"La neurosis de transferencia" a partir del texto de Freud: "Más allá del principio de placer" (1920) Ensayo presentado en la Sección Clínica de Barcelona para la obtención del Certificado de Estudios Clínicos ISABELLE DURAND Paraules clau (compulsión de) repetición, goce, neurosis de engaño, principio de placer, transferencia, deseo del analista, libido, neurosis de transferencia, recuerdo, dirección de la cura, neurosis, neurosis del analista, teoría freudiana de las pulsiones
1. El tema 1.1. La elección del tema En este ensayo, tomaremos por objeto de investigación la noción de "neurosis de transferencia" en Freud. La expresión "neurosis de transferencia" tiene en Freud una doble acepción: - en un sentido nosográfico, se refiere a una categoría de neurosis que incluye las histerias, las neurosis obsesivas y las neurosis de angustias y que Freud, en el texto de "Introducción al narcisismo" (1914)1, distingue de las neurosis narcisistas. Las neurosis de transferencia se caracterizan por el hecho de que la libido se desplaza siempre hacía los objetos en vez de estar retirada sobre el yo, como ocurre en las neurosis narcisistas. Esta primera acepción está íntimamente articulada a la segunda: sólo las neurosis de transferencia (en el primer sentido) pueden convertirse en neurosis de transferencia (segundo sentido), y por lo tanto serían las únicas analizables (dejando fuera las psicosis y las perversiones). - El concepto de neurosis de transferencia también designa una neurosis artificial que, en el dispositivo analítico, se sustituye a la anterior. Esta segunda acepción es la que tomaremos como objeto de este trabajo. En esta última acepción la expresión "neurosis de transferencia" aparece exclusivamente en tres textos, y eso a pesar de la importancia que Freud le da en la dirección de la cura: "Recordar, repetir, reelaborar" de 1914, "Más allá del principio de placer" de 1920 y "¿Pueden los legos ejercer el análisis?" de 1926. Es en 1914, en el texto "Recordar, repetir, reelaborar", que Freud introduce la noción de neurosis de transferencia en relación con sus observaciones: el paciente repite en la transferencia sus conflictos infantiles. Se trata, por lo tanto, de crear una neurosis artificial que sustituirá la neurosis anterior, "sustituir su neurosis por una neurosis de transferencia"2. A pesar de lo crucial que fue para Freud este descubrimiento en la dirección de la cura, así como de la vigencia del fenómeno en la práctica analítica, la teoría lacananiana se refiere muy poco a este concepto, a tal punto que en el Seminario XII3 Lacan se refiere a la neurosis de transferencia como neurosis de engaño, lo que ha suscitado un interrogante. La lectura que nos proponemos hacer tiene por principal objetivo el esclarecimiento de este concepto de neurosis de transferencia. Dada la extensión de este ensayo, nos referiremos solamente a la cuestión en Freud viendo si este recorrido arroja alguna luz sobre la afirmación de Lacan y dejando abiertos los interrogantes para continuar el trabajo. 1.2. El desarrollo del tema Para desarrollar el tema propuesto nos centraremos en el texto de 1920 porque pensamos que las modificaciones que introduce en la teoría el Más allá del principio del placer tienen repercusiones importantes en la conceptualización de la neurosis de transferencia.
