n la excepción del o ro- y tod o lo que prop orciona el bosque para los t rabajo s de los carpinteros , ya que todo lo producía de manera abundante y alimentaba, además, suficientes animales d omésticos y salvajes. En especia l, la rala de los elefantes era mu y nu meros a en ella. También tenía comida el resto de los an imales qu e se alimenta en los pant an os, lagun as y d os y los que pacen en las montañas y en las llan uras, para todos había en abundancia y así tamb ién J 15 para este animal que es por naturaleza el má s gra nde y el II
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que más come. Además, producla y criaba bien tod o lo fragante q ue hoy da la tierra en cualquier luga r, raíces, follaje, mad era, y ju gos, desti lados, sea de flores o frutos. Pero tam bién el fruto cultivado , el seco, que utilizamos para alimenta rnos y cua nto usam os para comida - denob min am os legumbres a tod as sus c1ases- y todo lo qu e es de á rbo les y nos da bebida s. comidas y aceites, y el qu e usamos por sola z y p lacer y llega a ser dificil de almacenar, e! fru to de los á rbo les fruta les, y cua ntos presentamos co mo po stre s agradables al e nfermo para estimu lo de su apetito, la isla divina. que estaba entonces bajo el sol, pro ducía todas estas cosas bellas y irables y en una cantie dad ilimitada . Como recibían todas estas cosas de la tierra, construyero n los templ os, los palacios reales, los puertos, los astilleros y todo el resto de la región, disponiéndolo de la manera siguiente. En primer lugar, levantaron puentes en los anill os de mar que rodeaban la antigua metrópoli para abri r una vía hacia el exterior y hacia el palacio real. Instalaro n direc tamente desde el princip io el palacio real en el edificio del dios y de sus progenitores y, como cada uno , al recibirl o d del ot ro, mejoraba lo que ya estaba bien, superaba en lo posible al anterior, hast a qu e lo hicieron asom broso po r la gran deza y la belleza de las obras. A parti r del mar, cavaron un canal de tr escientos pies de an cho, cien de pro fund idad y un a ex tensió n de cincuent a estadios hasta el anillo ex terior y allí hiciero n el del mar al canal como a un puert o, abri end o una desemb ocadu ra como para que pudieran entr ar las naves más gra ndes. T ambién abrieron, siguiendo la d irección de los puentes , los círculos de tierra r que separ aba los de mar, lo necesario para que los atra vesara un trirreme, y cubrie ron la parte super ior de modo que el pasaje estuviera debaj o, pues los bordes de los anillos de tierra tenían una altura qu e superaba suficient emente al
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mar. El anillo mayor, en el que habían vertido el mar por medio de un canal, tenia tres estadios de ancho. El siguiente de tierra era igual a aquél. De los segu ndos, el liquido tenia un anc ho de dos estad ios y el seco era , otra vez, igua l al líqu ido ante rior. De un estadio era el qu e corría alreded or de la isla que se enco nt raba en el cent ro . La isla, en la que 116 esta ba el palacio real, tenía un diámetro de cinco estadios. Rod earon ésta, las zonas circulares y el puente, que tenia una anchura de cien pies, con una muralla de piedras y colocaron sobre los puentes, en los pasajes del mar, torres y puertas a cad a lado . Extrajeron la piedra de d ebajo de la isla cent ral y de debajo de cada una de las zonas circulares exteriores e interiores; las piedras eran de color blanco, negro y rojo. Cuando las extranjeron, construyeron dársenas huecas dobles en el interior, techadas con la misma piedra. b Unas casas eran simples, ot ras mezclaban las piedras y las combinaban de manera vari ada para su solaz, haciénd olas naturalmente placen teras . Recub rieron de hierro, al qu e usaban co mo si fuera pint ura, todo el recorrido de la muralla qu e circu nda ba el 'anillo exterior fu ndieron casiterita sobre la muralla de la zona interior, y oricalco, qu e poseía r unos resp landores de fuego, so bre la qu e se enco nt raba al rededor de la acrópolis. El palacio dentro de la acrópolis estaba dispu esto de la siguientes manera . En el centro, habían co nsag rado un tem plo inaccesible a Clito y Poseidón, rodeado de una valla de o ro: ése era el lugar en el qu e al prin cipio co ncibiero n y engendraro n la estir pe de las diez familias reales. De las d iez regio nes enviaban cad a año hacia allí frutos de la estación co mo ofrendas para cada uno de ellos. Hab la un templ o de P oseid ón de un esta dio de lon gitud y trescientos d pies de ancho . Su altura parecla proporcional a estas medi das, puesto que ten ía un a forma algo bárbara. Recubrieron todo el exterior del templo de plata, excepto las
