Cuanto más alto es el tacón más se carga la parte delantera del pie lo que puede provocar uñeros, dolor en la zona y hasta juanetes (una deformidad crónica en los huesos del pie) Cargar el peso sobre la parte delantera del pie también puede producir fascitis plantar, una inflamación que resulta especialmente dolorosa cuando se empieza a caminar después de horas de reposo, La estabilidad es otro factor muy importante para la. A todos estos problemas se suman consecuencias en la columna ya que los tacones adelantan el eje corporal y de esta forma se aumenta la curvatura lumbar (lordosis), provocando dolor en la zona. La estabilidad es otro factor muy importante para la comodidad
EL ZAPATO IDEAL Las mujeres amamos los zapatos y, itámoslo, siempre habrá otro par que quisiéramos tener. Pero más allá de lo estético, ¿cuál es el modelo ideal a la hora de cuidar la salud de nuestro pie? ¿Cuál es la altura recomendada, por ejemplo?
Un zapato bajo saludable debe tener punta ancha para no apretar los dedos y de esa forma permitir un correcto movimiento hacia ambos lados y hacia arriba y abajo, es decir, los dedos deberían ‘flotar’ dentro del zapato. También se necesita una buena sujeción en la zona del talón y con un contrafuerte resistente para dar seguridad a la marcha, sin apretar el tobillo. La suela debe ser flexible, debe permitir movimiento del antepié. Idealmente no deben ser totalmente planos, sino que tener un taco de alrededor de 1 a 2 cm para no forzar en forma excesiva la tensión de la musculatura de la pantorrilla y el tendón de Aquiles. El traumatólogo Marcelo Somarriva explica que el zapato ideal para la salud de nuestro pie debe tener las siguientes características: •
Debe ser de cuero
•
Con una suela firme y no muy delgada
• Debe ser de un ancho suficiente para que el pie, especialmente la parte de los dedos, esté holgado y sin presión excesiva
HISTORIA DEL CALZADO FEMENINO
HISTORIA DEL CALZADO La historia del calzado es mucho más importante de lo que pueda parecer. Si miras a tus pies y piensas como sería la vida sin esta prenda que los protege y cubre, te puedes hacer una idea. Pero, ¿sabes quién inventó el calzado?, ¿cuál es su origen?, ¿cómo ha evolucionado con el paso de los años?.
Podríamos afirmar que el origen del calzado comenzó con la sandalia. En el Antiguo Egipto se confeccionaban con paja trenzada o láminas de hoja de palmera, y era de uso masculino del que estaban excluidas mujeres y esclavos. Su uso era ceremonial ya que la tendencia a ir descalzo perduró durante muchos siglos en la Historia.
PROBLEMAS MEDICOS Debe usarse zapatos de tacón alto con prudencia, porque de lo contrario pueden ser peligrosos. De hecho no son nada benéficos para la salud y usarlos con frecuencia puede llegar a ser una tortura, ocasionar cansancio, problemas circulatorios, dolor de pies, juanetes, “dedos de martillo” o deformaciones de la columna. Las mujeres son los pacientes más habituales de los podólogos debido a que los tacones altos son el enemigo principal de los huesos, articulaciones, músculos, tendones y nervios.
PATOLOGIAS POR EL CALZADO EVOLUCIÓN DEL CALZADO La documentación más antigua conocida alusiva al calzado tiene más de 15.000 años. Se trata de unas pinturas rupestres halladas en una primitiva cueva. De forma esquemática aparecen hombres con una especie de botines y una mujer que calza algo parecido a unas botas de piel.
Por tanto se puede afirmar que quién inventó el calzado fue el hombre prehistórico. Y respecto a cuándo se inventó el zapato es imposible saber con exactitud, pero como mínimo hace 15.000 años.
El zapato comenzó su larga evolución a finales del siglo IV, y fue consolidándose en el mundo bizantino tras la caída de Roma. Nacieron los zapatos cerrados y las chinelas de cuero marrón oscuro o negro.
Los tacones serán incómodos pero también estilizan y mejoran cualquier look. Y aunque se lleven toda la mala fama, el resto de los zapatos tampoco son perfectos para nuestros pies. Cada uno tiene lo suyo, desde las bailarinas a las botas de agua: no hay calzado perfecto, todos dejan huella. Rozaduras, uñeros, juanetes y callosidades son algunos de los principales daños que los zapatos ocasionan en el pie, aunque éste no es el único que sufre las consecuencias de una mal calzado. Columna, cadera, rodillas y articulaciones también la padecen.