Por ello en primer lugar, situaremos el texto “Más allá del principio del placer” dentro de la evolución conceptual que hace Freud referente a las pulsiones para entender las coordenadas del cambio que se produce. Seguidamente expondremos lo que Freud dice a propósito de la neurosis de transferencia en este texto, y lo articularemos con lo que sostiene en los textos de 1914 y 1926. 2. La evolución de la teoría de las pulsiones en Freud El concepto de pulsión es un concepto fundamental puesto que fue construido para dar cuenta del lazo entre el cuerpo y el lenguaje. Cuando Freud alude al fenómeno de la compulsión de repetición en el tratamiento psicoanalítico sugiere que "depende de la naturaleza más íntima de las pulsiones"4. En "Más allá del principio de placer" Freud atribuye a la compulsión de repetición las características de una pulsión: "las exteriorizaciones de una compulsión de repetición que hemos descrito en las tempranas actividades de la vida anímica infantil, así como en las vivencias de la cura psicoanalítica, muestran en alto grado un carácter pulsional y (...) demoníaco." 5. Para este apartado se seguirá la periodización que hace Jacques-Alain Miller sobre los tres tiempos de construcción de la teoría de las pulsiones6. El texto de Freud "Más allá del principio del placer" es muy importante por lo novedoso en cuanto a la conceptualización de la libido y equivale al tercer tiempo. 2.1 El primer tiempo: el hambre y el amor En 1910, en el texto "La perturbación psicógena de la visión según el psicoanálisis", Freud, por primera vez, introduce la formulación binaria de la pulsión: opone las pulsiones que sirven a la sexualidad a otras que tienen por meta la autoconservación del individuo. Alude al famoso poeta alemán, Schiller, en las rimas de las que Freud encuentra la noción de pulsión, y la división de su conjunto: "Siguiendo las palabras del poeta, podemos clasificar como "hambre" o como "amor" a todas las pulsiones orgánicas de acción eficaz dentro de nuestra alma"7. En este mismo texto, Freud sigue exponiendo su nueva hipótesis: algunas perturbaciones funcionales de la visión tienen una etiología psicológica, como, por ejemplo, las que son provocadas por la represión del placer erótico de ver, o sea, por la represión de una pulsión sexual. Los mismos órganos están al servicio tanto de las pulsiones sexuales como de las yoícas. "La boca sirve para besar tanto como para la acción de comer y de la comunicación lingüística, y los ojos no sólo perciben las alteraciones del mundo exterior importantes para la conservación de la vida, sino también las propiedades de los objetos por medio de las cuales estos son elevados a la condición de objetos de la elección amorosa: sus "encantos"."8. Para resumir la argumentación freudiana, y con el fin de no alejarnos en demasía de la meta de nuestro ensayo, resumimos lo que nos parece más esencial del texto respecto al tema que nos ocupa: la represión del placer erótico de ver, represión por lo tanto de una pulsión sexual, podría engendrar la perturbación de la función de ver del ojo humano. Este texto plantea una clara oposición en el conjunto de las pulsiones. Estas pulsiones se diferencian exclusivamente por su meta: las que tienen por meta una ganancia de placer sexual son las pulsiones sexuales; Las que tienen por meta la autoconservación del individuo tomarán la expresión, totalmente novedosa en la conceptualización freudiana, de "pulsiones yoicas". Freud, en este momento de su conceptualización teórica, emplea el término de "libido" sólo para referirse a las pulsiones sexuales. 2.2. El segundo tiempo: Yo o el otro En 1914, en el texto "Introducción al narcisismo", asistimos a un viraje teórico de Freud respecto a su conceptualización de la pulsión. La novedad es la unificación de la libido. Esta unificación plantea que la libido o se repliega hacia el yo, o se repliega hacía el objeto. Dicho
de otra forma, demuestra que cada vez que se vacía el yo, es para investir el objeto, y a la inversa. En este momento el yo es el reservorio de la libido. Por "libido" Freud designa la energía sexual que parte del cuerpo y que inviste los objetos, pudiendo ser el yo uno de ellos. Esta nueva distinción, introducida en este texto, aparece primero como una subdivisión de las pulsiones sexuales en función de su objeto de investidura, (y no de su meta: placer sexual versus auto-conservación como vimos en el texto de 1910). La libido, por lo tanto, será calificada de objetal o de yoica (narcisista) no en función de su naturaleza, que siempre es sexual, ni tampoco en función de su punto de partida, siempre parte del yo, sino en función del objeto que inviste: el yo o el otro. Como ya indicamos, cuanto mayor es la libido que inviste el yo, más pobre es la libido objetal. Ilustrando este fenómeno de vasos comunicantes por un ejemplo expuesto por el mismo Freud, la libido objetal alcanza su máximo desarrollo en el amor, en el que ocurre una disolución de la propia personalidad de aquel que ama a favor del objeto amado. En el caso de una enfermedad orgánica, el enfermo retira sobre su yo todas sus investiduras libidinales. El ejemplo que Freud elige para ilustrar este retraimiento de la libido lo saca de Wilhelm Busch que dice del poeta con dolor de muelas: "En la estrecha cavidad de su muela se recluye toda su alma"9. Lacan traducirá esta concepción freudiana en el estadio del espejo, con la reciprocidad del a - a´. 