ARTE ES TODO LO QUE LOS HOMBRES LLAMAN ARTE “Arte es todo aquello que los hombres llaman arte”. Es imposible fijar unos límites previos, establecer una “norma” que diferencie a priori entre “arte” y “no arte”. Arte es hoy un conjunto de prácticas y actividades humanas completamente abierto. (Jimenez) José Jiménez nació en 1957, es doctor en Filosofía. Profesor desde 1975 en la Universidad Autónoma de Madrid, y a partir de 1983 es Catedrático de Estética y Teoría de las Artes. Fue nombrado director general de Bellas Artes y Bienes Culturales en el Consejo de Ministros celebrado el 13 de julio del 2007. En el año 2006 la Sociedad Italiana de Estética le concedió el Premio Europeo de Estética por su libro Teoría del arte (Tecnos-Alianza Editorial, Madrid, 2002). Cuando vemos una imagen (por ejemplo Mona Lisa) todos nos preguntamos lo mismo ¿qué es esto? Para averiguar lo que es debemos de ir más allá de lo que vemos. Una imagen es una reproducción fotográfica. En el primer acercamiento la mirada no distingue entre La Gioconda y la reproducción de Gioconda. Los contemporáneos de Leonardo consideraban la Mona Lisa como una obra de arte. La Gioconda fue imitada muchas veces y paso a ser un mito. Tras el robo de la Gioconda del museo de Louvre en 1911 la obra se hizo muy popular no solo en el territorio nacional también en el extranjero. Las más respetadas cantantes y actrices fueron fotografiadas posando como Mona Lisa. Posteriormente la imagen de Mona Lisa pasó a tarjetas postales las que se difundieron rápidamente gracias los medios de transporte. Enseguida se le pierde el respeto. Aparece vestida con una falda corta levantándola para enseñar piernas y también aparece en un tono burlesco. En 1914 la obra fue recuperada y la pintura es reproducida de nuevo en revistas y postales. En ese año la imagen se representa con un monumento-signo, que sirve para identificar a distintas ciudades. La Gioconda comienza a hacerse global. Al ser reproducida tantas veces se nos hace familiar y conocida por todos. La imagen de Mona Lisa se separa de la obra original de Leonardo. Estos hechos marcan la entrada del arte en la era de reproducción técnica de la imagen. Kasimir Malevich uno de los grandes vanguardistas realiza una pieza en la que pega una imagen de Mona Lisa doblemente tachada. Al ser reproducida tantas veces Mona Lisa se convierte en algo de uso común. Marcel Duchamp hace otra intervención con humor e ironía. Le pinta con un lápiz un bigote y una perilla. Abajo agrega esta inscripción L.H.O.O.Q. Rompe con el sentido de respeto hacia la imagen. Con el bigote y la perilla alude a la homosexualidad del pintor. Freud publicó un estudio sobre Leonardo donde se menciona su homosexualidad. Este estudio probablemente llegó a manos de
Duchamp mientras estaba en Nueva York. L.H.O.O.Q. significa que ya está hecho. Él acuñó para todas sus intervenciones el término “ready-made”, es decir, ya hecho. En 1913 Duchamp acopló en su estudio una rueda de bicicleta sobre un taburete. Ambos objetos pierden su función original. En 1914 obtiene un secador de botellas de uso industrial, otro ready-made con el nombre de Erizo, Portabotellas o Secador de botellas. Los ready-made son un signo de la expansión de la tecnología en la vida moderna. Cuando sacamos los objetos de su contexto y eliminamos su finalidad práctica se convierten en objetos estéticos. Pero si le damos algún uso práctico a una obra de arte la destruiríamos. También la destruimos si intervenimos en la obra original pero gracias a la reproducción de la imagen podríamos intervenir y modificar la imagen estableciendo un juego dialéctico con el original. Esto es lo que se denomina la autonomía de las imágenes. Andy Warhol realiza un cuadro donde representa cuatro Mona Lisas. El referente no es la obra sino su reproducción en los medios. Como hoy en día queremos más Warhol hace otro cuadro con treinta Mona Lisas al que llama “Treinta son mejor que una”. Antes el arte estaba al alcance solo de los más adinerados pero ahora con la reproducción está al alcance de cualquiera. Con esto el arte se transforma en un objeto de consumo masivo. Hace pocos años se hizo en Alemania una exposición con cuerpos humanos reales. Estos cuerpos estaban sometidos a lo que se llama “plastinación”. Los