PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE FACULTAD DE ARTES VISUALES TEXTOS DE ARTE Prof.: Pablo Miranda M. Bernardita Batlle L. Abril, 2010
Juan Downey. “El Ojo Pensante”. ARTE Y MEMORIA. El artista como almacén, codificador y comunicador de la experiencia. “Durante todo ese período hice dibujos basados en mis meditaciones diarias [y]1 en la cosmología de estos nativos. Aquí, el arte es un documento del proceso y no la manipulación de materiales pasivos; el rol de los artistas es entendido como el de un comunicante cultural.”2
En base a la observación y “experiencia” de la exposición retrospectiva de la obra de Juan Downey, como primera cosa, cabe señalar que tal observación y experiencia se centró específicamente en los dibujos3 que el artista realizó en el curso de sus expediciones por América, a partir de su convivencia con tribus indígenas de diferentes zonas, dibujos aludidos en la cita que precede a este párrafo. En esos términos, puedo hablar de “experiencia” de la muestra de Downey, puesto que realmente el recorrido de estos dibujos significó para mí no sólo un espectáculo (en el sentido de mi participación como espectadora) sino un acontecimiento en el que tomé parte, al incorporar la información que Downey plasmó en esos dibujos (y en muchas otras formas) a mis propias meditaciones. Downey, como artista comunicador, nos hace partícipes de su experiencia, almacenada en su memoria, filtrada en sus meditaciones, codificada en sus dibujos y exteriorizada en sus diversas muestras. Personalmente, creo que no hay nadie que pueda responder con precisión a las preguntas que surgen en torno al proceso que tiene lugar entre la experiencia, su inteligibilidad y comunicación. La “información”, la sustancia de la experiencia, va cambiando de forma según los procesos a los que es sometida en el pensamiento de quien experimenta. ¿Qué parte de esa sustancia se omite en el acto comunicativo de dibujar las meditaciones? ¿Qué parte de esa 1
Sustitución propia. En la fotocopia no estaba claro lo que decía. Downey, Juan; “NORESHI TOWAI”, p. 61. 3 Hay algunas imágenes de ellos adjuntas en el anexo. 2
sustancia se transforma, disminuye o amplifica, en tal acto? ¿Y cuán fieles pueden ser las interpretaciones de los receptores que asisten a las muestras donde tales dibujos son expuestos? ¿Acaso interpretan algo? ¿O sólo reciben las imágenes para almacenarlas en la retina? Y en el contexto de estas consideraciones, ¿qué lugar ocupa el arte? ¿Tiene acaso una función de retención de recuerdos? ¿O exteriorización? ¿O será la única manera de plasmar libremente la “experiencia pensada” sin tener que justificarse ante todas estas preguntas? Para responder a todas estas interrogantes, o al menos, reflexionar en torno a ellas, me ocuparé primero del tema de este proceso que va desde la experiencia hasta su exteriorización, todo esto visto desde el prisma de sus conexiones con el arte; me aventuraré a esbozar las analogías que podrían establecerse entre el proceso aludido y el proceso artístico, si es que acaso no son una misma cosa.
Almacenamiento. “En la serie de programas de video (aún abierta) titulada Video Trans Américas, el deseo de explorar mis raíces culturales y étnicas, me llevó a documentar una interacción personal con diversas culturas de los continentes americanos. En aquella ocasión fracasé, ya que la intención era descifrar subjetivamente mis ligamentos continentales. Fracasé de nuevo en otras videocintas más recientes: aquel autodesciframiento llegó a un callejón sin salida. Por ejemplo: las estructuras numéricas de la música de Juan Sebastián Bach me afectan incluso físicamente; pues, para mí ligan poderosamente al “yo como niño” con la cultura. A pesar del trabajo de video que he hecho sobre Bach y su música, mi dependencia visceral permanece indescifrada: es una dependencia visceral.”4 Downey almacenó imágenes, momentos concretamente situados en el espacio-tiempo, pensamientos, ideas y emociones que de aquellos momentos surgían, que quedaron registrados a través del video, la fotografía, el dibujo, o la escritura. Son todos estos “recipientes” de esta sustancia de la experiencia. Sin embargo, Downey habla de aquella imposibilidad (o por lo menos dificultad) de descifrar las íntimas conexiones que existen entre aquellos acontecimientos, lugares, y demás “agentes” participantes de la experiencia, y su propia subjetividad. En el período de almacenamiento nos encontramos ante la ambigüedad de los recuerdos, ambigüedad que reside en la dificultad de determinar su naturaleza; qué de ellos es una fiel referencia a lo sucedido en la realidad pasada, y qué de ellos pertenece al plano de la subjetividad. Son dos dimensiones de la realidad que se funden en el acontecer. Presente y pasado se experimentan de esa manera. Se vive una realidad concreta a la que de una u otra manera (y no sabemos en virtud de qué) se le agrega un significado del cual es imposible separarla.
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Downey, Juan; “EL OLOR DEL AGUARRAS”, p. 10.