2.3. El tercer tiempo: La vida y la muerte En un tercer tiempo (1920), introducido por el texto que nos ocupa, "Más allá del principio del placer", Freud reintroduce el binarismo, pero bajo la forma de una nueva dicotomía entre Eros y las pulsiones de muerte. Freud pone la libido yoíca y objetal, de un lado, y la pulsión de muerte del otro. Aquí el reservorio de la libido es el ello. Tenemos las pulsiones de vida, que se esfuerzan en el sentido de la creación y del progreso y, las pulsiones de muerte, que compelen a la repetición, a la reproducción de un estado anterior. Las pulsiones de muerte se oponen a las pulsiones de vida, y tienden a la reducción completa de las tensiones, es decir a reconducir el ser viviente al estado inorgánico. Las pulsiones de vida son las llamadas pulsiones sexuales que aspiran a la renovación de la vida, y la realizan. Las pulsiones de muerte pretenden conducir la vida a la muerte. Es la tendencia fundamental de todo ser vivo de volver al estado inorgánico. La noción de pulsión de muerte parece ser un intento teórico de Freud para explicar fenómenos que escapan al principio de placer. En efecto, la compulsión de repetición, tal como aparece en la transferencia, requiere un aparato teórico que justifique una tendencia tan alejada por su meta del placer. Por eso este tercer tiempo tiene todo su interés dado que Freud señala que lo reprimido no resiste sino que aspira a irrumpir en la conciencia por medio de la acción real y que se instaura más allá del principio de placer. El vínculo de Lacan con Freud representa el cuarto tiempo de estas teorizaciones. Lacan produce una unificación entre pulsión de muerte y libido que llamará goce. 3. La evolución del concepto de neurosis de transferencia en los textos. 3.1. La neurosis de transferencia en el texto “Más allá del principio de placer”. Freud comienza este texto enunciando la hipótesis sobre la cual, hasta la fecha (1920), fundamentaba la causa de toda la actividad psíquica: la búsqueda del placer. El principio de placer, que constituía el regulador de los procesos psíquicos, está enunciado con el fin de ser cuestionado. En efecto, Freud, y desde la segunda página del texto lo califica de incorrecto: "... es incorrecto hablar de un imperio del principio de placer sobre el decurso de los procesos anímicos. "10 Y el argumento que alega es que si así fuera, no podríamos explicar el hecho de que muchos de nuestros procesos psíquicos no vayan acompañados de placer, ni tampoco lleven a él.
Ahora bien, lo que Freud constata en este texto es que no solo lo que se repite no es placentero, sino que jamás lo fue. Es justamente este fenómeno lo que llevará a Freud a construir su concepto de pulsión de muerte. "Nada de eso pudo procurar placer entonces, se creería que hoy produciría un displacer menor si emergiera como recuerdo o en sueños, en vez de configurarse como vivencia nueva. Se trata, desde luego, de la acción de pulsiones que estaban destinadas a conducir a la satisfacción; pero ya en aquel momento no la produjeron, sino que conllevaron únicamente displacer. Esa experiencia se hizo en vano. Se la repite a pesar de todo. Una compulsión esfuerza a ello." 11. Pero examinemos más detenidamente lo que aquí se repite: unas series de experiencias displacenteras que tienen directamente que ver con el Edipo, nos dice Freud. Lo que se repite es la desgracia. La desgracia de la pérdida del amor. La desgracia que engendra el fracaso de la investigación sexual, es decir de la búsqueda del saber sobre el sexo, sobre como se hacen los niños. La desgracia que supone el desengaño después del apego a un progenitor casi siempre del sexo contrario. La desgracia provocada por los celos y el sentimiento de infidelidad por el nacimiento de un hermano. Por fin, la desgracia por el fracaso en el intento de crear por si mismo un niño. 3.2. La articulación y evolución del concepto a través de los tres textos de 1914, 1920, y 1926. 