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cúpu las, q ue revistieron de oro. En el interior, el tech o de marfi l, ent remezclad o con oro, plata y oricalco, tenía una a pa riencia multi color. Revistieron las par edes, columnas y pa vimento de oricalco . Dentro del templo colocaron im é~ genes de o ro : el dios de pie sobre un ca rro lleva ba las riendas de seis ca ballos alado s y tocaba , a causa de su altura, el techo co n la cabeza; lo rod ea ban cien Nereidas 22 sobre delfines - pues los de aq uel entonces cre ían que eran ta ntas. En el inte rio r ha bla muc has otras estaturas qu e era n exvotos de particu lares. Afuera, alrededor del templo, ha bía estat uas de oro de t od os, de las mujeres y de los hombres que hab lan pertenecido a la fami lia de los diez reyes, así com o muchos otro s exvoto s gran des de los reyes y de pa rticulares de la ciudad y de tod as las regione s exteriores que dominaban. Ha bla un altar que concordaba en su grandeza ll1 y su manufactura con esta construcc ió n. El palacio, igual ment e, se ad ecuaba a la grandeza del imperio, así como al orde n alred edor del templo. Para utilizar las fuentes de agu a fria y caliente qu e por naturaleza tenían una abun d ante cantid ad de agua en sa bor y calidad exce lente para el uso, co nstruyeron alrededor edific ios, hicieron plantaciones de árbo les adecuadas a las agu as, levantaron ciste rnas al aire libre e inverna les cubiertas para los baños ca lientes b - aparte las reales, las públicas y las privadas , además de otras para mujeres y ot ras para caba llos y el rest o de los animales de t iro- y ordena ron con venientemente cad a un a de ellas. Di rigieron la corr iente de ag ua hac ia el bo squ e sagrado de Poseidón - múltiples y var iados árbo les de belleza y altura sob rena tural po r la calidad de la tierra - y hacia los circulos exteriores por medio de canales qu e 11 Hiju de Nereo, d ios del mar pad re de Tetis, y de Dódde, hija de Océa no y Tet is. Ninfa8 ma rinas asocia das generalmente al cult o de Poseíd6n. So n cincuenta y aqul Critias mencio na expresa mente la divergencia de la tradición.
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seguían la di rección de los puentes. Habl an construido en e aquel luga r muchos templos para mu cho s dioses, muchos jardines y mucho s gimnasios, uno s de hombres, otros . separados, de ca ballos, en las dos islas de los anillos. Además. en el centro de la isla mayor había un hipód romo de un esta dio de ancho colocado a parte, cuya extensión permilla que los ca ballos co mpitiesen libremente todo el perlmetra . Alred edo r de éste hab ía, aquí y alli, cas as de guardia para la mayoria de gua rd ianes . La guardia de los más fieles estaba dis puesta en el anillo más pequeño y más cer- d cano a la acró polis y a los que más se distinguían en su fidelidad les habían dad o casas dent ro de la acrópolis en torn o a los reyes. Los astilleros estaban llenos de trirremes y de tod os los artefactos correspond ientes, t od o adecuadamente pr eparado . Los alrededores de la casa de los reyes est aba n arreglados de la siguiente manera: cuando se atravesa ban los puertos desde afuera -que eran tres- una muralla se extendía en circulo, a partir del mar - a cin- ~ cuenta estad ios por todas partes del anillo mayor y de su puerto- y se cerraba en la desemb ocadura del ca nal en el mar. Muc has casas poblab an de nsamente toda esta zona; la entrada del mar y el pue rto mayor esta ban lleno s de ba rcos y comerciantes llegados de t od as part es qu e, po r su mu ltitud , oca sionaba n vocerío, ru ido y bullicio variado de día y de noche. Ahora ya te nemos casi recordados la ciudad y los alrededores de la antigua edificación, tal co mo se describiero n ento nces. De bemos inte nt ar record ar el rest o de la región, cómo era su nat ura leza y la forma en qu e estaba orde nado . J 18 En primer lugar, se decía qu e todo el lugar era muy alto y escarpado desde el mar, pero que los alrededores de la ciuda d eran llan os, su aves y planos, circundados a su vez de mont añas qu e llegaba n hasta el mar. Esta llanur a era de for ma oblo ng a y tenla por un lado tr es mil est adios y do s
