Ejercicios de coordinación para voleibol (1)
Para desarrollar las habilidades necesarias para jugar al voleibol es necesario que nuestros jugadores mejoren sus capacidades coordinativas. Antes de trabajar los elementos técnicos fundamentales, es una necesidad desarrollar la motricidad del atleta para que este sea capaz de ejecutar los movimientos complejos que requiere el voleibol de manera coordinada con el desplazamient del balón. En edades tempranas, cuando los jugadores están poco desarrollados a nivel físico y motriz, el voleibol puede resultar un deporte excesivamente difícil. Intentar introducir elementos técnicos, incluso aquellos más básicos, pueden ocasionar cierta frustración en el jugador, que no va a ser capaz de dominar el balón y conseguir que se mantenga en juego, lo que puede derivar en una pérdida de interés por el deporte. Por ello con nuestros jugadores menores de 10 años debemos tener cuidado con los fundamentos que introducimos en el entrenamiento. Primeramente es recomendable familiarizarlos con el balón a través de juegos que mejoren el cálculo de trayectorias y la coordinación con el móvil: atrapando, lanzando, botando, etc. Poco a poco, se podrán ir introduciendo los gestos técnicos en situaciones sencillas. Como ya hablamos en el post anterior sobre los sistemas de competición en iniciación, los juegos de atrapar y lanzar introduciendo gestos técnicos es un muy buen camino para poco a poco ir evolucionando hacia el voleibol. Lo que buscamos ahora mismo no es enseñar la técnica específica, sino buscar ejercicios que mejoren la coordinación de nuestros pequeños deportistas para poco a poco ir incrementando el nivel de juego. Sin embargo no sólo debemos incidir en los aspectos coordinativos en iniciación, introducir estos elementos con atletas más desarrollados es una forma divertida de entrenar y ayudar a nuestros jugadores a que tengan un mayor control de su cuerpo. Los calentamientos o la primera parte del entrenamiento pueden ser un buen momento en el que introducir ejercicios técnicocoordinativos con jugadores de más experiencia, mientras que en los más jóvenes pueden utilizarse en la parte principal de la sesión. Vamos a proponer una sencilla secuencia de ejercicios con dos o tres niveles, una para los más pequeños y los otros para jugadores más avanzados, que podemos realizar en nuestros entrenamientos para mejorar la coordinación. No se trata de realizar todos los niveles de cada ejercicio o todos los ejercicios, sino que se debe seleccionar una progresión en base a su calidad. Ejercicio 1: Pasar por debajo del balón
Nivel 1: En este nivel, pediremos al jugador que realice un lanzamiento lo más alto posible. El objetivo es pasar por debajo del balón después de cada bote, el máximo número de veces posible. Nivel 2: Realizaremos el mismo ejercicio pero iniciándolo con un toque de dedos. La diferencia de nivel reside en la dificultad de realizar un golpe de dedos en jugadores sin fuerza suficiente. Ejercicio 2: Toques de lado a lado de la red Nivel 1: Cada jugador con un balón, se sitúa en un lado del campo, junto a la red. Deberá
lanzar el balón por encima de la red y atraparlo al otro lado. Nivel 2: Al igual que el anterior, pero realizamos toques de antebrazos de un lado al otro con
un bote previo. Nivel 3: Realizamos toques de antebrazos consecutivos de un lado al otro de la red.
Ejercicio 3: De lado a lado de la red por parejas Nivel 1: En parejas, nos desplazamos de un extremo a otro de la red pasándonos el balón.
Mantenemos la posición baja y hacemos desplazamientos laterales. Nivel 2: Esta vez introducimos el toque de antebrazos, siendo el objetivo llegar de un extremo
a otro de la red tocando bajo ella para mantener una posición baja. Nivel 3: Podemos evolucionar en jugadores con buen nivel en el control de balón hacia toques
con un sólo brazo. Igual que los anteriores el objetivo será recorrer la red sin que el balón caiga con desplazamientos laterales y posiciones bajas. Ejercicio 4: Toques pasando por debajo del compañero Nivel 1: En parejas, un jugador se sitúa delante del otro con las piernas abiertas. El
compañero lanza el balón por encima y pasa por debajo de sus piernas. Debe tratar de atrapar el balón antes de que dé un segundo bote. Nivel 2: Igual que el anterior, pero el jugador comienza con un toque de dedos por
encima del compañero y después de pasar por debajo de las piernas del compañero, debe realizar un toque de antebrazos. Ejercicio 5: Toques saltando al compañero Nivel 1: Similar al anterior, pero un jugador se sitúa agachado delante del compañero.
