TENGO UNA MUÑECA VESTIDA DE AZUL Tengo una muñeca vestida de azul, con sus zapatitos y su canesú La lleve a la playa se me constipó, la lleve a la casa la niña lloro. Brinca la tablita yo ya la brinque bríncala de nuevo yo ya me cansé. Dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis, seis y dos son ocho y ocho, dieciséis. ELBURROENFERMO A mi burro, a mi burro le duele la cabeza, el médico le ha puesto una corbata negra. A mi burro, a mi burro le duele la garganta, el médico le ha puesto una corbata blanca. A mi burro, a mi burro le duelen las orejas, el médico le ha puesto una gorrita negra. A mi burro, a mi burro le duelen las pezuñas, el médico le ha puesto emplasto de lechuga. A mi burro, a mi burro le duele el corazón el médico le ha dado jarabe de limón. A mi burro, a mi burro ya no le duele nada el médico le ha dado jarabe de manzana.
DEBAJODEUNBOTON Debajo de un botón, ton, ton, Que encontró Martín, tín, tín, había un ratón, ton, ton ay que chiquitín, tin, tin, ay que chiquitín, tin, tin, era aquel ratón, ton, ton, que encontró Martín, tin, tin, debajo de un botón, ton, ton.
ELBARQUITOCHIQUITITO Había una vez un barquito chiquitito, (bis) que no sabia, que no podía, que no podía navegar, pasaron un, dos, tres, cuatro , cinco, seis semanas, pasaron un, dos, tres, cuatro, cinco, seis semanas, y aquel barquito y aquel barquito y aquel barquito navegó. y si esta historia, parece corta, volveremos, volveremos, a empezar, había una vez un barquito chiquitito (bis) que no sabia, que no podía, que no podio, navegar….. etc
T E N G O, T E N G O, T E N G O Tengo, tengo, tengo. Tú no tienes nada. Tengo tres ovejas en una cabaña. Una me da leche, otra me da lana, y otra me mantiene toda la semana. Caballito blanco llévame de aquí. Llévame hasta el pueblo donde yo nací
POEMAS A PRIMAVERA BESABA...
La primavera besaba suavemente la arboleda, y el verde nuevo brotaba como una verde humareda. Las nubes iban pasando sobre el campo juvenil... Yo vi en las hojas temblando las frescas lluvias de abril. Bajo ese almendro florido, todo cargado de flor -recordé-, yo he maldecido mi juventud sin amor. Hoy en mitad de la vida, me he parado a meditar... ¡Juventud nunca vivida, quién te volviera a soñar!
SÍMBOLO
Te adoro nube porque eres símbolo mío en la tarde, púrpura que acaba en nieve, nieve que acaba en el aire... ¡nada entre tanto combate! Sangre que afluye a las sienes, sienes que en sueño se abaten... -¿Quién te venció sin rehenes?
MI ALMA GEMELA
Los años pasan y yo sigo en tu busca, error tras error, complican tu encuentro, los años pasan y yo sigo solo, aunque sé que al fin llegará el día de nuestro reencuentro.
PERFECCIÓN
Esa nube fue y se fue. ¡Qué limpio ha dejado el aire la pureza de ese ser que existió para negarse!
LA LUNA, SIEMPRE
Redonda, hinchada de frotarse contra el cielo rasga mi piel con su delgada luz Cae sobre mi pelo con la levedad de una sirena que no se hubiera dado cuenta que no posee piernas Solivianta mi sangre me enciende de locura me regala una piel fosforescente y me convierte aceite hirviendo en fauna (cascos y cuernos y cabello desbocado bajo el lúbrico soplo de lo oscuro)
ADIVINANZAS
REFRANES
• Agua que no has de beber, déjala correr.
• Al mal tiempo, buena cara.
• Al que madruga, Dios le ayuda.
• Cría cuervos y te sacarán los ojos.
• Dime con quién andas y te diré quién eres.