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mil en el cen tro desde el mar hacia a rr iba . Esta zona de la isla estaba de cara al viento sur, de espald as a la constelación de la Osa y pro tegida del viento no rte . Entonces se loa ba que las montañas que la rodeaba n supe ra ba n po r su núm ero, gra ndeza y belleza a todas las q ue hay a ho ra y q ue tenía n e n eIJas mucha s ricas alde as de vecinos, rto s, lagos y prad os que daban alime nto suficie nte a todos los a nimales, d omésticos y sa lvajes. bosques variados e n canti dad yespecíes que pr oveían a bundantemente para tod as y cada una ... de las obras. la na tu raleza y mucho s reyes, con su lar go esfuerzo, hab ían conformado la llanura de la sigu iente manera. En su mayor parte era un cua drilátero rectangular, y lo qu e fa lta ba para fo rma rlo lo habla corr egido por medio de una fosa cav ada a su alrededor. Aun que la profund idad, an cho y lo ngitu d que les atribuyeron er an ta n gra ndes, sin con tar con las otras obras, que resulta inc reíble pa ra algo hecho por las man os del hombre, d ebem os decir lo que escuc hamo s. Había n cavado una profundidad de cien pies; el ancho era e n todos lados de un estadio y, d como había sido cavada alreded o r de toda la llan ura, su longitud e ra de diez mil esta d ios. T ras recibir las corrie ntes qu e bajaban de las montañ as y rod ear la lla nura, llega ba a la ciud ad por am bos lados y allí deja ba fluir el agua al mar. Desd e s u parte super ior ha bía n ab ierto canales rectos de cien pies de a ncho que corrian a lo la rgo de la llanura hasta desembocar nueva men te e n la fosa que daba al ma r y d istaban e ntre sí cien es tad ios de d istancia un o de otro. As í ~ baja ban a la ciudad la made ra de las mo ntañas y proveían con barcos el resto d e los productos est acionales, ya qu e hab ían a bierto comun icacio nes transver sa les de unos cana les a otros y hacia la ciudad. Cosecha ba n la tierr a dos veces por año, en invie rno con las aguas provenientes de Zeus, y en vera no con ducían desde los cana les las corr ientes que pro duce la tie rra. b
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En cuanto al nú mero, estaba dispuesto que cad a distrito de la llanura con hombres útiles para la guer ra prove· yera un jefe. La extensión del distrit o e ra de diez veces d iez 119 estad ios y los d istritos eran sesenta mil 2J • Se decía qu e la cantidad de hombres de la monta ña y del resto de la región era innume rab le; todos estaban d ist ribuidos e n estos d istri tos y asignados a jefes según las zonas y las aldeas. Esta ba reglamentado que cada je fe proveyera en caso de guerra la sexta part e de un ca rro de guerra has ta di ez mil ca rros, do s b ca ballos y jinetes, además de un par de caball os sin ca rro , un in fa nte con escudo pequeño y el guerrero qu e lucha sobre el ca rro y co nduce los do s caballos, dos hoplit as, arqueros y honder os, ta mbién dos cada uno, lanzadores de pied ras y lanceros con armamento ligero , tr es cada uno, y cuat ro marinero s para cubrir la tripulación de mil do scientas na ves. As! esta ba dispuesto lo co ncerniente a la guerr a en la ciu dad real, lo de las nue ve restantes lo est aba de otra maner a que llevaría mucho tiempo relat ar. Lo relati vo a los puestos de gob ierno y los ho nores e estuvo orde nad o desde el principio de la siguiente man era. Ca da un o de los di ez reyes imp eraba sobre los hombres y sobre la mayoria de las leyes en su parte yen su ciudad, y cast iga ba y mataba a qu ien qu e ría. El gobiern o y la comunidad de los reyes se regía n po r las disposiciones de Poseíd ón ta l co mo se las t ra nsmi tía n la co nstit ución y las leyes escritas por los pri meros reyes en un a co lumna de encalco que se encontra ba e n el cent ro de la isla en el templo de Poseid ón, donde se reunían bien cada lust ro, bien, de J man e ra alte rnativa, cada seis años, pa ra honra r igua lmente lo par y lo impar. En las reuniones, del iber ab an sob re los IJ La llan ura tenía una extensión de 6.000.000 de estad ios cuad rad o! y un sistema d e cana les la dividía e n 600 cuad rados de 10.000 estad ios cad a uno , cad a uno con 100 dist ritos d e 100 estadios, 10 que da 60.(I(}{) distrito s [Kt.. Wm DR.... KriliaJ. cit., 446).
