1-Fases de la adolescencia. Se suele considerar que la adolescencia tiene las siguientes fases con sus características, si bien, la frontera entre cada una es muy difusa y varía según el autor. Se habla de preadolescencia entre los 10 y los 11 años. Es la etapa final de la niñez, donde los conflictos internos adolescentes empiezan a manifestarse. Comienza la preocupación por el físico, por vincularse a un rol sexual, por tener un círculo íntimo de amistades. Adolescencia temprana, 11- 13 años. Coincide con la pubertad, que el cambio físico del cuerpo del niño al de adolescente. Las niñas tienen su primera menstruación y los niños comienzan a experimentar el cambio de voz y otros signos de la edad adulta. En esta etapa, la preocupación por los cambios experimentados en el propio cuerpo, las dudas sobre sexo y el o con grupos de amigos del mismo sexo para forjar la identidad, son primordiales. Comienzan las dudas sobre su papel en la sociedad. No sé ve encajado en el grupo de los adultos ni mucho menos en el de los niños, por lo que unas veces se adscribe a un papel y otras a otro. Adolescencia media. 14- 16 años. El adolescente empieza a asumir su nuevo cuerpo, y su nueva identidad. Ya no se ve a sí mismo como un niño. Paralelamente, comienzan los os con el sexo opuesto y las pandillas mixtas. La principal preocupación es el sexo y conseguir gustar y seducir a los del sexo contrario. Son frecuentes las dudas sobre orientación sexual y la experimentación con estímulos fuertes como el alcohol, las drogas y el tabaco. Adolescencia tardía 17- ¿?. Los conflictos internos de identidad se van resolviendo, el grupo de amigos pierde importancia frente a la búsqueda de pareja. Teniendo en cuenta, que para algunos autores, la adolescencia termina cuando un joven es totalmente independiente emocionalmente y económicamente de sus padres, esta etapa puede alargarse muchísimo. Si lo vemos con un poco de humor negro, diríamos que uno no es adulto hasta que no tiene una hipoteca.
2-La rebeldía juvenil. Se suele considerar la adolescencia como “la edad del pavo”, “una edad difícil”, etc y efectivamente, resulta una convulsa época de cambios en la cual, una sana rebeldía es necesaria para la madurez. La rebeldía, es otra de los rasgos característicos de esta edad. Los jóvenes pueden rebelarse abiertamente, oponiéndose a lo que se les dice, contestando mal, desobedeciendo, o pueden ejercer una resistencia pasiva, dejando de estudiar, tumbándose en el sofá, no duchándose, encerrándose en la habitación o ensimismarse en su mundo interior. Esta segunda resulta mucho más irritante y más persistente, siendo más difícil dominarla. Cuando los jóvenes no se rebelan abiertamente, hacia los demás, pueden rebelarse hacia dentro, hacia ellos mismos, haciendo dieta, bebiendo, cometiendo imprudencias… Ninguna de estas manifestaciones es preocupante por sí misma y, habitualmente se equilibran. El problema viene cuando una de estas conductas se descontrola y absorbe la vida del joven, por ejemplo negándose a salir con amigos, o procurando pasar en casa el menor tiempo posible. La rebeldía, les lleva a querer considerarse fuera del mundo de los adultos, necesitan construir una realidad paralela, y para ello emplean métodos de lo más diverso, desde vestir de una manera especial, hasta oír música todo el tiempo con auriculares, que no deja de ser una manera de “desconectar”. Se suele decir que la manera de que un joven haga lo que queremos, es decirle que haga todo lo contrario. Esto es cierto solo en parte, aunque parezca que no escuchan, que solo van a la suya, la verdad es que un discurso repetido una y otra vez acaban por asimilarlo, muchas veces en privado reconocen estar de acuerdo con sus padres, pero no quieren reconocerlo en público, de modo que nuestros sermones no caen del todo en saco roto, lo único que ocurren es que necesitan cuestionarlo todo y es bueno que así sea.