Tras el lanzamiento, deberá saltar por encima de él y atrapar el balón antes del segundo bote. Nivel 2: Comenzando con un toque de dedos, saltamos por encima del compañero y
realizamos un toque de antebrazos. Nivel 3: Podemos evolucionar de la misma manera que en el segundo ejercicio, realizando el
toque de antebrazos hacia atrás para que el compañero continúe con el mismo ejercicio.
El saque de mano alta: Ejercicios para la mejora del lanzamiento y la coordinación con el brazo ejecutor El saque en voleibol es la acción que pone el balón en juego. Es considerado el primer ataque que realiza el equipo y es un requisito casi indispensable a la hora de trabajar en nuestro sistema defensivo. Para que nuestros jugadores lleguen a conseguir un buen control del balón en el saque será necesario invertir un gran número de horas de entrenamiento para lograr mecanizar los movimientos y corregir los errores. Esta técnica es la única en el voleibol donde el jugador sostiene el balón entre sus manos para comenzar la acción y en la cual no depende de os previos ni del rival ni de sus compañeros. Para conseguir un buen golpeo va a ser fundamental la ejecución de un lanzamiento a la altura y posición correcta que permita una buena coordinación del movimiento posterior de brazo y un o en el punto más alto y por delante del sacador. La calidad de esta primera acción determinará notablemente las posibilidades de éxito del saque, independientemente de la técnica utilizada, por lo que tiene una especial relevancia y necesitará bastante trabajo, sobre todo con los deportistas más jóvenes, los cuales se encontrarán con ciertos problemas para realizar lanzamientos precisos de manera persistente. Si, además, el sacador tiene que ejecutar el armado del brazo y un golpeo en un punto determinado del balón que lo dirija al campo contrario, recorriendo una distancia relativamente larga y hacia una dirección determinada, nos encontraremos que la dificultad aumenta notablemente. Debido a estas cuestiones, cuando se introduce por primera vez a los jugadores en el saque de mano alta, podemos encontrarnos con bastantes problemáticas y cierta frustración entre los deportistas si no consiguen ejecutarlo correctamente, por lo que es importante no apresurarse a la hora de iniciar esta técnica con los más pequeños por intentar conseguir ser más efectivos frente al rival. No vamos a profundizar en la ejecución de la técnica, pues existen diferentes variantes tanto en el lanzamiento como en el armado o incluso el golpeo. Sin embargo, queremos mencionar algunos aspectos a tener en cuenta a la hora de reducir el porcentaje de error: Evitar lanzamientos muy altos que dificultan la coordinación en el golpeo. Minimizar los movimientos innecesarios que realizan los jugadores durante la ejecución del
saque y que reducen la efectividad tanto del lanzamiento como del golpeo. Evitar los movimientos del cuerpo tras el o, que disminuyen el control en el mismo.
Ejercicios: Un primer ejercicio que se puede utilizar como introducción o para mecanizar los movimientos de armado de brazo y del cuerpo, consiste en simular, en parejas, la acción de saque,
comenzando con un lanzamiento y terminando con el golpeo, pero con el balón sujeto en todo momento por el compañero.
Los ejercicios de lanzamientos también son una opción interesante a utilizar, pues permitirán que el jugador sea consciente de la trayectoria que debe describir el balón para poder ejecutar el posterior golpeo. Proponemos dos opciones de trabajo individual. En la primera, se realiza el trabajo frente a la pared. Los lanzamientos deben realizarse de manera que caigan entre la pared y el pie adelantado del jugador, pero sin tocar ninguno de ellos. Este ejercicio se puede evolucionar parando el balón contra la pared, simulando un golpeo.Estavariante eleva la complejidad y facilita la comprensión de la importancia de un buen lanzamiento, ya que si el balón no adquiere la trayectoria deseada, será muy difícil detenerlo contra la pared. La segunda opción la podemos utilizar en el caso de que no tengamos una pared libre en nuestro lugar de entrenamiento. En este caso, el jugador realiza un lanzamiento tratando que el balón caiga dentro de un aro. Si queremos trabajar sobre la ejecución del saque pero favoreciendo que se realice un buen lanzamiento, podemos situar a los jugadores en un banco sueco y pedirles que hagan un saque hacia el campo contrario. Otro ejercicio un poco más complejo que permite que el jugador sea consciente de la importancia de lanzamiento será la realización de saques en un solo apoyo. De esta manera, resultará mucho más complejo ejecutar el golpeo si el balón se lanza desplazado.