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asuntos comunes e investigaban si alguno había infri ngido algo y lo sometla n a j uicio. Cua ndo iban a dar el veredicto se daban prim er o las siguie ntes gara nt ías unos a ot ros. ~ Ro ga ban a Poseid ón qu e tom a ra la ofrenda sacrifica l que le agradara de entre los toros sueltos en su templ o y ellos. qu e er a n só lo di ez, lo caza ba n sin hie rro, con maderas y redes. Al qu e a tra pa ba n lo conduelan hacia la columna y lo degolla ba n e ncima d e ella, haciend o votos por las leyes escritas . En la column a, j unto a las leyes, habí a un j urament o que proclam a ba gra ndes maldic iones para los que las desobedecieran . Tras hacer el sacrificio según sus leyes 120 y ofrecer tod os los del toro, llenaban una crát er a y vertí an en ella un coágu lo de sangre por cada uno. El resto lo arroj a ban al fuego una vez que ha bían limp iad o la columna . Luego, mientras ext raí an sa ngre de la crá tera con fuentes dor adas y hacían una libación sobre el fuego, juraban juzgar segú n las leyes de la columna y castigar si b alguien hubi era infrin gido algo a ntes, y, ad em ás, no infringir intenci onalmente en el fut uro , ningun a de las leyes esc ritas, ni gobern ar ni obedecer a ningún gobe rnante, e xcep to a aq uel que ordena ra según las leyes del padre. Una vez que cada uno de ellos hubo promet ido esto de si y de su estirpe, bebido y ded icado la fuente como exvoto e n el templo del dios y se hub o ocup ado de la comida y de las otras necesidades, cu a ndo llega ba la oscuridad y se hab ía enfri ad o el fuego sacrifícia l, se vestía n co n un bellísimo vestido púrp ura y se sentaba n en el suelo junto a las ascuas del ju ramento sac rificial. Du ran te la noche, tras a pagar el fuego e que se encont ra ba alrededor del tem plo, era n juzgados y juzgab an si alguien acusa ba a alguno de ellos de haber infringido alguna ley. Cua ndo ter minaban de juzgar, al hacer se de día, escr ib ían los juicios en una tablilla de oro y la ofrendaban como recuerdo junto con las vestimentas. Hab ía muchas otras leyes especiales acerca de los honores
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de cada un o de los reyes; 10 más importante: no ataca rse nunca un os a otros y ayudarse tod os en caso de que alguien intentara destruir la esti rpe real en alguna de sus ciudades, y tomar e n común, como a ntes, las determinaciones co ncernie ntes a la guerra y a otras act ividades, baj o d la co nducció n de la estirpe de Atla nte. Ningún rey podía matar a ningu no de sus parientes, si no conta ba co n la a probaci ón de más de la mitad de los d iez. Según el relato, ta n gran potencia yde ta les ca racterlsticas existe nte entonces en aquellas zonas ordenó y envió el dios co ntra nuestras tierras por la siguiente razón . Dur ante muchas generaciones, mient ras la nat uraleza del dios era , suficie nte men te fuerte, obedeclan las leyes y esta ba n bien dispues tas hacia lo divino em parentado co n ellos. Poseían pensa mientos verdaderos y grandes en todo sentido , ya que aplicaban la suavidad j unto con la pru dencia a los avata res que siempre oc urren y uno s a ot ro s, por lo que, excepto la virt ud, despreciaban todo lo demás, tenían e n poco las cir- 121 cunsta ncias presentes y soporta ban con facilida d, como una molest ia, el peso del oro y de las otras posiciones. No se eq uivoca ba n, em briagados por la vida licenc iosa, ni perd ía n el dominio de sí a ca usa de la riq ueza. sino qu e, sobrios, recon ocía n con clar idad qu e tod as estas cosas crecen de la amist ad unida a la virt ud común, pero que co n la persec ución y la honra de los bienes ex te riores, éstos decae n y se destruye la virtud con ellos. So bre la base de ta l razon a miento y mientras permanecía la nat uraleza divina, prospera ron todos sus bien es, qu e describimos a ntes. Mas cuando se agot ó en ellos la parte divin a porque se habí a mezclado muchas veces con mucho s mo rt ales y pre- b dominó el carácter humano, ya no pudieron so portar las circ unst a ncias que los rodeaban y se per virt ieron ; y "al que los podía observar les parecían desvergonzados, ya qu e hablan dest r uido lo más bello de entre lo más valio so, y los
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, que no pudi ro n observar la vida verdadera respect o de la félicidad~ d~ían ento nces qu e era n los más perfectos y felic~que esta ba n llenos de injusta sobe r bia y de poder. El dios de dioses Ze us, qu e reina por medio de leyes, puesto que puede ver tales cosas, se dio cuenta de que una e est irpe buena esta ba d ispu est a de manera indigna y decidió a plicarles un castigo para qu e se hicieran más ordenados y alca nzara n la prude ncia . Re unió a tod os los dio ses en su man si6n más importante. la que, instalada en el centro del universo, tiene vista a todo lo que par ticipa de la generación Y. Iras reu nirlos. d ijo...
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