3-Cuándo debemos preocuparnos. Debemos estar atentos ante los dos extremos en que podemos caer con los jóvenes, uno considerando como normales y propias de la edad conductas que no deberíamos tolerar, el otro, al preocuparnos en exceso por comportamientos que son totalmente normales en esta fase de desarrollo. ¿Cuándo debemos preocuparnos entonces? NO existe un criterio único ni válido para todos los casos. No es tan sencillo definir la conducta del adolescente como la del niño o los adultos. Es una cuestión de grado, la inmensa mayoría de los adolescentes españoles se emborrachan alguna vez, esto, aunque sea perfectamente motivo de un castigo, no debe preocuparnos. El problema viene, cuando estas borracheras se suceden y se intentan ocultar. También es natural hablar de sexo continuamente, ver pornografía, decir tacos, contestar a voces, vestir de forma provocativa, estar de mal humor sin causa aparente etc, pero todo ello no es ninguna excusa para volverse sucio, desagradable con la familia, maleducado y contestón y de ninguna manera debemos permitirlo. Hay que desconfiar de aquel adolescente que después de una buena reprimenda no se siente un poco avergonzado. También hay que tener una especial atención a los “buenos chicos”, si un niño con un comportamiento demasiado responsable es sospechoso, un adolescente modelo es una bomba de relojería. Una de dos, o nos está engañando y lleva una doble vida que no conocemos (que ocurre en muchísimos más casos de lo que los padres creen) o se está haciendo a sí mismo un daño irreparable. Para madurar hay que cuestionar, rebelarse, quejarse, y ser un poquito insoportable a veces, en mayor o menor grado según la personalidad de cada uno. Intentar ser perfecto, procurar no dar ningún disgusto a los padres, es terreno abonado para la depresión, los ataques de pánico, los trastornos alimentarios y las dependencias. En cambio, hay otros temas más llamativos a los que no debemos dar tanta importancia, como es la estética. Estéticamente los adolescentes tienen dos preocupaciones fundamentales que consisten en diferenciarse de los adultos y acercarse a su grupo de edad. Para una chica joven puede ser un verdadero trauma no poder llevar la ropa que le gusta, aunque sea poco aceptable para los padres. Lo mejor en estos casos es cerrar los ojos y hacer de tripas corazón, salvo en el caso de la ropa de marca, porque no es positivo gastarse un dinero en ropa que el joven no ha conseguido con esfuerzo. Esfuerzo es la palabra clave. Uno de los grandes problemas de los jóvenes es la falta de objetivos vitales. Su vida es cómoda y fácil y esto les lleva a no esforzarse y por tanto al aburrimiento y la apatía. Nada más triste que un chico de 15 años sentado en el sofá todo el día. De ahí la necesidad de que “se lo curren” y se les obligue a luchar por aquello que quieren conseguir, tanto en cosas materiales como la ropa, como en privilegios como llegar media hora más tarde. Resulta muy positivo animar al joven a participar en deportes, en asociaciones juveniles, en voluntariados, ya que luchar por algo les proporciona objetivos y les ayuda a sentirse útiles y valorados. Nunca hay que reírse de las creencias de los jóvenes, por muy peregrinas que nos puedan parecer.
4-Las normas, la negociación, el diálogo. Lo natural a estas edades es discutir cualquier clase de norma paterna e intentar siempre probar a saltársela, sea cual sea. Es tarea de los padres definir claramente cuales van a ser las trasgresiones permitidas y cuales no. Hemos de ser conscientes que un adolescente siempre dirá que es pronto sea cual sea la hora de entrada a casa, y llegará tarde más de una vez. Si las normas son excesivamente permisivas, saltárselas es demasiado fácil y el joven se desmotiva, si son excesivamente rígidas, el adolescente siente que choca inútilmente contra una pared y se siente frustrado. Las normas son necesarias, pero no se debe ser ni demasiado rígido ni demasiado flexible en su ejecución. La clave está en saber negociar. Con los niños pequeños, negociar puede ser contraproducente ya que necesitan normas claras que seguir, sin embargo según van creciendo, la negociación se convierte en un arma educativa fundamental, hasta que en la adolescencia puede ser la única manera de conseguir algo de paz.