órganos, músculos y tejidos del cuerpo están al descubierto. El promotor de la exposición fue un médico anatomista Gunter von Hagens. A esto en principio podríamos llamar arte ya que la plastinación es una técnica de anatomía que presenta rasgos artísticos como por ejemplo la conservación de los cuerpos. El doctor Gunther von Hagens, promotor de la exposición, descubre este método en 1977. El aspecto de los órganos, músculos y tejidos es similar al plástico o a otro preparado sintético. Esos cuerpos sin vida se emparentan de algún modo a las momias egipcias, que fuera de su contexto ritual, hoy son consideradas “obras de arte”. Pero hay algo que nos inquieta, nos perturba. Han salido de las salas de investigación para convertirse en “objetos” expuestos al público. Están fuera del marco silencioso y aséptico de la medicina. No son representación sino presentación de cuerpos reales que sustituyen al cuadro o esculturas reales. En 1997 se presenta una exposición de jóvenes artistas británicos con el nombre “Sensations”. Entre todos el que más destacó fue Damien Hirst. Las obras de este artista son muy peculiares. Utiliza fragmentos y cuerpos animales muertos que están suspendidos en formol. Sus grandes obras son: “Madre e hijo divididos” 1993 (una vaca y un ternero partidos por la mitad); “Cierto confort obtenido de la aceptación de las mentiras inherentes a todo” 1996 (dos cuerpos de vaca cortados
en 12 fragmentos flotando en el formol); y “La imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo” 1991 (tiburón muerto en el formol). Sin duda Hirst es un provocador. Con sus obras lo que buscaba era el despertar de la sensibilidad de las personas que cada vez estaba más adormecida ante todo tipo de imágenes. Los cuerpos utilizados por Hirst siempre están muertos. Y nos preguntamos… ¿esto es arte? Cada época, cada situación específica de cultura ha entendido por arte cosas muy diversas. Piero Manzoni en 1961 produjo una serie de latas de conserva a las que llamó “Mierda de artista”. Con esto hace crítica a la valoración económica de las obras de arte según la firma del artista que lleve. Dicen que lo que llevaban dentro esas latas correspondía con el nombre. En el arte de nuestros días la utilización del cuerpo de los propios artistas o de sus fluidos no es de extrañar. Se produce pérdida de exclusividad. Lo nuevo en el arte de ahora también es la utilización de animales sean vivos o muertos para eliminar la diferencia entre realidad y reproducción. Marcel Duchamp, aparte de intervenir en Mona Lisa y más obras, presentó en el Salón de la Sociedad de Artistas Independientes como escultura un urinario de los que se usaban en los servicios públicos masculinos. Lo llamó “Fuente”. Su obra fue cuidadosamente ocultada en un rincón. Duchamp se indignó y dimitió de su cargo de jurado como protesta. Marcel hizo este incidente público abriendo así una nueva libertad sin límites en las propuestas artísticas. ¿Esto es arte? Todas las propuestas planteadas en el marco de la “institución de arte” forman parte del arte. Otra cuestión aparte es su calidad. La capacidad crítica es el rasgo característico de la sensibilidad moderna que se ejerce con independencia. “No todo vale”. La última palabra sobre el valor de la obra no se formula de inmediato sino con tiempo. Es lo que se llama “prueba de tiempo”. La exigencia crítica es uno de los aspectos que justifican la necesidad de una teoría del arte. Arte es un conjunto de prácticas y actividades humanas completamente abiertas. Poner límites al arte es como poner puertas al campo. El arte que este fuera de los canales institucionales lo llamaríamos hobby. Para entrar a los canales institucionales se accede por una serie de filtros: desde las galerías hasta los museos donde culmina una obra como arte. En todo este proceso interviene la circulación mercantil de las obras. El valor económico de las obras depende de su lenguaje tanto informativo como interpretativo. La teoría del arte prolonga esos usos del lenguaje a una dimensión autónoma del poder y retórica. Así se abre un contraste mediador entre la producción artística y su valoración. La teoría debe asumir el riesgo de la independencia que implica la “autonomía del criterio”. Todo puede ser arte pero solo el mercado y las instancias lo deciden.