3.2.1. El texto de 1914. Como ya hemos señalado, el concepto de "neurosis de transferencia" fue introducido por Freud en 1914 en el texto "Recordar, repetir, reelaborar" (texto al cual se viene a referir en "Más allá del principio de placer"). En este texto, Freud articula la compulsión de repetir con la transferencia y la resistencia. Según Freud, el paciente repite lo que no consigue recordar. Freud descubre que lo que no se puede recordar, retorna de otro modo: por la repetición, que consiste en escenificar, en poner en acto lo olvidado. Recordemos los puntos fundamentales respecto a la neurosis de transferencia contenidos en este texto. Los psicoanalistas tienen que estar preparados para la compulsión de repetición de los analizantes, repetición que incluso se producirá fuera del dispositivo, o sea no sólo en la relación personal con el analista, sino en todas las otras actividades y vínculos simultáneos de su vida12. Freud precisa que, en la cura, se trata de convocar "un fragmento de vida real" con el fin de poder ser elaborado por el paciente. Insiste en varios lugares de este texto que convocar lo que, desde Lacan podríamos llamar la modalidad de goce del paciente, puede ser peligroso13. En este mismo sentido, encontramos unos párrafos más adelante que las acciones del paciente, que serían estas repeticiones o puestas en acto fuera de la transferencia (pasajes al acto), "pueden conllevar pasajeros prejuicios para su vida, o aún ser escogidas de modo que desvaloricen duraderamente las perspectivas de salud"14. Este temor respecto a los peligros que supone la neurosis de transferencia ira creciendo en los textos de 1920 y de 1926. En este texto de 1914, Freud plantea la siguiente idea, que de hecho, retomará a lo largo de su construcción teórica, a saber que: a mayor resistencia, menor posibilidad de recordar, y por lo tanto mayor compulsión de repetición. Hay la idea de que el que recuerda no repite, y el que repite no recuerda. ¿Cuál será según Freud la dirección de la cura en este texto de 1914?
Tratar la enfermedad como un poder actual15 Arrancar pieza por pieza las armas con las cuales el paciente se defiende de la continuación de la cura16 Reconducir al pasado estas repeticiones17
Ahora bien, el manejo de la transferencia es para Freud el principal recurso para “domeñar la compulsión de repetición, y transformarla en un motivo para recordar"18. Aquí tenemos la idea de transformar esta repetición en motor de la cura. Esta repetición es bienvenida, en el caso de que no ponga en peligro las condiciones de existencia del tratamiento, e incluso es necesaria, ya que "no se puede matar a un enemigo ausente o que no esté lo bastante cerca"19. A su vez, la repetición tiene que ser aprovechada por el psicoanalista, que deberá "dar a todos los síntomas de la enfermedad un nuevo significado transferencial, sustituir su neurosis ordinaria por una neurosis de transferencia"20 . Podemos concluir el comentario de este texto destacando la confianza que Freud tiene en el manejo de esta compulsión de repetición. Nos lo confirma cuando, refiriéndose a la compulsión de repetición, indica que podemos dejarla “desplegarse con una libertad casi total” 21 3.2.2. El texto de 1920. Regresemos ahora al texto de 1920. "Más allá del principio de placer" constituye un viraje respecto a la neurosis de transferencia. Si bien su carácter inevitable e incluso necesario es mantenido, Freud parece más temeroso en cuanto a sus inconvenientes: "El médico se ha empeñado por restringir en todo lo posible el campo de esta neurosis de transferencia, por esforzar el máximo recuerdo, y itir la mínima repetición"22. Si bien es cierto que "no puede ahorrar al analizante esta fase de la cura, ya que tiene que dejarle revivenciar cierto fragmento de su vida olvidada, sin embargo tiene que cuidar a la par que lo hace, que conserve cierto grado de reflexión en virtud del cual esa realidad aparente pueda individualizarse cada vez como reflejo de un pasado olvidado"23. El éxito de la cura sería, por lo tanto, casi garantizado en la medida en que el paciente tome conciencia de que esta realidad aparente no existe, sino como retorno de un pasado olvidado. Freud pone aquí el acento sobre lo delicado que resulta poner la frontera entre repetir y recordar. Tanto más cuanto que no olvidemos que "la proporción que se establece entre recuerdo y repetición es diferente en cada caso"24. En este texto, el éxito terapéutico dependería de la habilidad del psicoanalista en manejar esta frágil frontera entre el repetir y el recordar. ¿Pero que es lo que Freud entiende en este momento de este concepto de neurosis de transferencia? "Todas estas dolorosas situaciones afectivas y todos estos sucesos indeseados son resucitados con gran habilidad y repetidos por los neuróticos en la transferencia. El enfermo tiende entonces a la interrupción de la cura, aún no terminada, y sabe crearse de nuevo la impresión de desprecio, obligando al médico a dirigirle duras palabras y a tratarle con frialdad. Halla los objetos apropiados para sus celos y sustituye el ansiado niño de la época primitiva por el propósito o promesa de un gran regalo, que en la mayoría de los casos llega a ser tan real como aquel. " 25 El psicoanalista tendría que dar a todos los síntomas una nueva significación transferencial. En el texto que nos ocupa Freud enuncia a propósito de la repetición en la cura: "El enfermo no puede recordar todo lo que hay en él de reprimido, acaso justamente lo esencial...se ve forzado a repetir lo reprimido. Esta reproducción tiene siempre por contenido un fragmento de la vida sexual infantil, y por tanto del complejo de Edipo y sus ramificaciones; y regularmente se juega (se escenifica) en el terreno de la transferencia, esto es, en relación con el médico. Cuando en el tratamiento las cosas se han llevado hasta este punto, puede decirse que la anterior neurosis ha sido sustituida por una nueva, una neurosis de transferencia." 26. Podemos apreciar que este concepto de neurosis de transferencia está íntimamente articulado con la noción de repetición. De hecho, no tiene eso nada de sorprendente si recordamos que