Cuidado, negociar no significa ceder, significa escuchar las razones del otro para llegar a un acuerdo válido para las dos partes. Tenemos que tener muy, muy claro que es lo fundamental que queremos conseguir, cual es nuestro objetivo final irrenunciable para ir cediendo en apariencia, en cosas que para nosotros son pequeñas, pero para ellos son logros importantes. Por ejemplo, María de quince años quiere un pearcing, quiere un pearcing y quiere un pearcing. Y además lo quiere en la lengua. Sus padres, se oponen, su padre, por pura repugnancia estética, su madre, porque es muy joven y se puede arrepentir. (A veces los miedos de los padres, son más fantásticos que reales, ya que objetivamente considerado, poco perjudica a una joven agujerearse la lengua, salvo las molestias que pueda ocasionar). ¿Qué puede hacerse en este caso? Es inútil decirle a María que un piercing es una bobada y que ninguna chica puede ser más guapa o más moderna por tener una bolita en la punta de la lengua. Ella nos dirá que no la entendemos, que somos horribles y que fulanita de tal se lo hizo y sus padres la dejaron (siempre son mejores y más guapos los padres de los demás) Lo que sí es práctico es negociar, por ejemplo el piercing en la boca, puede convertirse en un piercing en el ombligo, mucho más discreto. Se le puede obligar a pagarlo con su propina, para que aprenda a ganar lo que quiere, o se puede canjear por aprobar matemáticas, que resulta mucho más pragmático que negarse de lleno. En general es aconsejable ceder en aspectos superficiales como la ropa, la apariencia y ser firmes en otras más básicas como los estudios o la falta de respeto a los demás. Esto nos lleva al otro pilar fundamental de las relaciones con los hijos que es el diálogo. Si un niño no habla con sus padres, si sus padres no le escuchan “sus cosas”, aunque sean superficiales y aburridas, de adolescente se negará en redondo a contar cual es su mundo. Escuchar a los jóvenes cuando hablando de temas triviales, saber cual es su grupo favorito y porque están de moda las zapatillas desatadas y cual es el video –juego más molón es absolutamente imprescindible para que nos cuenten cuando tienen un verdadero problema o duda angustiante. El mejor consejo que podemos dar a unos padres es : hablen con sus hijos. Cuando son pequeños, esto es fácil, siempre nos siguen dando la lata, pero cuando son más mayores, pillarles de humor puede ser mucho más complicado. Son impagables los momentos en que el chico o la chica tienen ganas de hablar aunque sea en el momento más inoportuno. Escuchar y hablar con los adolescentes es un verdadero arte ya que todo lo que digamos lo usarán en nuestra contra. Los adolescentes suelen tener (cuando la relación con los adultos es buena) un tío preferido, un entrenador de fútbol, un profesor que les sirve de guía y al que cuentan cosas que a los padres no se atreven. Para los padres esto no debe ser motivo de celos, ya que tener secretos es natural a esta edad, al contrario hay que saber valorar esa figura que acerca a sus hijos al mundo de los mayores. 5-La hora de volver a casa y las propinas. Los padres se preocupan pensando en las horas en que no les vigilan, en el botellón, las discotecas y las drogas de diseño. Piensan que nunca los jóvenes tuvieron tantas tentaciones a su alcance y es cierto. En general los jóvenes tienen demasiado dinero fácil en forma de propinas y regalos y demasiada libertad de movimientos. Los padres suelen engañarse pensando que su hijo “no hace eso” y claro está, no hay peor ciego que el que no quiere ver. Y al contrario, muchas veces, por culpa de la televisión y las noticias alarmistas, los padres exageran mucho los peligros a los que se ven expuestos sus hijos. Para los padres que se preocupan sobre todo por el mal ambiente de bares y discotecas, hay que decirles que para cualquier adolescente es mucho más atractivo el banco del parque que el bar más chic, razón por la cual triunfan los botellones. Hay que tenerlos vigilados, sí, pero sin que se note demasiado. La hora de regreso debe estar supeditada a lo que los amigos del entorno hacen, nos guste o no nos guste. Siempre hay que dar al chico o la chica menos de lo que pide, en cualquier caso, para que luche por ello. La hora de llegada es un de las armas fundamentales que tenemos para motivarles a esforzarse más. Otro tanto ocurre con la propina. Lo ideal seria que la propina fuese siempre gestionada por los padres y se tradujera en una cantidad fija a la semana, independientemente de los gastos extra que puedan tener. La propina también se negocia y es proporcional a la edad y al esfuerzo realizado. Los adolescentes, por su propia naturaleza, son el grupo de edad más sugestionable y el blanco perfecto de la publicidad. Es más, casi toda la publicidad que vemos está protagonizada por gente joven y guapa, de modo que ser joven y guapo es un valor determinante en nuestra sociedad, al que aspiramos
todos. Envejecer es de mal gusto. En una sociedad de consumo, donde gastar es básico para la economía del país, no es de extrañar que los jóvenes, mucho más impulsivos que los adultos, tiendan a gastar compulsivamente, tanto chicos como chicos y esta tendencia hay que delimitarla. A veces los padres caen en el error de “mi hijo no va a ser menos que los otros” y por mantener el status, ofrecen a sus hijos todo lo que pueden y esto es un grave error porque no aprenden a valorarse por sí mismos al margen de las cosas materiales. Cuidado con la propina de tíos, abuelos etc, los jóvenes se juntan con cantidades de dinero importantes que tienden a gastar irreflexivamente y de forma instantánea. No es razonable que un chico de 17 años ande a las tantas de la mañana con los bolsillos llenos y desgraciadamente esto se ve cada vez más a menudo. Llegados a este punto debemos decir que nos oponemos radicalmente al trato diferencial de chicos y chicas, sobre todo entre hermanos. Que una chica deba llegar antes y tenga menos dinero que su hermano, es motivo de conflicto seguro entre ellos.
