El lenguaje como sistema de valores. Se emplea el enunciado lengua como sistema para hacer referencia a una concepción de la lengua como un conjunto de unidades que se definen por el valor que tienen con respecto a la totalidad. El lenguaje es un sistema de valores en el sentido en que todo signo lingüístico vincula sonidos e ideas. Si tal vínculo no existiera, sería imposible separar un pensamiento de otro. Los sonidos no se diferencian entre sí más que los pensamientos no expresados. La función del lenguaje no es crear un medio sonoro para expresar el pensamiento sino mediar entre el pensamiento y el sonido, de modo tal que el vínculo entre ambos dé por resultado unidades que se determinen mutuamente. En el sistema de la lengua el vínculo no es directo, porque el signo no involucra al objeto. En cambio, en la nomenclatura el objeto está ligado al nombre. La lengua es un sistema de valores puros y de puras diferencias, porque en ella entran en juego ideas (conceptos) y sonidos ( imágenes acústicas). La lengua como sistema de relaciones. El valor está vinculado al sistema, puesto que éste organiza los diferentes valores entre ellos. El sistema es el juego de relaciones que hay que describir. “La lengua es forma y no sustancia”. El carácter lineal del signo lingüístico permite describir ese juego de relaciones en dos análisis simultáneos: sintagmáticos y paradigmáticos. En el eje horizontal o sintagmático se estudia la relación entre los diferentes elementos de la cadena hablada, y en el eje vertical o paradigmático la elección de cada uno de esos elementos entre todos los elementos que hubiesen podido ocupar ese lugar. Por otro lado, el análisis de la lengua se corresponde con la descripción y el análisis tanto de las unidades funcionales que la componen a partir de las mencionadas relaciones de oposición (relaciones paradigmáticas) como de las relaciones que se establecen entre los distintos elementos que constituyen una estructura gramatical (relaciones sintagmáticas). Las relaciones sistemáticas o conexión. Los fenómenos lingüísticos no son aislados, sino que entre ellos hay una conexión sistemática. Su actitud es una reacción frente a la lingüística del siglo pasado. La actitud sistemática terminó con el predominio del estudio lingüístico puramente histórico, que seguía líneas de evolución de fenómenos aislados (palabras y formas fónicas). ¿Cómo está construida una lengua partícula, cómo hay que describirla? La superación del historicismo Impone teorías generales y de largo alcance. Antes la principal preocupación era la de clasificar los
hechos de la lengua, y no encontrar los principios explicativos que rigen esa clasificación. El gusto por el riesgo y la aventura de la teoría relaciones sistemáticas de oposición o el sistema de las oposiciones sostiene que los elementos integrantes se delimitan por la oposición de unos con otros y adquieren individualidad en la misma relación que los unifica por medio de la oposición, y que el propio tiempo los distingue. Las relaciones asociativas o conexión. Una de las características diferenciales atribuidas a la lengua produce cierta inquietud: es la relativa a la reflexión, la cual no intervendría más que para la actividad de clasificar. Se sabe que tal actividad clasificatoria consiste en las que se denominan "relaciones asociativas". Esto suscita la siguiente pregunta: ¿Pertenecen, dichas relaciones asociativas, a la lengua o, más bien, a la lingüística, formando parte de su objeto formal? Que el punto de vista constituye el objeto de la lingüística es tan cierto que el hecho de haber percibido relaciones como las mencionadas. Implica haber adoptado un determinado punto de vista, constituyendo éste y las relaciones desde él percibidas, el elemento fundacional de la lingüística estructural. Por ello, dicha actividad de clasificar no es un objeto de conocimiento de los individuos, sino la construcción de una actividad teóricamente supuesta que permite conferir coherencia tanto a un momento sincrónico de una lengua, como a sus cambios, o sea, a su transformación diacrónica; se trata, pues, de una identificación en el ámbito teórico de la lingüística y no de una experiencia de cuyo acontecer pueda ser consciente el protagonista. Las palabras que ofrecen algo común se asocian a la memoria, y así se forman grupos en el seno de los cuales reinan relaciones muy diversas. Estas coordinaciones son de muy distinta especia que las primeras. Ya no se basan en la extensión; éstas se llaman relaciones asociativas. El habla, el idiolecto, el dialecto y la jerga. El habla. Desde un punto de vista de la psicolingüística, el habla es la materialización individual de los pensamientos de una persona, es la manera en que cada individuo usa la lengua. Así el habla caracteriza la conducta lingüística de un hablante individual, por lo tanto, se expresa en nociones de lo que somos. El idiolecto. Es la forma de hablar característica de cada persona (cuando la expresión es por escrito se denomina estilo). Se manifiesta en una selección particular del léxico, de la gramática y también en palabras, frases y giros peculiares, así como en variantes de la entonación y la pronunciación. Los idiolectos cumplen la función de hacer compatible la necesidad de comunicarse con los demás, con la necesidad de que cada persona pueda expresar su forma particular de ser y de pensar, sus gustos y sus
necesidades. Cada ser humano posee un idiolecto, o varios (si es bilingüe, trilingüe, etc.). Un idiolecto siempre tiene, como mínimo, zonas de o con un ecolecto, un sociolecto y un dialecto o un idioma. El dialecto. Se conoce como dialecto al sistema lingüístico que deriva de otro pero que no exhibe una diferenciación suficiente respecto a otros de origen común. Hace referencia a una de las posibles variedades de una lengua; frecuentemente se usa el término dialecto para referirse a una variante geográfica de una lengua asociada con una determinada zona. La jerga. Es un lenguaje particular y familiar que utilizan entre sí los integrantes de un cierto grupo social. Esta especie de dialecto puede resultar difícil de entender para aquellos que no forman parte de la mencionada comunidad. Las jergas suelen nacer para ocultar el significado de las palabras.
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Tusón, J. (1980). Teorías gramaticales y análisis sintáctico. Barcelona: Teide. Richards, J. C. y Rodgers, T. S. (1998) Enfoques y métodos en la enseñanza de idiomas. Madrid: Cambridge University Press, 1986.
Bibliografía especializada 1.
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Hjemslev, L. (1943). Prolegómenos a una teoría del lenguaje. Madrid: Gredos, 1971.
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Saussure, F. de (1916). Curso de Lingüística General. Buenos Aires: Losada, 1967.