LEYENDAS
El Amor y la Locura Cuentan las leyendas, que una vez, hace muchísimo tiempo, se reunieron todos los sentimientos y cualidades de los hombres. La reunión estaba en pleno, pero el Aburrimiento ya había bostezado por tercera vez. Entonces la Locura propuso jugar a la escondida. La Intriga se sintió intrigada y la Curiosidad, preguntó de qué trataba. Locura les explicó que era un juego en el cual debían esconderse, mientras ella se cubría los ojos para no ver dónde lo hacían. Y que luego, debía descubrir sus escondites. El primero que descubriera, ocuparía su lugar, y así continuaba el juego. Entusiasmo y Euforia aplaudían. Alegría bailaba y terminó por convencer a Duda, incluso Apatía se interesó. No todos quisieron participar. Verdad no deseaba esconderse, pues siempre la hallaban. Para Soberbia, era un juego tonto. Cobardía no se atrevió a arriesgarse. Locura comenzó a contar. La primera en esconderse, fue Pereza, que se dejó caer tras la primera piedra del camino. Pero Fe, subió al cielo. Envidia se escondió tras la sombra de Triunfo, que había subido a la copa más alta del árbol. Generosidad, parecía no encontrar un sitio, porque eran mejores para sus amigos. Un lago cristalino para Belleza, la rendija de un árbol para Timidez, una ráfaga de viento para Libertad. Terminó por esconderse en un rayito de Sol. Egoísmo encontró el lugar ideal desde el principio, un sitio cómodo y ventilado, pero sólo para él. Mentira se escondió detrás del arco iris, y Pasión y Deseo en los volcanes. Olvido, no recuerdo dónde se escondió. Cuando Locura estaba por terminar de contar, Amor no había encontrado sitio para esconderse, porque todos estaban ocupados. Hasta que encontró un rosal y se escondió entre sus flores. Locura comenzó a buscar y halló primero a Pereza, luego a Fe, discutiendo con Dios en el cielo. A Pasión y Deseo los descubrió en la vibración de los volcanes. Al descuidarse encontró a Envidia y con ella a Triunfo. Egoísmo salió solito del escondite, porque era un nido de avispas, e imagínense cómo quedó. El juego le dio sed y se acercó al lago, donde descubrió a Belleza. Duda no había decidido todavía dónde esconderse. Así, encontró a todos, menos a Amor, que seguía sin aparecer. Cuando ya estaba a punto de rendirse, vio un rosal. Tomó un palo y comenzó a mover las ramas y de pronto se sintió un grito terrible. Las espinas habían herido a Amor en los ojos. Locura no sabía cómo reparar su terrible error. Entonces, prometió ser su lazarillo por siempre. Desde entonces, el Amor es ciego y la Locura siempre lo acompaña.
La leyenda del unicornio Hace muchísimo, pero muchísimo tiempo, existían unas criaturas maravillosas, los unicornios. Vivían en la India y tenían el cuerpo de caballo, con patas de antílope, barba de chivo y un cuerno recto en la frente. Los unicornios eran de color blanco. Estos seres no podían ser vistos por cualquier persona, sino por aquellos que fueran bondadosos y puros de corazón. Se supone que sólo las jóvenes doncellas podían cuidarlos y protegerlos. También es por este motivo, que emplearon a estas doncellas para atraparlos. El cuerno del unicornio tenía poderes curativos, podía combatir enfermedades incurables, servía como antídoto para venenos y otras leyendas le atribuyen poderes de elixir de la eterna juventud. Para desgracia de estos animales, si se les quitaba su cuerno, morían al instante.
Durante la Edad Media, muchos nobles buscaban este trofeo y ofrecían grandes recompensas para quién pudiera conseguirles un cuerno de unicornio de la India. Esta práctica llevó a la extinción de estos animales mágicos. El unicornio era un animal solitario y tímido, sin embargo, podía ser muy agresivo, por lo que su captura resultaba particularmente difícil. Se consideraba que brindaba protección contra todos los venenos conocidos y también contra las enfermedades incurables. Era creencia que quien ingiriera alguna poción preparada con cuerno de unicornio, viviría eternamente. Los nobles consumían el cuerno molido preparado con la comida o la bebida, y su acción era más intensa si la copa estaba hecha con un cuerno de este animal. En realidad, las copas de cuerno de unicornio debían estar hechas con cuernos de rinoceronte o con el colmillo de la ballena narval. La narval macho desarrolla uno de sus colmillos más que el otro, pudiendo llegar a medir hasta tres metros de longitud, este colmillo es torneado. El unicornio es símbolo de libertad, pureza, la fuerza, el valor y la magia.