http://www.morellpsicologia.com/adolesentes5.htm
VIDEOS: http://www.youtube.com/watch?v=ksI3_9bRyhU http://www.youtube.com/watch?v=IFO-Zrujmww http://www.youtube.com/watch?v=DVNy-Ufi9Dc http://www.youtube.com/watch?v=etZyzQ08Bc0
La Rebeldía es una etapa en la adolescencia que se caracteriza por una actitud violenta y opuesta a los límites establecidos, y los enfrenta muchas veces a quienes no entienden con exactitud
cual
es
la
intención
de
esa
postura.
Sin embargo estas actitudes rebeldes de los adolescentes pueden llegar a ser valiosas y positivas. Lo único que debemos buscar es que la manera en que la manifiesten sea con un ambiente
de
cordialidad
y
mucho
tono
humano.
Es muy importante entonces, saber canalizar esta energía y aprovecharla para ayudar a que el joven se convenza de que su actitud no debe estar establecida por la broca hacia una idea, sino por
una
convicción
propia.
--->Existen algunos tipos diferentes de Rebeldía entre ellos están: Rebeldía Regresiva, Rebeldía Agresiva, Rebeldía Transgresiva y Rebeldía Progresiva.
1. Rebeldia
Agresiva:
Un segundo tipo de rebeldía es la agresiva que, a diferencia de la anterior se expresa de forma violenta. Las conductas agresivas son un modo de actuar de una persona que nos reflejan su incomodidad, su insatisfacción, y muchos otros sentimientos que en su mayoría son mal canalizados o mal aprendidos, ya que las reacciones ante lo que no les gusta, la mayoría de las ocasiones son desproporcionadas con respecto al problema original, esta desproporción es como ver las cosas en una magnitud demasiado alta como para solucionarlos y la respuesta automática se traduce en un insulto, desprecio, crítica, golpe, amenaza y otras tantas conductas que se catalogan como violencia física, verbal, psicológica, sexual, etc; todas ellas son conductas que buscan el castigo de la otra
u
La
conducta
otras agresiva
personas.
se
caracteriza
· ·
Gritos. Molestar
·
a
otros
Mostrarse
integrantes
de
iracundo
la
o
Pleitos.
· · ·
familia. resentido.
· ·
por:
s Dejar Actos
de
de
hablarle
desobediencia
Amenazas
de ante verbales
al la
cólera.
otro autoridad y
o y
las
los normas
físicas,
otros. sociales. etc-
Adicionalmente, si la persona violenta ha tenido malas experiencias, problemas laborales, falta de dinero, etc., considera que su actitud esta justificada por eso y no se da cuenta que muchos de los problemas y fracasos son ocasionados por su actitud. La personalidad de una persona agresiva siempre presenta los siguientes síntomas o
características. ·
Altamente
·
Baja
·
Tienen
tolerancia
impulsivos. a
conductas
de
las
frustraciones.
agresión
sin
motivos
· Tienden a aislarse o a refugiarse en conductas nocivas como el alcoholismo, la droga, el tabaquismo, etc.