para Freud, la transferencia es repetición. “La transferencia misma es sólo una pieza de repetición, y la repetición es la transferencia del pasado olvidado” 27. 3.2.3. El texto de 1926: “¿ Pueden los legos ejercer el análisis?” En este texto Freud, refiriéndose a la neurosis de transferencia la equipara a lo que llama el enamoramiento patológico del paciente hacía el psicoanalista, que resulta ser inconciliable con la cura: “El amor del paciente no se conforma con obedecer; se vuelve exigente, pide satisfacciones tiernas y sensuales; reclama exclusividad, desarrolla celos y muestra de manera cada vez más nítida su otra cara, la prontitud para la hostilidad y la venganza cuando no se puede alcanzar sus propósitos. Al mismo tiempo, como todo enamoramiento, esfuerza hacía atrás los demás contenidos anímicos, extingue el interés por la cura y por el restablecimiento; en suma: no podemos dudar de que ha reemplazado a la neurosis y nuestro trabajo ha tenido por resultado suplantar una forma de enfermedad por otra” 28. Según Freud, el paciente repite en la forma de su enamoramiento hacia al psicoanalista, vivencias anímicas pasadas, íntimamente relacionadas con la génesis de su neurosis infantil. Por lo tanto, “lo que nos muestra, es el núcleo de su historia vital íntima; lo reproduce de manera palpable, como algo presente, en vez de recordarlo” 29. En este texto, Freud vuelve a insistir sobre el hecho de que el desenlace de esta repetición tiene exclusivamente que ver con “la destreza del analista en el manejo de la transferencia”. “Es en este lugar donde llegan al máximo los requerimientos que se plantea a la técnica analítica. Aquí es posible cometer los más graves errores o asegurarse los mayores éxitos” 30. No se puede huir de lo que se ha convocado, insiste Freud refiriéndose a esta compulsión de repetición articulada al analista. Freud concluye esta referencia al concepto aquí estudiado insistiendo en que la repetición sólo puede ser fructífera en la medida en que se aprende a través de ella, sobre la neurosis del paciente. Además, tiene que ser una repetición controlada por el analista, que tiene que ser muy vigilante en no dejarla instalarse, reconduciéndola al recuerdo y a la elaboración. “Y esto exige del analista mucha destreza, paciencia, calma y autosacrificio.” 31 En mayor o menor medida, todos los analizantes pasarían por esta fase, pero el analista tiene que intentar que este fenómeno de la repetición no ponga la cura en peligro. Para esto el analista sólo dispone de unas armas: el manejo de la transferencia y la interpretación. ¿Y porque no llamar las cosas por su nombre?: el analista dispone del deseo del analista. 4. Conclusiones En el Seminario XII, Lacan introduce el tema de la neurosis de transferencia de la siguiente forma: “Lo que quiero tratar de hacerles vivir un instante es una cierta dificultad que tiene el analista con su propia teoría” 31. Lacan, con el fin de ilustrar y esclarecer su posición respecto al concepto de neurosis de transferencia, toma el ejemplo de un análisis que estuvo diez años en un ime, por el error de una analista. Una analista que creía demasiado a su paciente. Lacan concluye el comentario de este caso diciendo que la cuestión es saber por qué la analista había soportado diez años una tensión que le era tan intolerable, sin preguntarse qué goce encontraba allí. Según Lacan, la neurosis de transferencia no sólo no representa una dirección de la cura sino todo lo contrario: constituye la prueba de que la cura no tiene una dirección, a no ser equivocada. Los imes en las curas tienen que ver con los analista, y no con los analizante. Esto es la lectura que hacemos de la afirmación de Lacan cuando dice que la neurosis de transferencia es una neurosis de engaño. Por eso enunciamos que cada vez que Freud se refiere a la destreza del analista, a su agilidad, a su habilidad, tanto en el manejo de la transferencia como en sus interpretaciones, eso tiene que ver con la concepción que el
analista se hace del inconsciente, y en general de los conceptos fundamentales que determinan su acción, pero, fundamentalmente, tendrá que ver con el deseo del analista. Por todo eso la neurosis de transferencia es, sin lugar a dudas, la neurosis del analista y no la del analizante.