Los ejercicios que os hemos mostrado son algunos ejemplos bastante analíticos que se pueden utilizar para desarrollar esta técnica básica. Dentro de poco volveremos con otro post con nuevos ejercicios para trabajar el saque de manera más global y más divertida
voleibol (3) En esta entrada volvemos a los ejercicios de coordinación. Como bien decíamos en entradas anteriores (Coordinación 1 y Coordinación 2), existen un gran número de ejercicios para la mejora de las capacidades coordinativas y la atención. En el post de hoy, vamos a desarrollar algunos ejemplos de ejercicios con dos balones que se pueden utilizar tanto a modo de calentamiento como en la parte principal, y que sirven para mejorar estos aspectos tan importantes en voleibol. Comenzaremos con un ejercicio grupal simple que nos ayudará a entrar en calor y que necesitará del buen control técnico y coordinativo del grupo para llevarse a cabo. Posteriormente evolucionaremos hacia ejercicios en parejas con dos balones pero de manera diferente a la entrada anterior. Ejercicio grupal: Situamos a nuestros jugadores en círculo. El objetivo será el de mantener dos balones en el aire mientras el círculo va girando. Intentaremos que los jugadores siempre toquen en la misma posición y que sean ellos los que cambien de sitio y no el balón. Podemos comenzar el ejercicio trabajando tan sólo con un balón para que nuestros jugadores adquieran la mecánica
Ejercicios en parejas con dos balones: Ejercicio 1: Los jugadores realizarán toques de dedos o de antebrazos mientras uno de ellos
mantiene un balón adiciona, que no debe perder. En el momento previo a la realización de cada toque, debe lanzar el balón adicional al aire para atraparlo sin que caiga al suelo tras el mismo. Se puede simplificar el ejercicio parando el balón entre cada toque o realizando un toque de control. Ejercicio 2: Igual al anterior, pero el balón adicional debe ser botado contra el suelo y atrapado
antes de que vuelva a caer. Ejercicio 3: Toques de dedos o de antebrazos simultáneos con dos balones. Es
importante que los toques se realicen a diferentes alturas y que exista una buena coordinación y sincronización con el compañero. Se puede comenzar con lanzamientos, para adquirir la mecánica del ejercicio
Posiciones iniciales en voleibol, desplazamientos y velocidad de reacción (2) Esta semana vamos a volver sobre el tema de las posiciones iniciales y la velocidad
de reacción en el toque de antebrazos. La semana pasada mencionábamos que nos parece importante la variación de los
ejercicios para mantener el nivel de atención y aumentar la motivación. No queremos decir que no sea importante la repetición técnica, pues resulta fundamental para poder adquirir el dominio en un deporte tan complejo como el voleibol, sino que es importante servirse de diferentes tareas que estimulen el aprendizaje de los jugadores en iniciación. Por esta razón, queremos hacer una nueva propuesta de ejercicios que pueden servirnos para desarrollar estos mismos objetivos. El aprendizaje de la técnica en voleibol implica la realización de ejercicios analíticos,
donde los movimientos son repetitivos y no existe mucho margen de variabilidad en las tareas. Sin embargo, la introducción de pequeñas modificaciones en los ejercicios, así como la utilización de nuevos materiales, nos ofrece mayores posibilidades y amplía nuestros recursos de trabajo. Como ya hablábamos en la entrada anterior, otro aspecto que debemos combinar con un trabajo técnico específico, como es el toque de antebrazos, son otros elementos que van a tener una incidencia fundamental en el rendimiento: las posiciones iniciales y los desplazamientos. Si consideramos este aspecto tan importante como un nuevo elemento a inculcar a nuestros jugadores, podremos intercalarlo con el aprendizaje de técnicas específicas que incorporarán esa variedad en el entrenamiento. En iniciación, los desplazamientos y las posiciones suponen un elemento más sencillo de aprender para el jugador, pues no requieren la compleja coordinación óculo-manual asociada al control del balón a través de golpeos. Aprender a situarse correctamente, previamente al o, va a simplificar el mismo; es decir, si conseguimos que el jugador se sitúe en la posición correcta en el momento adecuado antes de realizar el golpeo del balón, será más fácil que posteriormente logre a controlar el fundamento