Este momento de agregación de significado es la parte culminante del almacenamiento de la experiencia, puesto que es en este mismo punto cuando el individuo se apropia de lo vivido, insertándolo en su subjetividad. Y es que existe por un lado una realidad que es objetivable, apropiable, susceptible de ser resignificada en el pensamiento, almacenada por una cámara de video (u otros medios), y otra realidad abstracta que pertenece al plano de las ideas y los arquetipos, en virtud de la cual se va codificando la primera. “Si cuando pensamos en hombre, pedestre o animal, pensamos en alguna de las cosas que son y en ninguna de las cosas particulares (pues el mismo pensamiento permanece incluso cuando éstas se han destruido), es evidente que existe [algo] aparte de las cosas particulares y sensibles, en lo cual pensamos tanto si aquellas son como si no son. En efecto, ciertamente no pensamos en este caso algo que no es. Pero esto es una Forma o Idea.”5 Hablamos de la “idea” como realidad. La persona (el artista) que experimenta, se mueve siempre en la fusión entre ambas realidades, al ir incorporando y apropiando experiencias. Al apropiarlas, surge la necesidad de plasmarlas en algo, materializarlas, como hizo Downey en sus dibujos.
Codificación. Dibujos con lápiz a mina, lápices de colores, plumas, tintas, sobre una hoja de papel. En los dibujos se veían representados líneas y círculos, principalmente. Colores negros, amarillos, blancos. Es la manera en que el artista codificó sus pensamientos a partir de la experiencia concreta de la vida con las tribus. Obviaré cualquier intento de interpretar el significado específico de aquellos dibujos, puesto que no cuento con las herramientas para hacerlo (si acaso fuera posible). Lo que sí puedo decir, es que los dibujos son un acto de representación, ejercido por el artista, de sus propias meditaciones, pensamientos, “ideas”, subjetividades, su realidad abstracta. El artista almacena la experiencia objetiva, la apropia, la fusiona con su subjetividad y la codifica. Ya no habla de los indígenas, sino de él mismo. Lo documentado ahora es él mismo. Por tanto, desde el momento de almacenamiento al momento de codificación, la persona misma que experimenta transita desde ser un sujeto que apropia la realidad, a ser un objeto codificado. Downey lo pone en las siguientes palabras:
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González Varela, José Edgar; “El argumento del objeto del pensamiento en el tratado aristotélico Sobre las Ideas (Peri ide¯on)”, p. 58. Diánoia, vol. LIII, no. 60 (mayo 2008).
“En realidad, el uno inunda al otro; o mejor aún, el sujeto de la enunciación y el sujeto documentado se encuentran inmersos en el líquido del otro.”6 En el artista entonces conviven dos roles, el que documenta y, luego de la codificación, el que es documentado. Sin embargo, una tercera parte de este proceso es la que hace que emerja la experiencia como obra de arte ante un público o receptor externo.
Exteriorización. “¿Qué queda sino el deseo de un canto materializado en el largo alcance del poder del video? ¿Por qué por medio de esa manera concreta de ordenar sobre el recubrimiento magnético de una cinta plástica y móvil yo me comunicaba más fácilmente?”7 El proceso de exteriorización se refiere al acto comunicativo. ¿Acaso no hemos hablado todo el tiempo de comunicación? Almacenar una realidad externa para apropiarla y plasmarla de nuevo en el plano exterior. Todo es comunicación entre el sujeto y todo aquello que lo rodea. Y lo cierto es que los tres momentos aludidos son escasamente excluyentes entre sí; en realidad sus límites son difusos. Los tres momentos se corresponden y reproducen recíprocamente, y sin uno no pueden existir los otros. Si ahora miramos esto desde el punto de vista del proceso artístico, podemos añadir que en el desarrollo del arte en sociedades contemporáneas cada vez existen más participantes en la producción, montaje y exposición de una obra, con lo cual tales procedimientos comienzan a fusionarse. En este sentido, la especificidad del artista se empieza a diluir. Ya no podemos decir con propiedad quién es el artista, qué rol desempeña en su entorno, y sobretodo, en el proceso creativo de sus productos artísticos. En las sociedades contemporáneas, donde las obras se independizan de sus creadores, contextos y connotaciones, el artista debe resolver interrogantes existenciales respecto de su rol como artista y como comunicador. “En el acto creativo, el artista va de la intención a la realización, a través de una cadena de reacciones totalmente subjetivas. Su lucha hacia la realización es una serie de esfuerzos, penurias, satisfacciones, renuncias, decisiones, que tampoco son, y no deben serlo, completamente autoconscientes, por lo menos, en el plano estético. El resultado de esta lucha es una diferencia entre la intención y su realización, una diferencia de la que el artista no se da cuenta.”8 Downey nos introduce entonces al debate en torno al rol del artista, su definición, los límites de sus dominios. Yo pienso que no los tiene, y que el arte precisamente consiste en “crear realidades” a partir de las realidades almacenadas, codificadas y exteriorizadas.
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Downey, Juan; “EL OLOR DEL AGUARRAS”, p. 10. Downey, Juan; “EL OLOR DEL AGUARRAS”, p. 11. Duchamp, Marcel; 1957. “El proceso creativo” Art News, vol. 56 N° 4
Anexo.