Transferencia (psicoanálisis) De Wikipedia, la enciclopedia libre Saltar a: navegación, búsqueda La transferencia es un concepto complejo del psicoanálisis que designa tres aspectos muy relacionados pero diferenciables: 1. La función psíquica mediante la cual un sujeto transfiere inconscientemente y revive, en sus vínculos nuevos, sus antiguos sentimientos, afectos, expectativas o deseos infantiles reprimidos. 2. Específicamente, la herramienta fundamental con la que cuenta el analista (S. Freud, 1915), condición necesaria, para poder conducir el tratamiento. 3. La neurosis de transferencia, descrita por Freud como momento princeps del tratamiento, en la que todos los elementos de la neurosis son actuados en presencia del analista. Se trata de afectos que habrán estado orientados originalmente hacia los padres, los hermanos u otras personas significativas en la infancia y que en la vida adulta mantienen su presencia y su efectividad psíquica, de modo que es posible transferirlos a escenarios actuales. Freud señala que este fenómeno ocurre de manera completamente espontánea en las relaciones entre seres humanos, pero cobran una relevancia especial en la relación terapéutica, convirtiéndose en su instrumento principal, para el cambio psíquico del analizante. Freud registró que sólo mediante la experiencia transferencial, en la actualidad del tratamiento, pueden ser vencidas las resistencias psíquicas del analizante, de manera de lograr que aquello reprimido o inconsciente, sea aceptado por el paciente, produciendo un cambio permanente en ese punto y su trama. En la técnica de tratamiento psicoanalítico la relación entre el psicoanalista y el analizado, por las particularidades del encuadre analítico, la transferencia y el análisis de la forma específica en que se presenta, ocupa, entonces, un lugar central para la cura. J. Laplanche y J. B. Pontalis lo definen así:
(...) el proceso en virtud del cual los deseos inconscientes se actualizan sobre ciertos objetos, dentro de un determinado tipo de relación establecida con ellos y, de un modo especial, dentro de la relación analítica. Se trata de una repetición de prototipos infantiles, vivida con un marcado sentimiento de actualidad. Casi siempre, lo que los psicoanalistas denominan transferencia, sin otro calificativo, es la transferencia en la cura. La transferencia se reconoce clásicamente como el terreno en el que se desarrolla la problemática de una cura psicoanalítica, caracterizándose ésta por la instauración, modalidades, interpretación y resolución de la transferencia. Jean Laplanche & Jean-Bertrand Pontalis. Diccionario de Psicoanálisis.1
Índice
1 Fundamentos 2 Véase también 3 Referencias 4 Bibliografía 5 Enlaces externos
Fundamentos [editar] Al comienzo de la obra freudiana, la transferencia fue de "cargas" (Q) entre representaciones. El término transfert de Huckel fue tomado por Freud para la "transferencia de cargas de una parte del cuerpo a otra". A partir de allí, propuso la conversión, como la forma típica de la histeria para la reversión de las cargas hacia representaciones corporales. Esta época fue prepsicoanalítica, cuando Freud utilizaba, primero la hipnosis que más tarde se convirtió en el método catártico de Breuer. Fueron justamente los episodios que ocurrieron con la paciente denominada Anna O., a quien atendió Breuer, y los tratamientos de las pacientes histéricas que se registran en Estudios sobre la histeria los que empezaron a generar la hipótesis de que las transferencias eran "hacia la persona del médico". Fue por primera vez, en 1905, al analizar las causas del fracaso terapéutico del tratamiento psicoanalítico de Ida Bauer (Caso Dora), que Freud definió la transferencia en relación estrecha a la resistencia, efecto de las fuerzas antagónicas que se habían opuesto al avance de la terapia de su joven paciente.2 El establecimiento de este lazo afectivo intenso es automático, inevitable e independiente de todo contexto de realidad. Freud pensó que ciertos sujetos, denominados narcisistas, no establecían relaciones trasferenciales, por lo que el psicoanálisis como técnica de tratamiento sería inadecuado o imposible en ellos. Más tarde esto se ha modificado, en parte, ya que ha quedado demostrado que los