técnico específico. Por ello, su dominio en la base va a facilitar notablemente, en el futuro, el control de las diferentes técnicas del voleibol. La progresión que proponemos hoy trabaja, por un lado, la posición inicial y la movilidad de las piernas, así como la velocidad de reacción ante balones con trayectorias cortas indeterminadas. Trabajaremos por parejas comenzando con pelotas de tenis para evolucionar hacia ejercicios con balón de voleibol: 1.En posición baja, pasamos el balón al compañero con un bote. El objetivo es provocar un pequeño desplazamiento de ajuste hacia la pelota, de forma que el jugador deba reaccionar con un movimiento rápido para atraparla. Es importante variar las trayectorias del pase para condicionar la utilización de ambas piernas. 2.Toques de antebrazos con bote previo. Este ejercicio tiene un objetivo similar al anterior, pero introducimos el pase de antebrazos. Es importante, de nuevo, que el jugador se desplace y se posicione correctame. 3.Toques con un brazo con bote previo. El objetivo de este ejercicio no es el golpeo a una mano, sino fundamentalmente trabajar la movilidad de las piernas, tratando de minimizar el movimiento excesivo de los brazos de atrás adelante. Debemos incidir en que el jugador se debe posicionar detrás del balón antes del golpeo y utilizar las piernas para empujar el balón hacia delante, no los brazosnte detrás, para realizar un golpeo con una técnica correcta. 4. Toques bajos de antebrazos continuos. Para este último ejercicio los dos jugadores se sitúan a una distancia menor y realizan toques sin que el balón se eleve demasiado. Para ello es importante que el golpeo se realice en una posición correcta y que el movimiento de brazos, sea mínimo, ya que esto provocaría que el balón se elevara. 5. Para terminar esta secuencia, añadiendo más complejidad, podemos terminar realizando toques continuos con un solo brazo. De nuevo, proponemos una sencilla progresión para iniciación. Estos ejercicios se pueden utilizar de forma aislada o combinados con otros diferentes en función de nuestros intereses. Nuestro objetivo principal es la movilidad de piernas y la posición del cuerpo y, como objetivo secundario, la ejecución del toque de antebrazos. La razón por la que planteamos los objetivos de esta manera es que, la posición de las piernas va a condicionar notablemente la efectividad y eficiencia en el toque. Si conseguimos unos desplazamientos y posición correctos en iniciación, que sólo requieran el dominio del cuerpo y no del móvil, lograremos aumentar la calidad del toque en etapas posteriores. Por ello, en voleibol, si queremos lograr el máximo rendimiento, debemos inculcar a nuestros jugadores la importancia de los desplazamientos y la posición. Una conocida frase que describe perfectamente nuestro deporte dice: Al voleibol se juega con las manos, se gana con la cabeza y se pierde por los pies.
El saque en voleibol (4): Entrenar jugando En el post de esta semana, os vamos a hacer unas sencillas propuesta de trabajo del saque mediante juego, que aportan un toque diferente y divertido al entrenamiento de este gesto técnico.Como ya comentábamos en el post anterior, a pesar de que los objetivos de cada etapa son diferentes una vez que el deportista ha automatizado el gesto, la metodología de entrenamiento no difiere en demasía; si bien, en fases de formación el aspecto lúdico será muy importante para mantener la atención y la concentración
Como bien decimos en múltiples ocasiones, los ejercicios técnicos en voleibol pueden llegar a resultar monótonos para nuestros jugadores y el interés puede decaer si se utilizan de manera habitual, sin introducir ningún tipo de aliciente. En el saque esto tiene especial importancia, pues es el único momento donde el jugador está en posesión del balón y depende de sí mismo para realizar la acción de manera positiva. Repetir el mismo gesto durante un periodo de tiempo largo y sin depender de otras acciones puede hacer que la concentración se pierda fácilmente, de ahí que sea importante que el entrenador busque métodos que impidan que ocurra esta situación. Para buscar estímulos que ayuden a nuestros jugadores a centrarse en la acción del saque y a la vez conseguir que se exijan un resultado, es recomendable la utilización de ejercicios competitivos donde el saque sea la técnica principal. Muchos de estos juegos nos serán válidos para todos los niveles de juego, mientras que otros sólo serán posibles tan sólo con jugadores más experimentados y con una técnica correcta de saque. Aquí os proponemos varios juegos por equipos: Saques hacia zonas del campo con eliminación: El objetivo de este juego es que todos los
jugadores del equipo realicen de manera consecutiva, un saque a cada zona. La dificultad reside en que, cada vez que un miembro del equipo comete un error (ya sea un fallo de saque o un saque hacia otra zona del campo), deberá desplazarse y sentarse en la zona objetivo para ser “salvado” y poder seguir sacando; para lo cual debe atrapar un saque de un compañero. La victoria se logra cuando todos los de un equipo consiguen realizar saques consecutivos hacia todos los objetivos, o cuando todos los jugadores del equipo rival han sido eliminados. Saltar el saque: Este juego es ideal para la búsqueda de saques largos y ajustados con respecto a la red. Un equipo comienza como sacador y el rival como “receptor”. Individualmente, los jugadores del primer equipo deberán sacar buscando que ningún componente del equipo contrario consiga que el balón les pase por debajo de las piernas ya que, por cada jugador que lo consiga, su equipo logrará un punto. A continuación saca el equipo contrario. Este ejercicio favorece también la movilidad de los jugadores para recepción, ya que deberán desplazarse y situarse detrás del balón si quieren que éste pase por debajo de sus piernas.