El cuarto de espejos Había una vez una princesa muy presumida y vanidosa, que sólo pensaba en sí misma. No le interesaba su familia, ni ninguna persona que la rodease, trataba a todo el mundo con indiferencia, como si no precisara de nadie más en el mundo. Hasta que un día llegó un hada madrina al palacio, como invitada del rey y la reina, pero la princesa fue descortés con ella, ante el asombro de los reyes que no sabían cómo disculpar su conducta desagradable. El hada madrina impuso un castigo a la joven: - Si sólo te quieres a ti misma y crees que no necesitas de nadie, desde hoy vivirás sola con tu propio reflejo. Hasta que cambies sinceramente, será así. La princesa fue encerrada en un cuarto lleno de espejos del que no podía salir. Cada día pasaba mirando su reflejo por toda la habitación. Pasaron los años y la princesa continuaba encerrada. Al despertar lo único que podía ver, era su cara reflejada en todos los espejos del cuarto; arriba, abajo, a los lados, en todas partes había espejos reflejándola. Finalmente, luego de varios años, la princesa comenzó a sentirse sola y pensó que tal vez necesitara de su familia, comenzó a extrañarlos. A medida que los sentimientos aumentaban, uno de los espejos se iba volviendo invisible y le permitió ver hacia fuera del cuarto. Pudo ver a su padre escribiendo en su escritorio, luego a su madre tejiendo. Alcanzó a ver hasta la cocina, donde la niñera que la había criado, estaba trabajando. También alcanzó a ver al hijo de la niñera, que había jugado con ella de pequeño, ahora podaba las rosas del jardín y había crecido. Poco a poco iba recordando a las personas que la rodeaban y despertando su cariño por ellos y conforme esto ocurría, los espejos desaparecían y podía ver más hacia fuera. Extrañaba y anhelaba todo aquello que se había perdido durante años. Llegó el día en que todos los espejos se tornaron invisibles y la princesa podía ver todo lo que le rodeaba, entonces no pudo contener los deseos de salir corriendo, abrió la puerta y salió del cuarto. Cuando estuvo fuera, toda la familia se alegró de verla. Ella los abrazó y lloró emocionada. De pronto llegó el hada madrina y la joven temió que la devolviese al cuarto de espejos. - Por favor, no me vuelvas a encerrar, no lo toleraría. Ya aprendí mi lección, no soporto verme todo el tiempo, día tras día en ese cuarto. - Nunca estuviste encerrada, la puerta estaba sin cerrojo. Yo sólo te puse allí. Fue tu orgullo el que te impidió abrir la puerta. Asumiste lo peor y actuaste en base a ello. Ese cuarto no era un cuarto de espejos, sino un cuarto de cristal. Hubieras podido ver a través de él, pero tus sentimientos solo te permitían ver tu propio reflejo. Necesitabas un tiempo a solas para
comprender que no puedes vivir aislada. Ya no volverás a aquel cuarto, pues tu corazón te ha liberado.
La princesa de fuego En un castillo lejano, mucho tiempo atrás, vivía una princesa de incomparable belleza. Pero esta joven era, además, muy sabia y rica. Los pretendientes llegaban hasta el castillo constantemente, buscando obtener sus riquezas. Pero la princesa, cansada de tanto pretendiente falso, publicó un edicto real, donde decía que se casaría con aquel joven que le presentase el regalo más valioso, tierno y sincero del mundo. Al día siguiente, el castillo estaba lleno de flores y regalos de todo tipo, cartas de amor ardiente que los poetas escribían. La cantidad de regalos era abrumadora y entre ellos descubrió una simple y sucia piedra. La princesa, intrigada, hizo llamar al responsable de aquel regalo. - Esta piedra representa lo más valioso que os puedo dar, majestad. Es mi corazón. – dijo el joven- Es sincera, porque aún no es vuestro. Es dura como una piedra, sólo cuando se llene de amor, se ablandará y será el más tierno de todos. El joven se marchó sin angustias, pero la princesa quedó prendada e intrigadísima. Llevaba aquella piedra a todas partes. Durante meses colmó al joven de atenciones y regalos, pero su corazón seguía siendo duro como la piedra que la princesa cargaba. La muchacha se sintió tan desanimada que arrojó la piedra a la chimenea encendida, el fuego consumió rápidamente la arena, de la que emergió una preciosa figura de oro. Entonces comprendió que debería hacer como el fuego y transformar todo a su alrededor, separando lo inútil de lo importante. La princesa se dedicó a cambiar las cosas en su reino a partir de entonces, dedicó todos sus esfuerzos a ello. Terminó con los lujos y se encargó de que todos los habitantes tuviesen comida y libros. Todo el que debía tratar con la princesa estaba encantado con su carácter y su vitalidad, tanto que comenzaron a llamarla cariñosamente, “la princesa de fuego”. Fue así que el corazón del joven se vio conmovido por la bondad y sabiduría de la princesa, y resultó tan tierno como había prometido. Y fueron felices para siempre.