psicóticos pueden analizarse. Las estructuras perversas, en cambio, suelen no pedir tratamiento, a excepción de alguna fisura en la economía de su goce. En la lectura de Jacques Lacan, la "demanda de psicoanálisis" ya implica, en sí misma, una dimensión trasferencial: el paciente se dirige a alguien al que le supone un saber, si bien la transferencia -hablando estrictamente- implica no la 'suposición de un saber' sino de un 'sujeto al saber'.3 A través de su análisis personal, el analista se posiciona en condiciones de reconocer sus transferencias (contratransferencia) de modo de no interferir con los contenidos psíquicos del analizado. Ésta es además, una condición sine qua non para que el analista esté disponible y a la escucha de lo inconsciente. Tipos de transferencia: 1. Transferencia positiva, que son los sentimientos amistosos y afectuosos hacia el analista. Freud señaló una diferencia entre una transferencia positiva débil, aquella que permite el avance del tratamiento; y otra "hiperintensa" o transferencia erotizada, que en los hechos, se comporta como negativa, ya que es sinónimo de resistencia, en cuanto se detienen las asociaciones del analizante. 2. Transferencia negativa, caracterizada por la expresión de sentimientos hostiles y de enojo. Lacan sostuvo que conviene una transferencia negativa suave para el mejor fluir del tratamiento. Será Carl Gustav Jung quien, ante el hecho incontestable de la Transferencia, plantee a Freud la necesidad de que todo analista estuviese a su vez analizado, siendo por tanto el primero en introducirlo, tal y como él mismo lo contempla: «Reconociendo estos hechos, el propio Freud aceptó mi exigencia de que el médico sea analizado».4 Neurosis de transferencia Biblioteca | Diccionario Psicoanálisis Página 1 de 2 Al.: Übertragungsneurose. Fr.: névrose de transfert. Ing.: transference neurosis. It.: nevrosi di transfert. Por.: neurose de transferência. A) En sentido nosográfico, tipo de neurosis (histeria de angustia, histeria de conversión, neurosis obsesiva) que Freud diferencia de las neurosis narcisistas dentro del grupo de las psiconeurosis. Se diferencian de las neurosis narcisistas por el hecho de que la libido está siempre desplazada sobre objetos reales o imaginarios, en lugar de estar retirada de éstos sobre el yo. De ello resulta que son más accesibles al tratamiento psicoanalítico, ya que se prestan a la constitución, durante la cura, de una neurosis de transferencia en
el sentido B. B) Dentro de la teoría de la cura psicoanalítica, neurosis artificial en la cual tienden a organizarse las manifestaciones de transferencia. Se constituye en torno a la relación con el analista; representa una nueva edición de la neurosis clínica; su esclarecimiento conduce al descubrimiento de la neurosis infantil. A) En el sentido A, el término «neurosis de transferencia» fue introducido por Jung, en oposición al de «psicosis». En esta última, la libido se encuentra «introvertida» (Jung) o catectizada sobre el yo (Abraham; Freud), lo que reduce la capacidad de los pacientes para transferir su libido sobre objetos y, en consecuencia, los hace poco accesibles a una cura cuyo resorte fundamental es la transferencia. Es por ello que las neurosis que constituyeron el primer objeto de la - cura psicoanalítica se definen como trastornos en los que existe esta capacidad de transferencia, y se designan con el término neurosis de transferencia». Freud establece (por ejemplo, en las Lecciones de introducción al psicoandlisis [Vorlesungen zur Einführung in die Psychoanalyse, 1916-1917]) una clasificación que puede resumirse así: las neurosis de transferencia y las neurosis narcisistas forman dos categorías opuestas entre sí, dentro del grupo de las psiconeurosis. Por otra parte, éstas, en la medida en que sus síntomas son la expresión simbólica de un conflicto psíquico, se contraponen -al grupo de las neurosis actuales, cuyo mecanismo sería fundamentalmente somático. Señalemos que, si bien sigue siendo válida la distinción de las dos clases de psiconeurosis, ya no se ite que puedan distinguirse entre sí por la simple presencia o ausencia de transferencia. En efecto, actualmente se ite que, en las psiconeurosis, la ausencia aparente de transferencia, la mayoría de las veces, no es otra cosa que uno de los aspectos del modo de transferencia (que puede ser muy intensa) propio de los psicóticos.