Saques a cada zona del campo (con un jugador objetivo): recomendable para jugadores con cierta seguridad en el saque y un mínimo control de balón. Por equipos nuevamente, el objetivo del ejercicio es realizar al menos un saque positivo en cada una de las zonas del campo.
El saque será considerado válido siempre que un compañero del mismo equipo sea capaz de atrapar el balón desde una posición sentada (en el suelo, en una silla…) El equipo ganador será el que consiga culminar toda la rotación en primer lugar.
Y si queréis más ideas, en el post “El saque en voleibol 2“, tenéis dos ejemplos más de juegos por equipos que también pueden ser utilizados para el entrenamiento de este gesto. Estas son algunas sencillas propuestas para entrenar el saque de manera divertida, pero estos mismo juegos tienen múltiples variantes, a conveniencia del entrenador, que son igualmente válidos. ¿Conocéis otros juegos donde podemos potenciar el saque?
LA FORMCION DEL COLOCADOR Quizás por el hecho de haber sido colocadores durante la mayor parte de nuestra vida depo rtiva hay una pregunta que, hoy en día, nos hacen en multitud de ocasiones: ¿cómo se forma a un colocador? Muchas de las personas que buscan respuesta a esta cuestión quieren una solución para convertir, en el menor tiempo posible, a un jugador joven y sin experiencia, en un verdadero “colocador”. Sin embargo, ¿qué significa esto? ¿existe verdaderamente una fórmula mágica que pueda convertir a cualquier jugador en colocador o existe cierta predisposición en algunos jugadores para tener más éxito en este rol fundamental en el voleibol? Analizando los muchos años de trabajo con diferentes entrenadores, con innumerables ejercicios e infinitas repeticiones del mismo gesto, nos damos cuenta de que ninguno de ellos es perfecto. No hay un manual o una rutina que pueda transformar a un jugador determinado en el colocador y hemos visto muchos casos a lo largo de este tiempo de entrenadores que han fracasado en su intento de formar al colocador ideal. La pregunta es ¿cuál es el problema? El puesto de colocador es quizás el que más quebraderos de cabeza puede generar al entrenador que, con jugadores de edades tempranas, analizará su grupo en busca del deportista adecuado para ocupar ese puesto de una manera satisfactoria. Sin embargo, ¿qué es lo que debemos buscar? Algunos entrenadores se centran en formar un jugador alto, fuerte en bloqueo o con gran potencial ofensivo, al que todo el mundo prestará atención intentando evitar sus fintas. Este tipo de entrenador piensa directamente en el alto rendimiento, buscando alguien de futuro que pueda adaptarse a las exigencias del máximo nivel y cree firmemente que se puede formar un jugador para este puesto desde la nada, siempre y cuando sus condiciones físicas sean adecuadas.