2.Rebeldía
Transgresiva:
Esta consiste en ir contra las normas de la sociedad, o por egoísmo y utilidad propia, o por
el
Diferentes
placer conductas
de de
no
la
cumplirlas.
rebeldia
transgresiva:
·
Marginalidad
·
Exceso
de
liderazgo
· ·
Violencia Falta
de
Respeto
a
las
autoridades
· Autocontrolarse, tomar las desiciones y darse ordenes sin tener en cuenta las palabras
de
los
demas
· Esta es una rebeldía negativa que tiene su origen en la inseguridad e inmadurez del adolescente. A diferencia de esta, la rebeldía progresiva es el signo del que sabe comprender la realidad, pero no soporta las consecuencias de la injusticia, el que trata de mejorar las reglas y no transgredirlas.
2. Rebeldía
Progresiva:
La rebeldía progresiva es un signo de que el adolescente sabe soportar el paso de la realidad pero no soporta el de la injusticia, acepta las reglas, pero las discute y critica para
mejorarlas.
Esto quiere decir que el adolescente rechaza la injusticia de su medio cuando supuestamente es victima de esta misma, no le gusta que las reglas no lo favorezcan y “no se da cuenta” de que las reglas que se le imponen son para bien común de él y de su entorno social del momento. Los adolescentes en general suelen tener este tipo de rebeldía, por lo tanto se dice que es el tipo de rebeldía más visto en esta etapa y es en el
que
más
inmadurez
Alejandro
4.
denotan
los
jóvenes. Castillo
Rebeldía
Regresiva:
Nace del miedo a actuar y se traduce en una conducta de encogimiento, de reclusión en
sí mismo, en el que el adolescente adopta una postura de protesta muda y pasiva contra todo.
http://fadak2.wikispaces.com/Tipos+de+Rebeld%C3%ADa+Juvenil
Adolescencia: ¿Qué podemos hacer como padres ante la rebeldía? La adolescencia es una etapa en la que las relaciones con los hijos se hacen más complejas. Veamos a continuación una serie de sugerencias que pueden ayudarnos en este periodo tan difícil a tener una mejor relación con nuestros hijos y evitar, en la medida de lo posible, ese comportamiento rebelde:
Ser críticos sólo en lo esencial. No podemos juzgar ni criticar aquellos aspectos de nuestro hijo que no sean realmente importantes. Es mejor no reprenderle en cuanto su modo de vestir, de hablar, el tipo de música que escucha o su forma de peinarse. No son temas esenciales en su educación, pero para él son de gran importancia porque es una forma de identificarse con su grupo de amigos. Debemos corregirlos en temas realmente importantes como el respeto a los demás, la violencia, el alcohol, cumplir con sus responsabilidades, etc. Si le corregimos o criticamos todos los aspectos en los que no estamos de acuerdo con él, sólo lograríamos estar en continua discusión y no nos escucharía en cuestiones fundamentales. No cuestionarse su estado de ánimo. El adolescente está experimentando emociones y sentimientos nuevos. Es fácil que pase de un estado eufórico a otro depresivo o malhumorado. Estas variedades de su estado de ánimo son comunes, lo mejor es no darle excesiva importancia. También es frecuente observar en él comportamientos perezosos o de absoluta desgana en todo lo que realiza. Para corregir esta conducta lo más adecuado será hacerlo a través del ejemplo y con el refuerzo de sus comportamientos positivos. Darles responsabilidades. Los padres tienen que dejar de estar siempre encima de su hijo, tienen que asumir que ha crecido y empezar a tratarle de diferente manera a como lo hacía en la infancia. Es más aconsejable dar responsabilidades y luego pedirles cuentas, que tenerlos sobreprotegidos y no permitirles que se relacionen socialmente. Intentar mantener una buena comunicación. Desde la infancia los padres han de tener con sus hijos una relación basada en la confianza y el respeto. Debemos procurar tener conversaciones y momentos divertidos con nuestros hijos, buscar ocasiones para hacer actividades con ellos y disfrutar del tiempo que pasamos juntos. De esta forma, cuando llegue la adolescencia, será más fácil entendernos con ellos y se podrán evitar muchos comportamientos rebeldes tan característicos del adolescente, que a veces son consecuencia de una falta de entendimiento con los padres. Escuchar con atención. Siempre debemos escucharles con atención, esperando a que finalice para intervenir y no ridiculizar ni menospreciar lo que dice.
http://www.mujerglobal.com/familia/adolescencia-%C2%BFque-podemos-hacer-comopadres-ante-la-rebeldia/