B) En Recuerdo, repetición y trabajo elaborativo (Erinnern, Wiederholen und Durcharbeiten, 1914) Freud introduce la noción de neurosis de transferencia (en el sentido B) en relación con la idea de que el paciente repite en la transferencia sus conflictos infantiles. «Supuesto que el paciente respete las condiciones de existencia del tratamiento, llegamos generalmente a conceder a todos los síntomas de la enfermedad una nueva significación transferencial, a reemplazar su neurosis corriente por una neurosis de transferencia, de la cual puede ser curado por la labor terapéutica». Según este pasaje, parece que la diferencia entre las reacciones de transferencia y la neurosis de transferencia propiamente dicha puede concebirse como sigue: en la neurosis de transferencia, todo el comportamiento patológico del paciente viene a centrarse ahora en la relación con su analista. De la neurosis de transferencia puede decirse que, por una parte, coordina las reacciones de transferencia, al principio difusas («transferencia flotante» según Glover) y, por otra, permite al conjunto de los síntomas y de las conductas patológicas del paciente adoptar una nueva función al referirse a la situación analítica. Según Freud, la instauración de la neurosis de transferencia constituye un elemento positivo en la dinámica de la cura: «El nuevo estado ha adquirido todas las características de la enfermedad, pero representa una enfermedad artificial que es plenamente accesible a nuestro control». Dentro de esta perspectiva, la secuencia siguiente puede considerarse como el modelo ideal de la cura: la neurosis clínica se transforma en neurosis de transferencia, cuyo
esclarecimiento conduce al descubrimiento de la neurosis infantil(1) Con todo, es preciso indicar que, más tarde, Freud, cuando acentúa el alcance de la compulsión a la repetición, da una concepción menos unilateral de la neurosis de transferencia, subrayando el peligro que ofrece el dejarla desarrollarse. «El médico se esfuerza en limitar todo lo posible el ámbito de esta neurosis de transferencia, en impulsar el máximo posible de contenido hacia la vía del recuerdo y abandonar lo menos posible a la repetición [...]. Por lo general el médico no puede ahorrar al analizado esta fase de la cura. Se ve forzado a permitirle revivir cierto fragmento de su vida olvidada, pero debe velar para que el paciente conserve una cierta capacidad de dominar la situación, que le permita, pese a todo, reconocer, en lo que aparece como una realidad, el reflejo renovado de un pasado olvidado». (1) Señalemos que S. Rado, en su comunicación al Congreso de Salzburgo (1924) sobre la teoría de la cura, El principio económico en la técnica psicoanalítica (The Economic Principle in Psychoanalytic Technique), describió la «neurosis terapéutica» en las técnicas preanalíticas (hipnosis y catarsis) y la diferenció de la que aparece en la cura psicoanalítica; sólo en ésta puede ser analizada y disuelta la neurosis de transferencia.
Neurosis de transferencia: En Psicoanálisis, neurosis artificial que se constituye en la transferencia y que toma como objeto de esa neurosis al psicoanalista. El paciente no solo transmite sus sentimientos y emociones, sino que las objetiva en el terapeuta.
Más datos: En la neurosis de transferencia el paciente no solo transmite sentimientos, sino que actúa o tiende a actuar. Freud observó que era tratado por sus pacientes de forma parecida a cómo éstos se relacionaban con otras personas significativas en su vida, sobre las que se habían entramado neurosis.