Otros casos, bastante habituales, son aquellos que otorgan más importancia al ataque y utilizan a los jugadores con menos capacidades para ello (normalmente por su limitación de altura) como colocadores o líberos, de manera que los que mejor toque de dedos tengan, serán colocadores, y los otros, líberos. Estos entrenadores buscan un “levanta balones” y no un verdadero director de juego. De esta manera, se matan dos pájaros de un tiro: se consigue un colocador y se da salida a los jugadores con menos potencial ofensivo. También nos encontramos con entrenadores que buscan para el puesto un jugador listo, con aptitudes para el liderazgo, pero que no destaca en otra posición de manera especial. Este caso que, a priori, podría tener posibilidades, en muchas ocasiones no se trabaja de manera adecuada, lo que puede llegar a generar una falta de interés en el jugador, al ocupar una posición que puede que no sea excesivamente motivante si no le damos la importancia que merece, por lo que acabará estancándose o incluso abandonando. Estos son algunos ejemplos de casos que se dan. Puede que parezcamos drásticos en estas descripciones, pero a veces es lo que realmente pasa y, sin embargo, en muchos de ellos no se nos ocurre plantear al jugador o jugadora de turno una pregunta esencial: ¿Te gustaría ser el colocador? Imponer un puesto como este a un deportista puede ser un problema. Si pretendemos formar un jugador con continuidad (y con esto no sólo nos referimos a llegar al alto nivel) es importante conseguir que éste acepte el rol que le corresponde. En un caso como el colocador, cuya complejidad y responsabilidad en el campo es fundamental, es necesario que nuestro jugador tenga una formación continuada para su correcto desarrollo. En categorías inferiores, les guste o no a los entrenadores, es difícil que un joven tome la decisión de entrenar en esta posición. Necesitará una especialización temprana y diferenciada y será el único que no ataque, en una época donde lo que les llamará la atención del deporte será precisamente el remate. Si impongo a un jugador el puesto de colocador, sin que comprenda y acepte la responsabilidad que implica y las dificultades que puede ocasionar, es probable que perdamos a este deportista, por mucho potencial que tenga. Por esta razón, nosotros le damos mucha importancia, a la hora de escoger, al hecho de que el jugador muestre una cierta predisposición a jugar en este puesto, especialmente cuanto más joven sea. Hay una frase muy conocida que dice “si el partido se gana, es gracias al rematador, y si el partido se pierde, es por culpa del colocador”. Esta afirmación resulta bastante dura, pero refleja bastante bien la problemática de esta posición. El colocador tiene la responsabilidad de distribuir el juego con precisión y tomando las decisiones adecuadas, pero no finaliza los puntos. Es el rematador el que anota tras cada acción y el que “gana el partido”. Sin embargo, es muy frecuente que, ante un error del atacante, éste achaque la culpa de la misma a una mala colocación o una mala elección de distribución del juego del colocador. En este sentido, la presión es muy elevada, pues todos los balones pasarán por sus manos durante el partido.
Imponer un puesto como este a un deportista puede ser un problema. Si pretendemos formar un jugador con continuidad (y con esto no sólo nos referimos a llegar al alto nivel) es importante conseguir que éste acepte el rol que le corresponde. En un caso como el colocador, cuya complejidad y responsabilidad en el campo es fundamental, es necesario que nuestro jugador tenga una formación continuada para su correcto desarrollo. En categorías inferiores, les guste o no a los entrenadores, es difícil que un joven tome la decisión de entrenar en esta posición. Necesitará una especialización temprana y diferenciada y será el único que no ataque, en una época donde lo que les llamará la atención del deporte será precisamente el remate. Si impongo a un jugador el puesto de colocador, sin que comprenda y acepte la responsabilidad que implica y las dificultades que puede ocasionar, es probable que perdamos a este deportista, por mucho potencial que tenga. Por esta razón, nosotros le damos mucha importancia, a la hora de escoger, al hecho de que el jugador muestre una cierta predisposición a jugar en este puesto, especialmente cuanto más joven sea. Hay una frase muy conocida que dice “si el partido se gana, es gracias al rematador, y si el partido se pierde, es por culpa del colocador”. Esta afirmación resulta bastante dura, pero refleja bastante bien la problemática de esta posición. El colocador tiene la responsabilidad de distribuir el juego con precisión y tomando las decisiones adecuadas, pero no finaliza los puntos. Es el rematador el que anota tras cada acción y el que “gana el partido”. Sin embargo, es muy frecuente que, ante un error del atacante, éste achaque la culpa de la misma a una mala colocación o una mala elección de distribución del juego del colocador. En este sentido, la presión es muy elevada, pues todos los balones pasarán por sus manos durante el partido. Por esta razón, un elemento que creemos fundamental en la formación de los jugadores es “la educación de nuestros atacantes“. Su trabajo debe ser corregir aquellos armados menos precisos. No existe la “mala colocación”. El trabajo del rematador es solucionar el problema de la mejor manera posible y trabajar “con” su compañero para mejorar en el futuro. Debemos corregir la actitud del atacante que cree que sus fallos sólo se deben a un error previo y nunca propio. Es parte esencial para formar un colocador seguro y fiable y, a la vez, no formar rematadores que “abusen” del mismo. Por lo tanto, hablar de la formación del colocador también conlleva la formación del resto del equipo. Ya hemos hablado de varios aspectos fundamentales dentro de lo que es la formación del colocador: la elección del mismo y la educación del equipo. Sin embargo, aún no hemos entrado en aspectos técnicos concretos: no hemos hablado del toque de dedos. Existen infinitos ejercicios para mejorar esta técnica, sin embargo, todo queremos la respuesta que responda a cómo aprendieron a tocar de dedos los mejores colocadores del mundo. Seguro que ellos han tenido que contestar a esa pregunta muchas veces, pero la respuesta no es tan sencilla. Algunos de ellos han conseguido una técnica depurada y una gran precisión a base de muchas horas de trabajo y repetición, pero también nos encontramos con algunos casos entre los mejores que, con una técnica no tan “de manual”, son capaces de dominar el balón de manera sorprendente. Otro aspecto fundamental del colocador, que diferencia a los mejores jugadores del mundo, es la visión y dirección del juego. Quizás se trate de un aspecto más táctico y que no se puede trabajar con los jugadores más jóvenes, sin embargo, al igual que ocurre con el toque de dedos, también nos podemos encontrar con algún deportista con una visión de juego innata, claramente superior a los demás. Por supuesto que existen ejercicios con los que podemos entrenar y mejorar este aspecto, pero algunos casos requerirán mucho más tiempo y dedicación que otros en los que esa capacidad está desarrollada de forma natural.