El hada y la sombra Hace muchísimo tiempo, en épocas de hadas y duendes, cuando los hombres no poblaban la tierra, existía un lago misterioso, custodiado por un hada justa y generosa. El hada del lago era tan bondadosa que sus súbditos gozaban con servirle. Fue por eso, que cuando los seres malvados amenazaron los bosques y el lago, muchos siervos se unieron al hada para acompañarla en un peligroso viaje en busca de la piedra de cristal, que era la única salvación que tenía su reino. El hada advirtió a sus seguidores que les esperaba un terrible viaje a través de los pantanos, ríos y desiertos. Entendía que sería muy difícil soportar todo el viaje, pero sus súbditos aceptaron y prometieron acompañarla hasta el final. Partieron el hada con cincuenta vasallos leales y el camino fue mucho peor de lo que había anticipado. Debieron enfrentar temibles bestias, pasar hambre y sed en el desierto, caminar día y noche sin rumbo certero. Fueron tantas las adversidades, que muchos se desanimaron y abandonaron al hada a mitad del camino. Todos excepto uno, que continuó solo junto al hada. No era el más valiente, ni el más listo, ni el mejor guerrero, pero continuó su marcha hasta el final. El joven se llamaba Sombra. Cuando el hada le preguntaba, por qué no había desistido como el resto. Sombra le respondía siempre igual: - Prometí acompañaros a pesar de las dificultades y no desistiré ahora, sólo porque resultó ser más duro de lo que pensaba. Gracias a la ayuda de Sombra, el hada pudo encontrar la piedra de cristal. Pero estaba custodiada por un monstruoque no estaba dispuesto a entregarla. Por eso, Sombra se ofreció a cambio de la piedra, como último gesto de lealtad. Se quedó a servir al guardián de la piedra por el resto de sus días. La magia de la piedra de cristal ayudó al hada a volver al lago y a expulsar a los seres malvados que lo dominaban. Pero cada noche, el hada lloraba la ausencia de su fiel Sombra, porque de aquel compromiso de amistad, había surgido un amor más fuerte que cualquiera. Para recordar a su amado y honrar su lealtad y compromiso, el hada regaló a cada ser de la tierra, su propia sombra, que los acompañaba durante el día. Pero al llegar la noche, todas las sombras regresaban al lago para consolar la tristeza del hada del lago.
CUENTOS
LAS ABEJITAS JUGUETONAS En un panal había tres abejitas, que por primera vez iban a buscar néctar de las flores del campo. La reina de las abejas le dio un cántaro vacío a cada una y les ordenó traerlos bien llenos al caer la tarde. Las abejitas partieron volando a
cumplir su tarea. La abeja mayor empezó inmediatamente. La del medio, se dedicó a escuchar las historias que le contaban las flores y los insectos. La más pequeña juntó muestras de todos los colores que encontraba en las florecillas. Sin que se dieran cuenta, de lo entretenidas que estaban, llegó la hora de volver al panal. En la entrada las esperaba la reina y su corte. La abejita mayor entregó su cántaro lleno y fue felicitada por todas las abejas. Luego le tocó a la del medio. Cuando mostró su cántaro con solo la mitad con néctar, la reina le dijo enojada: “¿Eso es todo lo que traes?” “No”, dijo la abejita. “Además tengo muchas noticias y chismes que me contaron las flores y los insectos.” Y así entretuvo a la reina y al panal por mucho tiempo. Las abejas también la felicitaron. Al final le tocó a la más pequeña. La reina le preguntó: “¿Y tú, cuánto néctar traes?”, la chiquita dijo: “Yo, traigo un tercio del cántaro con néctar y muchos colores, para que todas nos pintemos y nos veamos muy lindas...” las abejas se pintaron e hicieron una fiesta. Ese día aprendieron que todos los talentos son bienvenidos en el panal
EL PINGÜINO DIFERENTE Los pingüinos son mundialmente conocidos por lo elegantes que son. Siempre visten de etiqueta y su andar es estirado y pomposo. Un día estando Oscar, el pingüino, mojando sus patitas en el helado mar, notó que flotando llegaba hasta él una hermosa caja. Rápidamente Oscar la abrió y maravillado observó su contenido. No podía creer lo que sus ojos de pingüino veían... ¡la caja contenía muchos frascos llenos de alucinantes colores!. Y Oscar aprovechó la ocasión. Pintó su elegante frac de fuertes azules y amarillos, su pechera blanca terminó siendo anaranjada con puntos verdes. Se dibujó una corbata celeste y lila y sus pies los pintó rojos con rayas moradas. Oscar resplandecía, porque el sol había salido a iluminar tanto colorido, en la siempre blanca, nevada y helada antártica. Entonces Oscar empezó su triunfal paseo. Los demás pingüinos quedaron asombrados. Reían. Saltaban. Silbaban. Aplaudían. Ese día fue el gran día de Oscar. Por fin, aunque fuera por poco tiempo, era diferente. Y la diferencia, lo hizo feliz.
Entonces, Oscar cambió su nombre, ahora se llama Arcoiris, porque, aunque volvió a vestir de etiqueta, lleva todos los colores en su corazón.
CONEJITOS DE COLORES Había una mamá coneja que tenía muchos conejitos. Todos eran muy blancos, y también, como todos los niños, eran muy juguetones y un poquito locos. Así que siempre estaban jugando por el campo. Pero, un día, todo el paisaje apareció también blanco. ¡Había nevado! Cuando la mamá coneja fue a buscar a sus pequeños, no los podía encontrar, porque como eran blancos, se confundían con la nieve. Entonces fue a buscar pinturas y pintó a sus conejitos de todos los colores. ¡Ahora sí podía verlos, fácilmente, jugando en la nieve blanca!. Todo anduvo bien, hasta que un día, al mirar al campo, no pudo encontrar nuevamente, a sus conejitos queridos. ¡Había llegado la primavera con todo su esplendoroso colorido!. Llamó a sus niños y uno a uno los lavó y los volvió a su color natural, el blanco. Ahora los podía observar tranquilamente como corrían por el florido campo. Estaba muy feliz. Pero, un día, pasado el tiempo... ¡volvió a nevar! ...y este cuento vuelve a comenzar.
LA RANITA DE LA VOZ LINDA En un charco, a orillas de un río, vivía un grupo de ranas. Se lo pasaban todo el día croando y croando. ¡Croooc! ¡Croooc!... Aquel día era muy especial porque las ranitas pequeñas cantarían por primera vez. Una a una fueron cantando: ¡Crooc! ¡Crooc!. Hasta que saltó al escenario, que era una piedra en medio del agua, una ranita, que en vez del famoso ¡Crooc! ¡Crooc!, ¡cantó una hermosa melodía, con una bellísima voz de soprano!. Todos quedaron paralizados. Simplemente no lo podían creer. ¡Una rana que sí cantaba bien!. La novedad corrió por todo el valle y llegó a oídos, de un representante de artistas, que se apresuró a ir a buscar a la ranita cantora. La llevó a los más grandes escenarios del mundo y grabó muchos discos. Todos la iraban y querían tomarse fotos con ella. Sin embargo, la ranita no era feliz. Ella quería volver a su charco, con su familia y sus amigos. Pero era esclava de su voz y de su fama. No podía volver. Hasta que, en medio de un recital, en un reino muy lejano, la ranita cantora cambió su dulce canto, por el canto natural de las ranas, el ronco ¡Crooc! ¡Crooc!... El público la empezó a pifiar y las pifias eran música para la pequeña, porque se dió cuenta que ahora podría volver a su charco añorado.
Ahora la ranita sí es feliz. Y cantando ¡Crooc! ¡Crooc! ¡Crooc!, pero con su familia, sus amigos y su charco.
PUNTITO, EL ELEFANTE AMARILLITO Como todos saben, los elefantes son grandes y de color gris. Hasta que nació Puntito, el elefante enanito y amarillito... Como era diferente, los demás hacían bromas y se reían de Puntito. Los elefantes grandes y grises se jactaban de su fuerza y de los grandes pesos que eran capaces de mover. Puntito solo podía llevar ramitas, hojas secas, pasto y granitos de maíz, en su pequeña trompa amarilla. Un día, un gran árbol cayó sobre el jefe de los elefantes, dejándolo atrapado. Todos los fuertes elefantes corrieron a salvar a su jefe. Pero por más fuerza que hacían, no podían levantar el árbol. Todos transpiraban y jadeaban tratando de levantar aquel tremendo peso. Pero no podían. Hasta que de pronto, un relámpago amarillo llamado Puntito, saltó sobre el tronco y con gran sorpresa para ellos, vieron que el árbol se levantó y el jefe quedó libre. La fuerza de todos no pudo levantar el árbol porque faltaba un poquito más... justamente la poquita fuerza del pequeño elefantito. Y así fue que los grandes elefantes comprendieron que todos eran útiles, incluso Puntito... el amarillito.