Evidentemente si tenemos la suerte de encontrar un jugador con un gran toque de dedos, la capacidad de dirigir al equipo y la visión de juego, sumado a las condiciones físicas adecuadas, habremos encontrado el deportista ideal, con el potencial de llegar a lo más alto pero ¿qué posibilidades reales tenemos de que esto ocurra? Seguramente menos que de que nos toque la lotería. Por lo tanto, ¿qué pasa si nuestro colocador no tiene esos “dones”? Evidentemente estamos hablando de casos muy excepcionales que, en muy raras ocasiones nos vamos a encontrar (quizás nunca). Por esta razón, debemos trabajar de forma realista. No podemos comparar a todos nuestros jugadores con “el mejor del mundo”. Cada jugador es un caso diferente, no debemos tratar de convertirlo en un modelo determinado. Debemos conocerlo y responder a sus necesidades para intentar hacer de él o ella el mejor posible. Aquí es donde verdaderamente entra el trabajo del entrenador: saber encontrar las carencias y ofrecer soluciones para las mismas. No reproduciendo un modelo de trabajo, sino creando una rutina propia que se ajuste a nuestro caso. En último lugar, hay que hablar de las etapas en la formación del colocador. Partamos de la idea de que ya tenemos un deportista que cumple las condiciones necesarias para ocupar este puesto. Ahora deberemos comenzar a trabajar para convertirlo en el mejor jugador posible. Para ello, un detalle fundamental será el ser coherentes con la edad de nuestro grupo. Como decíamos anteriormente, no se trata de reproducir modelos de juego de otros equipos, sino de crear un modelo propio. Es un error muy frecuente trabajar con jugadores de base pensando en la élite, es decir, entrenar a un equipo sub 15 como si se tratara de la selección senior de Brasil (por poner un ejemplo). En primer lugar, nuestros jugadores no están todavía desarrollados ni física ni mentalmente para imitar un sistema de juego tan complejo. Por otro lado, por muy buenos que sean, tampoco tienen el volumen de trabajo y de entrenamientos que tiene una selección como Brasil. Y, por último, tampoco contamos con el mismo tipo de deportistas. Por estas razones (y seguramente alguna más), no podemos ver en ellos un modelo a imitar en nuestro equipo. Y ¿a dónde queremos llegar con esta afirmación? Especialmente en los últimos años, existe una tendencia a la aceleración del juego en los equipos de formación: ataques de balones muy rápidos que requieren una gran precisión y una elevada coordinación entre el colocador y el rematador. Este tipo de juego, en determinadas categorías, va en detrimento de la calidad. El hecho de que los mejores equipos del mundo jueguen rápido no significa que nuestro colocador en formación tenga que jugar igual. Si vamos paso a paso, comenzando por la buena técnica y continuando con la precisión en diferentes balones y a diferentes zonas, podremos comenzar a incorporar aspectos más complejos de juego táctico (velocidad, combinaciones, etc.). La formación de nuestros deportistas debe ser como la construcción de una pirámide. Primero hay que sentar unas bases anchas, partiendo de lo sencillo, para llegar a lo más complejo, en la punta de nuestra pirámide. Si pretendemos comenzar con lo más difícil, estaremos construyendo desde la inestabilidad lo que llevará a la formación de un deportista mucho más irregular y con menor calidad.
El desarrollo de la visión periférica en el voleibol En el post de hoy os queremos hablar de un aspecto resulta muy importante en el voleibol a medida que aumenta el nivel de los jugadores y sus rivales: la visión periférica. El trabajo de la visión periférica es indispensable en deportes de cooperación y oposición como el voleibol, pues en ellos se necesitan reacciones rápidas y efectivas donde se perciban el movimiento del balón, los compañeros y el rival sin necesidad de mover ni la cabeza ni el cuerpo. Las acciones de juego en el voleibol se encuentran limitadas de manera general por un déficit de tiempo que obliga al jugador a tomar decisiones o iniciar movimientos antes del desenlace de la acción. Además, se muestra fundamental un buen desarrollo de la coordinación óculomanual debido a la necesidad del jugador de interpretar rápidamente la información visual que recibe y ejecutar posteriormente movimientos técnicamente correctos y en el momento y lugar preciso. La anticipación visual es, por tanto, fundamental en el voleibol, al igual que un amplio campo visual que permita percibir la mayor cantidad de información posible. Visualizar correctamente y analizar rápidamente el contexto de juego puede ayudar al jugador a utilizar más eficientemente el tiempo de que dispone. Será de vital importancia mejorar la agudeza visual dinámica a medida se eleve el nivel, para ver con claridad los diferentes elementos en movimiento. El sistema visual nos proporciona la información necesaria para tomar decisiones: dónde, cuándo, cómo y qué hacer. El jugador debe visualizar siendo consciente de lo que ocurre a su alrededor y actuando en consecuencia. Tras la visualización de los elementos el deportista se adapta, siendo capaz de leer tanto al oponente como a los propios compañeros mediante su visión periférica, creando así una lectura del juego, a la vez que realiza correctamente la técnica correspondiente a la acción Existen múltiples situaciones de juego en las que una buena visualización resultan fundamentales: un colocador de buen nivel debe ser capaz de leer a los bloqueadores contrarios; los bloqueadores, por su parte, deben percibir las acciones y posiciones del colocador para analizar las situaciones de juego disponibles; de la misma manera, un buen atacante debe saber leer tanto a los bloqueadores como a los defensores rivales. Y todo ello sin olvidar los aspectos técnicos y sin perder de vista el balón. La visión periférica se puede desarrollar si se trabaja desde jóvenes, pues el sistema visual es entrenable y puede mejorar su rendimiento si se trabaja adecuadamente al igual que ocurre con el sistema muscular, cardiovascular o respiratorio. Debemos incorporar ejercicios sobre visualización una vez los fundamentos técnicos se encuentren asentados. Es una parte de la mejora de la técnica que tendrá una mayor incidencia en el rendimiento del jugador en todas las facetas del juego. Los ejercicios de entrenamiento pueden desarrollar un componente técnico además de la visualización. Estas tereas deben tener una lógica progresión de lo fácil a lo difícil, buscando un
nivel óptimo sin excesiva dificultad para evolucionar conforme se cree una automatización que maximice las habilidades visuales. En este post os queremos hacer una sencilla propuesta de ejercicios en parejas en las que se realiza un entrenamiento visual de forma integrada: El primero de ellos consiste en realizar un autopase de dedos y un pase al compañero. Entre
ambos toques, el compañero mostrará un número con una mano que el jugador deberá percibir y decir correctamente. Para aumentar la dificultad, se pueden indicar números con ambas manos. Una evolución de este ejercicio consiste en visualizar pequeños desplazamientos del
compañero en lugar de mostrar números con la mano. El jugador deberá percibir el movimiento de su compañero para e Otro ejercicio similar que os proponemos está relacionado con el ataque. En este caso, el jugador realiza un auto lanzamiento y, previamente al golpeo, debe indicar el número que le indica su compañero defensor. Este mismo ejercicio se puede realizar de forma continuada, mediante tres toques consecutivos, de manera que antes del ataque al compañero, el jugador debe “cantar” el número indicado. Otro tipo de ejercicios que se pueden utilizar para mejorar la visión periférica son
aquellos en los que se utilizan dos balones simultáneamente. En nuestra entrada sobre “ejercicios de coordinación para voleibol 2” tenéis varias opciones de este tipo de tareas. La que os mostramos a continuación es otra variante un poco más compleja de que podéis encontrar en nuestro post “ejercicios de coordinación para voleibol 3“